Depto. nuevo, mil aventuras sexuales y mi vecino mirando 3

Hola Pajerones. Se me complicó continuar con las publicaciones por unos días, por eso hoy va uno largo y si llego publico otro más para compensar el tiempo perdido. Espero les guste y lo hayan estado esperando.

Ya había notado varias veces como mi vecino seguía espiándome y tratando de acercarse a mis ventanas cuando parecía estar distraída, dormida, ocupada en algo de la casa o lo que fuera. Nunca me pareció molesto, lo manejaba cerrando y abriendo cuando yo quería mis cortinas. Cuando abría, que eran muchas de las veces, le daba acceso libre a mi show. Entonces cada vez que podía y me daba cuenta de su presencia hacía todo lo posible por calentarlo. Siempre estando sola en mi casa. Me tocaba las tetas más de lo necesario, me hacía poner los pezones duros antes de salir de la cama y abrir de par en par las cortinas de mi cuarto y encandilarlo con mis timbres bien marcados en la remerita ajustada que uso de entre casa; agacharme poniendo el culo para las ventanas se me había vuelto casi una costumbre, y pasarme una manito por la raya hasta la conchita de tanto en tanto con disimulo eran mis premios a su fidelidad. Pero todo ocurría sin que el notara que yo sabía de él detrás de mis ventanas, espiando entre los escalones de su escalera.
Él no era muy bueno para disimularlo, por eso yo lo ayudaba bastante. Siempre estaba bien distraída para él, mis cortinas quedaban bien abiertas y todo cuando él veía sucedía como si yo estuviera sola en el mundo.
De lo único que procuraba siempre tener cuidado era de que nadie de su familia además de él me vieran, tenía una esposa olvidable y un hijo de mi misma edad que se cree un banana pero es bastante corto. Como todos esos muchachos que pierden demasiado tiempo en el gimnasio.
Solo él debía saberlo, era su secreto. Nuestro secreto, ya que era compartido pero sin que él lo supiera. Pero estaba segura de que el gordito no querría tener problemas con su esposa, no se lo veía como uno de esos que saben decirle que no a su esposa. No tendría más esa esposa si tuviera esa capacidad. Ni mucho menos querría tampoco que se le termine el espectáculo de verme toda con solo salir al patio. Eso me tranquilizaba.

