El hijo del amigo de mi esposo

Un día mientras cena con mi esposo, me dijo que había invitado a comer a un amigo suyo, con su esposa y su hijo, para el sábado siguiente. El amigo al que se refería se llama Bernardo, quien está casado con Gloria, su hijo se llama Juan, los tres son una familia muy agradable, nos hacen reír mucho, con ellos nos la pasamos súper bien. Ellos dos tienen más o menos nuestra edad, Juan es un adolescente, al cual mi esposo y yo hemos visto crecer.

Llegó el sábado, ellos llegaron muy puntuales a la casa, yo había preparado unas excelentes botanas, y una gran comida. Durante un rato estuvimos platicando de todo, nos reíamos mucho, me paré a revisar algo de la comida, y sentí una mirada muy fuerte, era Juan, me sorprendió mucho, pues siempre me veía de forma cariñosa, como a una tía, pero esta vez su mirada estaba llena de lujuria, no hice caso a aquello, supuse que eso era por la edad, que no pasaría de una mirada y ya.

Al regresar con ellos, Juan trataba de verme disimuladamente, traté de no hacerle caso a sus miradas, mientras seguimos platicando me llegó un mensaje, al verlo me di cuenta que era uno de mis tantos amantes, leí discretamente el mensaje como siempre me decía que me extrañaba y que quería cogerme otra vez, no le contesté, como media hora después me escribió otra vez, y después de ese mensaje la siguiente media hora me mando como 10 mensajes, mi celular estaba en vibrador, así que nadie se daba cuenta de eso.

Comimos y al terminar, decidí hablarle a mi amante, me fui a mi cuarto, le decía que yo también quería coger con él, que extrañaba su vergota. Yo daba la espalda a la puerta, cuando voltee me di cuenta que Juan me estaba escuchando, inmediatamente colgué.

P –Es un juego que tengo con mi esposo.

J –Sí como tú digas, si tú quieres creer eso está bien, pero yo sé que lo que eres es una puta.

P –No es en serio, es mi esposo.

Él se acercó a mí me agarró las nalgas.

J –Sí te portas bien conmigo, Arturo no sabrá nada.

P –No eres más que un pobre joven inexperto, sin saber que hacer realmente.

Me agaché, le baje el pantalón y se la mame, la metía y la sacaba de mi boca, con mis labios la masturba, él no aguantó nada y se vino en mi boca. Me lo tragué todo.

P –Ya ves eres un inexperto.

Él me miraba como ido, jamás se imaginó que se la iba a mamar así.

J –Eres increíble, quiero metértelo en el coño.

P –Sí papi, pero hoy no, el lunes vienes, después de la escuela y te enseñare quien manda, ahora sal con los demás, yo me lavaré la boca.

Cuando regresé con los demás él tenía una cara de felicidad, ellos estuvieron toda la tarde, yo me comporte de lo más normal, no quería que se dieran cuenta que se la había mamado a Juan. Ellos se fueron, mientras arreglaba la casa, pensaba en lo que le haría el lunes a este nuevo amante.

El lunes llegó, para la tarde cuando llegó Juan yo lo esperaba vestida con un traje muy pegado de látex, botas negras y un látigo. Él al verme se aventó sobre mí para tocarme, rápidamente le di un latigazo.

P –Tu solo obedeces, no me puedes tocar hasta que yo te diga.

J –Sí.

Lo hice sentarse en un sillón, subí una pierna a lado de él.

P –Besa mi bota.

Él comenzó a besar la bota, la chupó al poco tiempo, lo hacía desesperadamente, gemía, se veía muy excitado. El verlo así me puso muy caliente, pero no me quería salir de mi papel, así que quite mi bota y me hice hacía atrás.

P –Sí quieres seguir ven aquí gateando.

Él así lo hizo, chupo mis dos botas, cuando la cantidad de saliva ya era demasiada, le di un latigazo y le ordené detenerse.

