Un viaje de placer

Ella pasó a buscarme en su auto por el lugar donde habitualmente solíamos encontrarnos, eran las 4 de la tarde aproximadamente. Detuvo la marcha y cuando subí sus ojos de color almendra, de pestañas grandes y arqueadas, se posaron en los míos como si esa mirada bastase para devorarlos. Entonces se inclinó levemente hacia mí y acercó esa boca rojiza posándola en el comienzo de la comisura de mis labios dejando su huella registrada. Sin dudas fueron unos segundos donde el calor se fue apoderando de mi cuerpo, hasta que la irrupción de la marcha del vehículo hizo que volviese a poner paños fríos a la situación. Antes de iniciar el viaje se quitó su suéter negro que llevaba lo que ocasionó que se desprendiesen algunos botones de su camisa de color rojo con volados dejando al deleite un escote bastante pronunciado que invitaba al libre albedrío de la imaginación, el resto de sus pequeños pero hermosos pechos turgentes. Debajo a trasluz se veía un sostén de encaje negro de diminutas proporciones que complementaban ese cuadro mezcla de inocencia y sensualidad. Su pelo de color negro azabache ensortijado y corriendo por su espalda ocasionaban que la líbido volviese a acelerarme el pulso. Luego mi mirada fue recorriendo su cuerpo y pude determinar que llevaba un short de jeans color azul algo  que ocultaban lo necesario como para no caer en la tentación de perderse en esas piernas blancas que culminaban en unas sandalias negras las cuales le calzaban a la perfección. Mientras la observaba ella me rescató del averno y con una sonrisa me dijo que debíamos inflar una cubierta para no tener contratiempos en el viaje, por lo que tuvimos que detenernos para tal fin. Ella descendió primero y fué ahí que pude apreciar con mayor precisión que su  short era más diminuto de lo que imaginaba, sus bondades se escurrían como queriendo escapar de su interior dejando ver las virtudes de esa cola blan.ca y redonda. Ni bien bajó las miradas indiscretas de los ocasionales actores testigos de aquella escena las dirigían hacia esa obra de arte y eso me llenaba de excitación. Inmediatamente salí despedido velozmente al baño a lavarme un poco la cara y al regresar ella estaba agachadita, abierta de piernas y con su cola hacia abajo inflando la cubierta, cuando un sujeto se le acercó y le rumoreo algo al oído ocasionando que ella se ruborizara instantáneamente y se dirigiera hacia el interior del auto. Una vez allí y cuando volví le comenté que había visto todo lo sucedido y quería saber que le había dicho, entonces me refirió que el muchacho le había susurrado que estaba muy bonita vestida de esa maneray que tenía una cola hermosa y que eso generaba la tentación de conducirla hasta su auto y satisfacerla. Sin dudas estaba que desbordaba de placer y ella con una mezcla de sensaciones entre avergonzada y extasiada intentaba reacomodar sus ideas para emprender la marcha. Finalmente cuando todo parecía que se tranquilizaba y encontrándonos en plena ruta nuevamente comencé a acariciar sus piernas muy suavemente, pudiendo observar que su respiración se hacía profunda y se le erizaba la piel. Mi mano inquieta fue subiendo poco a poco hasta llegar al lugar donde ella comenzó a sentir que ya no tenía el control de sí misma y en cualquier momento podía ocurrir un accidente por lo que decidió detener la marcha. Juntos salimos del vehículo y nos dirigimos hacia un lado de la carretera un tanto más alejado y en una zona llena de árboles de copas frondozas, eso trajo aparejado que todo lo antes vivido comenzara a desfilar por su mente generando un deseo enorme de sartisfacer mis más bajos instintos. inmediatamente le pedí que posara para mí , así le sacaba unas fotos y comenzamos a jugar, ella en me entendía a la perfección sin necesidad de expresarlo con palabras. Poco a poco se despojaba de su camisa y luego del sostén dejando al descubierto esos pechos que estaban firmes de tanto extasis. Luego se levantó y lentamente fue sacandose el short descubriendo una diminuta prenda interior que se perdía en su cola y fue hasta allí que la cámara quedo en algún lugar y me conduje hacia ella poseyéndola, no importaba nada más, ambos estabamos entregados a los placeres terrenales. La besé apasionadamente y con mis manos fui recorriendo todo su cuerpo con ternura, cada gemido de ella reavivaba aquella hoguera hasta que finalmente obtuve lo más preciado cuando estalló en miles de orgasmos que compartimos juntos. Sin dudas esa sería una experiencia que no olvidaríamos jamás pero ese sólo sería el comienzo de nuestro viaje.-
Un viaje de placer

 

0 comentarios - Un viaje de placer