Generación 1970 - Mónica

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GENERACION 1970 - MONICA

VIENE DE 'GENERACION 1970 - GABRIELA'



Mónica era la payasa del grupo, la tonta, la que siempre le pasaban las cosas más increíbles, la que se olvidaba el dinero, la que tropezaba en la calle, la que metía un bocadillo incorrecto, la que no entendía una broma, y ella era tan torpe como bonachona, siempre sonriente, siempre alegre, la servicial, la que siempre estaría para darte una mano.
Era esa mujer que pecaba de ingenua, por su forma de vestir, a veces provocativa, pero honestamente no era su intención, era así, ingenua, y no se daba cuentas de las cosas obvias
Ella seguía soltera, y no porque no quisiera formar una familia, era solo que los hombres la habían herido y defraudado tantas veces que solo se había acobardado para afrontar una relación, ya no quería que le volvieran a romper el corazón
Mónica era la típica rubia puro culo que no entendía los chistes, a la que trataban de hueca, pero en el fondo, ella solo era la chica que todo hombre serio hubiera deseado encontrar,
Había seguido el profesorado de educación física y con el correr del tiempo se había dedicado a ser instructora en gimnasios en distintas disciplinas, y al final del tiempo, había conseguido su objetivo por el cual hacía tiempo venía trabajando, ser la dueña de su propio gimnasio
Ella ya no estaba para amores platónicos y solo disfrutaba de hipnotizar a los hombres con su mejor arma, su trasero, porque Mónica era de esas mujeres tocadas por la varita mágica de la hermosura, y tenía esa cola perfecta, deseo de muchas, pero reservados para pocas

Sin dudas Mónica y Noemí eran las dos mujeres más llamativas por su físico, si bien Noemí poseía la armonía física sin detalles gracias a las cirugías de turno, Mónica tenía ese culo perfecto que dejaba cualquier otro defecto en segundo plano. Sin embargo, eran totalmente diferentes, Noemí era una perra caza hombres, Mónica, la tontita cabeza hueca.
Mónica era la de menor estatura, de pequeños pechos y pequeña cintura, parecía que terrible trasero no correspondiera a ese cuerpo, y honestamente, ella misma a veces se sentía incómoda.
Ella era esa mujer que siempre se mete con el chico incorrecto, es como que tenía un imán para los problemas, para los conflictivos.
Por alguna extraña razón siempre dejaba pasar las buenas oportunidades y se enganchaba con las mierdas, parecía que su amor por los hombres no tenía sentido si no iban atados al dolor y al sufrimiento
Mónica decía que era su destino, pero en verdad, ella era la que se metía sola en la boca del lobo de turno.

Había trabajado mucho, muchas horas al día, como profesora de educación física en algunos colegios, en estudios secundarios y terciarios, alguna vez empezó a incursionar en gimnasios y fue un gran paso cuando junto a Sandra, una de sus colegas, emprendieron un local propio, compraron máquinas, pesas, pintaron, decoraron y dieron nacimiento a 'S&M Gym' y fueron dueñas de sus propios destinos.
Por temas de conveniencias mutuas, su a amiga generalmente tomaba el turno matutino mientras que ella prefería el vespertino
En poco tiempo la siembra dio frutos, las cosas fueron mejor de lo previsto, ampliaron los horarios, las actividades, todo, Sandra tomó más un rol de directora por así decirlo, porque a Mónica solo le encantaba ser profesora, y había dejado un poco todo en manos de su socia.
Tiempo atrás, Mónica ya tenía cuarenta y dos años, toda una mujer, se suponía que ya había aprendido de sus errores, que no tropezaría nuevamente con la misma piedra, pero al ver a Joel, supo que estaría en problemas

Palabras de Mónica

Recuerdo que era tarde, ya estaba por cerrar, fue cuando llegó un joven con su mamá, y ella fue la que habló en un tono muy directo, para mí fue complicado, porque mis oídos estaban con la voz de la mujer, y mis ojos con la fisonomía de ese joven
La mujer fue muy verborrágica, muy abierta, me dijo sin vueltas que su hijo estaba en libertad condicional, terminaba de purgar una breve condena por robos menores y que ya no quería que volviera a la mala vida, no quería que su hijo terminara mal, ya que ella estaba en el camino del señor y deseaba encarrilar a Joel por el sendero de la luz.
Me dijo que en estos momentos, su hijo estudiaba por la mañana y tenía por la tarde un empleo a media jornada, además, martes y jueves, asistía a un centro de rehabilitación, puesto que en la cárcel había empezado a consumir y dado que lunes, miércoles y viernes tendría disponibilidad, podría concurrir un par de horas al gimnasio

Miré al joven, le pregunté su opinión al respecto, pero el me esquivó la mirada, como desentendido, como ausente, solo se encogió de hombros como dejándome saber que le daba lo mismo, que él estaba ahí por su madre y no por convencimiento propio.
Su progenitora me daba la impresión de esas evangelistas de cultos, que se alejan un tanto de la realidad rodeadas de alabanzas al señor, y lo que me quedaba claro era que ella trataba de llenar todas las horas libres de su hijo para que estuviera ocupado, para que no perdiera el tiempo con malas juntas y realmente pudiera reinsertarse en la sociedad.

