ANIMAL - El heredero de Kephalas - 002

El heredero de Kephalas - Capítulo 2 "Animal"

>>>El Cap. 1 acá<<< http://www.poringa.net/posts/relatos/5358591/EL-HECHIZO---El-heredero-de-Kephalas---001.html

Las horas entre que desperté y fui al aeropuerto para volver a Argentina transcurrieron de forma tranquila y normal. Recorrí por última vez la ciudad para comprar algunas cosas y llevar alguno de esos estúpidos productos que uno considera "recuerdos" del viaje. Paré a comer en una pizzería y en la mesa que estaba frente a mí me hipnotizó la sonrisa de una muchacha que pude ver entre los hombros y las nucas de quienes estaban acompañándola. Mi almuerzo estuvo entrelazado con miradas a aquella bella señorita a la que escuche hablar en inglés con una vocecita deliciosa y acento norteamericano. Cuando se levantó para ir al baño pude verla de cuerpo entero envuelta en un elegante pero nada extravagante vestidito negro. Poca estatura y mucho busto lo que pude observar de aquella rubia de escote prominente. Hubo un milisegundo en el que mi cerebro tuvo el impulso de seguirla hasta el baño de mujeres para ofrecerle una experiencia llena de adrenalina pero como siempre sólo quedó en eso.

Me colgué por unos minutos pensando en aquel sueño relacionado al papiro egipcio y el trío con la enfermera rubia y la guía del museo. Extremadamente vívido y lleno de innecesarios detalles pero sueño al fin. Y mientras mi mente se perdía en aquel mundo onírico la rubia del escote se fue del local y pasó a ser un suspiro más, de esos casuales que se dan en lugares públicos, sin siquiera mirarme ni notar mi presencia. Lo único emocionante que pasó en mi estadía en Estados Unidos fue aquella rara última noche en la que descubrí que existía "El Hechizo de Taromeway".

Ya habiendo dejado mi equipaje para abordar me choque con unos turistas japoneses y se cayó mi mochila al piso y por eso tuve que levantar mis cosas del suelo, incluyendo el viejo papiro con el que me pinché el dedo índice. Con todo de nuevo en su lugar fui al baño por última vez antes de subir al avión y cuando terminé de orinar tuve exactamente la misma sensación que la noche anterior. Mi pene era considerablemente más grande que lo habitual. Otra vez vi ante mí una cosa que colgaba entre mis piernas de un tamaño exageradamente más grande de como lo tenía antes, lo que me generó muchísima intriga a pesar de no tener mucho tiempo para pensar en un motivo.

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Ya sentado contra la ventanilla del avión traté de relajarme y me ilusioné al ver el asiento de al lado mío vacío a tan poco tiempo del despegue pensando que quizás en el primer tramo (me alcanzó para un vuelo con escalas) no vaya nadie sentado a mi izquierda. Cerré los ojos intentando dormirme y estaba cerca de hacerlo cuando sentí movimientos en la butaca contigua arruinando mi relativa e incipiente tranquilidad. Cuando abrí los ojos no pude creer lo que veía: la rubia del almuerzo con un vestido aún más escotado estaba acomodándose en el asiento que daba al pasillo. Mientras ella acomodaba su equipaje de mano en el compartimento superior yo estaba obnubilado con sus enormes y turgentes pechos que eran aún más grandes de lo que me había dado cuenta en la pizzería.

Antes de sentarse me sonrío educadamente y se acomodó las gomas en el vestidito mientras la miraba atónito ¡no tenía corpiño! Al recuperar la conciencia quité la mirada y me dispuse a mirar al frente haciendo esfuerzos enormes por no pensar en la belleza apabullante de esa señorita que tenía tan cerca. Pero no pude. Se me erizó la piel cuando sucedió el típico roce del apoyabrazos y cruzamos miradas para pedirnos disculpas. "Excuse me" me dijo la gringa con una voz dulce y juvenil al enrojecerse sus mejillas de la vergüenza. No pude evitar que se notaban sus pezones y otra vez busqué mirar un punto fijo que no sea su escote. Pero ya era tarde. El cosquilleo entre mis piernas fue el aviso de una tremenda erección como hace tiempo no tenía.

Se me había parado tanto que me apretaba el jean y sentía que la tenía enorme, no era normal lo que me estaba pasando. Y no había ingerido ninguna pastilla ni nada parecido, sólo sentía que mi miembro latía de tan excitado que estaba y mientras más trataba de ignorar a la rubia peor era. Abrí los ojos y justo la descubrí mirándome el bulto con los ojos redondos como el 2 de Oros. Se puso colorada pero no me esquivó: empezó una conversación en un rudimentario "spanglish" haciendo un esfuerzo por que nos entendamos. La charla era meramente trivial y casi en piloto automático compartimos datos básicos como el nombre, la edad, destino y motivo del viaje, etc. Quizás por el obstáculo idiomático Ashley se trabó un par de veces al hablar y me mostró una sonrisita nerviosa en más de una oportunidad, y volvió a mirar directo a mi entrepierna varias veces. Estaba por explotar y tan al palo que hasta se me notaba la cabeza en el relieve del pantalón. La blonda yankee me dijo que tenía "mucha urgencia" de ir al baño y me miró fijamente unos segundos mientras se levantaba, mordiéndose el labio inferior. Otras vez tuve el impulso de seguirla y hacerla mía en el baño del avión, pero esta vez no dudé ni un segundo. Esperé unos instantes y fui a buscarla.

