Confesiones ardientes. Capítulo IX:

“Tres mejor que dos”

Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5023614/Confesiones-ardientes.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5111220/Confesiones-candentes-Capitulo-VIII.html

Cuando tenía 18 años, jamás pensé que iba a terminar viviendo situaciones tan morbosas y únicas, como la que estaba experimentando en ese momento. Bueno, para ser sincero nunca imaginé que sería posible un matrimonio con Ignacia y Vanessa. Todo aquello era una fantasía, un mero sueño húmedo, ya que cómo sería posible que me pudiera casar con mi propia hermana. Era una locura, aun cuando la atracción entre ambos era mutua y lo que más deseábamos era estar juntos. 

Por suerte Dios se apiadó de mí y me dio la bendición de que pudiera estar con aquellas dos rubias exquisita. Pasé miles de noches, imaginándome mi vida junto a Vanessa e Ignacia, pero en ninguno de los sueños que tuve, término siendo igual a la realidad. Desde que nos casamos hemos vivido un sinfín de locuras, como hacerlo en la oficina del jefe de Vanessa, mientras que él veía unos negocios en la sala de al lado. Sentí como el corazón se me quería salir del pecho por la adrenalina. 

Fue una jodida y maravillosa experiencia, que atesoró en mis recuerdos, sin embargo, lo que ocurrió hace un par de días está a otro nivel. Si estar con esas dos preciosuras era ya una increíble suerte, imagínense integrar a una tercera. Una chica con el rostro de un ángel inocente y puro, pero con un cuerpo y curvas endiabladas como las de mis dos mujeres. Sí, lo sé, soy un maldito bastardo con bastante suerte, es por ello que no he dejado de pensar cuál será el karma que recibiré por abusar tanto de mi suerte. 

Quizás ya lo estoy viviendo, porque a tan solo unos metros de distancia de Ignacia, estoy recibiendo una felación por parte de una chica que acabo de conocer. Estoy convencido que si mi esposa me descubre, viviré un infierno, pues la estoy engañando con una extraña y sin su permiso, no me quiero ni imaginar cómo se colocaría Vanessa al enterarse de esto. No obstante, no quiero adelantarme a los hechos y antes de explicarle por qué me la está mamando una desconocida, les diré qué pasó hace un par de días. 

Todo comenzó cuando de manera inesperada, mi prima Lily llegó a casa. Habían pasado por lo menos unos 3 años desde que no la había visto y desde entonces, vaya que estaba muy cambiara. Su singular figura se había transformado en una despampanante, estoy seguro que mientras ella caminaba a casa, debió haber dejado a más de un chico con la boca abierta y la verga tiesa. Porque sus divinas curvas destacaban en ese pequeño y ceñido vestido que se había puesto. 

Me costó articular las palabras cuando la vi y me resultó incomodó cuando me abrazó y pegó su voluptuoso cuerpo al mío, rozando sus carnosos pechos. Traté de ser lo más cortés con ella y alejarme sin que se diera cuenta que me había producido una erección, sin embargo, Vanessa caprichosamente se colocó detrás de mí y me empujó donde Lily. Nuestros labios se tocaron tímidamente y en su pierna derecha, sintió la presión de mi pene que intentaba salir de mi pantalón. 

Ella ingenua, creyó que aquello que presionaba contra su pierna se trataba de algo que tenía en mi bolsillo. Sonrojado me aparté de ella y tratando de disimular, caminé lo más rápido al baño. Fue realmente incomodo toda la situación, pero a la vez excitante, nunca había visto con ojos lujuriosos a Lily, siempre me pareció una chica adorable y nada más, a diferencia de Vanessa que desde un inicio causaba y provocaba cosas en mí, distinta a las demás. 

Mi cabeza estaba totalmente confundida, una parte de mí me recalcaba que no podía observar lascivamente a Lily, pero a la vez un susurro me incitaba a pensar de manera depravada e imaginarme a mi dulce prima, como una zorrita que necesitaba ser alimentada. Suspiré y me mojé el rostro con agua, para quitarme esos malos pensamientos de la mente, sin embargo, como finas agujas se fueron clavando en mí, imágenes libidinosas de mi prima, acompañadas con su tierna voz y me incitaban a cometer una locura.

Una lucha interna se desató, entre aquel inmoral deseo y la cordura. No sabía a quién oír, ni porqué debía seguir sus consejos, estaba confundido y por unos segundos me pregunté qué haría papá en mi lugar. Era lo peor que podía hacer, ya que papá y yo éramos muy diferentes, por lo menos el hombre que he conocido, ya que según mamá, él era bastante pícaro cuando era joven. –“Al diablo, todo”- susurré, bajándome el pantalón y tomando mi verga para tranquilizarla mientras fantaseaba con Lily.   

Estaba tan caliente que solo rozar mis yemas por mi falo, hizo que mi tranca palpitada escandalosamente. Una vez que comencé a jalármela, no pude detenerme y los suaves suspiros, se fueron haciendo cada vez más fuerte a medida que me masturbaba. De mis labios se escuchaba claramente que llamaba a mi prima, acompañada de un jadeo intenso. Me la imaginaba al lado mío con sus senos destapados, presumiéndomelos a la vez que sonreía coquetamente. 

Sus ojos claros se clavaban en mí, me observaba de manera inocente y sus carrillos se tornaban en un tono rojizo. Lucía tan tierna y bella, que me estremecía. Quería devorarle esa boquita y cubrirle ese sensual cuerpo con mi lefa, pero de sopetón desperté de esa maravillosa ilusión. No me había percatado que había dejado abierta la puerta del baño, y al escucharla abrirse y cerrarse, todo mi cuerpo se erizó del susto. Me quedé congelado y sujetando mi erecta polla. 

Por fortuna quien había entrado no era Lily, sino Ignacia, la cual quedó con un rostro asombrado por unos segundos y con su boca abierta, sin embargo, en poco tiempo en sus labios se embozó una sonrisa altanera. Lentamente mi mujer se fue acercando a mí, sin quitarle la mirada de encima a mi verga, –“Veo que necesitas ayuda, amor”- expresó, al mismo tiempo que sus tacones chocaban contra las baldosas del piso. No supe qué responder, solo que me quede quieto, dejando todo en manos de ella. 

