Intriga Lasciva - El Instituto [35]

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Intriga Lasciva - El Instituto [35]


Capítulo 35.

PornParadise.

La reunión del club de detectives empezó con Oriana dando un parte informativo sobre los sucesos más interesantes de la última semana en el instituto. 
—A Ayelén Maidana, una chica de tercero “D” le robaron el celular. Hablé con ella y me dijo que está muy preocupada porque tenía “algunas fotos comprometedoras”, aunque no quiso darme más información al respecto. No hay sospechosos. 
>Se rumorea que una chica de segundo “B”, Belén Di Sanctis, cobra por hacer petes en los baños del instituto. No pude averiguar mucho sobre esto.
—¿Belén? —Preguntó Yelena—. Ella cursa conmigo. 
—¿Y creés que el rumor pueda ser cierto? —dijo Siara.
—No lo creo. Proviene de una familia muy adinerada… como casi todos en este instituto. ¿Por qué habría de cobrar? Tampoco me cuadra que los haga gratis… Belén es una chica preciosa, pero muy tímida. Aunque sí es algo ostentosa, siempre está muy bien vestida y maquillada.
—¿Es la flaquita rubia que siempre se ata el pelo con dos colitas? —Preguntó Erika—. Y tiene mechones rosas…
—Sí, esa misma.
—Siempre me llamó la atención esa chica, parece un personaje de anime. Intenté hablarle un par de veces, pero como vos dijiste… es muy tímida. Si podés hablá con ella y preguntale si quiere ser mi amiga.
—Y de paso podés averiguar si el rumor es cierto —dijo Siara, poniendo los ojos en blanco.
—Haré lo posible.
—Bueno, sigo… —dijo Oriana, mientras leía la lista que había armado en la laptop que compraron para manejar todos los asuntos del club—. La profesora Noemí García sigue presentando quejas contra Fermín y sus amigos, nada nuevo por ahí. Esperanza Conte, profesora y miembro de la Junta Directiva, presentó una queja contra la profesora del club de teatro, una tal Melania Dalmaso, por… y cito: “disfrazarse de forma inapropiada y subir fotos obscenas a sus redes sociales”.
Oriana les mostró una de las fotos que Melania Dalmaso había compartido en internet. Se podía ver a una mujer muy voluptuosa, de grandes pechos, con un vestido muy escotado y un enorme sombrero negro. Estaba maquillada con toda la piel blanca y los labios pintados de un rojo intenso. 
—¡Ay, es Lady Dimitrescu! —chilló Erika—. Es una vampiresa del juego Resident Evil Village. La AMO. Quiero conocer a esta profesora.
—No me parece tan obscena la foto —dijo Xamira—. Solo está un poquito escotada. ¿Acaso  hay algo más?
—No, no… nada más. Son todas fotos similares a esta —Aseguró Oriana—. En mi opinión Esperanza Conte está exagerando un poco. Tiene fama de ser muy severa. Da clases de teología, quizás no le haga mucha gracia que una profesora se disfrace de vampiresa. Bueno, eso es todo lo importante, por el momento. ¿A ustedes qué tal les fue? ¿Avanzaron un poco en sus casos?
—Estamos en una situación… complicada —dijo Xamira, no quiso entrar en detalles porque le prometió a Erika que no le contaría a nadie del club sobre el paseo que dieron desnudas ni sobre el fantasma—. Pero conseguimos una tarjeta magnética que nos va a permitir abrir algunas puertas en el instituto. Es solo cuestión de tiempo para que sorprendamos a Fermín y a sus amigos en una de sus reuniones clandestinas en los vestuarios. 
—¿Y de dónde sacaron esa tarjeta? —Preguntó Oriana.
—Em… mientras menos sepan, mejor —se apresuró a responder Erika—. No queremos comprometerlas si alguien nos sorprende usando la tarjeta.  
—Mmmm… está bien —dijo Siara—. Solo prometan que van a tener mucho cuidado. —Las dos asintieron con la cabeza—. Yelena y yo avanzamos mucho…
—Sí, casi se podría decir que tenemos el caso cerrado —comentó Yelena, con entusiasmo. Estaba feliz de poder participar en este club y que la hicieran sentir una más—. Aunque Siara quiere seguir investigando.
