La pelirroja del tren

LA PELIRROJA DEL TREN...

El sábado por la tarde me decidí a visitar a mi tía Carla, necesitaba estar con ella, lo terrible que me pasaba con Atilio me confundía contraponiéndose con lo que me pasaba en la editorial. Se me mezclaba la felicidad con la tristeza, lo lleno con lo vacío, lo bueno con lo malo.
La siesta crecía pesada, calurosa, agobiante. Al bajar del taxi dos chicos en una moto me robaron la campera de hilo blanco, no parecía tener ni diez años el que con un certero tirón la sacó de mis manos. Furiosa entré a la estación de trenes, recorrí los vagones atestados de gente. Busqué hasta dar con el que me pareció más vacío. Descarté la parte de adelante, tres hombres muy sucios dormían ocupando cada asiento doble. Quise alejarme de ellos, sin la campera me sentía desnuda, me había vestido con una pollera de hilo gris muy clara, una blusa beige y las sandalias haciendo juego con la falda. Caminé aún temblorosa por el robo y por el desconcierto de ser presa fácil a fuerza de ser una mujer honesta.

La pelirroja del tren


Hacía tiempo que no viajaba en tren y lamenté hacerlo… cuando la molestia del robo calmó apenas, miré intensamente el interior del vagón… los asientos también daban asco, los que no estaban sucios estaban rotos. Caminé hacia el fondo puse mi cartera en un hombro y me tomé del pasamanos, prefería ir de pie por lo menos hasta cansarme. El tren se movió sacudiéndome suave
Sentí voces detrás de mí
- ¡¡Mirá que pedazo de pelirroja!!... que culo… que piernas… eso es lo que necesita mi verga!!... – incómoda miré en derredor, pensé que bromearían con alguna amiga pero era la única mujer. Si alguien escuchó el comentario, simplemente lo obvió. Los espié con disimulo, eran dos muchachotes de apariencia sucia, salvaje, terrible, uno de ellos llevaba una barba de varios días. Sentados al final del vagón podían verme sin reparos ya que les daba la espalda a menos de dos metros. Actuaban exasperados, como drogados
- ¡¡Qué ojete hermoso!! – dijo uno. Incómoda miré hacia afuera como si con ello pudiera evitar oírlos – ¿Qué le harías a una hembra como esa?
- ¡Me la colgaría de la chota!!... – respondió el otro con una voz más grave – ¡¡Le abriría toda esa carne culera que tiene y le ensartaría la chota hasta los huevos!!...
- Está para darle por el culo... – rieron festejando sus atrocidades
- ¡Y claro que sí!!... ni le miraría la argolla... ¡todas tienen concha pero ninguna tiene un culo así!!... ¿viste alguna vez un ojete como ese?...
- ¡No... jamás!!... ¿tan redondo y parado... nunca!!... ¡qué pedazo de carnaza!!...
- Toda esa carnaza apretada le debe transpirar!!… con tanto calor lo debe tener transpirado... oloroso... ¿se lo lamerías Tano? – preguntó el barbudo, se acomodaron para verme mejor
- ¡Claro que sí!! – bramó el aludido – Se lo chuparía así de chancho como está... y vos?
- Yo también boludo... si tiene un culo increíble!!... – me removí con asco, el rubor se subió a mis mejillas. Mentalmente insulté a los borregos que me habían arrebatado la campera que ahora me cubriría. Desesperada y escandalizada ojeé hacia los costados... ¡nadie parecía darse cuenta que yo existía!!. Las pocas personas que estaban cerca se alejaron hacia los otros vagones que yo sabía atestados. Pensé en imitarlos pero desistí, en aquellos si o si debería ir parada siendo tocada hasta el cansancio por cada hombre que se cruzara, preferí esas inmundicias en los oídos que pijos desconocidos en las nalgas. Después de todo si ellos eran peligrosos sin dudas me seguirían. Decidí esperar. Sus comentarios seguían – Che Tano… ¿cagará una mina como esta?...
- ¡¡No sé!!... pero me encantaría verla cagando, frunciendo la naricita y el ojete... – el otro pareció regodearse con las inmundicias que decía
- Para mí que se hace extraer los soretes... – rieron alegres – ¡Uy boludo... mirá los nalgones parados que tiene!!... ¡es increíble!!... ¡qué yegua!!... a partir de hoy sé que existe un culo perfecto... un orto exagerado...
- ¡Qué cerda mimosa!!... si le ponés atención se le nota la bombacha... la debe tener mojadita... transpiradita...
- ¿Te parece loco? – gemí perturbada y muerta por tanta humillación. Mi cola cubierta por la pollera de hilo fino, ante sus ojos, se pararía en redondeces exageradas y repletas. La visión de las nalgas puntudas los enajenaba de morbo, sin dudas la exhibición de la tela estirada en el centro, marcando la profundidad de la zanja, constituiría el escándalo
- ¡Que culito marrón debe tener… – vociferó uno de ellos
- Marron?... no boludo!!… ¿no ves la piel rosa que tiene?… lo debe tener rosita… – rió el otro
- ¡Uy boludo... tiene mil kilos de carnaza apretada ahí!!... ese ojete debe estar terriblemente escondido... ¿cómo será?
- Chiquito… lo debe tener relindo… ¡Qué hermosura!!... mirá como le tira la pollera sobre los nalgones!!... ¡¡uy boludo… en el medio si ponés atención se le nota el apriete de los cantos!!...
- ¡Sí… se le nota la olorosa zanja pelirroja!!... ¡Que lindo que te entreguen un culito de esos!!… – bramó el desgraciado
- ¿Le gustará que se la cojan por el culo?...
- ¡Seguro!!... lo debe tener bien roto!!
- ¡Andá a saber!!... ¿qué tipo se engancha a una hembra de éstas?
- Uno de guita, uno bien cagador… y seguro que es un jovato que ni se le para el choto, y yo que la tengo bien dura no me la puedo coger...
- ¡¡Te vas a tener que pajiar!!! – rió el alto, disimulada espié desde mi axila derecha. El chico de barba se tocó el pene que abultado amenazaba romperle el sucio vaquero
- ¡Qué hembra culona!!... ¿cómo será de cara?...
- ¿Qué carajo me importa la cara!!... mirá el cuerpo que tiene!!… ¡con semejante culo hasta un bicho sería lindo!!
- ¡Esta mina nació para que se la cojan por el ojete Tano!!... ¿decime si con sólo verla no te está pidiendo que le partas el culo!!
- Sí... tenés razón… tenés!!.... ¡¡es todo colita!!... ¡uy boludo, me la quiero marroniar!!
- ¡Los pedos que se debe tirar con ese ojete apretado que tiene!! – rieron brutales – ¿No le chuparías los pedos?
- ¡Sí barba... se los olería, le levantaría esa pollera tejida y se los chuparía bien chupados!!
- ¡Qué turra!!... está para morirse de la calentura... mirá como se le marca lo puntudo del orto... lo que debe ser abrir toda esa carnaza para buscarle el ojete… esta si que lo tiene bien escondido!!...
