Madre e hijas cogidas por el mismo hombre II

La inexperiencia con que le mamaba su verga causaba en ella asombro y temor, abrió su boca e hizo lo que pudo con esa verga, él la sentó con las piernas bien abiertas sobre su cintura, le mamaba los pezones, la besaba, le miré su verga, estaba en su punto máximo de excitación, miré a mi hija, Solo entrégate plena sin miedos ni tabúes, te va a doler un poco al principio, es normal, eres señorita, pero poco a poco iras gozando y aprenderás que el sexo no es malo.

Nos metimos a bañar juntos y mientras nos bañábamos se la comencé a mamar, salimos del baño y me tendí sobre la cama  desnuda, acostada boca abajo. Así estuvimos acostados desnudos, adormitados,  hice el intento de pararme y no me dejó. Comenzó a besarme nuevamente en la boca, el olor a licor que desprendía era fuerte, hice dos intentos por pararme de la cama y no lo logré por que me tenía tomada de la cintura.

Me tomó de las caderas y con sus manos me abrió las nalgas, con sus dedos me untó saliva en mi ano, me mamó mi coño y me dedeaba el culo, sentí un dedo en mi culo poco a poco lo fue insertando, me dolía era una sensación incómoda, cuando me logró introducirme uno de sus dedos, sentí dolor que hice intento de quitarle la manos de mi culo y no me dejó. Lo quise detener, no quería que me fuera a coger del culo. Tenía mucho miedo de que me lastimara. Estaba aterrada y comencé a llorar. A gritar, le pegué con mis manos, lo mordí en dos ocasiones pero no logré que me soltara.
Lo miré a los ojos y le supliqué llorando, -por favor me lastimas- no lo hagas- me vas a desgraciar para toda la vida, tienes muy grande tu pene por favor no lo hagas.

Parecía increíble pero a mis 37 años nadie me había hecho el amor por mi culo. Recuerdo que mis amigas me habían contado del dolor enorme que se siente cuando un hombre te la mete por detrás, pero yo nunca dejé que me rompieran el culo, el padre de mis hijas fue uno de los que lo intentó pero jamás accedí a sus deseos. Hice dos intentos por escapar. Lo pateé con todas mis fuerzas y logré que me soltara por unos minutos, pero de nuevo me tomó de la cintura y me puso bocabajo. Me mantuvo boca abajo a la vez que sus dedos, se encajaban en mi recto. Me separó las nalgas y comenzó a darme lengua en el hoyo del culo. Sujetándome fuertemente de mis caderas. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo al sentir su lengua hurgar en mi abertura anal. Sin ningún tipo de asco su lengua recorrió cada pliegue íntimo de mi cola –escuchaba su voz decirme – Tienes un culo soberbio. Por unos segundos su lengua y sus dedos dejaron de estimular mi ano – se colocó detrás de mis caderas y comenzar ejercer presión con su verga en mi culo.

Grité al sentir la presión de su verga. -Salte, por favor me duele. Me colocó sobre el filo de la cama, doblada en cuatro patas. Siempre boca abajo.

-No por favor suéltame me lastimas.

Sentí como la cabeza de su verga luchaba por entrar en mi culo, me mantuvo aferrada a él fuertemente mientras su verga comenzaba a entrar en mi recto,  mordí las sábanas y grité. Hice un esfuerzo por soportar el dolor pero me fue imposible. Quise pararme, lo arañé, lo mordí, grité e imploré de tal forma que estoy segura se escuchó por toda la casa. Nunca me soltó. Cuando su verga entró en mi culo por completo fue más de lo que pude soportar, sentí claramente como me estaba desgarrando, era un dolor enorme, volví a suplicarle, le lloré pidiéndole que me la sacara. -Me duele, me lastimas, por favor sácamela, me estás desgarrando. Salte. Fue un dolor espantoso, tremendo.

