Estas vacaciones elegimos Villa La Angostura, largo camino, pero un paraíso donde mi esposo encontró en la pesca su amante y yo encontré la libertad de estar con mi hijo Ezequiel, casi promiscuamente. Me estallo la cabeza.
Los paseos a disfrutar de esos paisajes, por senderos y riberas de ríos y arroyos me excitaban y para él era toda una nueva aventura sexual al aire libre. Una tardecita, tipo 19 horas mientras el padre pescaba en la desembocadura de un rio, entramos por un camping rio arriba caminamos casi un kilómetro, y vimos un grupo de mochileros, tres chicas y un chico, hablaban francés, bañarse desnudos en el río, un agua fría casi de deshielo, ver las tetas de las francesas subir y balar mientras chapoteaban me excito. Me desnudé y sin pensarlo me zambullí. Con vergüenza Ezequiel me imito. Tiritaba de frío y de nervios. Ezequiel me sacó del agua labios morados mientras me frotaba para hacerme entrar en calor y me baje a chuparle la pija que estaba acurrucadita.Con sonrisas picaras las francesas miraban desde las orillas del Ruca Malen. Cuando la pija estaba bien dura agarre la ropa y me lleve a mi bebe detrás del árbol caído. Ya no tenía frio. Me apoye contra el tronco, saque cola y le pedí que me coja.
Ya los mirones se habían vestido y se volvian pasaron discretamente a unos metros desde donde se escuchaban mis suspiros y las hojas secas que mi hijo pisaba cada vez que me acomodaba para metermela mas comodo y toda.
Cuando sentí que estaba por acabar le ordene que no la saque quería sentir los chorritos de su leche en mi conchita.
Un pastiche de mis flujitos y su leche mezclados chorreaba entre mis muslos, que limpie con mi tanga llena de hojas y tierra patagónica. Aun con sol 20.30 horas vimos los últimos intentos de mi marido de engañar a una trucha con sus moscas.
Los paseos a disfrutar de esos paisajes, por senderos y riberas de ríos y arroyos me excitaban y para él era toda una nueva aventura sexual al aire libre. Una tardecita, tipo 19 horas mientras el padre pescaba en la desembocadura de un rio, entramos por un camping rio arriba caminamos casi un kilómetro, y vimos un grupo de mochileros, tres chicas y un chico, hablaban francés, bañarse desnudos en el río, un agua fría casi de deshielo, ver las tetas de las francesas subir y balar mientras chapoteaban me excito. Me desnudé y sin pensarlo me zambullí. Con vergüenza Ezequiel me imito. Tiritaba de frío y de nervios. Ezequiel me sacó del agua labios morados mientras me frotaba para hacerme entrar en calor y me baje a chuparle la pija que estaba acurrucadita.Con sonrisas picaras las francesas miraban desde las orillas del Ruca Malen. Cuando la pija estaba bien dura agarre la ropa y me lleve a mi bebe detrás del árbol caído. Ya no tenía frio. Me apoye contra el tronco, saque cola y le pedí que me coja.
Ya los mirones se habían vestido y se volvian pasaron discretamente a unos metros desde donde se escuchaban mis suspiros y las hojas secas que mi hijo pisaba cada vez que me acomodaba para metermela mas comodo y toda.
Cuando sentí que estaba por acabar le ordene que no la saque quería sentir los chorritos de su leche en mi conchita.
Un pastiche de mis flujitos y su leche mezclados chorreaba entre mis muslos, que limpie con mi tanga llena de hojas y tierra patagónica. Aun con sol 20.30 horas vimos los últimos intentos de mi marido de engañar a una trucha con sus moscas.
3 comentarios - Polvito patagonico