- ¡Qué gajos firmes… deben ser suaves… qué lindo culo para olerlo!!... le metería la nariz en el medio de esa zanja y que me apriete la cabeza... le pondría la cara entre esos nalgones para comerle el olor a culo...
- ¡Yo lo que le metería entre esos gajos es toda mi chota!!...
- Eso boludo… apoyarle la cabeza de la verga en la roseta del culo y agarrarle los cachetes de los costados para que te apriete la chota…
- Me la imagino entregándome toda esa carnicería bien puta... lloriqueándome cuando la ensarto por ese ojete escondido...
- ¡¡Y qué te diga... que no!!... que te suplique que le des despacio porque le lastimás el culito!!...
- ¡¡Huy boludo qué lindo para tenerla con el culo al aire… sentada en la pija... gimiendo mientras me aprieta la chota con ese orto precioso!!...
- Yo le mordería la nuquita y le apretaría las tetas mientras se la meto hasta la pelotas!!...
- Che boludo que caderas tiene… y esa cinturita chiquita…de ahí me la agarraría para clavarle el ojete!!... – ¡¡eran de terror… me senté en un asiento vacío, a dos de ellos, nos separaba el pasillo.
- Uy se sentó!!... mirá como le baila ese culazo rico!!…
- Que budinazo oloroso!!... quiero ser asiento boludo…
- Sí… yo también quiero… para sentirle el olor a culo… ¿tendrá olor a concha?
- Seguro… debe tener una concha bien olorosa… ¡Uy con lo sexy que es se la quiero oler!!...
- ¡Que yegua!!... Me encantó ese ruidito que le hacen las medias cuando camina…
- Se le roza un muslo con otro… debe tener todo bien apretadito!!…
- Debe ser muy fea de cara… esta mina no puede ser linda… alta y con semejante cuerpo de cara seguro que viene para la mierda… – rieron – Apostemos algo…
- No seas boludo!!… yo con el pedazo de ojete que tiene y con esas piernas de mina te juro que igual la vería hermosa!!… – los miré y de pura bronca sonreí, se quedaron helados, rojos los dos; no estaban preparados para que reaccione así. Eran dos muchachotes calientes y asombrados
- Pero… ¡Qué hermosura!... dios... Tano... es preciosa... uy!!... – el barbudo me sonrió tímido, nunca imaginó mi gesto. El otro que parecía más alto se acomodó nervioso en el asiento
- Barba… esta mina no existe!!… pero mira los ojazos celestes que tiene!!… ¡uy que carita bonita!!… – enfocó mi rostro embelesándose – Por favor… hacenos otra sonrisita... – pidió. Le respondí con una más amplia, ahora estaban tan ofuscados por la calentura como confundidos por la sonrisa que no se esperaban
- ¡Sos di-vi-na!!... única… – comentó el barbudo mordiéndose el labio inferior con deseo. Asombrada sentí mi vagina húmeda, jamás había vivido tal sucia situación. ¿Sería el calor del verano revolucionando mis hormonas femeninas?, ¿sería el morbo en sus palabras?... ¿la falta de respeto sin medidas encendería mis sentires más íntimos?... algo habría de ello. En estos momentos en que mi marido me negaba... ellos, desconocidos, sucios y descontrolados, me regalaban su atención con su falta de ética total y con las palabras más cochinas y audaces que mis oídos hubieren escuchado. Me escandalizó mi feminidad encendida. Quizá haberle contado ayer al psicólogo lo vivido con mi tío Coco me habría excitado... lo cierto es que hasta deseaba escucharlos, me gustaba verlos calientes y transpirando horrores con sus pijos parados. Me parecía una travesura, una tregua...
- Nena sos divina, preciosa, increíble!!... – aseguró el alto – ¿Quién sos? – giré, se asombraron
- Me llamo Marta… y soy una señora casada… – hablé firme. Nuevamente se desconcertaron por mi respuesta, como imbéciles se miraron con ojos enormes – ¿Y ustedes quienes son?... – agregué sonriente y los asusté aun más
- Yo soy Marcelo… pero me dicen el Tano… él es el barba... somos músicos... hoy tocamos… – sonrió
- ¡Me imagino las letras que deben escribir con esas boquitas que tienen!! – les reproché riendo, les causó gracia
- Las mejores nena... – afirmó el barbudo, sus ojos intentaban posarse en los míos pero no sabía que mirar
- ¡Qué culo que tenés!! – musitó el alto confianzudo y colorado como si no quisiera dejar de ser osado. Lo observé fijo entre asombrada y molesta, mi contestación salió sin que la espere, fue irónica, algo que una vez escuché y avergonzó a un tipo
- Las nalgas son grandes... pero el culito es chiquito – dije suave. Tragó saliva, tal cual supuse no se lo esperaba
- Nena... ¿muy chiquito? – la seguían – ¡No me vas a decir que tu marido no te lo ensarta??... – habló el barbudo arrojándose al tema que lo enloquecía
- No, mi religión no permite esas cosas, somos evangelistas...
- Pero... ¿esa colita está sana? – se admiró el alto
- ¡Totalmente sanita!! – reí intentando hacerme amiga
- Lástima que yo no sea tu marido… pero si fuera tu macho… ¿sabés las cositas que te haría? – el Tano sonrió excitado. Al decir eso en cierta forma daba a entender que no me haría nada. Me calmó eso… quizás se alejaba el peligro...
- Las imagino...
- Mirá como se me paró... ¿lo ves?... – acechó mis ojos
- Pero nene!!... – su pijo parecía querer salírsele; el otro largó la risa
- No puedo creer que estemos hablando de cómo te cogeríamos pelirroja… – dijo embobado
- Estan enfermos...
- Yo te partiría en dos... te agarraría de los costados de esos cachetes y te la pondría hasta las pelotas... – musitó carcajeando entre gruñidos calientes. Y sentí rabia… porque mi vagina húmeda pareció necesitar que lo haga
- ¡Ay nene qué malo!!... ¡hace calor para que me inaugures el culo!! – musité segura. Se tocó el pene desesperado
- Yo te culiaría igual... ¡te haría sudar con la culiada!!... te sacaría las bolitas de los ojos de un pijaso...
- Chicos... por favor... – eso era terrible
- ¿Y tu marido no se pone como loco al verte desnuda con ese culo en pelotas?
- No, te conté que nuestra religión no permite hacer esas cosas...
- Pero... ¡qué pelotudo!!... – juzgó el barbudo con los ojos enormes – ¿No será que no se lo querés entregar?
- El no es un degenerado...
- Pero tiene la mejor mina del mundo… la más sexy… ¿cómo hace para no enloquecerse? – pareció sufrir no entenderlo
- Pelirroja vos sos un milagro... una maravilla... pero que lástima!!... ¿por qué te sentaste?
- Porque así estoy más cómoda
- Seguro que en ese asiento se sentó un tipo con una enfermedad jodida!!... – reí la salida del chico que se hacía llamar Tano. Suspiró – O deben andar cucarachas en los agujeros rotos que tiene… – jugó. Miré el asiento destruido y me dio asco… no me pareció tan alocado lo que decía.
