Confesiones ardientes. Capítulo V:

“Princesitas” 

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Han pasado ya 19 años, desde que supe que mi amiga, se había quedado embarazada de mi padre. Sí, de mi padre, al principio al igual me quedé en blanco y asombrada por la impactante noticia. Jamás pensé que papá iba a ser tan irresponsable e iba a terminar embarazando a la puta de Sophie. Fue un golpe muy duro para mí, en cambio para mamá, solo un accidente sin mucha importancia, después de todo ella había sido quien impulsó a papá a cogerse a esa perra. 

La boda de Sophie nunca se concretó por este motivo, ella comenzó a recibir ayuda económica de papá y cuando nació su hija, papá pasaba el fin de semana con ellas. Según él, era para pasar tiempo junto a su pequeña hija, pero en realidad, todos sabíamos que en eso días, él y Sophie, cogían como conejos y la niña quedaba en un segundo plano. Aunque al poco tiempo, la zorra de mi amiga tuvo que compartir a papá los fines de semanas con Gala, ya que él la dejó embarazada el mes que Sophie dio a luz. 

De la noche a la mañana, pasé de ser la única hija entre cuatro hermanos, a tener dos bastardas como medias hermanas. Pese a que solo eran niñas, me sentía celosa, porque me habían quitado el tiempo con papá. Yo ya no era su única hija y debía compartirlo con ellas, hasta la muerte. A medida que el tiempo fue avanzando, mis encuentros sexuales con papá fueron disminuyendo hasta llegar al grado de no ocurrir y no vernos durante meses. 

Hoy a mis 40 años, sigo dedicándome al modelaje, aunque también me he vuelto en una empresaria y trabajo con Lu. No puedo quejarme de mi vida, tengo dinero, fama y sexo, quizás lo único que lamente es que jamás he superado a Axel, sigo encaprichada a mi hermano, con la esperanza de que un día venga a querer darme amor y nunca más irse de mis brazos. Pero mientras lo espero, últimamente me he estado revolcando con mi propio sobrino, Ariel, el hijo de Axel e Ignacia. 

El muchacho hace tiempo que no me quitaba la mirada de encima, me devoraba fervientemente con sus ojos, no obstante, solo hace unos meses cuando cumplió 18, le permití probar mi coño, que tanto su padre como su abuelo, amaron destrozar. Ariel además de ese deseo carnal hacía mí, también heredó, los ojos, los labios y la verga de su padre, por lo que no he lamentado haberme entregado a él. Es un chico bastante bueno, sin embargo, a pesar de satisfacerme mejor que mis últimos amantes, yo solo anhelo recuperar a los dos hombres que me fueron arrebatados. 

Este sentimiento se intensificó, hoy en la mañana, cuando estaba tomando desayuno antes de irme al trabajo. Mi celular sonó y al principio no le di mucha importancia, pensaba que se trataba de algún socio o de mi asistente, sin embargo, los mensajes no pararon e iban llegando uno tras otro en cada parpadeo que daba. Intrigada, tomé mi móvil, los mensajes que me habían enviado, era de un contacto que no tenía registrado, pero tenía la impresión de saber quién era, con solo leer el primer  mensaje. 

–“Hola.  Siempre te he tenido envidia y celos por la forma en que él te miraba y te llamaba. Sin embargo, ahora serás tú quien vas a desear estar en mi lugar”- decía el mensaje y posterior a él, habían enviado varias fotos, en donde solo se podía apreciar partes de un cuerpo, como las piernas, los brazos o el tórax. Ese cuerpo se me hacía muy familiar, de hecho no tenía duda de que era el de papá, y todo se aclaró en un par de minutos, cuando la persona que envió ese mensaje adjuntó otra foto. 

En la imagen se contemplaba, una mano fina y morena, que sostenía con fuerza una erecta y enorme polla. Un dolor sofocante en el pecho comenzó hacer presión y una angustia fue perturbándome, al saber que papá había sido corrompido y estaba cada vez más lejos de mí. Solté el celular cuando me enviaron otra fotografía con el mensaje: –“Ahora yo soy su Princesita”-, en la foto se podía ver el rostro de placer de esa bastarda, mientras chupaba el glande de papá.     

De la angustia y miedo, pasé a tener rabia y celos. Si bien ya habían pasado cerca de 10 años desde la última vez que papá y yo cogimos, ese vínculo que teníamos los dos, nunca pensé que lo iba a tener con esas bastardas. Si bien Tatiana era la que me estaba enviando esas fotos y presumiendo que ahora papá le pertenecía, no tenía dudas de que Leticia, la hija de Gala, también se la chupaba y follaba con papá, después de todo, ambas eran iguales de putas que sus madres.    

Iba a responderle a Tatiana, a dejarle en claro que había firmado una sentencia de guerra, pues no iba a permitir que papá, cayera en sus garras y terminara olvidándome. Sin embargo, antes de que lo hiciera, ella respondió antes. –“¿Quieres ver cómo papi me hace suya?”- consultó, dejándome atónita. No voy a mentir que mi cuerpo y mente sintieron curiosidad por ver eso, el morbo lo hacía más excitante de lo que podía imaginar, pese a que me disgustada que fuesen esas zorras las que estuvieran con papá. 

Tras unos segundos de espera, ella me envió un pequeño vídeo, en el cual, salía ella montando la vigorosa polla de papá, en mi ex cuarto. –“¡Ooooohhh dioooss! ¡Asííiii! ¡Fóllame así papiiiiii!”- gritaba la muy zorra, subiendo y bajando sobre esa hermosa tranca que, pese a los años y haber perdido algo de vitalidad, seguía luciendo irresistible como siempre. Papá no dijo nada en ese metraje, pues tenía su boca en las tetas de esa bastarda, se las chupabas con ansia, mientras que sus manos se encontraban en sus glúteos. 

–“Oh dios”- balbuceé, recordando nuestros encuentros y la forma en que me cogía. Mi cuerpo entero tembló de calor y excitación, quería engullirme esa verga por todos mis agujeros y hacerla desaparecer. Mi depravación le ganó a mi enojo y empecé a toquetearme la vagina, mis dedos tímidamente acariciaban mis labios hinchados y húmedos. Necesitaba una polla, pero no cualquiera, necesitaba y quería la polla de papá, la única que podría quitarme ese intenso hormigueó que sentía. 

Con mi uña y yema fui rozando mi clítoris, imaginando la cara de esa perra al ver que papá seguía prefiriéndome a mí. En eso, ella me envió otro mensaje, esta vez preguntándome si quería saber cómo inició todo. Yo no sabía que responder, pero nuevamente no fue necesario, porque sin que le diera una respuesta la muy hija de puta me enviaba todo igualmente. El vídeo me lo había enviado a mi correo, para mi sorpresa duraba cerca de una hora y treinta minutos.  

