Gabriela una adorable mujer casada 1

este relato no es mio solo continue yo solo escribi la 4ª parte

Gabriela caminaba de un lado a otro pensando que hacer, pensaba si estaba haciendo lo correcto. Muy en el fondo sabia la respuesta, aunque las circunstancias fueran especiales no debería hacer lo que estaba por pasar. Estaba a punto de salir con un hombre que no era su marido, sin embargo no lo traicionaría, eso jamás y menos con tan despreciable sujeto. Rápidamente tomo el teléfono, deseando que no fuera demasiado tarde para cancelar aquella cita extramarital, argumentaría cualquier cosa, comenzó a marcar las teclas cuando escucho sonar el timbre, se maldijo a sí misma, había sido muy lenta. Se pregunto si aun habría marcha atrás. Semanas antes No había sido un buen día para Gabriela. Su jefe estuvo de mal humor, incluso con ella, lo que significo más trabajo. Se preguntaba si era su culpa, si tal vez las constantes negativas a salir con el finalmente pasaban factura. Todos en la oficina sabían que el señor Martínez, su jefe, intentaba cortejarla pero ella al estar casada y feliz solo lo toreaba, le daba alas (como comúnmente se dice en México) se reía ante sus insinuaciones, todo esto con afán de conservar su empleo. Sumida en estos pensamientos estaba cuando el sonido de un claxon la despertó. -Apúrele señora- escucho decir una voz proveniente del automóvil que tenia detrás de su camioneta. A sus 26 años Gabriela de Guillen podía decir orgullosa que era una mujer plena y feliz, casada desde los 20 con el amor de su vida, Cesar Guillen, un hombre que conoció a los 18 años y del cual rápidamente se enamoro y comenzaron a salir juntos, al paso de 2 años se casaron y un año después dieron a luz a un hermoso y saludable niño llamado Jacobo. Gaby (como comúnmente la llamaban) aprovechaba los pocos minutos en los que podía estar sola para reflexionar sobre sus sueños, su familia, su trabajo, en fin todas esas cosas que las labores cotidianas no se lo permitían. Pero hoy era diferente, debía recoger a su hijo con su “adorable suegra”, el solo ver la cara de esa señora la ponía de malas, no se llevaban muy bien. Reflexionando sobre su enemistad con Doña Romina llego a la conclusión de que por ella (Gaby) no había empezado, siempre quiso tratarla bien pero al parecer doña Romina no quería lo mismo. En esos momentos sin querer piso el acelerador de su camioneta y para su mala suerte salió del carril y fue a impactar con un coche que estaba estacionado en la acera.. -Dios - pensó Gaby algo aturdida y sacudida por el golpe, era la primera vez en su vida que chocaba.. Luego de unos momentos observo como un sujeto bajo del Auto, a la distancia lo noto molesto, muy molesto y maldiciendo en voz alta se dirigió a encarar a quien lo choco. Estaba un poco asustada, pero al ser una persona honesta se dispuso a afrontar las consecuencias de su error. En un instante el sujeto estaba frente a su camioneta, maravillado por la visión que tenia frente a él. Los ojos del viejo se clavaron en el tierno rostro de Gabriela, con esos grandes ojos azules, su tez blanca, sus labios carnosos de un intenso rojo carmesí, su hermoso y lacio cabello rubio hasta por debajo de los hombros, finamente maquillada. Jamás en su vida aquel tipo había visto un rostro tan hermoso. Ella también lo vio, un tipo gordo, bastante ancho, alto, de alrededor de 50 años, bastante desalineado, llevaba puesto un overol de trabajo se veía bastante sucio -Buenasssss…. señorita - dijo el hombre, al cual Gaby vio y a rápidamente pensó que era un viejo verde de esos que usualmente se topaba en las calles, olio el tufo de su boca, por lo visto no era un hombre muy limpio. -Discúlpeme señor…. Fue un completo error de mi parte- Se disculpo, quien aun se encontraba sentada en el asiento del conductor. -Tranquilícese, primero presentémonos, mi nombre es Cipriano, y ¿el suyo princesa?