Ignacia no perdió el tiempo en consultarme por qué me estaba masturbando en el baño, sino como la buena guarrilla que era, me ayudó a aliviar mi problemita. Con sus finos dedos tomó mi pene y con su aliento humedeció la cabeza. Mi verga se retorció de gusto al sentir aquello y lo hizo todavía más, cuando pasó sus uñas sobre mi tronco, para luego dibujar con su lengua. –“¡¡Oooohhh Diooooosss!!”- exclamé eufóricamente, apoyando mis manos en la cabeza de mi esposa.   
  
Ella sabía perfectamente como complacerme y hacer que todos mis delirios se esfumaran, por lo menos aquellos minutos en donde su lengua se apropiaba de mi miembro. Poco a poco iba cubriendo todo mi falo con su dulce y cálida baba. Se retiraba mi verga, para saborearse la boca y tomar aire, hizo aquello como unas tres veces, hasta que finalmente se engulló toda mi polla. Me resultó imposible aguantar por más tiempo y terminé eyaculando dentro de su boca.

Mi descarga había sido densa y por su barbilla descendían un par de gotas, Ignacia sonrió traviesamente, antes de pasar su lengua entre los labios para limpiar el resto de semen que tenía. Ambos salimos del baño, sin decirnos algo, caminamos hasta la sala de estar en donde se encontraba Vanessa y Lily. Las dos estaban conversando de manera amigable, mientras veían una película. Pensé que después de aquella ordeñada que me había dado mi esposa, me iba a tardar en tener una erección, pero fue cosa de minutos para volver a tenerla dura.

Nuevamente me sentía incómodo por tener mi polla empalmada, más al estar cerca de Lily, quien inocentemente apoyaba su cabeza sobre mi hombro. Mi mayor miedo sin duda era que mi prima notada el bulto que había en mi pantalón. De los nervios comencé a sudar, aquellas gotas recorrían mi cuello y eran tan heladas que me provocaban escalofríos. Estaba tan atolondrado que no sabía qué excusa decir para escapar de ese lugar y evitar que Lily se diera cuenta del estado en que me tenía. 

Al estar preocupado y pendiente de que mi prima no viera mi erección, me descuide de Vanessa e Ignacia, lo que era un verdadero peligro en situaciones así, más teniendo en cuenta lo juguetonas que son. Lentamente fui sintiendo como unas uñas raspaban mi entrepierna y delineaban sobre mi rabo endurecido. Quise gritar y dar un brinco del susto, pero mi cuerpo inconscientemente sabía que no era oportuno hacer eso, ya que dejaría en evidencia en el estado en que me encontraba. 

Fue así que pese al miedo e incertidumbre me mantuve quieto. Lily perdidisima en la película no se enteraba lo que estaba pasando a centímetros de ella y cómo Vanessa colaba su mano derecha dentro de mi pantalón. La suave y delgada mano de mi hermana apretaba y jalaba con fuerza mi verga. Tuve que morderme los labios para que no se me escapada un gemido, no obstante, era imposible evitar callar todos los alaridos, por lo que algunos pequeños suspiros solté. 

A pesar de aquello, Lily no dejó de estar absorta a la pantalla y Vanessa continuó con su travieso juego tortuoso. No puedo negar que toda esa situación igual me estaba cachondeando y que poco a poco, comencé a disfrutarlo y a dejar de lado aquel terror que me perturbaba. Sentir como la delicada mano de mi hermana subía y bajaba sobre mi falo, era una jodida maravilla. Por unos segundos cerré los ojos y me dejé llegar del gusto, gozando de la paja que me daba Vanessa. 

Jadeando miré los ojos azules de mi preciosa hermana, la cual sonreía coquetamente. Ella estaba caliente con la travesura que realizaba, no dudo que se contenía mucho para no arruinar el juego. Sus labios me tentaban para que me acerque y la besara como un demente, que me dejara llevar por mis impulsos. Eso iba hacer hasta que mi prima interrumpió preguntándome si tenía fiebre, por lo sudoroso que estaba. Me quedé en silencio mientras la veía a los ojos. 

Buscaba las palabras correctas, sin embargo, Lily apoyó una de sus manos en mi pierna y aproximó su adorable rostro al mío. Colocando su frente a la altura de la mía, me observaba inocentemente, sin percatarse del bulto que había en mi pantalón y menos como Vanessa me jalaba la tranca. Balbuceé incómodamente algunas palabras sueltas y sin sentido, ya no sabía si quería que Lily no se diera cuenta del estado en que me encontraba o si ansiaba en mostrarle lo duro que estaba por ella. 

Pero entonces los pelos de mi cuerpo comenzaron a erizarse por una hostil presencia. Me resultó tan aterradora que no fui capaz de mover un músculo por un eterno minuto, mi temperatura debió descender de un segundo a otro, ya que Lily quedó confundida. Estoy seguro que tras notar que mi temperatura corporal era helada, percibió la amenazante aura de Ignacia, la cual al ver que no estaba siendo participe del juego, dejó salir sus celos a través de presencia. 

Lily se levantó algo incomoda y sus mejillas se tornaron algo rojiza, lo que me resultó algo extraño. Mi prima sin decir nada al respecto, se dio la media vuelta y se dirigió al segundo piso. Desconcertado, miré a Vanessa, quien no dejaba de sonreír y de sus finos labios susurró: –“Hoy serás nuestro prisionero”-, tras decir aquello, retiró su mano de mi miembro y se levantó soltando una pequeña risa. Ignacia por su parte, me observó fijamente como si fuese una presa a la que acechaba. 

Comenzaba a arrepentirme de haberla ignorado, aunque al mismo tiempo, esa mirada asesina y los celos que se reflejaban en su rostro, me cachondeaban. –“Da por seguro que no seré amable hoy”- expresó mi mujer, colocándose de pie y caminando hacía la cocina. Esas palabras en vez de aterrarme por alguna razón me hicieron feliz, más al ver como meneaba su asombrosa cola con cada paso que daba. Toda la tensión que había surgido en un parpadeo se esfumó en uno igual. 