—Tengo mis dudas. Sabemos que Diógenes usa a su madre para hacer dibujos prácticamente pornográficos, pero creo que alguien lo está influenciando. Quiero averiguar si estas sospechas son ciertas. 
—Muy bien —dijo Oriana, que cada vez se sentía más cómoda con el rol de “secretaria informativa” del club. Siempre le gustó organizar cosas, como el inventario de la tienda de su padre—. Hoy tenemos una reunión con el Japo… y todavía no le contamos a Yelena nada sobre Uvisex. ¿No creen que ya es momento de hacerlo? Nosotras prometimos seguir adelante con este proyecto, aún sabiendo que puede haber consecuencias desagradables… Yelena tiene derecho a decidir si quiere seguir adelante con esto o no.
—Es cierto —dijo Siara, con el semblante serio. Yelena miró a las chicas sin entender nada.
Pasaron los siguientes cuarenta minutos contándole todo lo que sabían sobre Uvisex y lo que estaban dispuestas a hacer para averiguar más sobre esta peculiar página pornográfica. El corazón de Yelena se aceleró con cada nueva información que le dijeron, las chicas fueron directas en todos los detalles, no omitieron nada. Ni siquiera todo el asunto de Dalma Leone y su madre. Este fue el punto donde el entusiasmo de Yelena alcanzó su punto máximo. Era una historia de incesto, no tan distinta a la que ella había vivido junto con su hermana y su madre. Le fascinaron las fotos que le mostraron y se preguntó cuántas historias como esas podrían formar parte de próximos casos en el club. 
—Cuenten conmigo para todo lo que necesiten —dijo, sin dudarlo. 
—¿Estás segura? —Preguntó Xamira—. Mirá que tuvimos que hacer cosas un tanto desagradables para llegar hasta acá, y estoy segura de que habrá más en el futuro.
—Lo sé… y estoy dispuesta a asumir el riesgo —el pecho le latía a toda velocidad—. Si necesitan financiamiento para la página web que le encargaron al Japo, cuenten conmigo.
Las chicas agradecieron el apoyo de Yelena. Sintieron un gran alivio al saber que estaba tan comprometida como ellas.
Diez minutos más tarde llegó el Japo con su propia laptop, la conectó al gran televisor. No dijo nada al ver a Yelena, pero sí se detuvo a mirarla detenidamente, en especial el gran escote que tenía su vestido y el corte que dejaba ver una de sus piernas. A Yelena le gustaba vestir de forma sensual, quizás en otro instituo esa clase de ropa parecería fuera de lugar; pero aquí las chicas de la alta sociedad compiten entre ellas. La lucha es dura si una quiere ser la que lleve el mejor atuendo.
—Trabajé mucho en esto —dijo el Japo—. Pasé una semana casi sin dormir, pero conseguí armar las bases de un sitio web funcional… y privado. Esa última parte no fue fácil, ni barata. Estoy usando un servidor de alguna isla perdida en el medio del pacífico, así cubrimos ciertas cuestiones no tan legales. 
—Te vamos a pagar por todo eso —aseguró Siara.
—Lo sé, y les va a costar caro… pero no quiero dinero. —El semblante de las chicas se puso serio—. Erika, ¿por qué no te sentás acá mientras les muestro lo que hice? —Dio dos golpecitos a su pierna derecha. 
Erika apretó los puños y lo fulminó con la mirada, tenía ganas de mandarlo a la mierda, por pajero y degenerado; pero sabía que lo necesitaban. También era consciente del gran sacrificio que habían hecho sus compañeras… hasta Siara se dejó coger por el editor de la revista Caleidoscopio. Si solo debía sentarse en la falda de el Japo, la situación no parecía tan grave. 
Puso su gran culo sobre las piernas del Japo y al instante sintió una mano acariciándole un muslo. Tuvo que cerrar los ojos y contar hasta diez para no chillar de bronca. Siara también tuvo que hacer un gran esfuerzo para contenerse. 
—Bueno, contanos qué fue lo que hiciste —demandó Siara.