Hablamos de los precios y empecé a llenar la ficha digital correspondiente, y a cada pregunta, su madre respondía por él, al punto que tuve que decirle cortésmente que Joel podía responder por sí mismo, era un tanto risueño, porque ese muchacho estaba por cumplir veintiséis, pero parecía un pequeño niño detrás de las faldas de su madre.
Los llevé por una breve recorrida a que conocieran las instalaciones y en ese mismo momento, en esa primera noche, lo descubriría al joven mirándome el culo, fue muy evidente y no pudo disimularlo.
Le pedí unos estudios médicos de rutina y le dije que cuando los tuviera podríamos empezar.

No le conté toda la verdad a mi socia, puesto que ella no hubiera aceptado a un chico con problemas de adicciones y menos con una libertad condicional, pero yo no quise hacer hincapié en eso
Joel era alto, se veía musculoso y tal vez no le hiciera falta un gimnasio, lucía sus cabellos castaños desprolijos, descuidados, y tenía unos ojos color miel que se me hacían muy ricos, tenía aros brillantes en sus orejas y uno pequeño en la nariz, como otro atravesando su lengua.
Sin embargo, más me llenaría la atención sus brazos completamente tatuados, desde sus muñecas hasta donde me dejaba ver las mangas de su ceñida remera
Cuando ellos se fueron, me quedé pensando en tontas fantasías que se habían cruzado por mi loca cabeza, pero era claro que casi lo doblaba en edad.

Cuando empezaron las clases, conocería al verdadero Joel, muy lejos del ojo vigilante de su madre, el chico era un jodido zafado, y no tardó en demostrar poco interés por los ejercicios y mucho interés por mi
Y la estampa de ese joven cara sucia empezó a darme vueltas por la cabeza, es que no era solo su físico, también me ganaba su personalidad, su forma de ser, un rebelde por naturaleza, contra las reglas, contra el sistema.
Joel no se arrodillaba anta nada, ante nadie, y solo pasábamos más tiempo hablando que haciendo ejercicios, era un impuntual, él decía que era por su trabajo, que no le daban los tiempos, pero yo sabía que era mentira y sabía el motivo y él sabía que yo se lo permitía, solo porque era él

Se me hizo costumbre que él se quedara después de hora, cuando ya todos se habían ido y yo ya había cerrado los accesos al local, y esos nos daba una peligrosa intimidad.
Joel nunca anduvo con rodeos, directo al grano, empezó a decirme lo buena que estaba, que mi culo le hacía parar la pija y que me lo quería romper, que yo sería una milf con mucha experiencia, y que en la cama seguro sería una bestia salvaje, yo solo me reía y lo dejaba avanzar, porque en verdad me daban ganas y me calentaba mucho. Pero yo ponía mis reglas, le sacaba el tema de su madre, de su reinserción en la sociedad y él me juraba una y otra vez que estaba haciendo su mejor esfuerzo, ya nada de fumar, ya nada de hurtos y yo, como siempre me tragué la píldora

Y con el correr del tiempo solo fuimos a más, la mayoría de las veces, antes de ir al gimnasio, elegía muy bien que ropas ponerme, unas calzas, un top, marcaba mi trasero, y Joel solo se enloquecía, cada vez apretaba más el acelerador y cada vez me era más difícil escapar, a veces me tocaba la cola disimuladamente, como fingiendo ser casual, y otras veces me apoyaba su verga con discreción, para hacerme saber que él estaba ahí, marcando terreno. En sus días, solía ser más directo, delante de otros clientes, y eso si me molestaba, pero era solo un remolino que me arrastraba a su paso.
Solía decirle que era muy joven para mí, que casi tenía la edad de su madre, pero él, lejos de darse por rendido, me decía que estaba cansado de pendejas y quería probar el veneno de una mujer madura, y que mi culo de diosa necesitaba una buena verga como la suya.