Me quede expectante por lo que podría ocurrir, no obstante, las cosas no fueron tan deprisa como me lo imaginaba. Las chicas parecían estar jugando con mi mente, pues me dejaron solo por un buen rato y luego cuando me acercaba a ellas, simplemente me ignoraban, como si fuera un fantasma. Esto comenzó a molestarme un poco, porque no me gusta que jueguen conmigo de esa manera, sin embargo, debía mantener la compostura por Lily y que no tuviera la imagen de mí como un depravado que solucionaba los problemas con sexo.

A la hora de la cena, las muchachas parecían estar más afable, pero solo era actuación, fingían ante los ojos inocentes de mi prima, mientras sutilmente lazaban sus sarcásticos comentarios sobre mí. Sabía que estaban haciendo todo eso, para provocarme y hacer que las acorralada. No debía actuar como un niño o como comúnmente me comportaba, sin embargo, mi paciencia estaba ya al límite, más cuando las dos me conocían perfectamente y sabían dónde atacarme. 

Usando adecuadamente sus cuerpos y atributos, sentía como la sangre hervía en mi interior y mi pene se endurecía, imaginando a las dos de rodillas, mientras usaban sus bocas para devorarme los huevos en vez de lanzar ácidos comentarios. Suspirar era lo único que me quedaba, para mantener la calma y no perder el control, ya que las ganas de querer castigarlas era bastante. Lo peor es que al momento del postre, ya no solo tuve que soportar sus ironías y que me presuman sus figuras, pues también empezaron a tocarme la entrepierna con sus pies. 

Mantener mi boca cerrada para que no saliera ningún gemido, era más complicado que cuando Vanessa me estaba masturbando con su mano. La situación estaba siendo terrible para mí, mucho más de lo que pude imaginar en un principio, porque ambas sabían cómo complementarse perfectamente, para llevar a cabo esa tortura. Sutiles quejidos salían de mi boca, Lily parecía no entender nada, pero en su rostro, notaba que estaba algo inquieta y sonrojada. 

No sabía qué tramaban esas dos, pero resistirse era una tontería, en sus cabezas de seguro cavilaban los juegos más perversos, mientras yo intentaba comer y callar mis jadeos. Finalmente ellas se detuvieron y con una sonrisa juguetona en sus labios, se levantaron y retiraron los platos. Suspire aliviado y tratando de adelantarme cuál sería el siguiente movimiento de mis esposas, intentar predecirlas era literalmente buscar una aguja en un pajar. 

Me tenían acorralado, con el corazón agitado y muy excitado. Sutilmente me mordí los labios, a la vez que intentaba acomodar mi tranca en el pantalón para irme a mi habitación y esperar a las dos guarras de mis mujeres. Sin embargo, me había descuidado, dejé mi guardia descubierta y antes de que pudiera tocarme el miembro, sentí como dos finas manos se apoyaban en mis muslos y una empapada lengua dibujó sobre mi pantalón, marcando mi rabo. 

Quedé paralizado ante inesperado movimiento, trague saliva y con incertidumbre bajé mi mirada, para descubrir quién de mis dos esposa era la traviesa zorrita que mordía con delicadeza mi verga, sin sacarla del pantalón. Del sobresalto que tuve como primera reacción, pasé a relajarme y finalmente a cachondearme. Me encantaba que tanto Vanessa como Ignacia fueran así de atrevidas, le daba un plus a nuestra relación que me hacía amarlas todavía más. 

Los latidos de mi corazón habían regresado a la normalidad, pero apenas mis ojos contemplaron a la putita que estaba aferrada a mi polla, volvieron a acelerarse. –“Li… Li… ¿Lily?”- balbuceé, creyendo que todo era un sueño, ya que no podía creer que mi inofensiva prima se quería comer mi pene. –“Estás muy duro, primo. Deja que te ayude”- expresó, mientras soltaba una risita perversa y su rostro reflejaba lujuria. No podía creer que Lily fuera la que estaba debajo de la mesa con la intensión de mamármela. 

Las palabras no me fluían y tampoco era capaz de mover un musculo, estaba congelado por la sorpresa. Lily no perdió el tiempo y fue bajando la cremallera del pantalón, luego desabrochó el botón, observando así a mi verga palpitar dentro del calzoncillo, del cual estaba pegado por el líquido preseminal que había soltado durante toda la cena. Las pupilas de mi prima se hicieron gigantescas, por la impresión del tamaño de mi polla, aunque rápidamente arrugó la nariz por el fuerte olor. 

–“Vaya que apesta, aquí abajo”- afirmó, con una sonrisa todavía trazada en su rostro libidinoso. –“Pero no importa, porque me encanta en realidad este olor, porque me embruja y me hace actuar como una prostituta barata”- agregó, pasando su uña por mi falo y colocando su nariz entre mis huevos. Aun teniendo el calzoncillo puesto, sentía como su aliento mojaba mi miembro y este parecía crecer más. Lily pasó su lengua por sus preciosos labios, me miró a los ojos y de un jalón liberó a mi pene. 

Tenerlo tan cerca de ella, la hizo feliz. Con sus delicados dedos tomó y tocó mi miembro como si fuera un nuevo juguete para ella. Lo exploraba, tocaba, olía y besaba con entusiasmo, sus ojos brillaban cada vez más. Yo seguía sin creer lo que observaba, seguía quito pensando que había caído dominado por las ilusiones de mi imaginación y que pronto iba a abrir los ojos. No obstante, dejé de pensar que era producto de mi imaginación aquello, cuando de su boquita, Lily mencionó el nombre de mi primo. 

Escuchar el nombre de Félix, hizo que me diera cuenta que Lily no era tan inocente como aparentaba. Detrás de ese disfraz de mojigata, se encontraba una fiera que amaba devorar pollas. No podía creer que había caído en el mismo engaño que hace un par de años aplicó Ignacia. Debí haberme dado cuenta desde un principio que mi prima no era más que una zorrita que se camuflaba de niña buena. De seguro ya le habían roto varias veces el orto como a quien hoy es mi esposa. 

Sin embargo, en vez de molestarme o asquearme aquello, me encendía. Tal vez, se debía a que recordaba precisamente a Ignacia y el inicio de nuestra relación, de su cara inofensiva que se transformaba en uno libidinoso y mostraba sus verdaderas intenciones. –“Dios, que bien come Ignacia”- susurró Lily, mientras mordisqueaba mis huevos. –“No solo ella, querida prima. Sino que Vanessa también se come este trozo de carne”- me dije a mí mismo, con una sonrisa tallada en mi rostro. 