- Dale parate y mostranos esa cola otro ratito…– invitó el mismo chico
- ¿Estás loco?... ¿qué te crees que soy?
- Una muñeca... dale... ¡un poquito!!... ¡si con esa pollera se te notan esos cachetes divinos a la perfección!!...
- Estás loco... – dije suave
- Dale… nena... danos un poquito más de carne... – rogó
- ¡Soy una mujer casada!!...
- ¿Y que tiene que ver?, dale... si es sólo una miradita, te levantás y chau!!... – los desgraciados me conmovían como nunca pensé... me enardecía verlos tan excitados. Mi adrenalina volaba ambigua en traviesas sensaciones, debatiéndose entre el miedo y el deseo... los dos se acariciaban los bananos sin vergüenza, disfrutando lo que veían y lo que imaginaban. Mi cola sentada, por lo visto, no dejaba de ser un manjar para sus ojos
- ¿Cuántos años tienen? – intenté conversar
- Dieciséis – dijo el barbudo
- Y yo diecisiete – completó el alto
- Son chicos aun... creo que... – rieron, sin dejarme terminar la frase
- ¿Chicos?... – preguntó burlón el barbudo – ¡Te cogeríamos como nunca te cogieron!!... ¿No ves acaso las vergas paradas que tenemos? – no supe que decir
- Veo que tienen las bananotas regrandes... chicos... por dios, tendrían que respetarme... estoy hablando en forma normal con ustedes...
- Mostranos esa colita… – insistió el alto
- ¡No!!... – grité casi, me repuse sonriente intentando alguna explicación, fue una mueca mi sonrisa – Eso sería provocarlos... mis carnes... son muy ampulosas...
- ¡Nena nos hacés sufrir!!... – murmuró el Tano caliente
- Si no salí corriendo... y si hablo con ustedes... es porque creo que están equivocados, muy equivocados... ¡¡no pueden ofender a alguien así como lo hacen!!... ¿yo qué les hice para que traten de esta forma?... chicos… no pueden humillar a alguien por tener una cola carnosa – dije con rabia
- ¡Oh!!... con que sensualidad dijiste “cola carnosa”... me pongo loquito... – el Tano ante mi asombro sacó el pijo, era enorme y oscuro, lo ocultó bajo su remera grande y sucia – ¡Mirá como lo tengo por esa cola car...no...sa!!
- ¡Nene!! – me quedé helada
- Es que me volvés loco...
- Pero... – y sentí miedo – Dios... a ustedes... ¿nunca les hablaron de moral... de respeto? – levanté el tono de voz
- Pero tampoco te enojés así!!... te estamos disfrutando pacíficamente... no somos violadores, ni te vamos a tirar del tren... y vos sabés lo hermosa que sos... sabés que tu cola es única... – comentó calmo el alto. Eso en algo me tranquilizó… suspiré casi aliviada.
- Pero... nene… ¡qué desgraciado!!!... como me vas a mostrar el pene??... – riendo me lo mostró nuevamente, le latía de calentura, un pequeño chorro de semen salió disparado. El otro sacó el suyo con carita de tonto. Sus ojos de corderos degollados estaban perdidos
- ¿No te gustaría sentarte en esta pija? – preguntó el barbudo
- ¿Estás loco?... ¿pero!!...
- Decime la verdad... ¡todas las mujeres mienten!!... me juego que algo te pasa por dentro al ver mi chota...
- Me da miedo... asco... rabia
- ¿Miedo de qué? – me miró sonriente
- De que se abusen... – dije con rabia
- Nosotros no somos violadores...
- Pero son unos irrespetuosos... ¿no entienden que soy casada?... soy una señora... – el Tano movió la cabeza hacia los lados
- ¿Y por qué me mirás el bicho con tanta admiración?
- Nene, soy una mujer... ¡respetame!! – dije gimiendo avergonzada y hasta con ganas de reírme porque se lo había mirado sin reparos
- Te causa placer mirarme la verga?... – el Tano rió alegre y sucio – ¿Y está mal que te guste mi chota?
- Ni lo pienses... me causa temor, jamás viví esto... deben creer que soy una estúpida por hablarles...
- Dale mostranos otro poquito de cola… – jugó el Tano
- ¡Ni loca!!... pero... chicos!!
- Solo verla... – rogó el otro
- No...
- No tenemos armas... no somos peligrosos... ¿por qué no? – pareció suplicar el mismo chico con carita de deseo
- Porque quedaría indefensa... podrían abusarse... – eso los conmocionó
- Nena un poquito... ¡mirá como las tenemos!!
- Paradotas... pero si les mostrara mis carnes... se abusarían
- No te juro que no... – el Tano olió el aire maravillándose – ¡Qué perfume rico a hembra!!... ¡oh nena me gustaría oler tus partes más íntimas... ¡sentirte el olor a culo!!
- ¡Dios... sos el más degenerado y cochino!!...
- Y vos sos exquisita... tu culito debe ser precioso... – musitó casi angustiado – Dale mostralo otro poquito...
- Si se los muestro me lo van a querer clavar... ni loca!!... – reí intentando ser cómplice antes que víctima. Sus risas de niños grandes estallaron calientes
- Me muero por verte otra vez ese culo... por olerte un poquito, me encanta tu perfume nena… – suspiró perdido el Tano
- No seas tan bruto...
- Aunque sea parate como hoy que te veíamos – suplicó el barba
- Sería provocarlos...– sentí mi corazón latir fuerte – Una buena mujer no hace esas cosas...
- Pero no seas mala... – rió el alto – Sería regalarnos un poquito de carne de culo, ¡¡sos hermosa nena!!... dale, regalanos eso... hacé de cuenta que recién llegas… y que ni existimos... hacélo y la terminamos... dale!!
- ¿Si me paro la cortan?...
- Te juro... dale… – insistió
- Bueno me paro pero la terminan... – dije firme, además estaba horrorizada por la suciedad del asiento. Me alcé ante sus ojos asombrados. El tren se movió al tomar un empalme, al intentar tomarme de los pasamanos quedé de espaldas, gimieron. Mi cola quedó parada a un metro de sus rostros.
- ¡¡Qué culo... mujer!!... ¿qué se sentirá al meterse entre esas carnes? – sentí rabia por sus palabras y por mi reacción que me escandalizaba. La vagina pedía desesperada esas pijas duras y jóvenes, mi mente horrorizada buscaba sosiego y calma, los miré por encima del hombro, tenían los pijos en las manos parados y anhelantes. El olor de sus sexos llegó a mis narices. Por un momento el temor y la ansiedad se confundieron. Estábamos yendo lejos. Acomodé la falda y caminé decidida hacia el vagón próximo… y fue el caos… estaba atestado, olía horrible, ni me animé a meterme entre la gente. Un tipejo me miró de una forma que realmente me aterró… regresé con el corazón a mil, pasé por al lado de los linyeras que dormían en la parte delantera y me acerqué a los muchachos que se alegraron de verme. El baboso que me viera me siguió con carita peligrosa, era petiso y gordo, desalineado. Me senté donde hoy me ubicara
- Que calor!!… – habló el hombre sentándose a mi lado. No respondí. Lo miré incómoda y descubrí que esos chicos no me asustaban comparándolo – ¿Viajas sola?
