Intriga Lasciva - El Instituto [14]

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Intriga Lasciva - El Instituto [14]




Capítulo 14.

Prueba de Cámara.

Oriana pasó mucho tiempo viviendo una rutina aburrida en la que sus mayores alegrías consistían en enterarse de algunos chismes en internet o en los pasillos del instituto. Sin embargo, en pocos días su vida cambió radicalmente. Ahora tenía actividades verdaderamente estimulantes. Pasar la tarde con su profesora particular ya no era parte de una rutina, podía ser su momento más feliz del día. Además contaba con el club de Detectives al que se había unido. Se dio cuenta de que esperaba con ansias cada nueva reunión en la sede y que ya sentía a Siara y a Erika como buenas amigas, a pesar de que las conocía hacía apenas unos días.
Entró al aula en la que se reunían los miembros del Club Veritas Sectatores, hoy solo eran tres, contándola a ella, pero a Oriana no le importó, eso cambiaría con el tiempo, ya encontrarían nuevos integrantes.  
―¿Qué novedades tenemos? ―Preguntó, sentándose frente a sus dos nuevas amigas.
Erika tomaba mates, sorbiendo de la bombilla de forma adorable, mientras Siara tomaba un café bien caliente. Oriana estuvo a punto de pedir algo para tomar, pero no fue necesario, Erika le cebó un mate y se lo alcanzó.
―Hoy fuimos a ver a Alexis ―dijo Siara―. Le preguntamos si quería formar parte de nuestro emprendimiento. Al principio se mostró muy interesado y nos comentó cuánta ganancia le gustaría obtener. 
―Veinte porciento ―dijo Erika―. Nos pareció una locura, pero de todas formas no pensábamos contratarlo.
―¿Ah no? ―Preguntó Oriana, mientras tomaba su mate.
―No ―continuó Siara―. Solo queríamos que Alexis supiera de nuestra intención de iniciar una página porno, para que empezara a correr el rumor. Si él trabaja para los de Uvisex, podemos dar por seguro que le va a contar a alguien. 
―¿Y por qué están tan seguras? ―Preguntó Oriana.
―Porque Alexis se quedó enojado cuando le dijimos que pedía mucho ―respondió Erika―. Nos dijo que sin la ayuda de alguien que esté metido en el mundo del porno no íbamos a llegar lejos. Por desgracia, en eso tiene razón. Podemos simular que vamos a hacer nuestra propia web porno, pero si realmente queremos que los de Uvisex nos perciban como una dura competencia, estamos obligadas a grabar algo de material y a subirlo a un dominio web privado… y ninguna de nosotras tiene idea de cómo grabar algo así. A duras penas sabemos usar la cámara de nuestros celulares. 
―Por eso vamos a contratar a alguien ―intervino Siara―. El presupuesto que nos facilitó mi mamá no solo tiene que alcanzar para pagarle a los actores y actrices, sino que, además, vamos a pagarle a un buen camarógrafo. Alguien que tenga experiencia en el mundo del porno.
―¿Y dónde vamos a encontrar a alguien así? ―Quiso saber Oriana.
―En internet ¿dónde más? ―Siara le mostró la pantalla de su notebook―. Anoche estuve revisando una página donde la gente ofrece sus servicios… la mayoría son escort, o directamente prostitutas, pero también hay algunos que se ofrecen como actores porno o, incluso, productores. Me llamó la atención un tal Julián Aguirre, porque de todos los ofrecimientos, él fue el único que pudo demostrar que ya tiene, al menos, tres años de experiencia en el porno profesional. Miré algunos de sus trabajos y puedo decir que fueron muy… efectivos.
―Con eso quiere decir que se hizo la paja mientras los miraba ―dijo Erika. Siara se sonrojó y Oriana ahogó su risa tapándose la boca con la mano.
―No te culpo ―dijo Oriana―, si realmente es tan bueno, probablemente yo hubiera hecho lo mismo.
―No estamos acá para hablar de si me hago la paja o no ―sentenció Siara―. Lo importante es que ya contacté a Julián y tenemos que reunirnos hoy mismo, en su casa. Y si realmente es el indicado, después vamos al estudio que alquilé.
―¿Y qué estudio alquilaste? 
―El mismo en el que te conocimos a vos ―respondió Erika―, nos pareció buena idea.
―¡Claro! ―Exclamó Oriana―. Si trabajamos en el mismo lugar que los de Uvisex, van a tener que notarnos. Es una buena idea. 
―Bueno ―dijo Siara―, en un rato vamos a reunirnos con el tal Julián. Antes de salir ¿tenés alguna noticia que quieras comentarnos? 
―Sí, les prometí que iba a revisar las fotos de la profesora Brenda Ramallo, en especial las de su viaje a Cancún. Ella subió una nueva, muy picante ―Oriana le mostró el celular a sus amigas, allí pudieron ver a la profesora, muy sonriente en una playa soleada. 
―¡Upa! se le ven todas las tetas ―Exclamó Erika. 
Brenda no llevaba puesta la parte superior del bikini, pero se había tapado los pezones con stickers en forma de corazones.
