De actriz me transformo en puta…

Este relato tambien lo encontre espero que les guste

Diré que mi nombre es María, por aquello de no ser una anónima más. Soy profesora y actriz de teatro, y llevo varios años montando obras de distinto de autores. Pero tan recientemente como hace unos meses, mientras ensayábamos una obra, en la que yo hago el papel de prostituta, no me sentía conforme con mi propio desempeño, ya que el Sr. Director con todo y sus mariconadas, me dijo que estaba bien mi caracterización de una puta callejera, pero que si podía ponerle un poco más de vida, me quedaría mejor.

Yo tampoco estaba conforme con la interpretación, que recién y había hecho. El mismo día del cumpleaños de mi hija, por tener prisa, no me cambié de ropa, y salí tal y como me encontraba durante el ensayo general. Justo antes de abrir la puerta de mi auto, el conductor de otro vehículo, se detuvo al lado del mío, y sin vergüenza alguna me preguntó cuánto cobraba por irme a costar con él.

Yo al principio, algo asustada no le entendí, y hasta traté de sacarlo de su error al confundirme con una callejera. Pero ante su insistencia le dije una cantidad que a todas luces a él le pareció extremadamente cara, y lo último que me dijo al arrancar su vehículo fue, ni que tuvieras un coño de oro, pendeja.

Eso al principio me molestó e indignó, como era posible que ese tipo, me confundiera a mí, toda una actriz de renombre, con una puta callejera. Pero a medida que iba conduciendo a mi casa, me di cuenta de que sin proponérmelo, había convencido a ese tipo de que yo era una puta, lo que me hizo sentir orgullosa, pero de inmediato entendí que se debía a la ropa que llevaba puesta.

Una mini falda bien corta, que prácticamente dejaba al descubierto gran parte de mis muslos y nalgas, con medias negras de maya sujetas con un llamativo liguero del mismo color, zapatos de taco bien alto, y una apretada blusa, semitransparente que dejaba gran parte de mis senos por fuera, eso sin contar con la roja peluca tipo afro que llevaba puesta. Lo que en parte me hizo sentir algo frustrada, ya que lo que yo deseaba era encarnar ese personaje, no tan solo, por la ropa que llevase puesta, sino por la manera en que se debía comportar, hablar y moverse en todo momento.

Llegué a casa, y ante el asombro de mi esposo y algunos invitados por mi vestimenta, y tras una corta explicación del papel que iba a representar en la próxima obra, me disculpé y de inmediato me fui a nuestra habitación para cambiarme de ropa, luego después del cantarle el cumpleaños a nuestra hija, partir y repartir el biscocho entre los invitados, y finalmente despacharlos.

Justo antes de acostarnos, mi marido se me acercó y me propuso de manera bien zalamera, que me volviera a poner la ropa que había traído puesta del ensayo. Como tanto él como yo somos personas de mente abierta, su pedido me causo algo de gracia, y lo complací.

Una vez que nos aseguramos que nuestra hija estaba bien dormida, me volví a poner toda la misma ropa, incluso hasta la llamativa peluca roja, después de lo cual, mi esposo me pidió que saliera a la calle así vestida, y esperase que él me pasara recogiendo en el auto. Cuando detuvo su auto a mi lado en la esquina, me preguntó cuánto cobraba, y en lugar de decirle la misma cantidad que le dije a aquel tipo en la calle, le pedí una cantidad muchísimo más modesta, y de inmediato me invitó a subir al auto.

Le dimos una vuelta a la manzana, y nos detuvimos frente a nuestra casa, y como si se tratase de un motel, después de que supuestamente nos registramos, fuimos directo a nuestra habitación. Yo pensaba que el juego había terminado, pero mi marido insistió en que me comportase como una verdadera puta, y como si él fuera mi cliente. Por lo que de inmediato él sacó la cantidad que habíamos acordado, y al mismo tiempo que me la entregaba, se dirigió a mí como si yo fuera realmente una puta a la que estuviese pagándole pos sus servicios y me dijo, que antes de irnos a la cama él deseaba que le mamase la verga.

