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Hanami




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Compendio II


😍

El lunes de la semana anterior, mi mejor amigo llamó a nuestras hijas para una “reunión súper importante”.

0.0

Les avisó con esa voz ronca, seria que él pone, que usa para decirles a las peques que se viene algo importante.

Las gemelas se miraron preocupadas, sus ojitos verdes enormes con sospechas.

Hasta nuestra Alicia mágica se escondió atrás de mí.

😰

Hanami

“Niñas, como ustedes saben, este jueves, su hermanito cumplirá su primer cumpleaños.” Dijo él con una voz solemne. “Y como también saben, a mamá le gustan mucho las cosas japonesas. Han visto el árbol de cerezos afuera, ¿Cierto?

“Papi, ¿Te refieres a Harold?” preguntó nuestra Alicia mágica súper inocente.

😂

Sonreí. Nuestra Alicia mágica bautizó a nuestro cerezo como “Harold”, porque dice que él sonríe cuando llueve.

Y yo le creo.

😍

“Sí, Harold.” Le siguió el juego sin romper la seriedad (¡LO AMO TANTO!). “Como Jacinto nació cuando Harold empezó a florecer, pensamos en celebrar su cumpleaños con un "Hanami" o “Festival del cerezo” con lámparas de papel, mochi, dulces… todo eso el sábado.”

😳

Las peques se quedaron momias.

A nuestra señorita y a nuestra Alicia mágica se les iluminaron los ojos al escuchar sobre el mochi.

Pero mi coquetona, siempre atenta, se preocupó por su hermanito nuevo.

“¿Y qué pasará el jueves, papi?” le preguntó a mi esposo.

Mi mejor amigo se enterneció.

😆

“El jueves, seremos solo nosotros en familia. Un pastel pequeño y abrazos. El sábado lo vamos a celebrar en grande.” Le aclaró súper comprensivo. “Pero la razón por la que quería hablarles antes es porque no quiero que se pongan celosas. A todas las queremos por igual y tienen la misma importancia. Pero conozco a su mamá y ella quiere hacer esta celebración un festival anual para celebrar el cumpleaños de Jacinto. Si cualquiera de ustedes quiere una fiesta grande para sus cumpleaños, solo tienen que avisarnos… antes. No la noche anterior, ¿Entienden?”

😂

Las gemelas se rieron, pero nuestra Alicia mágica se subió por el chorro.

XD

“¿Puedo tener unicornios?” le preguntó ilusionada.

Mi esposo se rió.

“Unicornios, gatos, lo que sea que te guste. Pero avísanos antes.” Le explicó mi marido.

Pero las gemelas ya andaban armando planes.

Cuando escuchó a su papá, mi coquetona le dio un codazo a nuestra señorita.

“¡Te lo dije!” se burló triunfante.

😏

Mi señorita la pasó piola, pero igual sonrió con la idea.

Al final, todos nos pusimos de acuerdo en la cocina, animosos, contentos y felices.

XD

El jueves amaneció nublado.

Nos juntamos en la mesa de la cocina, con Jacintito en brazos de mi marido, con unas enormes manchas de pastel de chocolate en sus mejillas descubriendo su sabor.

Nuestra coquetona le encendió la velita a su pastelito. Nuestra pequeña señorita se lo acercó a la cara.

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“¡Pide un deseo, Jacinto!” Le pidió nuestra Alicia mágica que soplara, como si por voluntad propia pudiera hacerle entender.

Pero para nuestra sorpresa, le entendió, salpicando migas para todos lados mientras nosotros le celebrábamos.

😂

Y bueno, llegó el sábado.

XD

Amaneció súper lindo y soleado, pero para la tarde, ya habíamos transformado el patio de nuevo.

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Teníamos linternas de papel que las gemelas pintaron, preparamos lienzos que pusimos en las ramitas de Harold y nuestra Alicia mágica adornó el lienzo con el kanji para “Feliz cumpleaños Jacinto” (Que escribí yo, obvio), con el dibujo de una florcita de cerezo.