―Al menos se cubrió los pezones ―dijo Oriana―, creo que para que no le baneen la cuenta de Instagram. A ver, yo entiendo que una mujer puede hacer topless en una playa de Cancún, pero… ¿qué quieren que les diga? Seré un poco chapada a la antigua, a mí me resulta muy raro tener una profesora que sube este tipo de fotos a internet. 
―Sí, en especial si tenemos en cuenta que la mayoría de sus alumnos son pendejos de dieciocho años que tienen las hormonas alteradas ―comentó Siara―. ¿Hay más?
―Sí, mirando bien entre todas las fotos encontré algunas que me llamaron la atención. Por ejemplo, esta.
La pantalla mostró a una Brenda muy sonriente sentada en el regazo de un tipo musculoso y bien bronceado. La profesora tenía una pierna levanta, con el pie sobre la rodilla del tipo, y en el centro había un sticker de un monito tapándose los ojos.
―Por esta foto recibió varios comentarios ―continuó Oriana―, cuando alguien le preguntó por qué había puesto el sticker justo allí, Brenda respondió que lo hizo porque estaba con las piernas abiertas, y no quería ser tan indiscreta.
―Tiene sentido ―dijo Siara―, yo hubiera hecho lo mismo.
―En realidad no tiene tanto sentido ―dijo Oriana―, porque si mirás estas fotos que son anteriores vas a notar que no le molesta mucho eso de subir fotos con las piernas abiertas, incluso usando bikini.
―¡Upa! ―Exclamó Erika―. En esta se le marca bastante la concha… si eso no le parece ser indiscreta.
―Es cierto, la tanga parece pintada sobre la concha ―dijo Siara―. ¿Entonces por qué puso sticker en la otra, si incluso se ve desde más lejos?
―Eso es lo que yo me pregunté ―dijo Oriana―. Alguien le comentó: “Parece como si el tipo te la estuviera metiendo y que solo subió esa foto para provocar”, Brenda ni siquiera contestó a ese mensaje, pero tuvo varios “likes” y más de uno comentó que pensó lo mismo. Así que miré la foto desde más cerca y me di cuenta que el tipo parece estar completamente desnudo, no hay ni rastros de short. Brenda dijo que en realidad tenía puesto un slip, puede ser, pero ahí no terminan mis sospechas. En la otra pierna, la que ella no tiene levantada, el sticker no llega a taparle la cadera y se puede ver lo mismo que notamos antes: no hay rastros de la parte inferior de su bikini, ni una tirita. Eso aumenta las probabilidades de que esté desnuda. 
―Bien, pero de ahí a decir que el tipo la estaba penetrando justo en ese momento… y que ella subió esa foto para provocar, me parece mucho ―dijo Siara.
―Ajá, por eso me encantaría tener la foto original, sin el dichoso monito ―comentó Oriana―. Voy a seguir investigando este asunto. Si de verdad ella está subiendo estas fotos con la intención de provocar, es posible que haya algunas dando vueltas en internet. 
―O quizás no hay nada ―dijo Siara―, y la gente se está haciendo la película solo porque la profe juega un poquito con los límites de Instagram. 
―Sí, también cabe esa posibilidad. Pero de momento prefiero dejar la puerta abierta a cualquier opción. 
―Bueno, seguí investigando ―dijo Siara―. Si averiguás algo más, nos lo contás en la próxima reunión. Ahora tenemos que reunirnos con nuestro posible camarógrafo. 

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Minutos más tarde llegaron a una casa pintoresca que en nada hacía sospechar que dentro de ella pudiera vivir alguien relacionado con la industria del porno. Tocaron el timbre y casi al instante las atendió una despampanante rubia de ojos azules que debía tener poco más de cuarenta años. 
―Ah, hola… ustedes deben ser las chicas que se iban a reunir con Julián. Pasen, pasen… 
Las tres obedecieron, pero no pudieron disimular su sorpresa, sus ojos recorrieron toda la anatomía de la rubia. La mujer llevaba puesta una corta bata con la cual estaba luchando, quería atarla y su voluminoso cuerpo no le facilitaba la tarea. Más de una vez vieron asomarse alguno de los pechos de la mujer, con pezón incluído. Debajo traía solamente una pequeña tanga negra que no llegaba a cubrir la totalidad de su depilado pubis. 
―Mi nombre es Diana ―dijo la mujer, con una radiante sonrisa―. Perdón que las reciba así, no tuve tiempo de cambiarme… pero si vienen por el motivo que me contó Julián, entonces no creo que les moleste…
―Mamá ¿cuántas veces tengo que decirte que te pongas algo de ropa antes de atender a la gente? ―Un muchacho delgado, de cabello negro, facciones angulosas y mirada penetrante se acercó a las recién llegadas. 
―Ay, pero… me dijiste que las chicas vienen por el asunto de los videos porno. Deben estar acostumbradas a ver gente desnuda…
―Eso no lo sabés, no las conocés. Perdonen, chicas, mi mamá es algo… imprudente. 
―Está bien, no hay drama ―dijo Erika―, ya me cae bien, me parece simpática y muy honesta. Me agrada la gente honesta. 