Le amarré el látigo a la cabeza, lo llevé a gatas a mi cuarto. Le quite el látigo y le ordené desnudarse. Él estaba muy caliente, se veía realmente excitado, su verga estaba muy parada, parecía que iba a reventar.

P –Toma tu verga y pásamela por las botas.

Él obedeció, la pasaba por momentos muy lento, en otros momentos muy rápido, pensé que iba a acabar antes de metérmela, por lo cual le ordené detenerse.

Lo hice ponerse en cuatro, así lo tuve como 15 minutos, en los cuales solo lo veía, él tenía que tener la cabeza hacia abajo, cuando le pedí que se levantara, su pene ya estaba normal. Ahora si podría cogérmelo.

Lentamente me quite la ropa, él me observaba con mucha atención, yo deseaba gritarle que me cogiera, ya no aguantaba lo caliente que estaba, pero tenía que aguantar.

Al estar completamente desnuda, lo hice acostarse, tomé su verga y se la mamé, primero le pase la lengua, después me la metí a la boca, tenía un buen sabor, cada vez crecía más, y él gemía muchísimo, me tomó de la cabeza y quería que me la tragara toda, me la saque y le di una fuerte cachetada.

P –Aquí la que manda soy yo.

J –Sí, perdón.

Volví a mamársela, lo hice por unos minutos más cuando, me di cuenta que otra vez estaba por venirse, me la saqué, me puse encima de su cara e hice que me chupara la concha, no era muy bueno, pero se esforzaba.

P –Vamos, chupa.

Él seguía chupando, yo ya necesitaba su verga a dentro, la voltee a ver estaba semi dura, me quite de encima de él, me puse encima de su pene, pero sin tocarlo, lo agarré y lo pase por mis labios vaginales, se le fue parando al sentir esas caricias. Cuando su verga estuvo muy parada me la metí toda.

P –Aaaahhhh vamos cógeme.

Él se comenzó a moverse, lo hacía lento, estaba excitado pero también muy nervioso, y yo quería una buena cogida, así que empecé a moverme más rápido. Subía y bajaba mi cuerpo sobre el de él.

P –Rápido cógeme rápido, enséñame que eres un hombre.

Él comenzó a moverse más rápido, mi placer aumentó, él comenzó a gemir.

J –Te gusta así.

P –Sí así.

Seguimos un rato así, ninguno de los dos hablaba, a mí me gusta que me hablen sucio, así que se lo dije.

P –Te voy a dar la oportunidad de que me trates como a una puta, háblame muy sucio, y cambiemos de posición.

Me puse en cuatro, él me dio una fuerte nalgada y me metió toda su verga.

P –Que rico papi.

J –Esto es lo que querías puta, toma verga.

P –Sí que rico, cógeme duro.

Él la metía y la sacaba muy rápido, el placer era mucho, estuvimos varios minutos así, hasta que llegué al orgasmo.

P –Síííííííííííííííííííííííí me vengo, que rico me coges.

Él siguió moviéndose lo que hizo que mi orgasmo fuera más placentero, poco después él gimiendo dijo.

J –Me vengo puta, me vengo.

P –No te vengas dentro, dámelo en la cara.

Él se salió de mí y se vino en mi cara, abrí la boca para comerme un poco de su semen. Nos limpiamos y nos arreglamos, lo llevé a la puerta de la casa, antes de abrir le dije.

P –Te gustó que fuera tu puta.

J –Sí mucho.

P –Un día de estos lo vamos a repetir, ahora vete y recuerda que no puedes decirle a mi esposo nada de mi amante, pues tú también ya fuiste mi amante.

Él salió de la casa, yo me quede tranquilamente pensando con una gran sonrisa en que otra verga más había entrado en mí. Mientras esperaba a mi esposo pensé en quien sería el próximo en cogerme, definitivamente no sería mi esposo, no iba a dejar que él me tocará hasta después de que un siguiente amante lo hiciera

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