Elvira

Elvira,

Quiero que entiendas que este juego es diferente a los demás. Piénsalo bien antes de tomar una decisión. Si aceptas, deberás llegar hasta el final, no te permitiré retroceder ni negarte a nada. Si lo rechazas no pasará nada, pero tampoco sabrás nunca lo que tenía preparado para ti. Lo único que te garantizo es que te llevaré al límite y conocerás facetas de ti misma que ni tan siquiera imaginabas que existían.

Deberás confiar plenamente en mi. En otros juegos ya lo has hecho y el resultado ha sido satisfactorio, sobre todo para ti. Sabes bien que soy impredecible y que deberás prepararte para cualquier cosa, deberás enfrentarte a tus miedos y temores y deberás también superarlos a medida que el juego avance. No te será permitido cuestionar nada de lo que diga o haga, ninguna orden deberá pasar de largo. Tendrás que acatarlo todo y esforzarte por hacer las cosas bien o serás castigada. Ya sabes que me gusta el trabajo bien hecho.

Tu premio, el placer absoluto, todo el que quieras y a raudales. Te haré llegar tan lejos que perderás la noción del tiempo entre orgasmos. Confío que ese será un premio que bien vale la pena. Sin embargo, tu mayor recompensa será que cuando este juego acabe habrás renacido en una mujer que ha traspasado sus propias fronteras y a partir de ahí serás tú y sólo tú quien se marque sus propias pautas. Serás libre porque habrás alcanzado tu propia plenitud.

Si aceptas, quiero que vengas el viernes al salir de trabajar a mi ático. Las prendas serán las habituales; los zapatos de medio tacón negros, tus medias de seda impolutas y sin el más mínimo atisbo de carrera, bien puestas por supuesto, ya sabes que no me gustan las medias torcidas.

Verás que junto a esta nota te envío un paquete con varias cosas. En la cajita rosa hay unas bragas de algodón blanco; las llevarás contigo en el bolso y te las pondrás antes de venir a verme, para una ocasión como ésta debes estrenar alguna prenda.

Además, vendrás vestida con la falda negra de tubo que te da justo por debajo de la rodilla, con esa pequeña abertura trasera. Para acompañar una prenda tan elegante nada mejor que tu blusa blanca de gasa, botones, cuello alto y manga larga, la que transparenta apenas tus pezones. No traerás sujetador.

En cuanto acabes tu jornada laboral quiero que cierres tu despacho y te quites toda la ropa, exceptuando las bragas que lleves puestas. Escógelas tú y escógelas bien pues serán un regalo.

Una vez te hayas desprovisto de casi todas tus prendas, te tumbarás en la alfombra con las piernas muy abiertas, de cara a la puerta y te masturbarás hasta correrte. No tengas prisa; disfruta de tus propias caricias, desliza tu mano bajo la tela y tócate lentamente, sintiendo cada contacto, elevando tu placer poco a poco hasta que no logres contenerte y dejes que el clímax se apodere de ti. Entonces secarás tus flujos con tus bragas cuidando que queden muy húmedas; si no te llega con un orgasmo mastúrbate nuevamente, hasta que tus bragas queden completamente mojadas. Entonces doblarás cuidadosamente la prenda, la guardarás en la bolsa hermética que encontrarás en la caja y la meterás en el sobre que te envío.

En dicho sobre depositarás también el sujetador con el que has vestido tus delicados pechos durante todo el día; ya no lo necesitarás. Dejo a tu criterio la selección de la prenda. Una vez preparado el sobre tómate unos minutos para disfrutar de tu desnudez en el despacho, camina alrededor del escritorio y deja impregnada la estancia de tu desnudez.

Disfruta en silencio de tu momento. Deja que tus dedos se deslicen por la superficie del escritorio, que tus pies sientan el tejido de la alfombra, dibuja su forma con tus pasos. Siente el contraste de temperaturas de la moqueta y del suelo color grafito que la encuadra; que la planta de tus pies sea un canal abierto entre tus sentidos y tu entorno. Cierra los ojos y piensa en cada cosa cotidiana de tu despacho, visualízalo en tu mente; cada una de esas cosas ha sido testigo de tu placer, son pequeños observadores silentes de tu cuerpo expuesto, como pequeños seres etéreos que desearían ser como tú, para poder simplemente sentir. Siéntete completamente afortunada de ser capaz de traducir cada situación, cada contacto, en una sensación y de que cada detalle te produzca una reacción. Quiero que seas consciente de cada centímetro de tu piel y que sientas que aún el vacío produce en ti sensaciones. Siente como el velo de la nada que te cubre, ese minúsculo vaho fresco que sientes al moverte desnuda, te eriza la piel. Siéntete maravillosa y perfecta. Sobre todo no olvides nada de lo que has sentido, deposita cada sensación en un rincón de tu mente y mantenlo allí atesorado.