―Y es cierto que no nos molesta la ropa… o la falta de ropa ―dijo Oriana, recordando algunos de los consejos de su profesora Mariela―. Esta es tu casa, Diana, podés vestirte como quieras.
―Es lo que yo digo ―respondió la rubia, y luego le sacó la lengua a su hijo. Julián sonrió y puso los ojos en blanco, sabía que era una batalla perdida.
―Vengan, chicas, pasen al living, así hablamos tranquilos. 
Julián les indicó dónde podían sentarse y él hizo lo mismo, Diana se quedó revoloteando por allí, con el oído atento a la conversación.
―Bueno ―dijo Siara―, te cuento lo que tenemos en mente y vos nos decís si te interesa participar o no. Queremos crear una página porno con contenido VIP. La idea es tener material que nadie más tiene y ofrecerlo a gente que está dispuesta a pagar mucho dinero por esa exclusividad. Pero este es un proyecto que recién comienza, y nuestro presupuesto es limitado. Además de pagarte a vos, tenemos que contratar actrices…
―Ah, pensé que ustedes eran las actrices ―comentó Julián.
―¿Qué? ¿Acaso tenemos pinta de actrices porno? ―Preguntó Erika.
Julián se fijó en los grandes pechos que se asomaban por un escote discreto, pero que en esa chica parecía más provocador de lo normal. 
―Em… no sé cómo se van a tomar esto, pero creo que cualquiera de ustedes podría ser actriz porno.
―Deberían tomarlo como un halago ―comentó Diana, mientras les servía limonada fresca―. Son chicas muy hermosas, si no quieren ser actrices porno, bien por ustedes. En cambio, si quisieran serlo, desde ya les digo que cumplen todos los requisitos. 
―Bueno, gracias… supongo ―dijo Siara. La actitud de esta mujer le resultaba algo extraña, además ni siquiera tuvo la decencia de cubrir sus tetas al agacharse frente a su hijo―. Como decía, vamos a contratar a una actriz, ya la tenemos en mente, es alguien que tiene experiencia. Para resumir un poco, lo más importante a tener en cuenta es que al principio no habrá ganancias muy grandes, pero de a poco van a ir aumentando.
―Mientras me paguen, yo estoy dispuesto a trabajar ―dijo Julián―. El uso que le den al material es tema de ustedes. 
―¿Y cuánto tiempo tenés de experiencia? ―Preguntó Oriana―. Sin ánimo de ofender… parecés un poco joven. 
―Tiene veintiún años ―respondió Diana―. Se está dejando la barba para parecer más maduro, porque sabe que la cara de pendejo le juega en contra.
―¡Mamá!  ―Protestó Julián―. ¿Podés dejarme solo con las chicas?
―Y por la experiencia, no se preocupen ―continuó Diana, ignorando a su hijo―. Lleva casi tres años grabando porno y es excelente en su trabajo. Le pone mucha dedicación.
―Em… ¿usted vio algo del material que grabó Julián? ―Preguntó Erika.
―Yo miro todo el trabajo de Julián. 
―Mamá…
―Está bien, está bien… ya me voy. Me gusta mucho el proyecto que tienen en mente, si alguna vez necesitan ayuda con algo, me avisan. Hasta luego, encantada de conocerlas.
Diana se retiró meneando las caderas de forma sensual, todos los presentes la miraron, era imposible no hacerlo. 
―Me imagino que ya vieron el material que dejé de muestra, eso debió darles una idea de cómo trabajo. La mejor forma de demostrar que puedo filmar material de buena calidad es haciendo una prueba de cámara. En cuanto tengan una modelo y un lugar donde grabar todo, podemos empezar.
―Ya tenemos todo eso ―dijo Siara―. Podemos hacerlo hoy mismo. Solamente tenemos que avisarle a la modelo. 
―Perfecto, cuanto antes, mejor.

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Las tres chicas partieron hacia el estudio y le dijeron a Julián que lo esperaban allí. En el camino Erika planteó una duda.
―Che, ¿cómo es eso de que en el futuro las ganancias van a subir? Todo esto no es más que una fachada. En realidad no pensamos venderle el material a nadie. 
―Sí, lo mismo pensé ―dijo Oriana.
―Es cierto que esto no es un negocio real, pero durante unas semanas voy a poder conseguir algo de dinero extra, de mi mamá. Lo voy a usar para pagar a las modelos y a Julián, les voy a dar cada vez un poquito más, como para que crean que el negocio ya está en marcha. Luego, cuando ya no necesitemos hacer este teatro, les diremos que el negocio no salió como esperábamos. Ahí les vamos a pagar una especie de indemnización y listo, cada quien sigue con su vida. 
―Mmm… no es mala idea ―dijo Oriana―. Solo espero que Julián y Mariela no se entusiasmen demasiado con este proyecto. 
―Por eso vamos a tener que hablarles de los riesgos ―comentó Siara―. Ellos tienen que saber desde el principio que las cosas pueden salir mal. 
 
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La puerta se abrió al instante, Xamira se quedó sorprendida al ver a Emilia en tetas y vistiendo solo una pequeña bombacha blanca.
