Aislado Entre Mujeres [50].

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Aislado Entre Mujeres [50].



Capítulo 50.

Operación Celeste.

―¿Nahuel?... ¿Nahuel?
Una voz dulce me llamó en la oscuridad. La seguí, tenía que tratarse de una ninfa. Ya podía sentir el roce de sus suaves dedos en mi miembro.
―Nahuel… ―repetía mi nombre sin cesar. 
Ya podía verla, hermosa y desnuda frente a mí. La mujer más preciosa que puedan imaginar… solo para mí, esperándome con una cálida sonrisa y las piernas abiertas… fui hacia ella.
―¿Nahuel? 
Mi pene erecto estaba listo para entrar a un mundo de placer. Me tendí sobre ella y…
―Despertate, pendejo!
―¡Ay, la concha de la lora!
Sentí que me ahogaba en agua fría, salté y di manotazos, intenté nadar hacia la costa… y me caí de la cama, de cara al suelo. El golpe fue seco y despertó la carcajada de una bruja, una harpía que se burlaba de mí.
―¡Qué pelotudo que sos! ―Volvió a reírse de mí.
―¿Macarena? 
―No, la madre Teresa ―seguía riéndose sin parar―. Mirá que sos duro para despertarte… y bueno, veo que vos no sos el único que amaneció duro ―señaló mi miembro erecto―. ¿Qué estabas soñando?
―Con una mujer muy linda ―dije mientras me frotaba la cabeza en la zona del golpe.
― ¿Más linda que yo?
Me fijé en mi hermana, estaba completamente desnuda, su lacio cabello negro era suave como la seda y sus ojos grises lanzaban chispas cuando ella sonreía. Caí en la cuenta de que la mujer de mis sueños se parecía mucho a ella; pero preferí no darle otra victoria.
―Mucho más linda que vos.
―Entonces tendrías que haberte dado cuenta de que era un sueño, porque no existen muchas mujeres más lindas que yo.
―Uf… qué modesta.
―Hey, cada una aprende a lidiar con los traumas de su madre a su manera. Y hablando de eso, hoy tenemos que hablar con Gisela. 
―Es cierto, hoy inicia la Operación Celeste. 
―Llamalo como quieras. Pero antes de que hablemos con ella, date un baño. Anoche le estuvimos dando duro al garche y no te vendría nada mal una ducha. 
―Muy cierto.

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―Ya estoy listo ―le dije a Macarena cuando volví a su cuarto. 
No me vestí, porque eso de usar ropa dentro de mi casa ya pasó al olvido. Y cómo me gusta saber que ya nadie se viste. Se pueden ver tetas y conchas todo el tiempo, donde sea. Es hermoso.
―Muy bien, le pedí a Pilar y a la tía Cristela que mantengan entretenida a Brenda.
―Ah… y creo que lo están haciendo muy bien.
Desde el cuarto contiguo nos llegaban gemidos femeninos y el rítmico golpeteo de la cama contra la parte.
―Sí, entre las tres se deben estar dando duro. Mejor vamos ahora a hablar con Gisela, antes de que no pueda resistir más las ganas de meterme en la pieza de Pilar.
Llegamos al cuarto de nuestra hermana mayor y Macarena me pidió que golpeara la puerta mientras ella se encargaba de algo. La vi desaparecer dentro de la pieza de mi madre y me puse muy tenso. ¿Cuáles eran sus planes? ¿Iniciar una guerra?
―Hola, Nahuel ―saludó Gisela cuando abrió la puerta. Estaba tan cerca de mí que sus enormes tetas me bloquearon casi toda la visión―. ¿Necesitás algo?
―Solo quería hablar con vos ―dije, encogiéndome de hombros. Mis ojos recorrieron todo su cuerpo. Gisela es como una versión XL de Macarena. Son muy parecidas, pero donde Macarena es delgada y menudita, Gisela es corpulenta y voluptuosa. Los dos tipos de cuerpo me gustan mucho; pero debo admitir que Gisela me resulta mucho más intimidante.
―Ay, qué lindo. Pasó mucho tiempo desde la última vez que tuvimos una charla a solas.
―Em… no vamos a estar solos…
En ese momento apareció Macarena que prácticamente estaba arrastrando a nuestra madre por el brazo.
