Mi primera vez en un motel

Antes de iniciar agradezco sus comentarios y mensajitos por el anterior relato, me animaron mucho a seguir escribiendo con más frecuencia y darle más relevancia a mis historias.

PD: las imágenes usadas en este relato son solo para referencia.

Este relato sucedió hace unos años atrás, aún existían restricciones por la pandemia, no totales, pero si lo suficiente como para aún tener home office y clases virtuales. Durante el encierro yo había entablado conversaciones y amistad con varios (por no decir muchos) chicos, de diferentes edades y tipos, de los cuales algunos eran interesantes y muchos otros no pasaban de un saludo o que me contesten las historias. De entre los rescatables se encontraba Raúl, un chico que en ese tiempo tenía 26 años, alto, atlético, de piel clara y muy simpático al momento de charlar. Lo conocí por esos juegos que organizábamos en las noches de pandemia, compartimos un amigo en común, el cual nos presentó de manera virtual y desde ese momento no dejamos de hablar.

Las conversaciones con Raúl empezaron muy tranquilas, pero con el encierro y la calentura, algunas noches las charlas se ponían calientes hasta el punto de intercambiar algunas fotos subidas de tono, donde pude descubrir el tremendo pitote que ocultaba entre sus piernas, largo (unos 20 cm aproximadamente) y grueso, lo más sorprendente eran las venas que resaltaban, parecía que iban a explotar y su cabeza roja que era más gruesa que el tronco, divino y me ponía al 100 de solo verlo, esa vergota era suficiente para escucharle todo lo que me haría y lo que quisiera que me hiciera si nos teníamos frente a frente. El tiempo pasó, fueron más flexibles con las restricciones, yo ya no hablaba como antes con Raúl, volví a mis entrenamientos de tenis y la vida volvía lentamente a su rutina. 

Cierto día me sentí más sexy que de costumbre por lo que en vez de ir a mi entrenamiento con la típica calza o pantalón deportivo decidí llevar una faldita de esas que se usan para jugar los partidos, es un conjunto short - falda que te mantiene cómoda y evita que la gente vea demás con el movimiento, me fui con eso al club y después de entrenar con un par de amigas nos sacamos fotos porque el día estaba hermoso. Ya en la noche decidí publicar las imágenes y entre todas había una que resaltaba, una donde estaba yo sola, posando de espaldas con la pierna derecha levantada, tomada desde abajo, con una ligera vista debajo de la falda, con mi culito resaltando en la imagen y una carita de putita que incitaba a soltar los piropos más sucios contra mi… en pocas palabras, una foto muy sexy, decidí que esa se iba para mi historia por lo bien que me veía y no dudé en publicarla, al cabo de unos minutos Raúl respondió a mi estado: 

“Que buena vista, lástima que esa faldita no me deja ver la mejor parte”.

Mi primera vez en un motel


Yo respondí con unos emojis de risa y aprovechó para iniciar una conversación por demás caliente, a pesar de ya poder salir yo llevaba buen tiempo sin sexo y cualquier mínimo intento de calentarme era suficiente para que empiece a mojar mis bragas. La conversación se extendió hasta la madrugada y no aguantaba mi calentura, estaba tan mojada que quería que me coja ese mismo instante, lástima que no vivíamos cerca, pero lo positivo era que ya nos podíamos encontrar por lo que quedamos vernos al día siguiente por la tarde, lo negativo es que existía un inconveniente, sus padres tenían home office aún, aparte que sus hermanos estaban todo el día en casa, mis papás de igual manera, todo el día sin salir, por lo que planeó algo que no quiso contarme hasta concretar nuestra salida.

Ya al día siguiente estaba ansiosa para que avancen las horas y llegue la tarde de una vez, habíamos quedado en que me iría a recoger de mi entrenamiento, pasado mediodía procedí a alistarme para salir, otra vez decidí usar una falda, quizás Raúl tenía la idea de hacerlo en su auto, por lo que opté por no complicarle tanto. Una falda negra, una tanguita, un sostén deportivo del mismo color, una sudadera, mi mochila y vamos de salida. Todo el entrenamiento no dejaba de pensar en la vergota que me iba a comer y las cosas que me iba a hacer, por lo que estaba demasiado distraída, sin poder concentrarme, el entrenamiento pasó rápido, me quedé a descansar en una de las bancas del club mientras esperaba su mensaje… al cabo de unos 10 minutos, me llegó una nota de voz suya indicándome que estaba en la puerta y que salga, fui más que de prisa y en la salida me topé con el esperándome afuera de su auto, era la primera vez que nos veíamos y se veía mucho mejor que en las fotos, desde ese momento mi conchita empezó a palpitar, me abrió la puerta de su auto para que subiera y después de que él también entrara al coche emprendimos rumbo desconocido. 