—Tranquila, que tenemos tiempo de sobra —dijo el Japo mientras acariciaba la pierna de Erika por encima de su pollera blanca. Sabía que esto despertaba pensamientos cargados de odio en todas las presentes, pero no le importó en lo más mínimo—. Necesitaba un nombre con el que trabajar y se me ocurrió ponerle PornParadise. Espero que les guste el nombre, porque ya compré ese dominio y no lo voy a cambiar.
—El nombre nos da igual —aseguró Siara—. Lo importante es que cumpla con su objetivo. 
—Bueno, como verán… a la web todavía le falta contenido —dijo, mientras se acomodaba los anteojos—. Yo tengo unas buenas reservas de material que les va a resultar de lo más interesante, en especial porque muchas de estas cosas nunca llegaron a manos de Uvisex. Pero… todo tiene un precio. Les va a costar muy caro —subió su mano derecha y se aferró con descaro a una de las tetas de Erika. Ella se movió incómoda—. Si algún día quieren algo del material que tengo, me avisan y podemos llegar a un acuerdo. 
Nadie dijo ni una sola palabra, Erika intentaba no hacer contacto visual con sus amigas, por pura vergüenza. Como nadie habló, el Japo continuó con su presentación. 
—El diseño que utilicé es sencillo y eficaz, permite encontrar los videos por temática, por nombre de las personas involucradas, por “nivel de morbo”, y un largo etcétera. Uvisex utiliza un muy buen sistema que obliga a los usuarios a usar la web durante mucho tiempo para poder acceder al mejor material. Considero que nosotros deberíamos hacer justo lo contrario: ofrecer todo desde el principio. Eso ayudaría a compensar la falta de cantidad. 
—¿Y qué material usaste exactamente? —Preguntó Xamira.
—La gente que paga por esta página web quiere ver a gente real teniendo sexo real. Es decir, no suele funcionar el porno actuado tradicional. Si es una profesora teniendo sexo con sus alumnos, entonces debe ser una profesora real y esos realmente deben ser sus alumnos. De lo contrario la magia se rompe. Deberían contratar a alguien que se encargue de narrar la historia detrás de cada video, porque eso es lo que le falta a Uvisex. Te dan datos generales de lo que estás viendo, pero siempre quise saber más sobre esas interacciones sexuales. 
—Para eso podríamos contratar a Candy —dijo Siara—, la chica de la revista Caleidoscopio. Se quedó sin trabajo por nuestra culpa… además ella no tenía problemas en publicar los videos de Mercedes… así que quizás no le moleste trabajar en este proyecto. —Se fijó en como el Japo manoseaba las tetas de Erika por encima de la blusa y tuvo que contenerse para no golpearlo. 
“Ese gordito hijo de puta sabe cómo utilizar cada gramo de poder que tiene”. 
—Puede funcionar —dijo el Japo—. En especial si ya tiene algo escrito sobre la actriz lesbiana esa… porque sus videos ya están cargados en nuestra web. Y no me miren raro, porque eso fue idea de ustedes. Pero eso no alcanza, puse algo de material propio… algunas ex alumnas del colegio haciendo un ocasional pete en el baño, o bien un profesor cogiendo con alguna alumna en un hotel. Nada demasiado novedoso. ¿Qué mas tienen para ofrecer? Y no me vengan con escrúpulos, saben tan bien como yo que este proyecto no va a funcionar si se andan con demasiados miramientos éticos. Vamos a subir videos sin permiso de la gente que participa en ellos.
—Eso lo sabemos —dijo Siara—. Odiamos tener que hacerlo; pero es necesario. Uvisex lo hace y es la única forma que tenemos de lograr una reacción por parte de este enemigo invisible. Tenemos que ofrecer la misma clase de material que ellos, a mejor precio… 
—Y con más “nivel de morbo” —dijo Xamira—. Podemos usar las fotos de Dalma Leone y su mamá… creo que esa es la clase de material a la que el Japo se refiere. ¿Cierto?
—Exacto —mostró una sonrisa libidinosa y se le empañaron los anteojos, su mano bajó hasta la entrepierna de Erika y empezó a acariciarla por encima de la pollera—. Si involucra madres e hijas, hermanas, o cualquier otro acto incestuoso, suma muchísimos puntos de morbo. 
