Qué buena profe!

Hola poringueros y poringueras. En este post voy a dejarla a Rocío tranquila, de hecho cuando sucedió esto no la conocía. Por distintos inconvenientes terminé el secundario a los 22 años y a esa edad estaba cursando 6° año de la escuela técnica en el área de electricidad. Como a su vez estaba trabajando como ayudante de mantenimiento terminar el secundario estaba resultando a esa altura un mero trámite. Y a eso hay que sumarse que tuve unas profesoras que eran un incentivo para estudiar. Tal es el caso de la profe de inglés Luciana que era la hermana de un amigo mío y que por mucho tiempo anduvo atrás mío. Un minón (creo que con la que más gocé) y, con el tiempo, una excelente amiga. Pero para este post me voy a detener en mi profe de legislación laboral Graciela, una bellísima veterana (ojo, no se piensen que la mina tenía las super tetas, ni el culo re parado; era muy bella y elegante aunque con los achaques de una mujer de 45 años) con unos ojos hermosos y unas piernas que hábilmente mostraba con sus faldas a duras penas por encima de su rodilla. Lo que más me atraía era su simpatía, su buena onda y me calentaba ese "te muestro pero hasta ahí" de sus piernas.
El año fue pasando y mi atracción hacia ella era cada vez más grande, en los ratos libres charlábamos y reíamos como si nos conociéramos de muchos años atrás. Poco a poco nuestra relación se fue poniendo más fluída y de confianza; le contaba de mis discusiones con quién por esos años era mi novia y ella sus problemas con su marido, un hombre depresivo con varios intentos de suicidio. Una noche llegó a la escuela totalmente cambiada, estaba triste y sus ojos celeste no tenían el brillo habitual. Por esa vez no la molesté con ninguna broma para que ella desenvuelva la clase sin problemas pero una vez finalizada la misma le hice un comentario tonto y ella cambió su cara con una sonrisa. "Me hacía falta tus bromas" me dijo después de aquella ocurrencia. Le propuse acompañarla a su casa que quedaba a unas quince cuadras de la escuela, en principio rechazó pero luego de insistirle aceptó. Era evidente que necesitaba una companía que le prestara una oreja a sus problemas. Me confesó que tuvo que internar a su marido en un hospicio, que no lo amaba más pero sentía culpa por ello en el estado que estaba. Me apenaba esa situación, la abracé muy fuerte para contenerla y ella rompió en llanto sobre mi hombro. La beso en la mejilla y me voy recomendándole que me llame si me necesita. Cuando me iba estaba muy triste pero lo suficientemente lúcido para darme cuenta que tenía una erección bién firme. Llegué a casa y me encuentro con dos noticias, la primera que el mecánico me había traído el Renault 12 que me había reparado y la segunda era que me llamó Graciela, la profe. Ya era la 1 AM y, aprovechando que no trabajaba por ser día del metalúrgico me pego un baño, me prefumo y me voy a la casa de ella. Cuando llego me recibe con los ojos rojos de tanto llorar pero notó el rico perfume que traía puesto.
-Mmmm!!! Hace cuanto que no siento un hombre perfumado!!!!
-Te gusta? Es importado (no voy a decir la marca)
La charla, si bien en un principio fue una catarata de lamentos, se fue haciendo amena e incluso por momentos subidos de tono.
-No te confies mucho de mi, no sabes las cosas que te haría!!!
-Y bue'... no te quedes en palabras. -la apuraba pero ella no se animaba a dar el siguiente paso.
Cuando se dirigió a la cocina me animo y la encaro por detrás, la tomo de su breve cintura y la apoyo para que sienta mi el bulto que generaba mi pene erecto mientras con mis manos acaricio sus muslos; ella con un fuerte suspiro pareció aceptarme para enrredarnos en un lujurioso juego.
Se dio vuelta y nos brindamos un fogozo beso mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos.
Con las ropas por el suelo empezamos a acariciarnos nuestras zonas erógenas, excitándonos mutuamente. Tanto ella como yo necesitábamos esas caricias, esa manera pausada de amarse o cojerse o como cadaa uno quiera llamarlo.
La subo a la mesa del comedor, la abro de piernas y empiezo a lamer su vagina que a esa altura estaba muy húmeda. Sus sonoros gemidos hacían que lentamente la casa se llene de los sonidos del placer, algo que evidentemente hacía tiempo que no experimentaba. Los gritos suyos cuando tuvo su primer orgasmo se hacían escuchar en los departamentos contiguos e incluso me pareció que algún vecino golpeó la pared. Pero en ese momento me importaba ella y disfrutar esa vagina jugosa, darle placer para que goce como una loca. Ella se bajó de la mesa y me empezó a chupar el pene con gusto y animosidad, en tanto yo le acariciaba y aprisionaba la cabeza. Nos tiramos al piso y disfrutamos de un exquisito 69 que por momentos ella interrumpía al no poder moverse del placer. Luego la pongo en cuatro con la espalda ligeramente arqueada para poder penetrar por detrás su vagina humeda y deseosa de mi pene grueso y erecto. Nuestros cuerpos entrelazdos mezclaban sudores y aromas que provocaban más estímulo, nuestros gemidos se hacían más fuerte y la respiración entrecortada. Bombeando cada vez con más vehemencia gritabamos de placer, sus pezones los notaba duros con mis manos, su vista perdida, ella totalmente entregada como hacía mucho no lo hacía. Luego de un rato prolongado acabamos juntos y nos abrazamos de felicidad. Ella me pidió que no le saque el pene, lo quería seguir sintiendo. Bastó unos minutos para reponernos y empezar a hacerlo de nuevo. La noche era nuestra, y ella sin duda quería prolongar aquella noche de amantes furtivos donde lo tabú y los prejuicios los dejamos afuera de nuestras mentes. Tuvimos un par de encuentros más hasta que ella pidió el divorcio de su marido y se mudó a otra ciudad, yo terminé el secundario y jamás supe de ella. A veces me invade la melancolía y paso por la calle donde vivía como buscando algo que olvidé o bien algo que jamás pueda olvidar.

4 comentarios - Qué buena profe!

SementalCat86 +1
TE ENAMORASTE BOLUDOOOOOOO Buena capoooooooo
javi_jrft +1
buena historia loco!!!!!!!