―¡Ay, nena! Llegás en el momento justo ―dijo la madre de su mejor amiga―. Vení, pasá… pasá…
Xamira se apresuró a entrar, no quería que algún vecino curioso viera a Emilia prácticamente desnuda. Una vez dentro, se relajó, al fin y al cabo esto de ver a la madre de su amiga sin ropa no era algo nuevo. Ya habían hablado de este tema. 
―¿Cómo andás, Emilia? Vine a ver a Dalma.
―Dalma no está… y vos llegaste justo cuando lo necesitaba. ―Emilia se quitó la bombacha de un tirón, puso un pie en un sofá cercano y separó sus labios vaginales con dos dedos―. Vení, dame una buena chupada de concha, no aguanto más, la necesito.
Xamira se quedó helada. Sí, es cierto que le había chupado la concha a Emilia, pero había sido en una situación muy diferente, con mucha complicidad de por medio. Pensó que eso no volvería a repetirse nunca, que era algo de una sola vez, como para sellar un pacto de amistad y confianza entre ellas. Nunca se imaginó que se lo volvería a pedir… y de esa forma tan directa.
―¿Qué? ¿Ahora? 
―Sí, nena… ahora… dale, pasame un ratito la lengua… y con ganas, que tengo una calentura tremenda.
Xamira se acercó como si su cuerpo se moviera por sí solo obedeciendo las órdenes de Emilia, sin embargo se sentía incómoda, esto no se parecía en nada a esa conexión pura entre mujeres de la que tanto había hablado Dalma. Por la forma en la que Emilia se lo pedía le daba la impresión de que, en esta ocasión, se trataba de sexo y nada más que sexo. Aún así Xamira se puso de rodillas frente a esa mujer que la desconcertaba tanto y su lengua comenzó a recorrer toda la concha de Emilia, desde abajo hacia arriba.
―¡Ay, sí! Esto es justo lo que necesitaba, a una linda nena dándome una buena chupadita en la concha. Esa desgraciada de Dalma se fue y me dejó con las ganas…
―¿Adónde fue? ―Preguntó Xamira, entre lamidas.
―A un parque, al menos eso dijo. Qué se yo, tal vez me mintió y se fue a coger con alguno. Antes de salir me estuvo dando una rica chupada en la concha… yo estaba a punto de acabar, no sabés lo lindo que fue… y de pronto… “Me tengo que ir, mamá”. Yo le dije que no podía dejarme así con esta calentu… ¡Ay, sí, nena… qué rica estás! Me re calienta verte con la boquita pegada en la concha. Seguí así… chupá con ganas. Como iba diciendo… le pedí a Dalma que no me dejara con esta calentura, que siguiera comiéndome la argolla, pero la muy puta se fue… y ella también tenía la concha bien mojada, lo sé porque estuve un buen rato pasándole la lengua. Así que mi teoría es que se calentó y se fue a coger con alguno de los tipos a los que le chupó la pija.
El sabor de la vagina de Emilia estaba jugando con la mente de Xamira, de pronto su libido empezó a decirle que esto no estaba tan mal, que a ella también le daba morbo tener la boca pegada a esa concha y poder lamerla toda. Algo que no entendía, porque en realidad ella nunca sintió ese tipo de atracción por el sexo femenino. Lo que más la confundía era sentir los jugos vaginales de Emilia escurriéndose dentro de su boca. ¿Por qué eso le agradaba tanto?
―¿Y te molesta que Dalma se haya ido a coger?
―Lo que me molesta es que me deje con las ganas… ¡en plena cogida! Con lo bien que la estábamos pasando. 
“¿Coger? ―Pensó Xamira―. ¿Está hablando de coger con su propia hija? ¿Qué pasó con el temita de la pureza femenina?”
―Ay, no aguanto más ―dijo Emilia―. Vení, vamos a la pieza… 
La tomó de la mano y juntas entraron al dormitorio, Emilia prácticamente la arrojó sobre la cama y sin pedir permiso comenzó a bajarle el pantalón, con ropa interior incluída. Xamira no tuvo tiempo a reaccionar, cuando se dio cuenta ya estaba desnuda de la cintura para abajo, con las piernas abiertas y la cabeza de Emilia entre ellas.
―Uf… no sabés las ganas que tenía de probar concha de pendeja ―se lanzó y le dio una potente lamida… y luego otra y otra―. Le comí la concha a algunas amigas de la iglesia mientras los cornudos de los maridos creían que nos juntábamos a rezar. ―Volvió a lamerla, Xamira se estremeció, Emilia sabía exactamente por dónde pasar la lengua―. Estuvo bueno, pero la verdad es que a mí me dan mucho morbo las pendejas de la edad de Dalma… como vos. Estas conchas tienen otro sabor. 
Xamira estaba intentando procesar lo que Emilia le decía, sabía que su discurso actual distaba mucho del que había escuchado la última vez; pero la chupada de concha que estaba recibiendo era tan buena que su cuerpo comenzó a menearse solo. Agarró la cabeza de Emilia y la pegó más a su concha. Las lamidas se pusieron más intensas que antes.
―Grabame, Xami ―pidió Emilia―. Quiero tener un lindo recuerdo de la vez que me comí esta concha, que no puede ser más linda… tenés un cuerpo precioso.