―Te digo que no quiero… ―protestó Alicia.
―No seas tan infantil, mamá. Hay que hacerlo. Lo prometiste.
―Pero… ¿tiene que ser ahora mismo?
―Sí. Ahora mismo. Ya. Adentro… vamos. Hola Gise, permiso… vengan. Siéntense acá… tenemos algo importante de qué hablar.
―No tengo nada de qué hablar con esta mujer ―dijo Gisela, mirando a su madre con severidad.
―Tienen mucho para hablar ―dijo Macarena.
―Es cierto, Gise ―tuve que intervenir, para intentar calmar un poco las aguas―. Vos y mamá se deben una buena charla. No pretendemos molestarlas. Hacemos esto porque queremos vivir en paz. Si vamos a compartir la misma casa entre tantas personas, lo mejor es que no llevemos bien. Sino no se puede vivir.
―Me da bronca admitirlo, pero tenés razón, Nahuel ―dijo Gisela―. Pero no creo estar lista para hacer esto ahora mismo.
―Nunca vas a estar lista si seguís postergándolo ―le dijo Macarena―. Y esto va para vos también, mamá. ¿Querés hacer las paces con tu hijos? Bueno, ya lo hiciste con todos… menos con Gisela. Y ella es la que más se lo merece. Es la que más sufrió. 
Alicia parecía aterrorizada. Sé que se siente culpable por todo lo que pasó con Gisela, y realmente creo que lo es. Justamente por eso ella tiene que estar en esta conversación. Sabía que esto ocurriría, pero creí que antes Macarena nos prepararía psicológicamente a todos. 
 ―Bueno, está bien. Hablemos ―dijo Gisela, con los brazos cruzados bajo sus grandes tetas―. Quiero empezar diciendo que esta mujer arruinó los mejores años de mi vida. Me hizo sentir una enferma, una degenerada… un bicho raro. Y que una madre le haga sentir eso a su propia hija, no tiene perdón. 
Alicia ni siquiera pestañeó. Mordió sus labios y se quedó en silencio. Pude notar que sus ojos se pusieron brillosos. Parecía estar al borde del llanto. Me pregunté qué estaría pasando por su cabeza ahora mismo. 
―Y lo peor de todo ―continuó Gisela―, es que si yo estoy enferma por ser lesbiana, el caso de ella es mucho peor. Sos más lesbiana que yo, Alicia. Nunca pudiste aceptarlo y por eso me hiciste la vida imposible. Quisiera odiarte, de verdad. Porque creo que te lo merecés. Pero no puedo. Sos mi mamá, y en el fondo te quiero, aunque me duela ―los ojos de mi hermana mayor se llenaron de lágrimas y al instante pasó lo mismo con los de mi mamá. No creí que esto fuera a ocurrir tan rápido. Tampoco me imaginé que Gisela pudiera ser tan directa y contundente con sus palabras―. Me hiciste sufrir solo porque nunca fuiste capaz de aceptar tu propia sexualidad. No te das una idea de las noches que me pasé llorando contra la almohada porque tenía ganas de estar con una chica sin sentirme un bicho raro, quería ser feliz… y no podía, porque ante cualquier atisbo lésbico que notabas en mis amigas, las echabas a la calle como si fueran perros sarnosos. 
―No te guardes nada, Gise ―dijo Macarena―. Es importante que le digas todo lo que pensás.
―Gracias, hermana… y justamente de eso quiero hablar. De mis hermanas. Porque con los años entendí que yo no era la única que sufría. De una u otra manera te encargaste de que todos en esta casa tuvieran complejos sexuales. La única que fue capaz de manejarlos a su antojo fue Macarena; pero los demás no tuvimos tanta suerte. Me alegra que te lo hayas tomado tan en serio con Nahuel y lo hayas ayudado a superar sus problemas, y me pone contenta que hayas hecho las paces con Pilar y Estefanía. Pero conmigo no vas a poder. Esto no es algo que se arregle con una disculpa, ni se va a solucionar de un día para otro. 
―Y ahora contale de Celeste ―dijo Macarena, y Gisela se quedó petrificada. Creí que se desmoronaría a pedazos, como una copa de cristal al caer al piso. 
―¿Qué tiene que ver Celeste en todo esto?
―Vos sabés a lo que me refiero, Gise.
