Mi querido diario

QUERIDO DIARIO

Lunes 16 de abril
Hoy fue un día como todos.
Me levanté temprano y desayuné con mi mamá antes de que se fuera al trabajo. Luego dediqué la mañana a terminar de desempacar las cosas que todavía estaba guardadas de la mudanza.
Cuesta adaptarse a un nuevo lugar, máxime cuando queda lejos de todos tus amigos, pero bueno, mi madre me explicó que no tuvo más remedo que hacerlo. El piso que alquilábamos antes era muy costoso y un despróposito, dado que no estábamos en todo el día.
Hace unos años cuando mi padre vivía, era distinto. Yo estaba más tiempo en casa ya que estaba en la escuela secundaria, y mi madre no trabajaba, por lo que estaba siempre.
Cuando el murió, mi madre tuvo que retomar el trabajo, y ya le quedó poco tiempo en la casa. Creo que su decisión fue buena.
El nuevo departamento es lindo, sin tantos lujos ni detalles, pero da como para convertirlo en un hogar cálido y agradable.


Martes 17 de abril
Hoy me crucé después del mediodía con un hombre muy atractivo que vive en este mismo edificio. Unos 30 años, moreno, delgado y muy simpático. La verdad que es un cambio positivo para lo que había visto hasta ahora.
Le comenté a mi madre en la noche, y ella haciéndose la desentendida, terminó por reconocerme que también lo había visto. Raro la forma de reaccionar. En fin, ya veremos.

Jueves 19 de abril
Hoy pasó algo muy raro. MI día transcurrió como siempre, hasta volver a casa. Al entrar al piso, escuché voces en el salón, y al entrar mi madre se levantó apresurada y me presentó al joven que vivía unos pisos abajo y que yo había visto unos días antes. Matías. Me sorprendió verlo en nuestra casa, y también la confianza que tenía al hablar con mi madre. Esto me molestó. Daba toda la sensación de que a mi madre le gustaba ese hombre mucho más joven que ella , así que luego de un rato me fui a mi cuarto.
Desde allí escuché el murmullo del diálogo y de a ratos las carcajadas de mi madre. Se estaba comportando como toda una puta. Está bien que desde que murió mi padre, no le conocí ningún otro hombre, pero me parecía desagradable que se fijara en alguien tan joven. Debo ser sincera. No se si esto es lo me molesta, o el hecho de que a mí también me gusta. Pero la cuestión es si vale la pena competir con mi madre por este tipo. No lo creo.

Viernes 20 de abril
Estoy muy rabiosa. Al llegar a casa de regreso de la facultad, me encuentro con que mi madre ha invitado al vecino a cenar mañana a la noche. Le dije que no quería gente extraña el único día que podíamos estar tranquilas, y ella me contestó que no era un extraño, que era un vecino. Me enojé mucho. Era tan evidente lo que mi madre se traía entre manos, que no pude decir una palabra. Ya en mi habitación llamé a una amiga y arreglé una salida para ese día. Se iba a salir con la suya, pero yo me iba a enterar de lo que pasara.