Lo cierto es que no sabía ni que decirle, por lo que recurrí a los diálogos que me tocan en la obra de teatro, y a pesar de lo fuera de lugar que me sentía, mi marido insistió en me que me fuera quitando toda la ropa, mientras le mamaba la verga. Cosa que yo realmente no me agradaba hacer, pero ante su insistencia, lo hice nada más pensando en el papel que debía interpretar.

Por lo que después de subirme un poco la minifalda, me agaché frente a mi marido que se había sentado en nuestra cama, con su miembro ya por fuera del pantalón, diciéndome. Bueno mi amiga, como ya te dije, quiero que me des una buena mamada de verga mientras que te vas quitando la ropa. Yo agarré su miembro entre mis dedos, con algo de cuidado, pero de inmediato mi marido me dijo, pareces una puta novata, las verdaderas profesionales antes de hacer cualquier cosa, agarran la verga de su cliente con mucha más confianza, de la que tu muestras ahora, la lavan y la observan, para asegurarse de que su cliente no tiene ronchas o está votando pus por algún lado.

De inmediato me siguió diciendo, pero en mi caso, puedes continuar haciendo lo que ibas hacer, yo agarré su verga con mucha más confianza, y sin dudarlo me puse a lamer su colorado glande, como si fuera mi helado preferido. La verga de mi marido en cosa de segundos ya estaba bien dura y erecta, por lo que continué introduciéndomela completamente dentro de mi boca, y a medida que comencé a chupársela lentamente, él colocó sus manos sobre mi cabeza, al tiempo que yo como pude me fui quitando la poca ropa que tenía puesta, hasta quedar completamente desnuda y arrodillada en el piso mamando su verga, hasta que Raúl mi esposo me ordenó que me detuviese.

Finalmente nos acostamos en la cama y separé las piernas, mi esposo mi hizo ver que yo permanecía muy callada, que la mayoría de las putas con el fin de hacer sentir mejor a sus clientes, le dicen que su verga es extraordinaria o bien grande, y le piden que no le vayan hacer daño, ya después en la cama aun no se la han terminado de meter, cuando ya ellas están gimiendo de supuesto placer.

Yo comencé a exagerar un poco, y después de un buen rato, en que mi marido como un verdadero salvaje metía una y otra vez su verga completamente dentro de mi depilado coño, mientras que yo seguía exagerando todo, finalmente disfruté de un exageradísimo orgasmo. Tras el cual, los dos nos quedamos en la cama por un buen rato hablando, hasta que me levanté y me fui a dar una buena ducha, al regresar, en broma mi esposo me dijo, la verdad es que como puta, tienes un buen futuro, lo único que te falta es experiencia, además las putas apenas terminan, se levantan y se van a lavar el coño, rara es la que se baña como lo acabas de hacer tu.

Yo tomé las palabras de mi marido como un cumplido, y tras darnos un beso él se dispuso a dormir, mientras que yo a pensar en cómo adquirir esa experiencia. En el siguiente ensayo, le imprimí algo de lo poco que había aprendido a mí personaje, y el director loquísima de emoción, no dejaba de alabar lo mucho que había mejorado mi actuación.

Después de eso de manera bien discreta, me dediqué a buscar mayor información, sobre la vida de las putas, y hasta llegué a visitar a una en su propia casa, gracias a uno de mis compañeros del teatro, la tipa me ayudó bastante dándome un sinfín de recomendaciones, consejos, y hasta contándome experiencias por las que ella había pasado.

En el teatro volvimos a realizar un ensayo general, y tras terminar en lugar de cambiarme de ropa, con la excusa de que tenía prisa, volví a salir así vestida. Me monté en mi auto y me dirigí a uno de los lugares en los que las putas acostumbran a caminar esperando sus clientes. Aprovechando que mi marido se encontraba fuera de la ciudad y de que mi madre cuidaba a mi hija. Mi intención era únicamente caminar y pedirle a los que se me acercasen una cantidad de dinero alta, desde luego que me volvieron a repetir varias veces que ni que tuviera el coño de oro, para cobrar tan caro.

Pero después de que rechacé varias ofertas, me entró la curiosidad de saber que se sentiría, acostarme con un hombre al cual no conozco, y únicamente hacerlo por el dinero que me pudiera dar.

