Vacaciones

Aquel verano seria especial. Yo sabía que a partir de ese momento el tiempo que pasaríamos juntos seria escaso. Yo había dedicado todo mi tiempo a él, para que estudiara, que se construyera un futuro. Me olvide de mí. Ahora me quedaría sola debía, volver a encontrarme.
  No sabía muy bien cómo debía empezar la reconstrucción, ya con cuarenta y seis años empezaba a notar el deterioro, aunque aún estaba de buen ver.
  Las compañeras del trabajo me invitaron a salir a tomar algo, hacía años que no salía una noche. Mi hijo estaba en el viaje de fin de curso y yo me encontraba sola y un poco desorientada. Era viernes así que salí con mis compañeras.
  Fuimos a cenar y después a tomar unas copas. El pub donde entramos era de estilo inglés, muy elegante. Yo me sentía un poco extraña. Mis dos compañeras habituales del lugar, me tranquilizaban y me daban ánimos.
  —Tranquila ya verás como poco a poco vuelves al mercado— me decían entre risas.
  Se acercaron unos caballeros, muy encorbatados y elegantes. Me presentaron. Eran unos conocidos de mis amigas. Ignacio, moreno, alto, cara afilada, aguda y mirada pícara, estuvo toda la noche rondándome, baile con él, rozamos nuestros cuerpos y nuestras mejillas. Consiguió que algo se despertara en mí. Quedamos en llamarnos, me gustaba, me excitó. Al llegar a casa me encontré muy cachonda, me desnudé y noté que tenía las bragas mojadas, estaba muy excitada. Me metí en la ducha y me masturbé, recordando como era una polla moviéndose dentro de mí. El sábado y el domingo por la mañana volví a masturbarme, notaba un fuego interior.
  El domingo por la tarde volvió mi hijo de su viaje. El lunes saldríamos de vacaciones, yo lo tenía todo preparado. Montamos temprano  en el coche y nos fuimos camino a Cádiz. Tenía reservado un pequeño chalecito en Caños de Meca. Llegamos por la tarde, después de comer. El pequeño chalet tenía dos habitaciones, una pequeña piscina con jardín, un poco apartado. Preparamos todo y salimos a disfrutar un poco de la playa. Nos tumbamos en nuestras toallas, ya lucíamos un ligero moreno, observamos a la gente de alrededor. José observaba a las chicas, muchas de ellas en top-less, le noté una leve erección. Yo por mi parte llevaba cachonda desde el viernes, aparte la mirada. De repente la imaginé gorda y tiesa y sentí como mi coño se hinchaba. Me levanté y me di un baño, el agua me refrescó y aparto de mí aquellos pensamientos. Al volver a la toalla me quité la parte superior del bikini, como hacia siempre y me tumbé a tomar un poco el sol. Al levantarme vi como José miraba atentamente mis tetas, volví a sentir mi braguita mojada. Me sentí turbada por aquellos pensamientos.
  Al volver a casa José se fue a dar una ducha y yo me quedé en el jardín en una tumbona. La ventana del cuarto de baño daba a la piscina, entreví a través del cristal esmerilado que José se masturbaba. No pude evitarlo mi mano fue a mi clítoris. Imaginé su polla dura, chorreando semen y terminé corriéndome.
  Esa noche salimos a cenar unas tapas y unos vinos. Me contó el viaje de fin de curso, se notaba que se callaba muchas cosas. Se lo pasaron en grande y yo entresacaba de lo que me contaba que habían follado de lo lindo. Lo imaginaba y me gustaba. Nos reímos mucho. Había picardía en sus palabras.
  Llegamos a casa rendidos, nos fuimos derechos a nuestras camas. Yo volví a masturbarme, pensando en mi hijo follándose a una amiga. Veía su polla dura y tiesa entrando el coño de su amiga.  Mi clítoris ardía, mordí la almohada para no gritar al correrme. El sueño fue placido y reparador.
  El día lo pasamos en la playa, comimos en el chiringuito, pescado a la brasa con un buen vino blanco, volví a reírme de las bromas y gracias de mi hijo.