Xamira obedeció. Su celular había quedado dentro del pantalón que estaba sobre la cama. Lo agarró y comenzó a grabar a la madre de su mejor amiga comiéndole la concha. Esa situación le generó más morbo del que había imaginado, de pronto la idea de tener un recuerdo de este momento comenzó a gustarle más. Hasta le gustó la idea de grabar su propia vagina mientras la lengua entraba en ella. Se sintió empoderada. 
Quizás no debería darle tantas vueltas a las cosas que había dicho Emilia, quizás solo debía distenderse y disfrutar. Quizás volvería a chuparle la concha a la madre de su amiga. ¿Por qué no? Ya tendría tiempo para reflexionar, ahora no era el momento de hacerlo. 

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El estudio de grabación estaba vacío a excepción de unas cuantas telas blancas y verdes. Walter las esperaba ahí, con el ceño fruncido. 
―Hola ―lo saludó Erika, con su simpatía característica―. ¿Por qué esa cara de culo?
―¿Ustedes no me habían dicho que necesitaban un estudio para Verónica LeClerc? ―Preguntó, con los brazos cruzados.
―Sí, y eso era cierto ―mintió Siara―. Mi mamá ya consiguió su estudio, prefirió otro, a pesar de que le recomendé mucho este. 
―Ajá… ¿y qué es todo ese asunto de la web porno que me comentaste?
―Solo eso ¿por qué? ¿acaso tenemos prohibido grabar porno en este estudio? Escuché que acá se grabaron muchas cosas de ese estilo… ah, mirá, ahí llegó nuestra modelo. Hola, Mariela ―saludó a la recién llegada poniendo más entusiasmo de lo habitual―. Ella nos comentó que te conoce y que grabó varias veces en este estudio.
―Hola, Ori… hola chicas… hola Walter ―saludó Mariela. Ella estaba vestida de forma casual, nada en su aspecto podría hacer sospechar que se trataba de una actriz porno―. Veo que estás enojado. 
―¿Y cómo querés que esté? Si la competencia se quiere instalar en el mismo estudio que nosotros… y además nos roban una de nuestras mejores actrices.
―Ay, gracias por considerarme una de las mejores; pero yo creo que no es para tanto. Además nadie “me robó” ―dibujó las comillas con sus dedos―. Ellas me están pagando. Yo voy donde me paguen. No tengo ningún contrato de exclusividad con Uvisex. 
―Porque no creímos que fuera necesario. Pensamos que la lealtad de…
―Uy, no me vengas a hablar de lealtad ―Mariela puso los ojos en blanco―. Si más de una vez me hicieron sentir que yo no tenía otra opción más que trabajar para ustedes. Bueno, resulta que ahora sí tengo otra opción. 
Mientras la discusión se llevaba a cabo, Julián, en silencio, fue acomodando sus trípodes, cámaras y reflectores. Por suerte su madre le había comprado una pequeña camioneta en la que podía trasladar todo su equipo con facilidad, aunque agradecería tener una mano extra que lo ayudara a ordenar todo. Algo que no podía permitirse en este nuevo emprendimiento. 
―Sinceramente no entiendo por qué está tan enojado este tipo ―dijo Erika, hablando como si no se hubiera enterado de nada―. Si nosotras recién empezamos y no tenemos mucha idea de lo que estamos haciendo. ¿Por qué nos considera la competencia de una web que ya está bien afianzada en internet y que tiene una base sólida de usuarios?
―Quizás tienen miedo de que descubramos qué métodos usan para “contratar” actrices ―dijo Oriana, intercambiando miradas desafiantes con Walter.
―¿Y vos qué podés saber de eso? ―Preguntó Walter.
―¿Qué puedo saber? Ustedes intentaron contratarme… hasta hice unas sesiones de fotos con Alexis. 
―Ah, ¿y ahora vas a ser actriz porno para los video de tus amiguitas?
―¡Yo no soy actriz porno! ―chilló Oriana.
―Bueno, bueno… a ver si nos calmamos un poco ―intervino Mariela―. No sé qué te pasa, Walter. Estás demasiado enojado por una tontería. Lo que dijo esta chica ―señaló a Erika―, es cierto. Este es un proyecto que recién comienza, me parece que es muy pronto para vernos como una competencia. Ahora… ¿podrías dejarnos trabajar? Tengo entendido que ya te pagaron el alquiler del estudio.
―Así es, ya pagamos ―dijo Siara―. Y espero que no nos cuente el tiempo que nos hizo perder. 
Viéndose en clara desventaja, Walter abandonó el estudio cerrando la puerta detrás de él. 
―No se queden con esta imágen de Walter ―dijo Mariela―. Por lo general es un tipo muy amable y tranquilo, siempre me trató con mucho respeto. No sé por qué ahora está tan… tenso. 
―Eso es problema de él ―dijo Siara, encogiéndose de hombros―. Si no te molesta, me gustaría iniciar las pruebas de cámara cuanto antes. No tenemos mucho tiempo, alquilamos el estudio solo por una hora. 
―Muy bien, vamos a empezar ―dijo Mariela―, a por cierto, hola, perdón que no te haya saludado antes. No te había visto. ¿Vos sos el camarógrafo?