―No, no sé. 
Alicia nos miró a todos como si dijera “yo tampoco entiendo nada”. 
―Perdón que te lo tire en la cara sin previo aviso, hermana ―dijo Maca―; pero Nahuel y yo ya sabemos lo de Celeste. ―En realidad no estábamos seguros―. Y quiero que sepas que no te vamos a juzgar, ni un poquito. Creo que encontraste una buena forma de ayudarte a vos misma… e incluso la usaste para ayudar a tu hermano, lo que hace más lindo todavía. 
―¿De qué hablan? ―Preguntó Alicia.
―De la verdad sobre Celeste.
―¿La amiga de Gisela?
―Ese es el punto, mamá ―continuó Maca―. Celeste no existe. O mejor dicho: solo existe para Gisela.   
―¿Eh? ―Alicia miró a su hija mayor sin entender nada.
―Y ya sé lo que estás pensando, Gise. Y la respuesta es “No”. No creo que estés loca.
Hasta ese momento había dudado de si mi presencia era necesaria durante esta charla. Macarena parecía perfectamente capaz de manejar la situación sin mi ayuda. Pero cuando vi la expresión llena de dudas de Gisela entendí por qué yo estaba allí. De todas las personas que hay en la casa, yo soy quien le inspira más confianza. Sé que me quiere mucho, me lo demostró siempre, de mil formas diferentes. Estoy seguro de que su temor, a la hora de confesar lo de Celeste, viene principalmente por mí. Debe tener miedo de que yo la rechace o incluso que me burle de ella. Por eso tomé la decisión de acercarme a mi hermana mayor por delante y darle un fuerte abrazo, apoyé el mentón sobre su hombro y le dije:
―Gracias por todo. Sin tu ayuda yo no hubiera sido capaz de superar mis inseguridades. Y si vos y Celeste son la misma persona, me hace quererte aún más. Usaste a Celeste para ayudarme, y de eso no me voy a olvidar nunca.
Gisela dudó durante unos segundos, luego me abrazó y lloró en silencio. 
―¿La misma persona? ―Escuché a mi madre preguntando a mi espalda. 
―Sí, y espero que no juzgues a tu hija por esto ―le dijo Macarena―. En especial teniendo en cuenta que vos tenés tus propios trastornos psicológicos. Esa obsesión con los gérmenes no es normal, mamá. Pero es la forma que vos encontraste para lidiar con la realidad. Gisela optó por crear un “Alter-Ego”.
―¿Una segunda personalidad? ―Preguntó Alicia.
―No exactamente. Un alter-ego es más bien un personaje ―le expliqué la forma en que yo lo veía, luego de que hablé del tema con Sabrina y Macarena. Hablé sin soltar a Gisela―. Es como si te crearas un personaje para un videojuego, con el que podés realizar hazañas que en la vida real no serías capaz de hacer.
―Así es ―continuó Macarena―. Gisela creó un personaje: Celeste. La usó para lidiar con los traumas de su vida. Sospecho que Celeste apareció en escena, como si se tratase de una obra de teatro, para que Gisela pudiera desarrollar su vida sexual sin acomplejarse tanto. 
―Pero… ¿ella sabe que Celeste no es real? ―La voz de mi madre temblaba, evidentemente todo este asunto le da mucho miedo. 
―Sí, sé que no es real ―estas palabras salieron de la boca de Gisela, pero parecían distantes―. No estoy tan loca como vos pensás, mamá. Celeste es solo… un juego. 
―¿Por qué no te sentás y nos explicás todo? ―Dijo Macarena, dando dos golpecitos al colchón.
Gisela asintió con la cabeza y se sentó en su cama, dejando a Macarena a su izquierda y a Alicia frente a estas dos, en la zona de los pies. Yo acerqué la silla que mi hermana utiliza para trabajar y me senté a un lado de la cama. 
―Contanos todo sin miedo ―dijo Macarena, acariciando su pierna derecha―. No te vamos a juzgar ni un poquito. Es más, a mí todo este asunto del alter-ego me parece súper interesante y me da mucha curiosidad saber más sobre el tema.   
―¿De verdad no piensan que esté mal? ―Preguntó Gisela.