Caí de bruces sobre la cama, llorando, mientras él seguía aferrado con su verga a mi culo, sin soltarme. Quedé como muerta sin moverme, mi cabeza me daba vueltas, sentía el culo desgarrado. Pasaron creo yo como 4 minutos cuando él comenzó con su mete y saque, pensé que su verga me saldría por la boca. Me levantaba de la cama con sus arremetidas, no se cuanto tiempo tardó pero mi culo me dolía, me temblaban las piernas, me estuvo ensartando el trasero a su antojo, la cabeza me daba vueltas, mientras me estaba cogiendo del culo tuve ganas de ir al baño de cagar.-Quiero ir al baño por favor. Salte, voy al baño por favor.

No me dejó, me estuvo cogiendo como loco aferrado a mis caderas. Y no paró de cogerme hasta que sentí su leche en mis intestinos. Me fui al baño llorando, me lleve las manos a mi vientre, me senté sobre la taza y el dolor fue enorme, me ardía mi ano, cuando me limpié, miré, sangre en el papel. Me pasé la mano por mi culo, y el hoyo el cual sentía muy abierto y lastimado. Las comisuras de mi esfínter estaban desgarradas. Comencé a bañarme lentamente, dejé que el agua corriera por mi cuerpo, cuando salí, él vino hacia mí, me tomó de la cintura y me llevó de nuevo con él. Lo golpeé con mi mano y quise darle una cachetada, pero me sujetó fuertemente y me llevó a la cama. Me dejé caer sobre la cama adolorida. Por un lado me sentía mal, al reconocer, que a pesar de todo el maldito dolor que sentí, me gustó como me cogió del culo. Era el primer hombre que me estrenaba el culo. Era mi lucha entre el bien y el mal. Entre la cordura y la calentura que ese hombre despertaba en mí.

Al otro día no quería levantarme de la cama por el dolor que  tenía en mi culo y otra por vergüenza con mis hijas. Y con mi marido. Estaba segura que habían escuchado mis gritos cuando me reventó el culo y en el fondo me sentía con pena por todo lo sucedido. Se que es extraño pero él ya no me dejó ir de su vida. De mi marido con el cual me casé, él aceptó esta relación me decía que si él me hacía feliz en la cama que siguiera con él y así formamos una familia, yo, mi esposo, mis hijas y mi amante.

Mi preñez.

En una ocasión que fui al supermercado a comprar, sentí un mareo, y ganas de vomitar, pero no le di importancia. Me puse pálida se me fue el color en el fondo me aterraba la idea de estar embarazada. Compré una de esas pruebas caseras y descubrí con horror que estaba preñada. Miles de ideas cruzaron mi mente, el primer pensamiento fue abortar, pero no lo hice. Mi esposo igual me dijo que no lo abortara que él me apoyaría, cuando lo vi le dije estoy preñada, está bueno solo me dijo. Aun estando preñada seguía cogiendo con él. Le pedí que por favor nos cambiáramos de casa por que no quería salir a la calle y la gente me mirara preñada.

Hablé con mis hijas, cuando quedé preñada. Hubo un distanciamiento entre mis hijas y yo. Pero después se normalizó, andaba yo en el quinto mes de mi embarazo, y este se me complicó, me internaron un semana por lo que él se quedó en la casa con mis hijas. Cuando salí del hospital todo se normalizó de nuevo. El venía a la casa me cogía, se marchaba, para regresar después. La relación con mis hijas se dio de la misma forma que conmigo – comenzó a platicar con ellas – mis hijas escuchaban cuando él me cogía- y su edad natural las llevó a conocer y aprobar de la vida sexual.

Yo soy de la idea de que los genes se heredan – los que nos hacen parecernos a ciertas personas por las poses las conductas etc., mis hijas heredaron mi sangre caliente, mi fogosidad, la calentura que sentimos cuando estamos con un macho.

Hablé con mis hijas – le hice la clásica pregunta – si eran señoritas – hablamos de lo que sentían en su cuerpo – de su deseo por estar con un hombre – le hice varias preguntas y al final me confesaron que deseaban tener sexo, les dije que el sexo no era malo, que era una necesidad del cuerpo pero que había que protegerlas de una enfermedad venérea, de un embarazo no planeado, que no se fueran a preñar como me habia pasado a mi, comenzamos a hablar del sexo tal y como es sin falsos tabúes, solo les comenté que por el que dirán de la gente debíamos mantener en secreto todo lo relacionado al sexo.

