Mi esposa y sus hombres (cuckold cap 1)

Esto comenzó hace unos cinco años. Soy Fabián, casado hace veinte años con Maricel, y desde que comparto a mi esposa nuestra vida matrimonial renació. Somos más compañeros, nos amamos mutuamente; pero no de la manera clásica y tradicional, impuesta por el oscurantismo clerical. Lo nuestro comenzó con morbo, curiosidad, calentura también; hoy lo alimentamos con ideas y nuevas historias. Pero toda historia tuvo un principio, y es desde allí que empezaré a desarrollar nuestra historia.

La nuestra comenzó casi de casualidad, estábamos fumando y bebiendo unas copas de vino tinto en unos sillones que teníamos en la terraza. Maricel vestía un vestido suelto, no muy escotado, pero si corto, donde lucía sus bellas piernas. Con sus pies jugueteaba con sus sandalias abiertas negras. Yo no estaba muy elegante, apenas una bermuda y una chomba de algodón blanca.

Todo transcurría con demasiada tranquilidad, hasta que vino Alberto, un amigo de hace años, que no estaba pasando por un buen momento, ya que se había separado de su esposa. Lo invitamos a tomar una copa de vino y le brindamos nuestra compañía en aquel momento aciago para él. Mientras iba a buscar otra botella de vino, él se sentó en otro sillón de frente a Maricel. Le sirvo una copa de vino y empezamos a charlar.

La noche fue avanzando y las botellas descorchadas también. Nos reíamos de cualquier pavada que decíamos. Fue de pronto que empecé a notar algo: mi amigo no apartaba la vista de las piernas de mi esposa. Al principio ella lucía las piernas cruzadas, pero, por efecto del vino quizás, empezó a entreabrirlas, dejando ver su tanga blanca. Al principio me moría de celos, pero minutos más tarde empecé a sentir una sensación rara, caliente. Se me entrecortaba la respiración.

Fue tal esa sensación, o quizás por el vino, que me volqué mi copa en mi chomba blanca y la manché toda. Riéndome y con torpeza fui a cambiarme de ropa, dejándolos solos. En mi habitación, cuando buscaba una remera nueva que ponerme, empecé a hacerme la historia en la cabeza, imaginándome a ellos cogiendo en la terraza. Fue tal la calentura que me puse al palo. Me vestí, me acerqué lentamente por el lavadero que estaba oscuro, y me escondí para espiarlos. Ellos, como si nada, reían ebrios, sin percatarse de mí. Charlaban y reían. Ella como si nada y él sin perder detalle en las piernas de ella que, de vez en cuando, dejaba asomar su tanga. Fue que empecé a masturbarme con ritmo, excitado por mi idea de ellos cogiendo. Más de eso, no pasó.

Una hora después Alberto abrazó a mi esposa, le dio un sonoro beso en la mejilla, ante la cara de asombro de mi esposa y mi cara de pajero; y se fue a su casa. Sin pensarlo dos veces, e invadido por la calentura, tomé a mi esposa por detrás y la empecé a manosear, metiendo mis manos por debajo de su vestido; la acomodé de modo que apoye su pecho contra el lavarropas, le quité bruscamente la tanga y empecé a lamerla toda por detrás. Mi mujer estaba entre el asombro y la calentura. Me preguntaba: “que te pasa?” mientras con su mano me atajaba para que no me apartara de su cola.

¡¡¡¡Pará loco!!!! - me dijo Maricel, apartándome, y se fue semidesnuda al baño.

Nos fuimos a dormir, pero no podía más de calentura. No podía dormir. En mi cabeza me giraba la idea de Maricel cogiendo como una loba en celo con Alberto. Me parece ver a Maricel, desnuda, chupándole el pene erecto y viril a mi amigo con mucho frenesí. Se la tragaba toda, aún pese que era un pene largo y grueso. Lamía la cabeza del pene como un cono helado mientras él acariciaba, excitado los rulos de mi esposa. Luego, él se recuesta en el sillón, se abre de piernas y le pide que le bese su ano y sus bolas; cosa que ella accede. Con una mano tenía el pene de su amante mientras la estimulaba toda la zona del ano y las bolas lamiéndolo pausado pero fuerte. Ahora es ella que le pide que le chupe su pubis. Con una mano se acaricia mientras que con la otra llama a su hombre. Luego, ya bien estimulada, es penetrada por aquel vigoroso pene. Las embestidas que mi amigo Alberto le propinaba eran violentas y Maricel se quejaba entre dolorida y excitada. Minutos más tarde, la vagina de mi esposa era un volcán que erupcionaba el néctar que le dejó mi amigo.

Como pude limpié las sábanas que ensucié, y al día siguiente me planteaba el desafío de explicarle a mi esposa todo aquello que sentí. ¿Cómo seguirán las cosas entre nosotros?

2 comentarios - Mi esposa y sus hombres (cuckold cap 1)

BimaxM +2
el final no se entiende si fue un sueño o no
SAGITARIANO32 +2
@BimaxM Me dió a entender que se fueron a dormir y el soño eso y despertó todo enchastrado..