―Para nada ―le dije―. Y a mí todo el jueguito con Celeste me divirtió muchísimo, y me gustó más cuando empecé a sospechar que podrías ser vos. Ahora que sé que sí eras vos… em… más me gusta.  
Logré hacerla sonreír. Eso era lo que necesitaba para poder hablar del tema con tranquilidad.
―Como bien explicó Macarena, Celeste nació para que yo pudiera tener una vida sexual. Por todos los traumas que me generó esta mujer ―señaló a Alicia―, yo ni siquiera me animaba a tener sexo con hombres. Tenía miles de ofertas, y siempre decía que no. Me aterrorizaba todo lo que tuviera que ver con el sexo. Aunque una parte de mí se moría de ganas de hacerlo. Así que una noche fui a una discoteca vestida con ropa muy sugerente: minifalda súper corta y un escote muy amplio. Para que nadie me reconociera, me puse una peluca rubia que, para mi sorpresa, me quedó bastante bien.
―No te imagino rubia, hermana ―dijo Macarena―. Es que ya me acostumbré a verte como una morocha super sexy. Aunque no niego que te pueda quedar bien. A vos todo te queda bien.
―Mirá quién habla ―dijo Gise, su sonrisa se hizo más amplia―. Vos sos la más linda de todas. 
―Para nada. Acá la más linda sos vos, y lo reconozco aunque me duela mucho en el ego ―lo que decía Maca era verdad, su ego debía sufrir mucho al reconocer que una de sus hermanas era más linda que ella. No quiero entrar en esa competencia, porque creo que es una cuestión subjetiva. Las dos son muy bonitas. 
―Bueno, gracias. Eso me hace sentir muy bien.
―¿Y qué tal te fue en tu primera salida con la peluca rubia? ―Pregunté. 
―Muy bien. Conocí a un tipo encantador, de buenos modales, pero dispuesto a romperme toda en la cama. Eso me gustó. No me atraen mucho los hombres, pero sí me agradan los que son así. Me presenté ante él como Celeste, fue el primer nombre que se me ocurrió. Terminamos en un hotel y cogimos toda la noche. Fue fantástico. Nunca había tenido una noche de sexo sin culpa. 
―Entonces volviste a repetirlo ―dijo Macarena.
―Así es. Como vi que funcionó, volví a la misma discoteca una semana después y me fui a la cama con otro tipo, y luego otro… y otro… la cosa empezó a ir tan bien, y yo me empecé a descontrolar tanto, que llegué a tener sexo con dos o tres tipos a la vez, en una misma noche.
―¿Todos dándote a la vez?
―Al principio no, los tres por separado. Pero una noche sí me animé a que me dieran entre dos a la vez. Fue… interesante. Nada del otro mundo.
―En eso no concuerdo con vos ―dijo Macarena―, pero entiendo que a vos no te interesan tanto los hombres.
―Exacto. Con el tiempo me di cuenta de que estaba acostándome con hombres solo por tener sexo, y porque creía que así me sentiría menos “anormal”. Sin embargo, me di cuenta de que Celeste era una pervertida que se animaba a coger con dos tipos a la vez, sin sentirse culpable. ¿Qué pasaría si se acostaba con una mujer? Así que junté coraje y la próxima vez fui a una discoteca gay llamada Afrodita. Muy linda. Conocí a una chica que dijo ser la dueña, o la encargada, no sé… no le presté mucha atención a esa parte. Era una flaquita muy simpática y muy bonita. Le dije que era mi primera vez en un lugar como este y ella se sorprendió, porque creía que ya estaba habituada a que todas las mujeres lesbianas de la ciudad se fijaran en mí. Es que yo estaba radiante, con un vestido azul precioso, súper escotado. Había ido de levante… y lo que menos me imaginé era que iba a terminar en la cama con la primera chica que vi.
―La encargada.
―Así es. Esta piba no tuvo ningún problema en acostarse conmigo. Lo hizo con tanta seguridad y naturalidad que me quedé asombrada. Me motivó hacer lo mismo con ella. Nos chupamos las conchas como si lleváramos un año siendo novias. Esa chica no lo sabe, y yo ni siquiera recuerdo su nombre. Era medio raro, como Leticia, o Ludmila. Pero algún día me gustaría verla para decirle lo importante que ella fue para mí. Estar con una mujer que no tenía miedo de mostrar su sexualidad al mundo, me cambió la vida. Dejé de sentir tanto miedo. Además de coger, charlamos sobre la vida como lesbianas, ella me contó algunas de sus anécdotas. Hasta me dijo que estaba enamorada de una monja.