Seguramente por la hora, Francisco, el de la limpieza, llamará a tu puerta. Si eso pasa quiero que te acerques con suavidad, desnuda, y que apoyes tu cuerpo en la puerta; que tus pezones rocen la chapa de imitación de roble que te cubre de los ojos ajenos. Dile entonces que sales en un momento, que vuelva más tarde.

Quiero que permanezcas allí apoyada escuchando como se alejan sus pasos, imaginando que habría pasado si te hubiera visto esbelta y desnuda como eres, con los pezones endurecidos por los nervios y el frío de la puerta. Seguramente se habría excitado y a ti te habría apetecido acariciar su polla.

Continúa entonces con tu ritual. Vístete lentamente y mientras deslizas cada prenda sobre tu piel imagina a Francisco. Piensa en su polla; la forma que tendría, si es gorda o más bien delgada, si se endurece nada más mirarte o sólo se pone morcillona ante la sorpresa de tu piel descubierta. ¿Tendrías que ayudarle a ponerla a punto o lucharía ella sola por salir de su pantalón? Imagina como sería tenerla entre tus manos, sentada en tu silla, mientras francisco con el culo al aire y los pantalones apenas bajados se apoya en tu escritorio para ofrecerte su polla y dejarte disfrutar de ella. ¿tendría los huevos depilados o los dejaría al natural? Tal vez son grandes y redondos. Puede que te apeteciera estrujarlos suavemente entre tus manos mientras le haces una suculenta paja para que se corra sobre tus tetas. ¿Crees que si le ofreces tu coño depilado y abierto para que te penetre, a cambio de lamer su propio semen de tus tetas, limpiando cada centímetro de piel rociada con el espeso líquido, despacio, engullendo cada porción con calma para que tú puedas disfrutarlo, él estaría dispuesto a hacerlo? Piensa en ello mientras te preparas para visitarme.

Cuando estés lista dejarás todo en orden en el despacho, cerrarás el sobre y pedirás a Manuel que lo envíe el lunes a primera hora por mensajería urgente. La dirección ya está puesta así que no tienes que preocuparte por esos detalles. ¿Te das cuenta de que tu blusa dejará entrever ligeramente ese cambio de color que delata tus pezones? Sabes que Manuel lo notará. Tus pezones se endurecerán levemente marcándose en la blusa y tus nervios no permitirán que vuelvan a relajarse, ¿te gusta que te vea así? ¿te gusta saber que Manuel dará forma en su mente a esos pezones tuyos redondos y duros como la perla más exquisita?

Cuando le des el sobre a Manuel asegúrate de que tu mano roce levemente la suya. No quiero un coqueteo, sólo un descuidado acercamiento por tu parte. Roza su mano áspera mientras le das las instrucciones pertinentes al envío del sobre, mientras él coge el sobre y se da cuenta de que lo que contiene es suave y tiene una forma peculiar.

¿Crees que Manuel notará el olor que emana del sobre? ¿se dará cuenta de que envías lencería, tu lencería usada y mojada por mensajería? Seguramente si lo supiera desearía ser él el destinatario; sabes bien que te mira con deseo y que cada vez que te das la vuelta sus ojos se desvían hacia el balanceo de tu culo mientras caminas, como si de un péndulo se tratase y él estuviera hipnotizado por esas caderas redondas e inalcanzables. Seguramente esta noche, como tantas otras, fantaseará con deslizar su miembro entre tus nalgas para poseer ese culo con el que tantas veces ha imaginado jugar y al que tantos azotes quisiera dar.

