Confesiones Ardientes. Capítulo IV:

“La caída a la lujuria” 

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Después de haber descubierto el secreto de papá y la razón de su distanciamiento con el abuelo, estaba por las nubes. Por más que lo intentaba, no dejaba de flipar con la historia que me contó la abuela. Me sentía extraña, cada vez que recordaba el relato de ella, notaba como una corriente se paseaba por mi cuerpo. Estaba jodidamente excitada, pero no por querer o anhelar la verga de mi padre, sino por querer verlo con otra, era como si el fetiche que tenía mi madre, lo había heredado después de todo. 

Sin la presencia de Benjamín y Josefina, pude toquetearme mientras conducía a casa, pensando en las ocasiones que había visto a mi padre, follándose a mis amigas. Mezclaba esas imágenes con lo relatado por mi abuela, imaginándomela con un par de años menos y a papá de joven, cogiendo como dos animales en celos, que no temían en ser encontrados apareándose, mientras quebraban aquel tabú que una madre e hijo, no podían romper porque serían mal vistos por todos. 

Joder, estaba deseosa por ser testigo de un encuentro sexual entre una madre e hijo, aunque fuese tan solo una vez. Estaba tan sumergida en ese lascivo deseo, que por mi mente fetichista, se me pasó la imagen de Axel con mamá y su propia madre. Aparcándome desesperadamente, cerré los ojos y comencé a tocarme la vulva, fantaseando con algo que jamás iba a ocurrir, pero que en esos instantes, en mi cabeza iba a ser tan real, como era lo mío con papá. 

Era de noche y nadie estaba en casa, a excepción de Axel y mamá. Ella vestía con una lencería de color rojo y una bata de noche azulada, se veía tan pícara y sensual como siempre. Parada en el umbral de la habitación de Axel, lo miraba fijamente con sus ojos de felinas, mientras él se encontraba acostado en su cama, con el torso desnudo y una fina sabana cubría su cintura y piernas. –“Pasa algo, ¿mami?”- le preguntó mi hermanastro a mi madre, la cual se mordió los labios al notar que debajo de esa tela había una enorme erección. 

Ella caminó lentamente hacía donde él, sin decir una palabra, queriendo jugar, aunque sus pasos marcaban el ritmo de un deseo prohibido, uno que no debería existir, entre ellos dos. Mamá sin quitarle la mirada a su presa, colocó su dedo índice muy cerca de ella y lo subió hasta llegar a los labios de Axel, quien abrió la boca y atrapó el dedo de mamá, para chuparlo. –“Mami necesita compañía, hijo… Y por lo visto, tú también”- susurro ella, acostándose a su lado y jugando con su dedo, dentro de la boca de él.  

Al retirarle el dedo, una delgada pero viscosa hilaza de baba se extendió entre los labios de mi hermano y el dedo de mamá. Ella coqueta, se lo llevó a su boca, saboreando la cálida saliva de Axel y degustándola, mientras su mano izquierda palpaba la entrepierna de él. –“Mami, ¿te gustaría pasar la noche conmigo?”- pregunto él, con un evidente doble sentido en sus palabras, –“Claro que sí, bebé”- le respondía mamá, totalmente dominada por su libido. 

Ambos se miraron con complicidad, mientras mamá se acomodaba en la cama y se retiraba la bata, la cual dejo caer en el suelo. Mi hermano tratando de mantener la calma, flipó con los melones maduros de ella, a pesar de su edad, todavía los tenía firmes y poseía una figura que dejaba loco a cualquiera. Mamá levantó la sabana y se metió debajo de ella, para luego pegarse a Axel. Sus grandes senos rodearon el brazo izquierdo de él, a la vez que con sus manos lo abrazaba.

El aroma a joven y salvaje que desprendía mi hermano, seducía a mi madre, la cual cerraba los ojos para respirar hondo y mantener ese olor grabado en su retina. Mi hermano empezaba a sentir como su temperatura corporal subía y unas gotas de sudor se hacían presente en su cuerpo. En tanto, su verga que ya estaba con una erección antes de que ella llegada a verlo, se hinchaba todavía más de lo que estaba y parecía un fierro ardiendo, que quería derretir cualquier cosa que se le cruzada. 

Los siguientes minutos para los dos, fueron incomodos y lleno de morbo, pues el solo roce de sus pieles, encendía sus lujuriosos deseos carnales. Axel que por unos minutos dudó en tocar la cintura desnuda de mamá, finalmente se decidió  hacerlo y sus yemas sudorosas, acariciaron tiernamente la piel de mamá, la cual parecía quemarse ante esas cortas y tímidas caricias. Ella soltó unos pequeños suspiros, que solo aumentaron la tensión que había en el ambiente y que ellos dos se desearan más que nunca. 

Continuaron con aquel silencio incomodo, sin darse cuenta que paulatinamente, sus labios se aproximaban y cada vez pensaban menos en la relación de madre e hijo que tenían ambos. Lo que había iniciado como un coqueto juego, se estaba transformando en un irresistible anhelo. –“A-Axel… ¿Qué haces?”- preguntó mamá, al percibir los dedos de mi hermano, sobando sus glúteos. Él no le dijo nada, pero con sus ojos la desnudaba y devoraba. 

Mamá trató de luchar contra la tentación y calmar las cosas, sin embargo, solo bastó un ligero roce con esa vara de carne, para que su mente se nuble y solo piense en cruzar aquella línea. Sus manos temblaban e intentaba balbucear algo, no obstante, cuando quiso decir que mejor se iba, ya era muy tarde, sus manos habían atrapado el tronco de Axel y lo masajeaban con mimo. –“¡Aaaahh!”- suspiró mi hermano, mientras se retorcía de placer y amasaba esas nalgas. 

Mi hermano fue tomando más valor y sus dedos se filtraban dentro de la braga de mamá. Con sus yemas acariciaba el delicado y precioso ano de ella, provocando unos cortos jadeos. Mamá se mordió los labios y entendió que ya no había vuelta atrás, que todo debía concluir con una cogida, para que ambos estuvieran conforme. Por ese mismo motivo no intentó buscar alguna excusa, para que se detuviera, sino que siendo directa, le susurró a mi hermano que, a pesar de que sabía que no debían tener sexo, ella quería hacerlo. 

–“¿Y tú quieres hacerlo, bebé?”- le consultó colocándose encima de él, sin soltarle la verga y prácticamente mordiéndole los labios. –“S-s-sí…”- contestó Axel en un pequeño murmuro, a la vez que con sus dedos palpaban ese orto fogoso. Ninguno lo dudo más y se comieron la boca en un largo y apasionado beso, en donde sus lenguas se entrelazaban de una manera guarra y provocaban un ruido obsceno y estimulante. Como si un caramelo de miel se derretía entre sus labios, continuaron pegados. 

De un jalón Axel le quito el calzón a mamá y no tardó en sacarle el sostén, dejándola en pelotas, como la había deseado tantas veces. Ella era la mujer de su padre, la madre de sus hermanos, sin embargo, el deseo por una hembra de deslumbrante figura, era más fuerte que la moralidad o la razón. –“¿Te gusta cómo te beso, mami?”- interpeló recorriendo la piel suave de mamá con sus manos sudorosas. –“Me encanta, mi niño. Lo haces igual que tu padre”- le respondió ella, sobando su tranca con su empapado coñito. 

April: Sabes que estos está mal y deberíamos parar, ¿verdad?

Dijo mamá, todavía saboreando su boca por ese fogoso beso que se habían dado. Ella no buscaba detener ese acalorado encuentro, solo quería confirmar que él no se iba a arrepentir una vez que fueran más lejos. 

Axel: Lo sé, mami. 

Contestó mi medio hermano, magreando el culo de mamá.

April: Bien, porque no quiero que lloriquees, cuando entierre tu pollón en mi coñito, hijo. 

Expreso ella, totalmente entregada a la lujuria y jadeando por los dedos que se untaban en su perfecto trasero maduro. Nuevamente se besaron, como dos desquiciados, dejando atrás la relación de madre e hijo que habían forjado en esos años. Los labios de mamá buscaban desesperadamente consuelo en los de Axel, mientras que sus manos masajeaban con delicadeza y rapidez la verga de él. Al separar sus bocas, sus alientos ardientes se mezclaron. 

Las enormes y esponjosas tetas de mamá se restregaban suavemente contra el firme y duro pecho de mi hermano. Impregnándolo con su meloso y estimulante olor, a la vez que pequeñas gotitas de sudor caían sobre el cuerpo de Axel, como la esperma de una vela. 

Axel: Dios mío, mamá… Tu boquita es todo un manjar, del que no me gustaría dejar de comer…

Susurró mi hermano, mordiéndole los finos labios a mi madre, mientras tanto ella, se estremecía con cada roce que se daba su vulva, con la estaca empinada de mi hermano.

Axel: Ahora entiendo porqué papá no quiere estar con otra mujer… Si tú eres una delicia mamá y posees un cuerpazo único y envidiable.

Complemento él, entrelazando su lengua con la de ella, una vez más. Apropiándose de la saliva de la mujer de su padre y a quien veía como madre. Los pequeños bramidos que soltaba mamá por las caricias que recibía, eran los gritos de una perra en celos, que se moría de ganas de follar con ese jovencito al que amaba como hijo y siempre lo vio con ojos de mamá. Pero todo eso quedaba en el olvido en esos minutos, en donde la cordura no predominaba y el tentador deseo carnal, si lo hacía. 

Unos hilos de saliva caían por la boca de ambos, se quedaron miraron con la llama libidinosa que los poseía en ese instante. Pequeños y abrazadores besos por sus cuellos se dieron, tiernamente él le mordió su tierna piel y dejaba marcado sus dientes en ella. En tanto mamá, clavaba sus largas uñas en la carne de él y lo hacía chillar entre dolor y gozo. Sin dar ningún aviso, ella llevó esa tranca joven hacía su experimentado coño, y lo hizo desaparecer dentro de ella, aprisionándolo con fuerza.  

–“Aaaahhh… Jo-jo… ¡Jofder!”- exclamó mamá, al clavarse toda la vigorosa polla de mi hermano en su interior, revolviendo sus entrañas con ella. Axel no era capaz de articular una palabra de lo bien quien se sentía estar dentro de mamá y el regocijo que experimentaba por estar haciendo algo prohibido, pero que soñó muchas veces. –“Uuugghh… Hi-hijo… Ven y dale amor a mami”- declaro, moviendo ligeramente sus caderas y sus tetas dando pequeños brinquitos. 

Axel se encontraba anonadado ante esos bailarines pechos y extasiado por lo ajustado que era el coño de mamá. Ella arqueando su espalda y levantado su mirada al techo, empezó a cabalgar con más fuerza. –“Oohh, sí, sí, sí…”- exclamó ella con su voz entre cortada y alargando la última vocal. Lentamente mi hermano fue despertando de su letargo e incorporándose a ese salvaje e impuro deseo. Los labios de Axel rodearon el pezón izquierdo de mamá, al igual que su aréola de circunferencia perfecta. 

Él estaba como una pequeña cría que se aferraba a la mama de su madre, para poder alimentarse en sus primeros días de vidas. Mientras que a la otra, la amasaba con ternura y sensualidad. –“Uuggh…Dioooss…Sigue así, bebé”- balbuceaba mamá, clavando sus garras en la piel de su hijastro y desgarrándola con sus rasguños. Estaba desatada y todo se hizo más intenso, cuando Axel, comenzó a acariciar las nalgas de ella, ya que no tardó, en colocar sus dedos entremedio de ellas y sobar ese recto abrazador. 

–“¡Más, más, más!... Dale más amor a mamá, bebé”- expreso ella, agarrando con sus delicadas manos, el rostro de mi hermano, quien le dejó de chupar la teta, para enroscar su lengua con la de ella, otra vez. El intercambio de baba, cada vez se hacía más lascivo entre los dos, y sus alientos sofocantes parecían dos pequeños torbellinos que colisionaban. El ritmo de sus caderas y pelvis, eran infernales, ensordecedores y estimulantes. 

Mamá tenía un crucigrama en su cabeza, era la primera vez que le era infiel a papá, la primera vez que tenía una verga que no fuera de él, pero sin duda lo peor, era que con quien cometía aquel adulterio, era nada menos que su hijastro. A pesar de tener un sentimiento que la agobiaba, no podía detenerse y quería que él le siguiera revolviendo las entrañas. Por eso se empalaba una y otra vez, haciendo que los huevos de Axel chocaran contra su culo e hicieran un ruido obsceno. 

Mamá estaba tan cachonda que no podía dejar de subir y bajar por ese mástil. Sentía cómo su coño era rellenado como a ella le encantaba. Cabalgaba sin parar ni un segundo y no dejaba que saliera el pene de su hijastro de su cueva húmeda y fogosa, hundiéndolo con violencia en su chocho, con cada sentón que daba. Lejos de querer parar, ella continuaba brincando sobre esa verga robusta y regocijándose del gusto. Estaba descubriendo que le gustaba ser una perra y que otro le partiera el coño en dos. 

–“¡Ooooohh Dioooooooosss!”- volvió a aullar, sin dejar de moverse de manera salvaje. No quería soltar la gruesa polla de su hijo, por lo que sus músculos fueron tensándose y apretando cada vez más. Después de unos siete minutos en los que no dejó de botar sobre esa tranca, empezó a bajar el ritmo. Axel instantáneamente comprendió que le tocaba a él llevar el ritmo. Sin darle un segundo de descanso, la abrazó y comenzó a arremeter contra ella, con embestidas profundas.

Mamá se estremecía con cada pollazo que recibía. Agitada, suplicaba por más, mientras Axel se perdía entre sus gordos pechos. Ella notaba como la verga de mi hermano sufría de espasmos y se hinchaba, solo era cuestión de minutos, para que él eyaculada dentro de su vagina. El solo pensar que iba a recibir la descarga de otro hombre, que no fuese su esposo, le producía mil emociones. Se hallaba tan sumergida en la lujuria que quería sentirse sucia y manchada por el semen de otro. 

–“Aahh… Sí, nene… Sí… Machaca el coño de mami”- expresó, mordiéndole los labios y enloqueciendo en un placer que jamás había soñado experimentar. Axel no era mejor que papá, pero el morbo que se generaba por estar teniendo sexo con él, hacía que su cuerpo ardiera en las llamas del pecado lujurioso y se derrita en un deleite infinito. Ella levemente, giró su mirada hacía la ventana, observando en ella el reflejo de sus dos cuerpos copulando como animales en celos. 

Sus gordas tetas bailaban en el compás de las estocadas que recibía y mi hermano ansioso se sumergía en ellas, intentaba atraparlas con la boca. La piel bronceada de Axel contrastaba con la tez blanca de mamá, la cual brillaba por el sudor y su pelo rubio se agitaba al son de las embestidas. –“Ooohhh, be-bé… No pares y destroza el coño de mami”- dijo con la voz entrecortada y dejando su lisa espalda arqueada, mientras su vagina se tragaba todo el miembro de su hijastro. 

En los ojos de mamá, no había ni una pizca de arrepentimiento en ese momento, ella bramaba y sacudía sus caderas como una autentica zorra. Sintiendo como su cuerpo entero temblaba y se estremecía, cerró los ojos, para dejar salir un fuerte aullido, acompañado de un fuerte orgasmo que la hizo convulsionar. Su néctar embadurnó totalmente el falo de mi hermano y el resto cayó sobre la cama, dejando su marca entre las sabanas, con las cuales Ignacia solía cubrirse en las noches.

Jadeando, mamá volvió a aproximarse a los labios de Axel, para probar aquella lasciva saliva, que había estado probando durante toda la noche. A pesar de lucir sin la fuerza suficiente, para seguir, ella no paraba de subir y bajar de la tranca de él. A un ritmo lento, pero suficiente para que Axel se rindiera ante ese coño maduro, que contraía sus músculos, dándole un apretón, imposible de resistir. Mientras le llenaba la vagina con su espesa y caliente leche, apresaba a mamá con sus brazos y no dejaba de retorcer su lengua con la de ella. 

Una vez que todo el semen de Axel estaba impregnado en el útero de mamá, ella suspiró de satisfacción y cayó batida a un costado de la cama. Ambos recuperaban el aliento, a la vez que se acariciaban y se besaban de forma guarra. –“Mami, prométeme que esta no será la única vez que lo haremos”- manifestó Axel, pasando suavemente sus dedos por la espalda sudada de mamá. –“¿Qué hay de Ignacia?”- consultó ella, mientras le sobaba la polla. 

–“Ella, no tiene por qué enterarse de lo que hacemos, mamá”- le contestó, dándole un dulce piquito. Los carrillos de ella se tornaron en una tonalidad rojiza y en sus labios brotó una sonrisa. –“Eso quiere decir que, ¿te gusta hacerlo más con mami que con tu propia novia?”- interpeló de forma coqueta, rozando sus finos labios con la boca de él, dejando su miel en ella. –“Claro que sí… Si eres mi mayor anhelo y deseo”- le susurró, abriendo sus labios para recibir la lengua invasora de ella.  

–“Bueno, entonces desde ahora, tendremos un secreto. Uno del que debemos procurar que nadie se entere, principalmente tu padre, él jamás debe saber de esto, ¿ok?”- dijo mamá, enganchando su lengua con la de él y preparándose para continuar con esa juerga sexual, que no tenían planeado en concluir, hasta dejar completamente sus cuerpos satisfechos. Todo mi cuerpo tembló, mientras mi aliento me sofocaba y me era difícil poder respirar con normalidad. 

La tenue luz del sol, penetró por mi ventana, era tan intensa que me obligó a salir de mi mundo de fantasía. Lentamente fui abriendo mis ojos, para contemplar que tenía el asiento todo empapado por mis flujos. No me reconocía, me sentía sucia y una pervertida por haber imaginado a mi madre con mi hermano teniendo sexo. Me acomodé la ropa y traté de dejar todo en el olvido, para continuar con mi ruta y regresar a casa, algo que no me tomó más de 45 minutos, ya que conduje lo más rápido posible. 

Y vaya sorpresa me llevé al llegar a casa. Mi mente quedó en blanco como un lienzo con el que recién iban a usar para trabajar. Las palabras se transformaron en un verdadero crucigrama, que no tenían respuestas en mi cabeza y lo único que podía hacer, era asombrarme y preguntarme qué había pasado, para que aquella imagen que presenciaba se diera. Y es que mi padre, se encontraba de pie, desnudo y con su verga erecta, mientras que Sophie, se encontraba en pelotas, arrodillada frente de él y se la chupaba con deseo. 

Si hubiera podido pegar un grito lo hubiera hecho, pero igual que la primera vez que presencie a ambos teniendo sexo, en la oficina de papá, me quedé tiesa y con la boca abierta. Sophie parecía una vulgar zorra callejera, de esas que se venden por cualquier cosa con solo tener una polla empotrándola. Sus labios recorrían la vara de carne de mi padre, mientras sonreía pícaramente y se embriagaba con el fuerte sabor de mi papá. Él por otro lado, se quejaba de gozo y la alentaba para que siguiera comiéndole la verga. 

Tomás: Uufff… Soff… Que boquita más espectacular, tienes. Sigue mamándola, por favor. 

Sophie: Lo que usted ordene, papi. 

Dijo la muy desgraciada con la evidente intención de arrebatarme mi lugar, como la Princesita de papá y su segunda mujer. Un trono que me había costado mucho poseer y que en ese instante era usurpado por esa traidora. A pesar de que estaba molesta, una parte de mí, estaba disfrutando de aquel encuentro entre mi padre y mi amiga, además debo admitir que ella sabía cómo mamarle la verga a papá. Sus labios aprisionaban correctamente el delicioso tronco de papá y lo hacía desaparecer, sin mucho esfuerzo. 

Mordiéndome los labios y acariciando tiernamente mi vagina, continué espiándolos, con la incertidumbre, de hasta dónde llegarían. Ella retirándose la daga de papá, dejó caer sobre sus pechos, saliva mezclara con el líquido preseminal que él le había dado. Sophie, pasó su lengua por sus labios, catando así aquel sabor explosivo. Por la cara que puso, supe inmediatamente que la muy puerca le encantaba saborearse la boca, después de haber tenido el miembro de papá en ella. 

Tomando entre sus manos el pene de mi padre, se golpeó la cara, como la puta más barata de la esquina. Su sonrisa caprichosa, me decía que, aún tenía intención de seguir devorando la polla de papá. No obstante, si bien le dio un par de lamidas al falo, Sophie fue por los dos huevos gordos y cargados de mi padre, con su lengua los embadurnó en baba y con unas ganas que nunca había visto antes, se los metió en la boca, como si fueran un par de chocolates que se deshacían en su boca.

No comprendía porque esa imagen me colocaba tan cachonda y ansiosa de seguir viéndolos dándose placer. Pesé a que estaba celosa, era incapaz de aproximarme a ellos e interrumpir esa morbosa escena. Tenía claro que hablaría después con mamá e iba pedirle explicaciones del porqué papá seguía jugando con Sophie, si debía ser yo, la única que se repitiera para satisfacer a papá y ninguna otra, tomaría mi lugar. Mientras pensaba en ello, seguía tocándome y auto complaciéndome, sin apartar los ojos de ellos dos.
 
–“Joder nena… Si que has mejorado en el sexo oral… De seguro vuelves loco a tu novio”- afirmó papá, jadeando y con su verga lo más dura posible. Sophie no le contestó de manera inmediata, sino que se tomó el tiempo para degustar aquel salado y fuerte sabor de los huevos de papá. Luego de eso, sonrió y al ir colocándose de pie, comenzó a murmurar unas palabras, que por la distancia no oí con claridad, pero estoy segura que, le dijo que solo a él le comía la verga, porque papá sonriendo le contestó que, no debía ser mala con Bernardo y dejarlo sin gozar de sus mamadas. 

–“No es que sea mala, sino que solo me encanta mamártela a ti”- le dijo, dándole un piquito. Papá no supo que responder, se quedó callado por unos largos segundos, pensando seguramente en lo que debía decir. En tanto ella, empezó a mordisquearle el cuello y la oreja, esperando que mi padre la tomara y la hiciera gemir como la puta que era. –“Sophie, solo acepté darte una terapia especial más, porque prometiste que ibas a intentarlo con tu novio”- manifestó papá, rompiendo el silencio que se había creado. 

Mi amiga rio, como si de un chiste le hubieran contado o más bien, como una pequeña niña que hacía una maldad. –“Mentí”- declaró, con una sonrisa traviesa tallada en sus labios, –“No puedo hacerlo con Bernardo, después de haberlo hecho contigo. Mi cuerpo solo te desea a ti, Tomás”- agregó, volviendo a besarlo, pero no de forma breve, sino larga y apasionadamente, como si quisiera arrancarle la lengua en esa ferviente batalla campal que iniciaba. 

Papá sabía que estaba metido en un lío, sin embargo, no podía resistirse a esa exótica boca con la cual compartía saliva. Poco a poco fue cediendo al capricho de Sophie y sus manos acariciaban tiernamente la piel acaramelada de mi amiga. Ella con solo sentir las yemas de mi padre, explorando su figura, se estremecía y arqueaba su espalda. No mintió cuando dijo que su cuerpo solo lo deseaba a él, pues, por sus reacciones daba la impresión que era así. 

Su cuerpo estaba en llamas, sus pezones duros y su vulva brillaba de lo empapada que estaba. Al desprenderse de los labios de papá, ella lo miró con un rostro de niña traviesa, esperando que él le diera su castigo, que la azotada con esa gorda verga que poseía y la hiciera aullar cómo ya estaba acostumbrada a hacerlo. Papá titubeó en seguirle la corriente, porque Sophie estaba cada vez más encaprichada a él y no entendía que el juego había llegado a su fin. 

A pesar de eso, él tampoco era capaz de resistirse a los encantos de mi amiga, y parecía estar sufriendo por no darle lo que ella buscaba. –“¿No piensas en castigarme, papi?”- expresó ella, obligándolo a actuar y que piense menos. Suspirando y cerrando los ojos, él intentó alejarse de ella, no obstante, su cuerpo se movió por su propia cuenta y sin que se diera cuenta, su dedo pulgar se encontraba dibujando en círculos, en el clítoris de mi amiga. Sophie empezó a temblar y liberar pequeños bramidos. 

Papá quedó asombrado por lo que hacía, pero no podía detenerse, estaba enganchado a ella y le perteneció en esos minutos. –“Soff… Sabes que esto debe acabar aquí… Que tú y yo no podemos seguir cogiendo”- dijo todo nervioso, mordiéndose los labios para no caer ante sus impulsos libidinosos. –“¿Por qué no?”- interpeló mi amiga, –“A ti te encanta hacerme ronronear y a mí me enloquece ser puta y que me des como una yegua”- añadió con su mirada hipnotizante fija hacía donde él.  

–“Porque te vas a casar y no puedes ser una perra infiel”- le contestó papá, sin darse cuenta si lo que decía era coherente o no, ya que solo ansiaba clavar su polla en la vagina de mi amiga. –“Aahh… Lo seré… Y si tanto te preocupa, no me casó y me transformo en tu amante, Tomás”- murmuró ella, mordiéndole su lóbulo y rozando sus húmedos labios vaginales con la cabezota del miembro de papá. –“Ooohh, Sophie, no me hagas esto. Follemos por última vez y luego actuemos como si esta terapia jamás ocurrió”- afirmó desesperado. 

Sophie: ¿Por qué quieres que sea nuestra última vez, si te gusta tanto?

Tomás: Ya te lo dije, porque te vas a casar. Y nuestra terapia, solo fue para levantar tu autoestima, demostrarte que era una buena amante y complacer a mi esposa. 

Sophie: Y lo hiciste, Tomás. Me abriste los ojos, me enseñaste qué era recibir placer y darlo. Además, si buscas una culpable esa es tu mujer, fue quien orquestó esto y por eso creo que merezco ser la dueña de este garrote.

Declaró, enterrando la punta de la polla de mi padre en su ferviente y hambriento coño. Papá sufrió de unos espasmos, no creí poder verlo tan débil ante una mujer que no fuese mamá. Se encontraba realmente embrujado por la zorra de Sophie y pese a que aquello me frustraba, me quedé quieta, expectante de lo que podría suceder. 

Sophie: Vamos, papi. Sé que te mueres por enterrarme toda tu vergota y hacerme chillar. 

Le dijo, con una sonrisa que reflejaba su seguridad en ese momento, mientras que mi padre, tenía un rostro afligido y casi derrotado. 

Sophie: Uuuhh… Solo debes empujarlo y disfrutar de mi coñito, que desde ahora solo será tuyo. 

Por los gestos, sabía que papá, solo quería reventar a mi amiga, pero al mismo tiempo, se negaba a caer en su hechizo y transformarse en su amante. Aquello que lo mantenía firme ante la lujuria, era la imagen de mi madre, estaba segura que en esos segundos, él pensó en mamá, la cual le daba fuerza para que resistiera a esa tentación tan dulce que tenía frente. Cerrando los ojos por unos breves instantes, él logró apartarse de Sophie y negarle su pollón. 

Ella quedó desconcertada, no se esperaba esa derrota, menos cuando tenía todo a su favor para quedarse con la verga de papá, como trofeo. Él comenzó a recoger su ropa e hizo lo propio con el vestido de mi amiga, para pasárselo y pedirle que se vistiera. Sophie se rehusó, sin embargo, ya no tenía a papá bajo su influencia y si quería ser empotrada por él, debía aceptar las condiciones con las cuales se había efectuado ese encuentro. Es decir, follar por última vez y rememorar aquellas cogidas en su memoria, porque no iban a volver a ocurrir. 

–“Ok, tú ganas. Hagámoslo por última vez, pero no me dejes con estas ganas, cabrón”- afirmó ella con cierta exasperación en su voz y aferrándose a él, para que no se vistiera. Papá suspiro, mientras le tocaba con ternura la nuca, como si la consolara, –“Es por tu propio bien”- murmuró él, explicándole que jamás cambiaría a mamá, por otra mujer, aquellas palabras debieron doler, aunque todo quedó rápidamente en el olvido, ya que la besó y le preguntó en qué posición quería hacerlo. 

La muy hija de puta, dejó de lado su orgullo golpeado y le pidió a papá que le cumpliera una fantasía. Él atónito le consultó, qué fantasía era esa y ella sonriente, le manifestó que era hacerlo en mi cuarto. Quedé paralizada al oír eso y la sangre me hirvió, no podía creer lo guarra y desgraciada que era Sophie, sin embargo, lo que más me dolió fue que papá le cumplió su petición. Cargándola la llevó hasta mi habitación y yo en vez de detenerlo, me oculté como una rata miedosa. 

En silencio, me cuestioné mi actuar, no supe porque estaba dejando que todo eso pasada en mis narices y no hacía algo al respecto. Tampoco porqué tenía mi mano raspando mi coñito, si se suponía que todo eso me molestaba. Titubeé por unos minutos y al final decidí subir, sin saber si iba a interrumpir aquel encuentro entre papá con Sophie. Al ir subiendo, ya escuchaba levemente los gemidos de mi amiga y al quedar frente de la puerta, sus jadeos parecían retumbar en mis oídos. 

Eran tan fuertes y desgarradores, que se me erizó la piel. Me sentí abrumada y a la vez excitada, una parte de mí, quiso abrir la puerta para disfrutar de la cogida que le estaba dando papá a Sophie, por otra parte, se planteó entrar y detenerlos, reclamando a papá como mío. La cabeza de daba vuelta, mientras ellos continuaban dándose placer y entre los bramidos de mi amiga, escuché claramente, el ruido que causaba su húmedo chocho al ser penetrado por el pene de papá. 

–“¡Oooohh… Síííi! ¡Así, papiiii! ¡Dios… Que rico!”- balbuceó Sophie con pasión, disfrutando de lo que fue su última cogida con papá. Tragando saliva me armé de valor para girar la perilla y abrir levemente la puerta. Lo hice de la manera más suave posible para así apreciar lo que ocurría en mi habitación. Mis pupilas se dilataron, al observar que papá tenía en cuatro a Sophie, y la empotraba con una vehemencia que me hacía estremecerme. 

Mis piernas temblaron y noté como un fluido descendía por mis muslos, por solo ver el rostro obsceno de mi amiga. Papá le besaba el cuello, mientras le amasaba las tetas y ella aullaba de gozo. Perdió la fuerza de sus brazos y dejó su cabeza apoyada en la almohada, suspirando y gritando la muy puerca que la verga de papá debería pertenecerle. Él no le dijo nada, pero a cambio le daba más duro, como si quisiera que ella recordada por toda su vida, esa follada. 

Por unos segundos pensé en desvestirme y unirme a ellos, que papá me diera de esa manera tan frenética y compartir unas acaricias con Sophie. Sin embargo, me di cuenta casi de manera inmediata, que sería inútil tratar de hacerlo, porque ellos estaban absorto en lo que hacían. Eran como dos animales que se apareaban y no escuchaban o veían lo que sucedía a su alrededor. Sus labios se encontraron y se dieron un lascivo y baboso beso. 

Desde el ángulo en que me encontraba, pude apreciar cómo sus lenguas se enganchaban y lujuriosamente compartieron sus salivas. Sentí que me iba a desmayar de tanto placer que experimentaba, al morder mis labios, maldije a mamá por haberme heredado ese fetiche tan libidinoso. Quedando sentada en la puerta, jadeé al mismo tiempo que lo hizo Sophie y como si estuviéramos sincronizada, balbuceamos lo mismo. –“¡Mááaass… Papiiii!… ¡Máááaaasss!”- dijimos antes de corrernos. 

Los jugos de mi amiga empaparon mis sabanas, dejando su marca en ellas, como su sudor y olor. Mi padre sacó su polla embadurnada de ese fogoso coño, lucía inmensa y muy apetitosa. Estaba palpitando con sus venas marcadas y solo bastó que la dejada reposando en las posaderas de Sophie, para que eyaculara en ella, bañándola con su leche. Papá tras eso, quedó sentado, apoyando su espalda contra la pared, mientras recuperaba el aliento después de esa cogida que había tenido.

Sophie por su parte, quedó echada en mi cama, agradeciéndole a papá por esa increíble follada. Luego de unos minutos, ella se levantó y se aproximó hasta donde estaba papá, para chuparle el capullo y limpiarlo del resto de semen que había quedado. Su lengua se movió como si estuviera comiendo un helado de crema. A pesar de que el pene de papá había perdido su vitalidad y estaba casi flácido, Sophie lo disfrutaba y poco a poco volvió a tensarse, por esas lamidas que ella le daba.

Dejándola reluciente, le dio un beso en la cabeza y se apartó de ella, aun cuando no quería hacerlo. Sophie se vistió al igual que papá y salieron de mi habitación. Para que no me vieran, me oculté en el baño y desde ahí, los observé bajar las escaleras y dirigirse a la salida. Sigilosa, salí de mi escondite y baje al primer piso para escuchar su despedida, tenía curiosidad de cómo cerrarían su pequeña aventura que tuvieron. Al quedarme relativamente cerca de ellos, escuché la voz de Sophie.

Sophie: Es una lástima que esta sea nuestra última vez, pero no voy a obligarte a tener algo más conmigo. Me quedó claro, que a pesar de disfrutar lo nuestro, sigues prefiriendo a tu mujer. No obstante, cuando necesites un coño o un culo, sabes que puedes llamarme y yo encantada te voy a satisfacer. 

Tras expresar eso, le dio un beso y se fue, dejando a papá anonado. Él se tocó los labios y se quedó ahí quito por unos minutos, cuando cerró la puerta, suspiró amargamente y en su rostro podía ver cierta angustia. Él sin darse cuenta de mi presencia, se dirigió al baño, para tomar una ducha. Yo después de haberlo visto coger con otra en mi cama, estaba encendidísima y anhelaba tener su polla entre mis manos, para tocarla y luego comérmela como la puta de mi amiga.

Así que me dirigí hasta el baño, para poder saciar ese hormigueo que me estaba enloqueciendo y matando. Papá no suele ser muy descuidado, pero ese día, tenía claramente la cabeza en otro lado, ya que dejó la puerta del baño, sin seguro, por lo que entré a hacerle compañía. Me deshice de mis prendas lo más veloz que pude y me acerqué a él, cautelosamente, como una leona que se prepara para atacar a su presa. Me pasé lengua por los labios, mientras observaba cómo el agua cubría su precioso cuerpo. 

Su polla estaba dura como una roca, apuntando al techo con una corvadura que la hacía lucir más deliciosa, las venas que rodeaban el falo, la hacían imponente. Solo con apreciarla, mi vagina se había humedecido todavía más de lo que ya estaba. Babeaba y ardía con desesperación, necesitaba que esa enorme tranca la aliviada. Estando a solo centímetros de distancia, me anime a agarrar con mis suaves manos el pene de papá, el cual parecía colocarse cada vez más grande. 

Él al percibir mi presencia, dio un pequeño brinco del susto, para luego sonreír nerviosamente. –“¡Hi-hija!…”- exclamó aun inquieto, mientras mis tetas se esparramaban en su espalda y apoyando mi mentón en su hombro, dejando mi boca al lado de su oído. –“Te falta lavarte aquí, papi”- le dije de manera coqueta, mordiéndole la oreja, a la vez que apretaba ese tronco grueso. Él gimió fuerte, pero no me pidió que me detuviera, al contrario, me permitió hacerle todo lo que yo quisiera, como si fuese mamá. 

Mis manos se deslizaron por ese garrote y también por esos huevos, retirando cualquier esencia de Sophie que aun tuviera. Quería saborearla, sin que mi paladar detectada el sabor de esa zorra, por lo que fui bruta, sin embargo, papá no me dijo nada al respecto, era como si le gustase lo que le hacía, pues de su boca solo salieron quejidos de placer. Apoyó sus manos en la pared y sus jadeos se hicieron más intensos, podía notar cómo su verga palpitaba entre mis dedos, era cuestión de tiempo que eyaculara. 

Ver esa faceta de papá me cachondeaba más y más, jamás pensé que él podía actuar de manera tan dócil, de seguro, solo mamá puede hacerlo actuar así y yo que me aproveché que tenía la guardia baja. –“¿Te gusta cómo te lavo, papi?”- le pregunté con una sonrisa juguetona, pues estaba disfrutando estar dominándolo. –“S-sí… Va-Vanessa”- balbuceó él con mucho esfuerzo, girando su cabeza para que nuestros labios se encuentren y se fundan en un acalorado y apasionado beso, mientras su pene disparaba leche como si fuese un géiser.  

Su semen estaba por todo el baño, habíamos hecho un desastre, pero eso no importaba en ese instante. En mi cabeza miles de ideas y cosas que no había hecho con papá, fluyeron como espuma, eran tantas que, no supe por cuál iniciar. Su miembro iba perdiendo la rigidez que tenía, por lo que tuve que pensar rápido, para mantener esa polla erecta y a papá cachondo, para que pudiéramos seguir jugando. Mi mano izquierda quedó sobando su pija, mientras que con la derecha, subí por su abdomen hasta llegar a sus pezones y pellizcárselos.

Él bramó como un chaval inexperto, que experimentaba su primera vez con una puta que estaba obsesionada con su verga y no quería dejarlo ir. Continué jugando con sus pezones, mordiendo su lóbulo, besándole el cuello y dejando mi marca en él, esperando desaparecer las de Sophie. Su polla nuevamente estaba hinchada, de su cabeza brotaba un sinfín de líquido pre seminal, me moría de ganas por agacharme y devorarle toda esa jugosa la tranca, no obstante, sabía que si lo hacía, iba a dejar de dominar a papá. 

Con mucho esfuerzo me resistí a la tentación de ese sabroso manjar. Por el ritmo que llevaba, sentí que él iba a acabar otra vez, pero no quise dejarlo totalmente vacío sin que me diera una buena cogida, por lo que solté su polla y dejé de pellizcar sus pezones, para colocar mis manos sobre su cintura, y le murmuré: –“Papi… Permíteme hacerte algo más y luego empótrame, castígame y reviéntame todo lo que tú quieras”-, él jadeando me quedó mirando a los ojos, por lo que tomé aquello como un sí. 

Mordiéndole los labios y después relamiéndolos, comencé a darle piquito por su espina dorsal, estremeciéndome por el capricho que iba a darme. –“Va-Vanessa… Ca-calma…”- expresó papá, recuperando sus fuerzas y volviendo a ser el mismo de siempre, sin embargo, ya era tarde para que me detuviera, estaba totalmente sumergida en mi lujuria. Por más que él me gritada no iba a detenerme, además, solo iba a darle más placer, así que al final iba solo agradecerme.

Quedando frente de su trasero, no lo pensé dos veces y me hundí en esos firmes glúteos, para darle mimo a su recto con mi lengua. No tardé en oír sus chillidos de gusto y sentir que se regocijaba. Papá no es un tipo conservador, de seguro había dejado que mamá le diera una comida de culo, más de una vez, no obstante, solo a su Princesa, le daba ese privilegio, después de todo, ella era su mujer, por lo que las otras teníamos que conformarnos en ver su lado dominador y no dócil. 

Mi lengua daba vuelta por su ano, sentí que estaba en cielo, por estar haciendo algo que jamás otra mujer que no fuese mamá, habría hecho. Sus aullidos se fueron haciendo más intensos, lo que me hizo mucho más feliz. Con una de mis manos acariciaba su verga y con la otra mi coñito que, pedía a gritos ser embestido. Con mis dedos, calmé esa tempestad que tenía en mi entrepierna, a la vez que sentí a papá retorcerse de placer y su verga a punto de volver a estallar. 

Estaba ansiosa por ver que se corriera por tener mi lengua dentro de su esfínter y al mismo tiempo que me castigada por haber sido una chica traviesa. Papá no aguantó más y terminó corriéndose otra vez, dejando más sucio el baño de lo que ya lo había dejado con su anterior corrida. Quedé arrodillada en el suelo, fatigada por lo que acaba de hacer, mi vista estaba nublada y solo veía como de forma difuminada papá se daba vuelta lentamente y se acercó a mí. 

Cuando la imagen volvió a quedar estable, papá ya me tenía sujeta del cabello y me golpeaba el rostro con su gorda polla. En sus ojos, no veía una pizca de amabilidad que era tan característica en él, sino la de un hombre libidinoso. Mi corazón se fue acelerando porque era justamente lo que quería, que él me castigada por haber sido una niña juguetona. Mi pecho se inflamaba y en mi lujuriosa mente, imaginaba las cosas que papá podría hacerme. 

Tras abofetearme la cara con esa dura y vigorosa verga, aproximó su gruesa cabezota a mis labios, yo automáticamente, abrí la boca, para deleitarme con esa exquisita paleta de carne. A diferencia de las otras veces, papá no fue amable conmigo, sino rudo y violento, pues de una estocada, me sumergió casi toda su polla en la garganta. No era mi estilo ser sumisa, pero ver a mi padre, comportándose de esa manera tan brusca conmigo, me encendió explosivamente. 

Él terminó de engullir su grueso tronco en mi garganta, al apoyar sus manos sobre mi nuca y empujarme hacía donde él. Me costaba respirar y tenía arqueadas, por tener el pene de papá en lo más hondo de mi boca, las lágrimas en mis ojos, no demoraron en aparecer, no obstante, a pesar de sentir que me asfixiaba, a mi cuerpo le encantaba que papá me castigada de esa forma. Él retiró su miembro de mi garganta, para darme unos segundos, en donde respiré aceleradamente y tosí. 

Papá volvió a pegarme con su tranca, esta vez, estaba totalmente embadurnada por mi saliva, por lo que cada golpe, me hacía sentir más zorra que antes. Sin decir nada, abrí grande mi boca, esperando que él, me clavada de una embestida toda esa deliciosa carne. Sin embargo, papá tenía otras ideas en mente, pues no quiso follarme la boca, sino que le chupada las bolas. Agarrándome del cabello, me jaló hacía sus huevos, los cuales para mi sorpresa, estaban gordos y bien cargados.     
 
Mientras cobijaba esos salados bollos en mi boca, me pregunté por cuantos días papá no los había vaciado, lo más seguro es que desde aquel jueves, en donde me folló como una perra. Con mi lengua pincelé lentamente esas pelotas, sabía que a él le encantaba, porque se estremeció de gusto y liberó un excitante suspiro, al mismo tiempo que su daga se hacía más y más grande. Segregaba un montón de saliva, por lo delicioso que eran sus huevos y las ganas que tenía que me destrozada la boca a pollazos. 

Papá nuevamente me tironeó del pelo y me abofeteó con su dura verga en la cara. Sus pelotas estaban completamente babeadas y brillantes, al igual que estaba su glande, con ese líquido pre seminal que soltaba. Quería apoderarme de esa polla, agarrarla con mis manos y embuchármela hasta la última pulgada en mi garganta. Sin embargo, antes que pudiera rozarla con mis dedos, papá me tomó  las manos y las pegó contra la pared, dejando ese precioso pene apuntado hacía mi boca.

El agua tibia seguía cayendo sobre nuestros cuerpos ardientes, que parecía evaporizarse al hacer contacto con nuestras pieles. Abrí grande mi boca, esperando emocionada que él me follada por fin, pero otra vez me quedé con las ganas, ya que en vez de hundir su machete en mi garganta, prefirió colocarlo entre mis tetas y follármelas. No podía decir que no me gustaba lo que papá me hacía, todo lo contrario me cachondeaba cada decisión que tomó y que mirada con deseo cada parte de mi cuerpo, además de disfrutarlo. 

–“¡Ooohhh sííiiii!… ¡Papiiii!… ¡Fóllame los pechos, como se lo haces a mamá!”- grité eufóricamente, intentando dar una lamida a la hermosa cabeza de su verga y aprisionarla con mis labios. Él no dijo nada al respecto, solo siguió moviendo frenéticamente su paleta de carne entre mis gordos senos que botaban intensamente. Jamás había visto a papá tan posesivo como en esa tarde y lo amé, quise que me tratara como un depósito de semen, su depósito y que olvidé por completo a las guarras de mis amigas. 

Cuando menos me lo esperé, papá me cargó y me empotró salvajemente. Nunca antes había sentido que me revolvieran las entrañas de forma tan violenta, era como si quisiera perforarme el útero con su enorme y grueso pene. No obstante, más que quejarme de dolor, lo hacía de gozo. Mis uñas como las garras de una gata, se aferraron en su espalda y perforaron su piel, mientras él continuaba batiéndome con fuerza. Estoy segura que mis ronroneos, se escucharon por toda la casa, porque lo hacía con toda mi fuerza. 

Él se aburrió de morderme las tetas y pezones, para zampar su boca con la mía. Como igual que la cogida, sus besos no eran los típicos dulces que me daba, sino que me mordía vehementemente los labios y nuestras lenguas enganchadas se encontraban en una guerra ferviente que no tendría fin. Él me dio dos fuertes nalgadas, con las que me hizo aullar y venirme instantáneamente. –“¡Uuugghh… Sííiiii, papi… Síííiiii! ¡Castiga a tu Princesita por ser tan traviesa!”- grité, con la cabeza dándome vueltas. 

Por unos segundos perdí el conocimiento y lo último que recuerdo de esa feroz cogida, es a papá eyaculando dentro de mí con gran intensidad. Me rellenó como nunca y al terminar, fue retirando lentamente su polla y dándome unos tiernos y lindos besos. Él me pidió perdón por haber sido tan bruto, yo le dije que no debía disculparse, porque yo me había buscado eso y lo había disfrutado. Papá miró a su alrededor, percatándose del desastre que habíamos dejado. 

Antes de que él dijera alguna palabra, yo me adelanté, –“Papi… No te preocupes, por la limpieza… La hago yo… Tú ve a descansar…”- manifesté, agitada y jadeando. –“Ok, gracias, Va… Princesita”- expresó, regalándome una sonrisa y cubriendo su cintura con una toalla, para irse a su cuarto a cambiarse. Tras limpiar el baño, salí adolorida del baño, justo cuando iba a entrar en mi cuarto, vi a mamá salir de la habitación de Axel, con una lencería muy sexy y una bata. 

No pude evitar recordar mi loca fantasía que había tenido sobre ellos, sin embargo, era obvio que entre ellos, solo había habido una charla entre madre e hijo y no una brutal follada como la que tuve yo con papá. Ella me miró a los ojos y sonrió. Se acercó y me dio un beso en la mejilla, para luego susurrarme en el oído, –“¿Qué hiciste para que tú papá te diera tan duro, Princesita?”- tragué saliva por el tono amenazador que sentí en sus palabras, –“Al parecer voy a tener que castigarte”- agregó, apretándome el culo y mordiéndome los labios. Sonrojada me aparte de ella y me metí a mi cuarto.    

Al otro día, papá se fue viaje, supuestamente de trabajo, según mamá. Con ella hablé sobre Sophie y porqué dejó que ella y papá, tuvieran sexo. Mamá me respondió que solo era parte de su juego y que papá no la estaba pasando nada mal, principalmente disfrutó estar con Sophie, pues él tenía una debilidad por las morenas, más si sus pieles son ébano. Quedé asombrada con esa confesión y a la vez algo abrumada, ya que si él tenía esa debilidad, ¿acaso mamá no debía tener más precaución y no darle en bandeja a papá a una mujer de esa característica, porque se lo podía arrebatar?

Era la interrogante que se paseó por mi cabeza, más cuando al otro día al ir a la oficina de papá a buscar unas cosas que mamá me pidió que recogiera, vi que tenía una compañera de trabajo de piel oscura. Ella si quería podía engatusar a mi padre, porque no solo era su piel lo llamativo, sino que poseía un buen par de tetas y un culo maravilloso, estaba segura que papá le había dedicado por lo menos una paja a esa zorra y ella si descubría el tamaño de la verga de papá, se iba a abalanzar como una loba. 

A pesar de habérselo comentado a mamá, a ella le dio igual, de hecho ya sabía de la existencia de esa mujer. Sin duda me era difícil comprenderla, yo actuaría de manera más precavida y obviamente, no dejaría que ninguna perra se acercada a mi hombre. Una semana después, cuando fui al trabajo, mis amigas estaban reunidas, al aproximarme a ellas, escuche algo que me dejó paralizada y temblando de miedo. –“Sí, así es chica, estoy embarazada”- dijo Sophie. 
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