Una familia de putitas 1

Una familia de putitas 1


Xime estaba sentada frente a mí, vistiendo esos shorts de jean que tanto apresan y levantan su colita de adolescente de 15 añitos que a muchos trae locos (incluido yo). Además de una trasera espectacular, sus largas piernas y pechitos en desarrollo junto con una cara de nena viciosa y pelo castaño claro largo completan un cuadro que cualquier hombre que se precie de tal sabría admirar y desear.

Ella va a escuchar una historia sobre sus hermanas, cuñadas, primas y madre que le costara creer, pero lo hará, historias que forjaron la leyenda de su familia y que ella debe continuar, la leyenda de una familia de putitas.

Todo empezó con su hermana Romina un verano de 2009, Romi es la típica gordita rubia deseable, con unos pechos enormes que siempre mostraba en abiertos escotes y un culazo enorme para apretar, por ese entonces ella tenia 17 años y yo 20, nuestras familias alquilaban juntas una pequeña casa en un bello balneario de mi país, la pequeñez de la casa obligaba a compartir habitaciones y yo dormía en un cuarto junto a las dos hermanas, en camas separadas por supuesto.

Por ese entonces yo andaba en una sequía sexual importante, y ver a Romi pasear en bikini esas tetas increíbles no ayudaba en nada, me hacia una paja a su honor cada vez que podía, generalmente en la ducha cuando encontraba su bikini y ropa interior entre la ropa sucia, ese olor a hembra me volvía loco, tenia que ser mía.

Una noche me desperté de repente y muy caliente, mi celular marcaba las 4:56 y obviamente todos dormían, mi pene estaba excesivamente duro, hoy no había sido día de playa por lo tanto no tenia material alguno para una pajilla relajante, entonces la vi, acostada de costado dormida, mirando hacia mi, vestía una remera blanca escotada y un short de tela azul que se apretaba a su culazo gordo, la vista era increíble, uno de sus pechos casi se escapaba de su prenda (la muy zorrita no llevaba sostén) y pude ver un pezón rosado y grande queriendo salir de su prisión.

Mi verga estaba por explotar, no podía mas, así que estire mi mano hacia uno de sus pechos y lo rocé suavemente, dios, que sensación, libere mi pene de mi bermuda y empecé a frotarlo suavemente mientras apretaba cada vez mas ese pecho gordo y grande, su pezón se endurecía ya libre de la tela y entre mis dedos, ella se movió y retire mi mano rápidamente, no despertó, solamente se movió y ahora estaba boca abajo, mostrando ese culazo tentador, mi pene seguía duro, y yo caliente, me arrodille a su lado y empecé a masajear suavemente su culo, lo apretaba y acariciaba, incluso llegue a lamerlo sobre la tela, mi acabada estaba cerca, así que le di un ultimo apretón y huí al baño, donde descargue abundantemente sobre el inodoro.

Con la acabada llego el arrepentimiento, ¿Qué tal si ella estaba despierta y lo había sentido todo? No, no creo, no se hubiera dejado tocar así, a menos que fuera muy putita, algo que no creía, la nena a pesar de mostrar usualmente sus pechos era tenida como un angelito por sus padres y su conducta era intachable, tal vez le había dado miedo y por eso no había hecho nada, eso era por mucho la peor de las opciones, en esas cavilaciones me dormí.
Desperté, el sol daba directamente sobre mi cara, por algo me habían dejado esta cama, como aprecio a mi familia, las chicas no estaban en sus camas, estaban en el patio desayunando, Romi con la misma ropa de la noche, pero era notorio que tenia puesto su bikini rosa que se transparentaba en su remera, dios, recordé la noche y en vez de sentirme mal tuve un inicio de erección que por suerte domine, seria demasiado notorio en mi bermuda.

Las chicas charlaban normalmente cuando llegue y no note nada raro, me contaron que sus padres y los míos habían salido por provisiones y no volverían por un buen rato, Romina estaba tan conversadora como siempre, eso me alivio. Sin embargo note algunas miradas hacia mi, y no eran de miedo ni de odio, y no iban dirigidas especialmente a mis ojos, también note algunos roces de sus pies con los míos debajo de la mesa, cosa que se repitió durante el almuerzo. Las vacaciones se pusieron interesantes, pensé.

El día estaba radiante y pedía playa a gritos, empezó el clásico ritual, la fila al único baño de la casa para ponerse la bikini o la bermuda.
Romi y yo teníamos puestos los nuestros desde que nos levantamos, así que no nos molestamos en ir hasta allí, sus pechos pedían a gritos ser liberados de esa prisión, era un desafío mirarla a los ojos, y para empeorar las cosas, escucho:

-¿Diego me pasas protector por la espalda?

Que situación, estábamos solos en una habitación, los demás demasiado distraídos juntando sillas de playa y demás objetos obligatorios, y yo frotándole la espalda a Ale, su piel estaba suave y caliente mis manos disfrutaban ese momento, mi pene quería responder, yo pensaba en futbol, cervezas, lo que fuera para mantenerlo calmado, afortunadamente termine rápido la faena, vi que todos salían para la playa, estaba a una cuadra, por lo que perderse era una tontería, cuando voy a salir yo, ella me dice:

-Pásame por la cola también, yo se que no te molesta tocarme ahí.

Listo, mi pene tomo el control, llene de crema mis manos y empecé a masajear sus nalgas, ella reía divertida con mi calentura, no había duda, el angelito de papa era una putita solapada, las peores, o las mejores según se mire.

Disfrute cada segundo pasándole protector a ese culo, la piel tersa y suave, tentadora, demore todo el tiempo del mundo, cuando termine tenia una erección monumental que ya no podía ocultar, ella se dio vuelta, miro mi carpa, se arrodillo y libero mi pene, un aaaah salio de mi boca cuando ella lamió desde la base hasta el glande los 17 cms de mi pene, con una mano me pajeaba mientras chupaba la cabeza de mi pija, era increíble el placer que esa boquita me daba, se metía la mitad de mi verga en su boca y la chupaba, “Romi, me volver loco putita, aaaaah” ella chupaba rápidamente mi pene mientras se masturbaba, gemía con mi pija en su boca, “para que acabo bebe” dije, entonces ella desato su bikini y mostró esas tetas infernales, saco mi verga de su boca y me pajeo hasta que acabe sobre sus pechos. “Esta es la cremita que quería” dijo ella, terminando de reventar mis dos cabezas.

Ella se ato su bikini y salio para la playa y yo quede unos minutos atontado por el placer y asimilando lo que había pasado, mire el reloj, 15:30, hacia media hora que los demás habían salido, si no sospechaban nada era un milagro.

Cuando giro hacia la ventana veo los inconfundibles ojos verdes de Daniela entre las ranuras de la persiana, la hermana mayor tenia 27 años, casada y con 1 hijo, yo salí temiendo lo peor, pero ella me miro y mando una sonrisa maliciosa, nunca me había fijado en ella, pero tenia un cuerpo interesante, pero eso queda para la continuación.

Este es mi primer relato, el primero que escribo y el primero que subo, acepto consejos y criticas, saludos.

5 comentarios - Una familia de putitas 1

mrtombino +1
muy bueno! esperamos mas!