No hagas esperar a Manuel, ni te entretengas conversando con él. Dale las gracias, despídete y regálale una sonrisa tímida. Da media vuelta y danza para él, camina con paso firme deslizando tu culo lado a lado. Deja que se deleite con la redondez de tu culo, exagerada por el corte de tu falda negra, que parece abrazarlo y resaltar su firmeza. Regálale el espectáculo que tanto ansía ver y contonéate tan femenina como eres siempre, balanceando esas nalgas que él tanto desearía besar y abarcar con sus manos para, dejándose llevar por el profundo deseo que siente por ti, hundir su rostro entre ellas y lamer ávidamente ese culo que tanto desea doblegar.

Imagínate que cada paso que das es un lametazo, que tu balanceo es el deslizar de su lengua entre tus nalgas mientras tu te ofreces abiertamente a él, de rodillas allí mismo, frente al carrito de mensajería, con los codos y el mentón apoyados en el suelo, con la mirada al frente y el culo en pompa, presentado finamente para que su forma resalte aún más gracias a tu postura. Dibuja en tu mente la escena; visualiza como intenta penetrarte con su lengua y que tu culo, desplegado entero para sus ojos, lubricado con su saliva, comienza a dejar de oponer resistencia. A estas alturas su polla debe estar hinchada y enhiesta, deseosa de guarecerse entre los pliegues de tu culo, con ganas de demostrar su poderío abriéndose paso entre tus carnes. ¿Qué crees que pasaría si entonces decides detener el juego y levantarte? ¿cómo reaccionaría si ve como tus nalgas vuelven a esconder ese culo que tanto desea mientras vuelves a una posición erguida y te alejas de su lengua y de sus manos? ¿crees que estaría dispuesto a dejarse penetrar por ti a cambio de que tú le permitas el mismo placer? ¿qué se pondría en la misma postura que tú para que lo prepares a lametazos y caricias para sodomizarlo? ¿Te gustaría averiguar hasta donde sería capaz de llegar para poseerte? Reflexiona sobre esto mientras ultimas los detalles antes de venir a verme.

Irás al servicio y te retocarás el pelo y el maquillaje, quiero que estés perfecta e impecable cuando vengas a mi. Recoge tu pelo en un moño bajo; no lo tenses demasiado, quiero que te veas elegante y delicada.

Por maquillaje no lleves más que una ligera sombra de ojos y un color suave para tus labios. No necesitas más, eres bella sin necesidad de nada; el ámbar de tus ojos brillantes y expresivos, tu nariz perfilada y tus dientes perfectamente alineados enmarcados por tus labios pequeños, suaves y carnosos son suficientes para no dejar a nadie indiferente. Eres bella y así quiero que te sientas, como una diosa de marfil que se eleva entre las dunas de arena.

Cuando estés lista ponte tu abrigo negro de cachemir, el que va ceñido a la cintura con corte a la altura de la rodilla. Echa un vistazo para asegurarte de que todo queda en orden y mete en tu bolso la pequeña bolsa negra con lazo rojo que queda en la caja que te envié junto a esta carta, si lo has hecho todo tal como te lo he indicado ya no quedarán más cosas en ella.

Sal del despacho y coge un taxi. Pídele que te traiga aquí y disfruta del paseo. No pierdas el tiempo en imaginar lo que tengo preparado para ti, no limites tu mente a la simple imaginación de lo que vendrá, déjala libre para que puedas aprovechar al máximo cada detalle y cada experiencia que vivirás.

Esto no es más que un regalo para ti, quiero que lo entiendas así, pero no se puede devolver a la mitad del camino. Una vez que abras la tapa deberás permanecer hasta el final, por eso te advierto de ello nuevamente. Si tienes miedo, si no te ves capaz de enfrentarte a cualquier cosa, entonces no vengas; perderás el tiempo y me lo harás perder a mi. Tienes hasta el momento en que te reunas conmigo para pensarlo, hasta entonces puedes echarte atrás en cualquier momento, pero una vez que llames a mi puerta y te presentes ante mi cumpliendo las condiciones que he estipulado entenderé que has aceptado y no preguntaré nada, entonces comenzará el juego.

Sólo me resta decirte que espero que acudas a la cita, pero eso depende de ti, por mi parte las cartas están echadas.

Te espero a las 11. Se puntual.

1 comentario - Elvira

muff867
Me gustó mucho!... Quiero leer la continuación.