Sabía que tarde o temprano lo haríamos, porque ese jovencito me enloquecía, y sucedería antes de lo imaginado.
Joel en esos días era un desastre, a veces faltaba, cuando venía lo hacía tarde, estaba haragán, no quería hacer nada y sabía que andaba nuevamente por malos caminos, olía a hiervas y yo solo lo cubría, porque me gustaba, solo por eso.
Y cuando esa tarde llegó su madre a modo de inspectora, supe que él estaría en problemas puesto que Joel no estaba en el gimnasio, y no sabía si vendría, cuando la vi llegar a la distancia me escabullí hacia el baño, y con la rapidez de la luz le mandé un chat, avisándole lo que pasaba para ponerlo en alerta, solo le dije que lo cubriría y me siguiera la corriente.

Al salir del baño nos topamos cara a cara, ella me preguntó en tono incisivo donde estaba su hijo, se suponía que debería estar ejercitando por algún lado y ella solo no lo veía.
Le dije que era culpa mía, que tenía un pago atrasado con un proveedor de materiales del gimnasio y que le había solicitado que por favor se llegara con su moto a saldar la cuenta por mí.
Su madre solo se enojó conmigo y empezó a hablarme de mala manera, en voz alta, al punto de atraer la atención de los demás chicos y chicas que hacían sus rutinas, me lanzó una catarata de improperios y yo solo trataba de bajar el tono del monólogo que ella hacía

Joel llegó presuroso sobre le final de la charla y fue testigo de la injusta humillación que estaba sufriendo por su culpa, incluso recibió parte de la reprimenda, porque ella pagaba para que él se ejercitara, no para que fuera cadete de nadie.
Obviamente él solo asentía con la cabeza sin saber de qué diablos se trataba todo, pero fue muy hábil en seguir el juego.
Ella advirtió que no volviera a repetirse, antes de dar media vuelta pegando los tacos estilo desfile militar, y mientras la vi marcharse pude notar en ella una mujer desequilibrada y comprender que los problemas de su hijo eran en gran parte por su culpa.

Cuando todo volvió a la calma y las cosas volvieron a su cauce normal, Joel, tal vez por única vez, se mostró compungido por lo que había sucedido y me pidió disculpas en todas las maneras posibles, y me juró mil veces que cambiaría su forma de ser, aunque yo sabía que todas esas promesas quedarían en el olvido al día siguiente.
Sin embargo, seguramente con un peso de culpa en su alma, en esa nochecita de primavera él se aplicaría con la rutina de ejercicios como nunca lo había hecho, como nunca lo volvería hacer.

Había llegado la hora de cerrar, ya todos se habían ido y como siempre, él estaba rezagado.
Cerré las puertas, bajé las persianas y corrí las cortinas, habían pasado diez minutos de las nueve de la noche y quedamos a solas.
Pasaría algo curioso entonces, él se sentó en uno de los bancos de trabajo y yo me quedé recostada de lado, apoyada en la pared, empezamos a hablar, y esa noche charlamos de muchas cosas, por primera vez hablábamos de su vida, de la mía, me contó cosas que no a muchas personas le contaría, y yo hice lo propio, creo que nos miramos demasiado, y nos reímos cómplices, pude ver detrás de ese chico recio, desprolijo, rebelde, un Joel con sentimientos, que se escondía en una coraza para la sociedad, y adiviné que tal vez le estaría regalando los minutos más felices de su maldita vida.

Generación 1970 - Mónica


En algún punto de la charla cuando hablábamos de mis estudios de profesorado, nos fuimos para el lado de muchos ejercicios que me daban en esos días y él me pidió que le mostrara algunos, visto en retrospectiva, volvería a ser la tonta engañada de siempre, porque entre tantas posturas, en un punto quedé en uno de los bancos de trabajo recostada boca abajo, y yo, como una estúpida le hablaba pensando que él me estaba escuchando
Cuando me di cuenta, él había pasado una pierna al otro lado y se había sentado sobre la cara posterior de mis muslos, así, sin ni siquiera inmutarse, le pregunté que estaba haciendo, girando como pude la cabeza hacia su lado, buscando hacer contacto visual, pero sus ojos, como un lobo hambriento, estaban posados en mis nalgas

El momento se me hizo muy caliente, muy erótico, Joel había tomado mis calzas y forcejeando me la bajo lo suficiente para dejar mis nalgas desnudas apenas protegidas por una diminuta colaless que tenía esa noche, sus fuertes manos empezaron a acariciar todo mi trasero, y su vista parecía clavada en mi culo, con una sonrisa macabra marcada en sus labios, yo me sentía mojar demasiado y solo no podía con todo.
Joel me llenaba los oídos de palabras sucias, bizarras, imaginen las peores, tomó los frágiles elásticos de mi ropa interior entre sus dedos y solo me la arrancó, me hizo sentir puta, y se me hizo imposible evitar tratar de levantar mi trasero hacia su lado, moría en deseos, quería que me hiciera lo que él quisiera hacerme