- Con mi marido… – lo corté
- Vamos… ¡no te hagás la difícil conmigo piba!!…
- ¿Qué dice?
- Que andás buscando hacerte unos pesos…- rió – Pero le erraste de lugar… vos estás para otros territorios…
- ¿De que habla? – ahora mi confusión y mi rabia llegaban límite
- Que estas muy provocativa… demasiado… – puso una mano en mis rodillas
- Hijo de puta!! – grité y le pegué un cachetazo con todas mis fuerzas. Se tomó la cara
- ¿Qué haces puta de mierda!!... te voy a reventar pedazo de tarada!!... – dijo furioso alzando una mano, entonces lo vi al Tano,. Lo alzó tomándolo de cuello por atrás y lo empujó hacia el pasillo. Su mirada era fuego
- Te vas viejo boludo!!… – el baboso salió rápido y asustado acomodándose la camisa. Suspiré agradecida, molesta, odiándome por tomar el tren a estas horas.
- Gracias…– le dije mirándolo, sonrió poderoso.
- Venite con nosotros…
- Ustedes son tan peligrosos como ese tipo…– susurré
- Si el gordo ese es de una hinchada de fútbol va a volver y no creo que venga sólo… muchos vuelven del partido de ayer… – y me aterró eso – Dale pelirroja sentate con nosotros… sentate…– pareció rogar. Me paré y caminé hacia el lugar. El asiento daba asco, en el otro un hombre que dormía se acomodó y siguió su sueño ignorándonos. Limpié el asiento intentando no girar, ahora me veían a centímetros.
- Uy pelirroja que caderas arqueadas que tenes... que concha hermosa debes tener… como se hunde en el medio…– habló el barbudo riendo como tonto
- Terminala nene!!… – musité firme, el chico se puso rojo. Y giré molesta, ni me importó ponerles el culo en primer plano. Limpié el asiento con las dos manos. Aullaron enfermitos con mi colota rebotando exagerada. Me senté.
- ¿De verdad crees que ese estúpido volverá? – pregunté espiando hacia el pasillo
- Por las dudas que crean que somos tres por eso no lo saco a patadas al viejo que está a tu lado
- Está bien… y gracias otra vez… si no intervenías esa basura me hubiera golpeado
- Si te llegaba a tocar lo mato al boludo ese!!...
- ¿Se la quería culiar? – preguntó el chico de barba al Tano
- ¿Y quien no?... – le respondió como si yo ni estuviera. Su pijo duro apareció terrible lo acarició – Mirá como se me pone la pija… que calentura tengo!!… – comentó costoso. El otro lo imitó. Me tapé la cara roja, incrédula
- Chicos… eso que hacen es una locura… guárdenlos... si?
- ¿Por qué tu marido no te coje?... lo cagaría a trompadas por boludo…– susurró el Tano tocándose – El que puede abrirte esos nalgones para saborearte el culo no lo hace!!…
- No seas desgraciado… nene esto es inaudito para mi… ¿cómo me decís esas cochinadas? – reí incrédula
- ¿Cuánto tenés de cola?
- Demasiado...
- Decime...
- Como ciento treinta... es enorme… y como la cintura es pequeña se ve aun más grande... – sonreí – Si supieras el complejo que me da tenerla tan grande... – confesé buscando su complicidad
- ¿Complejo?... nena tenés el mejor culo del mundo... ¡qué cola!!... es her-mo-sa... ¡qué placer sería verte desnuda!!... yo viviría para vos... – afirmó con admiración y hasta con respeto. Era el que más hablaba de los dos y el que parecía más calmo. Hasta lo imaginé más dominable, menos sacado a pesar de su bestialidad. El otro me miraba con una mezcla de baba y terror
- Chicos… ¿no pueden guardar esas bananotas?... huelen…– reí roja
- No puedo… – explicó el Tano – Me duele de parada… – agregó disfónico.
- Dios la cartera!!... – grité recordándola. Me paré y corrí hacia el asiento donde la había olvidado. No pude creer que aun estuviera. Regresé y me quedé parada
- ¿Qué te pasó ? – preguntó el Tano
- Había olvidado la cartera…
- Sentate… – me invitó
- Chicos me paro al lado de ustedes por si viene ese tipo… pero ese asiento es asqueroso… – y realmente temía contagiarme algo sentada en él. Me tomé del pasa manos que correspondía a los chicos. Quedé casi de perfil a ellos. El barbudo me miró goloso
- Pelirroja que caderas quebradas tenés… yo nunca había visto eso… esa conchita debe ser un sueño… – sufrió viendo lo que ahora le permitía a sus ojos
- ¿No queres que te haga upa? – invitó el otro mientras miraba sin reparos mi entrepierna
- Gracias…– reí moviendo la cabeza a los lados
- No podes estar parada con todo eso rico que tenes para sentarte…
- Te agradezco la invitación pero el asiento que me ofreces debe ser bastante incómodo – musité riendo
- Dale pelirroja… vamos a culiar un poco… enroscame la poronga con ese ojetito lindo…– rogó el Tano. Suspiré
- Que inmundo sos!!…
- Dale clavátela así me miro esa carita bonita gimiéndome mimosa…– preocupada miré hacia el pasillo, cruzando una pierna sobre la otra giré apenas y les regalé sin quererlo rebotes por miles. El grito doble explicó que se regodeaban con tamaña visión. Los miré roja
- Ay cuanta carne de culo… de concha… – explicó su enfermedad el Tano – Nena… ¿vos también estas excitada? – agregó esa pregunta irreverente
- ¡Ay no!!
- ¡Decinos la verdad... ¿acaso las mujeres no se calientan como nosotros? – me sonrió
- ¡No soy una puta!!... – advertí temblorosa. El hombre sentado en el banco de enfrente pareció resucitar, tosió rojo, me estudió asombrado
- Yo estoy seguro que estás excitada… pero no te animás porque sos una mujer casada y todas esas cosas que dijiste… pero me juego la cabeza que te encantaría sacarte la bombacha… – fue un susurró del barbudo. Suspiré sus palabras calmas, reprimidas
- Yo pienso lo mismo que este boludazo… que te gustaría sentarte en estas pijas duras... para que te rocemos la conchita… debe estar deseosa, mojadita… – se atoró el otro muy rojo. Mostró el pijo que masturbó suavemente. Gemí molesta, incómoda, incrédula. Eran dos terribles hijos de puta. Me estaban cogiendo con sus palabras, era de locos, era inaudito
- No sean chanchos... chicos... y vos guarda eso!!… – musité como una tarada... un mareo rico me cubrió. El otro lo imitó sacando el suyo
- ¿Sentis mi pija entrar en tu conchita rosa?... es muy dura y caliente… y tu cosita es suave… rica… te agarro de los costados para metértela y puedo verte el culo bien visto… puedo sentir el olor dulzón de tu culote… - bramó el Tano
- Uy si… y ahora te desclavás para sentarte en la mía…– gimió el otro – La tenés húmeda, crujiente, te rebota el culo cuando te ensartas…
- Ay que degenerados!!... – y reí en una mezcla de nerviosismo y deseo por las locuras que decían – Guarden esos bananotes… ay chicos… basta!!... no seas asquerosos
- Tu concha debe estar muy mojada... ¿te animás a negarlo?... – preguntó el Tano. Suspiré – Dale… ¡vení... y sentate un poquito en la mía!! – pidió ronco
- No... ¡¡ay no me molesten más!!... basta... ¡soy una mujer normal!!... una señora...