Cuando mi esposo supo lo de mis hijas como que se quiso arrepentir y le dije. – ¿Dudas que no sepa iniciar a tus hijas? – No es eso, tengo miedo que las pueda lastimar por el grosor de su verga y el tamaño. – Las va a lastimar al principio. Es natural son señoritas, pero lo van a disfrutar y una vez que su vagina se amolde a su verga todo será más fácil.

Las inyecté a cada una de ellas para evitar un embarazo, por que me confesaron que querían sentirse mujeres con él sin ninguna limitación, quería mamarle su verga, que él se viniera en su boca, tenían curiosidad por conocer el sabor del semen, querían notar la sensación de sentir la leche en su vagina cuando él se viniera dentro de ellas. Por eso las inyecté, para evitar que las fuera a preñar.

Esa noche me encontré con Juan Carlos – no hubo preámbulos – me sentía muy caliente – aunque mi embarazo me imposibilitaba muchas cosas. Tomé un bote de mermelada, le embarré su verga, me hinqué ante su verga y comencé a mamar, estaba de frente cuando miré a mi esposo sobre la puerta mirando como le mamaba la verga, comencé a gemir al sentir los dedos de mi macho tocar mi panocha, me comenzó a dedear y a mamar mis pechos llenos de leche por mi preñez. No aguanté más, me incorporé y jalé el mantel del comedor, me recargué contra la mesa, en cuatro patas tomé a Juan Carlos de una mano para que me ensartara. Me ensartó de un solo golpe, que grité fuerte, – Párteme, rómpeme, soy tuya. Lléname de tu leche.

Comenzó a cogerme violentamente – su verga me gusta, me enloquece – sentí uno de sus dedos en mi culo mientras su verga me penetraba por la vagina, sentí algo frío en mi nalgas, había tomado mermelada y me embarró el culo, su dedo comenzó a entrar y salir de mi ano como una segunda verga. Comencé a gemir, con sus manos separó mis nalgas, me tomó de las caderas y comenzó a meter su dedo por mi culo, después se embarró mermelada en su verga y comenzó a presionar en mi culo, cuando me ensartó pegué un grito casi un alarido, – Eres un bruto, pero me gusta, eres mi macho, mi semental. Me aferré con fuerza al comedor, me dolía el culo, pero comencé a mover mis caderas a su ritmo, gritando, gimiendo, – Me haces daño, pero no te detengas, párteme soy tuya, -Aaaahhh, como gozo, miré a donde estaba mi esposo y estaba masturbándose, comencé a gemir, a gozar de esa verga por mi culo, sentí su verga crecer en mi culo, tensarse al máximo y explotó junto conmigo, quedé desfallecida pero contenta. Debo reconocer que tal vez soy una puta, pero una puta de mi casa con mi macho.

Después de la calentura hablé con él, sobre mis hijas, – Quiero que me ayudes a iniciarlas, son señoritas y se por experiencia que una vez que prueben tu verga regresaran, por eso quiero que las hagas gozar.

De niña a mujer (La desfloración de mis hijas).

Sería muy extenso detallar todo lo que pasó después de que hablé con mis hijas y con mi hombre. Después comprendí que mi arrebato sexual despertó en mis hijas el deseo por experimentar y probar el sexo, como mujer que soy las entiendo perfectamente que sientan deseos, yo misma no logré vencer la tentación de la carne. Me di cuenta que no podría evitar el encuentro, en ese momento pasaron por mi mente miles de ideas de incesto, de escándalos familiares, de todo lo que podía desencadenar el hecho de que él las tomara como mujer. Siendo yo la madre de ellas y él siendo mi hombre. En ese momento una piensa que este tipo de cosas jamás pasan en la vida que solo son fruto de la imaginación. Pero en el fondo sabía que tarde o temprano ellas tendrían que experimentar esa fase de su vida y tomé la decisión de darles mi apoyo.

Su primera vez.