La duración era como si fuese una pelí porno, y de seguro lo era, uno en donde mi padre era el protagonista y empotraba a Tatiana. No titubeé en darle a reproducir, necesitaba ver cómo papá se dejó seducir por esa puta y que tanto disfrutaba el sexo con ella. El vídeo iniciaba con ella, frente a la cámara, colocándose un atrevido atuendo, con el cual buscaba llamar la atención de papá, ya que ella misma lo confirmó, al decir: –“Espero que a papá le guste mi ropa y me dé mi anhelado regalo de cumpleaños”- 

Debía admitir que se había preparado super bien, porque lucía irresistible para cualquier hombre. Aunque no me gustaba admitirlo, Tatiana tenía una figura preciosa igual que su madre, Sophie. Si bien ella era un poco más robusta, también destacaba más en sus letales armas que eran sus grandes tetas. Usarlas para fijar la atención de papá, en ella, era el movimiento más adecuado que podía haber hecho. Ella mientras modelaba en frente de la cámara, con su pequeña faldita negra, confesaba que esa obsesión con papá, inició porque él me decía Princesita.  
    
A pesar de que ya no era una niña, él siempre me había llamado así, cada vez que lo decía, se notaba que había cierta unión especial entre ambos y su mirada transmitía, amor, cariño y deseo, así que imagino que eso impulso aquel capricho en ella. Tatiana siguió hablando, y lo más interesante que afirmó, fue que, no había mirado nunca a papá con ojos libidinosos, solo quería ser su niña mimada y favorita, porque pesé a que papá no solía marcar algún favoritismo, era evidente que era la más lejana a él.

Esto debido a que, las pocas veces que papá y yo interactuáramos en el último tiempo, seguía tratándome como su niña y me obsequiaba cosas, que parecía ser meramente caprichos míos, aunque en realidad no lo fueran, ya que sus regalos, si bien me dejaban sin palabras, no eran cosas que yo pedía, menos que quería en realidad, porque lo único que deseaba al igual que ella, era tener ese trozo de carne, batiéndome y revolviéndome el coño. 

Aunque yo no era a la única que tenía celos, pues a Leticia también la envidiaba, diciendo que detestaba a esta última, porque se aprovechaba de su inocencia y de ser la menor, para poder estar cerca de papá y transformarse en su centro de atención. Como ya eran casi 5 meses desde la última vez que vi a papá, imaginé que Leticia aprovechó ese tiempo para acercarse más a él, con el mismo objetivo infantil que Tatiana buscaba en un inicio, transformarse en la niña de los ojos de papá.  

Después del cumpleaños 18 de la hija de Gala, la bastarda de Sophie, decidió que debía aproximarse a papá, como sea. Estaba totalmente determinada a ser la nueva Princesita de papá, quitarme aquel apodo y arrebatarle la atención que tenía Leticia. Hasta ese momento, todo parecía ser un mero berrinche de una adolescente que todavía no maduraba, pero todo cambió una tarde, cuando por accidente, lo vio saliendo del baño desnudo y con su verga erecta. 

Esa singular polla, quebró su inocencia y la chica que solo buscaba ser la preferida de papá, cambió sus planes. Que la regalonearan pasó a un segundo plano, ella quería ahora otra cosa y esa cosa era el pene de papá, transformándose así en su mayor anhelo. Desde ese día comenzó a vestirse más atrevida, pero más que un halago de papá no conseguía, sus aspiraciones que él le dedicada un par de segundos una mirada depravada, cada día parecía desaparecer. 

Aun teniendo todo en su contra, no se desesperó y supo planificar muy bien su oportunidad para tentar a papá y cumplir así su fantasía. Tras explicar aquello, golpearon la puerta, ella puso un rostro de felicidad y con la voz más dulce, le pidió que pase. Quien estaba detrás de la puerta, no era otro que papá, el cual al entrar y ver a su hija con una faldita que apenas le llegaba a los muslos y que sus desorbitantes pechos fueran cubiertos tan solo por un sostén con forma de estrellas, lo dejó anonadado. 

Con solo mirar su cara, supe que papá estaba alucinando dentro de su mente y era incapaz de articular una palabra. –“¿Qué pasa papi? ¿Por qué no te acercas? Ven, no seas tímido y siéntate a mi lado”- dijo Tatiana, mezclando su tierno tono de voz con uno más sensual y seductor. Él no sabía qué hacer ni tampoco hacía dónde mirar, esos gordos pechos, habían llamado su atención y por más que intentaba, no dejaba de mirarlos. Era un punto para la bastada, la cual sonreía descaradamente por su triunfo.

Yo mientras observaba eso, me mordía las uñas, pensando que Tatiana no podía cantar tan pronto victoria, pues yo muchas veces dejé a papá sin habla y con el garrote duro, pero no me folló hasta que mamá se lo pidió. Por lo mismo, tenía curiosidad de cómo consiguió engatusar a papá y que la cogiera, ¿acaso mamá también la había ayudado?, eso debía haber ocurrido, porque no me imaginaba a papá teniendo sexo con otra, sin que mamá estuviera detrás. 

Miles de preguntas pasaban por mi cabeza, mientras observaba atentamente el vídeo, olvidándome incluso del trabajo. La reacción de papá, posterior a quedar sorprendido por Tatiana, fue la misma que ponía conmigo, por lo que suspiré aliviada, al pensar por ligeros segundos, que esa bastarda había llevado a papá a la cama, con simplemente ese movimiento. No obstante, ese rechazó me perturbó, pues eso quería decir que mamá no estaba detrás, ya que de estarlo, se lo habría comentado y él habría ido con las intenciones claras de follar, a menos que estuviese actuando.  
    
Tatiana continuó con su coqueteó, esperanzada de que papá le cumpliera su deseo y le devorada la boca, mientras acariciaba su cuerpo y la desnudaba para que tuvieran sexo. Sin embargo, estaba lejos de conseguir eso, incluso empezaba a fastidiar a papá, algo que podía notar por su semblante. Mi corazón empezó agitarse cada vez más y más, ya no solo mordía mis uñas, sino que mis piernas me temblaban y mi pie derecho no dejaba de moverse. 

Me sentía identificada con esa chica, porque por mucho tiempo, yo busqué llamar la atención de papá y que me viera como mujer, que me deseada sexualmente y que me hiciera suya. Sentía pena por ella y al mismo tiempo celos, porque el solo pensar que podría conseguir que papá la cogiera sin la ayuda de mamá, me destrozaba por dentro, era una agonía que no paraba y comenzaba a tener ganas de adelantar el vídeo y confirmar si follaban sin la intervención de mamá. 

Justo cuando iba a adelantar el vídeo, Tatiana dijo algo que me dejó helada y con incertidumbres. –“No es justo papá, ¿por qué no me miras como Vanessa?, ¿por qué no quieres follarme como lo haces con Leticia?”- expresó con angustia y exasperación. Fue un balde de agua fría lo que sentí al escuchar esa afirmación, que él pasada tiempo con esas bastardas, con el tiempo me fue siendo indiferente, que las mimadas por ser niñas, también, porque pensaba que esa conexión especial que teníamos, ninguna de ellas iba a tenerla.

El aire se me hizo denso y un par de lágrimas brotaron de mis ojos, no solo me había enterado que la zorra de Tatiana había puesto sus manos en la polla de papá, sino que Leticia también lo hizo y mucho antes que ella. Si bien sospechaba que esa putita igual andaría detrás del troncazo de papá, nunca esperé que ya lo había hecho con él y mucho menos que llevaban ese tipo de relación por 4 meses. Prácticamente desde que cumplió los 18, habían estado cogiendo, de acuerdo a lo que decía Tati. 

Mantenía mi mirada fija en la pantalla, viendo como papá de manera nerviosa negaba todo, sin embargo, era bastante claro que en realidad si se acostaba con esa bastarda. Nuevamente me pregunté, si mamá estaba detrás de todo, y al mismo tiempo deseaba que fuese así, porque no sabía si iba a resistir si Leticia había conseguido cautivar a papá, sin la ayuda de ella. –“Oh vamos papi, no es necesario que mientas. Hay noches que vas a su cuarto y se escuchan jadeos”- manifestó Tatiana, desabotonando la camisa de papá. 

–“Además, los grabé, así que es inútil que me lo niegues”- añadió, mientras colocaba una transición, pasando de ellos dos a la habitación de Leticia. La muy desgraciada se tomó la molestia de editarme aquel encuentro, no sé si para humillarme o para dejarme en claro que toda la culpa lo tenía la otra pendeja. Aun se podía apreciar la luz del sol entrando por la ventana, Leticia llevaba puesto un pequeño top blanco sin mangas que apenas le cubría sus obesas tetas y una pequeña falda. 

Además tenía una gargantilla, que seguramente papá se la habría regalado, tenía dos coletas y se pintó sus gruesos labios. Posando en frente de su móvil, grababa pequeños clips, en donde presumía su embrujadora figura. Imagino que aquellos vídeos se lo estaba enviando a papá.

Confesiones ardientes. Capítulo V:


Ella sonrió pícaramente al leer el mensaje que le habían enviado, echándose en la cama y tocándose ligeramente la vagina, comenzó a grabar un audio. –“Ay papi, no sabes cuánto te extraño. Apresúrate en la clínica y ven a darme esa exquisita y hermosa verga que tienes, ya que no hay nadie ahora en casa”- dijo, soltando un pequeño gemido y mordiéndose los labios. Estaba claro que ella estaba encaprichada ya con la polla de papá, al grado de tener que saciar la lujuria que corría por su cuerpo, fantaseando con él y jugando con sus dedos.

Me faltaba comprobar qué tan viciado estaba mi padre con esa bastarda, pero en el fondo de mi corazón, sabía que ella lo tenía en su palma de la mano. La escena cambio, ya era de noche, la habitación estaba a oscuras y la luz de la luna tímidamente se asomaba por la persiana. Tras unos segundos de espera, la puerta se abrió, era Leticia y detrás de ella se encontraba papá. Ambos entraron al cuarto fingiendo que solo tendrían una charla de padre e hija. 

Esa putita no dejaba de parlotear, actuaba muy bien su papel de chica tierna e inocente, que contrastaba con su obsceno y voluptuoso cuerpo, pero tenía a todos cegados con dulce cara, haciendo que nadie jamás sospeche que era una pervertida. Apenas papá cerró la puerta, ella se cayó, su sonrisa de niña buena se transformó en una lasciva y al darse vuelta para mirar de frente a papá, se relamió los labios. Sin decir nada, fue disminuyendo la distancia entre ambos, cada paso era pequeño, como si quisiera jugar con la paciencia de él. 

Jamás se me pasó por la cabeza, que vería a papá tan ansioso por follar con una mujer que no fuese mamá. Todavía quedaban un buen par de centímetros de distancia entre ambos, cuando los brazos de papá rodearon la cintura de Leticia y de un golpe la pegó hacía él, devorándole sin ningún temor la boca. Sus lenguas se entrelazaban con una pasión tan inmensa que me daba la impresión que nunca me besó de esa forma. Las manos de papá recorrieron con cierta desesperación la figura de esa zorra. 

Leticia: Hhmmm, papi… Veo que estás ansioso por empezar. 

Tomás: Es tu culpa mi niña. Desde que me enviaste esos vídeos, no he podido dejar de pensar en ti, en tu cuerpo y en hacerte ronronear mi gatita. 

Leticia: Papi travieso.

Expresó ella, besándolo con ternura y desabrochándole el cinturón. Los dos parecían ser amantes eternos, con un apetito voraz por el otro, si alguien no supiera de su conexión sanguínea, dudo mucho que sospecharían que fuesen padre e hija. Con cada morreo y caricia, me quedaba claro que papá, a mí nunca me tocó o besó de esa forma, tan dulce y vehemente. Ellos se decían piropos mientras se desvestían y en sus rostros se percibía el placer y complicidad que tenían. 

Tomás: Dios mío, muñequita. Cada vez que te miro, me enamoro más de ti. 

Leticia: Y yo de ti, papi. 

Tomás: Sabes, la otra semana tengo que hacer un viaje, ¿quieres venir conmigo?

Leticia: Claro, pero con una condición, papi. 

Tomás: ¿Cuál mi niña?

Leticia: Que te olvides que somos padre e hija y me trates como tu mujer. 

Tomás: Lo que tú quieras, mi reinita. 

Afirmó papá, a la vez que la besaba y la recostaba en su cama, ahí sus cuerpos libidinosos, se hicieron uno y empezaron a regocijarse. Bramidos, arañazos, mordeduras, besos y acaricias, pasaron en un par de segundos, dándome una electrizante corriente por la espina dorsal que me dejó cachondísima. Pesé a su edad, papá seguían manteniéndose en forma y su deliciosa polla continuaba siendo letal, haciendo que cualquier mujer, cayera rendida y adicta a ella, aunque claro ya no tenía la misma resistencia que antes. 

Las manos de él vagaban por esa silueta morocha, con su boca tatuaba fervientemente el cuello de ella, mientras que con su verga, le daba embestidas colosales, que hacían a Leticia, estremecerse y chillar de gusto. –“Oooohhh, síííiii… Papiiiiii…”- exclamó ella aferrándose con sus brazos a la espalda de él y arqueando su espalda. Poco a poco, papá fue aumentando más el ritmo de sus arremetidas, provocando que Leticia se agité más y más. 

Sus gritos que mezclaban el dolor y placer, causaban que mi vagina se empape todavía más de lo que ya estaba y sienta un intenso y agobiante hormigueo. –“Uuuugghh, papi… Más, más, más… Dame más”- balbuceaba la zorra sin parar, hasta que él le comió la boca. Joder, entre más veía ese metraje, más me calentaba y dejaba en el olvido aquella angustia y pena, recordando, aquella salvaje cogida que tuvo con él en el baño. –“¡Ooohh síííiii!… ¡Papi!”- gemí, metiéndome un par de dedos dentro de mi coño babeante. 

Papá siguió dándole sin parar por unos minutos, haciéndola aullar como la perra que era, dejándole en claro que él era su macho. Leticia se corrió por lo menos unas dos veces, antes de que él retirada su verga de ese chocho moreno y la bañada con su leche. Al ver esa polla toda húmeda, venosa, dura y a punto de estallar, no fui capaz de resistir y tuve un orgasmo que me dejó inconsciente por unos instantes. Abrí los ojos, en el momento preciso en el que Leticia mencionó cómo se dio la primera vez entre ambos.

Leticia: Y pensar que hace unos meses, titubeaste en darme tu verga como regalo de cumpleaños, pero ahora no quieres dejar de dármela. 

Dijo con una sonrisa de satisfacción en su rostro. 

Tomás: No era sencillo dejar de mirarte como mi pequeña y comenzar a observarte como mujer. Sin embargo, posees un cuerpazo divino y no puedo negarme a tu tierna carita, Leti. 

