La suegra de mi hermano

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 Me llamo Cristian, tengo 31 años y llevo un par de años conociendo a la suegra de mi hermano y por fin pude cogérmela, les contaré cómo comenzó todo.
Hace unos 2 años, mi hermano y su esposa organizaron, en un restaurante, una fiesta de cumpleaños para su hija mayor (tienen 2) era el festejo de su cumpleaños número 8 (Si no mal recuerdo) fue ahí cuando me presentaron a la señora Rebeca, desde el primer momento que la vi sentí un cosquilleo en todo mi cuerpo, principalmente en mi verga. Ella es una mujer de entre 45 y 48 años (por lo que puedo calcular), cabello rubio, piel clara y un carisma que hipnotiza, aunque su cuerpo no es el de una mujer de veintitantos años está bien conservado para su edad, no es delgada ni tampoco tiene sobre peso, lo normal diría yo, tiene un culo y unas tetas de tamaño mediano las cuales se adueñaron de mi vista a los pocos segundos de verla por primera vez ya que llevaba puesto un vestido gris un poco ajustado con un escote que dejaba ver la mitad de sus tetas, unos tacones abiertos que dejaban ver la hermosura de sus pies y la falda del vestido le llegaba a medio muslo, lo suficiente para que cualquiera notara sus piernas aún un tanto tonificadas así que, de vez en cuando, mientras la señora Rebeca se sentaba yo aprovechaba para ver esas hermosas piernas (cuidando que nadie, principalmente mi esposa, se diera cuenta de a dónde dirigía mi vista). Me pasé toda la fiesta siguiendo el culo de la señora con mis ojos, a penas habíamos cruzado unas cuantas palabras al conocernos y esa mujer me había dejado totalmente cautivado, se los juro, es una auténtica MILF.
El festejo terminó y yo lamentaba el no poder pasar más tiempo viendo esas nalgas y tetas paseándose de un lado a otro asegurándose que los invitados estuviésemos bien atendidos (si supiera la atención que deseaba que me diera). Mi hermano y mi cuñada nos invitaron a varias personas, a mi esposa y a mi a seguir con la fiesta en su casa a lo cual aceptamos ya que ahí podríamos beber un poco ya que, como la fiesta era infantil no había bebidas alcohólicas. Mientras iba manejando de camino a casa de mi hermano sólo iba pensando en cuanto quería cogerme a la señora Rebeca y cual fue mi sorpresa que al llegar a casa de mi hermano, ahí estaba ella.
– Ella no vive en la ciudad pero su esposo la trajo especialmente apara festejar el cumpleaños de su nieta mayor así que se quedará aquí unos días. Me contó mi hermano. Perfecto! -pensé-.
Nos llevaron a la sala, la señora Rebeca nos acercó una botella de Brandy, vasos y hielo.
-Están en su casa, iré a ponerme algo más cómodo, mientras tanto beban un poco. Dijo la señora Rebeca.
Yo estaba más feliz que un niño en juguetería, no cabía en mí mismo de la felicidad o para ser más exactos, mi verga ya no cabía en mi pantalón, así que tapé mi erección y me dirigí al baño mientras se pasaba mi excitación y al llegar al baño me di cuenta que el cuarto de la señora Rebeca estaba a unos metros (la escuchaba hablar con alguien dentro de su cuarto, posiblemente por el móvil).
«Se está cambiando en su cuarto ¿Y si voy a espiarla… tendré la oportunidad de verla desnuda o al menos, en ropa interior?» -Pensé- Pero no me atreví por miedo a ser descubierto así que regresé con los demás. A los pocos minutos ella regresó, vestía ropa holgada pero aún así se notaba que no traía brasier.
La noche se pasaba en platicas, bromas y risas, la señora Rebeca era la mayor de todos ahí, podría ser mi madre, pero aún así se acopló bastante bien al ambiente. Yo no ponía atención a nadie que no fuera ella, la forma en que tomaba una calada de su cigarrillo, tomaba un sorbo a su copa, cruzaba las piernas y de vez en cuando notaba que yo la miraba fijamente y me respondía con una sonrisa, para después dejar escapar el humo del cigarrillo entre sus labios rosados, me cautivó completamente.