El día que mi hija la mayor estuvo con él, salimos a dar una vuelta, le compré a mi hija lencería blanca y un vestido pegado, fuimos a cenar, brindamos con un poco de vino blanco, la tomó de su cintura y la besó en el cuello, la boca, provocando en mi hija sensaciones nuevas, salimos del restaurant y entramos a un bar, nos sentamos a una mesa alejada, el lugar estaba casi vacío, me paré para ir al baño y cuando regresé tenía a mi hija con una mano en su verga, miré a mi hija excitada, hizo que mi hija abriera sus piernas y comenzó a tocar su sexo, a palpar su fruto virgen, se pararon a bailar y miré sus manos recorrer las caderas de mi hija, palpar su culo. Al término de la canción mi hija me hizo una seña de que la acompañara al baño y me fui con ella.

-¿Como te sientes? – Tengo un poco de miedo, es muy grande su verga, temo que me lastime. – ¿Pero lo deseas, verdad? le volví a preguntar. – Si, me contestó, – Vamos a la casa, no tengas miedo.

Cuando llegamos a la casa mi esposo nos estaba esperando, nos abrió la puerta y él se fue con mi hija a la recámara, mi hija tenía los pechos al descubierto y el vestido enrollado hasta la cintura ya que Juan Carlos la venía acariciando. Miré en mi esposo la duda de que si ya la había desflorado y le dije que a un no, que era mejor que se la cogiera en la casa. Me fui con ellos a la recámara y nos acostamos los tres en la cama.

Mi esposo entró al cuarto y apagó la luz, tomé a mi hija de la mano y la sentí nerviosa, con la respiración agitada, él se acostó a un lado de ella, yo tomé una almohada y me la coloqué en mi espalda como si estuviera sentada por que mi panza, por lo del embarazo, no me permitía estar acostada, tomé la sábana y los tapé, él hizo a un lado la sábana y se desnudó, haciendo lo mismo con ella, fue sutil y tierno, supo llevarla y vencer su nerviosismo tal como lo hizo conmigo, yo no quería moverme y apreté la mano de mi hija que me contestó apretando la mía.

Escuchaba sus besos, le tomó sus senos y comenzó a besarlos, a chuparlos, supo llevarla al punto exacto de excitación, bajó por su vientre hasta su sexo, en donde con su lengua recorrió sus pliegues íntimos provocando en mi hija espasmos de placer. Estuvo dándole placer con su lengua cerca de una hora, dando como resultado que mi hija se dejó hacer desfallecida, rendida de sentir ese cosquilleo interno entre sus piernas. Se besaron, se tocaron, él tomó con sus manos su verga y la guió a la boca de ella.

Le dio a mi a mi hija su verga para que se la mamara, mi hija comenzó a hacer presión con sus manos, la inexperiencia con que le mamaba su verga causaba en ella asombro y temor, abrió su boca e hizo lo que pudo con esa verga, él la tomó del brazo y la cargó, la sentó nuevamente con las piernas bien abiertas sobre su cintura, le mamaba los pezones, la besaba, le miré su verga, estaba en su punto máximo de excitación, miré a mi hija a los ojos y le apreté la mano. – Solo entrégate plena sin miedos ni tabúes, te va a doler un poco al principio, es normal, eres señorita, pero poco a poco iras gozando y aprenderás que el sexo no es malo. La miré por unos breves segundos, miré sus piernas, su hendidura mojada, excitada, sus labios hinchados por la sangre agrupada. Poco a poco él se fue deslizando encima de mi hija, hasta quedar encima de ella al tiempo que le separaba los muslos y se colocaba en medio de sus piernas.

Yo seguía apretándole su mano y giré la cabeza un poco para mirar en la penumbra a mi hija, él comenzó a besarla en la boca, en el cuello, le chupaba los pezones, y poco a poco comenzó a ejercer presión con su verga en sus labios íntimos, escuché un ay que era como una especie de grito y gemido, mi hija me apretó con mucho más fuerza la mano y yo hice lo mismo, – Despacio, despacio, despacio, volvió a quejarse y a gemir, me apretó la mano con fuerza cuando sintió el piquete de su verga pero no logró penetrarla.