😋

Se sentía el olorcito rico de mochi al vapor, mezclado con las deliciosas empanadas que mi esposo freía en la parrilla.

Y nuestro Jaci estaba súper entusiasmado, saltando en su andador al ver todos los colores y el movimiento.

😏

Ok, pero la parte que les interesa viene ahora.

Me puse la yukata que compré para mi luna de miel que… digamos que me queda súper ajustada del pecho, la cintura y el trasero, al punto que solo pude usar una tanguita para mantener la decencia.

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Obvio que el mejor halago que me dio mi marido fue ver cómo se le iban los ojos por el canalillo de mis pechos.

😤

Pero él tampoco se veía mal.

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Se compró un jinbei azul marino que tenía arremangado, mostrando los músculos enormes de su antebrazo y que le destacaban sus hombros enormes y el contorno de su cuerpo.

🤤

Y al ratito, llegó la compañera de mi esposo con Elena y mi hijastro, Bastiáncito.

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¡Se ve tan parecido a mi marido de chico!

Saludó a todos muy contento, especialmente al cumpleañero.

😂

“¡Ven a ver las luces de Harold!” le jaló nuestra Alicia para que fueran a jugar.

“Para el cumpleañero. Elena se encargó de la envoltura.” Me dijo la mamá de Bastiáncito, entregándome el regalo.

O.O

El papel de regalo con el diseño de flores de cerezo era lindísimo.

“Es que a él le encanta Jacinto. Habla todo el tiempo de su hermano y vive preocupado de ser un “buen hermano mayor” para él, justo como tu esposo le sugirió.” Me dijo su mamá, mirando a mi marido con un suspiro.

😔

Sé que ella lo ama también.

Hasta estoy segura de que le gustaría que nuestros peques fueran suyos también.

Pero es una buena amiga, aunque todavía le coquetee a mi esposo en la oficina.

😅

Pero bueno, resumiendo, esa tarde, Bastiáncito le enseñó a su hermanito cómo soplar un molino de papel.

A Jacinto le encantó el mochi tanto como a sus hermanas, quedando toda su carita manchada con harina de arroz dulce.

XD

Y bueno, por la tarde, cuando nuestros invitados se fueron, mi marido y nuestra Alicia nos tenían una sorpresa especial para nosotras.

😍

Harold se veía tan mágico con las luces de las lámparas de papel y sus pétalos rosados adornando el piso.

Jacintito estaba súper cansado, durmiéndose en mis brazos y las niñas también estaban bostezando y con los dedos pegajosos.

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Los pétalos caían como nieve rosada, adornando el pelo de nuestra Alicia.

“Tú siempre quisiste celebrar el Obon.” Me dijo mi marido, abrazándome como mi mejor amigo que es. “Pero el Obon conmemora a los fallecidos. Pensé que mejor celebrar el Hanami encaja mejor, porque se trata de la vida. De ver la belleza crecer.”

😍

Mi corazón se apretó.

Siempre lo molesto porque encuentro que él “sabe mucho de todo”.

Pero esa noche, me di cuenta de que no se trató nunca de saber.

Él solamente me escucha. Siempre.

😍

Y así, súper romántico, tomó un brote y lo puso detrás de mi oreja.

Como siempre, me hizo ponerme colorada y sentir agüita en mi corazón.

💕

“Papi, ¿Le puedo decir a mami de la sorpresa ahora?” Le preguntó Alicia, casi saltando de la emoción.

“Adelante, zanahorita.” Le respondió súper tierno.

😂

Entonces, nuestra Alicia se limpió la garganta, poniéndose súper majestuosa.

“Mami, Harold te tiene un regalo. Por ser una mamita tan buena para él. ¡Mira hacia arriba!” me pidió Alicia apuntando con sus dedos a las ramas de Harold, donde las luces apenas llegaban.

Le seguí con mis ojos y lo vi.

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Había un nido de un pajarito entre los brotes.

