Mi Hijo Un Semental

Mi nombre es Juliana. Tengo 36 años de edad pero aparento mucho menos y disfruto mucho la vida que llevo. No es muy lujosa pero no me puedo quejar. Tengo todo lo que necesito y de vez en cuando me doy pequeños placeres culposos. Me considero una mujer muy activa sexualmente y de mente muy abierta. En la cama siempre he sido de las mujeres que les gusta complacer a su pareja y llevar el placer al extremo, incluso si eso involucra cumplir fantasías perversas de mis parejas. Actualmente soy divorciada pero nunca estoy sola. Siempre he tenido una naturaleza algo salvaje con lo que respecta al ámbito sexual. Físicamente soy una mujer alta 1.73m. Mi cuerpo es muy voluminoso, no soy gorda pero tampoco estoy en los huesos. Mis pechos son muy grandes desde la pubertad. Mi trasero es igual de prominente. Disfruto mucho usar escotes y tangas para provocar las miradas de los hombres. Mis medias son 98-63-109, tengo una cintura pequeña caderas anchas, muslos carnosos, labios igual de carnoso, mi cola es firme y redondita soy de cabello negro y piel blanca de ojos café claros. Como a cualquier mujer me encanta sentirme deseada. Mi primera vez fue cuanto estaba muy joven y desde ese entonces nunca he parado de experimentar. Descubrir el sexo a tan temprana edad me llevo a gozar de experiencias que fueron indescriptibles.
Mi historia empieza con mi hijo Lucas. Él es un chico muy apuesto, tiene 18 años y no es que lo diga yo, en verdad es guapo, es universitario y juega futbol americano en su facultad. Siempre ha tenido muy buenas notas y es muy cariñoso y atento conmigo. Siempre está buscando la manera de ayudarme y hacerme sentir bien. En ocasiones me hace cumplidos acerca de mi aspecto físico como.
--Mami ese escote te luce genial.
--Esos jeans te lucen muy bien.
Lucas, mi chico tenía 18 años, de ojos verde mar profundo, cabello negro azabache, piel blanca algo bronceada, de 1.88m de estatura de cuerpo atlético, musculoso, de brazos y piernas, largas tonificadas y musculosos, abdomen marcado, pectorales fuerte grandes hombros, espalda ancha, con pies y manos grandes y avilés, vos fuertes, de actitud segura y decidida, ahora ven porque digo que es guapo.
Yo siempre premio cada uno de sus cumplidos con un besito en la boca. Para muchos es algo raro ver a una madre besar en la boca a su hijo pero, para mí siempre ha sido algo muy natural. Un día estando en el trabajo recibí una llamada de la universidad de mi hijo.
--¿Hablo con la señora Juliana?
--Soy yo ¿Que se le ofrece?
--Hablamos de parte de su hijo Lucas
--¡¿Le paso algo a mi hijo?!
--Tuvo una caída muy fuerte y se fracturo ambos brazos, ahora está en el hospital.
--¡Dios no! Muchas gracias, enseguida voy para el hospital.
Conduje lo más rápido que pude y mi corazón se quería salir de mi pecho. Llegué al hospital y me dijeron que su padre ya había llegado y que el mismo había firmado los papeles para la cirugía. Al parecer uno de sus brazos se fracturo en varias partes e iba a necesitar algunos tornillos. La cirugía demoró un par de horas y pronto lo pasaron a cuarto. Yo estuve con él hasta que despertó. Tomaba su mano y lo besaba por toda su carita.
--Qué bueno que ya estas despierto bebé. --Dije. --No te preocupes tu mamita te va a cuidar muy bien, voy a hacer que no te falte nada. -Dije.
--Estoy bien mami, solo fue una tonta caída no es nada.
--¡¿Cómo que nada?! Te rompiste ambos brazos. -Dije con preocupación.
--Está bien voy a tratar de no esforzarme mucho y que me consientas entonces, pero ya no te preocupes más por favor. -Dijo.
--Bueno, cuando te den de alta te llevaré a casa donde podre cuidarte mejor.
Cuando llegó a casa estaba muy cansado. Las píldoras para el dolor lo tenían algo mareado y las enfermeras le daban solo baños de esponja lo que lo tenía con un olor algo peculiar. Lo primero que le dije fue.
--¡Hay que darte un baño!
Entramos a la casa y yo cambié mi ropa del trabajo por algo más cómodo. Me puse una blusa de tirantes y unos shorts algo pequeño para andar en la casa ya que en donde vivo siempre hace mucho calor. Mi hijo se mostraba renuente a querer desnudarse ante su madre pero pues al final no le quedó más remedio que hacerlo.
--Muy bien mi amor déjame ponerte estas bolsas especiales en tus brazos para que no te entre agua.
--Oye mami, podrías cerrar los ojos mientras me bañas no quiero que me veas así desnudo.
--No seas tontito no puedo bañarte bien si tengo los ojos cerrados.
--Pero es que me da vergüenza mami.
--Te vi miles de veces cuando estaban chico, ¿Qué tanto pudiste haber cambiado? déjame bajarte esto para que puedas meterte a bañar.
Me puse de rodillas y desabroche su cinturón. Desabroché el botón de sus jeans y bajé el zipper de su pantalón. Lo tome de la cintura y lo bajé hasta el piso. El quedo solamente en unos boxes que le gustaba usar algo ajustados. No lo veía en ropa interior desde que era un niñito y la verdad había cambiado mucho. Lo que había debajo de esos boxes ya no era el pene de un niño pequeño, era la verga de un hombre y por la dimensión que se hacía notar a través de la tela era una imponente. Yo sonreí un poco y la curiosidad me invadió. Quería ver que tan grande había crecido mi muchachito desde que nos bañábamos juntos cuando era pequeño. Cuando bajé su bóxer quedo ante mí una verga grande en su estado flácido, fácil unos 18 centímetros de largo, algo gorda y con un glande carnoso reluciente. Tenía el vello muy bien recortado y los testículos bien afeitados.
--¡Vaya que mi muchachito creció bastante!
--Mami, por eso no quería que me bañaras, no quiero que te burles de mi como mis compañeros de equipo.
--¿Y cómo alguien podría burlarse de ti, teniendo tan bonito pene mi amor? Es pura envidia, ya quisieran estar como mi muchachote.
--Pues se burlan de mí, me apodaron el caballo.
--Pues tu lleva ese apodo con orgullo amor, y si te preguntar porque es tu diles.
Lo tome de la mano y lo lleve al baño. Yo me quité mis shorts y mi blusa dejando al aire mis grandes pechos y mi trasero. Él se me quedo viendo y me dijo.
--Mami va a ser como cuando nos bañábamos juntos mami.
--Bueno un poco, aunque en ese entonces lo hacíamos ambos totalmente desnudos. -Dije.
Me metí a la regadera con él y lo senté en una silla grande de plástico. Frote un poco de jabón en una esponja y logre hacer mucha espuma. Comencé a frotarlo por su pecho tan definido y musculoso, algo en mí se sentía diferente. De pronto vi a mi hijo como hombre. Su cuerpo marcado y grande ya no me era indiferente. Yo sin parar de frotarlo me imaginaba que haría con el si no fuera de mi sangre. Termine de enjabonarlo por su pecho, abdomen, espalda y piernas, solo me restaban los glúteos y sus genitales. Le pedí que se levantara y me puse detrás de él.
--Que nalgas tiene amor no te había visto bien. --Dije mientras sonreía.
--Mami, no digas esas cosas me avergüenzas. -Dijo con su rostro con un color rojizo.
Lo frote con la esponja y luego me porte algo traviesa y frote duro sus glúteos con mis manos. Él se incomodó mucho pero no dijo nada. Yo estaba muy excitada y mi hijo me dijo.