―Sí, mi nombre es Julián ―le dio la mano de forma profesional―. Además de las cámaras, también me encargo de la edición. Y hablando de eso, voy a usar una pantalla verde, con una de esas telas, para agregar algún fondo a las fotos y a los videos que hagamos… así no se ve todo tan vacío. 
―Es buena idea ―dijo Siara―. Te prometo que la próxima vez vamos a alquilar algunos muebles y adornos. Mi mamá conoce empresas que se encargan de dejar los estudios de la forma en que vos quieras… claro, cobran caro, pero quizás me hagan un descuento.
―¿De verdad sos la hija de Verónica LeClerc? ―Preguntó Mariela.
―Sí ―respondió Oriana―. Y Erika es la hermana de Kamilexia.
―¿Qué? ¿De verdad? ―Preguntó Julián, con los ojos desencajados.
―¿Quién es Kamilexia? ―Quiso saber Mariela.
―¿No la conocés? ―Preguntó Oriana―. Es una streamer muy famosa, tiene miles de espectadores en Twitch. 
―Sí, y es una de las mejores ―dijo Julián.
―¡Uy, lo que me faltaba! ―Erika puso los ojos en blanco―. Otro fan de mi hermana. Y te comento que no me llevo muy bien con mi hermana. Así que nada de pedirme fotos o autógrafos. 
―Está bien, no pensaba pedirlos ―dijo Julián, claramente desilusionado. 
Volvió a ocuparse de sus cámaras. Mariela, por su parte, comenzó a sacarse la ropa. Esto generó una sensación de incomodidad en las tres chicas. En Siara y Erika por ser la primera vez que veían semidesnuda a Mariela y en Oriana porque sintió, por alguna extraña razón, que al exponer a su profesora también estaba exponiendo parte de su propia intimidad. Ahora debía compartir el privilegio de ver a Mariela desnuda con otras personas. 
Julián se mantuvo calmado y miró a la profesora como quien mira un objeto de trabajo, Siara notó esto y le hizo pensar que, efectivamente, Julián ya tenía experiencia en la industria del porno. 
Mariela tenía puesto un corpiño de encaje blanco y una pequeña tanga haciendo juego. Sus partes íntimas se traslucían sobre la tela. Oriana pensó que estaba realmente preciosa y que sus tetas se lucían de maravilla. 
Julián comenzó con las indicaciones, le pidió a Mariela que se colocara frente a la tela verde y que sonriera para la cámara. Comenzó con algunas fotos estáticas y sencillas, pero bien iluminadas. Para conseguir un buen efecto tuvo que ajustar los reflectores varias veces, por suerte las chicas le ayudaron con eso y siguieron sus instrucciones al pie de la letra. 
―Che, Ori… ¿no querés venir a sacarte unas fotos conmigo? ―Preguntó Mariela. 
―¿Qué? No… no sé… es que…
―Vamos, no seas tímida. Ya hiciste esto antes y a estas fotos no las va a ver nadie. Nos quedan como recuerdo a nosotras. 
―Em… bueno, viéndolo de esa manera… puede ser.
Oriana sintió un extraño calor en la boca de su estómago, le hacía mucha ilusión tener una bonita sesión de fotos con su profesora particular. Se colocó delante de la cámara y posó con una sonrisa.
―No, nena… así no ―dijo Mariela―. Si vamos a sacarnos fotos juntas, la ropa afuera. Al fin y al cabo esta es una sesión de fotos eróticas. 
Oriana se quedó muy quieta y miró a todos a su alrededor como buscando la respuesta en ellos.
―A nosotros no nos mires ―dijo Erika―. Esto depende totalmente de vos. La prueba de cámara va a servir aunque vos no salgas en las fotos.
―Dale, hacelo por mí ―insistió Mariela. 
No esperó respuesta de Oriana, comenzó a desabotonarle la blusa. La chica asiática llegó a la conclusión de que podía hacerlo, al fin y al cabo no sería su primera vez, y en esta ocasión Mariela estaría a su lado, motivo de sobra para estar tranquila y pasarla bien. Se quitó las zapatillas y cuando se bajó el pantalón dejó expuesto su voluminoso culo, ese día había decidido usar una tanga negra tan pequeña como la de Mariela, no porque pensara que iba a participar en una sesión de fotos, sino porque creyó que después de la misma podría ir a la casa de su profesora… y era mejor estar preparada. Su corpiño hacía juego con la tanga y dejaba ver parte de la sombra de sus pezones. 
Mariela la tomó por la cintura y ambas sonrieron a la cámara. 
―Soltate un poco ―le dijo la profesora―. Acordate de lo que te dije la vez pasada. No sientas vergüenza de tu propio cuerpo. Posá con determinación, con seguridad. Sos hermosa y tenés que sentirte hermosa. 
―Lo voy a intentar.
El corazón de Oriana se aceleró. No conocía de nada a Julián, pero ya había posado en ropa interior frente a un desconocido. Con Erika y Siaran ya había tenido un momento de “poca ropa” y con Mariela se sentía cómoda. No tenía motivos para permitir que su timidez le ganara la partida. La timidez se podía quedar guardada en el fondo de su mente, ahora no la necesitaba para nada. 