Entonces empezó a jugar con sus dedos, lentamente, acariciando mi rayita, yendo hasta mi esfínter, y solo a llenarlo de saliva, a meter despacito un dedito, sacando, luego otro, y solo a hacerlo otra vez, gemía en deseos contenidos, era un maldito perverso, estuvo haciendo eso más de quince minutos y no pude más, solo le grité que ya, que me rompiera el culo, maldito bastardo.
Joel sacó su verga dura y la golpeó un par de veces en mis nalgas, volvió a escupir, y esta vez, en lugar de usar la puntita de sus dedos, uso la puntita de su verga, y obvio, no fue lo mismo, apreté mis puños en los sostenes del banco de trabajo, cerré mis ojos y lo sentí venir

Su pija estaba dura como piedra, la sentí completa, adentro, afuera, adentro, afuera, me dolía, me gustaba, si me la dejaba toda adentro protestaba, si me la sacaba también. El gemía a mis espaldas rompiéndome el culo, sentí que le gustaba, y eso me gustaba a mí, me acariciaba los cachetes del culo, me los separaba para ver cómo se iba dilatando más y más, y cuando no pudo soportarlo, solo la sacó, y sentí como una regadera toda su leche caliente, por la piel de mi cola, por la parte posterior de la remera que cubría mi espalda, y hasta por mis cabellos, lo recuerdo y de solo contarles me caliento.
Quise protestar, es que aun debía volver a mi casa, pero solo me la metió nuevamente, empezó con los juegos, y en segundos estaba duro como piedra, nuevamente, y ya me dejé poseer hasta que en esta segunda ocasión lo hizo todo dentro de mi

Nos incorporamos, su semen chorreaba por todos lados, por fuera, por dentro, él enseguida guardó su herramienta, pero yo tomé una de las toallas del gym para limpiarme un poco antes de terminar el día y volver a casa.
Y que más decirles...
Se hizo un poco costumbre, un poco rutina, tuvimos noches de sexo tradicional y otros juegos, pero Joel tenía una fijación para romperme el culo, le encantaba, y bueno, me encantaba, porque lo hacía así, sucio, sin permiso, sin pedirlo, solo venía y lo hacía y obviamente, me había dejado mi esfínter del tamaño de una cacerola...


Las mujeres que escuchaban atentamente no pudieron dejar de carcajear por él último comentario, pero Mónica, no había pretendido sonar cómica, sino solamente hacer una comparación de la situación


Tuvimos días buenos, días malos, algunos mejores, algunos peores, era solo sexo, sexo anal, y no habría mucho más que eso, pero le tenía un afecto especial, y me esforcé en enderezar su camino, pero no puedes ayudar a quien no quiere tu ayuda, y solo las cosas fueron de mal en peor, en los últimos días el faltaba casi siempre, o venía con un olor insoportable de esas basuras que fumaba, y en un par de ocasiones había desaparecido el dinero de la caja, incluso había tenido alguna que otra discusión con mi socia, porque los rumores eran cada vez más ruidosos.
La última vez que nos vimos, estaba triste, su mirada perdida parecía pedir ayuda en forma desesperada, y yo no sabía que sería la última vez, porque de haberlo sabido, seguramente, algo hubiera hecho diferente

Casi un mes después, al no tener noticias, llamé a su madre, al otro lado, y con muy mal carácter, me dijo que Joel estaba nuevamente tras las rejas, había vuelto a los robos a mano armada y estaba complicado, incluso tenia deudas con algunos otros presos.
Tiempo después leí en los periódicos, un tanto al azar, repasando titulares, sobre un motín en una de las cárceles de la ciudad, una revuelta de reclusos, problemas internos, un amotinamiento que había costado la vida a tres muchachos.
Y ahí terminaría mi historia con ese joven rebelde, cuando leí su nombre en letras mayúsculas, se me hizo un nudo en la garganta y no puede evitar que mis ojos se inundaran con lágrimas.


Cuando ella terminó su relato, nuevamente se produjo un silencio reflexivo, la historia de Gabriela seguramente les había pegado en la sexualidad, pero la de Mónica, la tonta, la payasa, había ido al corazón, con un final inesperado, y las había tomado a todas con la guardia baja.
Noemí entonces, hecho un par de leños más al fuego, y sabiendo que originalmente ella había sacado el número cuatro, la miró a Lara, la gordita y le dejó saber que ahora si era su turno, y que ya no tendría alternativas
Lara tragó saliva, al menos ya no sentía tanta presión, habían pasado Noemí, Gabriela y Mónica, y un poco entre el calor de sus historias, y otro poco por el vino que ya había tomado, se sintió con fuerzas para soltar el rollo.


CONTINUARA EN 'GENERACION 1970 - LARA'


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