relato

Entré al baño y sin decir nada la rubia me comió la boca y fue directo a sacarme el cinturón y bajarme pantalón y boxer. La verga me saltó rebotando para afuera, enorme, venosa, cabezona, con la punta mojada y goteando como un animal al que se le cae la baba antes de comer lo que cazó. Estaba como nunca y no por exagerar o decir que fue un momento especial: esa no era mi pija. Me había crecido o algo así, estaba transformado, me sentía más fuerte y viril. Pero no pude ni pensar en qué había pasado porque Ashley ya estaba arrodillada lamiendo mi pija a lenguetazos, tocándome los huevos y pasándosela toda babeada por la cara y el escote. La agarré del pelo y empecé a cogerle la boquita atragantándola aunque no le entraba toda. Cuando la saqué ella tenía los ojos llorosos y los hilos de baba adornaban su hermoso rostro. "Fuck me, please, please fuck my pussy" dijo como rogándome. Con una fuerza inusual la levanté, la puse contra la puerta y la agarré de la cola, quedando mi cara enterrada entre sus jugosas tetas que ya estaban libres desde hace rato.

Pude sentir lo empapada que estaba la mina de la desesperación le rompí la tanguita para poder penetrarla. Pegó un grito tremendo cuando se la metí de una hasta el fondo y no paró de tirar alaridos al sentir que se la ponía una y otra vez tumbándola contra la puerta que hacía un ruido que nos excitaba aún más. Con sus ojos en blanco Ashley se chorreó y mojó el piso del baño y mis piernas mientras yo seguía dándole con fuerza. "Cum, cum now, cum" llegó a decir entre jadeos y suspiros la espectacular mujer que me estaba cogiendo. Me puse loco y la cague a pijazos hasta drenarle toda mi leche adentro suyo con fuerza. Ella apretó sus piernas y se empapó. Cuando hicimos silencio escuchamos el acento de una azafata cubana gritándonos para que salgamos. Después de limpiarse la rubia salió del baño caminando como borracha y tras su salida no pude volver a cerrar la puerta porque desde afuera me lo impidieron.

Al ver a la morena azafata mi pene se puso erecto y monstruoso de nuevo y ella me vio así desnudo, con mi ropa en el piso, la tanga de la norteamericana colgando de la mochila del inodoro y el piso mojado con fluidos. "Señor, esto es inaudito, no puede hacer una cosa así..." decía por lo bajo la muchacha claramente enojada y nerviosa pero sin dejar de mirarme la chota. Cuando pasaron pasajeros por el pasillo ella se metió repentinamente al baño y cerró la puerta. Yo estaba inmóvil con toda la adrenalina en el cuerpo y sintiéndome poderoso como nunca en la vida. En un momento la cubana se quedó callada y yo le comí la boca. Le pasé la pija por el uniforme apoyándola toda y le toqué el culo hermoso que tenía. La vi furiosa y sorprendida por mi actitud, retrocedí y me senté en la tapa del inodoro pensando en ya ponerme la ropa. Pero la azafata se arrodilló y me hizo un pete de garganta profunda tremendo. Tras unos minutos de tragarselá hasta el fondo, se la sacó de la boca, me la empezó a pajear y empezó a pedirme la leche. "Acabame papi, la quiero toda" me decía y cada vez que escuchaba salir de sus labios la palabra "papi" me daban ganas de hacerle la el culo contra los asientos en frente de todos. Llegó un momento que no pude más y acabé presionando su cabeza contra mi cuerpo. Ella se tragó toda la leche con la pija metida hasta la garganta. Me agradeció y me dijo que saliera un minuto después que ella para no comprometerla.

Fantasias

Llegué a mi asiento y la rubia no estaba más, ya que habíamos llegado a la primera de las escalas. En paz y satisfecho pero extrañado e intrigado me dormí plácidamente hasta llegar a Buenos Aires. Cuando volví a abrir los ojos había un tipo gordo al lado mío que me preguntó algo de los taxis a lo que no le presté mucha atención. Yo sabía que todo lo sucedido era real pero quizás para evitar ilusionarme con una vida de semental que nunca llegaría me convencí de que todo había sido un sueño. El papiro, la rubia, el baño, la cubana, mi pija enorme...Real o no, todo formaba parte de un viaje extraordinario que ya había quedado atrás y que por el momento (y por el dólar) no se iba a volver a repetir.

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