—Muy bien, después te paso todo lo que tengo de Dalma… incluyendo las fotos en las que salgo yo.
—¿Estás segura? —Preguntó Oriana.
—No; pero por más vueltas que le dé al asunto, sé que es necesario hacerlo. Ya no tengo una amistad con Dalma, ella me mintió mucho… y ya no me molesta tanto la idea de que otras personas me vean desnuda. Puedo vivir con eso.
Yelena tenía el pulso acelerado, el solo hecho de escuchar la palabra “incesto” activó su líbido. Se mordió el labio inferior y dijo:
—Puedo conseguirles material de mi hermana. —Todos los presentes la miraron—. Y no piensen tan mal de mí, conozco muy bien a mi hermana y sé que a ella le encantaría aparecer en una página porno… siempre y cuando fuera discreta. Además, es la hija de un importante empresario del país… creo que eso suma puntos.
—Sí, sí que los suma —dijo el Japo—. Y conozco bien a tu hermana, es muy solicitada por los pajeros de internet. A veces sube algunas fotos en bikini, pero lo que es porno explícito, no hay nada. Si podés conseguir eso, va a ser genial. Y hasta podrías ofrecer algo de material propio, estoy seguro de que a más de uno le gustaría verte desnuda.
—Em… eso lo tengo que pensar mejor. Lo de ofrecer material propio sí me da un poquito de miedo. Pero no creo que mi hermana se niegue, lo voy a charlar con ella y sé que va a acceder gustosa. 
—Le podemos pagar —dijo Siara.
—No va a ser necesario, no creo que le interese el dinero. A ella le va a gustar el morbo de poder subir material porno a internet… pero que solo un grupo selecto de personas lo pueda ver. 
—También tenemos el video de Sofía Levitz chupándole la verga al decano —dijo Oriana—. Eso lo podemos usar.
—Sí… excelente —el Japo volvió a sonreír—. Esa es la clase de material que necesitamos. Aún así, van a tener que conseguir más. Mucho más. ¿Tiene algo extra?
Oriana y Xamira intercambiaron miradas cómplices. Luego de un par de segundos, las dos asintieron con la cabeza.
—A Xamira y a mí nos pasó algo en el Hotel Costa Verde… mientras trabajábamos en el caso de Mercedes. Eso quedó registrado en video. No me hace mucha gracia tener que compartirlo; pero creo que es la clase de material que van a buscar los usuarios de la web.
—Uf… chicas, —intervino Siara—. Si ustedes suben eso entonces me veré obligada a subir lo que Erika grabó en la oficina del editor de Caleidoscopio. Y con mucho odio hacia mí misma, puedo agregar algunas fotos de desnudos del catálogo de modelos de mi mamá. 
—Mmm… muchas modelos conocidas completamente desnudas —dijo el Japo—. Eso es una mina de oro. Me encanta.
—Es una pena que no podamos usar lo de Diógenes con su mamá —dijo Yelena—. O las cosas que pasan en el club de arte… porque tienen esa regla de “cero cámaras”. 
—Podemos poner una cámara oculta —sugirió Oriana—. Para algo las compramos, ¿no? En parte me siento muy mal por hacer esto, pero si pienso en que este es el único camino para disolver Uvisex, entonces tenemos que pensar como ellos. Sin escrúpulos. 
—También deberías poner cámaras ocultas en los vestuarios —dijo Erika, sin mirarla a la cara, podía sentir los torpes dedos del Japo trazando la línea de su vagina una y otra vez—. Estoy segura de que ahí vamos a conseguir un montón de material…
—Quizás Uvisex ya tenga cámaras ocultas por todo el instituto —sugirió Oriana—. Con más razón tenemos que hacerlo. Podríamos subir el mismo material antes que ellos, y eso sí que los haría enojar.  
—Me gusta como piensa esta chica —dijo el Japo, al mismo tiempo que su mano se metía debajo del vestido de Erika. Ella dio un pequeño salto cuando la yema de un dedo hizo contacto con su clítoris. Solo la tela de la ropa interior la separaba del contacto directo—. Una vez diseñé un plan para colocar cámaras ocultas en puntos estratégicos del instituto, sé exactamente dónde colocarlas; pero nunca lo llevé a cabo porque obviamente hay que hacerlo sin testigos… y las puertas se cierran cuando se terminan las clases. 