Sabado 21 de abril
Estoy escribiendo el domingo de madrugada y la letra no me sale muy bien porque mis manos tiemblan. Nunca pensé ver lo que vi. Pero mejor vamos desde el comienzo.
Me estaba arreglando para salir, cuando tocaron el timbre. Abrí, y allí estaba el, con esos ojos verdes que me alteraban, y saludando con simpatía. Lo saludé y lo hice pasar, dejándolo en el salón, mientras yo terminaba de arreglarme. De inmediato mi madre, tomo posesión de él, monopolizándolo. Cuando saludé para irme, apenas me contestaron de entretenidos que estaban con la charla. Salí hecha una furia. No podía creer que mi madre se mostrara tan puta con un hombre que apenas conocía. Nunca la había visto así. Estuve toda la noche pensando en esto y decidí volver temprano. Eran alrededor de la 1 de la mañana. Subí por las escaleras para no hacer ruido, y abrí la puerta suavemente. Había un suave luz que venía del salón y se escuchaba una música de ambiente. El salón comunicaba con un pasillo que daba a la entrada y con el baño y los dormitorios. Desde la entrada se podía desviar por otro pasillo que iba directamente a la zona de dormitorios, pasando por un pequeño estudio. Lo atravesé, salí a la puerta de mi dormitorio y luego crucé por enfrente del baño y me asomé lentamente por el pasillo. Con sorpresa comprobé que el salón estaba vacío. Despacio entré y lo recorrí. Sobre la mesa, dos copas de whisky vacías y nada más. Pensé que mi madre había tomado de más y al irse el invitado se había ido a acostar dejando todo encendido. Fui hasta el dormitorio. La puerta estaba entreabierta y no se oía nada. Me asomé lentamente, y con estupor veo a mi madre y al vecino en la cama. Estaban casi dormidos. Los dos totalmente desnudos. Era evidente lo que había pasado. Por un minuto los observé, y con sorpresa noté el tremendo pedazo que tenía el hombre. Aún en reposo era grueso y largo, como yo nunca había visto ninguno. De pronto noté que la mano de mi madre recorría el cuerpo del macho y comenzaba a sobarle la verga.
- ¿ Ya quieres otro? Le preguntó Matías sin abrir los ojos.
- Estuvo bien, dijo mi mamá sin dejar de acariciarlo.
¿ Bien nada mas? Acabaste 3 veces pedazo de puta. Hacía rato que no encontraba una hembra con tanto hambre atrasado, dijo Matías poniendo uno de sus brazos detrás de su cabeza.
- Dale, se buenito, rogaba mi madre.
- Chupala un rato, y si consigues ponerla dura, te la voy a poner otro rato, dijo el macho en total control de la situación y siempre sin siquiera mirarla. No conocía a mi madre. Nadie podía someterla de esa forma. Tenía un carácter muy independiente.
Para mi sorpresa, se sentó en la cama, e inclinándose hacia el lado de Matías, se metió apresuradamente todo su pedazo en la boca, mientras juqueteaba con sus huevos. El ruido del chupeteo llegaba hasta la puerta.
Dudé por un segundo en entrar y terminar con todo esto, pero por otro lado, mi madre era libre de hacer lo que quisiera y yo era la que iba a quedar como desubicada. Pensé también alejarme y no mirar pero el morbo fue mas fuerte. Me quedé allí congelada, rogando porque no me vieran.
En unos minutos, ya mi madre no podía contener en la boca semejante herramienta. Tenía que forzar sus labios para introducirlo de lo grueso que era.
- Bueno, lo has conseguido. Ahora te vas a subir y vas a cabalgar como una puta de categoría, le dijo Matías sin moverse. Y mi madre, sin chistar, colocó una pierna a cada lado del macho y tomando la verga con la mano la ubicó en posición y fue descendiendo lentamente, mientras gemía.
- Jamás tuve una verga así, por favor no te muevas, decía mientras iba descendiendo lentamente, que me vas a partir.
- Te voy a partir la próxima vez, cuando te haga el culito, hoy venimos suave, porque recién nos empezamos a conocer , porque lo del ascensor del otro día no lo podemos considera como un encuentro..
- Ayy, que vergüenza. Nunca había hecho algo así, contestó mi madre mientras cabalgaba sobre la lanza.
- No te creo. En 4 pisos me pelaste la verga, me masturbaste y te tomaste toda la leche. Eras una máquina.
- Nunca lo había hecho, te lo juro, no se que me pasó.
- te gustó mi vara, confesalo.
- No pensé que era tan grande, pero fue una agradable sorpresa, dijo mi madre tirándose hacia adelante y comenzando a besar a Matías mientras éste comenzaba a penetrarla apoyándose en sus talones. Era impresionante ver como esa verga entraba y salía de mi madre. Me excite. Si, en verdad me excité. Por un momento olvidé que era mi madre y la situación extraña y comencé a mojarme.
Matías aceleró. Y aceleró, y aceleró. Mi madre era un solo gemido, ahogado por la lengua de Matías que recorría su boca. Las piernas de ella se contraían en espamos que mostraban a las claras que estaba gozando. Y por fin, Matías con un gran esfuerzo se la metió hasta le fondo y comenzó a vaciarse. La tensión de sus piernas permitía contar los chorros de semen que estaba despidiendo. Ahí no aguanté mas, y me fui silenciosamente. Salí a la calle y tomé un taxi. Me quedé en un bar hasta las 5 de la mañana y cuando volví a casa, todo estaba en orden. En ese momento me puse a contar mi experiencia. Me siento muy rara.