Los meses pasaron y en ocasiones me enteraba, por mi hermano, de que la señora Rebeca estaba en la ciudad, no siempre tenía oportunidad de verla y beber con ella debido a mi trabajo, pero un día, hace apenas un par de meses me enteré con anticipación de que su esposo la traería de nuevo (él no es el padre biológico de mi cuñada, eso y que no puede abandonar su trabajo ni por un día completo me facilitaban las cosas) y como siempre que viene se queda en la casa de mi hermano busqué una excusa para estar con ellos y ver a la señora Rebeca, así podría averiguar de una vez por todas si podría llegar a algo con ella.
– ¡Oye! veámonos el fin de semana para beber algo. Le propuse a mi hermano.- No puedo, recuerda que este fin de semana viene mi suegra y mi esposa quiere que la pasemos con ella.- No importa, mira, ustedes no alteren sus planes y en la noche ya que estén en tu casa me llamas y yo llego con una botella, no necesariamente tiene que ser en un bar e incluso invitamos a tu suegra, ya sabes que nos llevamos muy bien y así aprovecho para saludarla.- Muy bien, me parece.
Así quedó el plan al cuál no tenía pensado incluir a mi esposa por obvias razones. Cuando llegué ese día a casa de mi hermano, en el instante en que la señora Rebeca me vio fue a saludarme con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla a lo cuál yo respondí gustoso y aproveche para apretarla tan fuerte que podía sentir sus tetas aplastándose en mi pecho, esas tetas que tanto quería agarrar. La señora Rebeca llevaba un short negro corto que apenas podía tapar ese culo (el que tantas veces había imaginado mientras me pajeaba) y una playera blanca delgada y de tirantes sin nada debajo de ella que dejaba notar que sus pezones estaban parados y duros, seguramente ya estaba preparándose para dormirse.
– No me avisaron que vendrías -Me dijo la señora Rebeca– Que gusto verla de nuevo señora.- Te he pedido que no me llames «Señora», dime Rebeca o Rebe.- Muy bien Rebeca, ¿Nos acompañas con un trago?- Por supuesto, sabes que aunque sea mayor que ustedes, aún puedo seguirles el ritmo. Me respondió con una sonrisa y un guiño. Sólo éramos los 4 pues mis sobrinas se había acostado antes de que yo llegara. Pasaron unas horas.
– Nosotros ya nos iremos a dormir, te puedes quedar en el sillón, en el closet bajo las escaleras hay cobijas y almohadas para que tomes las que necesites. Me dijo mi hermano.- ¿Cómo que a dormir? Quédense un rato más.- Déjalos – dijo Rebeca – Quieren ir a coger jajajajajaja.- ¡AY MAMÁ! ¿Cómo dices esas cosas? Le reclamó mi cuñada.
Yo me reí pues era común que Rebeca hiciera ese tipo de comentarios a mi cuñada y mi hermano, así se llevaban ellos.
– Muy bien ya váyanse, pero la dejas bien cansada ¡Heee! Le dijo Rebeca a mi hermano. Mí hermano y yo reímos a carcajadas al escuchar eso y una vez que se fueron.
– Les gusta comer enfrente de los hambrientos. Dijo Rebeca- ¿Cómo así? ¿Me vas a decir que estás «hambrienta»?- Ufff con el trabajo de mi viejo tengo suerte si me toca palo 1 o 2 veces al mes.
Me encantaba, no tenía pena de decir lo que pensaba, incluso frente a personas que acababa de conocer pero aún así era muy respetuosa y se hacía respetar.