—Eso es algo que podemos solucionar —dijo Xamira—. Decinos dónde colocar las cámaras y nosotras nos encargamos de todo.
—¿Y cómo piensan solucionar el problema de las puertas?
—Es asunto nuestro. 
—Está bien, se nota que tienen recursos y hacen bien en no compartirlos con cualquiera. De la misma forma que yo no voy a compartir tan fácilmente todo el material que tengo disponible —en un rápido movimiento el Japo apartó la tanga de Erika e introdujo dos dedos en su concha.
—Hey, me parece que ya te estás pasando un poco —dijo Oriana, que vio toda la situación.
—¿Pasando? No, ni siquiera empecé a cobrar mi trabajo. ¿Entienden todo el trabajo que lleva diseñar una página web de este estilo? No sé si alguna vez me van a poder pagar por todo…
—Está bien, Ori… —dijo Erika, aguantando estoicamente esa invasión a su sexo—. Sabíamos que esta sería una de las consecuencias de contratar a este pajero. 
—Y recién estoy empezando…
El Japo usó su mano libre para aferrarse a una de las tetas de Erika y le pasó la lengua por el cuello, esto la hizo estremecer. Ella tuvo ganas de darle un codazo y salir corriendo; pero no lo hizo porque eso hubiera significado tirar a la basura todo el proyecto de la página web. 
—¿Sabés qué podés hacer para pagar todo el trabajo que hice para ustedes? —Le dijo a Erika, al oído, sin dejar de meterle los dedos en la vagina—. Siempre me fascinó tu boquita… debés ser una excelente petera. ¿Te gusta chupar pija? —Erika no contestó—. Yo sé que sí… estoy seguro de que te encanta. ¿Por qué no me la chupás un ratito?
Esto era lo que todas las presentes temían, en especial la propia Erika. Sabían que en cualquier momento el Japo haría una propuesta indecente y sin sutilezas. 
—Podés negarte, Erika —dijo Siara—. No hace falta que hagas todo lo que él te pida.
—Tengo que hacerlo —respondió Erika—. De lo contrario va a borrar toda la página web y nos vamos a quedar sin todo el avance que logramos.
—En eso tiene mucha razón —dijo el Japo, sus dedos seguían explorando el interior y el exterior de la vagina de Erika como si fueran dueños de la misma—. Y mientras antes empieces a chuparla, antes vamos a terminar con esto. 
A pesar del odio y la repulsión que sentía por el Japo, sabía que él tenía razón. No le convenía dilatar mucho este asunto. Lo mejor era encararlo ya mismo y hacer lo que tenía que hacer. Sin pensarlo. 
Erika se puso de rodillas y el Japo se apresuró a liberar su verga. Todas se quedaron boquiabiertas al verla. No era gigante, pero sí ancha, venosa y maciza… y de un tamaño que no parecía encajar del todo con ese gordito de anteojos. Erika creyó que debería chupar un pene pequeño, algo insignificante… algo que pudiera olvidar en poco tiempo; pero de esa verga no podría olvidarse tan fácil. 
—¿Te gusta mi verga? —Preguntó—. Te la vas a comer todita…
Erika pensó que le resultaría muy difícil tragar eso completo. También sabía que el Japo insistiría en que lo hiciera. Suspiró, cerró los ojos y se lanzó hacia esa humillante tarea. Ni siquiera quiso ver la cara de sus amigas en el preciso instante en que sus labios hicieron contacto con el glande. Era bastante ancho y tuvo que abrir la boca más de lo que imaginó para poder tragarlo.
—Eso… así… así… uf, no sabés todo el tiempo que llevo fantaseando con este momento… todas las pajas que te dediqué. Por cierto, decidí poner en la web las fotos que vos y Siara se sacaron para mí. Creo que a mucha gente le va a fascinar verlas.
—Hey… dijiste que no compartirías esas fotos con nadie —se quejó Siara, que estaba haciendo un enorme esfuerzo por no romperle la cara.
—Xamira y Oriana van a usar material de ellas —dijo el Japo, mientras presionaba la cabeza de Erika para que tragara más verga—. ¿Acaso ustedes dos tienen coronita de oro? ¿Está bien si ellas se exponen, pero está mal si lo hacen ustedes que son las fundadoras del club?
