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Me reencontré con una milf reputa (5) con gifs

Quinta parte del relato. Recomiendo para entender la secuencia leer las entregas anteriores que encontrarán aquí:

http://www.poringa.net/posts/relatos/6149967/Me-reencontre-con-una-milf-reputa-1.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/6150043/Me-reencontre-con-una-milf-reputa-2.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/6150484/Me-reencontre-con-una-milf-reputa-3.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/6151202/Me-reencontre-con-una-milf-reputa-4.html


Importante: Este relato es completamente real.

Esta vez logré (con mucho trabajo) generar algunos gifs así que tengan paciencia a que se carguen.


Llevo pocos relatos subidos, me serviría mucho que me dejen comentarios para ir mejorando mi estilo.


Un intervalo forzoso

Después de lo que les conté en los episodios anteriores, se dificultó un poco volver a coincidir con la milf reputa. Ella viajaba mucho por su laburo, y yo anduve también en otras cosas. Cuando quise acordar, a un chino se le ocurrió cenar sopa de murciélago y lo que se desencadenó lo conocemos todos: covid, aislamiento social, preventivo, obligatorio y la puta madre que lo parió.

Para cuando empezó a abrirse la cosa, de a poco, la milf reputa había reformulado su medio de vida. No, malpensados, no se dedicó a hacer por plata lo que antes hacía simplemente por trola. Se puso un showroom donde poder recibir a sus clientas con ciertas garantías para prevenir los contagios del covid de mierda.

Si bien no habíamos vuelto a vernos en persona desde el garche, cada tanto intercambiábamos whatsapps o DM en alguna red social. Y así arrancó la cosa en aquel momento.

-No, boludo, no sabés. Me tuve que poner un showroom, alcohol en gel, atender a las minas con barbijo, ¡un quilombo!
-Claro, no iba ninguna, si no…
-Y no, olvidate. Decí que está todo tan parado que me tiraron por la cabeza este departamento. Alquiler barato, está bien ubicado, agendo citas una por una, que no se me junten clientas…
-Bueno, es más de lo que pudieron armar muchos a los que se les cortó todo con esta cuarentena del orto.
-Ni me digas. Igual no se vende un choto. ¿Qué mina va a venir a comprar ropa importada si la gente se la pasa en la casa en pijama?
-Uy, sí.
-Vos tendrás a quién regalarle algo, podrías pasar y te muestro.
-Jajaja, novia no tengo, a mi vieja no la veo con lo que vendés vos…
-No creas, ¿eh? Vos no sabés la de señoras que vienen y algo se llevan. Tengo accesorios, de todo…

La verdad es que con la cuarentena a mí también me habían bajado los ingresos, no estaba para comprar una boludez que mi vieja probablemente ni quisiera usaría luego. Pero aparentemente lo que tenía de trola lo tenía de buena vendedora.

-Mmmno sé…
-Dale, vos venite que vas a ver que algo le vamos a encontrar. Mañana, por ejemplo, tengo una clienta a las 2 de la tarde y después nada. Te podés venir.
-Bueno, voy para conocer tu showroom y tirarte buena onda, pero no creo que…
-Listo, te paso la dire por google maps.
-Ok
-Te dejo que está llegando una clienta ahora y tengo que abrir todo por la ventilación cruzada y la mar en coche.
-Jaja, besos.
-Bye



Rompiendo el aislamiento

Al otro día, a la hora señalada, le mandé whatsapp avisándole que estaba abajo. En el edificio no veían con tan buenos ojos el uso profesional, algunos departamentos eran vivienda, y temían que el virus quedara pegado en los ascensores si subía y bajaba mucha gente, no sé, las boludeces de esos tiempos. Igual subimos por escalera, eran apenas dos pisos hasta el departamento de Vale.

-¡Bienvenido!- me dijo cuando pasamos y nos sacamos los barbijos.

La verdad que estaba bien puesto. En una habitación tenía unos sofás de un cuerpo y un probador. En la otra, percheros con ropa de mujer. A primera vista, no había nada para una señora de la edad de mi mamá.

-Che, ¡te lo armaste re lindo!
-¿Viste? Lo único es que sólo se puede fumar en la cocina. ¿Te jode?
-No, pada nada.
-¿Me acompañás con una birrita?

Fuimos a la cocinita y nos sentamos frente a frente en unos taburetes, una especie de banquetas altas que tenía ahí. Cerró la puerta que comunicaba con el resto del showroom, prendió el extractor y abrió una ventana.