–“La envidio igual que a Lorena”- agregó lamiendo mi sable hasta llegar a la cabeza y por fin darle una chupada. Su lengua se movía con timidez pero cada pincelada que daba, demostraba su experiencia y dominio en el arte de dar mamadas. Bramando, le enterré gran parte de mi miembro en su garganta y luego la jalé del cabello para retirárselo. Me había dejado llevar por mis impulsos y fui muy brusco por ende pensé que Lily se había enojado, pero no, ella parecía disfrutar eso. 

Los ojos de Lily brillaban de la emoción, sin decir algo, volvió a acercarse a mi verga y se la engulló lentamente. Era una maravilla sentir cómo su lengua jugaba con mi tranca y su boca la envolvía. –“Oooohh, sí nena”- murmuré, mirando el techo por unos breves segundos. Tan breve como el maullido de mi prima, mencionando nuevamente a su hermano. Curioso e intrigado por la relación entre ambos, le pregunté si usaba esa boquita para darle placer a Félix. 

Su respuesta fue un rotundo “no”, sus ojos dejaron de ser los de una gata en celos y su semblante pasó a tener una pisca de tristeza. –“Él solo me ve como su hermana pequeña”- murmuró, mirándome a los ojos. –“Yo lo veía como hermano, hasta hace poco”- añadió mordiéndose los labios y otra vez el brillo de la lujuria destacaba en su iris. –“Sé que ver a mi hermano como hombre está mal, pero cómo puedo explicárselo eso a mi puta interior, después de haberle visto su paquetazo”- cerró.

Comenzaba a entender la situación y ella seducida por mi miembro, volvió a llevarlo a su boca, saboreando cada centímetro. Lily cerraba los ojos para imaginar que la verga que tenía entre sus labios no era la mía, sino la de Félix. Por eso ella maullaba su nombre en vez en cuando. Mi prima continuó su felación al mismo tiempo que se acariciaba con ternura el coñito y entre suaves gemidos, pronunciaba el nombre de mi primo. ¿Celos?, claramente no sentía celos, ella no era Ignacia o Vanessa, para que al oírla fantasear con otro, me generada ese sentimiento de malestar. 

Al contrario, sentía un morbo extraño apoderándose de mi cuerpo y mente, uno que me hacía querer explicarle a mi primita que no está mal desear a tu hermano, tampoco tener sexo era un pecado, como todos decían. Quería ayudarla a seducir a Félix, a engatusarlo y hacer que ambos disfruten de ese amor prohibido que yo gozo con Vanessa. Perdido en mis pensamientos, no me di cuenta que empecé a jadear con más fuerza, hasta que oí unas risitas en cada una de mis orejas. 

Quedé helado, con las pupilas dilatadas y con un nudo en la garganta. Mi mirada estaba quieta, como si en la pared hubiera un punto y no lo dejara de observar, no quería mover mis ojos ni un milímetro por los costados, porque no quería ver los rostros de ninguna de mis mujeres. Aquella risita debió haberme dado la señal de que se estaban tomando aquello con buen humor, sin embargo, siempre me resultaba impredecible lo que estuvieran maquinando dentro de sus cabecitas. 

¿Alguna maldad?, ¿quizás algún castigo?, o ¿solo un juego pervertido?, fueron las preguntas que rondaron por mi mente en esos breves segundos, mientras ellas insertaban sus uñas en mi piel y me rasgaban como unas gatas. –“Veo, que conseguiste hacer tu fantasía realidad, amor”- murmuró Ignacia, clavando más hondo su uña en mi carne y haciéndome chillar. –“No seas mala, Nacha. No ves que el pobre, no tiene suficiente con las dos”- susurró Vanessa, con un tono escalofriante. 

Agache la mirada y Lily seguía en lo suyo, mamándome la polla con los ojos cerrados, a la vez que expresaba el nombre de Félix y le daba cariño a su coñito. No se percataba que teníamos compañía, no sabía cómo iba a reaccionar si se daba cuenta que habíamos sido descubierto, solo esperaba que no se alterada, ya que después de todo tenía mi pene en su boca. –“Tienes razón, Vane. Debemos ser más comprensivas y cumplirle lo que él quiere, una salvaje orgia que jamás olvidará”- expresó la hermana de mi madrastra. 

Yo intentaba hablar, romper aquel silencio y explicarle a ambas que no quería aquello, que Lily me había sorprendido y luego me dejé llevar. No obstante, las palabras no fluían en mí, solo quejidos. Tener sexo con las tres, debía ser un verdadero premio, ¿pero estaba preparado para satisfacerlas?, sinceramente no me veía a la altura de esa situación, debía dejar de estar preocupándome por tonterías y solo disfrutar lo que iba a experimentar, sin embargo, cómo hacerlo, cuando había una condición que me presionaría. 

Todo sonaba muy bueno para ser verdad, más con Ignacia que siempre colocaba un pero, y ese pero, llegó. –“Solo va haber una condición, cariño. Si no eres capaz de dejarnos satisfechas, Vane y yo, vamos a poder revolcarnos con quien queramos”- advirtió mi esposa, acompañada de una risa maquiavélica. Vanessa no dijo nada al principio, sabia a que a mi hermana esa idea no era de su total agrado y tal vez debía suspirar aliviado por eso, sin embargo, mi corazón se agitó cuando ella afirmó que le parecía la idea muy justa. 

Por unos segundos pensé que se trataba de una broma de Vanessa o que quizás solo lo dijo para confirmar el juego de Ignacia, pero al haberlo dicho parecía muy decidida, por ende desvíe mi mirada hacía ella, con total incertidumbre. Mi hermana sonrió caprichosamente y me era muy difícil descubrir si en verdad estaba dispuesta a entregar su precioso cuerpo a otro o no, si yo no cumplía sus expectativas. Fue entonces, que Ignacia me dio la respuesta de quién podría ser ese afortunado, si yo no la dejaba complacida. 

Ignacia: Timeo no va a creer que finalmente va a poder jugar con tu cuerpazo, Vane. Has sido muy traviesa con ese modelo suizo y me saco el sombrero por aguantar tanto tiempo la tentación, si es un bombón, guapo con los abdominales bien marcados, con unos grandes brazos, un culo perfecto y si se nota que posee un paquetazo.