Los dientes de Siara chirriaron de puro odio. Detestaba tener que reconocer que el gordito pajero e hijo de puta tenía razón. Ellas habían fundado el club de detectives, debían actuar con el ejemplo.
Y ahora el ejemplo lo estaba dando Erika, haciendo un gran esfuerzo para tragar toda la verga de el Japo. Siara estaba sorprendida, no creía que su mejor amiga tuviera tanto talento para el sexo oral. Era la primera vez que la veía comiendo pija y siempre creyó que Erika, con su personalidad tan alocada y un tanto infantil, no se desenvolvería bien en estos asuntos. Pero allí estaba, sujetando ese miembro viril venoso con una mano y dando fuertes chupadas, mientras el Japo le sobaba las tetas, las cuales ya habían sido liberadas de la blusa. 
Todas las chicas miraban atónitas esta escena cuando la puerta se abrió de golpe. Casi todos en la sala se quedaron petrificados por el miedo, a excepción del Japo, que mantuvo la calma como si nada ocurriera. 
La persona que había entrado sin anunciarse no era otra que la jefa del centro de estudiantes: Sofía Levitz.
—Ah no, no lo puedo creer —dijo al ver a Erika de rodillas, practicando una mamada—. ¿Acaso piensan que esto es un prostíbulo? —Cerró la puerta detrás de ella, como si temiera que alguien más pudiera ver lo que estaba sucediendo allí.
—Es curioso que justamente vos digas eso —respondió el Japo, con total calma, mientras apretaba la cabeza de Erika hacia abajo, obligándola a tragar más de su verga—. Vos que provocaste más de un escándalo el año pasado por andar chupándole la pija a varios profesores… incluso hubo uno que se quedó sin trabajo porque lo sorprendieron mientras le comías la verga en un salón de clases vacío. —El Japo presionó varias teclas de la laptop y en la pantalla del televisor apareció una foto de la mismísima Sofía Levitz—. La profesora que los sorprendió tuvo la delicadeza de sacar estas fotos… muy buenas, por cierto.
—¿De dónde sacaste eso? —Preguntó Sofía, escandalizada.
La imagen de la pantalla la mostraba a ella mirando aterrorizada hacia la cámara, con los ojos azules bien abiertos. Su cara estaba cubierta por espesas líneas irregulares de semen, incluso tenía bastante leche dentro de la boca. Con la mano sujetaba un pene de buen calibre y bien erecto.  
—Saqué esto de la base de datos del instituto. Las computadoras tienen un sistema de seguridad que es un chiste. Fue muy fácil acceder. También tengo esto:
En el televisor comenzó a reproducirse un video pornográfico absolutamente explícito. En la cama podía verse una joven rubia completamente desnuda, que claramente era Sofía Levitz. Estaba recibiendo una verga por la concha al mismo tiempo que chupaba otra. Luego giró la cabeza para chupar una tercera verga que entró en escena. 
—Así es como Sofía consiguió su puesto en el centro de estudiantes —dijo el Japo. Erika ni siquiera volteó para mirar la escena, siguió concentrada en la mamada. Era mejor ocuparse de eso y terminar cuanto antes—. Esos tres tipos son del ministerio de educación. Le hicieron la fiesta a esta putita. Se la cogieron toda la noche. El video llegó a manos del decano, pero como ese tipo está re caliente con Sofía, lo ocultó. Sé que ahora le chupás la pija a él también. Vas escalando, pendeja. Tengo que reconocer que tenés talento para esto.
—Borrá eso ya mismo —chilló Sofía, con la cara roja de rabia y vergüenza.
—Da igual que yo lo borre, este material está en los servidores del instituto. Cualquiera con el poder para acceder a ellos puede verlos. Es solo cuestión de tiempo que alguna de las arpías de la Junta Directiva vea esto. —Sofía se puso pálida—. Che, qué linda cogida te pegaron… mirá, ahora la ponen en cuatro y se la mete otro. Se ve que a Sofi le gustan los veteranos… o le calienta ser la putita de hombres que tengan poder sobre ella. Si ven este video completo van a ver cómo las tres pijas se turnan para darle por la concha… y encima ella se toma toda la lechita, de forma muy obediente. Hasta sonríe y pide más. —Volvió a mirar a Sofía, con semblante serio—. Si querés puedo borrar este material de los servidores del instituto… pero te va a costar caro.
