Sexo con el hijo de mi amiga

Sexo con el hijo de mi amiga

Sexo con el hijo de mi amiga
No lo conozco de nada, pero, antes que nada, mi agradecimiento especial al autor de los relatos que me más me han gustado y excitado de ésta página.
Y aquí va mi relato…
Me llamo Carmen, tengo 46 años y vivo en una pequeña población de Valladolid de unos 9.000 habitantes. Me encanta el deporte, practico la natación dos días a la semana y voy a mis sesiones de funcional prácticamente todos los días, lo que me hace estar en muy buena forma para la edad que tengo.
He de decir que, a pesar de haber parido mis dos hijos, mi cuerpo me ha agradecido lo bien que lo he cuidado durante los últimos años.
Llevo el pelo con media melena de color castaño, pechos muy agradecidos y con unas aureolas de casi cuatro centímetros que llaman mucho la atención. Mis piernas se mantienen fibrosas y firmes fruto del trabajo en el gimnasio. Mis pechos aún son capaces de captar la atención de los hombres de los que me suelo rodear, menos de los de mi marido por supuesto que únicamente tiene ojos para sus inversiones en bolsa.
Tengo dos hijos, Jorge  de 18 años y Felipe  de 21 que son el tesoro más grande que tengo.
Me gusta mucho cuidarme y darme mis pequeños caprichos de vez en cuando, y cuidar mi pelo forma parte de ese ritual. Cada dos semanas suelo ir a la peluquera de mi barrio dónde además de arreglarme, aprovechamos a dar rienda suelta a nuestra lengua con Charo, la dueña del negocio y amiga mía de toda la vida.
Somos de la misma quinta, así que prácticamente he compartido con Charo todos mis buenos y malos momentos desde la infancia. Ambas estudiamos juntas y hemos llevado vidas paralelas, casándonos, dando a luz a nuestros hijos prácticamente a la misma vez, por lo que nuestros retoños son aproximadamente de la misma edad.
Era mi costumbre acudir a la peluquería a última hora de la tarde para luego irnos de cañas con mi amiga Charo para continuar con nuestras confesiones fuera de su trabajo y antes de ir a cenar a casa.
Uno de tantos días, y después de tomarnos la tercera copa de vino blanco, Charo me sale con la historia de su hijo Angel contándome los rumores que les habían llegado a sus oídos sobre el éxito que tenía su hijo mayor con las mujeres.  Esos cuchicheos decían que al parecer Angelito había sido visto por el pueblo con chicas mucho más mayores que él, incluso alguna de ellas ya casadas.
Charo compartía conmigo su preocupación y comenzó a interrogarme por si mi hijo Mario me había contado alguna vez algo sobre éste tema.
En verdad yo muchas veces había coincidido con Angelito en el gimnasio y nunca llegue a observar nada raro, aunque he de decir que el chico está para mojar pan y no me extrañaría nada que se las llevara todas de calle con el cuerpazo que tiene.
Hasta ahí todo iba con total normalidad, hasta que Charo continuó la historia, hablándome de lo que le había pasado hace algunas semanas mientras su hijo se estaba duchando en casa.
Me contó que un día llegó a la hora de comer a casa después de una mañana aterradora de trabajo dónde apenas había podido ir al servicio a orinar y se vio tan apurada que se metió en el baño sin darse cuenta que su hijo se estaba duchando.
–      Mamaaaaaaa.. le gritó Angelito molesto por aquella interrupción inesperada.
Charo por supuesto empezó a disculparse de inmediato, aunque no pudo contenerse y sentándose en la taza del váter empezó a soltar su pis, que dada la cantidad y fuerza que llevaba llamó de inmediato la atención de su hijo.
–      Pues sí que tenías ganas mamá, le dijo recriminándole al escuchar semejante cantidad de pis saliendo de su cuerpo.
Charo girando la cabeza y sonriéndole para continuar disculpándose, pudo ver a su hijo que ya salía del plato de ducha con la toalla en mano secándose, comprobando que su retoño de Angelito ya no tenía nada, y que de aquel cuerpo fibroso colgaba un hermoso falo grande y grueso.
Charo totalmente ruborizada, apartó los ojos de su hijo y prácticamente con la falda a mitad de subir salió disparada del cuarto de baño con la imagen del cuerpazo de su hijo y de aquel miembro que le había impactado tanto.
Cuando acabó de contármelo me vino de inmediato a la cabeza la imagen el cuerpo musculado de Angel en el gimnasio y noté unas cosquillas en mi entrepierna, con lo que tuve que cruzar las piernas y apretar fuertemente.