No quise decir nada e Ignacia solo sonrió, mientras se agachaba y se acercaba al mismo tiempo donde Lily. Las tres quedaron arrodilladas frente de mí, mi prima todavía no se daba cuenta que habíamos sido descubiertos. Justo retiró mi miembro de su boca, cuando Ignacia la tomó del rostro y la giró donde ella. En ese instante, Lily tuvo un pequeño sobresalto, pero rápidamente del susto pasaría a la incertidumbre, ya que la culona de mi mujer, apoyó sus finos labios en la dulce boca de mi prima. Primero le dio un par de piquitos y luego le abrió los labios para engullir su lengua y que se entrelace con la de Lily. 

Vanessa por su parte, pasaba su lengua por alrededor de mi verga, saboreando la saliva de nuestra prima y excitándose al mezclarlo con el sabor de mi polla. Lo que contemplaba mis ojos me resultaba totalmente una locura, jamás en mi pervertida mente se me cruzó aquello que veía con entusiasmo. Ignacia dejó de besar a Lily y con sus sedosas manos tomó mi tranca. Vanessa comprendió cuál era el siguiente movimiento sin que Nacha se lo diga. 

La más tetona de mis mujeres, acarició el rostro de Lily que aún estaba perpleja y extasiada por el beso que había compartido con Ignacia. Pausadamente Vane se fue aproximando a la boquita melosa de nuestra prima y antes de que esta despertada del libidinoso hechizo que había caído tras el morreo con la culoncita, su boca estaba siendo devorada apasionadamente por Vanessa. Mientras mi hermana y prima se comían las bocas, Ignacia se fue tragando mi pene y disfrutando del sabor de las otras dos chicas. 

La muy cabrona de mi esposa, buscaba hacerme correr usando su boca y así dejarme muy debilitado. Sin embargo, antes de que pudiera hacer temblar mi polla, Vanessa dejó de jugar con Lily y jalando del cabello a Ignacia, hizo que parada de mamar. Ambas se miraron con lujuria, desde que nos habíamos vuelto una pareja los tres, ellas se habían hecho más cercanas. Sus labios se tocaron con cierta timidez y no tardaron en mordérselos, degustando la saliva de la otra mezcladas con mi líquido preseminal. 

–“Bien, vamos a disfrutar”- manifestó Ignacia con una sonrisa tallada en su precioso rostro, tomando de las manos a mi hermana y prima. Suspire, observando como mi esposa meneaba su culazo en su andar. Ya no había vuelta atrás, solo estar a la altura como correspondía. Sentado en la cama y desnudo, era testigo de una maravillosa escena, tres rubias de rodillas en el suelo, ordeñando mi tranca con sus bocas. Cada una me mirada a los ojos, lascivas y expectantes.

Lily a mi derecha, chupando fervientemente mi huevo de ese lado; Vanessa a mi izquierda, mordiendo la pelota de ese costado y dibujando sobre ella con su lengua e Ignacia frente de mí, engullendo mi verga mientras sus manos hurgaban los coñitos de mi hermana y prima. De mis labios solo salían palabras de agradecimientos, sentía como mi polla se tensaba al máximo y se preparaba para ese combate. Una maliciosa sonrisa se embozó en los labios de Nacha, a la vez que se desprendía de mi miembro.
 
Pasó su lengua por sus finos labios sin quitarme los ojos de encima. –“Como soy buena, dejaré que Lily, sea la primera”- expresó, al mismo tiempo que hacia chillar a mi prima de gusto, con sus afilados dedos. Al quitárselos, estos estaban embadurnados por los cálidos jugos de Lily. Mi esposa se sentó en mis piernas y lamió las puntas de sus dedos mojados, lo hacía de una manera tan cerda y obscena que me era difícil dejar de ver y excitarme. Cuando terminó, me acercó esos húmedos dedos a la boca y sin que me lo pidiera, los chupe. 

–“Buen chico”- susurró Ignacia, agarrando mi pene con su mano libre. Mi lengua se deslizaba alrededor de los dedos de mi esposa, saboreando el dulce y prohibido saber de mi prima. –“Ahora, la vas hacer gemir, hasta que no pueda abrir los ojos”- afirmó en un tono amenazante y mordiéndome los labios. Los pelos se me colocaron de puntas, cuando ella sin darme un aviso o señal, me besó en la boca, era muy diferente a sus besos cotidianos, no notaba su lascivo deseo o su amor en él. 

Al separarse de mí, entendí, que me había dado “il bacio della morte”. Aquello no quería decir que Ignacia fuera tan lejos como asesinarme si no llegaba a cumplir sus expectativas, sino que hablaba de forma seria, por lo que si no la satisfacía esa noche, ella me haría pagar mi traición, acostándose con otro. Aquello despertó por un instante un lado masoquista, ya que comencé de disfrutar lo que se me venía y deje de pensar qué no iba a poder complacer a esas hembras. 

Lily me miraba lujuriosamente y mientras mordía su labio inferior, yo comencé a enterrarle mi paquete. Solo había metido la punta y ella ya se regocijaba de placer, maullando como una gata en celos. Su coño era fantástico, apretado y acogedor, deslizarme dentro de ella fue toda una delicia, sentir como sus pliegos se agarraban de mi tronco y sus entrañas se moldeaban a él, fue maravilloso. Mi prima no paraba de aullar, sus gordas tetas botaban en cada arremetida y sus piernas se engancharon a mí.  

Vanessa e Ignacia no perdían el tiempo, mientras observaban como me follaba a Lily, ellas jugaban con sus cuerpos, se acariciaban, se besaban. Luego de unos largos minutos, las dos se acercaron, Ignacia se agachó y mi hermana aproximó su boquita a la mía, a la vez que dejaba su babeante coño en la boca de Lily. Supe que mi prima empezó a lamerle el chocho a Vanessa, cuando esta se estremeció y aplastó sus enormes tetas en mi pecho. No tenía idea de qué estaba planeando Nacha a mis espaldas, pero percibir su respiración me cachondeaba.   
 