Ella y Mariela dieron media vuelta y mostraron el culo a la cámara, Oriana incluso se inclinó un poco hacia adelante y se acomodó la tanga para que se le metiera un poquito entre los labios vaginales. Fue su forma de decir: “Estoy decidida”. Mariela aprovechó para acariciarle una nalga. 
―Muy bueno eso ―dijo Julián―. Mantengan el movimiento, porque voy a empezar a grabar. Esas dos cámaras están prendidas y toman toda la acción desde los lados. Yo voy a manejar la principal, ustedes tienen que mirar esta cámara como si estuvieran viendo al espectador. 
Las modelos volvieron la vista al frente, Mariela se posicionó detrás de su alumna y la rodeó con sus brazos de forma sensual. Luego invirtieron posiciones, siendo Oriana la que quedó detrás.
―Ahora sacame el corpiño ―dijo Mariela.
―¿Segura?
―Sí, nena. Ya estoy acostumbrada a posar desnuda. Y cuando me saques el corpiño, levantame un poco las tetas.
Oriana respiró profundo y le desprendió el corpiño a su profesora. Esas grandes tetas quedaron expuestas ante la cámara y Oriana, un poco nerviosa, se apresuró a sujetarlas desde abajo. No era muy distinto a agarrar sus propias tetas, aunque… evidentemente éstas no eran las suyas. 
―¿Te animás a mostrarlas vos también? ―Le preguntó Mariela.
―Em… no sé… ―Otra vez su maldita timidez. No, esta vez no le permitiría ganar―. Sí… sí, las voy a mostrar. Sacame el corpiño.
Las dos modelos se pusieron cara a cara, con la cámara de Julián filmándolas de lado. Sus tetas se chocaban entre sí. Para sorpresa de Oriana, mientras le desprendía el corpiño, Mariela la beso. El contacto con sus labios le puso la piel de gallina y la confundió mucho. Sin embargo, no se apartó. Buscó con su lengua la de Mariela porque… no tenía nada de malo, al fin y al cabo estaban haciendo pruebas de cámara para material porno. Un besito era una cosa de nada. 
Cuando las tetas de Oriana quedaron a la vista, Mariela se lanzó sobre una de ellas y empezó a chuparla. Oriana suspiró, ese gemido no fue actuado, nació en lo más hondo de su ser. Su pezón estaba sumamente sensible y la húmeda y tibia lengua de su profesora estaba tocando los puntos juntos.
Instintivamente agarró una de las tetas de Mariela y comenzó a masajearla. Se sintió bien. Tan bien que cuando su profesora se la ofreció, no pudo negarse. Lo hizo manteniendo la mente en blanco, dejándose llevar por la situación. Se metió el pezón en la boca y empezó a chuparlo como si quisiera sacar leche de él… y de verdad que le puso ganas al asunto. 
―Uy, nena… tranquila con los chupones ―dijo Mariela entre risas―. Me vas a dejar toda marcada.
―Perdón, es que…
―No pasa nada, me alegra que le pongas tanto entusiasmo, solo tengamos cuidado de no dejar marcas. Las uñas están prohibidas y los chupones tienen que ser suaves. ¿Ok?
―Entendido ―dijo Oriana, con las mejillas ruborizadas.
―Ahora sacame la tanga ―le dijo Mariela al oído, su voz fue tan sensual que un escalofrío cruzó la columna vertebral de Oriana.
La tanga comenzó a bajar de forma sensual, las manos de Oriana eran inexpertas, pero se las ingeniaron para hacer bien el trabajo. Julián aprovechó para tomar un primer plano de la concha de Mariela al desnudo. Oriana se mantuvo acariciándole las nalgas y volvió a besarla. Esta vez fue ella la que inició el contacto entre sus bocas, le pareció correcto tomar un poco la iniciativa, para demostrarle a Mariela que se sentía cómoda… algo excitada, pero cómoda.
―¿Te vas a animar a mostrarla vos también? ―Preguntó Mariela, entre besos.
―Em… no, no me animo. Pero… si me bajás la tanga, no voy a oponer resistencia. 
―Muy bien. 
Julián, que escuchó la conversación, dirigió la cámara hacia el gran culo de Oriana. La chica tenía un buen par de posaderas, incluso más imponentes que las de Mariela. La tanga fue bajando lentamente, con suspenso, como si en algún momento la acción fuera a detenerse. Pero no lo hizo.
Oriana quedó completamente desnuda. Sus tiernos gajos vaginales quedaron expuestos ante la cámara y Mariela se los acarició con ambas manos, mientras le chupaba las tetas. Oriana sintió cómo se mojaba y una frase tonta se escapó de su boca:
―Cuando llegue a casa me voy a hacer tremenda paja para bajar la calentura.
Mariela se rió, incluso se escucharon las risas de Erika y Siara, que miraban atónitas toda la escena sin saber muy bien qué hacer con sus manos.