-Uy, me queda una sola lata –dijo Vale.
-No pasa nada, compartimos. No me viene mal aflojar, desde que empezó la pandemia estoy chupando mucha birra.
-Ay, ni me digas, ¡yo también!
-O sea que la pandemia no te cambió en nada.
-Jajaja, no seas turro.
-A mí me gustan las artesanales, algunas hacen delivery a domicilio.
-Yo del estrés no hice más que comer y chupar, me siento re gorda –dijo levantándose apenas el remerón que tenía y permitiéndome ver la cintura de su jean.
-Dejate de joder, cero. Yo sí estoy más panzón.
-Pero a ustedes les queda sexy la pancita.
-Vos pancita no tenés –dije estirando la mano y acariciando la pequeña franja de piel que había descubierto entre el jean y el remerón que todavía no se había soltado.
-Jajaja, cortala. Tomá –me dijo pasándome un vaso con cerveza-. Brindemos.
-¡Por tu showroom!
-¡Por mi showroom!

Le dimos unos sorbos y charlamos un par de boludeces sobre cómo habíamos pasado lo más estricto de la cuarentena. No mostraba ningún apuro por venderme nada. Su remerón tenía el cuello suelto, mostrando bastante escote. Al ser tan blanca, se le notaba que ya había empezado a tomar sol.

-Che, ¿y dónde estás yendo a tomar sol ahora?
-Voy a la plaza, pero de vez en cuando…
-Pero ya tenés colorcito -le dije señalándole la clavícula descubierta con la misma mano que sostenía mi vaso.
-Na, yo me veo re blanca.
-Esto es estar re blanco –le dije apretándome la piel del brazo con la yema del pulgar.

Cuando te apretás la piel y soltás de golpe, se te pone blanca, realzando el contraste con la piel de alrededor si está bronceada. Que no era mi caso.

-En cambio vos…

Le hice la misma presión pero en su pecho, justo debajo de la clavícula.

-Mirá lo bronceada que estás…

Bajó la vista a su propio pecho y yo, en vez de apartar la mano, la metí dentro del escote y la llevé a su teta, acariciándola en pleno.

-Ah, listo –dijo ella.

Cuando alzó la vista me la chapé. Que se pudra todo, si había que agarrarse el covid que fuera por chupar esas soberbias tetas.

-Ufff, ¡hijo de puta!

Yo no sé si era por el encierro o la abstinencia de la cuarentena, pero chupaba y manoseaba como cuando era adolescente. Sin despegar mi boca de sus tetas, le desabroché el cinturón y el jean para poder meter la mano adentro de su tanga.

-Ah, bueno, no perdés tiempo.
-No sabés la de leche que tengo para darte.
-Menos mal que sigo tomando pastillas.
-¿O sea que querés que te coja a pelo, putita?
-¡Obvio! Pero vamos a otra parte.

Sin abrocharse el jean me agarró de la mano y me llevó al hall del showroom. Había un sofá de un cuerpo y ella se sentó en uno de los brazos, no sin antes terminar de desnudarse.

-A ver, guacho, si la seguís chupando como me la chupaste aquella vez…

Al toque me arrodillé ante esa diosa. ¡Qué lindo es chupar concha! Para torturarla un poquito, empecé a darle chuponcitos sobre el pubis, que seguía depilado, impoluto, sin un pelito. Después le lamí las ingles, el pliegue entre el papo y la pierna. Sentía cómo se retorcía de anticipación y ansiedad.

-¡Qué hijo de puta que sos!

Mirá que la recordaba ansiosa, pero estaba desenfrenada. Me agarró la cabeza para llevarla directo a su vulva caliente. No me quedó otra que pegarle un buen chupón al clítoris y entrar a paletearla con la lengua. Me chapé su concha, no hay otra manera de contarlo, y empecé a meterle de a dos dedos porque me pareció que con uno solo no la iba a conformar.

-¡Ay, sí!

Puse los dos dedos juntitos, con la yema hacia arriba, y arranqué a acariciarle el punto G haciendo el movimiento de “vení” adentro de su cajeta. Mis labios no le daban descanso a su clítoris y en poco tiempo la concha de esta puta era tremendo charco. El temblor de sus piernas me anticipó que iba a acabar.

-¡No pares! ¡No pares! ¡Sí!

Me apretó la cabeza con las piernas para asegurarse de que no se la dejara de chupar. Cosa que no pensaba hacer, claramente.

-¡Me voy! ¡Me voy!

Su flujo me empapó todo el mentón mientras llegaba al orgasmo. Al levantar la vista pude ver que ella jadeaba, tratando de recuperar el aire, con la cabeza hacia atrás. Aproveché a pararme y sacarme zapatillas, jean y toda la ropa. Cuando me sacaba el bóxer pareció reaccionar.

-Vení para acá, vos.

Me sacó la pija, ya casi parada del todo, y se encargó de terminar de endurecerla apretándomela con una mano y chupándola con ganas.

-Metémela, ¡no puedo más!

Así como estaba abierta sobre el apoyabrazos del sofá me incliné un poco y le metí la pija. La quería pincelear, pero estaba tan mojada que la cabeza entró de una, después se fue ensanchando de a poquito hasta que logré metérsela hasta los huevos.

-¡Aaaah, qué pija gorda que tenés!
-¿Esto querías putita?

Empecé el metesaca despacito, lento. La postura no era la más cómoda para mí, aunque lo compensaba tener a la vista y a la mano esas tetas que tantas pajas me habían arrancado durante la cuarentena. Mandé dedo pulgar al clítoris y empecé a masturbarla para que frunciera bien fruncida y, de paso llegara al orgasmo antes de que a mí me llegara un calambre.

-¡Hijo de puta!
-Te gusta, ¿no? Te gusta, putita…
-¡Sí!
-¿Querías pija?
-Quería tu poronga gruesa en la concha.
-Estás re mojada, putita…
-Ah, ah… ¡Me viene!

¡Mierda que estaba caliente! Empezó a sacudirse, ahí arriba del sofá, frunciendo tanto la concha que corrí riesgo de que me escupiera la verga para afuera. Justo cuando lanzó el último suspiro giré la vista porque me pareció ver un movimiento. ¿Acaso teníamos un mirón?

Pero no, era el espejo. Y ahí caí en la ficha de que iba a cumplir una de mis fantasías: coger en un probador.

-¿Sabés que siempre quise coger en un probador?
-¿Ah, sí?
-Sí. Y no tendremos el vértigo de estar en una tienda y que pueda sorprendernos alguien, pero sabé una cosa…
-¿Qué?
-Mañana, cuando estés con una clienta cambiándose y te pida que le des una pollera de otro talle, vas a mirar ese espejo y te vas a acordar de los pijazos que te comiste ahí
-¡Ufff!

Fuimos hasta el probador y nos pusimos de costado al espejo. La di vuelta, sus manos contra la pared, y desde atrás le empecé a frotar la pija por la raya del culo. ¡Lo que me calentaba la marca de la tanga con la que había tomado sol!

-¡Cogeme, hijo de puta! ¡Cogeme toda!
-Mostrame cómo te tocás la conchita, putita.
-Ahhh, ¡qué caliente me tenés!

La hice rogar un cachito mientras me estiraba y, sin soltarme la pija, con la otra mano agarraba el celular.

-¿Qué hacés?
-Un recuerdito, no seas mala.
-¡Que no se me vea la cara!
-¿La carita de puta que tenés?

Empecé a grabar mientras le golpeteaba el orto con la chota.

Me reencontré con una milf reputa (5) con gifs

-A ver la conchita, puta…
-¡Cogeme!
-Mostrame cómo te pajeás.

rubia

Me hizo caso. Era hermoso ver sus dedos con las uñitas pintadas de señora paqueta frotándose la concha.

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No aguanté mucho y empecé a frotarle la poronga.

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-¡Aaah, sí!
-Te hacés la señora paqueta, que vende ropa fashion a otras señoras paquetas, y acá estás sacando culo para que te llene la cajeta de pija.
-¡Soy una puta!
-¿Qué sos?
-¡SOY UNA RE PUTA!

Ahí la empecé a coger un poquito, pajeándome media verga con la mano y metiéndole la otra mitad en su conchita.

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Ya se me complicaba cogerla, filmar y todo, así que dejé el celular por ahí y me decidí a darle el gusto: le dejé ir toda la verga adentro.

-¿Quién te dijo que te dejaras de tocar, putita?
-¡Me toco! ¡Me sigo pajeando pero no dejes de cogerme!
-¡Tomá, puta, tomá!

La agarré de la cintura con una mano y le seguí dando pijazos fuertes, palanqueando con la pija adentro.

-¡Ay, hijo de puta! ¡Me vas a hacer acabar de nuevo!
-Acabame, putita, ¡acabame!

Entró a pajearse a toda velocidad el clítoris y la concha se le entró a fruncir todavía más. Me apretaba la pija y era imposible retrasar mucho más mi propio orgasmo.

-¿Vas a querer la leche, putita?
-¡Sí!
-Pedímela.
-¡Dame la leche! ¡Llename la concha de leche!

Se le tensaron las piernas, le temblaba el cuerpo y empezó a acabar, pero se frunció tanto que en un metesaca mi pija salió del todo y ya no pudo volver a entrar de tanto que se le cerró la concha. Yo justo estaba acabando, así que en vez de dejarle la leche adentro le enchastré los labios de la vulva con mi leche.

-¡Aaaaaah! ¡Tomá!

La muy trola se seguía pajeando y salpicaba para todos lados su acabada, mi leche, haciendo un licuado de fluidos que llegó hasta el espejo del probador. Fantasía cumplida y desbloqueada.
Me aparté de ella que se había quedado apretando las piernas como para prolongar el orgasmo. Cuando se enderezó y se dio vuelta me dio un beso de lengua, casi con gratitud.

-No sabés lo que me hacía falta una cogida así, guacho.

Sin que le dijera nada se inclinó, me agarró la pija y le pegó un buen chupón.

-Así te la llevás limpita –dijo y le dio un último besito con ruido-. ¿Fumamos un puchito? Me tengo que ir.
-Dale, pero vistámonos, porque si lo fumamos en bolas me van a dar ganas de cogerte de nuevo.
-Me parece bien. Además quiero ponerme la tanga ahora que estoy lecheada para guardarme tu olorcito. ¡No sabés la paja que me voy a hacer esta noche pensando en vos!

Nos vestimos al toque y volvimos a la cocina a fumar el pucho de “después de”. Ahí me di cuenta de que la cuarentena me había pasado factura, sentía las piernas cansadas después de garchar de parado, no sé si me habría bancado un segundo polvo de haber tenido tiempo.

-De darme el orto algún día, ni hablar, ¿no?
-No, boludo. A ver, no soy tan fan del anal, y mucho menos con una poronga tan ancha.
-Tampoco es que me vuelve loco. Si pinta…
-¿Te lo han dado muchas?
-Algunas…
-¿Estrenaste algún orto?
-Jajaja, algunos…
-Las habrás roto todas, pobrecitas.
-Con paciencia…
-Sí, sí, claro.
-¿Y vos? ¿Tenés algún pendiente?
-Nunca me enfiesté.
-Me jodés.
-No, boludo, no te jodo. Antes de la pandemia estuve medio con una que toma sol conmigo y un flaco, pero a mí el flaco no me copaba mucho.
-¿Tu primer trío sería con una mina y un flaco?
-Si lo tengo que pensar, no. Yo preferiría comerme dos pijas juntas.
-No me extraña, jaja.

Le saqué un par de anécdotas que me hicieron cagar de risa y calentar también. Cuando en un velorio de un ex compañero de trabajo arrancó para un telo con un pendejo. Cuando una empresa con la que trabajaba le mandaba todos cadetes pendejos y, pobrecita ella no le quedó otra, se los fue garchando a los 4 uno por uno (me imagino las charlas de los pibes después de ir a llevar paquetes a la oficina de la MILF REPUTA). O cuando un día de mucho calor hizo pasar a un evangelista que le tocó el timbre y lo desvirgó.

Tras el pucho salimos a la calle y la acompañé unas cuadras hasta un supermercado. Tenía que comprar para hacer la cena para sus hijos. Como ya estaba en su barrio y alguien podía conocerla, nos despedimos como amigos, con un beso en la mejilla. No podía saberlo, pero esa fue la última vez que la vi, al menos presencialmente.

¿Qué se viene de la milf reputa?

En próximas entregas les contaré de sus andanzas en España y, espero, la convenceré de dejarme subir acá algo de lo que me mandó. Además hay algo que no me está contando y debe ser muy porno para que no me lo quiera decir, con todo lo que sí ya me contó, ¿no?

3 comentarios - Me reencontré con una milf reputa (5) con gifs

locodantra +1
Polvo que no eches polvo que pierdes.
Hay que aprovechar todas las oportunidades jajjaj
Tom_Bishop +1
La de veces que dormí porque no supe leer señales, ni me lo digas!
keten1976
me devore toda la saga, me paso algo parecido a vos, incluso hoy ella esta en españa tambien, escribir muy bien, pero cuando subis fotos gifs o videos es mucho mejor