Lentamente comencé a notar sus dedos abriéndome los glúteos y su aliento cerca de mi ano. Tenía claro lo que iba hacer mi esposa, sin embargo, la muy hija de puta, le gustaba torturarme, ya que rozaba mi orificio anal con su dedo y luego empezó a dar unas pequeñas pero estimulantes lamidas, me sentí en el cielo, cuando al fin se dejó de jugar. No tengo palabras para describir todas las sensaciones que experimentaba y me rodeaban en esos instantes, pero sin duda alguna fueron maravillosos.  

Los labios de Vanessa eran jodidamente exquisitos, el coño de Lily apretaba cada vez más y la lengua de Ignacia jugaba con mi próstata. Me era complicado poder aguantar las ganas de correrme, pero me negaba hacerlo, porque debía resistir lo que más podía y no desperdiciar ninguna gota de semen. Lily se corrió como tres veces de forma intensas, ya para la quinta, estaba agotadísima, así que Vanessa tomó su puesto.
 
La vagina de mi hermana estaba hambrienta y deseosa por ser penetrada, apenas mi glande estuvo dentro de ella, sentí como su coño me arrastraba dentro. Sus gemidos eran la música más bonita e incitante que podía escuchar. Cada pulgada que clavaba dentro de ella, me hacía temblar las piernas, no importaba las veces que me haya follado su coño, siempre era una jodida delicia hacerlo. Ignacia apoyó sus labios en los de Vanessa y levantó su cola dejándola frente de mi boca. 

Era mi turno de satisfacerla y devolverle esa increíble sensación que me había dado. Inicie por amasar sus nalgotas y darle pequeñas palmaditas. Su culo era un verdadero monumento, uno con el que podía engatusar a cualquier hombre, ya que era imposible resistirse a ese encanto. Antes de darle una probada con mi boca, escupí en su esfínter y lentamente fui metiéndole un dedo. –“¡Uuuhhhg…! ¡Joder!”- exclamó mi esposa, girando su cabeza para mirarme a la cara.  

–“No juegues conmigo, cabrón”- afirmó. Al principio pensé que solo ella quería alardear, no obstante, al paso de los segundos y con su mirada todavía quieta en mí, me di cuenta que esas palabras venían desde su corazón al igual que las siguientes: –“Solo vas a conseguir encenderme más y no dudo que hoy puedas con mi lado más salvaje”-, tras oírla tragué saliva, podía ver a través de sus ojos, sus deseos de quedar satisfecha y no tener que entregarse a otro.  

No había duda alguna que Ignacia había cambiado, ya no era la misma zorra que conocí, ese anhelo de ser follada por maduros y que le reventaran el culo, ya no estaba. Ahora era una mujer fiel, la cual solo ansiaba las acaloradas e increíbles noches que compartíamos con Vanessa. Esa mirada, hizo que mi confianza aumentada, me dio a entender que Ignacia solo se sentía satisfecha conmigo, que el sexo con otro hombre le iba a resultar insignificante y hasta aburrido.  

Confiado en mis capacidades, retorcí mi dedo en su estrecho culo, haciéndola bramar. Saqué mi dedo solamente para clavarle dos y hacerla suspirar con más fuerza, mientras sacaba mi miembro de la candente vagina de Vanessa, para enterrársela a Ignacia, que no se esperaba para nada ser empalada tan pronto. Su cuerpo entero se estremeció, al tener mi polla invadiendo sus entrañas. La voz no le salía, pero por su expresión y los espasmos de su vagina, sabía que lo estaba gozando. 

Le di una nalgada, ayudándola para que chillada como una cerda, liberándola de esas cadenas que ella misma se había envuelto. Entendí su preocupación por mí, pero por suerte me había hecho despertar, me sentía renovado de energía y solo pensaba en agradecérselo con una buena cogida. No me había olvidado de Vanessa, me turnaba para ir perforando a las dos, sin que tuvieran descanso. –“¡Uuuuufff… Sííiii!”- exclamaban mis chicas, tocando sus ardientes cuerpos y enredando sus lenguas.  

Entre tanta pasión me había olvidado de Lily, al voltearme a observarla, la vi totalmente sumergida en nuestra cogida. Estaba flipando en la forma salvaje en que los tres nos complacíamos y con sus dedos acariciaba su chochito. Quería decirle que se aproximada y se uniera de nuevo a la fiesta, pero a la vez comprendí que para ella todo eso era muy shockeante y nuevo, por lo que, la mejor opción era dejar que asimilada todo antes y luego si quería se uniera. 

Cada embestida que les daba a mis chicas, las hacía retorcer de placer, ambas disfrutaban sentir como les llenaba sus coños en cada golpe de cadera. Mis huevos chocaban y el sonido de sus pelvis contra la mía, marcaba un ritmo totalmente endiablado y desatado, mientras un coro de gemidos y jadeos retumbaban por las paredes, hasta que finalmente me vi en mi límite. Solté unos cuantos lefazos, dentro de Ignacia, la cual convulsionó al sentir leche caliente.

Así concluyó mi loca orgia con mi hermana, mi mujer y mi prima. No tenía fuerzas para nada más, pero sabía que había logrado dejarlas satisfechas a las tres, que se recostaron en cada uno de mis costados y una encima de mí. A la mañana siguiente cuando me desperté, Lily se había ido, no sabía cómo tomar aquello, dado que dentro de una semana ella regresaría de vuelta a la casa y sabía que lo de anoche no se iba a volver a repetir. Aquel día, no quise follar, ya que me sentía fatigado y sin ánimos. 

Estuve así alrededor de dos días, en donde las chicas se comportaron y hasta me mimaron, no obstante, ante tan buena atención, surgió una advertencia y es que ellas no querían volver a compartirme de nuevo. Solo había sido algo de una vez, que disfrutaron pero lo volverían a repetir, y si me encontraban con otra, no dudarían en irse a coger con otros. El trato me parecía justo, porque sinceramente, yo tampoco quería estar con otras, que no fueran ellas dos. 

Sin embargo, las cosas algunas veces no salen como un tiene planeado y es que de la nada me he terminado enrollando con otra chica, con una que apareció inesperadamente en mi casa y asegura ser mi prima. Su nombre es Mar y debo admitir que a primera vista ella me encandiló, pues su figura se me hizo jodidamente cachonda. No era muy alta, mide aproximadamente unos 1,55 metro, es algo rellenita, pero muy bien repartida sus carnes, en donde mejor debe figurar, en sus tetas, muslos y culo. 