- el hombre estiro su mano tratando de que la mujer devolviera el saludo. Era impresionante como al verla el hombre cambio su humor, si se hubiese tratado de un hombre probablemente hubiese existido pelea, pero no con Gaby. -Tiene razón, que mal educada soy- dijo Gaby llevándose las manos a la cara- mi nombre es Gabriela- y al igual que el viejo estrecho su mano en señal de presentación, a pesar de que el hombre no le daba buena impresión, ella no era prejuiciosa, pensaba que tal vez debajo de ese exterior se encontraba una buena persona.. -Bueno- dijo el viejo Cipriano, ahora si vamos a hablar de lo que paso – el sujeto hablaba en tono sugerente que Gaby entendía, sin embargo estaba acostumbrada a esas actitudes de parte de hombres de todas las edades, por lo cual no le dio importancia. Gabriela abrió la puerta de su auto y de una manera muy sensual (sin proponérselo, así era ella) bajo. El viejo tenía los ojos como platos al poder observar en total plenitud la aquella espectacular mujer. La veía de arriba hacia abajo, sus impactantes piernas, su vientre plano resultado de mucho tiempo de gimnasio, su enorme y parada Cola la cual parecía querer romper el diminuto pantalón de mezclilla con el que estaba cubierto, subiendo más arriba su mirada vio los impactantes cantaros d miel de la chica, majestuosos imponentes, completamente erguidos a pesar de su exagerado tamaño, en fin Gaby era una chica de concurso. La dulce, pero a la vez sexy vos de Gaby lo despertó de sus pensamientos. -Por favor discúlpeme señor, fue un grave descuido de mi parte- -No te preocupes querida, al parecer mi Auto no sufrió más que una abolladura- dijo el viejo Cipriano señalando su auto- el que si quedo mal fue el tuyo, mira nomas. Era verdad, su auto fue el que se llevo la peor parte, no sabía qué hacer, uno de los pocos problemas que acarreaba su matrimonio era el tema económico por el cual estaban atravesando. Cesar, su marido hacia poco tiempo que había perdido su trabajo, solamente se sostenían de lo que ella ganaba como secretaria, que no era mucho y para acabar de amolarla el auto aun no terminaban de pagarlo. -Señor- dijo Gabriela- reitero mi disculpa, pero…..- dudo en seguir, sin embargo lo hizo- en este momento estamos cortos de dinero, le propongo dejarle mi número de teléfono y domicilio y en 1 mes yo le pago el desperfecto… ¿siiiiiiiiiiiii?- esto último lo dijo en tono coqueto (este tipo de actitudes no las hacia a propósito, es solo que al toda su vida ser acosada por los hombres inconscientemente había aprendido que su belleza podía abrirle algunas puertas, y por ende ciertos beneficios. El viejo estaba que no se la creía, estaba algo indeciso, no sabía si el forro de mujer que tenía en frente estaba coqueteando con él o era su imaginación, en cualquier caso no quería dejar de verla. - No se preocupes Gaby- fue la primera vez que el viejo la llamo por su nombre- Déjeme decirle que esta frente al mejor mecánico del rumbo… jajaja- rio orgulloso mientras colocaba su mano en su prominente barriga - ¿En serio?- pregunto Gaby con verdadera curiosidad, y es que así era ella, curiosa, coqueta, alegre, divertida, la típica chica que siempre llama la atención (y no solo por su cuerpo, si no por ser una persona muy agradable y carismática), aunque ser así de desinhibida algunas veces acarreaba problemas, mas de una vez había cacheteado a alguien por mal interpretar su actitud, por creer que podían llegar a mas con ella, justo como el viejo Cipriano lo hacía en esos momentos. -Claro reinita…. déjame revisar el motor de tu camioneta que al parecer fue lo que más se maltrato…… - Muchísimas gracias Don Cipriano…- dijo esto mostrando aquella sonrisa de dientes perfectos que enloquecían a cualquier hombre y que obviamente el viejo Cipriano no era la excepción -Sin cuidado chiquita… ahora súbete a la camioneta y préndela cuando yo te diga….