Infamia y deseo 4

Infamia y deseo 4




Las siguientes semanas estuvieron llenas de deliciosos encuentros entre los amantes. 
Clara nunca había sentido tanta pasión por un hombre. 
A los 18, solo había besado y acariciado un poco a chicos de su edad antes de conocer al fornido Dr. Gasols, 15 años mayor que ella, el jefe del laboratorio en el que estaba trabajando durante su pasantía universitaria.

Todas las chicas en el laboratorio del Dr. Gasols habían desarrollado senos pesados, abultados y de gran tamaño como resultado de la exposición a compuestos químicos. 
Clara había planeado confrontar al Dr. Gasols con su conocimiento de su investigación encubierta sobre el aumento de senos, cuando él la sedujo impulsivamente, muy posiblemente después de usar drogas y alcohol para ponerla en un estado extremadamente sugestionable.
La iniciación sexual de Clara ocurrió poco después de eso. 
Desde sus primeros torpezas vírgenes inciertas hace apenas unas semanas, ahora con confianza bajó la cremallera de los pantalones de Mark y se llevó su miembro fláccido a la boca, trabajando su polla con avidez como un profesional experimentado de la industria del sexo. 
A Mark le encantaba follarla. 
Su entusiasmo por ella nunca disminuyó, y rápidamente volvió a endurecerse incluso después de lanzar sus poderosos chorros de semen por su garganta o profundamente en su pequeño, apretado y hambriento coño.
Después de un descanso de una semana, esta fue la primera vez después de su cita inicial que ambos regresaron juntos al laboratorio. 
Había una química en el aire entre ellos de la que las otras chicas de grandes pechos parecían conscientes y sensibles. 
Los estudiantes varones de posgrado también parecían más conscientes de Clara, ya que ella irradiaba confianza sexual, sus grandes pechos se tensaban contra un suéter de cachemira beige que los hacía parecer deliciosos globos suaves y táctiles, rogando ser acariciados.
Aunque no se dirigieron directamente, ella y el Dr. Gasols ("Mark", acarició su nombre en su mente) intercambiaron miradas más de una vez. 
Ella se inclinó para tomar un lápiz y él miró fijamente su hermoso trasero en forma de corazón que se extendía frente a él con jeans ajustados. 
Un estudiante de posgrado sorprendió al Dr. Gasols mirándolo fijamente y Mark giró la cabeza con una tos leve.

A medida que avanzaban sus jornadas laborales, se encontraron incapaces de ser cautelosos. 
Clara tenía que entrar regularmente al armario de suministros como parte de sus tareas administrativas, y en uno de esos viajes el Dr. Gasols la siguió. 
Estaba alcanzando una caja de diapositivas cuando sintió sus grandes manos alrededor de su cintura, deslizándose hasta sus pechos.
"Oh, Mark", ronroneó. La giró hacia él y su boca descendió sobre la de ella con lujuria, sus bocas se abrieron una contra la otra, su lengua lamiendo profundamente su dulce boca. 
Mientras lo besaba, sentía que su coño se estaba derritiendo, los jugos vaginales resbaladizos lubricaban los labios de su coño.

"Puedo olerte", murmuró en su oído, agachándose para desabrocharle los pantalones y tocar sus labios fruncidos. 
Metió sus grandes dedos en el estrecho y húmedo canal. "Oh cariño, necesito follarte ahora".
Sus besos se volvieron más caóticos cuando ambos se quitaron la ropa, sus pantalones se bajaron mientras él exponía su polla rígida e hinchada, una perla de líquido preseminal brillando en la gran cabeza sonrojada. Le quitó el suéter y le desabrochó el sostén, sus pechos desenfrenados saltaron hacia adelante y se tambalearon sexualmente cuando su polla encontró bien la entrada y empujó hacia arriba con fuerza para penetrarla por completo.
Ella jadeó en su boca, sus besos eran tan húmedos y rítmicos como su sucio polvo, su culo apoyado contra unas cajas mientras él destruía su coño. 
Sus fuertes manos agarraban sus caderas y masajeaban su suave y redondo culo mientras la apretaba una y otra vez, su líquido preseminal goteaba pesadamente dentro de ella, sus propios jugos bañaban su reluciente eje. 
Sus embestidas animales continuaron minuto tras minuto mientras el calor en el pequeño armario se hacía insoportable.
Nena, ahora me voy a correr dentro de ti", gruñó contra su oreja, su aliento caliente y sus profundos empujones la llevaron al límite. 
Ella gimió abandonada mientras venía con él, su coño se agarrotaba y jadeaba alrededor de su polla mientras él inundaba un cálido y húmedo chorro de semen en lo profundo de su vientre. 
Su boca cubrió la de ella mientras respiraban entrecortadamente, besos húmedos y sudor cubrían sus rostros, el olor a sexo y calor impregnaba el pequeño recinto oscuro.
Afuera, los asuntos en el laboratorio habían continuado como de costumbre, algunos de los estudiantes de posgrado intercambiaron miradas cuando vieron al Dr. desaparecer detrás de Clara. 
El sonido de las cajas crujiendo rítmicamente era casi demasiado sutil para escucharlo desde el otro lado del pasillo, pero el gemido del orgasmo de Clara no dejó lugar a dudas. 
Las asistentes parecían incómodas, algunas (especialmente las que llevaban más tiempo allí, con sus voluptuosos pechos rozando la mesa mientras trabajaban) con expresiones de celos, otras francamente disgustadas. Un estudiante de posgrado se lamió los labios y un bulto visible le tensaba los pantalones.
Cerca de allí, el Dr. Gasols abrió la puerta del armario para dejar entrar un poco de aire y ayudó a Clara a alisarse el suéter y el cabello antes de dirigirse al baño de mujeres. 
Se sacudió lo mejor que pudo y fue al baño privado de su oficina.

A solas brevemente, alisándose el cabello, Clara se sintió avergonzada de enfrentarse al laboratorio (sabía que todo el laboratorio la había escuchado correrse con fuerza en la polla del Dr. Gasols) y también sabía que algunas de las chicas le harían pasar un mal rato, tal vez incluso informarles a la administración. "Pero no pueden probar nada", sonrió.
Por su parte, el Dr. Gasols tenía pensamientos similares mientras se limpiaba de las yemas de los dedos el olor del fértil coño de Clara. "Esto no puede continuar para siempre. Tengo que actuar pronto", pensó para sí mismo.

Volvieron a entrar por separado y sólo unas cuantas toses leves marcaron el silencioso ambiente de trabajo. 
El Dr. Gasols pasó por su puesto y dejó una pila de informes en su escritorio. "Clara, necesito que se rehagan estos informes. Necesito que vengas a mi horario de oficina esta noche para revisarlos".

Todos en el laboratorio lo oyeron, pero sólo Clara vio su travieso guiño.

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