Sus ojitos claros, acompañado de su melena oscura, que le llegaba hasta su cintura, fue otra de las cosas que me encantaron de Mar. Finalmente ese rostro de diablita seduce a cualquiera. Cuando le abrí la puerta, no había nadie en casa además de mí, por lo que cada vez que la mirada, me era difícil tomarle atención a lo que me decía, yo solo asenté con la cabeza, lo único que recuerdo de nuestra pequeña charla, es su nombre, que es mi prima, que conoce a papá y fui su segunda opción para entregar algo.   
 
Bueno, una cosa llevó a la otra y sin darme cuenta, ya me encontraba morreando con la chavala. Sus labios son una exquisitez que por más que quería dejar de saborearlos, no podía y su lengua un imán que se engancha con la mía. Íbamos a empezar a desvestirnos, cuando escuché los pasos de alguien acercándose, podía separarme de ella y haber dejado la locura que estaba cometiendo, pero dejé que me engatusada y me convenciera que fuéramos a la piscina.  

Ahí Mar, se bajó lentamente la cremallera de su pantalón, mientras yo me desnudaba lo más rápido posible. Yo ya estaba en pelota, cuando ella recién se quitaba su blusa y sin ningún apuro. Parecía estar jugando conmigo, pero debajo de esa ropa, mi prima, no llevaba nada. Sus grandes tetas asomaron y me dieron un pequeño bote. Sonriendo se tiró a la piscina y con sus manos me invitaba a acompañarla, no titubé y fui a su lado, nuestros cuerpos húmedos se pegaron al igual que nuestros labios. 

Fue un corto pero intenso beso el que nos dimos, al mismo tiempo que intercambiábamos salivas, oía de lejos la voz de Ignacia, parecía estar hablando por teléfono por lo que no se preocupó por mi ausencia. Mis manos suavemente pasaban por la piel de porcelana de mi prima y mi verga quedaba quieta entre sus muslos. Su coño estaba babeando de forma intensa, tanto que podía notar la calidez de sus jugos en el agua que cubría nuestros cuerpos. Mar sonrió traviesamente y descendió hasta que su boca quedó a la altura de mi tranca. 

No imaginaba que mi prima fuera tan habilidosa, ya que apenas sentía su lengua posar sobre mi miembro, todo mi cuerpo se regocijó. Sabía perfectamente en donde atacar y cómo hacerlo. Las piernas me temblaron cuando pasó su lengua por mi uretra. Quería gemir de gusto, pero me aguantaba, porque no quería que Ignacia se aproximada a aquel lugar y me descubriera con Mar. Estaba jugando con fuego en ese minuto, lo que probablemente acabaría muy mal, era consciente de aquello, pero aun así no detuve a Mar. 

Había algo en mi prima, que no me dejaba decirle que no, por ende me arriesgué y espere que todo acabara bien para mí. Mar poco a poco fue engullendo más y más mi polla, su pincelazos era maravillosos, se notaba su experiencia en aquel arte. Pensé que se iba a detener por unos minutos e iba a darme un descanso, cuando se dedicó solo a lamer mi capullo. No obstante, después de eso, ella comenzó a chupar frenéticamente una vez más y para peor, escuché la voz de Ignacia a mis espaldas. 

Al oír a mi esposa, sentí que los huevos se me habían subido hasta la garganta, mi cuerpo entero se congeló. Por otro lado Mar, parecía estar disfrutando de la situación que se estaba dando, su tranquilidad me dio a entender que no era la primera vez en la que se encontraba de esa manera. Ella no retiró mi miembro de su boca, a pesar de que por el susto mi pene perdió fuerza y erección. –“Axel ¿estás bien?”- consultó preocupada Ignacia sin darse cuenta que debajo de sus narices había una chica que me estaba comiendo la tranca. 

–“Ss… S-sí”- le respondí, notando como mi pene volvía a crecer dentro de la boca de Mar. Del miedo pasé al morbo y excitación, me encantaba sentir como mi polla entraba a la boca de aquella desconocida que aseguraba ser mi prima. Giré mi cabeza para mirar a los ojos a mi mujer, que me mirada con cara de estupefacta. –“¿Entonces por qué tiemblas y estás tan rígido amor?”- interrogó, tocando mi cara con sus dos finas y suaves manos, mientras yo me mantenía observando sus ojos. Mar continuó chupando, lamiendo mi tranca y con sus manos jugaba con mis huevos. 

–“Es que el agua, está algo helada”- le contesté, sintiéndome atraído por su boquita al tenerla tan cerca. Ese olorcillo a fresa que desprendía, siempre había sido mi debilidad. Ella notando mis intenciones, trató de negarse, pero nuestros labios se atraían el uno al otro, como dos imanes. Terminé besando lascivamente a mi esposa, ocasión que Mar aprovechó para salir a tomar algo de aire. Por fortuna, Nacha estaba absorta en nuestra muestra de amor y no se percató del ruido producido por mi prima. 

Mar río traviesamente y arañándome el pecho, se sumergió nuevamente. Ella se puso a dibujar en mi falo con sus dedos y con la boca chupaba el capullo como si fuera un chupete. Llegaba a ser aterrador lo buena que era mamando, pues deslizaba lengua con una maestría única. Todo eso hizo que el besó con Ignacia, fuera jodidamente delicioso y cachondo. Cuando mi boca se separó de la de mi mujer, vi el fuego que desprendían sus ojos, ella estaba caliente, pero tuvo que controlarse. 

Tenía cosas que hacer y me maldijo por haberla encendido de esa manera, yo inocentemente le sonreí, con el corazón acelerado y el cuerpo entero temblando de gozo. Ignacia se marchó sin descubrir a Mar, lo que me tranquilizó, pero el juego con mi prima solo había iniciado. Ella volvió a florecer del agua, nos devoramos las bocas de manera cerda y guarra, me apropiaba de su lengua al mismo tiempo que mis manos magreaban ese monumento que tenía como culo. 