Pero en ese instante en el medio de la calle a esas altas horas de la noche, vestida como toda una puta barata, y súper maquillada, cuando se me acercó el siguiente auto, y me preguntó cuánto cobraba, al tiempo que subiéndome ligeramente la minifalda le enseñaba gran parte de mis nalgas, y de mi coño apenas oculto por un mini panti tipo hilo dental, se me ocurrió decirle una cantidad apropiada, y cuando me preguntó qué cosas hacía yo por esa cantidad de dinero, lo único que se me ocurrió decirle fue. Te mamo la verga, y te doy el coño, y si quieres darme por el culo, te cobro algo extra. Yo misma estaba sorprendida de mis palabras, y la manera tan desenvuelta que las expresé, pero más sorprendida me quedé, cuando el tipo ese, me dijo que me montase en su auto.

Aunque dudé por un instante en montarme es su auto, finalmente lo hice, al tiempo que yo misma me preguntaba hasta donde estaba dispuesta a llegar. El tipo no era nada del otro mundo, un poquito más alto que yo, medio calvo, delgado, como de unos cuarenta y tantos, pero apenas me decidí a subir a su auto, comencé a decirle que por su porte se veía que él tenía una buena verga, y eso al parecer le gustó, de inmediato mientras él conducía, yo tímidamente coloqué mi mano sobre su miembro, y lo podía sentir latiendo bajo la tela del pantalón. En esos momentos, me sentía como una verdadera puta, buscando convencer a mi cliente.


Apenas llegamos al motel, y que él pagó la habitación, al entrar después de que él me adelantó el dinero que yo le había pedido, me di cuenta de que ya no podía echarme para atrás. Mientras me quitaba parte de mi ropa quedándome únicamente con el liguero y las medias puestas, mostrándole completamente mi depilado coño, siguiendo una de las recomendaciones que me había dado la puta a la que fui a visitar a su casa, me puse a pensar en que diría mi marido si me viera así. Mientras que el tipo ese, no dejaba de observarme, con sus ojos desorbitados, yo seguía diciéndome a mi misma que lo que iba hacer era únicamente para mejorar mi actuación, y procuré no pensar más en mi esposo, ni en lo que diría él. Me le acerqué a mí cliente, y tras ayudarlo a quitarse el pantalón, de manera bien confiada lo tomé por su verga y lo conduje al lavamanos, donde mientras le lavaba su miembro me aseguré que no tenía llagas, ni que estuviese votando pus. De inmediato sin dejar de decirle que tenía una buena verga, lo conduje a la cama, y tras sentarlo en la cama, me agaché frente a él, me dediqué a mamar su verga por un corto rato, en cosa de segundos ya estaba más que erecta, que de seguro si hubiera continuado mamándosela él hubiera acabado dentro de mi boca. Pero como su intención era clavarme, me acosté con mis piernas bien abiertas, y en todo momento diciéndole que tenía una buena verga. Apenas comenzó a penetrarme, yo comencé a gemir exageradamente, y él más se excitaba, y más duro me penetraba una y otra vez, hasta que llegué a un punto en que mis gemidos dejaron de ser sobre actuados, y comencé a disfrutar divinamente de todo lo que hacíamos. Mi cliente metía y sacaba su verga por completo de mi depilado coño, mientras que yo le decía que me diera más y más duro, moviendo mis caderas como una loca, intensamente. Hasta que de golpe me apretó con todas sus fuerzas contra su cuerpo y se detuvo. Sentí como su semen inundaba mi mojado coño, y hasta disfruté de un orgasmo muy diferente a los que disfruto con mi marido.

De inmediato como tantas veces me recomendó mi nueva amiga, me levanté de la cama, me lavé todo mi coño en el bidet, mientras que él se vestía de manera apresurada. De regreso en su auto antes de que me dejase en el mismo lugar donde me recogió, dijo. La próxima vez, me vas a dar el culo. Y tras yo bajarme de su auto tremendamente satisfecho arrancó. Yo no podía creer lo que había terminando de hacer, me había convertido en una verdadera puta, o por lo menos eso pensaba yo en ese momento, hasta que otro auto se detuvo a mi lado, y me preguntó cuánto cobraba por darle el culo. Yo por un instante pensé en decirle que ya me iba a dormir, pero de inmediato me puse a pensar, que haría una verdadera puta, y mi respuesta inmediata fue aceptar, al decirle mi tarifa, al tiempo que le mostraba mis nalgas.

Ese otro cliente era un tipo moreno, gordo, sumamente velludo, y bajito. Al que apenas le dije que debía tener una buena verga, se sonrió y me dijo. Lo dices y no lo sabes… su respuesta me dejó algo confusa, pero aun y así le coloqué mi mano sobre donde debería estar su miembro, y nada más por el tacto me di cuenta de que o estaba agarrando el muslo de su pierna o su verga debería de ser algo descomunal. Apenas llegamos el mismo motel, el encargado lo saludó con mucha confianza. Al entrar en la habitación el gordo sacó un fajo de billetes y entregándome la cantidad que yo le había pedido, me dijo. Solo quiero que me des el culo, nada de ponerte a mamar ni que me des el coño. Yo solo quiero que me des el culo.

Yo algo asustada, pero sin demostrarlo, después de agarrar su dinero y contarlo, me quité la ropa, pero quedándome con las medias y el liguero puesto. Tras lo cual le dije que se quitase los pantalones, y fue cuando vi en vivo y a todo color el tremendo miembro que colgaba entre sus piernas, estuve a punto de decirle que no, pero cuando vi su cara, me dio algo de lastima, al parecer ya ninguna de las putas de la zona lo quería atender, por las dimensiones de su verga.

Se la agarré, lo conduje al lavamanos, y a medida que la fui lavando bien con agua y jabón, su miembro comenzó a ponerse bien duro entre mis dedos, y su tamaño fue mayor. No es que fuera un fenómeno de circo, pero el tipo era dueño de una verga verdaderamente grande y gruesa. Una vez que me cercioré de que no tenía ni ladillas, ni nada malo, nos fuimos a la cama, donde me acosté bocabajo, dejando mi culo abierto y al aire. Fue cuando él antes de comenzar a penetrarme sacó un pequeño tubo de algo que parecía un medicamento, y comenzó a pasar sus dedos por sobre mi esfínter, dejándomelo completamente embadurnado con algo que parecía vaselina, y antes de que yo le preguntase que me estaba haciendo me dijo, es una cremita llamada analeasy, para que no te duela cuando te lo meta.

Yo estuve a punto de salir corriendo al escucharlo decir eso. Pero ya era tarde, y casi de inmediato sentí una de sus manos sobre mi cadera, y la punta de su verga en todo el hueco de mi culo. Cuando de momento comencé a sentir que su tremenda verga se abría paso dentro de mi culo, y con sus manos me mantenía bien sujeta por mis caderas, lo único que pude hacer fue tratar de relajarme a medida que sentía como esa monstruosidad me penetraba. Del tiro hasta se me salieron unas cuantas lagrimas, a medida que él continuaba presionando su inmensa verga dentro de mi culo.

Conocen el cuento de la vieja puta que le pide a un cliente que tiene una verga inmensa que le meta las bolitas, y el tipo pensando que se trata de sus testículos le dice que no puede, la vieja le dice no esas bolas no las de mis ojos que me los has sacado pa fuera. Bueno algo así me sentía yo con esa tremenda verga dentro de mi cuerpo, pero al poco rato a medida que el gordo continuaba metiendo y sacando su mastodonte de mi culo, yo me fui acostumbrando, al punto en que después de un corto rato ya estaba yo moviendo mi culo restregándolo con fuerza contra la barriga de mi cliente, y diciéndole lo rico que se sentía su tremenda verga dentro de mí.

A medida que él continuaba clavándome sabrosamente su tremendo instrumento, yo gemía por el doloroso placer que sentía a medida que él metía y sacaba su cosa de mi abierto culo. Hasta que finalmente se vino completamente dentro de mí, cuando él sacó su verga de mi cuerpo, sonó como si descorchase una botella de champan. Por un rato me quedé así como estaba, con el culo al aire, algo adolorido, pero muy dentro de mi bien satisfecha, por lo que terminaba de hacer.

Cuando finalmente me pude levantar y dirigirme al baño con mis piernas bien abiertas y mi culo algo adolorido, le seguí diciendo lo sabrosa que era su verga, mientras que él de lo más orgulloso se me acercó para después de que yo expulsara y limpiase lo que me había dejado dentro de mis nalgas, limpiase su verga nuevamente con agua y jabón. Ya lo había lavado, y me disponía a secar su tremenda verga, cuando no sé por qué, se me antojó ponerme a mamársela. Quizás porque pensé que eso es lo que debería hacer una verdadera puta, a un cliente como ese.

Aunque él se sorprendió por como yo agarré su verga y tras darle unas cuantas lengüetadas, me la introduje dentro de mi boca, a medida que se la seguí mamando con mucha insistencia, el gordo se fue excitando y su tremenda verga volvió a tonificarse, al punto que ya prácticamente no cabía dentro de mi boca. Fue cuando sin ni tan siquiera preguntárselo, me la saqué de la boca y manteniéndola entre mis manos la dirigí directamente a mi coño.

Eso definitivamente le encantó a mi cliente, y a medida que yo sentía como todas las paredes de mi vagina se expandían, comencé a moverme sobre él como si estuviera poseída por un espíritu, diciéndole lo mucho que me gustaba su tremenda verga. Yo se que él se volvió a venir, mientras que yo disfruté de un salvaje orgasmo, era como si lo hubiera hecho con un animal, por lo largo y grueso de su instrumento.

Después apenas terminamos, aun caminando más espatarrada pero tremendamente satisfecha, me lavé mi coño y mi boca. A duras penas nada más me puse la minifalda y mi blusa, quedándome sin los pantis ni el sostén puesto. Mi cliente estaba de lo más contento, por todo lo que yo había hecho, y aunque lo hice por darme el gusto de tener esa tremenda verga dentro de mi coño. Al bajarme de su auto, me dio algo extra de dinero, por lo satisfecho que estaba conmigo.

Esa noche regresé a casa, con mi culo y hasta mi coño algo adoloridos, pero tremendamente satisfecha con migo misma. La experiencia que acumule, para mí fue invaluable, al momento en que finalmente montamos la obra, los críticos alabaron mi desempeño en las tablas, diciéndome que me había metido por completo en la piel del personaje, que de manera tan excelente realicé.

Lo lógico sería que dejase de actuar como una puta en la calle cada vez que se me presentaba alguna ocasión, pero lo cierto es que me gusta tanto lo que hago, que ocasionalmente cuando mi esposo sale de viaje, yo me dedico hacer la calle. Y aunque en una ocasión, ya estaba por irme a mi casa cansada de haberme acostado con unos cuatro clientes, cuando me detuvo una patrulla de la policía, yo ya tenía pensado lo que le diría al fiscal cuando me llevasen arrestada, que estaba realizando un estudio para un papel de puta. Pero no bien ya estaba dentro de la patrulla, cuando uno de los dos policías que me arrestó me dijo. Bueno mi amiga tienes dos opciones, o te acuestas con nosotros dos, o te llevamos detenida a la comisaría. Tú decides.

Bueno como eso también es parte de la vida de las putas, simplemente les dije que lo primero. Así que esa noche ellos me llevaron a un oscuro callejón, por la zona industrial, y después de que estacionaron la patrulla, me llevaron al fondo del callejón, donde me indicaron que me quitase la ropa, y en medio de esa madrugada, para no perder el tiempo, los dos a la vez primero me pusieron a mamar sus apestosas vergas y luego a medida que uno me estaba dando por el coño el otro oficial me clavó su verga por el culo. La verdad es que me sentí muy mal, por lo que ellos dos me hicieron, ya que prácticamente me violaron, pero por otra parte, aunque no tanto como yo lo hubiera deseado también en parte lo disfruté. Pero eso me llevó a tomar la decisión de dejar las calles, pero como las cosas están tan malas, y necesito una entrada extra, ahora hago de puta junto con una amiga, desde su apartamento, en el que recibimos algunos clientes exclusivos, claro que sin que mi marido se enteré

1 comentario - De actriz me transformo en puta…

murringo
Es uno de los mejores relatos que lei, muy excitante felicitaciones