- Sos una mujer preciosa... vení… dale nena… me muero por sentirte el olor a concha… a culo… por disfrutar ese mundo de hembra... por sentir toda esa carne rebotando mientras te ensarto…
- No... – exclamé molesta. Era lo procaz y el tono exacerbado de sus voces lo que me excitaba. La vagina mojaba mi bombacha sin treguas
- Me la estás deseando por la concha... dame ese tajito suave… debe ser muy rosa…
- No... no quiero... ¡¡la terminan!!... – dije enojada tanto conmigo como con ellos
- Estás tan caliente como nosotros... – rió el Tano rojo – Si tu marido no te la da por el culo debes tener ganitas de saber como es… te debes imaginar que estás clavada en mi pija hasta los huevos… debes tener ganitas de saltar sobre mi verga con tu culo oloroso
- ¡Ay no!!
- ¡Ay que calentura tengo… que ganitas de carne… debe ser este calor nena!!... quizás debes necesitar que te toquemos...
- No... ¡ay déjense de molestar!!
- Tu concha necesita mi pija... tu concha no sabe que sos una señora... – lo miré perdida, y tenía razón… era una mujer excitada anhelando esas bananotas duras y olorientas
- Voy a tocarte el culo... vas a sentir mis manos... – susurró el Tano sin hacerlo – Nadie te va a hacer lo que no quieras...
- Estás loco... – le expliqué agobiada. En nuestro rincón, en pocos centímetros se desarrollaba todo; con suavidad acercaron sus manos, acariciaron con delicadeza la cola sobre la falda tejida. Gimieron desesperados al hacerlo
- No me toquen la cola... – requerí suave, pero cierto era que no podía apartarme
- ¡Qué culo divino tenés!!... qué firmes son las nalgas!!...
- Ya está... chicos... – susurré, pero mi voz me traicionaba, estaba deseosa, tan arrebatada como cuando Coco me manoseaba malsano. Sus manos suavemente alzaron la pollera. Parecieron llorar con lo rosa que se revelaba. La colota de costado saltó presurosa
- ¡¡Oh... esto es in-creí-ble... ¡nunca vi tanta carne rica… – sufrió el barba. El tano se sentó enfrente, acarició delicado sobre la bombacha… apresó con gusto lo repleto
- Chicos… ay no me toquen… – susurré acalorada, lejana. El Tano llevó una mano a mi entrepierna… y sintió lo húmedo. Me giraban suaves, me querían de espaldas, y yo regresaba a estar de perfil para no mostrarles
- Mi dios… que cola… si los cachetes le salen de arriba... qué redondos... uy cuánta pulpa tenés!!... – sufrió el chico de barba
- Basta... chicos... – rogué extasiada, incrédula… una mano corrió la bombacha sobre una nalga – ¡Ay eso no!!... – me escandalicé sin fuerzas. Otra vez el giro, cruce una pierna delante de la otra para que nadie ingrese en la concha
- ¡Ay qué zanja rica!!... ¡nena me voy a volver loco!!... no puede estar tan fuerte esta hembra – habló el Tano murmurando deseos, ansias. Y me removí para girar, para quitarles, y las nalgas saltaron asombrándolos. Sus respiraciones estaban pesadas, el frenesí los ganaba
- Chicos ya está... – la bombacha crema de encajes crujió por una de sus manos
- Nena... esto es un budín de pan... – me giró el barba, enfermo, rojo, ido mil veces
- ¡¡Chicos… ay déjenme!!... – y los miré avergonzada por encima del hombro, sus caritas parecían descompuestas… admiración, placer, lujuria, todo eso afloraba en sus miradas
- Estás llena de lunares... tu carne es rica… suave… – gruñó el Tano, y nuevamente corrió la bombacha
- Nena... qué guardas ahí… escondido… que es eso tan mimoso?… – preguntó embobado
- Ay no seas tonto... – musité sin fuerzas. El calor hacía que transpiren y la excitación que resoplen, toda esa carne recibía sus manos y sus alientos pesados – Chicos basta... – agregué ante el peligro que crecía… y un dedo se metió en la concha… perverso, ajeno, irreverente, calmando. Me removí en un gemido que rechazaba, y otra mano arrancó la bombacha. Ahora cambiaba todo… y gemimos por las carnes libres rebotando… ahora eso que querían se mostraba íntegro, escandaloso en formas ante sus ojos. Y sentí la sorpresa de saberme indefensa, en culo y en concha – ¡No!!... – grité, y ellos gruñeron incrédulos, perdidos, famélicos
- Dios... qué culo... mirá boludo… cuánta carne rica… en bolas!!...
- Ay... chicos!!... no me dejen con la cola al aire... ¡ay... no!!... – sus manos parecieron enloquecer… comenzaron a manosear desesperados – ¡¡Chicos basta!!... Ay no me deseen así!! – sollocé
- Muñeca... sos divina… tenés una cola rellena… ¡dame el carocito de tu culo olo...ro...so!!... – dijo el Tano afiebrado. Mi cola se debatía a escasos centímetros de los pijos duros. Sentí un beso en una nalga, y otro… y sus gemidos crecieron. El olor de sus sexos me excitó terriblemente, los necesitaba. El hombre miraba incrédulo con la boca muy abierta
- ¡Ay señor estos chicos se abusan!!... ayúdeme!!... – reproché en un susurro. Ante sus manoseos y para zafar, moví la cola para evitar sus manos, pero en el forcejeo caí en la falda de uno de ellos, ahora morían las distancias, sentí las piernas firmes y poderosas, sus alientos, las manos disfrutando mis carnes sin contemplaciones. El hombre gruñó encantado por lo que veía. Sin dudas mi cabello despeinado y mi retaceo mostraría la más lujuriosa de las escenas. Ellos tocaban mis nalgas y sus narices parecían embriagarse con el perfume de mi piel
- Nena que divina que estás... – susurró el Tano abrumado
- Ay... ¡no me toquen el cu...lo!!
- Quiero clavarme en tu culo oloroso... – gimió el chico de barba
- ¡Ay no!!... ¡no se abusen de mí!!... – pedí asombrada... pero... ¿qué me pasaba?... por dios que los deseaba... Miré al hombre que lascivo estudiaba como mi cuerpo se retorcía por escapar. Un pene durísimo acarició latiente recorriendo en la zanja. El placer y el temor se confundían, el olor de esas pijas salvajes llenaba mi mente de malsanos sentires. Horrorizada me removí, les era imposible meterse de alguna forma, sólo disfrutaban las carnes que acariciaban como locos.