– Debe ser frustrante, -le respondí- llegar a esa edad y tener tan poca actividad sexual, yo pienso disfrutar al máximo mi sexualidad, incluso cuando tenga más edad que tú ahora.- Lo es, aunque a veces me manoseo pero no quedo completamente satisfecha, a veces lo hago aquí, mientras escucho coger a mi hija con tu hermano.- ¿Te excita escuchar como gime tu hija? jajajajajaa.- No es eso, lo que me excita es que ellos puedan escucharme a mi. Me respondió junto con una risa que mostraba lo atrevida que podía ser.
– Bueno me voy, así aprovechas para desahogar un poco esa frustración. La verdad es que ya era muy tarde y debía llegar a casa.
– ¿Cómo que te vas? -me reprochó Rebeca- Tu hermano dijo que podías quedarte, además aún queda alcohol en la botella ¿No me vas a acompañará?.
Accedí a terminarnos la botella y cuando lo hicimos me despedí de nuevo- ¿Enserio te vas a ir? Estás tomado, no debes manejar así – La verdad no quiero quedarme en el sillón, es muy pequeño para mi, mis pies quedarán flotando en el aire, además no quiero escuchar como aquellos 2 cogen, (si ponías atención podías escuchar sus gemidos) y no quedan cuartos disponibles, están todos ocupados.- Bueno, quédate en mi cama.- ¿Y qué? ¿Tú dormirás en el sillón? No podría hacerte eso, mejor me iré.- Es una cama matrimonial, ahí cabemos perfecto los dos.
Mis ojos se abrieron completamente y se iluminaron, pensé que había perdido mi oportunidad, pero ahí estaba y no pensaba desperdiciarla pero tampoco quería notarme ansioso.
– ¿No tienes problemas con que duerma contigo? Le pregunté a Rebeca.- Entre tú y yo habrá toda la confianza que quieras.
Acepté sin más y la ayudé a levantarse para dirigirnos al cuarto, con una mano sujetaba la suya por detrás de mi cuello para que pudiera apoyarse en mi y con la otra mano la tomaba de la cintura, su playera se había levantado un poco por la posición en la que estaba así que pude tocar su piel, era muy suave, quería seguir tocándola así que la apoyé fuerte contra mi y una de sus tetas se apoyó en mi pecho, con mi mano en su cintura le daba ligeros y «accidentales» masajes circulares.
– No me vayas a «tirar» por que si lo haces, nadie me va a querer «recoger». No comprendí bien si estaba usando palabras en doble sentido o era otro comentario más de su humor característico por lo cuál sólo respondí:- No te preocupes, te estoy agarrando muy bien.
La ayudé a recostarse sobre la coma y le dije:- Sé que me comentaste que no había problema con que durmiera contigo pero la verdad es que suelo dormir desnudo ¿No te importa?. Realmente sólo duermo en ropa interior pero en esta ocasión estaba dispuesto a arriesgarlo todo.- No hay problema, de hecho, yo me quitaré el short, si no te molesta.- Claro que no. Yo estaba encantado, ella llevaba puesto unas bragas negras de encaje, de esos que llaman cacheteros, su culo se veía precioso, ese trasero aún estaba firme, quería propinarle una buena nalgada en ese momento, mi verga ya estaba bastante dura así que apagué la luz del cuarto y me metí bajo las cobijas para evitar que notara mi erección, sentía que mis huevos estaban a punto de explotar.
Ella también se metió debajo de las cobijas, se recostó de lado dejando su culo a escasos 30cm de mi, me giré en dirección a ella para, poco a poco, acercar mi verga a su culo ¡MMMMM! como deseaba restregar con fuerza mi verga en esas nalgas ya estaba cerca y no quería perder la oportunidad por ser imprudente. cuando por fin sentí que tenía mi falo en la raja de su culo comencé a mover mis pies fingiendo rascarme las piernas para poder restregarle y al mismo tiempo empujaba más mi verga contra sus nalgas, mi calentura subía y los empujones que le daba se volvían más fuertes y con más frecuencia, comencé a sentir como el líquido pre seminal salía de la punta de mi falo, la escuché roncar ¡ESTABA COMPELTAMENTE DORMIDA!, seguramente el alcohol había hecho efecto, de sólo pensar en lo siguiente que haría hizo que me mordiera el labio inferior y restregué mi verga en su culo con tanta fuerza que pude recorrerla a la orilla de la cama al mismo tiempo que dejaba salir un ruido de placer, alcancé a poner una almohada sobre mi rostro para ahogar el gemido y evitar despertarla, cuando quité la almohada pude escucharla roncar de nuevo «¡Qué bien! no se despertó», eso me dio más confianza para poder manosearla a mi antojo, metí una mano por debajo de su blusa y le agarré las tetas con fuerza, con mis dedos apretaba y estiba sus pezones, no podía más y la acomodé boca arriba.