―No sos la única, querida ―dijo Mariela―. Yo también voy a tener que darme una buena frotadita en el clítoris después de esto. Vos sabés lo que opino del cuerpo femenino… y vos tenés un cuerpazo que… ¡Uf! ¡Mamita querida! Perdón si te da asco, pero voy a pensar en estas tetas mientras me toque.
―Ay, gracias… no me da asco, lo tomo como un halago. Me da cierto gustito saber que mis tetas te van a acompañar mientras te hagas la paja.
Siara y Erika se miraron la una a la otra como diciendo: “¿Estás escuchando esta conversación?”, luego intercambiaron miradas cómplices. 
Oriana y Mariela se besaron una vez más, esta vez con más soltura, de forma apasionada. Aprovecharon para amasar las nalgas de la otra y cuando Oriana sintió los dedos de su profesora recorriéndole la concha, se animó a hacer lo mismo. Al primer contacto pudo comprobar que Mariela estaba mojada, eso le gustó. Algo le decía que ella había provocado eso. Nunca imaginó que sería capaz de provocarle excitación a una mujer. En ese momento Oriana no pensó en su novio y en su heterosexualidad. No le importó nada. La lengua de Mariela estaba dentro de su boca y eso era lo único en lo que podía pensar.
Unos segundos más tarde Julián dijo que la prueba de cámara ya había terminado, debían cortar porque estaba a punto de llegar al límite de tiempo de alquiler, y aún debía juntar todo su equipo.
A Oriana la ofuscó un poco tener que interrumpir todo de forma tan brusca. Se vistió sin poder apartar los ojos de la anatomía de Mariela. Esta vez hubo una pizca de honestidad dentro de su mente, una vocecita interior dijo: “¡Qué buena está! Tiene unas tetas preciosa… y esa concha calentaría a cualquiera!”. Luego hizo desaparecer esas palabras, hundiéndolas en fondo de su inconsciente. 
Las cuatro mujeres ayudaron a Julián a cargar todo en su camioneta. Siara apartó al muchacho y le entregó una generosa paga.
―Esto es más de lo que habíamos acordado ―dijo el chico.
―Lo sé; es para que veas que vamos en serio. La próxima vez vamos a tener un set mejor armado, te lo prometo. 
―Pero… si todavía no viste la edición de la prueba de cámara.
―No necesito verla… aunque sería bueno que la hagas, para mostrársela a las demás. Ya vi tu trabajo y sé que es muy bueno. Por cierto. ¿Cabe la posibilidad de contratar a alguna de las chicas que salen en tus videos de muestra?
―No, ninguna posibilidad. Todas tienen un contrato de exclusividad con una empresa alemana. Se prestaron a hacer eso conmigo solo para ayudarme a publicitarme, y también porque les queda como material publicitario a ellas. 
―Ah, qué lástima… porque vamos a necesitar actrices. ¿No concés ninguna actriz porno que no tenga un contrato de exclusividad y que esté dispuesta a trabajar con vos?
―Em… sí, conozco una, pero… em… mejor no, complicaría demasiado las cosas.
―¿Por qué? ―Quiso saber Siara.
―No importa. Es un asunto personal algo complicado de explicar. Solo digamos que ahora mismo no sería apropiado invitarla. 
―Mmm… bueno, no me voy a meter en asuntos personales. Pero si llegás a convencer a esa actriz de participar en nuestro proyecto, avisame. Nos vendría muy bien tener variedad. 
―Dale, yo te aviso. Bueno, me voy, quiero empezar con la edición del material lo antes posible. 
Se despidió de todas.
―¡Chau! ―Lo saludó Erika agitando la mano efusivamente―. Y mandale saludos a tu mamá, es muy linda y me cae bien.
―Dale, le mando saludos ―Julián puso en marcha la camioneta y se fue.
―Eso sonó muy lésbico ―dijo Siara.
―¿Qué? ¿Qué cosa? 
―El saludo a la madre… “Es muy linda y me cae bien”. Casi suena a “me la quiero coger”.
―¡Hey! Nunca dije eso ―Erika infló los cachetes y se puso muy roja. Sus amigas se rieron.
―Honestamente, Erika ―dijo Oriana―, sí que sonó algo raro… en especial teniendo en cuenta de que le vimos todo a la mamá de Julián.
―Es cierto, no lo pensé de esa manera ―dijo Erika―. Esa mujer es muy rara. Pero de verdad me cae bien, tiene algo que me gusta mucho…
―¿Sus tetas? ―Preguntó Siara y todas, a excepción de Erika, volvieron a reírse.
―¡No! ―Chilló Erika―. Su actitud. Tiene una forma de ser muy particular… como si estuviera muy segura de sí misma.
―Es cierto… quizás sea algo típico en las actrices porno ―comentó Oriana―, porque lo mismo noto en Mariela. 
―Es posible ―dijo la aludida―. La seguridad en una misma viene de la mano con este trabajo. Si no estás segura de lo que podés provocar, entonces nunca vas a dar lo mejor de vos misma. 
Las chicas se alejaron del estudio de grabación charlando sobre futuros proyectos e intercambiando opiniones sobre este primer paso que habían dado dentro de la industria pornográfica. Aún no tenían idea de qué tan lejos llegarían, pero los ánimos estaban por las nubes.  


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