Mis amigas del gym II

Al día siguiente me desperté con una sensación que hacía tiempo no sentía: tenía ganas de ir a trabajar. No me importaba tener que soportar los comentarios de mis compañeros, trabajar muchas más horas de las que me pagaban, ayudar a gente a la que sus profes no prestaban atención por estar demasiado ocupados en una chica bonita o quedarme hasta el final para cerrar porque el dueño estaba en una de sus tantas citas. No, todo eso ahora era secundario, ahora tenía ganas de ir al gimnasio y hacer mi trabajo.
Como todas las mañanas, me desperté temprano y salí a correr por mi barrio. A la vuelta me preparé un té, me hice una omelette y tomé mis proteínas, antes de ir al gimnasio. Al llegar empecé a hacer mi rutina, todavía con el buen humor acompañandome.


Estaba tan ensimismado en mis pensamientos que no me di cuenta que estaba silbando bastante audiblemente. Hasta que escuché una voz pícara a mis espaldas...


- Mira vos, no sabía que tenías talento musical también...


Cuando me di vuelta ahí estaba: Ani parada justo atrás mío, con los brazos en jarra y una sonrisa de oreja en oreja.


- Jajajajja es que no esperaba visitas tan temprano - bromeé - Y sobre todo no te esperaba a vos.


- Jajaja yo vengo todas las mañanas, sin falta.


- Mirá vos, las únicas personas que vienen todas las mañanas son las jubiladas o los divorciados. Es agradable tener un público más juvenil jajaja


- Jajaja supongo que hay que agregar un tercer grupo: los estudiantes universitarios que no trabajan.


- Pero los estudiantes no cursan? - pregunté sarcásticamente.


- Los inteligentes cursamos a la tarde - me guiñó el ojo, antes de dirigirse a los lockers para prepararse para empezar.


Yo terminé mi rutina y luego fui a buscar a Ani. Como me imaginaba, estaba entrando en calor en la zona de las bicicletas fijas y cintas.
Mis amigas del gym II


Me debo haber quedado tildado unos segundos viendola, porque ella se dio cuenta de mi presencia antes que yo pudiera formular una sola palabra.


- Tiempo de empezar?


- Sisi, vamos.


Nos dirigimos a la parte trasera del salón y comenzamos. Hoy tocaba zona media y algo de piernas. Le indiqué que empezara con abdominales, con distintas dinámicas. Lo hacía bastante bien, pero rápidamente noté que solía frenar a mitad de las series, se miraba el brazo y luego seguía. Al principio lo atribuí al cansancio, hasta que ví un brillo rosa en su muñeca.


- Ani, estás parando para ver una pulsera?


- Jajajaj no es una pulsera, en un reloj. Es buenísimo, mide un montón de cosas, es muy útil.

culonas


- Sí, pero si hace que interrumpas las series a la mitad deja de ser útil.


Me miró y no dijo nada, pero volvió a empezar. Hizo varias series muy bien, pero al rato noté que estaba distraida y daba fugaces medidas a su brazo.


- Ani! Concentrate en lo que haces, no en el reloj.


- Pero mirá! - me mostró el reloj, que tenía un número resaltado en naranja que no me decía nada - Mirá esos valores! Están re bien! Hace una semana me daban siempre re mal, apenas empezaba me agitaba mucho, y ahora están mejor! - estaba realmente contenta.


- Me alegro, pero ese reloj en la mano te distrae. Dejalo sobre esa mesita antes de continuar.


Ani miró y dudó.


- No puedo dejarlo ahí. No es seguro, cualquiera podría llevarselo.


- Nadie se lo va a llevar, no en este gimnasio.


El Jardín Fitness estaba en una zona muy linda de la ciudad. Al frente había un parque hermoso, el Jardín Norte, que daba el nombre al lugar. Y toda la zona era tranquila y linda, llena de barrios residenciales de clase media o alta, locales comerciales de todo tipo y clubes de rugby o hockey. En realidad, se podría decir que era una zona muy cheta, quizás demasiado para mí gusto (aunque no podía decir demasiado, ya que yo también vivía en la zona). Eso explicaba también el nivel de hembrones que iban al gimnasio, claro.