Jueves 26 de abril
No pensé que podía ser tan mala. Pero puedo justificarme.
Matías me gustó desde que lo ví. Y no puedo soportar que mi madre saque partido de él.
Luego del sábado no pude dormir más de un tirón. Luego de ver lo que ví, tuve sueños húmedos todas las noches. No quiero disculparme, porque en realidad no me arrepiento.
El lunes después del fin de semana, no pude concentrarme en nada de lo que hacía. Y terminé dando vueltas a una idea que era descabellada al principio, pero que al final me pareció razonable y la puse en práctica. Esperé el momento oportuno y ayer fue el día.
Vigilé el regreso de Matías al mediodía, y rápidamente bajé y llamé en su departamento. Abrió la puerta y me sonrió. No parecía sorprendido, y eso me confundió.
- Hola Matías, dije con cierto temor.
- Hola Daiana, pasa no te quedes allí.
-No quiero molestar, dije casi arrepentida de mi idea. No estaba saliendo como yo pensaba.
- Por favor, no es molestia. Recién llego del trabajo, entra, entra, y poniendo su mano en mi cintura, me hizo entrar a su depto.
- Disculpa el desorden pero los departamentos de hombres solos son una verdadera desgracia, dijo llevándome hasta un sillón.
- ¿ Quieres tomar algo?. Preguntó muy atento.
- No gracias, contesté, tratando de ocultar mi inseguridad.
Se sentó en un sillón frente al mío. Y se quedó callado. Su mirada me recorría de arriba hasta abajo, muy tiernamente, y sin que pareciera haber nada sexual en ello.
- Hace rato que quería hablar contigo, dije
- Me imagino. Inclusive te esperaba antes, dijo con todo el aplomo.
- No se porque te lo imaginas, dije nerviosa.
- Tu habla, ya que has venido, y luego hablaré yo, dijo sonriendo
- Pues mira, estoy un poco preocupada por mi madre, dije
- ¿ Si? ¿ Qué le pasa? Preguntó con inocencia.
- A ella nada. Me preocupa su comportamiento
- Vaya, vaya, me parece que los roles están cambiados. En lugar de preocuparse la madre por el comportamiento de la hija, es la hija la que se preocupa por la madre. Es raro, pero te escucho.
Mis argumentos se desarmaban como el hielo al sol.
- Pues, nada, que vienes seguido por casa y no entiendo de que viene todo esto, dije de un tirón.
Matías se levantó lentamente de su asiento y acercándose se sentó en el apoyabrazos de mi sillón. Su aroma, tan cerca, me mareaba.
- Mira, tu madre es una gran mujer, y me siento muy cómodo con ella, cosa que tu sabes. El sábado por la noche pudiste ver que cómodo me siento con ella, y como goza ella conmigo. No te preocupes. Solo yo te vi y no le conté a tu madre. En realidad debo reconocer que me empalmé más facil al saber que estabas mirando, porque tu madre me había agotado en la primera sesión. No sabes como se pone. Apenas salir tú, me saltó arriba y me desnudó, para empezar a comerme el pedazo con unas ganas bestiales. Con decirte que la tuve que clavar allí mismo en el salón, y recién después del segundo orgasmo la pude llevar al dormitorio y ponerla en cuatro sobre la cama, donde le di hasta que pidió por favor. Cuando acabó la llené con todo lo que tenía. Toda esa parte te la perdiste, pero me hubiera gustado que la vieras. Seguramente hubieras aprendido más de tu madre. Pero nada serio hay entre nosotros, solo que es una mujer muy sensual a la que le gusta que le den bomba muy seguido, y yo trato de complacerla, mientras tu decides si también quieres probar mi verga, a ver si también te satisface. Hay para las dos, no te preocupes, y sueño con tenerte en mi cama despatarrada y con mi lanza enterrada hasta los huevos en tu cuevita., dijo sensualmente sin cortarse, y sin dejar de mirarme y sonreir.
Me quedé paralizada. Luego salté del sillón como un resorte.
- Como te atreves a hablarme así, dije, mientras caminaba hasta la puerta.
- Espera un momento, dijo Matías sin moverse de su lugar. Me detuve y me di vuelta.
- Si me equivoqué mis disculpas, pero si no, sabes que todos los mediodías estoy aquí, que estamos solos y que tenemos 3 horitas para nosotros. Mientras decides, piensa en los polvos que se está echando tu madre, mientras tu dudas. Y ahora sí, vete, y haz de cuenta que esta conversación nunca existió.
Me di vuelta y salí de allí, maldiciendo el momento en que decidí hablar con él.
Volví a mi casa y me costó tranquilizarme. Por fin me fui a la facultad.
Pero mientras estaba allí, no podía concentrarme. Pensaba en lo que había pasado. Pensaba en la seguridad que tenía Matías sobre lo que iba a pasar. Y pensaba en mi madre que se dejaba usar por ese.
Y para colmo, cuando vuelvo a casa, mi madre apurada por preguntarme si el sábado iba a salir. Sorprendida por la insistencia le pregunté para que quería saberlo, y me dijo que pensaba invitar a Matías a cenar. Le contesté que no sabía y me encerré en mi cuarto. La situación se estaba desmadrando.
Ahora, me sorprendía que una mujer grande y con experiencia como mi madre estuviera tan desesperada por ese hombre, y eso me despertaba mas curiosidad y morbo. ¿ Realmente valdría la pena como para que una mujer siempre con una conducta intachable, ahora mostrara tal comportamiento? ¿ Tan bueno era? Y mi curiosidad fue mas fuerte. Evidentemente no tengo tanta voluntad.