Yo intenté tranquilizarla y decirle que su hijo ya era mayor de edad y a pesar de que ella misma era su madre, nada podría hacer al respecto y que en definitiva era su vida. Además, no veía nada malo en que saliera con otras chicas, fuera cual fuera la edad que tuvieran.
A partir de ese día nada fue igual, y aunque quería evitarlo, mis encuentros con Angel en el gimnasio nunca fueron de la misma manera. Es más, comencé a intentar evitarlos ya que cada vez que veía aquel niño de 20 años delante de mí, mi mente comenzaba a darle vueltas y a pensar cómo debía ser aquel pene grande y hermoso que relataba su madre.
Un miércoles llegué al gym sobre las 5 de la tarde y pude observar como Angel estaba practicando su rutina de brazos en una máquina y me quedé embobada apreciando aquellos brazos duros y que brillaban por el sudor que les recorría. Llevaba un pantalón corto que me dejaban ver unas piernas fuertes, depiladas, musculadas y una camiseta gris de tirantes totalmente manchadas de sudor.
Le acompañaban dos chicos más que también me sonaba su cara y que eran de la cuadrilla de mi hijo Mario que le rodeaban y le ayudaban a controlar el peso de los aparatos.
Al acabar la serie de repeticiones y mientras dejaba las pesas en el soporte, la mirada de Angelito se cruzó con la mía y me dedicó una sonrisa como saludo moviendo la cabeza. Me quedé paralizada y mi mente nuevamente turbada por aquel cuerpazo y por las confesiones de su madre sobre el tamaño de su pene. No supe reaccionar de otra manera y ofreciéndole una sonrisa estúpida y nerviosa, le saludé también con la cabeza ensimismada por la vergüenza que estaba pasando y deseando que él no me notara nada.
Era increíble como aquel niñato de apenas 20 años me ponía nerviosa y cómo me llegaba a intimidar.
Yo me dirigí a la bicicleta estática a realizar mi calentamiento y para mi mayor bochorno Angelito se colocó junto a la mía a descargar sus piernas y bajar pulsaciones. Su olor corporal me llegó de inmediato. Dicen que cada cuerpo huele de diferente manera y Angel olía como su propio nombre indica, olía como los Ángeles.
Su aroma me embriagaba completamente y mi entrepierna volvía a hacerme cosquillas. El roce del sillín de la bicicleta estaba haciendo el resto y mientras hablábamos mi excitación iba en aumento casi provocando que me corriera allí mismo, de no ser por la interrupción de aquella mujer de unos 40 años que se colgó de su cuello dándole un efusivo abrazo y un beso muy cercano a la comisura de sus labios. Los rumores sobre Angel no eran en vano, ese niño tiene algo especial que vuelve loca a las mujeres.
Me bajé del sillín y disculpándome le indiqué que tenía que ir al baño. Me fui a paso ligero, me encerré en el primer habitáculo que me encontré libre y tras bajarme el maillot y las braguitas me introduje dos dedos dentro de mi coñito que ya estaba chorreando. Tras dos o tres movimientos dentro y fuera, comencé a frotar mi clítoris frenéticamente corriéndome como hacía mucho tiempo que no lo hacía.
Ya no pude volver al gimnasio, mis piernas temblorosas apenas me dejaron llegar a la ducha y darme una ducha fría para quitarme el calentón que llevaba encima.
Esa misma noche mi cabeza continuaba pensando en Angel mientras follaba con mi marido Joaquín. Mis gritos y gemidos eran tan intensos que llamaron su atención.
–      Qué te pasa hoy Carmen… bufff estás chorreando noto cómo resbalo dentro de ti.
–      Calla cariño y continúa, tú dame fuerte que ya estoy casi a punto.
Y poniendo los ojos en blanco me corría nuevamente en mi cama, pero imaginando que era aquél muchacho de 20 años el que me estaba dando tanto placer.
Aquella semana volví a ir a la peluquería, pero no me apetecía quedar con Charo, no me quitaba a su hijo de la cabeza y si no ponía remedio mi calentura me podía llevar a cometer una locura. Charo me notó muy rara y me preguntaba una y otra vez si me ocurría algo, a lo que yo le contestaba con evasivas.
Esa misma mañana me había ido a comprar un conjunto de mallas cortas y camiseta color rosa y negro muy ajustada y la verdad que me sentaba estupendísimo. Mis pechos quedaban bastante sujetos por aquella prenda y sin embargo mis pezones desafiaban aquella presión dejándose ver a través de la tela. Durante la semana acudí al gimnasio como cualquier otra con la idea de volverme a encontrar con Angel, y justamente ese día me lo topé. Nada más verme, sus ojos se fueron hacia mis pezones y mis tetas, mi objetivo se había cumplido.