―¿De una monja real o de las que salen en las páginas porno? ―Pregunté.
―De una real. Pobrecita, se ve que eso la tenía un poco traumada. Sin embargo, seguía demostrando que no hay nada de malo en ser lesbiana. Es solo otra forma de ser feliz, y nadie debería interponerse en la felicidad de una persona, si esa persona no está dañando a nadie.
―Totalmente de acuerdo con esta chica ―aseguró Macarena―. Y es muy curioso que el sexo de una sola noche te haya marcado tanto.
―Sí, lo sé. Porque después de ese día no volví a verla; pero… esa misma noche, como vio que yo estaba deseosa de seguir probando el sexo femenino, convenció a otra chica de que se nos sume en la cama y… uf… cuando entré a la discoteca estaba muerta de miedo, y terminé haciendo un trío lésbico super intenso.  
―¿Y qué tal la otra mina?
―Era una petisa morocha con un culo de campeonato. De hecho lo que más hice fue chuparle el culo. Es que, con lo lindo que lo tenía, no podía dejar pasar esa oportunidad.
―Y me imagino que te hicieron acabar ―dijo Macarena, mientras su dedos se posaban sobre la vagina de Gisela. Entendí que buscaba elevar su temperatura, para que hable con más soltura. 
―Sí, y fue un orgasmo tan liberador que ese día entendí el propósito de Celeste. La necesitaba para ser feliz, porque yo misma no me animaba.
―Pero… no entiendo. ¿Quién es Celeste exactamente? ―Preguntó mi mamá.
―Sé que no lo vas a entender ―respondió Gisela―. Solo puedo decir que es como una amiga imaginaria en la que puedo confiar cuando siento miedo. Y también sé que es parte de mí. 
―Hay algo que no entiendo ―dije―. Cuando vos me contaste las anécdotas con Brenda, me dijiste que Celeste estaba ahí. 
―Es que así fue. Para animarme con Brenda tuve que recurrir a Celeste. Y ella sabe cómo funciona esto. Se lo expliqué luego de que tuvo su etapa de dudas. Le conté que yo, para poder encararla, usé un personaje que me ayuda a soltarme. Y ella empezó a hacer lo mismo, solo que ella la llama “La otra Brenda”. La Brenda que no tiene miedo y sí se anima. La que hace locuras como chuparle la pija al guardia de seguridad de la oficina, o como visitar a nuestra madre en la noche sin ropa interior.
―Entiendo que vos y Brenda tienen una relación “Dominante-Sumisa” ―dijo Macarena―. Y eso es lo que más me sorprende. Celeste es tu lado dominante.
―Así es. Eso también lo descubrí con el tiempo, en especial con Brenda. Me di cuenta de que para animarse, ella necesitaba que yo le ordenara hacer estas cosas… mejor dicho: que Celeste se lo ordenara. Así fue que empezamos un juego entre nosotras. 
―Cuando nos sacamos fotos juntos ―comenté―, vos decías que lo hacías porque Celeste te lo pedía.
―Ajá. Y en parte así fue. Sé que es difícil de entender, pero también usé el carácter dominante de Celeste conmigo misma. Cuando necesitaba ser yo la que se anime a hacer algo, sin dejar salir a Celeste. 
―O sea que… todo lo que pasó entre nosotros… ¿en realidad no eras Celeste, sino que estabas siendo vos misma?   
―Exacto ―Macarena le seguía acariciando la vagina mientras hablaba, esto evidentemente la ayudaba a sentirse más tranquila―. Fui yo todo el tiempo, solo que… em… dejé salir esa parte de mí que normalmente no sale. Últimamente estoy trabajando en eso, en no depender tanto de Celeste, porque al fin y al cabo Celeste soy yo. Si puedo sentirme así de libre al adoptar un personaje, debería ser capaz de sentir lo mismo siendo yo misma. Perdón si te asusté, o si fue confuso para vos.
―Fue un poco confuso, lo admito; pero no tenés que pedir perdón. Yo la pasé muy bien, y agradezco que me hayas ayudado mandándome fotos de Celeste. De verdad.
―Esa parte fue difícil. Me sentí una degenerada por estar enviándole fotos porno a mi propio hermano; pero… pensé que de otra forma no podrías superar tu miedo a las mujeres.
―Y así fue ―le dije con una gran sonrisa―. De verdad me ayudaste mucho. 
―¿Y no te resultó incómodo cuando empezaste a sospechar que podía ser yo? Digo… al fin y al cabo vos te calentabas con esas fotos.
―Em… fue incómodo; pero solo un poquito. Porque no sos la única de mis hermanas con la que me pasa esto.
―Ah, ya veo…  bueno, yo también tengo que admitir que con el tiempo empecé a tomarle el gusto a esos juegos y a las fotos que nos sacábamos. Por eso me animé a hacer cosas más zarpadas. 
―Si conseguiste dejar salir la parte más erótica de vos ―dijo Macarena―, entonces quizás ya no necesites a Celeste.
―Eso mismo me dijo Brenda, por eso hace tiempo que no hago uso de Celeste. La dejo como una vocecita interna que me da coraje cuando lo necesito; pero nada más. Intento ser yo misma. Descubrí que tengo un serio problema con el sexo: cuando me excito mucho, pierdo el control. No puedo parar. Hago y digo cosas que normalmente no haría. Lo disfruto, sí… pero luego me siento culpable. 
―Por eso un día te gusta que te toque, y al otro día no ―dijo Maca.
―Así es. Perdón por ser tan cambiante. No lo puedo evitar. Juro que intento controlarlo. 
―Quizás se deba a que tu parte sexual aún no se liberó del todo ―sugirió Macarena―. Si la ayudamos a salir, vas a sentirte mejor con vos misma, vas a poder decir y hacer todas esas cosas a las que normalmente no te animarías. Vas a disfrutar de una vida sexual plena. Y vas a encontrar tu felicidad. 
―Me encantaría lograr eso, pero no sé cómo hacerlo.
―Yo te puedo ayudar en todo lo que necesites ―me ofrecí.
―Todos te vamos a ayudar ―dijo Macarena―. En lo que haga falta. Para algo somos una familia. Sin embargo, creo que la persona que más podría ayudarte es mamá. 
―¿Por qué ella? Después de todo lo que me lastimó, no quiero que me ayude con nada.
―Perdón, hija… yo…
―No me pidas perdón mamá, porque esa palabra no va a arreglar todos los problemas que me causaste. 
Alicia agachó la cabeza y comenzó a llorar otra vez. Me partió el alma verla tan triste. Debía ser muy duro para ella saber, sin lugar a dudas, que le arruinó la vida a su hija mayor, y que ahora ella la odia. Mi mamá no es mala, pero hasta yo tengo que reconocer que se portó muy mal con Gisela durante mucho tiempo.  
―Entiendo que estés tan enojada con mamá ―dijo Macarena―. Pero realmente creo que ella es la mejor para ayudar.
―¿Por qué?
―Se me ocurrió una idea. Espero que te guste ―Maca mostró una de sus sensuales sonrisas maliciosas―. Ya que dentro tuyo se esconde un carácter dominante y te gustan los juegos sexuales… ¿por qué no convertís a mamá en tu “FuckDoll”?
―¿Qué es eso? ―Preguntó Alicia.
―Una muñeca para coger ―respondió Maca―. Gisela pasaría a ser tu dueña. Harías todo lo que ella te pida… dentro del plano sexual, claro. Eso significa que si ella quiere que le chupes la concha, vos deberías hacerlo… sin chistar. 
―Eso… me gusta ―dijo Gisela, mirando fijamente a los ojos de su madre.
―Tendrías tu oportunidad de humillarla un poquito por todo lo que te hizo ―continuó Maca―. Y además podrías hacerla vivir mil experiencias lésbicas, para que acepte que es tan lesbiana como vos. 
―Está bien… estoy dispuesta a hacerlo ―dijo Alicia―. Aunque sea humillante. Voy a hacer lo que sea necesario para que mi hija me perdone.
―Antes de aceptar, mamá… tenés que entender que esto va en serio ―dijo Gisela―. Yo no voy a medias con estas cosas. Una vez que tengo una muñequita con la que divertirme… me voy a divertir. Y mis órdenes van a ser tu prioridad. Si estás cogiendo con tu Cristela y yo te digo que vengas a hacerlo conmigo, entonces tenés que obedecer. ¿Está claro?
