Con mi mujer adoptamos una adolescente de 18 años (3)

Las cosas en casa siguieron su curso, pero ya entre los tres nos mirábamos con ganas. Estaba claro que no iba a pasar mucho tiempo hasta que terminaramos cogiendo, o mejor dicho los dos adultos de la casa nos termináramos cogiendo a una nena apenas mayor de edad, pero el tema era saber quién iba a dar el primer paso, si Sara mi esposa sumisa o yo, incluso nos intrigaba averiguar si no era la propia pendeja la que nos iba a terminar pidiendo a gritos que la sometamos.
Lamento por aquellos que esperaban un desarrollo más lento de la historia, pero las cosas se dieron realmente rápido. Mi tía decía que cuando conectas con alguien, no hay tiempo que perder, el resto de la vida es nada en relación a lo que queda por disfrutar.
Yo me había resistido un tiempo, porque a pesar de ser un macho dominante típico con una buena herramienta no me gustaba meterme en quilombos. La trola de Sara me había convencido después de insistirme días enteros; había logrado que me hiciera a la idea de tener una putita adolescente en la casa con el plus de que la podíamos tratar como a nuestra hija o al revés, tener una hija adolescente con la cual podíamos hacer más cosas que las debidas.
Los argumentos eran fuertes; la piba estaba calentándonos a los dos por igual, por otro lado teníamos la casa llena de cámaras, bastaba con tener registro de cómo se insinuaba para evitar cualquier indicio inconveniente que pudiera aparecer ante algún cambio repentino en su actitud o algún arrepentimiento temerario ejecutado el hecho. Pero a ella no le importaba nada, incluso nos había pedido que pusiéramos cámaras en su habitación, para mayor seguridad. Ahí hacía bailes, caminaba desnuda por el cuarto, se tocaba mirando el lente de la cámara. Sara se tocaba análogamente solo mirando en la notebook la habitación de Melisa.
En las clases de matemática Melisa aparecía siempre con calzas enterizas, o calzas y tops, colores muy claros, eran de los que se usaban sin ropa interior, mi mujer le había comprado muchísima ropa deportiva, pero toda ropa apretada y suferente, que le marcaba el culo, los limones, su conchita. Ella me mostraba las ropas que Sara le compraba, me hacía un minidesfile y me decía que nunca había tenido tanta ropa linda y que mucho menos había tenido distintas mudas y zapatillas. Que era lo más comodo que había podido calzarse, y nos agradecía la ayuda.
Yo le decía que Sara vendía por catalogo, que no le costaba tanto conseguirle esa marca, queriendo quitarle dramatismo a su devoción. Después fue un paso más allá y me tocaba la mano, y me miraba con una mezcla de ternura y calentura muy intensa. Si bien era “timida” cada vez que pasaba cerca de mí empezaba su carrusel para los frotamientos. Un día mientras le enseñaba a despejar la equis se sento arriba mío mientras le mostraba como resolver una ecuación. Como soy dotado se notaba que tenía un desodorante entre los pantalones pero ella solo se movía un poquito como queriendo revolver mi pija parada. Después de un rato sacó un chupetín y se puso a lamerlo mientras me miraba. Se lo metía en la boca y se empujaba los cachetes con el, sacaba la lengua y se pegaba con la golosina. Yo estaba ya con ganas de cogerla pero en eso llegó Sara y la pibita se inhibió. Como estábamos cerca del horario de salida pidió permiso y se fue a bañar.
Sara nos saludó de mala gana y entró gritando completamente sacada.
─Nunca más me junto con las mujeres de tus amigos, son unas boludas. Me caen para el orto.
─¡Pará nena, calmáte y contáme! ¿Que pasó?
─Esas taradas me tratan de machista por que dije que no me parece mal que un tipo casado se vaya de putas. Si vos fueras, no me molestaría.
─Tenés un carácter difícil, Sara.
