Ser celoso tiene sus complicaciones

Mi nombre es Salvador. Tengo 50 años, con un poco de panza y con algo menos de cabello, y hace 25 años que estoy casado con Laura. Laura tiene 45 años, y conserva los atractivos y la sensualidad con los que la conocí en aquella época. Morena, 1,68 , 95 de busto 65 de cintura y 90 de cadera, les da la pauta de lo que significa. A eso agréguenle unos ojos verdes y un rostro particulamente bello y tendrá el panorama completo.
Tal vez la belleza de mi mujer hizo que siempre tuviera miedo de perderla y esta inseguridad hizo que me convirtiera en un celoso patológico. Ahora que pasó lo que pasó, puedo analizar fríamente mi comportamiento y reconocer lo equivocado de mi conducta, pero durante años, le hice a mi mujer la vida imposible. A que hora salía , a que hora volvía, con quien se encontraba, quien la llamaba, con quien trabajaba. En fin, cada salida, terminaba en una pelea por que algún hombre la miraba como es lógico y eso me enloquecía, y me daba la sensación de que ella respondía a ese interés de los otros, lo cual era mentira, pero me permitía reafirmar mi dominio sobre ella, y hacerme la ilusión de que garantizaba su fidelidad.
Así durante mucho tiempo. Tuvimos dos hijos que hoy tienen 24 y 22 años y que por razones de estudio, pasan algunos días en casa, pero el resto del tiempo estamos solos. Y esta soledad intensificó la rutina, y por supuesto mi miedo a perderla, con lo que cada día que pasaba era más celoso. No entiendo como Laura pudo aguantar tanto.
Un buen día, la discusión llegó a un límite. Ni recuerdo porque vino mi enojo, pero tanto presioné que Laura explotó. Se quejó amargamente de mi desconfianza y como cierre me dijo.
- Si yo quisiera engañarte, lo haría y ni siquiera te darías cuenta, a pesar de todos tus cuidados.
-Ni lo sueñes. Me enteraría al instante, dije sorprendido.
- El cornudo es siempre el último en enterarse, ¿ no te lo dijeron? Me contestó cerrando la discusión.
Esta conversación me puso mal. ¿ Sería verdad? ¿ Ella me engañaba y yo no me daba cuenta? Para qué. Mi desconfianza se potenció y comencé a vigilarla mas que nunca. Pasaron así un par de meses y debo confesar que no vi nada que me hiciera dudar. Hasta la terrible noche que me haría revisar todos mis principios.
Era un sábado a la noche. Estaba mirando televisión en pijamas, cuando tocaron el timbre. Raro. No era tarde, serían las 22 hs. Pero no tenía idea de quien podía venir a esa hora. Como siempre, me quedé sentado y dejé que Laura abriera la puerta. Rezongando se levantó y fue a atender.
Escuché voces en el recibidor y la puerta que se cerraba. No hice caso, hasta que mi esposa volvió a entrar en el living. Tres jóvenes encapuchados venían con ella. Uno la tenía del cabello y un cuchillo estaba apoyado en su cuello. Me quedé paralizado. La escena que era tan común en los noticieros , hoy la veía en vivo y en directo. Uno de los jóvenes rodeó el sillón y sacando una navaja la apoyó en mi cuello
- Si te mueves, te mueres, me dijo, mientras el frío del filo me paralizaba la circulación.
- Fíjate si hay alguien mas en la casa, dijo el que tenía a mi mujer, y el tercero salió disparado hacia el resto de la casa. Nos quedamos allí estáticos. Mi mujer respiraba agitada mostrando que estaba aterrorizada. En un par de minutos el tercero volvió.
- No hay nadie mas, dijo el tercero regresando.
- Bueno, bueno, espero que se porten bien. Busca algo para atarlos, dijo el que parecía el jefe.

En el lavadero hay unas sogas de tender, ya vuelvo, dijo el que había revisado la casa.

En un segundo estaba de regreso con dos pedazos de soga. Sin perder tiempo, me ataron las manos y las piernas dejándome sentado en el sofá y totalmente inmovilizado. A continuación me amordazaron. Luego empujaron a mi esposa para que quedara sentada a mi lado.
- Para empezar quiero todo el efectivo que tengan en la casa, y no intentes nada raro, le dijo a mi esposa, ve a buscarlo y recuerda que tu esposo está aquí. Tú acompáñala, le dijo a uno de sus cómplices.
Mi esposa se levantó y se dirigió al dormitorio donde teníamos el dinero guardado, seguida de cerca por uno de los malhechores.
- Espero que tu esposa se porte bien, porque si no se va a convertir en viuda muy rápido, me decía el otro joven mientras jugaba con su navaja frente a mis ojos. Yo estaba realmente aterrorizado.
Al rato volvió mi esposa, seguida de cerca por el delincuente, y le entregó al jefe todo lo que había encontrado.
El encapuchado lo contó.
- Esto no es nada, trae mas, le dijo amenazante
- No hay mas en casa, dijo mi esposa temblando.
- Átala a ella también, ordenó. Rápidamente los otros dos con el trozo de soga restante la ataron como a mí, y la sentaron a mi lado.

Hecho esto, se fueron a la cocina. Como estaba a nuestras espaldas no veía lo que hacían, pero escuchaba cuchichear entre ellos. Al rato volvieron.
- Realmente hasta aquí no vale la pena haber perdido el tiempo con Uds. Estábamos decidiendo que hacer. Mis amigos sostienen que deberíamos matarlos para evitar que nos denuncien.
- Si no podemos identificarlos, por favor, rogó mi esposa a punto de llorar.
- No estamos seguros de eso, dijo uno de los ladrones, mientras abría su navaja.
- Espera, no te impacientes, lo frenó el jefe, yo se que ellos quieren colaborar, dijo calmándolo.
- Si, por favor, si tuviera más dinero se los daría, aseguró mi esposa
- El problema es que convenzas a mis socios. Yo no tengo problemas, dijo el jefe
- Tienen que entender, dijo dirigiéndose a los otros dos.
- Terminemos con esto. Nos van a descubrir y vamos a terminar presos por monedas dijo uno de ellos acercándose adonde yo estaba, conviene que matemos al marido y así ella se callará la boca sabiendo que no jugamos y podemos volver en cualquier momento.
Mi rostro de miedo debe haber sido muy evidente porque el jefe, lo detuvo, y se dirigió a mi esposa.
- Pues mira, hagamos un trato. Si tu eres muy, pero muy buena con nosotros, les perdonaremos la vida, pero si no, tu esposo se muere.
- ¿ A qué te refieres? , dijo mi esposa sin entender lo que yo entendí de inmediato. La impotencia me sobrepasaba.
- Pues mira, eres muy bonita y calculo que los servicios de una mujercita como tú deben valer unos cuantos dólares, digamos 500 por persona. Somos tres, eso deja la suma en 1500, más los otros 1500 que nos trajiste, deja una suma razonable, pero entiéndeme. No somos violadores. Solo nos acostaremos contigo si tu aceptas, lo disfrutas y nos haces disfrutar a nosotros, pero de verdad. Si vas a abrirte de patas y quedarte como muerta, entonces tu maridito se muere. ¿ Entiendes?
- No me pidan eso, no lo haré. Nunca lo he hecho con nadie que no sea mi esposo. Mi esposo jamás me perdonaría, dijo sollozando
- Sácale la mordaza, le dijo a uno de sus socios, te dejamos unos minutos para que lo discutan entre Uds. y luego nos hagas saber tu decisión, y sin más se fueron a la cocina.
Mi esposa me abrazó llorando.
- ¿ Que hago, mi amor, que hago? Decía
La situación era muy complicada. De solo pensar que estos delincuentes se aprovecharan de ella me enloquecía, pero por otro lado, si me mataban ¿ Porqué después no podían abusar de ella y luego matarla? Era el momento de tomar decisiones inteligentes y dejar de lado las sensaciones.
- Tranquilízate mi amor, le dije tratando de calmarla.
- No quiero hacerlo, pero tengo miedo por tí, me dijo
- Está bien. Mira, no tenemos muchas opciones. Lo importante es conservar la vida. Todo lo demás se supera. Haz lo que sea necesario. No solo por mí, no quiero que te pase nada a tí.
- ¿ Tu tolerarías que otros hombres me poseyeran?
- Sabes que en circunstancias normales, antes te mataría, pero en estas circunstancias no depende de tu voluntad. Te comprendo
- ¿ pero no escuchaste? No me quieren violar, quiere que sea complaciente y que disfrute a la par de ellos, repitió y cada palabra era un martillazo en mi amor propio.
- Está bien querida, nada puedes hacer para evitarlo.
- Si, puedo dejar que me maten y listo, vivir después con lo celoso que eres va a ser imposible, dijo con firmeza.
Esa decisión me asustó. Era mi vida la que estaba en juego, y ella la arriesgaba para defender su honestidad . La hubiera matado de no estar atado.
- No seas tonta, dije asustado, tenemos que seguir viviendo, por favor haz lo que piden, le insistí.
- No, no lo haré,
- Por favor, insistí a punto de llorar, nos van a matar, y de última te pueden forzar igual y luego matarte, no te resistas, además piensa en mí. Me van a matar si no aceptas.
Se quedó un rato callada. Me abrazó y me besó.
- Está bien. Pero lo hago por tí, recuérdalo. No quiero que a partir de mañana me persigas con lo que pase esta noche. Prométeme que la borraras de tu memoria, me dijo.
- Te lo prometo mi amor. Lo tomaré como una prueba de tu amor hacia mí, te lo juro, dije aliviado. No tenía la seguridad de que consiguiéramos sobrevivir, pero al menos lo íbamos a intentar.
Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina.
- Está bien, acepto, les dijo.
- Sabia decisión. De verte, descontaba que eso era lo que ibas a hacer Me parece que estás necesitada de nuevas sensaciones. Espero que mis amigos queden satisfechos. Si eso pasa, entonces nos iremos como hemos venido y nunca más tendrás noticias nuestras. Para empezar, sería agradable que te pusieras una ropa más sensual, para que vayamos viendo lo que nos espera, le dijo el jefe. Ve a cambiarte, que te esperamos en el living.
Todo esto ocurría a mis espaldas así que no podía ver la escena pero me la imaginaba. Los tres volvieron al living y volvieron a amordazarme para luego sentarse en los sillones.
Uno de ellos fue al equipo de sonido ubicó en la radio un programa de música tropical. Levantó el volumen, creo que con la intención de que ningún vecino pudiera escuchar nada.
- Tienes suerte de tener una mujercita tan atractiva y dispuesta, sino ya estarías bien muertito. Vamos a ver si ella se gana tu vida con su cuerpo, me dijo uno de ellos. Lo miré con furia, pero amordazado, no podía decirle lo que pensaba.
- Vamos, no te enojes que la vas a sacar barata, debieras estar agradecido, me dijo el otro.
- Uauuu, dijo el jefe, miren lo que tenemos aquí.
Los cuerpos de los otros dos se tensaron. Detrás mío mi esposa hizo su entrada triunfal en el living. Llevaba un camisón corto negro que apenas tapaba sus muslos, sin corpiño, y se notaba debajo una tanga muy pequeña también negra.
- Ven, siéntate sobre mis rodillas, dijo el jefe. Mi esposa me miró de reojo con miedo y lentamente hizo lo que le ordenaban. El jefe estaba frente a mí, así que no iba a perder nada de lo que pasara. Un sudor frío comenzó a correrme por la espalda. ¿ Podría soportar lo que iba a ver? Nunca hubiera imaginado esta situación.
Mi esposa se sentó sobre las piernas del ladrón, y este comenzó a acariciarle las piernas suavemente. Mi esposa cerró los ojos y se quedó quieta.
- Oye, no era este el trato, te dije que si eras pasiva el final iba a ser trágico, recuerdas?
Rápidamente abrió los ojos y me miró como esperando que yo le diera alguna señal. Con dolor hice un claro gesto con mi cabeza para que cumpliera lo que le pedían. Asintió con resignación y lentamente comenzó a acariciar el pecho del malechor, abriendo su camisa.
- Así está mejor. Piensa que estás con un amante al que deseas con desesperación. Así quiero que me trates. No como a tu esposo. Como a un amante con el que estés realmente caliente, entiendes?, le decía al oído.
- Si, entiendo, pero nunca tuve un amante, contestó mi esposa.
- Pues esta noche vas a tener tres y a cada cual más calentón, le dijo mientras su mano subía y se adueñaba de una de sus tetas. Comenzó a magrearla con verdadera lascivia.
La escena era altamente erótica y a pesar de la furia y del miedo por partes iguales que sentía, noté que mi verga comenzaba a latir. Me estaba excitando de ver a mi esposa toqueteada por otro hombre, algo que nunca creí posible.
La mano del ladrón bajó por el cuerpo de mi mujer y llegó a su entrepierna, tomando posesión de su sexo. Un suspiro indicó que mi esposa no era ya indiferente al tratamiento.
- Así me gusta, disfruta preciosa, que esto no tiene por que ser traumático. Podemos todos pasarla bien, si hasta a tu maridito se le está empinando, le dijo. Mi mujer con cara de sorpresa me miró y era cierto. No podía ocultar la erección que tenía. Por un minuto, vi un dejo de furia en su mirada. Ella estaba siendo sometida por un extraño y yo me calentaba. Era injustificable. Y Creo que eso terminó de soltarla. Despacio separó sus piernas para que la intromisión fuera más completa. Cuando el bandido notó la entrega entonces, metió su mano dentro de su tanga y tomó contacto directamente con su sexo, comentando a penetrarla con su dedo medio. Yo, desde mi lugar no perdía detalle. Mi mujer al sentirse penetrada echó su cabeza hacia atrás y comenzó a suspirar.
En ese momento otro de los bandidos se levantó, mostrando una erección tan importante como la mía y se acercó a la pareja.
- ¿ me dejas empezar? Le dijo al jefe.
- Es toda tuya, le contestó. El bandido la tomó de la mano, la hizo levantarse y la llevó hacia nuestro dormitorio. Los ojos de los bandidos se perdieron detrás del culo de mi mujer.
Acto seguido el otro que quedaba se dirigió hacia la repisa bar y sirvió un par de whiskys, trayéndole uno al jefe. Me vendaron los ojos.
- Disculpa, pero para tomar tenemos que sacarnos la capucha, y si nos vieras entonces tendríamos que terminar contigo. Entendí perfectamente.
- ¿ Te excita ver a tu mujer con otro hombre? Continuó la voz del jefe. No te avergüences. Es una fantasía que todos tenemos. Siempre nos preguntamos que haría nuestra fiel mujercita con otro. ¿ Se la chuparía? ¿ Se dejaría llenar? ¿ le entregaría el culito que a nosotros nos niega? ¿ Qué posición le gustará mas? En fin , todas esas cosas que nunca hablamos con nuestras esposas. No te preocupes, a todos nos pasa lo mismo. Relájate que esta noche descubrirás muchas cosas ocultas de tu mujer y tuyas también.
Unos minutos después, mientras ellos tomaban su copa tranquilamente, gritos y gemidos comenzaron a salir del dormitorio. Los chirridos de la cama no dejaban dudas de lo que allí estaba pasando.
- Vaya, parece que los tortolitos se divierten dijo el jefe, para colmo hace rato que no estamos con una mujer de verdad, como la tuya, así que trataremos de aguantar todo lo que podamos. Tu mujercita vale la pena. A ver tú, mira lo que ocurre y luego me cuentas.
Sentí unos pasos que se alejaban. Un par de minutos después sentí que regresaba.
- Ni te imaginas como se la está tirando. La tiene de espaldas en la cama y la bombea con furia mientras ella le envuelve las cinturas con sus piernas y se besan salvajemente. No se quien está gozando más.
En ese momento, los alaridos de mi mujer se hicieron interminables. Era evidente que estaba gozando como una puta.
- ¡¡¡¡ Dame mas!!!!!, ¡¡¡¡¡Dámela toda!!!!!, se escuchó que decía.
- ¡¡¡¡¡Ahí te va toda!!!!! ¡¡¡¡¡Te llenooooo!!!!!, gritaba su pareja momentánea. Siguieron gritos y gemidos variados y luego se hizo el silencio. Sin querer, y sin poder evitarlo, eyaculé en mi pijama.
- Muy excitante, te comprendo, me dijo el jefe al que no se le escapaba detalle.
Unos pasos se acercaron desde el dormitorio.
- No se imaginan lo que es esa mujer. Una verdadera comehombres. Hacía rato que no gozaba tanto. Me hizo de todo lo que se puedan imaginar, comentó el que volvía. Unos ruidos me indicó que otro se levantaba.
- Con permiso, me están llamando, dijo el otro, y se alejó hacia el dormitorio.
- Si prometes no gritar, te sacaré la mordaza y te serviré un whisky, creo que lo necesitas.
Asentí con la cabeza. Unas manos liberaron mi boca.
- Dime una cosa ¿ eres celoso?, me preguntó el jefe.
- Y eso que importa ahora, le dije con dolor
- Importa y mucho, porque me dio la sensación de que para tu esposa esto que pasó ha sido una liberación, como si hubiera estado mucho tiempo presionada.
- Pues si, soy muy celoso, dije enfurecido
- ¿ Y de que te sirvió?, me preguntó, y de golpe comprendí que tenía razón. Me quedé callado. Tomé varios sorbos de whisky que me dieron hasta terminar prácticamente el vaso. Entre los nervios, el miedo y la furia, el alcohol me pegó con todo y de inmediato me sentí mareado y como si las cosas no me estuvieran pasando a mí.Otra vez los chillidos de la cama, esta vez mas rápidos y violentos. A mi esposa la estaban partiendo en cuatro estos delincuentes y además ella tenía que disfrutar y yo estar agradecido. El otro bandido fue a ver lo que pasaba y volvió exultante.
- Es fabuloso. La tiene en cuatro patas y le está dando para que tenga. La cabalga como un jinete, y ella tiene la cabeza apoyada en la almohada para que la penetración sea total. Si vieras como se aferra de las tetas para penetrarla. Es realmente hermoso.. Ohh, perdona, se que tú eres el marido, pero tu mujercita se está luciendo, créeme.
Pasó fácil un cuarto de hora hasta que los gritos y gemidos indicaron que el encuentro había terminado. Mi verga se volvió a empinar, pero puede controlarme y no acabar nuevamente.
- Ahhh, tenías razón, comentó el que volvía del dormitorio, nunca me eché un polvo como éste, te felicito, tu mujer es de miedo, debes gozar como un enano con ella. Como coge, por Dios, como coge, comentaba con sus compañeros y conmigo.
- Dile que venga, ordenó el jefe
- ¡¡¡¡ Ehh tu,!!!! el jefe te llama.
Sordos pasos llegaron desde el dormitorio
- Ve a lavarte bien, le ordenó el jefe, y luego regresa aquí.
Pasaron varios minutos hasta que mi esposa volvió. Me volvieron a amordazar y descubrieron mis ojos. Al principio no podía ver nada, pero luego allí estaba mi esposa con su camisón negro, despeinada, de pie en medio de los sillones.
- Bueno, debo reconocer por lo que comentan mis colegas que hasta ahora te has portado de maravillas. Ahora es mi turno y tendrá que esmerarte aún mas.
- Bueno, vamos, dijo mi esposa tomándolo de la mano.
- No, no vamos a ningún lado. A mí me vas a atender aquí.
Rápidamente me miró con cara de miedo.
- No, por favor que está mi esposo, vamos al dormitorio y te prometo obedecer todo lo que pidas.
- Vas a obedecer todo lo que pida empezando desde ahora. Por tu esposo no te preocupes que mientras tu acababas se vació como un animal. Le encantó sentirte gritar clavada por otro macho. Vamos desnúdate, le ordenó.
Mi esposa me miró. La mancha en mi pijama no dejaba lugar a dudas de lo que había pasado. Lentamente y sin dejar de mirarme separó los breteles del camisón y lo dejó caer a sus pies.
- Vaya, vaya, estás como un tren ricura. Ven y arrodíllate, le ordenó. Ella despacio obedeció.
El jefe, desabrochó su pantalón, bajó el cierre y sacó una verga dura y gruesa. Mi cara de sorpresa debe haber sido mayor que la de mi esposa. Nunca había visto semejante monstruo.
- Vamos, chupa con ganas, le dijo, tomándola de la cabeza. Mi esposa sin decir nada se apoderó de esa verga y comenzó a succionarla como una experta. Seguramente esta noche había hecho un curso acelerado de fellatio y de otras cosas que no quería ni imaginarme.
- Así, muy bien, que te guste y que yo me de cuenta, vamos sigue, sigue, la alentaba. Inconscientemente comencé a excitarme nuevamente. Mi verga empezó a latir con desesperación. Mi esposa no tenía que disimular lo que estaba sintiendo. Tener a su disposición esa lanza debía ser el sueño de toda hembra, y esto me calentaba mucho.
Luego de unos minutos, el jefe se levantó obligando a mi mujercita a dejar de chupar y se desnudó por completo dejándose solo la capucha. Mi esposa seguía arrodillada en el suelo.
- Ahora levántate. Mi esposa obedeció y cuando estuvo de pie la hizo caminar hacia mí.
- Ahora se la vas a chupar a tu maridito que está desesperado, pero sin arrodillarte, le dijo.
Mi mujer se acercó hasta mi. Se veía la furia en su mirada. Acercó su boca a mi oído.
- Nunca pensé que fueras tan retorcido. Gozar con la forma en que me someten, y encima para salvar tu miserable vida, me dijo con resentimiento.
Sacó mi verga pringosa del pijama, la limpió un poco con mi camisa, y se la metió en la boca. Así agachada le ofrecía el acceso libre al jefe, quien de inmediato se acopló detrás de ella y de un empujón le clavó la cabeza de su verga. Mi mujer gimió pero no soltó mi verga y aceleró su mamada. Con cada empujón la serpiente se iba desenrollando dentro de mi esposa. Cuando el jefe la poseyó por completo comenzó a bombearla con ritmo y fuerza.
- ¿ Que se siente que tu esposa te la chupe así, empalada por otro? Me preguntaba, burlándose de mí, mientras sus movimientos se hacían más y más rápidos. Yo nada podía hacer, sentía como mi verga se endurecía y como un orgasmo bestial subía desde mi columna. Trate de frenarlo, hice lo imposible, pero notaba como centímetro a centímetro iba llegando. No podía gozar con mi esposa penetrada por otro hombre. Era el colmo de la humillación, pero el trabajo bucal de mi mujer me iba llevando al orgasmo de manera inevitable. Y aunque quise evitarlo no pude. Lentamente, como si cayera por una pendiente mis huevos se endurecieron y mi semen comenzó a brotar con furia en la boca de mi mujer. Comencé a gemir y unas lágrimas de humillación brotaron de mis ojos. Por fin, me dejé llevar y me vacié por completo. Mi esposa sorprendida, se quedó quieta y mirándome a los ojos como pidiendo explicaciones se tragó toda mi acabada. Estaba humillado y terminado. Era una piltrafa física y psíquicamente.
Mi mujer dejó mi verga fláccida y se dedicó a gozar en mi cara con la que tenía adentro. Sus manos acariciaban entre sus piernas las pelotas de su jinete. Luego de un rato, el la hizo girar hacia el costado y otro de los ladrones le metió su pedazo en la boca para que ella siguiera chupando. En primera fila no podía perder detalles de lo que estaba pasando. Veía a mi mujercita tragarse ese pedazo con verdadero placer, casi entera, y tuve que soportar que el macho se vaciara en su boca mientras ella tragaba y tragaba. Fue terminar de limpiarle la verga y el otro apresurarse a ocupar el lugar, para repetir la escena. Una vez mas, recibió su dosis de leche humana sin dejar escapar una gota. Por fin, el jefe aceleró y entrando hasta el fondo se corrió con un alarido violento, alarido que se repetía con cada chorro que echaba. Cuando terminó, sacó su verga y dando vuelta a mi mujer hizo que se la limpiara por completo.
- Bueno nena, te has portado de maravillas, así que ahora cumpliremos nuestra parte. Nos vamos como hemos venido. Espera unos quince minutos para desatar a tu esposo y mucha suerte, y sin decir más se vistieron y salieron por la puerta como habían venido. Mi esposa se dirigió al baño. Sentí correr el agua de la ducha, y comprendí su desesperación por lavarse. Se debía sentir muy sucia. Volvió al rato y me desató, sin decir palabra. Fue mi turno de ir a bañarme.
Cuando volví del baño la mesa estaba preparada. Yo no tenía apetito ni ella tampoco, comimos algo y nos fuimos a acostar.
A la mañana siguiente, durante el desayuno comentamos lo ocurrido y acordamos no volver a mencionar el tema nunca más.
Debo reconocer que algo había cambiado en mí. Ya no me importaba vigilarla. Muy por el contrario, de solo imaginarla con otro hombre se me ponía dura como una piedra, y muchas veces, antes de hacer el amor, mi imaginación tomaba ese rumbo y teníamos unas sesiones de sexo espectaculares.
¿ Todo lo que ocurre es bueno? No lo sé, pero, las vueltas de la vida hicieron que con el tiempo hiciera un descubrimiento que me dejó totalmente fuera de mi, y que todavía no pude terminar de procesar.
Tiempo después, hubo una reunión del personal de su oficina, con familias, así que fuimos los dos y allí me presentó a quienes trabajaban con ella. Toda buena gente. La noche pasó sin mayores sobresaltos. En un momento tuve que ir al baño. Me encerré en un habitáculo mientras hacía lo mío y dos hombres entraron al baño charlando animadamente sobre la reunión, y comentando sobre los presentes.

- Mucha gente vino hoy, gente nueva me refiero.
- Si. Me sorprendió que Laura viniera con el marido. Tenía entendido que era muy celoso y que no la dejaba salir jamás.
- Nooo, las cosas han cambiado. Laurita estaba decidida a separarse, pero al final se le ocurrió una idea que cambió todo.
- ¿ Qué hizo?
- No me vas a creer. La muy zorra contrató 3 taxi boys para que simularan un asalto en su casa. De esa manera pudo pagarles sin que su marido sospechara, creo que 500 dólares a cada uno y luego se dedicó a coger con cada uno de ellos con la excusa de que así salvaba la vida de su esposo. Genial. Mientras ella se vengaba del cabrón de su marido, este le agradecía. No me digas que no estuvo genial
- Vaya, vaya, realmente se merece un premio a la actuación
- Y allí delante de su esposo se dedicó a coger con los tres como si la obligaran. Dicen que la cara de su esposo cuando los muchachos la empalaban delante de sus ojos era de película. Bueno, como sea, después de esa jugada, el ya no se atrevió a decirle mas nada, y ahora ella puede manejarse con independencia. Igual no te entusiasmes ehh, porque sigue siendo fiel a su esposo como siempre. Pero me imagino la escena y no lo puedo creer.
- ¿ Y tu como lo sabes?
- Me lo contó Cris, que es íntima amiga suya y le consiguió los muchachos
- ¿ y cómo fue todo?
- De película. A los dos primeros se los comió en el dormitorio. Dice Cris que les hizo de todo y se dejó hacer de todo. Gozó como una marrana. Y al tercero le había ordenado que se la cogiera delante de su esposo. Inclusive le comentó que le chupó la verga a su esposo mientras el muchacho la penetraba y después se tragó la leche de todos, siempre disfrutando las caras que hacía su esposo. Se divirtió como nunca. En fin, las mujeres presionadas son peligrosas, amigo. Es bueno aprenderlo.
- Si, tienes razón, así que volvamos con nuestras parejas no vaya a ser cosa que conversen mucho con Laura, y riendo los dos salieron del baño.
Demás está decir que me sentí un estúpido. Mis celos me habían convertido en un cornudo. Había aprendido la lección.

4 comentarios - Ser celoso tiene sus complicaciones

zaurelio
terrible relato!!! +10
Ouzel +1
Muy bueno! +10
patyjuan69 +1
BRAVO!!! maestro que excelente relato, te luciste gracias muy bueno.
lalocadelpizarron
la verdad que me encanto el relato +10 y te mereces cada puntito!!!! me saco el sombrero ante tu relato y ante la mujer que lo protagonizo!!!!