–“¡Joder, qué rico besas, Axel!”- exclamó, rodeando mi cintura con sus piernas y tomando mi verga entre sus manos para frotarla contra su ardiente rajita. Estaba claro lo que ella quería, sin embargo, oír esas palabras, me gustaron más de lo que imaginaba, ya que no tardé en volver a besar, mientras nuestros sexos se acariciaban, sentía como mi polla dividía sus hinchados labios vaginales y como su coño temblaba de gusto con cada roce. 

–“Uuuyy, primito. Solo un hombre me había comido la boca así de rico y fue tu papi”- murmuró, mordiéndome el cuello y clavando sus uñas en mi espalda. No me desagradaba para nada, que ella me comparada con mi padre, al contrario me sentía orgulloso. En ese minuto no me cuestioné porqué papá se cogería a su propia sobrina, si lo que ella afirmaba resultaba ser cierto, solo tomé por hecho que mamá se lo habría pedido y él la complació, además como negarse a no darle placer a semejante hembra. 

Sin más preámbulos, en esa misma postura en la que nos encontrábamos, comenzamos a coger. Me agarré a sus caderas y se la fui clavando hasta llegar al fondo de su coño. Ella gimió fuerte, a la vez que sus enormes tetas bailaban cada vez que la penetraba. –“¡Sí, joder, cómo follas, cabronazo!”- dijo Mar, arqueando su pequeño pero voluptuoso cuerpo. Estaba asombrado de que su vagina fuera tan ajustada, quizás no era tan zorra como me la imaginaba o en verdad se encontraba necesitada.  

Sus músculos se aferraban a mi miembro, no querían desprenderse de él, por lo que me costaba retirarlo de su interior, pero aún así, era una delicia cada arremetida que daba dentro de ella. Estoy seguro que si mis vecinos se encontraban en ese instante en su casa, no hubieran resistido a la tentación de mirar y escuchar como follamos salvajemente. Mar me cogía del pelo y me besaba, mientras yo le insertaba con fuerza toda mi estaca que la hacía temblar el cuerpo de gusto.

Coger con ella era muy distinto a Lily, la intensidad y los deseos que recorrían por nuestros cuerpos parecía que cada vez eran mayor. Desconocía muchas cosas de Mar y eso mismo era lo que me resultaba atrayente de ella. El aire de misterio que la rodeaba, no quería saber si era mi prima o no, en realidad, solo quería disfrutar de su fabulosa figura. Los gemidos de Mar se fueron acelerando hasta que soltó un gran alarido, con el que supe que había llegado a su límite.  

–“¡¡Oooohhh Diooosss!!”- exclamó, tras correrse y embadurnar mi verga con sus jugos. Nos quedamos mirando por unos breves segundos, quería seguir machacando su coño, sin embargo, ella deseaba otra cosa. –“Dámelo en mi boca”- susurró. Como un caballero, complací su petición. Mar se colocó de rodillas y abrió su boca, esperando por mi tranca. Apenas mi glande rozó sus labios, ella comenzó a pincelar mi capullo, poco a poco fue tragando mi pene hasta donde podía. 

Su paladar debía ser una explosión de sabores y ella lo gozaba, pues su rostro obsceno me lo decía, al igual por la forma en que tocaba su rosadito chochito. Mi grueso miembro, por fin fue devorado por completo por esa boquita y fue cosa de segundos que mis jadeos se hicieran más fuertes. –“¡Uuuuuffff! ¡Joder, qué gusto! ¡Ya no aguanto! ¡Me corro, Mar, me corrooo!”- grité eufórico, mientras mis bolas se vaciaban en la garganta de mi supuesta prima. 

Ella continuó chupando con fuerza y maestría, intentando tragar toda la lefa que soltaba, algo que me resultaba impresionante. Pese a que intenté quitarle mi polla, sus labios se aferraban a mi falo, como si fuese una piraña. No puedo negar, que me encantó depositar mi descarga en su garganta, mientras me miraba fijamente a los ojos. Apenas terminé de soltar chorros, ella se retiró lentamente mi miembro y luego de relamerse me limpió el tronco hasta dejarlo reluciente. 

Mar y yo nos vestimos después de esa candente y maravillosa tarde que habíamos compartido. Estaba exhausto por lo que solo quería irme a recostar en mi cama y así poder contar con la suficiente energía para poder darle una cogida a Ignacia y Vanessa en la noche. Sin embargo, todavía debía saber para qué había ido Mar a verme, después de todo solo se había limitado a decirme que fui su segunda opción y que esperaba que cumpliera su capricho. 

Yo: Por cierto Mar. Me vas a decir ahora, ¿por qué viniste a verme? 

Consulté, acercándome a ella. Mar sonrió coquetamente, a la vez que abría su bolso. 

Mar: Vine a ti, porque necesitaba una buena cogida primito, y ya me la diste. Espero que podamos repetirlo en otra ocasión. 

Comentó, sacando de su bolso un cuadro, envuelto en papel de regalo. 

Yo: ¿Y eso qué?

Mar: ¿Esto?, es un regalo para el abuelo. Tengo entendido que su cumpleaños, será dentro de unas semanas, así que espero que puedas dárselo. 

Manifestó, dándomelo. Tenía miles de preguntas, como por qué ella no se presentaba en el cumpleaños de ese vejete y se lo daba ella misma el regalo. No obstante, mis incertidumbres tomaron otro rumbo, cuando Mar, mencionó a papá. 

Mar: Ah y dale mis saludos a mi tío Tomás. Dile que lo vi muy ocupado con una negrita y no quise molestarlo, aunque espero que me besé de esa manera la próxima vez que nos veamos. 

Yo: ¿Negrita? 

Pregunté, ingenuamente. 

Mar: Sí, tu papi estaba morreándose a una negra en el aeropuerto. Con unas ganas que ni te la imaginas. 

Aseveró, con una risita picarona. Estaba asombrado por la declaración de mi prima, pero todo se volvería más confuso, cuando ella me mostró de su celular una foto de ellos. No era la mejor fotografía del mundo, dado por la distancia era complicado descubrir la identidad de esa mujer a la cual mi padre estaba besando. Por unos breves segundos pasó por mi cabeza el nombre de Rosita, sin embargo, dudo que mi padre y mi media hermana sean amantes, ¿verdad?
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

0 comentarios - Confesiones ardientes. Capítulo IX: