El mesero. Tercera y última parte (historia y relato real)

El mesero:
Tercera y última parte.

El calor me erizaba la piel, el contacto de su miembro en mi entrada estimulaba mis jadeos que se hacían cada vez más placenteros. 

--Te gusta?, A ver cómo te abrís?... Uhh, está apretadito... Cómo me gusta... -Sentí mi entrada abrirse, la suavidad de su cabeza prominente se abría paso a mi interior, jugaba entrando y saliendo con solo la punta de su virilidad. 
-Ahh, sí... Así... Ahhh ahhh! -y seguia con el mismo juego, sentía que cada vez me abría un poco más. 

No quería que frenará, cuando se dió por satisfecho me soltó, pero está vez me abrió de piernas y con sus manos tomo de mis cachetes. Lo tenía lamiendome nuevamente , donde estuvo jugando con su virilidad, me subía y baja con sus manos, retorcía con sus dedos los cachetes de mi enrojecida cola sin dejar de lado los lamidos y jugueteando su lengua en mi entrada. 
Su saliva ardiente estaba por toda mi zona baja y con uno de sus dedos índice decide ingresar dentro de mi. Entraba y salía mientras yo acompañaba sus movimientos con los míos. 
Con una de sus manos libres me somete a la masturbación de mi sexo, estaba poseído por la morbosidad de sus actos.
No contento con esto me somete al placer de su boca y me introduce nuevamente dentro de él, sin descuidar de su dedo índice dentro de mi. 

No lo soporte más y me derrame en su boca, bebió cada gota de lujuria que salía de mi.
Me sentía una puta perra en celo, estaba tan expuesto a su sexo como nunca antes lo había estado con un hombre. 
Sentí mi boca seca de tanto jadear, más quería más!

El dedo que seguía dentro de mi para ese momento me soltó, pero no así su lengua que siguió jugando en mi entrada. Y cuando menos lo esperaba salivó por completo su sexo tan duro, palpitante y me lo introduce sin piedad. 
Grite y sentí desparramarme en su cama.
El dolor habria paso al placer de sus movimientos, estábamos frente a frente y dominante tenía mis piernas sujetas a sus manos y las abría a su antojo. 

Cada centimiento de su masculinidad estaba introducida en mi, lo rígido y grueso de sus sexo me cogía sin piedad. 
Sus movimientos eran fuertes y no paraba de envestirme, soltó mis piernas, ya eran libres de retorcerse. 
En ese momento nuestros pechos estaban unidos, su transpiración se unió con la mía. 
Buscó mis labios para fundirlos con los míos. Su lengua era igual de pervertida que sus movimientos al cogerme.
Su aliento jadeante con los míos formaban una melodía perfecta. 

Soltó mi boca, aparto su pecho del mío y descendió sus movimientos dentro de mi. Ahora eran más un ritmo de contención para no derramarse en mi y seguir jugando conmigo. 
Cuánto sudor, cuando perfume a sexo. 
En ese momento aproveche a recorrer con mis manos la masculinidad de su pecho, también recorrí su vientre. Mis manos estaban mojadas de su sudor hasta sentí como algunas gotas de su frente caían en mi entrepierna. 

Su miembro seguía encajado en mi canal, completamente adentro, su calor era el mío y fue entonces cuando retomo su ritmo paulatinamente. 
Me tomó con su mano derecha entre el cuello y mi mandíbula y empezó a darme duro incrementando sus movimientos a los que yo acompañaba con los míos. Genia y genio, y sin verlo venir cachetió mi rostro dando un paso más a su perversión. 

--Cómo me pones… te gusta que te coja, te gusta como te estoy dejando el orto?, A ver cómo gemis putito... -me dice sin vergüenza alguna y disfrutando de mi sumisión.
-ahh ahh, sii. Rompeme todo. Dame duro... -Exhale sin aliento. 
--Apretamela, apreta el culito... Si, mmm, si apreta. -Me dice entre jadeos tempestivos y propina algunas cachetadas más a mi rostro, sutiles al picor del enrojecimiento de mis mejillas.
-ahh ahhh, mis manos intentan abrir más mis piernas para sentirlo más adentro.
-- Que putito que sos, la querés toda adentro. Yo te la doy toda... - y se reclina hacia atrás, y su erección frotaba mi estímulacion interna. 

Ese hombre tenía el vigor a flor de piel, la experiencia del sometimiento perverso, pero a la vez controlado, me sumergió a un mundo sexual desconocido por mi hasta el momento.
Ese día hacia frio, pero nuestros cuerpos ardían en llamas, las sábanas estaban humedad de nuestro sudor, la cama rechinaba al ritmo de nuestros cuerpos, un colchón de dos plazas nos contenía a nuestro deseo desenfrenado de sexo y lujuria. 

Mi cuerpo sobre la cama, él dándome envestidas lujuriosas inclinado hacia tras, casi como si estuviera mirando al techo y yo contemplando su cuello y manzana de Adán que se movía al compás de sus jadeos, sus hombros delineados por la fuerza de su musculatura. Recorrí cada parte de él con la mirada, tomando fotografías en mi mente para la posteridad. 
Mi contención se desploma, me retuerso y su estimulación en mi interior va haciendo estragos, su rigidez me avienta con cada envestida a gemir impulsivamente. 
La frecuencia de ambos aumenta, él que se encontraba mirando hacia arriba, me somete a su mirada nuevamente. Ambos lujuriosos y calientes, atentos a nuestras miradas.
Me siento derramar.
Su sexo dentro de mi había hecho que derramarse todo mi interior sobre mi vientre. Gemí tan fuerte como una perra en celo, había acabado sin tocame y sin que me tocaran.
El mesero, al ver y oír mi explosión, también se deja correr y gemir. Sentí como sus contracciones de eyaculación envestian mi interior. 

Derramó tanto en mi interior que al salir, puede notar el calor de su semen salir y derramarse en la zona baja de mi entrepierna y culminar en las sábanas. 

Ambos terminamos sumamente cansados, embriagados del sexo. Él mesero se recostó al lado mío, nuestros cuerpos desnudos ya casi inmóviles, habían terminado la batalla. 
Seguimos charlado un buen rato, pero era momento de irme. Me sugirió quedarme, no quise. 

Nos subimos a su auto porque se ofreció a alcanzarme hasta mi casa, ya eran más de las 00.00hrs. 
Nos despedimos en la puerta de mi casa con un beso en la boca. 
En casa ya todos dormían, subo a mi habitación, tomo la ropa de dormir y bajo a ducharme.
Me desvisto, abro la la ducha y me mento bajo el agua caliente. Recorro cada parte de mi cuerpo y a mi cabeza venían momentos de la noche, empecé a ponerme firme, estaba exitado otra vez y con cada imagen del mesero, me masturbaba bajo el agua. Acabe nuevamente.

 

*Tuvimos incontables momentos de sexo entre ambos, éramos amigos del sexo. Un *amigarche". 
También debo mencionar que el mesero es bisexual y por respeto no pongo su nombre real en mi relato. Seguimos siendo amigos en la actualidad, pero solo eso, amigos. El ya tiene una esposa y formó familia. 
*Espero que mi historia y relato les guste. Espero su puntuación y comentarios. Gracias 😊 

1 comentario - El mesero. Tercera y última parte (historia y relato real)

dedevoto +1
lINDO TMBIÉN EL FINAL