―Sí, muy claro. 
―Entonces podrías empezar ahora mismo.
―¿Ya?
―Sí. Ya. ―Gisela separó las piernas―. Chupame la concha, y más te vale que lo hagas bien. Con tantas conchas que te comiste, sé que debés hacerlo bien.
―Eh… sí… está bien ―dijo Alicia―. Lo voy a hacer.
Ella se acostó boca abajo en la cama y se dispuso a pasar la lengua por la vagina de su hija.
―Antes de que empieces ―dijo Gisela―. Necesito saber una cosa, y más te vale que respondas con total sinceridad.
―Sí, lo prometo.
―Vos siempre tuviste tendencias lésbicas, y hubo un tiempo en el que me mirabas raro, en especial cuando yo estaba desnuda. Cuando me enteré que te gustaban las mujeres comencé a sospechar que quizás yo despertaba deseos sexuales en vos. ¿Eso es cierto?
―Mm… aunque me de mucha vergüenza admitirlo, sí es cierto. Tuve muchas experiencias lésbicas con Cristela y luego, a lo largo de mi vida, tuve que reprimirlas. Solo tuve contadas experiencias que no involucraran a mi hermana… o a mi sobrina. Y vos me hacías revivir esos deseos que yo intentaba reprimir.
―Quizás por eso fuiste más dura con Gisela ―dijo Macarena―. Inconscientemente le echabas la culpa de traer de nuevo esos deseos lésbicos.
―Tal vez fue así, y me arrepiento mucho de todo lo que te dije. Sé que estuvo mal… y sé que no podré reparar el daño que te causé. Lo único que me queda es hacer lo que vos me pidas.
―Muy bien. Entonces… a chupar.
Nunca vi a Gisela con tanta determinación. Realmente parecía una sargento. Alicia no tuvo más alternativa que comenzar a lamer esa concha que seguramente le había despertado tantas fantasías eróticas. Me pregunté qué estaría pasando por su cabeza en este preciso instante.
―Bueno, Nahuel, creo que es hora de que las dejemos solas ―dijo Macarena.
―Pero… pero…
―Nada de peros, no importa cuántas ganas tengas de mirar, este momento es de ellas dos. Necesitan estar solas y aclarar un montón de pautas.
―Así es ―dijo Gisela―. Y no te preocupes, hermanito. Estoy segura de que un día de estos voy a necesitar de tu ayuda. Nos vamos a divertir mucho con esta puta ―me guiñó un ojo. 
Ahora que sé que esa mujer de actitud tan sexual y dominante no es Celeste, sino mi propia hermana, me siento mucho más cómodo. 
Le sonreí.
―Estoy disponible para cualquier cosa que quisiera hacer conmigo… o con mamá.
―Es bueno saberlo, hermanito. Y por tu ayuda vas a ser recompensado, así que andá pensando qué querés.
―No quiero nada, me alcanza con ayudarte.
―No seas boludo, Nahuel. Aprovechá para pedirle algo ―dijo Macarena―. Y tomando en cuenta que yo también ayudé, pienso pedir mi recompensa.
―Por supuesto ―dijo Gisela, con una gran sonrisa.
―Em… ok… está bien… dejame pensar ―vi a mi madre muy concentrada chupando la concha de Gise―. Ah, ya sé… quiero que me enseñes a hacer sexo oral con mujeres.
―Oh… eso es interesante. Aunque me imagino que yo lo hiciste.
―Sí, algunas veces; pero quiero que vos me enseñes. Sos mujer y te gustan las mujeres, creo que podrías ser la mejor maestra para esto.
―Modestia aparte… lo soy. Te prometo que te voy a enseñar a hacerlo bien. En cuanto haya aclarado algunas cosas con esta mujer, vamos a tener nuestra primera lección de sexo oral. 
―Perfecto, ya estoy ansioso por empezar. 
Macarena y yo salimos de la habitación.