- Gabriela estaba tan a acostumbrada a que la mayoría de los hombres la llamaran de esa manera (chiquita, reina, nena, mami etc.) que ya no le daba importancia y obedeció. Sentada en el asiento del conductor Gabriela veía como Don Cipriano revisaba su motor, rogando a dios que cuando le ordenase que prendiera el motor, si prendiera, cosa que desafortunadamente no ocurrió, maldijo para sus adentros, ¿cómo era posible que aunque ella provoco el choque su camioneta era la que se llevo la peor parte? -Quedo mas maltratado de lo que pensé señorita- dijo Cipriano -Maldición- dijo Gaby en voz baja pero lo suficientemente claro como para que el viejo pudiera escucharla, a la vez que recargaba su cabeza en el volante haciendo sonar el claxon. -Tranquilícese señorita…. cuénteme a ver qué le pasa- dijo Don Cipriano notando la pesadez de la chica -No es nada señor -Claro que si una chica tan linda como tú no debe desobedecer a sus mayores- dijo esto con una sonrisa que dejaba ver su boca carente de algunos dientes, el viejo Cipriano era todo un lobo de mar en los asuntos de mujeres, sabia como tratarlas, como alegrarlas, como seducirlas y estaba dispuesto a poner toda su experiencia en marcha con tal de llevarse a la cama a su nueva “amiga” (aunque también era verdad que era la primera vez que intentaría seducir a alguien tan tremendamente buena como Gaby). Gabriela devolvió la sonrisa y sin mucha resistencia conto sus problemas al viejo, por alguna extraña razón pensó que podía confiar en él. Platicaron acerca de la perdida de trabajo de su marido, la colegiatura de su hijo, la falta de seguro de la camioneta, el hecho de aun no haber terminado de pagarla e incluso Gabriela le comento sobre los problemas con su suegra. -Buena muñeca… lamentablemente no puedo ayudarte con todos tus problemas, pero al menos puedo hacerlo con el de tu camioneta. - ¿En serio?- dijo Gaby con la mirada llena de esperanza - Claro… que si… Sin pensarlo Gaby se abalanzo sobre aquel hombre que acababa de conocer y le dio un fuerte abrazo con el único motivo de agradecerle sobre el favor que iba a hacerle. Los delicados brazos de Gabriela no podían Rodear el robusto cuerpo del hombre, pero a Gaby no le importo a pesar de no saber cómo tenía pensado ayudarla el hombre se había portado de maravilla, ella había provocado el accidente y parecía que era al revés. Don Cipriano se encontraba en la gloria podía sentir en su pecho los grandes melones de Gaby, y al ser más grande que ella y estar en ese abrazo le bastaba con mirar hacia abajo para poder recrearse la vista con el espectacular par de nalgas de la chica, su olor a feminidad le encantaba, a ingenuidad, a mujer, hacia un esfuerzo sobre humano para no tocarla de manera indebida. Los hombres que pasaban cerca de ellos miraban incrédulos lo que ocurría, aquella bella mujer, repagada totalmente al fofo cuerpo de ese viejo hombre. La hermosa Gabriela se despego del hombre para desgracia de él. -Mira reinita, esto es lo que haremos, aquí no tengo las piezas para arreglar tu camioneta- dijo Cipriano mirando fijamente a la hermosa Gaby -Me lo llevo a mi taller lo arreglo y te lo tengo listo en unas 2 semanas -¿Dos semanas?- pregunto algo desilusionada la mujer. -Lo siento, pero no puedo antes, las piezas que necesito son difíciles de conseguir. Gabriela dudo por unos momentos, ¿come le explicaría a su marido la ausencia de su camioneta?, no quería contarle que por un descuido había conseguido una nueva deuda, eran tiempos difíciles y el dinero no les sobraba, pensó en que tal vez pudiera llevarlo con otro mecánico, pero a la vez pensó que quiso el viejo hacia eso para tener cierto seguro de que le iba a pagar, así que aceptando su error acepto. - Está bien señor, pero como dije antes no tendré dinero para pagarle sino hasta final de mes… ¿saldrá caro?.... - No se preocupe por el dinero, después nos arreglamos. - De veras señor…. Pero es que me da pena... todavía que yo lo choco y usted es el que va a salir perdiendo- la bella Gaby tenía sus brazos cruzados lo cual resaltaba aun mas sus prominentes pechos. - No se apene señorita…. Que yo también tuve algo de culpa- cosa que no era cierto pero quería quedar bien con esa bella mujer. Aun indecisa la señora término aceptando por evitar problemas con su marido, además, pensándolo bien no se estaba aprovechando del señor, pues tarde o temprano terminaría pagándole. El viejo llamo por celular a su ayudante con las órdenes de traer la grúa lo más rápido posible, mientras el charlaba con la chica como si se conociesen de años, existía una química muy buena entre ellos. Por un lado