- Nena dame el culito... ¡no puedo verlo pero siento el olor de ese culo!! – pidió el Tano que era quien me tenía sentada en sus piernas. Con su torso doblado olía y lamía las nalgotas. Mi cuerpo se inclinaba hacia adelante en una danza que pretendía cubrir en retaceos mi integridad, pero cierto era que el pijo que tocaba en el clítoris lograba excitarme. Quería eso dentro... lo rechazaba. Mi concha traicionaba mi mente de señora casada, de mujer sana.
- ¡Qué mujer sos… uy divina dejate clavar por el orto!!!
- ¡¡No ay!!... ¡qué me va a doler!!... no se lo doy ni a mi marido... – musité escandalizada, el hombre ofuscado se pasó la mano por la frente
- Te vamos a culiar pelirroja... mirá como me ponés la porra... – gruñó el barbudo
- No, me lo hagan... chicos!!... – supliqué tomándome del pasamanos del asiento de adelante, intenté levantarme, pero solo logré caer en la falda del barbudo quien recibió el regalo con el mayor de los placeres
- ¡Uy cuanta carnaza suave tocándome la verga!!... – refunfuñó apretando los costados, la zanja de mi cola terminaba en su pecho, llevó su rostro al lugar y pasó la lengua – ¡Mujer que perfume dulzón tiene tu ojete!! – me removí, regalándole más carne que goloso lamió. El Tano corrió mi blusa sin hombros y el corpiño… las tetas al desnudo saltaron aun firmes
- ¡Qué buenas tetas tenés!!...
- Dejalas... – rogué perdida. Sus manos tomaron con ansias los senos, puse las manos en los pezones pero él comenzó a lamer mis dedos mirándome a los ojos
- ¡Oh que pezones hermosos!!... son como uvas rosadas... – gimió encantado al tomar uno entre sus labios
- ¿Está bien de tetas? – preguntó el chico detrás de mí
- Las tiene tan hermosas como el culo... grandes... divinas... ¡oh qué turra!!... – me alcé para sacarle los budincitos de la boca, pero sólo logré darle más cola al barbudo que aprovechó para abrir la zanjona, su lengua tocó en la roseta del culo
- Nena... ¡uy qué cu...lo!!... ahí está el ojetito cochino... – murmuró embelesado
- ¡¡Ay no me lo beses!!... ¡chicos!!... ¡ay señor ayúdeme, me quieren coger!! – el hombre me miró aterrado, por el bulto la situación lo mortificaba
- Ponete contenta nena... nadie te va a ayudar... te vamos a partir ese culo precioso... – aseguró el Tano que manoseaba anhelante todo lo que podía. Sus labios bajaron a mi ombligo, lo besó con deleite – ¡Qué pancita perfecta!!... – suspiró
- Déjenme... ¡ay, salgan!!... – mis manos cubrían la concha, él las apartó con fuerza
- ¡¡Uy barba!!... ¡si le ves la concha te morís del placer!!...
- Prefiero mirar este culo divino... – respondió besando la zanja apretada y repleta
- Tiene una conchita rosa y gordita.... bien depilada... cerradita… ¡uy se la voy a morder!! – llevó una mano a las comisuras de la vulva allí donde la ingle la formaba y acarició el lugar, sus ojos estaban rojizos de pasión, me miró embelesado, perdido, alzándose lamió las tetas
- Nene... salí – balbuceé, si me movía demasiado me clavaría en la pijota del barbudo, por lo que no podía evitar demasiado sus caricias – ¡Basta!... ¡ay... me juraron que no me harían nada... chicos!!... – el hombre mayor se relamió mirando la escena
- ¿La vas a defender o vas a mirar como le partimos el culo? – preguntó el Tano, el hombre lo miró temeroso
- Por mí hagan lo que quieran muchachos... yo no quiero problemas... – su voz sonó gruesa y excitada. El Tano abandonó mis tetas y se quedó paralizado mirándome la concha
- Ay no sean malos... ¡no sean perversos!! – miré al hombre con mi boca entreabierta, se mordió el labio inferior
- ¿Cómo se llama ese tajo rosa nena? – preguntó el Tano
- Con...cha...
- Te la voy a chupar bien chupada... ¿querés?
- Salí... – sus manos jugaron en el clítoris
- Qué cosita... ¡tenés una empanada de carne fabulosa!!... ¡qué cerrada!!... nena... ¿acaso nunca cogés?... – sus labios acariciaron el montículo de carne y su lengua tocó la hendidura suave. Suspiré – ¡Uy te gustó!! – dijo lamiéndome
- No... ay salí...
- Dejate hacer... ¡si la querés tener adentro!!... – replicó. A mis espaldas el barbudo chupaba una nalga como si en ello le fuera la vida
- ¡Ay no!!... dejenme la con...cha... y el culo… que está mal!!... – pedí abrumada removiéndome mientras su lengua daba golpecitos suaves en el clítoris. Sentí el pijo recorrer maligno la zanja de la cola, la cabezota irreverente y dura presionó en el ano... me removí y zafó hacia arriba.
- Dásela barba... ¿no podés?
- No puedo... – gruñó el otro desesperado... ¿y uste qué mira? – preguntó al hombre sentado enfrente, tenía camisa y corbata, pinta de vendedor de ocasión
- Nada muchachos…– respondió rehuyendo la mirada, no se animaba a marcharse pero tampoco estaba convencido de quedarse
- ¿Cómo que nada… o es tarado? – el barbudo pareció enojarse
- Bueno... veo una hembra espectacular, no? – rió tontamente
- Describila... – jadeó el chico que me tenía en su falda
- No chicos... déjenlo... ¡Basta!!... – pedí, el Tano se apartó de mi concha quedando de rodillas a un costado. Le gustó el juego que proponía su amigo
- Describila viejo – le ordenó divertido
- Es una mujer preciosa… pelirroja y de ojos celestes… – sonrió aterrado
- ¿Y qué más?... – lo instó el Tano a que siga
- Bueno… yo no se describir… pero tiene una concha preciosa, apretada… unas caderas increíbles... la piel debe ser suave no?… es muy blanca… mejor dicho de un rosa muy clarito… llena de lunares... y que lindas tetas…
- ¿Te gusta esa concha viejo?
- ¡Uy sí... la tiene preciosa!!... eso veo... – pareció encogerse asustado. El Tano se irguió
- Che viejo... ¿alguna vez te cogiste una hembra así? – preguntó peinando su cabello sucio. El hombre rió
- ¡¡Claro que no!!... ¡¡jamás!! – se relamió. Me removí alzándome un poco, el movimiento logró que el pijo encuentre los labios mayores. Ese roce fue un segundo, un atisbo, una caricia desmerecida, temblé en sensaciones contrarias… era duro, terrible, peligroso, eso era carne buscando saciarse… y me colmó el olor, los gruñidos, el latido malsano… un segundo… sólo fue eso. Y se metió en mi concha. Escandalizada gemí, como si esa entrada me aliviara en vez de tensarme… suspire mi arrobo, ahora estaba adentro… ahora me estaba cogiendo...