Mientras conducía hablábamos de todo y de nada, lo notaba algo nervioso y con cierta incomodidad para poder soltarse, decidí aligerarle un poco esa presión y puse mi mano sobre su pierna, muy cerca de su entrepierna, lo cual ocasionó que perdiera un poco el control del auto, mientras yo me reía. Hacer eso fue la llave para abrir el candado de la perversión, a partir de ese momento la charla cambió totalmente de tonalidad y las frases sucias empezaron a hacerse presentes en el auto. Noté como en su entrepierna se formaba un bulto que sin pensarlo dos veces decidí tocar, el soltó un ligero gemido, sin dejar de agarrarlo yo subí mis pies al asiento y abrí las piernas para que pueda manosearme a gusto, no dudó ni un segundo en meter su mano y frotar sus dedos contra mi clitoris por encima de mis bragas, las cuales a este punto ya estaban mojadas de tanta excitación, por lo que procedí a bajar mi tanguita hasta mis tobillos y darle chance de masturbarme a gusto.

Después de tanto manoseo y una forma de conducir errática llegamos a un lugar donde habían moteles frente a frente, había para escoger y para todos los gustos, yo sorprendida no sabía que decir y estaba un poco sonrojada por el hecho, Raúl escogió uno al azar y dio la vuelta como loco para ingresar por el garaje, pidió una habitación por 2 horas y recibió las indicaciones de cuál era la nuestra, debo admitir que a pesar de estar en su auto entré casi escondiéndome y apenada, pues para mí los moteles tenían mala fama y siempre fui una chica de casa que cogía en mi casa o en la del hombre. 

Ingresamos, nos cerraron la puerta para sellar todo tipo de conexión con el exterior, una tenue luz roja alumbraba las gradas que nos llevaban al cuarto, Raúl se bajó, abrió la puerta del auto y me extendió la mano para ayudarme a bajar, muy amable me pidió que suba primero, ¡Ja! Qué amabilidad, solo lo hizo para levantarme la falda y pasar un dedo desde mi vagina hasta mi culo que hizo estremecerme toda, abrí la puerta, entramos y el cuarto la verdad estaba muy bonito, luces LED en las paredes, espejos en el techo y la pared, una cama grande y varios detalles vistosos como un jacuzzi a un costado. Yo quedé sorprendida de lo bien que estaba y mi reacción fue interrumpida por un beso de Raúl, empezó a comerme la boca y yo correspondía con desesperación, estaba demasiado cachonda y necesitaba ser penetrada. Después de una sesión de besos, Raúl me llevó cerca a la cama, frente al espejo más grande que había, se puso de rodillas y metió su boca directo entre mis nalgas, la imagen era sorprendente, yo solo veía como mi macho era cubierto por la falda mientras yo tenía una cara de puta, a la vez sentía como su lengua jugaba con mi ano y vagina, haciéndome estallar del placer, no podía contener los gemidos, empecé a soltar unos muy fuertes que ya bordeaban los gritos. 

Me tuvo así por un rato, hasta que decidí apartarlo y pedirle que se eche en la cama, obedeció y era mi turno de hacerle sexo oral, bajé su pantalón junto con su ropa interior y esa verga era idéntica como en las fotos que me mandaba, empecé a mamar como loca y el tamaño me producía arcadas, Raúl soltaba unos gemidos y de rato en rato me empujaba contra su pija, yo soltaba lágrimas por la falta de oxígeno y me sentía una completa perra. Ya cansada de la mamada decidí montarlo en la posición que se encontraba, a este punto estaba tan mojada que recibir esa vergota no sería problema, me subí sobre él, agarré su pija y la acomodé a la entrada de mi vagina, me dejé caer haciendo que se me hunda completamente, solté un grito porque a pesar de mi lubricación esa cosa casi me parte en dos, empecé a cabalgarlo mientras Raúl me despojaba de mi sostén deportivo, dejando al descubierto mis tetas, mi hombre se las comía como un desesperado, las dejó babosas y se frotaba la cara contra ellas, dando mordidas o pellizcos a mis pezones, logrando que mi conchita palpite. A este punto ya había alcanzado 3 orgasmos. 

Raúl empezó a tomar la iniciativa y decidió levantarme para luego botarme contra la cama, yo estaba a su merced, me acomodó en posición de perrito y ensartó su verga nuevamente para continuar con la acción, me daba duro y continuo, yo estaba en la gloria, Raúl empezó una charla hot mientras me lo metía que me hizo sentir una auténtica zorrita. 