Gabriela veía al hombre como un agradable señor quien la estaba ayudando tras un grave error. Por el otro el viejo veía a la chica como una posible pareja sexual no importándole que ya le había contado que estaba casada y con un hijo. Estaba tan buena que el viejo haría todo lo posible por llevársela a la cama. Gabriela miraba desesperadamente su reloj, estaba retrasada para recoger a Jacobo y sabía que al llegar con su suegra habría algún tipo de pleito. En ese momento llego la grúa. De ella bajo un chico de alrededor de 24 años, bastante petiso, moreno, al parecer bastante naco (o al menos esa impresión le dio a Gabriela) y al igual que Don Cipriano muy sucio. El chico ni siquiera intento disimular las miradas obscenas que dirigía hacia Gaby. -Ay maestro… me despertó, estaba durmiendo bien chingón… aunque por esta mamacita lo entiendo… jajaja- dijo el joven dirigiéndose primero al mecánico y después mirando lascivamente a Gaby. Lo que recibió por este comentario fue una bofetada de parte de su jefe -Respeta a la señora chango (era su apodo)- dijo Cipriano- discúlpate o ya verás. A regañadientes el chango se disculpo, le pareció extraña la actitud del viejo jamás se había comportado así. -Disculpa aceptada- dijo Gaby mostrando su encantadora sonrisa a la vez que extendía su mano queriendo estrechar la del chango- Soy Gabriela mucho gusto. El chango completamente extrañado contesto el saludo -Me llamo Pablo, o el chango para los amigos - ¿chango? Déjame adivinar………… te dicen así porque de niño andabas por las ramas, jaja- Gabriela se rio con su encantadora sonrisa. Era bastante obvio que no era por eso, si no por lo tremendamente velludo que era, sin embargo al muchacho le agrado que pasara esto por alto. La chica estaba tan acostumbrada a ese tipo de piropos como el que le dijo el chango que ya no se ofendía, al contrario prefería llevársela bien con las personas, pero si tenía que ser sincera le agrado la manera en que Don Cipriano lo reprendió por el comentario. Intercambiaron unas cuantas palabras más, cuando la chica se disculpo con ellos pues ya iba muy tarde, se dirigió a su camioneta y saco su cartera para tomar el dinero e irse en taxi, y para su mala suerte se dio cuenta que no traía nada de dinero. Eso era el colmo de la mala suerte, estaba segura que este era uno de los peores días de su vida. La casa de de su suegra aun estaba algo lejos, podría irse caminando, llegaría sin muchas dificultades, el problema surgía al pensar como regresar a su casa, para ese momento podría ya estar oscuro y no quería exponer a su hijo a la inseguridad de la ciudad. Otra opción era pedirle a su suegra que la llevara a casa, o que le prestara dinero para un taxi, inmediatamente deshecho esa idea, prefería regresar caminando que pedir algo a su horrible suegra. Estaba en una encrucijada, afortunadamente para ella el viejo Cipriano lo noto y no le costó mucho hacer que la chica le contara de nuevo sus problemas. - No te preocupes, yo te puedo llevar- Dijo Cipriano. - No don Cipriano... usted ya ha hecho demasiado por mí... no puedo permitirlo- negaba Gaby con su cabeza. -Déjame decirte un pequeño secreto- el viejo se acerco a el oído de Gaby, al estar tan cerca de ella el viejo sentía que perdía el control, quería besar su oreja, succionar su tierna boquita , tirarla allí mismo al suelo y despojarla de su estrecha ropita, sin embargo se contuvo debía ir con calma. - Yo también odio a mi suegra- susurro Don Cipriano La chica soltó una gran carcajada y al final terminó aceptando, se dirigió hacia su camioneta para ver si no olvidaba algo. Mientras el viejo charlaba con el chango dándole las últimas instrucciones -Bien, ya sabes derechito al taller, no quiero enterarme que andas dando vueltas por ahí - Si lo sé señor…. Por cierto... en verdad creé tener alguna posibilidad con ese forro de Mujer- dijo el chango quien ya se había dado cuenta del porque de la “buena” actitud de su jefe -A huevo mi chunguito… no has visto como me mira- respondió el viejo- de volada se ve que sabe elegir a los que la tenemos grandota.

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