Vengándose de su novio

Coni se puso de espaldas a mi poniéndome el culo en la cara, se agachó sin doblar las rodillas y abriéndose las nalgas con las manos me invito a que le comiera ese culo que tanto me había gustado desde que la vi. Allí estaba yo en la sala del apartamento que compartía con su novio, con mi cara entre sus grandes nalgas morenas dándole lengua a todo lo largo de esa cuquita, que emanaba jugos como si del diluvio universal se tratara. Quién me iba a decir que estaría en esas con solo dos semanas de conocerla, y es que el día que Coni entró en la oficina era otro día mas y ella era otra persona más que me presentaban por cuestiones de trabajo.


Eso si mientras me hablaba no podía dejar de mirar su cuerpo de mujer costeña, enfundado en un vestido elegante pero que revelaba esa cadera ancha, con senos pequeños pero firmes que formaban un escote atrayente, casi hipnótico; una sonrisa hermosa que brillaba entre ese matorral de cabello negro ensortijado que caía por sus hombros y espalda. De toda esta escena lo que mas contrastaba con su imagen de hembra colombiana era su marcado acento gringo, tras toda una vida de vivir en los Estados Unidos.


Me descubrí en mitad de la charla morboseándola, sin haber escuchado mayor cosa de lo que me decía, pero con la seguridad de que mi rostro no reflejaba ninguno de mis pensamientos lujuriosos. Al finalizar la charla nos entregamos los respectivos wasap a sabiendas de que este medio seria mi celestina, con lo que no contaba era que mis ocupaciones me desconectarían varios días; lo que sumado a la seria actitud de Coni me restaban los deseos de comunicarme con ella bajo alguna disculpa.


Pero como dicen por ahí "al que le van a dar le guardan", resultó ser la misma Coni la que escribió una tarde por el wasap entablando una charla amistosa, con un tono mas cálido que el de la primera vez; tras una hora de conversar los temas que tratábamos se volvieron mas íntimos y luego de confesarme que le gustaba me invito a pasar por su apartamento a visitarla esa misma tarde después del trabajo, prometiéndome una larga mamada de la que ambos teníamos ganas (me encanta lo directas que son las costeñas).


Al llegar me estaba esperando con el cabello alborotado, en un pantalón holgado que le marcaba ese culo grande y duro, junto con una blusita de gran escote que me daría acceso a tus tetas morenas, se veía deliciosa. Parecía igual de seria que el primer día pero sus ojos brillaban con cierta picardía que me aseguraba que la charla de la tarde la había calentado y al acercarse a saludarme con un beso en la mejilla, le dije sino me iba a saludar bien y el beso pasó a ser en los labios, largo y húmedo como deben ser los besos deseados.


Mientras Coni me besaba sus dedos no dudaron en pasarse suavemente sobre mi bragueta, que a estas alturas palpitaba con la calidez de su toque, luego sentí toda la palma de su mano delgada posándose sobre mi pene atrapado bajo la tela del pantalón. Ahora mis manos se aferraban a cada una de sus nalgas, al tiempo que sentía una caricia rítmica de arriba a abajo en mi miembro junto a su boca chupándome la lengua, lo que incendio mis ganas de sentir esa  misma boca mamándomelo.


Mi mano dio el siguiente paso deslizándose furtiva entre su pantalón, para notar que la muy arrecha de Coni no se había puesto tanga, ni nada, así que mi mano se encontró con un chochito depilado, mojado y ardiendo; que no dudo un segundo en tragarse mis dedos como una aspiradora, mientras yo le decía al oido lo putica que era por estar así de caliente dejándose dar dedo de alguien que apenas conocía, en mitad de su sala sabiendo que tenia novio y que vivia con él. Lo que pareció arrecharla aun mas.


Me decía que esa era la forma de vengarse de su novio por unos cachos que ella le había perdonado, pero no olvidado (tan raro) y asi era como se cobraba, diciendo esto Coni se ponía de rodillas para bajarme la cremallera y sacar con sus manos delicadas mi pene que palpitaba brillante y con la cabeza de un rosado encendido, en seguida acerco su carita que ahora parecía de niña mala y con una sonrisa mirándome a los ojos empezó a darme una mamada deliciosa, que empezó lenta pero luego terminó con un ritmo frenético.