“¡Mira! Harold le hizo un nido a Bob para mami. Porque Mami es la mejor mamá, igual que Harold es el mejor árbol para Bob.” Nos dijo orgullosa. “Justo como mami cuida a Jacinto, Harold cuida a Bob.”

T.T

Me puse a llorar sin darme cuenta.

“¿Cuándo lo encontraste?” Le pregunté a mi esposo.

Siempre atento, me limpió las lágrimas de mi mejilla con su pulgar.

“Yo no fui. Alicia lo vio primero.” Me respondió mi esposo, apuntando a nuestra chiquita que hinchaba el pecho con orgullo. “Me dijo que Harold estaba cuidando a Bob, como tú cuidas a Jacinto.”

“Harold protege a Bob.” Nos dijo Alicia solemnemente. “Como tú nos cuidas a nosotras.”

😭

Y me puse a llorar tan feliz, porque al fin tengo lo que quise siempre.

Y mi mejor amigo, para variar, me leyó la mente.

“Marisol, ¿Todavía crees que serás una mala mamá?” me dijo en voz bajita, para que las niñas no nos escucharan.

Sus palabras me llevaron en los recuerdos, a los tiempos cuando vivíamos con mi mamá.

A esa mañana cuando los dos estábamos bañando a mi hermana chica, donde le confesé que la idea de ser mamá me asustaba mucho.

Y él, tan tranquilo como siempre, me dijo:

“Vas a ser una mamá excepcional. Estaré al lado tuyo y bañaremos a nuestros propios hijos.”

😆

Pero entonces, me acordé de otra cosa.

De cuando vivíamos en Adelaide con Liz y las peques apenas tenían 2 años.

Él trabajaba esos turnos enormes de una semana en la mina, mientras nosotras estudiábamos para titularnos y nos turnábamos para cuidar a las niñas y la casa, al mismo tiempo.

No nos faltaba nada.

Y Liz, nuestra niñera y amiga, vivía con nosotros, así que estábamos tranquilos.

Pero él aun así pensaba en sus colegios y años de la universidad.

“¡Mi amor, todavía están en pañales!” nos reíamos al verlo tan preocupado.

Pero él solo nos sonreía de vuelta.

“Ya verás, ruiseñor. El tiempo vuela más rápido de lo que crees.”

😮

Y así ha sido. Ha volado rapidísimo.

Jacintito cumplió uno, las gemelas van para los doce y nuestra Alicia para los siete.

Pero lo que me terminó de enamorar esa noche fue cuando lo vi mirar a la entrada de la casa.

“Ahora, tengo que pensar dónde van a estacionar ustedes sus autos. No pueden dejarlos descubiertos.” Les dijo a nuestras gemelas.

😳

“¿Autos?” preguntó nuestra coquetona.

Mi marido le sonrió.

“Sí. ¿Todavía quieres un Tesla nuevo, cierto?” Le preguntó, agachándose y mirándola serio a los ojos. “Sé una niña buena, termina la escuela y te compraré uno.”

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Nuestra hija quedó helada, sabiendo que su papá siempre cumple sus promesas.

Y entonces, nuestra señorita puso la guinda de la torta…

XD

“Pero papi, yo quiero un scooter.” Les interrumpió el ambiente.

😔

Mi marido suspiró, pero de esos suspiros buenos, de esos que nosotros sabemos que él va a acceder.

“Ambas pueden tener un scooter y un auto. Pero necesitas un auto para el invierno y los días lluviosos. No voy a dejar que te enfermes o te lastimes.” Le puso las reglas claras a nuestra señorita.

😳

Pero yo lo miré impresionada.

Él todavía piensa adelantándose en los tiempos.

Así que cuando nos íbamos a acostar, le pregunté por qué no le compraba un solo auto para los dos.

Él, para variar y súper lógico y reflexivo, me explicó que nuestra coquetona va a empezar a pololear y no nos puede dejar a nuestra señorita abandonada en la universidad, aparte que nadie nos asegura que vayan a quedar en la misma universidad.

Y entonces, se empezó a sacar su jinbei…

🤤

La luz de la luna se veía tan bonita en su espalda.

Sus músculos se veían enormes, esculpidos por años de esfuerzo y fuerte disciplina, con una piel suavecita y tersa sobre su abdomen viéndose durito como una piedra.

O sea, para mí, se veía como un guerrero samurai salido de las guerras, poderoso, digno y completamente mío.

😍

Les prometo que se me cortó la respiración.

Llevamos trece años que nos conocemos y verlo así todavía me prende.

La luz de la luna se veía tan sensual sobre sus enormes bíceps, la hendidura profunda de su espalda, las planicies tensas de su estómago llegando hasta el borde de sus boxers.

Pero a pesar de todo, se movía de esa forma tan tranquila y controlada que parecía una promesa maravillosa.

Mis dedos temblaban mientras me acercaba a él, la tela de mi yukata rasmillando mis muslos.

El olorcito rico a su piel, mezclado con el olor a humo y a su transpiración maravillosa me terminó de prender como una moto.

😋

“Lo planeaste todo.” Le susurré cariñosa, con una vocecita de putita caliente. “El nido… los autos… incluso el Hanami en vez del Obon.”

Lo abracé por la espalda, enterrándole mis pechos y le di la vuelta, besándolo suavemente en los labios.

“¡Por favor, déjame darte las gracias!” le dije, sintiendo que mi boca se hacía agua por él.

🤤

Mis manos bajaron por su pecho de superhéroe, toqueteando la dureza de sus músculos hasta que terminé de rodillas en la alfombra suavecita.

😍

La luna hacía ver sus ojitos negros tan encantadores más lindos que nunca, de esa manera tierna y calentona que siempre hace mi corazón palpitar.

“Marisol…” alcanzó a decir, su manita linda acariciándome mis cabellos castaños color miel.

Y ahí estaba.

Mi tesoro.

😲

Su enorme, gruesa y suavecita “Katana de carne”.

Y con mucha ternura, le besé la puntita, saboreando la sal y su carne, antes de recibirlo por completo en mi boca.

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😩 😖

Mi mejor amigo gimió, sus deditos afirmándose a mi pelo mientras me lo comía de a poco, saboreándolo con mi lengua, apretándola en mis labios.

Sus caderas se movían felices hacia mi boca, cada sacudida más profunda que la otra.

Cuando se endureció entera, palpitando en mi lengua, me la saqué con un chupetón y le sonreí.

😈

“Todavía no, mi amor.” Le dije con una sonrisa, moviéndome un poquito para apretársela entre mis pechos.

😏

Para entonces, mi yukata se abrió entera, dejándole ver mi piel blanquita como la nieve.

La mirada de mi esposo quemaba mi piel desnuda, deteniéndose en el contorno de mis pechos, la curva de mis caderas, las estrías que me había ganado al llevar a nuestros hijos.

😩 😖

Hanami

Lo apreté de nuevo entre mis pechos.

Sus poderosas caderas comenzaron a mecerme una vez más.

La sensación era sorprendente: su grueso miembro deslizándose con suavidad entre mis pechos, la punta golpeando mi mentón con cada embestida hacia arriba, y mis pezones se arrastraban deliciosamente por sus tentadores muslos.

😵 😲

Los gemidos de mi marido se hicieron más profundos, sus manos agarraron mis hombros mientras veía cómo su pene desaparecía entre mis pechos.

Lamí su miembro, haciéndole gemir.

🤤

Sonreí, de verdad, ¿Qué esperaba?

Tenía ese enorme, carnoso y sabroso tótem justo delante de mi cara.

¿Cómo pensaba él que yo iba a comportarme y no chuparlo?

😕

Saqué la lengua y capturé una gotita de líquido preseminal de su punta enrojecida: salada, masculina, única y propia de él.

Mi mejor amigo se estremeció como un caballito encabritado e instintivamente empujó las caderas hacia delante.

😩 😲

“¡Tranquilo, mi amor!” Le calmé, apretando mis pechos con más fuerza contra él y sintiendo su pulso latir contra mi piel. “¡Déjame saborearte!”

Volví a bajar la boca, tomando solo la cabeza hinchada entre mis labios, chupando suavemente mientras mi lengua recorría la sensible cresta que había debajo.

😫 😖

El gemido de mi esposo fue crudo, primitivo, un sonido que me hizo vibrar en mi interior.

Sus dedos se tensaron en mi pelito, sin forzar, solo sosteniéndome cerca mientras yo lo adoraba con mi lengua.

😧

Lo trabajé lentamente, alternando entre chupadas profundas y húmedas que me ahuecaban las mejillas y ligeros y provocadores movimientos de mi lengua a lo largo de su frenillo.

Cada vez que me retiraba, la saliva brillaba como seda hilada entre mis labios y su pene, conectándonos a la luz de la luna.

Para entonces, mi conchita estaba empapada y temblando.

😩

La vaina entre mis piernas llamaba a su dulce, dulce katana dentro de mí.

Me eché hacia atrás, sin aliento, y me puse de pie, guiando a mi esposo hacia nuestra cama.

😫 😱

Sus manos se deslizaron por mis caderas, sus dedos se clavaron en mi suave carne mientras me levantaba sin esfuerzo.

Envolví mis piernas alrededor de su cintura, sintiendo el duro calor de él presionando contra mi húmedo centro.

😩 😖

Me bajó sobre las frescas sábanas, su peso posándose despacito y tierno sobre mí como una promesa.

La luz de la luna pintaba trazos plateados sobre sus hombros, sus ojos oscuros me miraban con una intensidad que me robaba el aliento.

😍

Bajó las caderas, la gruesa cabeza de su pene presionando contra mi entrada, caliente, insistente, resbaladiza por mi propia excitación.

mamada

XO

Cada vez, lo siento enorme.

Puedo sentir cómo me deforma.

😩 😲

Un leve jadeo se escapó de mis labios cuando mi amor empujó lentamente, dolorosamente lento, estirándome, llenándome por completo.

Mis uñas se clavaron en los duros músculos de su espalda, anclándome entre el cielo y la tierra.

😫 😖

Se detuvo cuando la metió completamente dentro, con la frente presionada contra la mía, el aliento caliente y entrecortado contra mis labios.

“Te sientes... perfecta.” Me dijo con esa voz ronca, las palabras cargadas de deseo. “Eres estupenda.”

😩 😖

Empezó a moverse, con embestidas profundas, lentas y deliberadas, que iban resonando en lo más profundo de mi cuerpo.

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Cada embestida se arrastraba contra mis paredes internas, encendiendo chispas que lo quemaban todo hacia afuera.

Mis caderas se movían para encontrarse con las suyas, siguiendo su ritmo, nuestros cuerpos moviéndose en una danza familiar y primitiva.

😩 😲

El estiramiento es exquisito, un dulce dolorcito que se derrite como un calor líquido que se acumula en lo más profundo de mi vientre.

XO

Podrían pensar que después de 12 años de tener sexo, me habría acostumbrado a su grosor.

Pero no.

😆

Cada vez, estira mis tejidos internos hasta el punto de que casi me hace llorar.

Y eso sin mencionar cuando su punta llega a mi útero.

😫 😖

Me golpea muy, muy profundo, haciéndome jadear y arañar las sábanas.

Y lo amo.

😍

Me encanta cuando tenemos sexo duro y salvaje.

Pero después de un día así, hacer el amor dulcemente es como un helado de chocolate cubierto de caramelo.

😩😫

Despacio.

Siempre despacio al principio.

Con besos y abrazos.

😘

Y, por supuesto, también acariciándome los pechos.

kimono

Sus grandes manos acunando mis pechos, esos montículos con forma de flan que aún le sorprenden por su plenitud después de amamantar a cuatro bebés, y sus pulgares rozaban mis pezones endurecidos al ritmo de sus embestidas, volviéndome loca.

😖😲

La sensación se extiende directamente hasta lo más profundo de mi ser, tensando cada músculo hasta que me quedé sin aliento contra su hombro.