Contestó él, besándola con ternura, como si fuese a deshacerse en sus labios, si presionaba con un poco más de fuerza. Esas declaraciones me dejaron en claro que esa putita había logrado algo que yo no pude, pero en vez de entristecerme, como por un momento pensé que iba a generarme el oír eso, me excitó y en mi mente maquinaba la manera en cómo recuperar a papá y mostrarles a ese par de golfas, que aún estaban lejos de reemplazarme como la Princesita de papá.  
 
–“Eres mío, papi. Solo mío y de nadie más”- repetía la ingenua Leticia, sin sospechar que papá ya tenía una dueña y esa soy yo. Con esa escena se acabó la participación de Leticia en el vídeo, pues este, ya llevaba cerca de una hora y el tiempo restante, imaginaba que era de Tatiana con papá. Ella no paraba de pedirle explicaciones a él, del porqué follaba con Leticia y no con ella, pero mantenía cierta cordura y calma, para morderle la oreja, suspirarle cerca del oído y sobar con sus uñas esa preciosa tranca.  

Papá cada vez se mostraba más débil, en verdad quería resistirse a los encantos de Tatiana, quizás por el simple hecho de que ya estaba viejo para ser el amante de dos jovencitas. No obstante, era imposible para él, huir de las garras de esa zorrita, lo tenía bien acorralado y su voz seductora iba quebrando aquel espíritu que se negaba a cometer otro pecado. Tatiana era bastante astuta, porque no solo usó su cuerpo y su voz, sino también por lo que podía ver, trataba de sofocarlo con su aroma. 

Estaba convencida que estudió hasta el más mínimo detalle, para evitar que él se le escapada de esa oportunidad que tenía. Todas las debilidades de papá, las usaba ingeniosamente, por lo que él terminó cayendo en su juego y en esa sabrosa e inmoral tentación. –“Vamos papi, no me niegues mi regalo de cumpleaños, no seas malo”- le murmuró suavemente en el oído, antes de quebrarlo y obtener un sabroso beso de ese maravilloso hombre.  

Se comían salvajemente y obscenamente las bocas, haciendo un ruido que retumbaba por mis oídos y me encendía completamente de nuevo. Las manos de papá se quedaron quietas en ese pomposo culo, lo magreaba con furia y cariño, mientras ella, lo aprisionaba con sus brazos, para que no se le escapada. Tras morrearse como dos adolescentes cachondos, se miraron a los ojos, sin despegarse del cuerpo del otro. Ella se mordía los labios y a papá se le fue dibujando una sonrisa.

Conocía perfectamente a mi padre y sabía lo que pensó en ese momento, él quería encuerarla para poder devorarle esos grandes senos y reventarla a pollazos como la puta que era. –“Ay papi… La tienes muy dura, déjame verla y dámela, después de todo es mi regalo de cumpleaños”- susurró la puta, moviendo su pierna para sobarle la pija. –“¿Quieres mi verga cómo regalo?”- interpeló juguetonamente él, –“Sí, papi. Dámela por favor”- imploró la zorrita, colocando una carita de ternura. 

Tomás: Bien, demuéstramelo. 

Dijo, tocando la hendidura del coño con las yemas de sus dedos, estremeciéndola. 

Tomás: Colócate de rodillas y gánatela como lo hizo tu hermana. 

Tatiana obedeció sin cuestionar a papá. La boca de ella quedó frente de la entrepierna de él, en donde destacaba el enorme bulto que tenía por su erección. Ella temblando de la excitación, pasó su lengua por sus labios, humedeciéndolos por la impaciencia que le generaba de estar tan cerca de esa monstruosa polla y no poder darle una probadita. Esa misma inquietud hizo que se aproxime más de la cuenta y pegada sus labios en ese garrote, como si le diera un beso. 

Aun cuando la tela del pantalón se interpondría entre su boca con la verga de papá, ella estaba feliz, con el solo sentir el tacto y hedor. Tímidamente sacó su lengua y la pasó sobre ese capullo, mientras temblaba de placer. –“Tranquila, no te desesperes, preciosa”- manifestó papá con una sonrisa altanera. –“Dame unos segundos que te desenvuelvo el paquete”- agregó, quitándose el cinturón y bajando la cremallera de su pantalón, dejando así, salir su robusta y maravillosa polla. 

Ver cómo la dejó caer en la cara de ella, hizo que mi mente volada y gimiera con más fuerza, mientras mis dedos entraban y salían de mi vagina hambrienta. Tatiana pareció llegar al orgasmo con tan solo tener el pene de papá en su rostro, ya que sus jadeos fueron más intentos y todo su cuerpo se regocijó. Tras un par de minutos, papá comenzó a azotar su verga en el rostro de ella, a la vez que decía; –“Dime, ¿tienes alguna idea de cómo tu hermanita se ganó mi polla?”-

Tatiana: ¿Ma-mamándotela? 

Tomás: Correcto. Ella se la ganó dándome una mamada, pero no cualquiera.

Expresó, sin dejar de golpearle la cara con su miembro, mientras que ella, exasperadamente intentaba darle pequeñas lamidas.

Tomás: Mi dulce, hermosa y querida Leticia, se la tragó toda, demostrándome cuanto me ama y anhelaba tener mi polla en su interior.

Tatiana: Y-yo… Yo también puedo papi… Yo también puedo hacerlo…Yo voy a darte una mejor mamada que esa perra…

Declaró, encandila con la idea de poder mostrarle su amor y deseo, a través de una mamada. 

Tomás: Veo que estás muy confiada, Tatiana. Me gusta esa seguridad que desprendes, pero déjame decirte que Leti dejó la vara muy alta, así que mejor céntrate en comerte toda mi verga, ¿ok?

Papá se equivocaba si pretendía que con esas palabras iba hacer que Tatiana se concentrada en engullir solamente su tranca, ya que al señalar y resaltar que otra lo hacía espectacular, solo iba a motivarla querer hacerlo mejor y yo la entendía, porque era igual de competitiva. Tomando la pija de papá entre sus manos la observa atentamente, sus pupilas se dilataban y su boca se derretía por semejante paleta de carne. Allegándola a sus labios, le da un piquito en la glande y limpia aquel líquido pre seminal. 

Tatiana no ocultaba sus ganas de embutirse toda esa palanqueta que tenía frente, sin embargo, no cayó en la desesperación y mantuvo la calma. Sabía que debía primeramente preparar correctamente su boca, antes de engullirse semejante polla, que solo unas pocas podían hacerlo, por su largor y principalmente grosor. Abriendo la boca, fue lentamente metiendo ese trozo de carne y su lengua parecía pincelar con delicadeza. Papá parecía algo sorprendido porque no lo hacía nada mal, incluso soltó un par de suspiros. 

Tati continuó ahogándose con esa verga y por el rostro que colocó, supe que sus glándulas se estaban embriagando con ese manjar. Papá por otra parte, empezaba a disfrutar de la  boquita de esa putita, no obstante, ella se detuvo antes de llegar a la mitad, lo que provocó una decepción en él. –“¿Eso es todo? ¿En serio? Ja, por un momento pensé que al igual que Leti, serías capaz de sumergir toda mi verga en tu garganta, pero veo que no es así”- dijo frustrado y casi enfadado. 