La primera vez que llevé a alguien a dormir a casa desde mi mudanza, un chico con el que salgo ocasionalmente, no había reparado en que ésta vez no sería como todas las otras que había pasado la noche con él hasta la misma tarde de ese día. Mientras llegaba a casa de hacer unos trámites en el centro, cansada y un poco transpirada por el calor sofocante del viaje, recibí el mensaje que confirmaba la cena en casa con el chico que cada tanto me cogía cuando no tenía pareja estable. Es un pibe que conocí ocasionalmente en un boliche, no me pareció gran cosa pero me cayó simpático por su torpeza para encararme y buen corazón además de un físico bastante bonito, entonces lo dejé llevarme a la cama. Pero cuando descubrí la pija que tenía, quedé prendada para siempre. Tiene la poronga más grande que tuve alguna vez en mis manos. No porque sea la más grande del mundo, sino porque es la más grande que a mi me tocó, llena de venas y bien gruesa. Un deleite, larga sin serlo demasiado pero bien gruesa. Para mi es enorme y me hizo gritar como una puta desde la primera vez que me la puso hasta que me la sacó de adentro chorreando leche, la primer noche que cogimos. Nunca más dejé de verme con esa pija. Si, lo que yo quiero es esa pija y no el tipo que venía pegado detrás. Pero el combo viene así desgraciadamente.
Esa misma noche, me lo confirmaba el mensaje que recibía al atravesar la puerta de calle de mi casa, tendría de nuevo esa pija que me llenaba bien y tantos polvos me ha arrancado, y justamente ahí lo crucé a mi vecino espectador. En un segundo mi mente podrida relacionó todo, y caí en la cuenta de lo nuevo que se sumaba al gusto que me daba esa pija que tanto me gozaba llevarme a la boca. Esa noche me iba a estar mirando. Tenía que hacer que esa noche me estuviera mirando. Yo lo quería así. Entonces le dije de manera muy inocente que ésta noche vendría alguien a casa, un amigo, y que no sorprendan si oía una voz de hombre ya que yo siempre estaba sola. Con eso me aseguraba que se empezara a hacer los ratones desde bien temprano y estuviera a la expectativa y con la pija dura hasta la noche, cuando lo dejaría ver todo mi show con aquella pija suculenta de invitada especial. Sonrió un poco nervioso y tragó saliva, no pudo contenerse, y volvió a su postura habitual del encuentro cara a cara conmigo en la entrada de casa, muy cordial y mirándome como si yo fuera su propia hija. Creía todo el tiempo que yo ni imaginaba su lado oculto. Pobre de él, si supiera lo que yo lo disfrutaba.
Después de preparar una rica cena, liviana para poder pasar rápido a la acción y no tener que esperar mucho para que esa pija me empiece a hacer gozar, me preparaba para ir a la ducha y cerré las cortinas del baño para que no se anticipe nada del show hasta la noche para mi vecino. Sabía que en cuanto escuchaba la ducha, que yo abría siempre un rato antes para que él supiera que le tocaba algún ratito de mi y se acerque a mirarme cuando a mi se me antojaba. Por algún motivo tardé un segundo más en entrar a la ducha, y seguro por las cortinas cerradas del baño, alguien golpeó mi puerta. Como ya me lo imaginaba, era él. Salí a atenderlo como estaba, a propósito, con el toallón envuelto y nada más abajo. Cuando me vio salir a la puerta, casi se le cae la mandíbula, dudó un segundo y tartamudeó pidiéndome mil disculpas, puso cualquier excusa diciendo que no tenía importancia, que no quería molestarme y se metió en su casa rapidísimo. Yo sabía que lo inhibía totalmente frente a frente. Solo podía conmigo desde afuera de la ventana, mientras yo supuestamente no lo veía.
Después de una que otra demora más, por fin me duché y me puse a punto para mi pija de esa noche. La pija.
Cuando llegó el chico que trae esa pija maravillosa consigo, no lo pude evitar como siempre me pasa con él, lo recibí con un beso en la mejilla y le toqué el bulto con ganas en la puerta de entrada de casa justo delante de la cara de mi vecino que se hacía el distraído acomodando unas macetas. Le encantó. Y de como se puso se le cayeron unos jazmines por los que luego su esposa lo cagaría a pedos toda la semana completa.
La cena, más de lo mismo con éste chico. Siempre la charla se mueve por los mismo temas, me hace reír un poco y se vuelve enseguida muy necesario llevar el tema de conversación hacia el doble sentido y la charla sexual para tener la excusa inmediata de llevarnos a la cama que es lo que a mi al menos más me interesa. Además de mi expectativa por la pija que yo siempre esperaba ansiosa, ésta noche me moría de ganas de hacerlo cuanto antes para que nos viera él. Cuando ya habíamos charlado un poco luego de cenar, me puse a jugar un poco con mis manitos y mi acompañante entendió al instante que ya era hora de dejar de dar vueltas e ir a lo nuestro. La mano que metí alevosamente en su entrepierna fue señal suficiente, je. Ahí mismo, sentados en la mesa empezamos a besarnos y nuestras manos recorrían todos los rincones que podían de uno y otro cuerpo. Cuando empezó a chuparme la oreja y hacerme sentir su respiración caliente en mi cuello ya me puse como loca, me desesperé por meter mis manos en su bragueta, le arranqué prácticamente los botones del jean mientras el seguía lamiéndome desde la oreja hasta la base del cuello y calentándome más y más.