Todo salió bien. Mucho mejor de lo que esperábamos. Creí que la charla con Gisela sería mucho más incómoda, por suerte no lo fue. Ella entendió que no pretendíamos juzgarla. Me alegro que se haya resuelto todo este asunto con Celeste, me tenía preocupado porque no sabía qué tanto estaba afectando a mi hermana, psicológicamente. Pero sus problemas están lejos de estar resueltos, aún tiene que hacer las paces con Alicia.
Esa noche la pasé en el cuarto de Macarena, por supuesto que cogimos… y con bastantes ganas. Creo que sentimos que nos lo merecíamos, por haber ayudado a Gisela. Además, con el ruido que hacían las otras tres en el cuarto de Pilar, era imposible no calentarse. 
Antes de quedarme dormido me pregunté qué estaría haciendo Estefanía. No sé por qué, siempre que voy a dormir me encuentro pensando en ella. Probablemente esté jugando con la PlayStation a algún juego nuevo que compró, o a alguno de los viejos que yo ya tenía. Solo espero que esté bien, me dolería mucho enterarme que se sintió sola, porque todos pasamos la noche con alguien… menos ella. 

—-------------

La rutina pornográfica siguió durante todo el día siguiente. Hubo sexo en toda la casa, como de costumbre, aunque también debo admitir que la intensidad bajó un poco. A veces los momentos sexuales duran unos pocos minutos y luego volvemos a la vida normal… si es que se le puede llamar normal a andar desnudo todo el día junto a tu familia. De Gisela y Alicia no tuvimos noticias. Ellas no salieron de la pieza más que para buscar agua, algo para comer o para ir al baño. Y en esos momentos no nos atrevimos a preguntarle nada. 
Yo me tomé la tarde para explicarle a todas las demás el asunto de Celeste, para que pudieran entenderlo mejor. Noté alivio en todas al saber que Gisela no está loca y que solo fue una estrategia que usó para encontrar su propia felicidad.
Estábamos charlando tranquilamente, cuando sonó el timbre. No es algo tan raro en esta casa, ya que a todas las compras las trae un delivery. Hasta tenemos un protocolo en estos casos. Un integrante de la casa debe vestirse y atender. Esta vez le tocó el turno a Estefanía. 
Se puso la ropa tan rápido como pudo y abrió la puerta. Desde el living no se ve la puerta de entrada, porque hay un pequeño hall que la separa del resto de la casa. Sentimos un portazo y de pronto Tefi apareció en el living respirando de forma agitada y con los ojos abiertos como platos.
―¿Qué pasó? ―Le pregunté, poniéndome de pie―. ¿Quién tocó el timbre?
―Es Ayelén… y vino con la abuela.

Diario de Cuarentena:
<Todas las tropas a sus puestos. Repito. Todas las tropas a sus puestos. Estamos siendo invadidos. Esto no es un simulacro!>. 




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13 comentarios - Aislado Entre Mujeres [50].

elpajerin345 +2
ME VUELVO LOCO, LA SENTENCIA FINAL ME DEJO PELOTUDO, SOS UNA GENIA NO PARES NUNCA.
sleepmaster +1
Que entre Lucrecia!!!! La extraño un montón!!!
GabrielAkozta +1
Jajajajaja se van a coger a la vieja jajaja no mames Nokomi 🤣🤣
Internal33 +2
Abuela sexual en 3, 2, 1.... solo por fastidiar a ayelen ojalá pase, eso y que nahuel le llene la cara de leche a ayelén en nombre de toda la familia.
Echo de menos el sexo con cristela que conste...
cogote_1422 +1
Van 10.. espero el próximo con ansias
et178282
Nokomiii lo tuyo increible cada vez q qiero sacarme jugo d hombre rapido leo la milf mas deseada 5 y 17 y duermo como bebe
et178282
Pero se termino no hay 1 puto relato un poqito serio creible cads barrabazada publican no se puede creer. Por favor por muchos mas relatos tuyos
Necrosfire
se habia tardado la perra de ayelen
DGE1976
Genia genia genia...siempre renegaba de los relatos largos y con vos no puedo parar de leerlos...gracias
garcheskikpo +2
la abuela tambien quiere comer almejitas! já
thegod02
esta brutal esperando la siguiente parte muy ansioso esta historia paso de muy sexual a mu intrigantemente sexual XD
ChrisLegui
Ame que Gisela / Celeste se haya encontrado con letizia. Me exploto la pija