  Al volver a casa, ya por la tarde, nos encontramos el estropicio. Una parte del techo de la habitación de mi hijo se había desplomado, un agujero en el techo, que además desprendía un olor muy desagradable. Sacamos sus cosas de la habitación, cerramos la puerta y llamamos al dueño. Nos dijo que esa noche no podía hacer nada, pero que a primera hora vendría a solucionar el tema, después de las disculpas y la promesa de resarcirnos, colgamos.
  —Bueno no pasa nada, estamos de vacaciones, no dejemos que esto las estropeé, — dijo mi hijo— vamos a salir a cenar y a tomar algo.
  Nos arreglamos y salimos a cenar. El disgusto de la casa lo tapamos con unas gambas blancas, tortillitas de camarones y una botella de Barbadillo. Rematamos la faena con un Gin-tonic en una terraza al borde el mar. La noche cálida, aligerada por la brisa del mar puso fin a una noche muy agradable.
  Al volver al chalecito nos dimos cuenta que solo teníamos una habitación, llegamos entre las brumas del alcohol y la suavidad de la noche. Me desnudé y me acosté.
  —Ponte aquí a mi lado —le dije a mi hijo. Se le notaba un poco ebrio, se quitó pantalón y camiseta y se tumbó a mi lado. Se durmió enseguida.
  Al rato se giró apoyando su rabo en mi culo, la noté dura, tenía un erección. Mi coño se mojó, yo estaba temblando, no sabía qué hacer. Sin poder remediarlo empecé a tocarme el clítoris, despacito, notaba mi coño empapado, su polla en mi culo me estaba poniendo a cien. Despacio acerque mi mano a su polla, la acaricie, seguí masturbándome. Le aparte el slip, sacando su polla, estaba dura y era mas grande de lo yo había imaginado, no podía más. Aparte un poco mi braga y me acerqué a su rabo, lo coloqué cerca de mi coño, tan mojado estaba que su capullo se introdujo solo, reprimí un grito, me estaba deshaciendo de placer. Me ajusté un poco más con miedo de despertarlo, entró un poco más, me estaba corriendo. Después de mi orgasmo no sabía que hacer no quería moverme, no quería despertarlo, así que estuve un rato con su rabo en mi coño. De repente su rabo empezó a moverse, despacio fue entrando hasta el final. Noté mi coño totalmente lleno, empezó un suave movimiento, yo me mantuve quieta, excitada, cachonda, mordiendo la sabana por el placer. El bombeo acabo en unos golpes secos, note la corrida dentro de mí. El orgasmo que sentí fue tremendo, ninguno dijo nada, su polla se fue relajando y al final salió de mi coño. Yo notaba como su leche salía de mi coño. No nos movimos, nos dormimos.
  A la mañana siguiente me levanté y me duché, José seguía dormido. Se despertó como si nada, ninguno dijo nada. Llegaron los técnicos y se pusieron a arreglar el desperfecto de la habitación de José. Nosotros nos fuimos a la playa. A la tarde la habitación estaba como nueva. Salimos a cenar, charlamos y nos fuimos pronto a casa. Seguíamos sin comentar nada, yo pensé que el quizá no se había enterado entre el  sueño y el alcohol.
  Al llegar a casa después de cenar, nos fuimos cada uno a nuestra habitación. Cerré la puerta y me empecé a masturbar como una loca, pensaba en la polla de mi hijo y de la corrida que me dio. Estaba en la cama desnuda con la piernas abiertas, un dedo en mi clítoris y otro en el interior de mi coño. La puerta se abrió y entró José, venía desnudo con una erección descomunal, fue subiendo por la cama, su lengua paso por mi coño, bajo un momento a mi culo y subió a mi clítoris, allí se entretuvo un rato, me corrí. Subió por mi ombligo, se detuvo un momento en mis tetas, siguió por mi cuello hasta llegar a mi boca, al tiempo que entraba su lengua en mi boca su polla se abría camino en mi coño. Grite de placer al notar su polla dentro, arqueé mis caderas para que la metiera hasta al fondo, empezó a follarme, despacio, notaba su polla recorriéndome el coño, abierto, dilatado. Sus manos agarraban con fuerza mi culo, introduciendo su rabo dentro de mí, profundamente. Me volví a correr y entonces noté su tremenda corrida en mi húmedo coño.
                                                         (Continuara)

3 comentarios - Vacaciones

et178282
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