- ¡Uy la ensar…té!!... – pareció llorar el dueño de esa pija dura. Era fiebre dentro, un descontrol de carne que jugaba con olores y humedades. Los otros miraron azorados – ¡Tano... se la mandé por la con…cha!!... es rica… la tiene ri…ca!!... – y sufrió al decirlo
- ¡¡Ay... no!!... ¡sa..ca...la!!... – lloriqueé avergonzada por los rostros transformados
- ¡Qué hijo de puta!!... mirá la argolla rosa que te estás clavando!! – dijo el Tano incrédulo. El viejo rió nervioso
- Se la metiste pibe... mirá como se la comió... y hasta las pelotas!!
- ¡Ay sacámela... qué soy casada... ne...ne!!... ¡ay!!... – supliqué, pero sólo era mi mente quien la rechazaba
- ¡¡Oh… qué con...cha divina!! – gruñó el barbudo baboso – Es exquisita... me la aprieta... ¿tu marido la tie...ne muy chi...ca?
- ¡¡Sa...ca...la!!... ¡ay nene... no!!... ¡saca...mela de la… con...cha!!
- Respondele... – pidió el Tano – ¿La tiene chiquita tu macho?
- Sí... – respondí colmada, hembra, el pijo era una caricia…
- Dejámela un poquito a mi barba... ¡uy que hijo de puta... mirá como te la cogés!!... – habló el Tano excitado.
- Ay boludo... ¡qué mujer divi…na!!... uy después no vamos a querer cogernos a ninguna otra!!...
- Dejámela... – insistió el otro. Me tomó del brazo alzándome. El barbudo gruñó molesto cuando el pijo salió. Me dejé caer a su lado
- Chicos... ¡Basta!!... – avergonzada tapé los pechos y la concha
- Mostrame ese culo... – ordenó el Tano
- ¡No!!...
- Dale nena arrodillate y rezá para mí
- No seas degenerado... ¡basta!!... – supliqué incómoda, humillada, caliente, sus ojos ahora parecían los de un loco
- Mostrame ese ojete precioso
- No porque lo vas a querer romper... – musité
- ¿Vos le viste el culo a esta hembra? – preguntó el Tano al hombre de corbata
- No... muchachos no se lo vi... – y su rostro mostró expectativa por verlo
- Uy viejo... ¡imaginate el mejor culo del mundo... el más parado y redondo!!... ¡lo tiene así!!... – explicó riendo mientras hacía un redondel exagerado a la altura de su cola
- ¿Sí... tanto?... – preguntó como un imbécil
- Mostráselo un poco a este hombre... no seas mala… – pidió baboso
- No... chicos... en serio… ¡ay basta!!... – el Tano se acercó y separó mis piernas, llevó el pijo a la concha y lo clavó hasta el fondo... – Nene – gemí escandalizada, nos miramos a los ojos en los míos había sorpresa, en los de él lascivia
- ¡Que concha di...vi...na… tenés... – gruñó clavándose con fuerza, sus labios lamieron mis pechos como si fuesen golosinas
- ¡Basta nene!!... salí... – pedí molesta, pero necesitaba que siga, un orgasmo maravilloso me cubrió desde la espina dorsal mareándome por completo, me pareció lejana su cara roja y su olor a transpiración.
- ¿Que te hago?
- Me cogés por la con...cha… des…gra...ciado... – dije mansa mirando esos ojos bestiales
- ¿Alguna vez te comiste una verga grande como la mía?
- No... jamás... – era la más grande de las dos
- ¿Y qué sentís?
- Que está mal... ¡ay... ne...ne... no!!...
- Mentís... decime la verda... decime!! – ordenó lamiendo las tetas
- Sos un turro... me la das!!...
- Nena me encanta darte con la chota!!...
- ¡¡Qué du...ra la tenés!!... – musité apesadumbrada, el placer incorrecto me ganaba
- Quiero sentarme así te la clavás!!
- ¡No... ne...ne!!... – la sacó, quedó parado a mi lado. Su pijota negra y enorme tenía gotitas de semen en la cabeza roja
- ¡¡Oh!!... si no la saco acababa, nena... – cerró los ojos, el barbudo que había permanecido mirando alzó una de mis piernas, quedé medio de costado, ante mi sorpresa quitó rápido las medias y lamió mis pies, mis rodillas... jamás me habían hecho esto!!... ¡¡me violaban, me adoraban!!
- Nene... – gemí asombrada, pronto su cabeza llegó a mi centro. Sin vergüenzas cerré los ojos e incliné la cabeza hacia un costado – Tu…rro… – gimoteé incrédula por ofrecérmele con deseo. Paladeó mis carnes adorándome, pellizqué el inmundo asiento de cuero roto y sucio. Mis sentidos en alerta parecían amplificar ruidos y olores, sentía el traqueteo del tren, sus interjecciones calientes, el olor de sus pijos. Con los ojos entrecerrados vi los rostros embobados estudiándome
- Uy... nena… así me gusta que te quedes mansita!!... – gruñó el Tano – ¡Che boludo que buena que está!!... ¡cuánta carne rosa!!... ¿te gusta como te cogemos?
- ¡Ay son unos hijos de puta!!... – gemí desconocida. Desde las relaciones con mi tío que no sentía tanto morbo... sin dudas estaba loca... entregada, mimosa, hecha una puta sin treguas
- Vení parate... – ordenó el Tano, corrió a su amigo y me alzó, por primera vez quedé de pie a su lado, tenía mi altura. Tomó una de mis manos y la apoyó en su pijote enorme, era como un banano encorvado hacia arriba – ¡Así... tocame el chorizo!!... – suspiró
- ¿Saben lo que estoy viendo aquí atrás? – preguntó el barbudo a mis espaldas
- Mis posaderas nalgudas... – gemí
- Sí, tus olorosas partes traseras, tus cachetones rosas y saltones... te los voy a chupar, mi religión me lo permite... – aclaró riendo caliente, se abrazó a mis caderas y lamió con desesperación y desenfreno la cola
- Uy loco... ¡¡chupale el culo!!... así... chupáselo... – rió su amigo mirando detrás de mí – ¡¡Qué culo grande barbudo, tu cabeza desapareció entre los gajos!!
- ¿Para tanto es?... – habló el hombre, y pareció arrepentirse de hacerlo
- ¡¡Vos no te imaginás el pedazo de culo que tiene esta divinura, está para darle por el ojete toda la vida!!... – afirmó el Tano
- Chicos no... ¡¡ay!!... basta... déjenme la cola... – pedí mirando a los ojos al Tano
- ¿Sabés nena?... me encantaría regresar a casa y tenerte en pelotas con todo ese culo al aire esperando mi chota bien dura... – confesó deseoso. Acaricié su banano mientras examinaba sus ojos, sentí la lengua en el ano y un beso amoroso en la oculta roseta
- Ay no seas chancho nene... no me chupés... el cu...lo... ay que debe estar oloroso... sa...lí!!.... – suspiré sin dejar de mirar las pupilas de mi verdugo – ¡¡Ay decile a tu amigo que salga de ahí!!... – reproché mimosa apretando su pijona dura. Eso le encantó. Mi mirada recorrió sexy sus labios, desesperado lamió mi cuello y senos
- Nena apretame la cho…ta...