–“Te equivocas papi”- afirmó ella, saboreándose la boca y sin soltar ese mástil grueso que tenía entre las manos. –“Solo quise darle una pequeña probadita, antes de engullírmela entera”- añadió con una arrogante sonrisa. Papá volvió a colocarse contento y expectante con lo que podría hacer esa bastarda, la ilusión de verla zamparse toda su polla, hacía que se cachondeé más y que su pene se hinchada todavía más. Tatiana con la baba cayéndole por el mentón, abrió la boca y comenzó a embutirse esa tranca otra vez.

De manera paulatina iba clavando esa vara en lo más profundo de su garganta. Parecía que ella no mintió al decir que solo se había dado el capricho de darle una probada anteriormente, porque ya había sobrepasado la mitad de ese tronco. Papá jadeaba, repitiendo frases como: –“Oohh sí, nena”- o, –“Demuéstrale a papi cuanto anhelas su verga”-. Solo le faltaban 6 centímetros, para tener toda esa verga dentro de su boca, pero justo cuando parecía que iba a hacerlo, repentinamente se la sacó de la boca. 

Al igual que papá, yo estaba atónita, no podía creer que se hubiera detenido justo al final, que no lo había logrado, después de que iba tan bien. Tatiana tosió y respiró con mucha exasperación, ¿en verdad había fallado?, me preguntaba, al mismo tiempo que papá se le hinchaba una vena de rabia. –“Ooohh, que pena Tati. Al final no lograste hacer desaparecer mi verga en tu boca. Al parecer voy a tener que llamar a Leti, para que te enseñe cómo lo hace”- declaró, tomando aire y tratando de dejar de lado su enojo.  

Solo por unos breves segundos, me imaginé ese escenario, a papá llamando a Leticia, para que le enseñara a Tatiana, cómo se devoraba esa vergota. La putita al entrar, quedaba desconcertada al no saber lo que estaba pasando, luego de que papá le haya explicado, ella soltaba una risita burlona. Leticia se desvestía por mero capricho y luego besaba a papá, mientras aprisionaba la polla de él con sus muslos. Arrodillada, miraba con una sonrisa altanera a Tatiana, la cual aún no podía creer que había fallado. 

Leticia, humedecía sus labios y luego abría su boca, sin usar sus manos, fue tragándose centímetro a centímetro, ese pene, hasta hacerlo desaparecer. –“Oohh dios, cariño. Tú sí que sabes complacer a papi”- decía papá, orgulloso de esa zorrita, que de forma gradual, fue retirándose esa manguera de su boca. Colocándola entre sus tetas, le preguntaba a papá si con esa demostración estaba bien o quería que hiciese algo más, papá le dijo que con eso bastaba, sin embargo, ella queriendo humillar y dejar en claro que era la nueva dueña de ese pollón, tenía otra idea en mente. 

–“Papi, ¿puedo pedirte algo?”- consultaba la muy hija de puta con un adorable rostro. –“Lo  que tú quieras, mi niña”- le respondía él, embrujado por esa pendeja. –“Quiero que me folles aquí”- afirmó con una sonrisa de perra. Él sin titubear la complace y delante de la pobre Tatiana, comenzó a cogerla, dejando sus sudores, fluidos y aroma, impregnado en la cama y sabanas de ella. Al terminar, papá se levantaba para irse a la ducha y Leticia detrás de él, le consultaba si podía acompañarlo, él le decía que sí, después de todo sabía satisfacerlo y ella le contestaba: –“Es porque yo si te amo, papi”- 

Volviendo a la realidad y mirando el vídeo, me daba cuenta que Tatiana tenía un semblante que transmitía seguridad y confianza. –“No es necesario que llames a esa perra, papi”- susurró, yendo directo hacía esa vigorosa y empinada polla, la cual fue succionando, una vez más, hasta tenerla toda engullida en su garganta. –“¡Wow Tatiana!… Me retracto por lo que dije”- expresó él con una evidente sonrisa de felicidad y apoyando sus manos en la cabeza de ella.  

Como si el mismo demonio se hubiera apoderado de él, comenzó frenéticamente a follarse la boca de Tatiana. Metía y sacaba con fuerza su verga dentro de la boca de esa zorrita hambrienta. Estaba impactada por la brusca actitud de mi padre, pero al mismo tiempo que esa bastarda pudiera resistir sin mucho problema esa cogida que le estaban dando, lo normal hubiera sido que no pudiera hacerlo, sin embargo, parecía estar acostumbrada que la trataran de esa forma y le follasen la boca. 

Aun si fuese una guarrilla come sables, dudo que hubiese tenido una tan gruesa como la de papá, por lo que seguía asombrándome su resistencia ante colosal cogida. –“Dime Tati, ¿te gusta tener mi verga en tu boca o prefieres tus juguetitos?”- interpeló él, con la voz agitada y sin darle descanso. Juguetes, exclamé, entendiendo que esa perrita se había preparado muy bien para satisfacer a papá. Finalmente, él eyaculó dentro de esa zorrita, dejándola con la boca llena de semen. 

Con un rostro bien guarro, le mostró a papá su leche, antes de tragárselo y echarse en su cama rendida. El sexo quedó hasta ahí esa noche, ya que papá tampoco podía seguir, prometiéndole que en dos días follarían. Hubo un abrupto saltó en el vídeo, de esas palabras de papá a él jugando con las tetas de Tati, chupándolas de una manera muy lasciva, su lengua trazaba sobre esos pezones, sus labios los marcaban y sus dientes los aprisionaban. Tatiana no paraba de gemir, por lo que veía era muy sensible en esa parte, pero a papá poco y nada le importó, solo quería amasar y chupar esos senos morenos. 

Una vez que había saciado su deseo, fue ascendiendo por ese pecho y cuello dando pequeños mordiscones, hasta llegar a los labios de ella. Mientras intercambiaban miradas y sus alientos se mezclaban, tiernamente la mano de papá fue tocando la vulva chorreante de esa putita, a pesar de que delineaba suavemente por esos labios vaginales, ella retorcía su cuerpo y jadeaba con fuerza. Papá la besó de la manera más dulce que pudo haber hecho, y me hizo recordar los besos que le daba a mamá. 

Sus lenguas se fueron enroscando cada vez con más lujuria y morbo, mientras los dedos de él, continuaban hurgando ese ardiente chocho, y las manos de ella, rodeaban la espalda de papá. Cuando sus bocas se separaron, un hilo denso y viscoso de saliva se extendió entre sus labios, ella volvió a dejar salir su coro de suspiros y él se preparó para darle su regalo de cumpleaños pendiente. Seguramente, durante esos dos días de espera, papá no había tenido sexo, ya que su verga lucía más dura y venosa, que antes. 

Tatiana soltó una risita nerviosa, mordió sus labios y empuñó sus manos, sabía que estaba a nada de cumplir su mayor anhelo, de tener esa polla gorda en su interior, revolviéndole el coño y estirándole las paredes, pero no podía relajarse. Su cuerpo tenso, preocupaba un poco a papá, más que preocupación, le llamaba la atención, no obstante, pesé a lo bruto que se había comportado cuando ella hizo desaparecer su tranca dentro de su boca, ahora se comportó tierno y se tomó el tiempo para tranquilizarla. 

Sus besos, que en mi cuerpo seguían estando grabados, eran el mejor calmante que podía existir. Suspirando aliviada, Tatiana cerró los ojos y abrió sus piernas dejándolo entrar, él con su verga rozó ese babeante coño, provocando que ella se estremezca y chille. Por lo inquieta que estaba, sospeché que esa se trataba de su primera vez, ya que me era difícil de creer que estuviese dudando o actuando. –“Tranquila, bebé. Seré gentil, lo prometo”- le susurró él, dándole otro beso en la boca.

De manera lenta, papá fue clavando su estaca en ese estrecho coño. Metía un par de centímetros y luego lo retiraba, para volver a meterlo pero de más profundo. Repitió aquel proceso por lo menos unas 8 veces, hasta que por fin, llegó a lo más hondo de esa vagina. –“¡Joooooooodeeeeerrr!”- bramó Tatiana, arqueando su cuello y abrazando con sus piernas la cintura de papá, mientras que sus manos se apoyaron en los hombros de él. Papá bufando, le devoró la garganta a la zorrita y empezó a mover su pelvis.

Al principio sus embestidas eran suaves, pero poco a poco fue crescendo, no hasta llegar a un ritmo salvaje, evidentemente, pero sí lo suficiente fuerte, para que ella se regocijada entre dolor, desgarro y placer. –“Uuuuuffff… ¡Sí, papi!... ¡Cógeme! ¡Toma mi primera vez!”- exclamó con furor y mordiéndole el cuello, como si fuese un vampiro. Papá eludía comentar y se centró en hacerla disfrutar, para que recuerde con mucho cariño esa noche en donde ambos dejaron de ser padre e hija y se hicieron amantes. 

–“¡Dios míoooooo! ¡Más, más, mááaass… Dame más papi! ¡Destrózame el coño! ¡Párteme en dos!”- aullaba, acostumbrándose a la arremetidas de papá y solo sintiendo el gozo del sexo. Sus bocas volvieron a encontrarse y sus lenguas se entrelazaron de una manera cariñosa y ferviente. Papá exploraba esas curvas, como si las estuviera moldeando con sus propias manos, no dejó ningún rincón tocar, porque hasta los dedos de los pies acarició. 

Tatiana bramó y rasguñó, se estremeció con cada espasmo que sufrió la polla de papá. Él estaba cerca de acabar, no había follado con el ritmo feroz que acostumbraba hacerlo antes y es que la edad, lo había mermado, aun así, se notaba que papá seguía siendo un extraordinario amante. Él le murmuró en el oído que iba a eyacular, ella le rogó para que se viniera dentro, señalando que era un día seguro para hacerlo. Papá solo sonrió y besándola le cumplió su capricho, bombeando dentro de ese coño toda su leche caliente.

Tatiana: Ooohh, papi… Que bien coges…

Balbuceó, mientras experimentaba un orgasmo y perdía la lucidez de tanto placer y euforia que había experimentado. 

Tomás: Espero que te haya gustado tu regalo de cumpleaños atrasado, Tati.

Dijo, acomodándose a un costado de ella. 

Tatiana: ¿Bromeas? Me fascinó papi, eres el mejor.
 
Afirmó, abrazándolo y apoyando su cabeza en el pecho de él.    

Tatiana: Espero que desde ahora, me cojas todos los días, como lo haces con Leticia.

Tomás: Ya estoy viejo para eso, amor. Pero voy a tratar de complacer a mis dos niñas, lo más seguido. 

Contestó él, dándole un beso, y así finalizó el vídeo, dejándome deseosa por ir a ver a papá y devorarle la verga. Determinada me levanté del sofá, agarré mi coche para ir a darle una visita especial a papá, no me interesaba que estuviese con Tatiana o Leticia, o con ambas, yo necesitaba que me diera amor, como no lo hacía hace diez años y que se hiciera cargo de mi calentura. Podría sumarle a ello, mi corazón roto, pero en realidad más que mi corazón, era mi orgullo el que había sido lastimado. 

Tatiana se había equivocado al enviarme ese vídeo, al presumirme que ahora era la amante de papá, porque en vez de dejarme humillada y derrotada, solo me dio el empujón, para que fuese hacía él y lo recuperada. Nunca había realizado aquel trayecto de manera tan rápida, me quedé asombrada al ver que ya había llegado. Me bajé del coche y sin pensar en otra cosa que no fuese darme un revolcón con papá, entré a la casa. Todo estaba en silencio, algo inesperado pues esperaba encontrarme con una juerga de sexo. 

Sin hacer ruido ni tampoco delatando mi presencia, caminé lentamente por la casa, fijándome en dónde podría encontrarse papá. En el primer piso, no tuve señal de él, así que rápidamente me dirigí al segundo, y manteniendo mi sigilo, fui comprobando cuarto por cuarto. No estaba en su dormitorio, tampoco en la que fue mi habitación cuando era adolescente, menos en la de Tatiana, de hecho esta estaba profundamente dormida, de seguro la cogida con papá la había dejado agotada. 

Mordiéndome los labios, sentía cómo mi cuerpo se calentaba más, al verla echada en su cama, desnuda, sudando y con su culito lleno de leche. Papi había hecho un desastre en ese orto y por lo que podía notar había sido recientemente. Por unos segundos pensé en hacerle una travesura a esa putita, de darle una buena comida de coño con la cual llegase a soñar y a rogar por experimentar otra vez, para después con algún juguetito follarla y hacerla que grite mi nombre.    

Era una brillante idea, para dejarle en claro que no es bueno jugar con fuego y que aún le quedaba mucho por aprender, sin embargo, no debía perder mi tiempo con ella, sino seguir buscando a papá. De mala gana, cerré la puerta del cuarto de Tatiana y me fui al de Leticia, con la esperanza de tener alguna prueba del paradero de papá. Apenas abrí la puerta, di con él, estaba acostado en la cama de esa zorrita, con su móvil en la mano derecha, mientras con la izquierda sobaba su deliciosa polla. 

Dura, empinada, venosa y con la cabeza palpitando, así se encontraba su polla, mientras se pajeaba lentamente. Estaba convencida que se había tomado alguna pastilla para tenerla así, después de todo ya se había cogido a Tatiana. Absorto en su móvil y en la conversación que debía estar teniendo, ignoraba mi presencia. Quería abalanzarme sobre él y zamparme su tranca, pero debía ser paciente y controlar mis impulsos, porque quizás podía estar teniendo una conversación importante. Al darme cuenta que le tomó una foto a su miembro, me di cuenta que seguía siendo igual de ingenua que de joven.

Él envió un mensaje de voz a Leticia, en donde le decía que ya la estaba esperando en su cama y que se diera prisa, para poder aprovechar a follar, mientras Tatiana dormía. Ella no tardó en responderle, y lo hizo también a través de un mensaje de voz, –“Ya voy papi. Solo espera un par de minutos más y me tendrás comiendo tu vergota. Además, ni he almorzado, así que voy muy hambrienta”- dijo la muy puerca, sin sospechar que se quedaría sin almuerzo, porque yo me lo devoraría. 

Ya no había ninguna razón para que me controlada, por lo que fui liberando gradualmente mis impulsos. Al entrar a la habitación, papá siguió estando centrando en el móvil y no a su alrededor, pero encontré que aquello era ventajoso, pues podía desnudarme tranquilamente y atraparlo sin darle un espacio de escapatoria. Eso hice y mientras él seguía charlando con la zorrita de Leticia, yo me recosté en la cama y como una víbora que se arrastra para cazar a su presa, me aproximé a su verga y la tomé entre mis manos. 

–“Wow”- exclamó papá, dando un pequeño brinco y soltando su celular. Su rostro anonadado me resultaba tan lindo que me fue imposible poder resistirme a envolver esa tranca con mis labios. Atrapando su glande con mi boca, pasé mi lengua alrededor, saboreando su peculiar y adictivo sabor. –“Ooohh… Va-Vanessa, ¿qué haces?”- consultó quejándose de placer y mordiendo sus labios para no hacer mucho ruido. –“Recuperando lo que es mío”- le contesté, para luego engullirme su polla por completa.

Papá no dijo nada, o mejor dicho no fue capaz de decir algo, porque solo pegó un fuerte gemido y empezó a entregarse a la lujuria. Estaba segura que él estaba recordando las tantas cogidas que tuvimos, las noches en donde nuestros cuerpos se hicieron uno y nuestras bocas adoraban batallar. Volver a tener ese trozo de carne en mi boca, hizo que mi paladar estallada, había olvidado de lo deliciosa que era esa verga y lo tanto que amaba mamarla. 

–“Ooohh… Hhhmmm… Va-Va… ¡Vanessa!”- exclamó de gusto, mientras yo me sacaba esa verga, para tomar aire y me volvía a tragar. Gloopp, glaap, glooouuf, hacía mi boca, al estar embadurnando esa paleta y enterrándola en mi garganta. El cómo se retorcía y pronunciaba mi nombre, una y otra vez, me dejaban en claro que papá estaba disfrutando de esa felación y yo no pararía de dársela hasta que me llenara la boca con su espesa y caliente leche. 

Estaba convencida que ninguna de esas perritas, había hecho disfrutar a papá así, me quedó más claro cuando él, me llamó equivocadamente por el nombre de mamá. Que me comparada con ella o me dijera April no era ninguna ofensa para mí, al contrario era un halago, porque ella era la que mejor sexo oral le daba. Sus bramidos se intensificados y su verga comenzó a palpitar, hasta que finalmente estalló, cubriéndome la boca con ese exquisito manjar que buscaba.    

Antes de que se me desbordaba su leche, se la mostré tal cual como lo había hecho la putita de Tatiana en el vídeo y después me lo tragué. Papá estaba agitado y su polla paulatinamente se colocaba flácida, sin embargo, yo lo conocía perfectamente y sabía cómo encenderlo de nuevo de forma rápida. Sin perder el tiempo, comencé a morderle y chuparle el cuello y la oreja, hasta que nuestros labios hicieron contacto, nos miramos mutuamente y nos entregamos a nuestros deseos. 

Sus besos continuaban siendo todo un arte explosivo y fantasioso. Uno que me dejaba en Marte y me regresaba a la Tierra, me hacía descender hasta el mismo infierno y me elevaba hasta el cielo. Sentir cómo sus labios se posaban sobre los míos, con la clara intención de aniquilarlos, mientras nuestras pieles se rozaban, era una sensación única y placentera, que ningún otro hombre me lo daría, tal vez solo con Axel, pero con él, había romance y nuestras bocas hacían poemas, como los de Federico García Lorca. 

En cambio con papá, no había amor de ese tipo, solo deseo, obsesión, morbo y locura, todas esas emociones y sentimientos se mezclaban en nuestros lascivos e inmorales besos, lo que lo hacían infinitamente ricos. Tras devorarnos las bocas como dos bestias voraces, él ya tenía su polla dura, lista para batirme, lista para marcarme de nuevo, lista para desgarrarme y hacerme gozar. Papá gentilmente me invitó a montar su rígida verga y le muestre que mi coño seguía siendo tan fogoso y estrecho como antes. 

De pie me iba a sentar sobre esa polla encorvada y disfrutar de ese incesante deseo que me subyugaba cada vez más. Él detuvo mi descenso y acercó sus labios hacía mi abdomen, dándole una tierna mordida a piel, fue bajando hasta que su boca quedara a centímetros de mi coño. Con solo sentir su aliento, me regocijé y de mi vulva ardiente, cayeron un par de gotitas de mis fluidos en su boca. Él se relamió y una sonrisa pícara se le forjó entre los labios, –“Me había olvidado de lo meloso que eran tus néctar, Princesita”- dijo.

Todo mi cuerpo ardía intensamente, mientras él pasaba su lengua por alrededor de todo mi sexo. –“¡Oooohh dioooooss!”- exclamaba, sujetándome de su cabeza y jalando de su fino cabello. El solo tacto de sus afilados dedos con mis labios vaginales, eran demoledores, hacían que anhelada ser brutalmente embestida y ser tratada como una perra. Sus suaves mordiscos y su abrazadora boca, me hicieron recordar lo puta y fácil que era, no ponía resistencia alguna, cuando un hombre de mi familia, me deseaba. 

Mi cabeza daba vueltas y mis piernas temblaban, no tenía la suficiente fuerza para poder seguir estando de pie, sin embargo, tampoco quería dejar de sentir ese placer que papá me daba. Me aferraba a él, para que continuara con su expedición en mi coño, hasta que encontrada el tesoro que andaba buscando. –“Ooohh… Oooohhh… Síííiiii… Sííii… Aaahhhmm… Hhhhmmm… Dios míooooo”- balbuceaba, hasta que él por fin jugó con mi clítoris. 

Si con tan solo los roces me hacía estremecerme y dar saltitos, cuando lo tomó, fue cosa de segundos para que acabara y experimentada la dicha más grande que jamás había sentido. Colapsé, derrumbando encima de él, con mi voz agitada le suplicaba que me cogiera, que me diera duro y me haga sentir su Princesita otra vez. Papá me susurró que eso haría, y mientras nuestras lenguas se entrelazaban, él lentamente iba clavando su gruesa verga en mi vagina. 

Al tener tan solo la mitad de esa robusta verga en mi interior, sentía que la tenía mucho más grande que antes, como si en esos años desde que dejamos de coger, se le había vuelto más gruesa. Joder, estaba demoliendo todo en mi interior y me llenaba como nunca, todo mi cuerpo se arqueaba por ese placer que papá me estaba dando. Sus embestidas no eran gentiles pero tampoco violentas, sus manos magreaban mi culo y me chupaba desesperadamente las tetas. 

–“Uuufff… ¡Papiii!... ¡Más, dame más polla!”- exclamaba moviendo mis caderas, para no dejarle todo el trabajo. Poco a poco sus estocadas se fueron haciendo letales y cada vez mis músculos aprisionaban su falo, lo quería solo para mí y que ya no lo compartiera con otra. Subía y bajaba de ese pollón con más rapidez, mostraba mi experiencia cabalgando, sabía que a papá le encantaba, porque empezó a alentarme, para que no me detuviera, al mismo tiempo que me nalgueaba.

Cada azote que le daba a mi culo, me producía un espasmo, que me hacía retorcer y bramar de placer. –“No pares Princesita, sigue así”- me decía, mientras hundía su rostro en mis pechos, con su corta barba, me raspaba la piel, pero me encantaba al igual que sus mordiscos o lamidas. Él soltó mi cola y volvió a amasar mis tetas con sus grandes manos, la forma violenta en que me las tocaba y pellizcaba, me hacía gemir como la perra más necesitada. 