—¿Cuánto? —Preguntó la rubia al instante.
El Japo señaló la cabeza de Erika.  
—Y no me vengas con planteos, porque estoy seguro de que te comiste un montón de pijas para conseguir beneficios. ¿Qué le hace una raya más al tigre?
Sofía Levitz es orgullosa, pero valora demasiado su posición en el centro de estudiantes, y en todo el instituto, como para arriesgarse. Además sabe lo severas que pueden ser las mujeres de la Junta Directiva. Ya había perdido mucho de su dignidad frente a las chicas del club de detectives, así que esa parte no le importaba demasiado… aunque estuviera presente Yelena, la nueva integrante.
Resignada y desesperada, se arrodilló junto a Erika. Le sorprendió ver la intensidad de esa chica al tragar la verga de el Japo, la saliva le chorreaba por todos lados y emitía sonidos guturales cada vez que el glande llegaba a su garganta. 
Erika, entendiendo que Sofía también estaba arrinconada y sin vía de escape, le cedió la verga. La rubia la miró por un segundo y luego empezó a chuparla tímidamente.
—Dale con más ganas, sé que sos buena petera. 
Aceleró el ritmo y empezó a tragar más de ese pene, luego Erika hizo lo mismo. Entre las dos comenzaron a turnarse para chuparla. El Japo estaba pasando el mejor momento de su vida, tenía a dos preciosas mujeres comíendole la pija con devoción.
—Esto va a llevar tiempo —anunció el Japo—, y ya no tengo nada que hablar con todas ustedes. Si quieren, se pueden retirar. 
—No me voy a ninguna parte —dijo Siara.
Pero casi al instante intervino Erika:
—Prefiero que se vayan. Es más difícil para mí si ustedes están presentes. Y creo que para Sofía también. 
—Pero, pero…
—No te preocupes, Siara… vamos a estar bien. 
—Hagamos lo que dice —intervino Xamira—. Sé lo incómodas que son estas situaciones, y Erika es la que tiene que decidir. Si prefiere que nos vayamos, entonces nos vamos.
—Prometeme que me vas a contar todo lo que pasó —le pidió Siara.
—Sí, amiga. Quedate tranquila. Sé lo que estoy haciendo. 
En cuestión de segundos, la sala de reuniones quedó casi vacía. Solo estaba el Japo sentado cómodamente en su silla mientras Erika y Sofía le daban chupones a su verga. En pantalla se mantuvo el video donde se podía ver cómo la Sofía Levitz del pasado recibía acabadas bien cargadas en toda la cara, primero una, luego la otra… y hasta una tercera. Quedó completamente llena de leche.
—Esta parte es la que más me gusta —aseguró el Japo—. Se nota que te gusta tomar la lechita. Si es así, no te preocupes, de acá va a salir mucha. 
Y así fue. Apenas unos segundos más tarde, la verga del Japo hizo erupción. Sofía y Erika sabían que apartarse solo empeoraría la situación, por lo que siguieron lamiendo la punta de la verga mientras sus caras se llenaban con abundantes salpicaduras de semen. 
—Ahora pueden besarse, para compartir todo…
Ellas obedecieron. Entrelazaron sus lenguas como si fueran viejas amantes y tragaron el semen que había en la cara de la otra. En ese momento descubrieron que el Japo las estaba grabando con su celular. No dijeron nada, se limitaron a mirar a la cámara y a seguir chupando la verga. Sabían que él quería llevarse un buen recuerdo de este momento y las dos parecían dispuestas a dárselo.  
—Vos siempre me miraste como si yo fuera un ser inferior —dijo el Japo mirando fijamente a Sofía—, pero yo estaba seguro de que algún día encontraría la forma de que me chupes bien la pija. Y mirá… no me costó nada. Aunque… vas a tener que hacer más que chuparla. Date vuelta y bajate el pantalón. Te la voy a meter toda. 
