EL HECHIZO - El heredero de Kephalas - 001

El heredero de Kephalas - Capítulo 1 "El Hechizo"

Una vida simple y mediocre era la mía. Una suerte de paz clasemediera reinaba una solitaria pero poco sufrida realidad en mi casa del conurbano bonaerense. Siempre había sido medido, ahorrador, cauto para los excesos y confiable en mis decisiones que tenían como objetivo conservar esa extraña y poco ambiciosa calma. Una parte de mí estaba feliz con eso, la otra no. Llegados mis 32 años mi parte infeliz empezó a crecer en mi interior y la pacífica mediocridad ya no me era tan soportable. Sensaciones de arrepentimiento y rencor contra el mundo y contra mí mismo invadían mi mente. Con respecto a la vida en general pero más específicamente en lo relacionado a las mujeres y al sexo.

No la había pasado tan mal en líneas generales pero sí había dejado pasar oportunidades por creerme decente, no tenerme fé, no formar parte de ciertos consumos culturales, ser fiel y con el tiempo por perder la forma, enfatizar en la brecha generacional y no estar a tono con ciertas exigencias físicas de las damas a quienes pretendía conquistar, al menos en mis sueños. Decidí al menos dejar de ser medido en lo monetario y contrariamente a todos los consejos de mis conocidos y a las voces en mi cabeza (y en mi bolsillo) que me decían que no, por primera vez salí del país e hice un viaje a los Estados Unidos.

No fue tan divertido como lo hubiera sido una década atrás o en compañía pero se trató de unas vacaciones agradables y entretenidas que terminaron con un par de días en la ciudad de Chicago. Tantas mujeres y tanta diversidad cultural vistas en el recorrido hicieron que no abandonara la autosatisfacción en tierras norteamericanas. La última noche fui invitado por un conocido argentino a una visita al museo de historia de una Universidad de Chicago en la que pude ver algunos de los objetos que aquella institución educativa estaba investigando.


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Nuestro grupo era guiado por una hermosa profesora local de piel blanca y pelo negro con un cuerpo increíble que mientras hablaba parecía mirarme con sus redondos ojos celestes por lo que me vi obligado a imaginármela arriba mío con su culo rebotando en mi cuerpo sin parar. Para quitarle la mirada de encima y no sufrir más los males del ensueño propuesto por tal belleza me separé unos segundos del tumulto y vi varias piezas por mi cuenta y cual niño de primaria me quedé risueño ante un papel viejo en el que estaban dibujados un señor con cara de perro y el otro con unos genitales enormes. Parecía tener algo brillante y dorado en una de sus puntas y no sé por qué quise tocarlo estirando la mano. Cuando lo hice apareció de la nada la preciosa guía y sacó mi mano de ahí con las suyas y al sentir el contacto me desmayé. En la caída y antes de perder el conocimiento llegué a leer abajo del marco de aquel papiro egipcio "El Hechizo de Taromeway"

Sin saber qué pasaba tuve un sueño muy vívido en el que estaba acostado sin poder moverme y una enfermera rubia muy tetona y la empleada del museo de la universidad se divertían con mi pene erecto. Las dos lo chupaban mientras se besaban entre ellas y cuando la enfermera usó sus pechos para estimularme la otra chica usó su lengua para lamer la cabeza hasta que las empapé con mi semen que pareció encantarles. Las dos se turnaban para sentarse arriba mío y cabalgar o dar sentadillas hasta chorrearse todas al acabar a los gritos. La cama crujía y la guía estaba moviendo su pelvis con mi verga muy adentro, y lo hizo pidiéndome que le acabara adentro, algo que no estaba muy seguro de hacer pero que no me esforcé en evitar para nada.

Al abrir los ojos me encontré en mi habitación del hotel cansadísimo pero con el cuerpo más liviano como si me hubiera sacado un peso de encima. Del baño salió la enfermera rubia del sueño y se fue apurada sin decir nada. Atónito descubrí que al lado mío en la cama estaba acurrucada la chica de los ojos celestes desnuda y sonriente. Yo no entendía nada de nada y fui al baño a limpiarme porque estaba todo pegajoso al igual que las sábanas. Cuando volví al cuarto ella ya no estaba pero sí había un sobre grande de madera en medio de la cama.

relato

El exterior del sobre no decía nada por lo que para averiguar su contenido no quedó otra que abrirlo sin más vueltas. Se trataba del papiro egipcio que encerraba "El Hechizo de Taromeway" mucho mejor conservado que en la Universidad. El misterioso objeto venía acompañado por una tarjeta con datos descriptivos de aquella valiosa y milenaria obra de arte.

"Año 220 DC - El Hechizo de Taromeway - La imagen muestra al dios con cabeza de cánido Anubis disparando una flecha al hombre Kephalas, que aparece desnudo. La flecha de Anubis tiene la intención de insuflarle un profundo deseo por Taromeway, una mujer egipcia que encargó el conjuro. Kephalas aparece desnudo y con su pene y escroto enfatizados y enormes. Taromeway invoca al noble espíritu del hombre de la necrópolis para encontrar a Kephalas y procurarle una gran ansiedad por la mañana, por la tarde y todo el tiempo hasta que su órgano masculino encuentre el órgano femenino de ella". Todo eso detallaba la explicación sobre aquel extraño documento olvidado por aquella preciosa mujer en mi cama.

Al calmarme y despertarme del todo pude notar algo de lo que no había podido darme cuenta antes por el shock del desmayo y la incertidumbre de pasar del mundo onírico al mundo real: mi pene era considerablemente más grande que lo habitual. Me colgaba entre las piernas un pedazo de carne que cuando me lo toqué para ver si era de verdad empezó a pararse y al estar pleno parecía un miembro digno de películas porno o incluso de naturaleza animal. No pude resistir la tentación de masturbarme con mi nueva y maravillosa herramienta hasta terminar manchando todas las sábanas incluyendo al papiro del Hechizo de Taromeway. Al hacerlo sentí que perdí todas mis fuerzas y caí una vez más rendido en mi almohada. Antes de caer del todo en el mundo de los sueños escuché un aullido a lo lejos y recién ahí me pude dormir.

>>>El Cap. 2 acá<<< http://www.poringa.net/posts/relatos/5362268/ANIMAL---El-heredero-de-Kephalas---002.html

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