Y la forma en que me mira.

😍

Les juro que si me pidiera tener otro hijo cuando me mira así, incluso aceptaría tener trillizos o más esta vez.

Las embestidas de mi mejor amigo seguían siendo profundas y sin prisas, cada movimiento deliberado, como si quisiera grabar el momento en su memoria.

😚 😵 😍

Sus labios volvieron a encontrarse con los míos, suaves, exploradores, con sabor a sal y un poquito a mochi.

Mis dedos recorrieron el duro contorno de su mandíbula masculina, la familiar cicatriz cerca de la sien, resultado de una caída en la infancia.

Cada centímetro de él era mi hogar.

😍

Sus caderas se movían contra las mías, su grueso miembro acariciando las paredes internas que ya temblaban.

Un gemido bajo se me escapó, amortiguado contra su boca.

😩😫

“Mi amor...” Le supliqué, sintiéndome tan rico.

“¡Shh, ruiseñor!” me calló con un beso en mis labios, deslizando las manos hacia abajo para agarrarme por las caderas. “¡Siéntelo y disfrútalo!”

Empujó más profundo, increíblemente más adentro, hasta que la cabeza enorme tocó ese lugar sagrado y dolorido en mi interior.

😵 😲

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Arqueé la espalda sobre las sábanas y un grito ahogado se escapó de mi garganta mientras las estrellas estallaban detrás de mis párpados.

Él se quedó allí, hundido hasta el fondo, y la tensión se convirtió en un delicioso ardor que se fundió en fuego líquido.

“Aquí” me susurró, rozando mi oreja con los labios. “es donde perteneces. Llena de mí.”

😵 😲

Sus palabras me hicieron estremecer, más profundamente que cualquier embestida.

Instintivamente, me apreté contra él, provocándole un gemido maravilloso.

😖😲

Empezó a moverse de nuevo, lentamente, con círculos que encendían cada terminación nerviosa.

Levanté las caderas, encontrándome con cada movimiento suyo, nuestros cuerpos entrelazados en ese antiguo ritmo que solo nosotros conocíamos.

Alcancé un orgasmo dulce, muy dulce.

😩😫

Pero él siguió y siguió con cada embestida.

Por eso tener sexo con él es tan adictivo.

Algunas de mis amigas del trabajo dicen que sus maridos las hacen correrse una o dos veces.

😕

Pero mi marido, literalmente, me clava justito en el punto, haciéndome correrme más de diez veces cada ronda.

Y su resistencia, como siempre, le permite seguir durante al menos 45 minutos antes de correrse.

😤

Él seguía empujando lentamente, profundamente, golpeando mi útero con cada movimiento.

El estiramiento era exquisito: un dolor familiar que se convertía en calor líquido.

😫 😖

Mis uñas arañaban su espalda sudorosa, dejando marcas sobre sus duros músculos.

Mi esposo gimió, empujando con más fuerza sus caderas hacia adelante, dejándome sin aliento.

“¡Dios! ¡Qué estrecha estás!” dijo aguantándose, con su voz áspera y aterciopelada en mi oído. “Como la primera vez.”

XO

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Otro orgasmo.

Nos dimos nuestras propias virginidades.

😱

El pensamiento de mi marido trasciende incluso el tiempo.

Sabe que me encanta que me bese y me abrace mientras me hace el amor.

😚 😵 😍

Así que se inclinó y capturó mis labios en un beso lento y profundo que sabía a historia compartida y flores de cerezo.

Sus embestidas seguían siendo profundas y sin prisas, cada movimiento deliberado, como si quisiera grabar el momento en la memoria.

😩 😖

Instintivamente, lo abracé con fuerza, lo que le arrancó otro gemido.

Sus caderas se movían contra las mías en lentos y contundentes círculos, cada movimiento tan delicado como el de un alfarero moldeando arcilla.

🤤

Mis dedos se hundieron en los surcos sudorosos de su espalda, recorriendo la cresta nudosa donde los músculos se unían con la columna vertebral.