Raúl: “Así te quería tener puta”. 
Yo: “Si amor, que rico dame más verga por favor”.
Raúl: “Con ese culo y esta faldita me tienes loco”.
Yo: “Mmm… siiii, ahhh dame más papi”. 
Raúl: “Toma verga putita”.

Él me tenía a su disposición, me agarraba de los brazos y los jalaba hacia atrás logrando que su verga se clave más al fondo, haciendo que yo ponga mis ojos en blanco y soltando gritos de placer, en algún momento incluso dejo ir su pulgar dentro de mi culo como si quisiera prepararlo para que reciba verga por ahí también, yo ya había probado antes el sexo anal, pero llevaba tiempo sin práctica, por lo que le pedí que por ahí no, además de que esa verga me dejaría con el impedimento de poder sentarme una semana. 

Ya exhausta de recibir verga en 4, Raúl me dio una embestida que me hizo volar más contra la cama, se fue hacia el jacuzzi, lo encendió y mientras esperamos que el agua se llene hasta el tope volvió por mi, me levantó y me llevó contra el espejo, solo para que me acomode y ponga mis manos y él ponerse detrás mío, otra vez inició con el mete saca y yo veía a través del espejo como su cara de lujuria se enfocaba netamente en mi culo, notaba como se le hacía agua a la boca ver mis nalgas rebotar contra esa vergota, a su vez yo me veía con una cara de placer, disfrutando cada embestida y gritando como loca, estaba teniendo el mejor sexo de mi vida hasta ese momento y quizás por la intimidad del motel, ya que en casa mía o ajena me aguantaba de poder gritar a gusto cuando me cogían. 

Una vez lleno el jacuzzi me invitó a entrar sacándome toda la ropa que me quedaba, así desnuda me ayudó a entrar, acto seguido Raúl me acompañó e inició una sesión de masajes con el agua mientras nos acomodábamos. Mi macho me volteó y puso mis brazos fuera del jacuzzi para que quedarán algo colgados, mi culo para abajo estaban dentro del jacuzzi, Raúl se acomodó entre mis piernas y estando debajo mío sentí como su verga buscaba la entrada de mi vagina, correspondí el acto y me la metí completa, empecé a cabalgarlo salpicando el agua con la fuerza de mi culo que subía y bajaba en un chapoteo incansable, mientras lo hacía pude percatarme que en una habitación cercana se estaba cogiendo a otra mujer, pues sus gritos de placer traspasaban las paredes y llegaban hasta nosotros, yo aún no puedo explicar la excitación que eso me produjo, pero en ese momento empecé a gemir y gritar del placer yo también mientras cabalgaba su verga con una fuerza que hacía salir el agua del jacuzzi, mojando todo el piso, después de un rato no aguanté más y me derretí en un orgasmo que me hizo hundir completamente en el jacuzzi, agotada y con un placer incontrolable recuerdo a Raúl masajearme las tetas y ponerme su dedo en la boca para que lo chupara como si fuera su verga.

Salimos así mojados del jacuzzi, me puso de rodillas a lado del mismo y empecé a mamar nuevamente, no pasó ni un minuto hasta que me la sacó de la boca y comenzó a masturbarse frente a mi, ya sabía lo que me esperaba, solo cerré los ojos, abrí la boca y saqué la lengua para sentir toda su leche, un par de gemidos suyos fueron el preámbulo para una descarga poderosa de semen que se extendió detrás de mi, dejando un hilo que impactó en mi cabello, ojos, y boca, seguidos de un par de chorros menos potentes que dieron de lleno en mi boca y otro en mis tetas. Abrí los ojos lo miré con una cara de lujuria, me puse a jugar con el semen que traía en la boca haciendo burbujas y dejando que chorreara en mis tetas, mientras recogía ese néctar de macho con mis dedos para llevármelo nuevamente a la boca, su cara de placer me daba a entender que estaba disfrutando ver como jugaba con su lechita caliente. 

Ya para terminar nos secamos, vestimos y salimos del lugar, lo dejamos todo hecho un desorden, por lo cual me siento un poco mal ya que no me gusta que otras personas limpien lo que yo ensucio, pero bueno, me dejó en mi casa sin antes despedirse e incitándome a que se repita, yo sonreí y di vía libre a hacerlo cuando él quisiera.

Gracias por llegar hasta acá, espero no haberme alargado mucho, nuevamente espero sus comentarios para saber si les gustó y si hay algo que mejorar, trataré de tenerlos con relatos de forma constante. Besos!.

2 comentarios - Mi primera vez en un motel

Minguinoght +1
Purísima sos mi amor! La próxima dale la colita y que te la llene de leche calentita!