Viernes 27 de abril
Hoy me doy vergüenza.
Me levante y mi madre ya se había ido. Desayuné y estuve estudiando un rato. Casi sin darme cuenta cerca del mediodía me bañé y me cambié. Una mini bien corta y ajustada, Una remera ajustada sin corpiño, y unos zapatos de taco que realzaban mis piernas. Me peiné, arreglé y perfumé, y cuando sentí el ascensor que subía dejé el departamento y por la escalera me dirigí al departamento de Matías. Sin pensarlo toqué el timbre.
La puerta se abrió y un Matías sonriente, de impecable traje, abrió.
- Hola Daiana, que sorpresa, dijo con una cara que daba toda la sensación de que no había sorpresa ninguna, pasa, pasa, dijo mientras me tomaba de la cintura y me hacía entrar.
- ¿ Quieres tomar algo? Volvió a preguntar como la primera vez. Me parecía un deja vú. El muy degenerado hacía de cuenta que yo nunca había estado allí.
- No, gracias, contesté como la primera vez, y me senté en el sillón.
- ¿ Qué te trae por aquí? Preguntó sentándose en el otro sillón.
- Nos quedó una conversación pendiente, dije con inocencia.
- Hmmm, no creo . Al menos no recuerdo ninguna conversación pendiente. Creo que dijimos todo lo que había que decir.
- Yo había venido a hablar de mi madre, dije con insistencia.
- Perdón, tienes razón, yo ya dije todo lo que tenía que decir. Ahora, si estás acá, las cosas han cambiado. Somos grandes, así que te voy a pedir que, lentamente, empieces a desnudarte. Quiero verte en todo tu esplendor, a ver si eres tal como te sueño, dijo recostándose contra el respaldo.
Me quedé paralizada. Lo miré incrédula de lo que había escuchado. Me levanté para irme. Matías permaneció sentado con toda tranquilidad.
- Me voy, dije, sin moverme.
- La puerta está abierta. Nadie te obligó a venir ni a quedarte. Pero si te vas a quedar te quiero desnuda. Vamos empieza que no tenemos todo el día, dijo mirándome a los ojos.
Sin dejar de mirarlo, comencé a desabrochar mi pollera y lentamente la dejé caer. Saqué mis pies de ella y me quedé allí parada solo con una tanga y los zapatos de taco alto. A continuación, me saqué la remera lentamente y quedé allí parada casi desnuda. Matías me miraba con satisfacción. Su pantalón mostraba un abultamiento que indicaba que le gustaba lo que estaba viendo. No sabía que hacer.
- Todavía te queda una prenda, pero los zapatos puedes dejarlos, me dijo señalando mi tanga. Sin dejar de mirarlo la bajé y la saqué por mis pies. En ese momento Matías se levantó lentamente y se acercó. Con mis brazos cubría mis pechos, y el acariciando el costado de mi cuerpo, subió hasta tomar mi cara entre sus dos manos y comenzó a juguetear con su lengua en mi boca. Cerré los ojos. Esa lengua caliente y húmeda parecía que me marcaba a fuego. Por fin la introdujo en mi boca y comenzó a recorrerla lentamente, para terminar en un beso profundo que me dejó sin aire.
Se separó de mí y sin dejar de mirarme se alejó unos pasos.
- Ahora me vas a desvestir, me ordenó amablemente, como si supiera que no tendría que obligarme. Me acerqué y le quité el saco tirándolo en el sillón.
- No, no, no, la ropa la vas a doblar prolijamente, que luego tengo que ir a trabajar y no puede estar arrugada. Tomé de nuevo el sacó y lo colgué en una silla. Le aflojé la corbata y se la saqué colgándola junto con el saco. Desabotoné los puños de su camisa y luego, lentamente cada botón de esa prenda, para terminar tironeándola para sacarla del pantalón y terminar de quitársela. La tomé y la coloqué en el respaldo de otra silla.
Lo tenía desnudo de la cintura para arriba. Pasé mis manos por su pecho peludo, pero prolijo, acaricié sus hombros anchos, y por fin, tomé el cinto de su pantalón y lo solté. Tomándolo de la hebilla tiré hasta quitárselo, y lo coloqué sobre la camisa. Luego desabroché el botón y bajé el cierre. El pantalón cayó hasta media pierna.
En ese momento Matías volvió a sentarse en el sillón.
- Primero los zapatos, sino vas a arruinar el pantalón, me dijo como si fuera un profesor que enseña a una alumna a hacer su tarea.
Me arrodillé y desabroché las agujetas de los zapatos y se los quité. Lo mismo hice con sus medias, y, por fin, le quité el pantalón, dejándolo también sobre la silla junto a la camisa. Cuando me dí vuelta pude verlo sentado en el sillón y con un boxer de seda como única prenda. Un bulto se marcaba claramente a través de ella. Me quedé allí sin saber que hacer.
- Bueno Daiana,ven y siéntate a mi lado, me dijo golpeando con su palma el asiento a su derecha.
( continuará)

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