Y me gusta.

😍

Lo amo.

Sigue intentando cuidar de mí.

De protegerme del peligro, incluso de él mismo.

Cuando sus embestidas se volvieron urgentes, con las caderas avanzando con un hambre primitiva, se contuvo.

😱

Su frente se presionó contra la mía, con la respiración entrecortada, mientras forzaba el ritmo a volver a movimientos lentos y profundos.

“¡Tranquila, ruiseñor!” me dijo, frenándose con todo. “No quiero hacerte daño.”

😂

Me reí, con un suspiro entrecortado contra su hombro.

“¿Desde cuándo?”

“Desde siempre.” Me contestó, mirándome con esos ojos que me derriten entera.

😍

Sus caderas se movían más a fondo, golpeando ese punto que me hacía curvar los dedos de los pies y mis ojitos palpitar.

La risa se disolvió en un jadeo cuando él se movió, deslizando una mano bajo mi muslo y levantando mi pierna contra su cadera.

El ángulo lo cambió todo.

😩 😲

Más profundo.

Más completo.

Cada embestida rozaba nervios que no sabía que tenía.

😫 😖

Su pulgar encontró mi clítoris, rodeándolo lenta y firmemente.

“Te magullas como los duraznos.” Me dijo con voz suave, rozando mis labios con los suyos. “Piel suave y blanca. Siempre.”

😠

Hice un puchero.

Sabe cómo presionar (literalmente) mis botones de la manera correcta.

Mi frustración hizo que mi conchita se tensara un poco más y se volviera más excelente.

😩 😲

Mi esposo se rió despacito, ese rugido grave que vibraba a través de mis costillas, al sentir cómo mis músculos internos se apretaban a su alrededor.

“¡Cuidado, ruiseñor! Me harás perder el control.” Me advirtió.

😈

Eso me hizo correrme un poco.

Es que él es increíble.

Hizo todo eso solo por mí.

¿Y yo puedo hacer que pierda el control?

😈

Mis labios se curvaron contra su hombro cuando el ritmo de mi esposo se quebró, y ese control deliberado suyo se convirtió en algo primitivo.

XO

Sus caderas se movieron hacia adelante, profundas y urgentes, cada embestida golpeando ese punto sagrado hasta que mi visión se nubló.

😩 😲

“Entonces piérdete”, le pedí en la piel, saboreando la sal y las flores de cerezo. “Por mí.”

Su gemido fue crudo, un sonido que vibró a través de mis huesos, mientras su mano se apretaba contra mi muslo.

😩😫

El ángulo cambió, aún más profundo, y su pulgar rodeó mi clítoris más rápido, más fuerte.

“Siempre para ti.” Me dijo despacito, con la voz quebrada. “Siempre.”

😵 😲

Su contención se rompió.

Sus caderas se clavaron en mí con una fuerza brutal, cada embestida sacándome el aire de los pulmones.

XO

Le arañé los hombros, arqueándome para encontrarme con él, el deslizamiento ahora resbaladizo y desesperado.

El armazón de la cama traqueteaba contra la pared, una percusión frenética bajo nuestros jadeos.

😖😲

Estoy tan enamorada de él.

Es el único que me hace sentir segura, incluso cuando me hago daño a mí misma.

😫 😖

Cuando me penetra como nunca antes y no puedo dejar de amarlo y amarlo y amarlo con cada una de sus poderosas embestidas.

Hasta el punto de que mi corazón explotará de amor.

😩 😲

Las embestidas de mi esposo se volvieron implacables, profundas, como pistones que levantaban mis caderas del colchón con cada impacto.

El golpeteo rítmico del somier contra la pared resonaba en nuestro dormitorio, un ritmo frenético que acompañaba a nuestros jadeos y al sonido húmedo de nuestra piel.

El sudor goteaba desde su mandíbula hasta mi clavícula, caliente como cera derretida, mezclándose con la sal de mis labios donde había besado su hombro.