Le puse un poco nervioso, me piropeó dirigiéndose a mí como si lo hiciera a una chavala de su clase y no me quitaba los ojos de encima. Durante toda la sesión de mi entrenamiento notaba sus ojos encima de mi cuerpo, recorriéndome de arriba abajo.
Mi coño nuevamente había hecho tilín y ya estaba húmedo solamente de pensar cómo me lamería mis aureolas aquel niñato que vi crecer en el barrio.
Acabé mi sesión y me dirigí a la bicicleta a poner mi corazón en calma, y nuevamente Angel se situó junto a la mía a realizar lo mismo.
De nuevo su olor, una mezcla de sudor y fragancia me llegó hasta lo más profundo de mi ser. Continuamos hablando de ningún tema en particular, de mi hijo Mario y de sus planes de futuro. Mientras hablábamos se le iban los ojos hacia mis pechos y hacia mis muslos, me halagaba con sus palabras y me decía que le gustaba mucho que me cuidara tanto.
Yo estaba encantada, su palabrería me embriagaba y me tenía como en una nube.
Pasaron unos diez minutos y le dije que me iba a la ducha, que ya había terminado. A lo que él me respondió que también lo había hecho y que me acompañaba.
Íbamos por el pasillo del gimnasio y llegando a la sala de materiales me cogió de la mano y llevándosela a la boca me dijo que quería hablar conmigo y confesarse.
Carmen, eres una mujer muy hermosa, no puedo quitarte de mi cabeza.
Calla Angelito, no digas tonterías seguro que las chavalas de tu clase y de tu edad están mucho mejor que yo.
No Tía Carmen, no digas eso, esas chicas son unas niñatas, no tienen lo que tú tienes. Pero mírate, eres preciosa, esos pechos, tus muslos perfectamente torneados, y ese conjuntito te queda de maravilla
Y llevándose a la boca mi dedo empezó a chuparlo, mirándome fijamente a los ojos comenzó a acercarse a mí, arrinconándome contra la pared y pegando su paquete por encima de mi pubis.
Mi boca y garganta estaban secas, mi mirada encandilada por aquel muchacho de casi 1.90 metros y de grandes hombros. Se fue acercando cada vez más y haciendo un movimiento rápido abrió la puerta de la sala de materiales y me metió hacia dentro.
Apenas entraba la luz por las ventanas, pero lo suficiente para ver los ojos de aquel chaval que me miraban con ansia y lujuria. Me sujetó por la cintura y agachándose un poco me comenzó besar, ofreciéndome su lengua húmeda. Mi boca reseca la recibió con desesperación y mi lengua respondió entrelazándose con la suya.
Sus manos recorrían ya todo mi cuerpo, centrándose especialmente en mi culo y pechos. Comenzó a besarme el cuello, el lóbulo de la oreja y a decirme cosas al oído. Parecía que tenía ocho manos, las notaba por todo el cuerpo. Me subió en una de las mesas que había en el despacho, y de un tirón me quitó el top dejando mis pechos al aire. Cuando vio mis aureolas oscuras y grandes, pude percibir su cara de satisfacción y lanzándose sobre mis tetas comenzó a lamerlas y morderlas con mucho espero y cariño a la vez.
Se quitó la camiseta y me quedé boba con sus pectorales y musculatura abdominal. Era yo la que ahora le lamía los pezones y pasaba mi lengua por todo su cuerpo. Me bajé de la mesa y arrodillándome me puse a la altura de su pene. Le bajé los pantalones cortos, su bóxer y aquella verga larga, gorda y venosa me dio un golpe en mi mentón.
Mi coño estaba ya chorreando, me zambullí en su entrepierna y comencé a lamer con fuerza aquellos testículos gordos y grandes totalmente depilados. Intenté metérmela en la boca, pero era casi imposible. No había visto nada igual, estaba duro como una piedra y notaba sus venas dentro de mi boca y labios.
Angel me cogió la cabeza y empezó a follarme la boca con fuerza, haciendo que mi cuerpo comenzar a temblar. Yo no paraba de emanar jugos por mi coñito y disfrutaba de cada lengüetazo que le daba a aquel miembro.
Me volvió a levantar como un objeto sin peso, me depositó en la mesa y me quitó el maillot y braguitas totalmente empapadas. Me abrió de piernas y pegó su boca a mí también depilado coñito. No pude aguantar más que dos o tres lametones.
Aghhhhhh cariñooooo me corrroooo….y comencé a convulsionar apretando mis piernas alrededor de  su cuello y cabeza.