- En todos los lugares puede haber algún amigo de lo ajeno - insistió Ani, terca - Y es demasiado caro como para arriesgarme.


- Bueno hagamos una cosa. Damelo y yo lo guardo en mi bolsillo. Cuando termines me lo pedís.


Ani dudó pero accedió. Se sacó el reloj de la muñeca y me lo dio. Lo guardé en mi bolsillo derecho y seguimos con su plan.


..


La rutina casi había terminado. Solo quedaba el último ejercicio, unas sentadillas que no traían mayor dificultad. Al principio empezó bien, pero al tiempo empecé notar que sus piernas no estaban paralelas como debían.


- No Ani, ahí no estás bien parada y te va a hacer mal. Mirá, poné las rodillas mirando al frente.


Me acerqué y le corregí la postura. Cuando apoyé la mano en su pierna para corregir la posición, un escalofrío recorrió tanto mi cuerpo como el suyo. ¿O me lo imaginé? 


- A ver, intentá ahora. 


Ani intentó y lo hizo mejor. Me quedé mirandola con atención, aunque con la mente en otro lado. En lugar de analizar el movimiento y buscar los errores, me colgué mirando rítimicamente como su traser subía y bajaba, subía y bajaba... 


Entonces volví a la realidad, y volví a notar un temblor y de nuevo una postura ligeramente doblada. ¿El cansancio, tal vez? Me acerqué para corregir, pero no llegué a decir nada, y obviamente Ani siguió haciendo el ejercicio. Hasta que al bajar su cola encontró una resistencia inesperada...


- Uy, perdón! No sabía que estabas tan cerca! - dijo con todo avergonzado. Y para mí terror, ví que inconscientemente palpaba la parte posterior de su calza - Golpeé algo puntiagudo. Fue tu rodilla?


¿Cómo explicarle que había golpeado mi entrepierna? ¿Cómo decir que su enorme, esponjoso e inocente culo había sido golpeado con la fuerza de un martillo por mi incipiente erección? Tenía que buscar otra excusa, y la rodilla no era una buena...


- Tu reloj. Tengo tu reloj en el bolsillo. Fu eso - mentí.


- Ah- sonrió. - Bueno, sigo.


- Sisi, pero cuidado con la postura. Como te dije recién. Move el pie derecho hacia afuera...


¿ Qué hacía? ¿Me acercaba para corregir de nuevo? ¿Me arriesgaba que notara que el reloj no es lo único que cargaba en los pantalones por su culpa? Por suerte, una voz ácida me salvó de la duda.


- ¿Es qué acá solo se atiende a las jovencitas?- Era Gloria, otra de las alumnas  que estba a mi cargo. Y obviamente ella no entraba en el apelativo de "jovencitas". No sé qué edad tenía, estaba en algún punto indeterminado entre 45 y 70. Mis compañeros, tan amables como siempre, la apodaban "La Momia", no solo por su edad sino sobre todo por su rígida personalidad, su agrio carácter y su nulo talento para la actividad física. Ese combo hacía que fuera una de las mujeres menos atractivas de todas las que iban al gimnasio y por lo tanto, obviamente era mi trabajo.
culona


- Eh, por supuesto que no Sra... digo ehh... Gloria- balbuceé. Ahí voy con usted.


Eché otra ojeada a Ani y ví que su postura volvía a ser la correcta, así que me concentré en Gloria. Mientras la vieja empezaba a hacer sus ejercicios, mal como siempre, empecé a pensar. ¿Qué estaba pasando con mí? Ayer me habían atrapado no una sino dos veces perdido mirando el culo de una mujer: primero Flor y después la forra de Vale mirando a Ani. Ahora (conscientemente o no) acababa de apoyar a una inocente alumna, y encima la Sra. Gloria me había hecho notar que llevaba casi una hora concentrado en solo una alumna, descuidando al resto.  ¿Me estaba convirtiendo en un profesor tan detestable como el resto del staff?


Miré con culpa hacia donde estaba Ani, pero ví que estaba estirando de una forma muy peligrosa... Me volví a concentrar en Gloria. Por supuesto, casi todo lo que hacía estaba mal, así que empleé muchos minutos en corregir cada uno de sus movimientos.