😫 😫

Sus manos agarraron mis muslos, sus dedos se clavaron en mi suave carne mientras me sujetaba, penetrando más profundamente con cada movimiento de sus caderas.

Estaba superando sus límites, como siempre, conmigo.

😖😲

Mis piernas se aferraron con más fuerza a su cintura, mis talones se clavaron en la parte baja de su espalda, instándole a ir más profundo, más rápido.

Cada embestida me arrancaba un gritito silencioso de la garganta, entrecortado y sin filtrar.

😩😫

La habitación olía a nosotros: sudor sexual, el tenue aroma floral a cerezo y algo primitivo debajo de todo ello.

Los ojos de mi esposo permanecieron fijos en los míos, como oscuros pozos que reflejaban la luz de la luna y algo más crudo, indómito y secreto.

“Dime.” Me rugió con voz ronca y desgarrada. “Dime que lo sientes.”

Y así era.

😩 😲

Algo tan intenso que me hacía querer llorar, reír y derrumbarme al mismo tiempo.

Un anhelo que no dependía de la distancia.

Que por muy cerca que estuviéramos, queríamos estar aún más cerca el uno del otro.

“Te siento.” Le respondí, clavándole las uñas por detrás de los hombros. “Cada centímetro. Como si estuvieras dentro de mis huesos.”

😩 😖

Era más que sexo.

Más que el amor mismo.

Como una necesidad esencial de mi alma.

Un anhelo que solo él podía satisfacer.

😆

Sabía que no íbamos a durar mucho más.

Me entristecía un poco, pero, por otra parte, estaba con él, así que seguía estando bien.

😃

El ritmo de mi esposo vaciló: ese ritmo feroz y enérgico se disolvió en embestidas superficiales y temblorosas.

Su frente se presionó contra la mía, y el sudor goteaba sobre mis pestañas.

😩 😲

“Voy a... Dios, ruiseñor...” La advertencia sonó áspera como la grava.

Sus caderas se sacudieron, hundiéndose profundamente, y sentí el pulso caliente dentro de mí.

💦 💦 💦 💦 💦

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Una inundación familiar que siempre me dejaba sin aliento.

Se derrumbó contra mi pecho, con el corazón latiendo con fuerza contra mis costillas como tambores frenéticos en plena marcha.

Envolví mis brazos alrededor de sus hombros húmedos, con las yemas de los dedos recorriendo su enorme espalda musculosa, verdadero testimonio de amor, compromiso y paternidad.

😍

Su aliento calentaba mi hombro en soplidos irregulares.

Lo abracé con fuerza.

😊

Es mi mejor amigo.

Mi novio.

Mi marido.

El padre de nuestros hijos.

Y el único hombre que me da paz al alma y al cuerpo.

😆

Eso me hace sentir bonita, importante y brillante, como un tesoro.

El peso de mi marido me empujó contra el colchón mullido, sólido, cálido, con olor a sal y flores de cerezo.

Su respiración se calmó contra mi cuello, profunda y uniforme.

Pasé mis dedos por su cabello húmedo, cuidándolo, amándolo.

Agradeciéndole por ser todo para mí.

😍

“¿Estás bien?” Le pregunté despacito.

La risa de mi esposo vibró contra mis pechos.

“Divino.” Me respondió con esos ojitos lindos, brillando de contentos.

😘

Permaneció dentro de mí, pero nuestro deseo había terminado.

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Lo amaba.

Lo besé.

Incluso su caricia en mis pechos era dulce y tierna.

Los dedos de mi esposo trazaron las tenues líneas plateadas que cruzaban mi vientre.

Mapas de Jacinto, Alicia y las gemelas, junto con los hijos que han de venir, mientras sus labios rozaban mi sien con ternura.

😇

“Sigues siendo la mujer más hermosa de Melbourne.” Me dijo con una voz cansada por el sueño.

Resoplé suavemente, haciendo un puchero, acariciando su dulce frente.

“Mentiroso. Pero sigue diciéndolo.” Le dije antes de darle el último besito de ese día.

😘

Y después de eso, nos acurrucamos para dormir.

😉


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