Me miraba alucinado al ver lo caliente que me había puesto. Su mirada y sonrisa de superioridad me ponían cada vez más cachonda. El niño seguía y seguía comiéndose mi sexo mientras yo no paraba de temblar y soltar todo lo que tenía dentro.
Por fin y de repente paró, colocó mis tobillos a la altura de sus hombros y pude ver desde mi perspectiva aquel pedazo de carne que se abría paso entre mis muslos morenos. No me dio tiempo a decirle nada, ni condón ni hostias. Puso la punta de su polla en la entrada de hucha y empezó a jugar con ella. La movía de arriba abajo, rozando mi sensible clítoris haciéndome gritar de placer.
Ayyyyy aghhhh Angelito… qué me estás haciendo cabrónnnnnn
Y dando un golpe de caderas intentó meterme su gran herramienta en mi hinchado coñito. Y digo intentó, porque a pesar de que estaba muy mojada, aquello era muy gordo y grande para meterse todo de golpe.
Retrocedió un poco y lo volvió a intentar. Colocó sus manos en mi nuca y atrayéndome hacia él, fue taladrándome poco a poco metiéndose cada vez más dentro mío.
Yo estaba rendida ante aquella barra de carne, notaba en mi interior cómo me estaba poseyendo y cómo mi pelvis se iba hinchando cada vez más. De repente un calor muy intenso recorrió todo mi cuerpo, no había sentido nada igual en mi vida.
Aghhhhhh Angelitoooooo Diosssssssss no sé qué me pasaaa.. qué me estás haciendo amor.. Como te noto joderrrrrrrrrrrr
Y una salvajada de jugos y líquido comenzó a salir de mi coño, mojando su gran verga dejándola toda brillante y húmeda.
Mis muslos y culo chocaban contra su abdomen a cada empujón y sus gemidos eran cada vez más fuertes. A cada empujón y a medida que sus gruñidos aumentaban yo me ponía más caliente. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero este niño tenía un aguante impresionante.
El sonido de su polla entrando y saliendo deliciosamente de mi coño llegaban hasta mis oídos. Yo ya estaba a punto de nuevo, otro sofoco me subía desde mi sexo y comenzaba a tensionarme. No pude aguantar más y levantando mi cuerpo me abracé a su musculado cuerpo, haciendo la penetración más profunda aún. La punta de su pene estaba tan adentro que notaba como hacía tope y me abracé a el más fuerte aún.
No le iba a dejar escapar hasta que se corriera dentro mío. Comencé yo también a realizar pequeños movimientos rotatorios con mis caderas haciendo que mis paredes apretaran aún más su verga. De repente me abrazó aún con más fuerza y sus golpes de cadera eran más violentos a la vez que sus gritos.
Tía Carmennnnn…. Aghhhhhh…. Me vieneeee…. Me voy a correrrrrrrrrrrr dentro tuyo.
Yo también, mi niño… yo tambiénnnnnnnn dámelo todoooooooooo
Y me pegué a él todo lo que pude y fundiendo nuestros cuerpos comencé a temblar y a recibir toda su leche dentro de mi coño.
Ayyyy Angelito amor, cómo te estoy notando. Noto tu leche caliente inundándome…
Y estuvo un largo rato lanzando sus chorros de esperma dentro de mi tembloroso coñito. Caímos sobre la mesa y su pesado cuerpo aún encima de mí casi me asfixiaba. Su pene duro como una piedra aún estaba dentro mío latiendo y perdía fuerza poco a poco.
Al salirse de mi cuerpo, una gran cantidad de esperma salió de mi sexo. MI coñito, había quedado abierto aún con la forma de aquel falo maravilloso que me había estado follando.
Nuestra respiración fue recuperando su normalidad poco a poco, me puso de pie delante suyo y me comió la boca como nunca antes lo había hecho nadie. Me metió un dedito en mi sexo y rozando mi clítoris recogió algo de esperma que aún quedaba dentro mío y me lo metió en la boca. Pude percibir el sabor dulce y extraño que habían dejado la mezcla de su esperma y de mis jugos. Me agaché y me metí nuevamente su polla dentro de mi boca, succionándola y recogiendo todo aquel sabor intenso.
Su cara de niño travieso me miraba y gozaba de mis caricias.
Me puse en pie, me vestí lo más rápido que pude y desaparecí por la puerta directa a la ducha sin dejar de pensar por un momento lo que me había hecho gozar mi Angelito.

3 comentarios - Sexo con el hijo de mi amiga

Cacho6922
Tremendo relato, muy bueno, q linda putona