Me senté en un sillón de la sala y Coni sacó sus tetas al aire para que pudiera chupar con mas comodidad sus pezones cafecitos y parados,ella seguía pajeandome con fuerza, como si quisiera sacarme hasta la ultima gota; y así fue tras veinte minutos de vernos a los ojos nos vinimos al tiempo, mientras nos masturbabamos mutuamente y nos deciamos las cosas mas sucias como en una competencia por ver quien aguantaba más.


Su mano quedo empapada de mi leche mientras la mía igual de sus cálidos jugos, así que mientras ella se esparcía mi leche por sus tetas yo chupaba uno a uno mis dedos con su sabor impregnado en ellos, siempre mirándonos a los ojos. En seguida su boca volvió al punto de origen de mi placer para no dejar decaer a su futuro atacante, no paso mucho para que de nuevo en pie de lucha sacara mi pene de su boca, dejando un pequeño hilo de saliva uniendo sus labios a la punta brillante de mi ariete.


La desvestí mientras le decía lo puta que era y como me encantaba que fuera así, sin dejar de mirarnos se sentó de fente a mi enterrándose la extensión venosa de mi verga para cabalgarme con ansías, como si estuviera poseída por un vaquero de rodeo jajaja. Luego cambiamos poniéndome sobre ella mientras abría al máximo sus piernas y me deleitaba con la imagen de su chochita siendo clavada una y otra vez. Me vine delicioso en su interior llenandola completamente pues al sacarlo ríos blancos salian por entre sus labios goteando en el suelo junto al sillón.


En algún momento Coni se levanto para ir al baño y cuando regreso meneando sus caderas desnudas con su carita de diabla, solo se paro de espaldas a mi poniéndome el culo en la cara, se agachó sin doblar las rodillas y abriéndose las nalgas con las manos me invito a que le comiera ese culo que tanto me había gustado desde que la vi. Asi que como un sediento en pleno desierto comencé a lamer en toda su extensión esa cuquita de costeña arrecha, mi lengua hacia malabarismo en su interior y dibujaba cada rincón de sus labios. Luego pasaba a su apretado culito que como una puerta inexpugnable iba cediendo a mis lametazos, abriéndose lentamente hasta llegar a chuparme la lengua tan bien como lo hacia su propia boca.


Asi, con el olor de hembra caliente inundando mi nariz separe mi cara húmeda de sus jugos y dirigí mi pene a esa entrada gloriosa, sin darle tiempo a pensar la traje hacia mi y con su propio peso se ensarto mi verga hasta la base, en ese infierno que era su culo. Coni solo dio un gemido largo y gutural, tras unos segundos ella misma empezó el sube y baja acompañado de gemidos mas profundos, que sin lugar a dudas los vecinos escucharon sin sospechar que no se los propiciaba su novio.


Mientras la sujetaba de esas hermosas nalgas morenas para manejar el ritmo y veía como se tragaba el tronco venoso de mi sexo, no dejaba de pensar que en cualquier momento podría entrar su novio y encontrarla ensartada por ese culazo, como me excitaba eso. No paso mucho tiempo para que las sensaciones placenteras de esa enculada nos provocara a ambos orgasmos salvajes, tan intensos que descargue hasta la ultima gota en su interior  mientras que ella se desplomaba sobre mi pecho aun clavada y con las piernas brillantes de humedad.


La respiración de cada uno se fue relajando y yo sentía las pequeñas gotas de sudor de su espalda cuando se pegaban a mi pecho,resbalando hasta el punto donde aun nos encontrábamos unidos como eróticos siameses. Mis manos jugaban sobre su sexo apenas rozándolo dibujando con la yema de mis dedos los contornos de sus labios rojos de tanto desenfreno. Los minutos pasaron lentos en ese éxtasis pero ya era hora de arreglarnos, así que cada uno se organizo, abrimos las ventanas del apartamento y arreglamos la sala.


Nos tomamos un cafe y en el segundo sorbo sonó el timbre de la puerta, era su novio con quien nos saludamos efusivamente y tras una charla amena de 10 minutos me despedí con la disculpa de la hora, tan solo cruzar la puerta pude volver a sentir su olor a hembra en mi mano, como la marca indeleble del pecado más delicioso que sin duda repetiría siempre que ella quisiera.

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