- Ay tu amigo me lame el cu...lo... – le conté y bajó a la concha. Lamían deseosos, absortos… encantados de carnes, saboreaban secretos, paladeaban olores, mi culo y mi concha. Buscaban incesantes darme placer… eso hacían… y lo lograban. Era lo extraño… lo bueno entre tanto malo… Ni sé porque lo hice pero acaricié la cabeza del Tano. El hombre de corbata se transformó íntegro, rojo suspiró la escena
- Degenerado... le gusta ver como me chu...pan... – musité
- Me encanta... usted está para saborearla señora…
- Ese chico me lame el cu...lo – dije mirándolo a los ojos, la lengua ansiosa y traviesa intentó clavarse en el ano
- Así boludo... chupale el ojete a esta hembra... – gimió el Tano – ¡Yo estoy en la concha, en esta rosada y hermosa argolla!!
- ¡¡Uy pelirroja!!... ¡cómo te voy a dejar el orto!! – me sentenció el barbudo con el rostro engolosinado entre las nalgas, su cabeza se perdía allí, sus manos aferraban los cachetones… los abría y cerraba como si el rebotar de tanta carne le diera el mayor de los placeres
- Salí de mi cola… que debe estar oloro…sa... – gemí avergonzada.
- Amo el olor de tu cu…lo…– dijo perdido
- ¿Te gustaría tener las dos vergas? – preguntó el Tano – ¿Querés una en el culo y la otra en la concha?
- ¡¡No... eso sí que no!!... por favor... no me lo hagan los dos... – respondí aterrada
- Entonces te vamos a romper el ojete... nos vamos a meter de a uno y hasta las pelotas en tu culo cochino... – afirmó maligno, me atemorizó su tono, no quería eso
- Señor... ayúdeme... me van a destrozar la co...la... ¡ay eso no!!... quieren que se los entregue... – el hombre respiró pesadamente
- Señora yo... no estoy – habló en un temblor. El Tano rió
- ¡¡Si te ve el culo, el mismo saca la pija y te la manda nena!!
- ¡No!!... él no es como ustedes...
- ¿Que no?... dale girá... mostráselo... y vas a ver!!...
- ¡No!!... – grité. Me tomó de un brazo y me giró suavemente. El otro chico se paró, se quedaron mirando mi cola desnuda tomándome de ambos brazos. El silencio fue total, atroz, despiadado. El hombre que estaba sentado a mis espaldas, me vio por primera vez de atrás y en primer plano
- ¿Y don, qué le parece?
- ¡¡Mi Dios!!... tenían razón... ¡¡Uy qué cu-lo!!... que pedazo divino de culo!!... – musitó atónito riendo su calentura y conmoción – ¡Es… es-pec-ta-cu-lar!!... ¡¡yo nunca vi algo así!!...
- ¿Está para cogérsela?... ¿está para partírselo en dos? – preguntó el Tano
- Sí... huy... ¡realmente es increíble!!... ese culo pide pija pibe!!
- ¿Viste?... este señor tan amable, en vez de ayudarte te quiere romper el culo!!
- ¡¡Qué malos son!!... chicos, ¡Basta!!... – giré para sacarle mi cola horrible de los ojos, ambos se sentaron. Se pelearon entre risas por sentarme en sus faldas, los pijos enormes apuntaban amenazantes, la bananota del Tano tuvo más suerte, entró hasta el fondo de la concha. La penetración brutal y cálida nos hizo gemir a los dos, me moví sobre la pitona... entregada, despeinada, lujuriosa, mil veces puta.
- ¡¡Oh nena que fuerte qué estás!!... – susurró dándome
- ¡Ay malos!!... ¡qué pijas tienen... ay!!... qué mal...di...tos... – el barbudo se paró y me puso el pene en la boca, el olor de su sexo era fuerte, asqueroso, rico
- ¡¡Chu...pa...la!!... – ordenó
- ¡No!!...
- Chupame el choto... – insistió. Mirando a los ojos del hombre de corbata comencé a saborear el banano duro que se metía hasta mi garganta... tuve deseos de morderla, de comerla, entrecerré los ojos al sentir otro orgasmo maravilloso
- ¡Qué bien que me la chupás nena!! – gimió embelesado
- ¡Uy pibe!!... hacésela chupar y mandásela por el ojete... – pidió el viejo
- ¿Te gustaría ver eso viejo?... ¿querés ver como se la mando por el orto?
- Sí claro que si... ¡con el culo que tiene!!... – rió estúpido. Saqué el pijo y lo miré con asco
- Usted es más degenerado que ellos!!... ¡ay en vez de ayu...dar...me… los alien...ta!!! – le reproché
- No le hables al viejo chupala…– pidió el barbudo presionando en mis labios – lo chupé como si quisiera arrancárselo.
- Uy… esta hembra me va a hacer aca…bar... – gritó sacando el bananote de mi boca
- Está divina... – suspiró el Tano ensartándome desesperado, mi cuerpo rodaba en su pijona causándome locura, placer, lujuria
- Ay... nene... ¡¡qué pijo tenés!!... ¡¡qué gua...cho!!... – gemí mirándolo sobre el hombro
- Pelirroja te quiero disfrutar por el cu...lo!!
- No... por ahí me va a doler.... no seas ma…lo... – pedí moviéndome sobre él
- ¿Vamos a culiarla Tano? – preguntó el barbudo acercando nuevamente su pijo a mi boca
- Sí... boludo... mas vale… mirá que nos vamos a perder ese culo!!... le va a encantar!!...
- No, chicos... ¡el trasero no!! – pedí en un ruego – Si ya se sacaron las ga...nas... de coger...me... de tenerme desnuda!!... – rogué. Los pijos latían, uno dentro y otro a escasos centímetros de mis ojos
- ¡Cójansela por el culo!!... – pidió el viejo sucio babeándose
- No sea así... ¡ay... no los inci...te!!... ¡jamás me lo hi...cie...ron!! – me removí en el pitón, me tomé del pasamanos del asiento de enfrente. El chico me desclavó, quedé parada mostrándoles mi enorme cola indefensa que rebotaba repleta de carne.
- Vení nena dame el carozito de esa cola que baila... ¡dame ese ojete mimoso!! – rugió el Tano sentándose. Con la pija dura acarició mis posaderas esperando que me siente, que me sacrifique en su vara
- ¿Estás loco?... ¿querés empalarme en tu bananota por el culo?... – pregunté asombrada mirándolo por encima del hombro, vi mis cachetotes y el oloriento pijo que palpitaba enorme

CONTINUARÁ???

9 comentarios - La pelirroja del tren

GREATLOOSER +2
la puta que lo pario...

que continua pq sino se arma....

muy bueno man..
jerly
INTERESANTE 😀 😀
Relojero

Qué relato! al principio me pareció un poco pesado toda la conversación. Luego me resultó un tanto chocante cuando avanzaron. Y al final quedé con ganas de saber más.

Muy bueno, espero la segunda parte!
eco-gol
buen relato, salio de lo comun
GrEk0
quien es el autor ??