Me pidió que tuviera un poco de paciencia al oído, que ya venía lo bueno. Y mientras me decía esas palabras me metió una mano por debajo de la pollera que traía puesta, rosando toda mi entrepierna con sus manos hasta llegar a mi conchita en llamas. Con el primer roce me hizo sentir todo el cuerpo desplomarse y volverse a armar, y ya me robó el primer gemido. Pero una vez recuperada y habiendo pasado esa distracción, me volví a concentrar en mi tarea y logré meter mi mano adentro de su bragueta, chupándole el pecho que ya había quedado desnudo cuando se sacó la remera, me fui derechito con la boca hasta ahí donde había estado urgando desesperada. Ya tenerla en la mano, sentirla dura como una roca y caliente me hacía volar. Se la saqué del pantalón y ahí estaba, gorda, dura y con esa vena gruesa que la recorre desde el tronco a la cabeza y le da ese aspecto de estar a punto de explotar. Me urgía llenarme la boca con esa pija, y quien la llevaba estaba casi sorprendido por mi actitud, ya que yo siempre preferí un perfil más tranquilo y hacerlo en la cama. Pero ésta vez era bien diferente, lo quería ya, ahí mismo. Y además sabía que ya estaba mi voyeur firme en su puesto. Lo vi en el mismo momento en que saqué la pija de aquella bragueta con solo levantar la vista unos centímetros. Tenía la ventana de frente y la vista para él no podía ser mejor. Primer plano de mi boca yendo hacia esa maravillosa porción de carne que me llenaría de placer.
Lamiendo muy despacito la cabeza primero, y el largo de todo el tronco de arriba abajo después, empecé a darle una mamada bien dada a esa pija tremenda. Mientras yo me ponía en marcha con la mamada, no paraba de prestar atención a mi invitado de honor detrás de la escalera en el patio vecino. Verle la cara de satisfacción que ponía cada vez que me metía la pija hasta el fondo de la garganta era impagable. Yo ya no sabía que me gustaba más, si la tremenda pija que estaba chupando, o cómo me miraba y se retorcía de placer mi espía no tan secreto. La sensación de que hacía gozar a dos hombres chupánosela solo a uno me hacía retorcer de placer y sumado a como me pajeaba mi compañero mientras le chupaba toda la verga y los huevos, acabé como una descontrolada llenando de flujo la mano de mi amigo. Acabé con la gran barra de carne en la boca y mirándolo a él que estaba afuera, y pude llegar a distinguir cómo se fue en seco en el mismo momento que yo acabé. Fue un polvo fantástico, pero esto recién empezaba.
Me recuperé enseguida de mi orgasmo y le pedí disculpas a mi acompañante por ser tan egoísta y adelantarme así. Pero no tuvo mucho problema y me dijo: “No te hagas drama que yo tengo para rato. Ahora te arranco uno o dos más, querés mamita? Y con eso me despertó la bestia escondida. Se me calentó todo de la cabeza a los pies y solo quería que me clavara esa chota enorme de una hasta hacerme gritar como una descontrolada. Y efectivamente, me agarró de golpe y sorprendiéndome, porque era habitualmente muy dulce y no me trataba así, me dio vuelta de golpe y me dijo al oído desde atrás: “Ponete ya en cuatro que te voy a romper la concha, putita mia”. Me volví loca. Le hice caso y me entregué inmediatamente con la cola para arriba, agarradita de la mesa esperando que me clavara bien hondo con ese tronco de carne y me haga chorrear la concha de placer. No dudó un instante, y como ya sabe que me gusta me arrimó apenitas la cabeza apoyando contra la puerta de mi concha que se derretía por que la cojan, y de un solo saque me la metió toda toda. Hasta el fondo sin parar, lento pero firme y sin pausa. Me sentí explotar en mil pedazos conteniéndome para no acabar y volver a dejar pagando a quien me estaba cogiendo que no lo hacía nada mal. Así empezó, con un vaivén moderado pero desde la puerta de mi concha hasta bien adentro, empujando bien hasta el fondo y frotando todo el largo de esa verga tremenda contra mi clítoris. Yo me sentía felíz, comenzando a chorrear flujo por los huecos que encontraba para salir de mi concha que estaba repleta por esa pija bien gorda. Los gemidos se hubieran escuchado hasta la otra cuadra si no fuera porque me mordía la lengua para no gritar de placer. Pero si gritara se enteraría la familia de mi vecino y lo interrumpirían mientras se masturbaba mirándome gozar. Porque cuando cambió el ritmo y aquel me empezó a coger bien fuerte desde atras, pude ver que no aguantó más el gordito y sacó la chota para pajearse ahí mismo. No llegué a verle la poronga, pero me inspiró ese momento fantasearlo con una pija corta e insulsa, nada muy sorprendente pero de solo saber que se la pajeaba viéndome me calentaba. Y así, mientras me apretaba las tetas desde atrás y me decía mil obscenidades al oído como nunca antes lo había hecho, mi compañero me arrancó después de un buen rato un orgasmo hermoso. Y por mi pedido de que no dejara de mover esa poronga adentro mío ni un segundo, al toque me eché dos más cortos mientras la pija de mi compañero descargaba toda su leche adentro mio haciéndome sentir que moría de placer ahí mismo. Cuando pude recuperarme y levantar la mirada para ver a mi vecino voyeur en su posición habitual, ya estaba subiéndose los pantalones y volviendo para adentro de su casa. Habíamos acabado juntos, los tres.
Después de ese polvo, yo había quedado más que satisfecha y le expliqué al chico que prefería que no se quedara hasta más tarde porque madrugaba y alguna que otra excusa y entendió perfectamente que ya había cumplido con lo suyo y se retiró sin mucho problema. Lo bueno era que no hacía reclamos molestos. Yo así me fui a duchar, con las cortinas cerradas, y luego a la cama a descansar porque estaba bien cogida y extenuada.
Lo último que me quedó en la cabeza esa noche, fue lo excitante que me pareció saber que mientras me cogían alguien lo estuviera viendo. Y además de verlo, lo gozaba como uno de nosotros.


Espero les guste, los haya calentado y quizá les haya arrancado alguna paja.
Se agradecen todos los comentarios que han hecho y espero los de éste relato.
Hasta luego!

2 comentarios - Depto. nuevo, mil aventuras sexuales y mi vecino mirando 3

capkirk2008
Buenísimo tu relato.....a mi también me dejaste caliente, mi pija esta al palo
mumi2008
Invitalo pobre gordito... 🙂