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La Compu

Si no leyeron el relato anterior aca se los dejo:

https://m.poringa.net/posts/relatos/6164212/La-luz.html


Cuando todo se estaba yendo por las ramas, golpearon las manos. No lo podía creer: ni había llegado a sacar la pija aunque sea para pajearme mientras disfrutaba de sus jugos en mi boca.
El recuerdo todavía me calienta.
—Salí, salí rápido! —me dijo Marce.
Volví a subir a la escalera; total, seguía vestido. Marcela se acomodó el pantalón y salió del cuarto a ver quién era. Era una amiga del barrio que había pasado a saludar. La tarde siguió normal: un poco de charla y mate hasta que mi novia volvió y nos fuimos a casa.
Pasaron los días y todo siguió igual. No cruzamos mensajes sobre lo ocurrido; entendimos que había sido algo del momento, sin más.
Una tarde, tranquilo en casa, me llega un WhatsApp. Era Marce: tenía un problema con la compu. Era habitual que me escribiera cuando le pasaba algo así.
—Mati, cómo estás? Tengo un problema con la notebook, me podrás ayudar?
—Hola, Marce. Todo bien por acá. Sí, obvio. Te tira algún cartel o algo? Pasame una foto.
Me manda una foto con la pantalla en negro, como si estuviera apagada.
—Querés hacer una videollamada y me mostrás mejor?
Suena el celular: videollamada de Marce. Me explica que la compu está prendida pero la pantalla sigue negra.
—Ves? Tiene las luces prendidas pero no se ve nada.
Cuando me muestra la pantalla, en el reflejo la noto sentada de indiecita en la cama. Y no sólo eso: se llegaba a ver la bombacha que tenía puesta, blanca y violeta con lunares, un relfejo borroso pero incofundible. Se me puso la pija como piedra, me dolía; no me dejaba pensar.
—Ves, Mati? No sé qué le pasa.
—A ver, qué luces quedan prendidas? —tratando de hacer tiempo para seguir mirando el reflejo.
—Mmm… sólo esta de acá.
—Ah, bueno. Hagamos una cosa: mantené apretado el botón de power así la forzamos a apagar y vemos si se tildó o es otra cosa.
Mientras ella mantenía apretado el botón, apuntaba con el celular la pantalla y, sin querer, dejaba ver esa entrepierna. Me dejé llevar y me bajé el pantalón y el bóxer para, esta vez, sí hacerme una buena paja pero no me di cuenta de algo…
—Mati, estás bien? Por qué se mueve tanto el celular?
—Sí, todo bien, Marce —le respondí, quedándome quieto como estatua.
—Ay, nene… No me digas que te estás pajeando. Ya me di cuenta de que sos bastante pervertido… y rápido. Dejate de joder! Te estás calentando mirando una pantalla negra?
—Bueno… no es sólo una pantalla negra.
—A qué te referís? Podés dejar de mover el celular?
—Es que en el reflejo se te ve la bombacha.
—Ah, no puede ser que te calentó verme apenas la bombacha? Por Dios, no podés ser tan pajero.
—Bueno, decime vos si no me calento…
Di vuelta la cámara y apunté a mi pija, latiendo, con las venas marcadas de lo dura que estaba.
—Ah, bueno… pero vos te ponés así por cualquier cosa, nene? No lo puedo creer. Igual debo admitir que hace mucho no veo una pija tan erecta. Mostrame cómo acabás.
—Epa, así sin más pedís? No me vas a ayudar con algo?
—Me parece que ya te ayudé bastante, pendejo… pero bueno, mirá.
Se dio media vuelta, se levantó el camisón y enfocó su cola.
—Esta bombacha vieja te calienta? Es medio de abuela, pero es cómoda.
Era una vedetina, nada “especial”, pero la situación me tenía a mil.
—Qué rico orto tenes Marce.
—Pero si no ves nada, nene… A ver si así ves mejor.
Agarró la parte gruesa de la bombacha, la arrugó y se la coló toda en el medio del orto, estirando la tela al máximo. No hizo falta más: empecé a tirar lechazos por todos lados.
—Ah, bueno… Veo que te gustó ver cómo mi colita se come trapo, pendejo.
—Me encantó

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