Cuando Gloria paró a tomar agua, totalmente agotada, volví a ojear hacia donde estaba Ani. Solo que ya no estaba allí, había guardado rápidamente sus cosas y en ese momento estaba en la puerta a punto de salir.


...

Volví a casa al mediodía como siempre. Comí algo y luego me eché una siesta. Al despertar veo mensajes y llamadas perdidas de un número que no tengo agendado. ¿Qué sería? Abrí primero WhatsApp


- Holis!  ¿Cómo estás? Me pasó tu num Flor! Te escribo xq me olvidé de pedirte el reloj y lo necesito sí o sí! Lo puedo buscar en algún momento? Avisame apenas puedas porfis!!  Graciasssssssss


No hacía falta abrir la foto perfil para saber quién era. Cierto, me había olvidado del reloj. ¿Y cuál era el apuro? Esa chica amaba demasiado a su reloj, estaba claro.


Miré de nuevo el mensaje y sonreí. Escribía claramente como una adolescente. Aunque su actitud y presencia parecía de alguien más grande. ¿Cuántos años tendría? 20? 22? 25? 28? Todas las opciones le parecían probables. Tendría que preguntarle en algún momento.


- Si querés te lo llevo al gimnasio más tarde. Podés a las 19?


Unos minutos más tarde llega la respuesta.


- Nopp =(  Estoy cursando a esa hora. No puede ser a las 10? 


Cierto, me dijo que iba a la facultad a la tarde.


- Pasa que el gimnasio cierra a las 9 y media...


- Uy no!! Trato de ir un rato antes. Pero lo necesito hoy porfissss


- OK, a esa hora nos juntamos en el gimnasio. Sí está cerrado no importa, te espero en la puerta y ya está.


- Graxxxxxx. Sos el mejorrrrrrrrr
Morochas

...

A las 9 y media estaba esperando en la puerta del gimnasio. Por supuesto, ya estaba cerrado. Sea quien sea el encargado de hoy, había cerrado bastante antes de la hora convenida. Seguro que tenía algo importante que hacer antes que trabajar. No importa, a mí me servía, no tenía ganas de cruzarme con nadie.


21:40, sigo en la puerta. 21:45.  


21: 55.  Vendrá? No habrá entrado en razón y se lo puedo dar la próxima vez que venga a entrenar? Chequeo el celu. No me dijo nada. ¿Me puedo ir? ¿Qué hago?


- Jonyyyy!!


La voz de Ani me sobresaltó. Apareció muy cerca mío. Estaba vestida de negro, por eso no la ví cuando se acercaba. Era raro verla arreglada, en vez de tener una ropa deportiva. No solo estaba arreglada, vestía demasiado bien. Esa ropa no era de ir a la facu. Estaba con botas altas, cancán, vestido ajustado que resaltaba sus curvas y un bonito tapado (recordemos que era julio)


- Epa, adonde vamos tan elegantes? ¿Tan bien te vestis para ir a la facu?


- Perdón perdón! En realidad ahora tengo que ir a un lado y por eso volví de la facu directo de mi casa, me bañé y me arreglé, pero me demoré y...


- Jajajjaja no importa Ani! - la frené, divertido.- De verdad no me molesta. Acá tenes tu reloj.

- Gracias!! - exclamó- Sos lo más! - Y en ese momento se puso de puntas de pies y me dió un beso en la mejilla. Mi cuerpo se sobresaltó al sentir el tacto de sus gruesos labios en mi mejilla. Ojalá esa sensación durara más tiempo.


- Un placer - le dije, algo aborchonado- Buena suerte en tu cita!


- Jajajja por que pensas que es una cita?


- Estás vestida para una cita, claramente. Y tu pareja de hoy es un afortunado...- yo mismo me sorprendí de haber dicho eso en voz alta.


- Jajajjajajaja sos increíble - dijo risueña, riendose de mi descaro- Bueno, me voy que llego claro. Muchas gracias! Nos vemos


- Chau Ani! - le dije, mientras la vía irse caminando. Hasta que, unos metros más allá, se frenó y giró para agregar unas palabras.