Erika miró a Sofía como si intentara transmitirle su apoyo emocional, aún así sabía que la rubia no estaba en posición de rehusarse. 
Lamentándose de su mala fortuna, Sofía Levitz se puso de pie, se bajó el pantalón junto con la tanga y se dispuso para ofrecer su cuerpo una vez más a cambio de un servicio. 
El Japo le cedió el teléfono a Erika y le hizo señas para que grabara todo. Ella enfocó la concha de Sofía y captó en primer plano el momento en que la verga entró en ella. Sofía chilló, porque el Japo se la metió muy duro; pero se mantuvo quieta en el lugar, apoyando los codos sobre la mesa. 
—Uf… a pesar de que te habrán metido un montón de pijas, tenés la concha bien apretadita, como me gustan a mí. Te prometo que te la voy a dejar bien abierta. 
Empezó a darle duro, consiguiendo hundir cada vez más su venoso miembro dentro de esa delicada vagina. Sofía no pudo hacer más que jadear y gemir, era imposible no hacerlo ante semejante tratamiento peneano. 
A Erika le sorprendió la potencia con la que el Japo podía mover sus caderas, era más ágil de lo que había imaginado… y tenía mucho aguante. A pesar de haber eyaculado, su verga aún estaba completamente erecta. 
—Sé que vendiste tu cuerpo un montón de veces para conseguir favores —dijo el Japo, sin dejar de meterla—. También sé quiénes son varios de los tipos que te cogieron. Siempre me pregunté hasta dónde estás dispuesta a llegar. Parece que no tenés límites. 
Erika notó que, poco a poco, Sofía comenzó a acompañar el movimiento rítmico de la cadera del Japo. Esto provocó que la verga le entrara completa, hasta el fondo, y que se moviera más rápido en su trayectoria. El Japo, quien también notó esto, agarró a la rubia del pelo y se la metió aún más fuerte. Ella tuvo que esforzarse para no gritar. Se la cogió duro durante unos minutos,  hasta que sacó la verga. Erika enfocó la concha en ese momento y pudo grabar cómo el semen chorreaba hacia afuera. No le pareció tan abundante como la primera vez, pero aún así era una cantidad importante. 
El Japo le arrebató el celular de las manos y le dijo una sola palabra: “Chupá”.
Erika entendió que le correspondía a ella limpiar ese miembro. Sin protestar, se lo llevó a la boca y lo chupó. Con ello terminó tragando una mezcla de jugos vaginales. Cuando el Japo se sintió satisfecho, guardó su miembro dentro del pantalón y se despidió sin decir nada, llevándose su laptop. 
—Espero que cumpla con su palabra —dijo Sofía mientras se acomodaba la ropa.
—Es un pajero, un imbécil, una basura de persona… pero estoy segura de que va a cumplir. No creo que debas preocuparte más por esas fotos y ese video. 
—No me imaginé que vos estarías dispuesta a hacer algo así… ¿qué clase de favor les está haciendo el Japo que es tan importante?
—No te lo puedo decir. No sos miembro del club —dijo Erika, cabizbaja. 
—Pero…
—Sé que no viniste hasta acá para chuparle la verga al Japo. ¿Por qué entraste? 
—Ah, por una tontería. Desapareció el bolso de una alumna y estábamos preguntando por todos lados. Me imaginé que ustedes podrían saber algo.
—Ese es un chiste de mal gusto que hacen Fermín y sus amigos. 
—Lo sé; a mí también me lo hicieron. Pero juran que esta vez no tienen nada que ver. Y no tienen motivos para mentir, cuando sí son ellos simplemente se ríen y me dicen: “Quedate tranquila, ya va a aparecer”. Y los bolsos siempre vuelven. 
—Mmmm… sí, parece coincidir con su forma de comportarse. ¿Y quién es la chica a la que le desapareció el bolso?
—Esa que anda con el pelo teñido de rojo intenso: Natacha van Craven.
—¿Qué? —Erika se reincorporó de un salto, pareció recobrar mágicamente toda su energía—. ¿Le robaron el bolso a mi amiga Natacha? Ah no, esto no se va a quedar así… cuando descubra quién fue, le voy a romper la cara.
Salió del salón hecha una furia.           
          


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