─Entonces Mirta saltó con eso de que no me hacía respetar y que el hombre tiene que respetar el matrimonio y bla bla. Entonces yo le digo que me gustan los tipos bien machos que saben lo que quieren, con los huevos bien puestos y la pija bien grande. Que si se quieren ir de putas se vayan, si quieren juntarse con los amigos lo hagan sin estar pidiendo permiso. Nosotros estamos para servirles, nosotras tenemos el anillo. Mirá si me va a importar si vos te cogés a una puta, casi que me enojo por que no me invitaste. Y ahí la platinada me vomita que soy una mina machista que me quedé en el siglo XIV. Y ahí me hizo calentar, y le dije, el tuyo no va de putas por que es un gordo pito corto, ni te coge por que no se le para. Para eso prefiero mil veces un tipo que paga putas por que le gusta la variedad de hembras.
─Vos también. Pobre Cacho, lo dejaste re mal. Si ella te ha contado eso no es para que se lo restriegues en la cara.
─Y bueno, ella me busca, así que nunca más me junto con ellas. Quiero que piensen que vos no me dejas juntarme con nadie, que sos un marido violento que me mantiene adentro de la cara, y cada vez que quiero salir me pega. Así sos vos, nunca me dejás ir al kiosco, me celás demasiado, me das palizas por que decís que miro tipos en la calle. Así me gustaría que seas, no me dejes salir de la casa. Ponéme una cadena y atáme en el patio. Quiero que venga la policía y tener que salir desnuda encadenada y tener que explicarles que lo hago por que me gusta.
─Me hacés reir, Sarita. Y ya me estás poniendo la pija dura, pero necesito contarte que la piba me estuvo franeleando recién, si no llegabas capaz se venía el pete que tanto querías.
─Soy una boluda, no puedo creer lo que me decís.
─Si, bueno, igual la podemos ir llevando de a poco.
─No amor, esa yegua de Mirtha me puso re mal. Necesito liberar energía. ¿A dónde se fue?
─A bañarse dijo.
Entonces Sara se fue hasta su piecita, completamente enajenada sin que le importase absolutamente nada.
Mi esposa estaba totalmente caliente, entró a su departamento sin tocar la puerta y fue hacia el baño donde Melisa se estaba duchando. Lo siguiente que pasó prefiero transcribirlo directamente de su testimonio.
“Mi amor, pasó lo que tenía que pasar, entré al baño y la mire como supervisando no sé qué. Estaba muy violenta, sacadisima, entre lo que había pasado con la hija de puta de Mirtha, y que encima había interrumpido que te la cogieras, me había puesto muy mal. No puede ser que nada me salga en la vida, estaba frustrada. Entonces me crucé de brazos y le corrí la cortina. Me dijo “hola sara, cómo estás?”. No mostraba el menor sesgo de pudor la hija de puta. Se seguía lavando con el jabón, estaba toda llena de espuma. Entonces la miré y le dije.
─¿A vos te parece que así está bien lavarse? ¡No te estás lavando debajo de las axilas y los talones los tenés todos manchados!. No sos una negra pata sucia para andar así. ¿Nos querés dejar mal a nosotros?¿Querés que piensen q acá vivís en un aguantadero sin shampoo ni jabón?
─No señora
─Bueno, bebita, es que nadie te enseñó, yo te voy a lavar. Acá traje algunos productos.
─No cortes el agua. Sentáte en esta silla y levantá el pié que te voy a frotar los talones. ─y le alcancé un asiento para poder limarle los pies que los tenía bastante percudidos.
─Me hacés cosquillas, Sara.
─Shhh, ya terminé, ahora te voy a lavar el pelo.
Entonces le lavé el pelo. Es increíble el pelazo que tiene la indiecita. Me encanta, es la típica negra diosa que siempre me quise coger, tiene el culo duro, tetas y todo en su justa medida, y bien durito a lo Pampita en su mejor momento. Me encantan las negras. Me ponen más que cualquier mina.