Una y otra vez intentó sin éxito, los pliegues del orificio de mi hija no cedían, miré a mi hija mover sus caderas buscando la verga, tratando de ayudarlo a que la penetrara, lo intentó una vez más, le levantó las piernas y separando su muslos acercó su cara y su lengua a su sexo, introdujo su lengua tan adentro como puedo, buscando la máxima excitación de mi hija para poder ensartarla.

Comenzó a presionar nuevamente y a empujar con fuerza hasta que la cabeza de su verga logró entrar, escuché el grito de mi hija al sentirse ensartada, la vi morderse los labios, agitaba su cabeza de un lado a otro. -Me duele, despacio me duele, Ahhhg, me lastimas, me acerqué más a ella. Me apretó la mano con fuerza al sentir como Juan Carlos comenzó a ejercer presión de nuevo, escuché un, ayyyyy, que era como una especie de grito y gemido, – Despacio, despacio, volvió a quejarse y a gemir, me apretó la mano con fuerza cuando sintió como entraba la vergota en su sexo, como su intimidad era desgarrada, -ayyy, me duele, la tomé con más fuerza de su mano, y noté como él seguía metiéndose, en su vientre.

El detuvo su empuje hasta que llegó al sello de garantía, colocó ambos manos debajo de su cuerpo- comenzó a besarla y de un fuerte empujón la desvirgó. Un fuerte grito fue la respuesta de mi hija al sentirse desvirgada, ahora fui yo quien la tomó de su mano con fuerza y le dije, -Ya pasó mi amor, ya está dentro de ti, disfruta, relájate, muy pronto pasara el dolor.

Lo demás fue escuchar, Aaaaaaaahhhhh, como si le respiración le faltara. No tuve ninguna duda, acaba de meter toda su verga dentro de su sexo, penetrándola por completo, ya estaba consumada su desfloración, había roto aquello que se rompe la primera vez que una mujer lo hace.

Miré el reloj del buró, eran exactamente las 2.15 de la noche cuando dejó de ser señorita, ya era una mujer. Estuvo inmóvil dentro de ella pero no por mucho tiempo, comenzó a poseerla lento y delicado dándole a ella el tiempo para que su herida recién abierta se adaptara a su verga y comenzó a bombearla, comenzó a moverse de arriba a bajo, y a entrar profundamente dentro de ella. Su grito y los sollozos que acompañaron su desfloración me confirmó la verdad, mi hija había dejado de ser una niña para ser una mujer.

Despertó en mi hija una pasión sexual que la llevó a mover sus caderas buscando que la verga del macho la penetrara hasta el fondo. Cerré mis ojos, me recargué sobre la cama, mi hija me soltó la mano y se abrió de piernas al máximo entregándose al goce de su primera cogida de su primera vez. Lo demás fue escuchar su gemidos, sus gritos, los quejidos de ambos, la estuvo cogiendo cerca de media hora y presentí que él estaba a punto de venirse, miré a mi hija gemir, jadear, le sacó toda se verga para ensartarla nuevamente hasta el fondo y le dejó su semen dentro de su vagina. Miré a mi hija con los ojos cerrados desfallecida.

Sacó su verga manchada de sangre, la entrada de la vagina y los labios menores de mi hija también tenían un poco de sangre escurriendo hacia los mayores y nalgas, le dije. -Mantén las piernas juntas, mientras la abrazaba y le decía palabras bonitas para consolarla, la cubrí con una sábana y nos quedamos platicando, le limpié los hilillos de sangre de sus piernas, le dije que se quedara acostada un rato, que esto apenas comenzaba, que faltaba ayudarla a que tuviera sus orgasmos pero con menos dolor que la primera vez. Se quedó adormitada cerca de una hora.

Al despertar le pregunté como te sientes, – Me duele un poco, me contestó – ¿Te quieres bañar le pregunté? me dijo que si. Se levantó caminando con las piernas un poco separadas por el dolor, cuando se metió a bañar cambié las sábanas de la cama que estaban manchadas de sangre.

Salí a buscar a Juan Carlos, estaba en la sala con mi esposo.

Continuará

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