Con cuidado de no despertarla, levanté su blusa para poder ver sus tetas, esos pechos que desde hace mucho quería ver y pude hacerlo gracias a la poca luz que se colaba por las ventanas, eran magnificas, comencé a chuparlas, mientras chupaba una apretaba la otra, ella seguía roncando y mi verga estaba más dura que nunca, estaba tan dura que me dolía (debo decirles que esas son las mejores tetas que he probado) dirigí mi manoseo a su panocha, por arriba de sus bragas negras, pero sus piernas estorbaban para meter mi mano completa entre ellas y poder agarrarla a mi antojo así que con cuidado le abrí las piernas, ufff esa panocha depilada era lo mejor de la vida, yo no dejaba de chuparle las tetas y lo hacía cada vez más frenéticamente, estuve varios minutos lamiendo sus pezones, agarrando y metiéndole dedos a esa vagina depilada, tenía que bajarle sus bragas, quería verla con mis propios ojos y probarla con mi lengua, con cuidado de no moverla demasiado le quite su ropa interior.
La tomé con mis manos y la llevé a mi rostro para poder olerla, era un aroma delicioso, bajé la vista y ahí estaba esa deliciosa y rosadita panocha con la que sólo había podido imaginar para después pajearme hasta varias veces al día, estuve contemplándola por un instante, era suave, hermosa y con labios perfectos, los separé con mis dedos para verla mejor y ahí me di cuenta que ¡Estaba húmeda! lo cual me hizo entender que se había despertado, me quedé helado por un instante levanté la mirada y me encontré con la de ella, mirándome fijamente y sonriéndome, entendí que le estaba gustando lo que hacía, bajé de nuevo mi vista y NO PUDE MÁS comencé a chupar su deliciosa panocha, al principio era lento y suave, después fui subiendo el ritmo de mi lengua, ella gemía, movía sus caderas, me tomaba con fuerza del cabello y me jalaba con fuerza hacía su vagina, eso me excito bastante así que moví más a prisa mi lengua y ella gemía más fuerte.
– Sigue, así, sigue ¡SIGUEEE! Me ordenaba. «No te preocupes, no pienso despegarme de aquí hasta conseguir mi premio» -pensaba- mientras seguía estimulando su clítoris con mi lengua, ella se estaba mojando más y aproveché sus líquidos vaginales para lubricar mis dedos y dirigirlos hacía su ano, poco a poco, con movimientos circulares comencé a masajear la entrada de su recto, metía mis dedos en su panocha para lubricarlos más y después los metía en su ano sin dejar de atacar su clítoris, ella dejó escapar otro gemido, yo de nuevo aumenté la velocidad de mi lengua y mis dedos, ahora eran 2 los que tenía dentro de Rebeca, me excitaba tanto escucharla.
– ¡SIGUEEE!… ¡QUE RICO!… ¡MMMM!
Dame a mamar esa verga.
Y le deje mamarlo hasta que se cansó. Se levantó de prisa y se empinó , le metí los dedos en su culo y por fin saque mi verga y la bombee hasta que ambos terminamos sudorosos y muy fatigados.
Mi cuñadita gimió mas fuerte desde su habitación pues habían oído como complacía a su puta madre y corriéndose daban unos gemidos después de escuchar nuestra faena.

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4 comentarios - La suegra de mi hermano

RodolfoOnsari +1
Buen relato y hermosa mujer la de las fotos, me encantó.