- Ah, y para tu información no es una cita. Para eso todavía espero a mi príncipe azul...


Y siguio caminando, perdiendose en la noche.


...

Me iba a ir, pero al volver la mirada hacia el gimnasio ví algo que no había notado antes. Luz. Casi imperceptible. Había un rayo de luz en medio de la oscuridad del interior del local. Atrás de la recepción. Justo donde estaban los documentos...


Por suerte tenía la llave. El día anterior había cerrado, para cubrir a Tanque y a Nico, el dueño, y todavía no la había devuelto. Abrí la cerradura con silencio y me dirigí atrás del mostrador...
gemelas



Efectivamente, era "la secretaría". La puerta estaba casi totalmente cerrada, pero había una casi imperceptible abertura, por la cual se filtraba el delgadísimo rayo de luz que ví desde la calle. Me acerque silencioso como un gato, no escuchaba ni mi propia respiración. Hasta que oí un sonido... humano. De una mujer. ¿Era un llanto?


Se me puso la piel de gallina. Dudé un segundo, pero seguí acercandome, más silencioso que antes todavía. Ya casi estaba en la puerta... 


Otro sonido. Otro gemido. Otra mujer, distinta. ¿Dos mujeres llorando? Esto era duro. Conté hasta 5, tomé coraje y abrí unos centimetros la puerta, procurando no hacer ruido. Iba a encontrar por sorpresa al que estaba haciendo daño a las mujeres.


...

Nada me pudo haber preparado para lo que ví. Mis ojos tardaron un poco en acostumbrarse a la luz, pero cuando lo hicieron vieron una escena de película. De una porno, concretamente.


Había 3 cuerpos. Uno estaba acostado, y a juzgar por su corpulencia era un hombre. Encima había dos cuerpos de mujeres, una sentada sobre la cara del hombre, otro sobre su entrepierna. Las mujeres se miraban entre ellas, se besaban y gimoteaban. Ese era el sonido apagado que había escuchado, pero no era llanto, era placer.


Entonces el hombre se paró, y ahogué un grito. Era mi jefe Nicolás. Estaba absoultamente loco de lujuria, los ojos desencajados y la respiración totalmente agitada. Se abalanzó sobre las mujeres, quienes dieron un gritito y giraron hacia donde yo estaba viendo la escena oculto entre las sombras. En ese momento comprendí quienes eran sus acompañantes, ya que ambos rostros y cuerpos eran prácticamente iguales.


Eran las famosas gemelas de las que todo el mundo hablaba. Yo no las conocía personalmente, iban a la tarde y no me las cruzaba. Pero su leyenda las precedía. Morochas, hermosas, con un culo moldeado por los ángeles (y por el entrenamiento), con sonrisas capaz de romperle la cabeza al más duro y una actitud putona que calienta hasta a un asceta... Algunos decían que eran gemelas idénticas, otros que eran mellizas, algunos que ni siquiera ellas sabían. Unos decían que Sara era la más linda, otros que Cande tenía la mejor actitud, que Sara era la más puta, que Cande la más calientapija, que Sara tenía las mejores tetas, que Cande el mejor culo... 
gimnasio


Lo cierto es que las dos eran de tez morocha, con unos ojazos que a veces parecían avellana y en otros momentos verdes, igual que su pelo castaño con mechas que ahora lucía oscuro y al segundo siguiente más claro... Su sonrisa amplia mostraba unos dientes perfectos, que junto a la nariz delicada formaban una cara perfecto. Los pechos eran perfectos, grandes pero no demasiado, redondos y altos (la de la izquierda era un poco más tetona, Sara quizás?). Sus hombros amplios guiaban a un cuerpo con forma de reloj de arena que se hacía más cerrado a medida que se acercaba a la cintura donde se volvía a abrir una gran curva que llevaba a traseros hermosos, perfectos, orondos, redondos, firmes, esponjosos, altivos...