Eché mi cabeza hacía atrás, sintiendo cómo mi cuerpo entero no paraba de estremecerse, –“¡Ooooohhh síííiiiiiiiiiii!”- grité, corriendo sobre el vástago de papá. Había pasado tiempo, desde la última vez que había tenido un orgasmo tan grande. Apenas tenía fuerza para mantenerme sentada sobre él, pero al mirar hacía la puerta, mis energías regresaron. En el umbral, estaba Leticia y Tatiana, con los ojos enormes, los parparos levantados y la boca abierta. 

Verlas tan sorprendidas me motivaron para continuar y enseñarle que papá era solo mío y ellas solo fueron un reemplazo pasajero. Moviendo mis caderas, seguí subiendo y bajando sobre esa polla que me llenaba completamente. Papá sacó su cara de mis senos y con una sonrisa juguetona se aproximó paulatinamente hacía mí. Sus labios se apoderaron de los míos, nuestras lenguas se trenzaron y nos compartimos nuestras tibias, dulces y lascivas salivas. 

–“Papi… ¿Soy tu Princesita?”- le pregunté, sin dejar de botar encima de él, –“Claro, Vanessa. Tú eres y serás siempre mi Princesita”- me contestó, ya estando cerca de su límite. –“Ooohh, papi… Venté, relléname el útero con tu leche”- manifesté, abrazándolo con fuerza. Él empezó a penetrarme más rápido, besándome el cuello, mientras que sus manos jugaban con mi recto. –“Aquí tienes la leche de papi, mi amor”- me murmuró, eyaculando una enorme carga. 

Ya no tenía fuerzas para seguirle el juego, entre besos a besos, caí rendida y satisfecha en la cama, cerrando los ojos con una sonrisa. Había logrado mi objetivo o eso creía, porque después de haber dormido un par de minutos, al abrir los ojos, me encuentro con una escena para nada agradable para mí. Papá estaba echado, todavía desnudo y con la polla nuevamente erecta, al lado de él, se encontraban Leticia y Tatiana, encueradas y lengüeteando la paleta de carne de papá de manera erótica y guarra.  

Leticia: Papi, dame por el culo ahora. 

Tatiana: No, papi me va a partir el orto a mí. 

Leticia: Tú ya lo hiciste con él, ahora es mi turno. 

Tatiana: Quiero hacerlo de nuevo. 

Dijo, llevando el tronco de papá hacía sus gordas tetas, él sonriendo interrumpió la pelea. 

Tomás: Oh vamos, chicas. Papá puede satisfacerla a las dos a la vez. 

Afirmó, besando a una y luego a la otra. Tragué saliva y no podía creer que papá después de la cogida que habíamos tenido, seguía encaprichado con esas dos. –“Pa-papá, ¿qué haces?”- le consulté acercándome a ellos. –“Veo que ya te despertaste Princesita”- declaró Leticia, –“Justo, cuando papi nos va a reventar el culo a pollazos”- aseveró Tatiana con una sonrisa de puta. Miré a los ojos a papá, con la esperanza que él les manifestada a esas zorras, que iba a continuar follando conmigo y me iba a llevar a su cuarto. 

Esa ilusión se apagó como una vela en una tormenta, al ver como las besaba de nuevo y luego le dijera a Leticia que preparada el culo porque iba a comenzar con ella. Fue una gran desilusión, el saber que desde ese momento tendría que compartir a papá con esas putas hasta la muerte. –“Vanessa… Vanessa… Vanessa”- escuchaba desde una lejanía, la imagen que tenía enfrente se fue haciendo difusa, hasta que desperté. Me encontraba echada en un sofá largo, al lado mío estaban mis amigas. 

–“Vanessa, ¿estás bien?”- preguntó Luz, afligida, –“S-sí…”- dije algo mareada y mirando hacía alrededor mío, hasta que mis ojos se cruzaron con los de Sophie. –“Hasta que por fin despiertas, Princesita”- dijo en un tono burlesco. Mi corazón se agitó, latía tan fuerte que llegaba a dolerme el pecho. Con la fuerza que aún tenía me levanté y me acerqué a esa hija de puta, quien me quedó mirando sorprendida, porque era la primera vez en que la miraba con tanto desprecio. 

–“Ven, conmigo”- le susurré, tomándole con fuerza la mano. Sophie no dije nada, solo se quedó perpleja, intentando explicarse el motivo de mi enojo con ella. La llevé a uno de los cuartos en donde solíamos grabar para alguna campaña publicitaria. –“¿Q-qué pasa, amiga?”- exclamó confundida, –“No me llames amiga”- le respondí seria y acorralándola en la pared. Sentía su miedo que salía por sus poros, temblaba queriendo explicar qué había hecho para molestarme de esa manera. 

–“Va-Va… Vane, ¿por qué estás enojada conmigo?”- preguntó, totalmente intimidada por mi mirada. –“¿Por qué estoy enojada contigo? ¿En serio lo preguntas?”- le dije riendo y controlándome porque si dejaba salir mi rabia, era capaz de cometer algún crimen. Ella como un cachorro humillado, solo movió su cabeza de forma afirmativa, –“Te follaste a mi papá y te quedaste embarazada de él puta”- le dije, barajando la mejor forma en que se alejada de mi padre junto a su bastarda, porque no tenía la intención de compartirlo, no como en esa pesadilla que había tenido. 

El rostro de Sophie cambió, dejó de ser uno amedrantado y pasó a uno incrédulo para luego reírse en mi cara. Su estúpida risa, me estaba haciendo perder la paciencia, quería abofetearla y arruinarle su carita bonita, pero antes que hiciera cualquier estupidez la zorra habló: –“Vanessa, yo no estoy embarazada de tu padre”- afirmó riendo, –“A Tomás no lo veo hace unas dos semanas creo”- añadió, calmando paulatinamente su risa, hasta quedar seria. 

Sophie: (Suspiro) Después de la ayuda de tu padre y tu madre, mi relación con Bernardo fue mejorando. Él ya no solo me ve como un simple objeto y hasta teme perderme, ¿sabes?, todo porque tus padres interfirieron y me sacaron de esa angustia en que me estaba ahogando. 

Dijo, sin una pizca de hipocresía. 

Sophie: Ahora soy una mujer más segura, gracias a la terapia que tu papá me dio y desde entonces, he complacido a Bernardo. Él queda loco cuando me transformó en una fiera a la hora del sexo y a mí me encanta dominarlo.

Yo: E-entonces… Tú… ¿Tú estás embarazada de Bernardo? 

Sophie: Así es tontita, y no te imaginas lo feliz que me pone eso, aunque tampoco niego, que me hubiese gustado que tu padre, fuese el que me haya dejado preñada. Hace un par de días, desconociendo de mi embarazo, me reuní con tu papá, porque mi cuerpo no lo había olvidado por completo.

Declaró con una risita irritante.

Sophie: Pero el cabrón puso fin a todo y ahora que sé que estoy embarazada, solo pienso en mi bebé, amiga. Por cierto, ahora entiendo porque tu madre es tan feliz al lado de Tomás. 

Me aparté de Sophie y sin comentarle algo, me fui de ahí. Tomé mi cartera y olvidándome que había ido para ser la modelo de una nueva marca de lencería, salí para regresar a casa, sin embargo, apenas di un paso fuera del edificio, choqué con alguien. Con lo distraída que andaba no me percaté de su presencia, así que me disculpé, pero al escuchar su voz y mirarlo sin prisas, me di cuenta que se trataba de Alexander. 
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