Ahí la lavé toda, el pelo se lo llené de shampoo y después le puse una crema nutritiva, me va a costar dejárselo sedoso como quiero, pero la voy a empezar a bañar seguido. La podés bañar vos cuando yo no esté o tenga que trabajar.
Después le metí los dedos en la concha con jabón y la sequé toda.
Fuimos hasta la cama y ahí le abrí las piernas y le comí la concha mientras me apretaba la cabeza. Fue muy caliente, bebé, ella me apretaba la cabeza.
En un momento la hice acabar solo con la lengua y ella solita se trepó hasta mis tetas. Apoyó su cabeza en mi pecho y yo la acariciaba. Le dije que a partir de ahora no me iba a decir Sarah, me iba a empezar a decir mamá. Ella me contestó “si, mamá”, es súper rápida para captar cualquier mensaje, tiene calle, tiene educación. Me encanta. Después me desabroché la blusa y me saqué una teta solo bajando un poco el corpiño y le dije que tenía ganas de amamantar a mi bebé. “si, mamá” me contestó de nuevo y se puso a mamar. Le pregunté en un momento.
─¿Bebita, te gusta mi marido?.
─¿El papá? Si ma, me encanta.
Me sorprendió muchísimo, ella iba a mil, no hacía falta entrenarla, se entrenaba sola.
─Bueno bebita, vas a hacer lo que él te diga cuando yo no esté. Tenés que ser obediente.
─Si, ma. Voy a hacer lo que mis papis me digan.
─Me contó un pajarito que te estuviste portando mal, muy putita, franeleando y manoseando y haciéndote la petera con tu papá.
─No, ma, me porto bien yo. Portarme mal sería ser desobediente, preguntále al papá si no le hice caso. Todo lo que el me ordena hago. Si me hubiera pedido algo zarpado lo hubiese hecho. Lo que sea, mami.
─Que bonita, bebé, saliste linda, obediente y segura de vos misma, hacendosa y estudiosa,
Ella ya no respondía, seguía chupándome la teta como si realmente fuera una bebé.
Volví unos minutos después a chuparle la conchita que estaba inundada, pero ya ésta vez le metí un dedo para ir un poco más allá, pero acabó en un segundo y me llenó la boca de jugos. Nunca una mujer, en mi experiencia me había acabado así. Me tragué todo y nuevamente, la llevé al baño, la bañé y la vestí con su pijama.
Cuando bajamos la intensidad de la calentura, quise hablar con ella para que las cosas de ahora en más estuvieran claras, pero me interrumpió.
─Sara, la pasamos bien, no hay que explicar tanto. Yo no haría nada para dañarlos después de todo lo que han hecho por mi.
─Me tranquiliza saber eso. ¿Entendés que lo de mamá es un juego solamente, no? No necesitás llamarme así todo el tiempo.
─Yo quiero que me traten como a su hija, aunque sea un juego. Nunca tuve papás y me gustaría saber que se siente. Si no te molesta te quiero seguir diciendo así. Obvio que delante de otras personas no lo voy a hacer.
─Estás loca, nena. Bueno, si querés ir tan lejos prefiero que nos digas papá y mamá delante de otra gente. No tenemos nada que explicar. Somos todos adultos, mayores, con la libertad de decidir lo que nos de la gana.
─Me encanta mami, ¿entonces cuando vamos a empezar a jugar con el papá? Ya vi que tiene una salchicha que no me va a entrar en la boca.



Perdonen la tardanza en el relato, estaba con el monitor de mi computadora rota. Gracias a todos por sus comentarios.

4 comentarios - Con mi mujer adoptamos una adolescente de 18 años (3)

el-fo +1
buenisimo, pense que me hiba a quedar con las ganaz de er como seguia esto. ya quisiera una pendeja asi. buenisimo
christostoichkov
Muchas gracias!
demonmx
Ya quiero la siguiente entrega, buenísimo
christostoichkov
Muchas Gracias!
Ahorai
Decime donde consigo una puta así por favor, muy buen relato, espero el próximo!
christostoichkov +1
Gracias!