Traseros que fueron inmediatamente atacados. Al girar hacia mi lado ambas gemelas habían quedado de espaldas a Nicolás, que se volvió loco y las tiró sobre el suelo. Pusieron las manos para detener la caída y quedaron de cuclillas con la cara contra el suelo. Nico atacó y empezó a meter uno, dos, tres dedos de cada mano en las conchas de cada uno. Las dedeó sin parar un par de minutos, hasta que se incorporó un poco y en la misma posición empezó a penetrar a la de la izquierda a un ritmo infernal, mientras la otra quedaba a un lado tocandose mientras se mordía los labios y miraba como el pene violentaba a su hermana. Al rato Nicolás cambió de concha y atacó a la otra, y así sucseivamente.
Había perdido la cuenta de cambios cuando Nicolás se paró abruptamente y agarró del pelo a la de la derecha, empujandola a continuación contra un armario. Ahí empezó acogerla de parado, desde atrás, como un desquiciado. En esa posición yo podía ver mejor el culazo de la chica, perfectamente redondo, con el impacto de los martillazos de Nico generando ondas en la piel tersa de esas nalgas como si fueran olas del mar.
La cogida era brutal. La otra hermana no resistió su actitud de espectadora y se acercó a la pareja. Pensé que iba a chupar el pene de Nico, pero en su lugar si dirgió hacia su hermana y empezó a chuparle el clitoris y dedicarle lenguatazos como si fuera un helado. Ante tanto estímulo la chica empezó a correrse como una manguera en la pija de Nico y la boca de su hermana.


Pero Nico seguía increíblemente caliente. Mientras una hermana caía al suelo, víctima de un orgasmo, él agarró a la otro del pelo y la puso en 4 sobre el suelo, y empezó a atacar su orificio. Al sentir los alaridos de la chica advertí que estaba profanando directamente su culo, golpeandolo sin piedad. Tanto él como la chica empezaron a gritar como dementes y los alaridos de placer me aturdieron. Los sonidos de los golpes pélvicos contra las generosas nalgas de la hembra parecían indicar el ritmo de una batucada frenética. Hasta que la chica se puso rígida, soltó una alarido mas prolongado y cayó sobre el piso.


-  Jajajjaja siempre fuiste la más puta Sara, sabía que te iba a hacer correr con un anal - dijo Nico. - Ahora vengan acá zorras, terminen lo que empezaron!!


sentadillas


Las gemelas se miraron complices y empezaron a chuparle la pija entre las dos. Subían y bajaban por su pene en perfecta sincronía, acariciaban bien despacio el tronco con sus húmedas lenguas, para después posar sus labios una de cada lado. Repitieron mojando su pene una y otra vez con su saliva, frotando la lengua en la cabecita... siempre simétricamente, como un espejo. Luego una comenzó a chuparlo desde la cabeza y lo sacaba de su boca para golpear con su pene la boca y el precioso rostro de su hermana. Nicolás temblaba de placer y dolor. Entonces la gemelas empezaron a jugar, metiendo cada una en su boca la punta, chupandola unos segundos, para pasarsela a su hermana para que repita la acción. Poco a poco iban avanzando, hasta la mitad de la pija, un poco más... finalmente una introdujo la verga hasta lo más profundo de la garganta y la mantuvo ahí varios segundos. Nicolás tomó el control y le clavó el pene hasta lo más profundo, hasta que sus huevos rebotaron con la barbilla. Tras unos segundos de furiosa clavada salió de esa boca y agarró con ambas manos el cráneo de la otra hermana, cogiendole con dureza la gargante hasta dejarla sin aire. Repitió el proceso varias veces hasta vaciarle los huevos en la garganta a una de ellas, lo que le tomó muchos segundos de ininterrumpida eyaculación.


Cuando terminó el acto los 3 sonrieron y empezaron a buscar su ropa. En ese momento yo me di cuenta que era hora de partir y sigilosamente salí del lugar, de vuelta a la calle. Mientras volvía caminando a casa no podía evitar pensar lo afortunado que era de haber presenciado esa escena. Había visto los dos culos más míticos del gimnasio en una acción inolvidable.
Aunque no sé por qué, no podía evitar pensar que el mejor culo del lugar se había apoyado en su entrepierna horas antes, en la mañana...


Continuará

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