--Ya mami, detente.
Lo voltee y pude ver el porqué de tan exaltada reacción. Mi hijo se había excitado con el masaje tan sexy que le había dado en los glúteos y estaba muy apenado. Su pene estaba por completo erecto, fácil su polla era más de 25 centímetros de largo y su grosor había crecido algo, las venas se dejaban ver a través de la piel de su pene formando protuberancias lineales como si fueran caminos caprichosos. Sus testículos se veían rebosantes y con restos de espuma del jabón.
--No te preocupes amor, es algo natural.
--Perdóname mami, es que hace mucho que no me desahogo.
--Me imagino amor, pero hay que lavarte ahí también no puede quedarse sucio.
--Está bien mami, pero no tardes mucho.
--Tú relájate.
Me puse de rodillas y puse la esponja alrededor de su verga tan gigantesca y comencé a frotarlo con el jabón, víctima de la lujuria que aquel pene provocaba perdí el control. Lo frote cada vez con más rapidez y violencia. El solo cerraba sus ojos. Hasta que después de un par de minutos su verga soltó lo que fue el mayor orgasmo que he visto el cual impacto en mi cara. Chorros y chorros de semen cayeron en mi cara, espeso y caliente Mi hijo jadeaba de placer y cuando se dio cuenta de lo acontecido me pidió perdón mil veces. Yo limpie el semen de mi cara con mis dedos y lo lleve a mi boca para probarlo.
--Sabes muy rico mi amor no te disculpes. -Dije. --Cada vez que tengas necesidad de desahogarte solo dile a mamita y yo te liberare esa tensión amor, ahora espérame que tengo que quitarme esta lechita de encima.
Me quite el panty y quede completamente desnuda ante sus ojos.
--Espérate ahí sentado mi amor mientras me baño.
Abrí la ducha y me enjabone sensualmente enfrente de él. Mi hijo tuvo una segunda erección y yo lo veía con morbo.
--Parece que ese grandulón necesita desahogarse un poco más. -Me puse de rodillas enfrente de él y abrí mi boca.
El solo cerraba sus ojos. Hasta que después de un par de minutos su verga soltó lo que fue el mayor orgasmo que he visto el cual impacto en mi cara. Chorros y chorros de semen cayeron en mi cara, espeso y caliente Mi hijo jadeaba de placer y cuando se dio cuenta de lo acontecido me pidió perdón mil veces. Yo limpie el semen de mi cara con mis dedos y lo lleve a mi boca para probarlo.
--Sabes muy rico mi amor no te disculpes. -Dije. --Cada vez que tengas necesidad de desahogarte solo dile a mamita y yo te liberare esa tensión amor, ahora espérame que tengo que quitarme esta lechita de encima.
Me quite el panty y quede completamente desnuda ante sus ojos.
--Espérate ahí sentado mi amor mientras me baño.
Abrí la ducha y me enjabone sensualmente enfrente de él. Mi hijo tuvo una segunda erección y yo lo veía con morbo.
--Parece que ese grandulón necesita desahogarse un poco más. -Me puse de rodillas enfrente de él y abrí mi boca.
Abrí mi boca y la acerque a su pene. Él se levantó bruscamente de la silla y grito
--¡Nooooo! ¡Ya basta! Somos madre e hijo, no podemos hacer esto. Sécame el cuerpo y déjame salir. Dijo con un enrojecimiento en su rostro pero en esta ocasión era de un profundo enfado.
Yo me cubrí con una toalla que por el tamaño tan pequeño a duras penas y podía retener mi anatomía. Después lo sequé a él sin enfocarme mucho en sus genitales. Estaba bastante molesto y al parecer no quería dirigirme de nuevo la palabra, cosa que me destrozaba el alma. Lo lleve a su habitación y le ayude a vestirse, ahí aproveche para de nuevo tocar su pene mientras lo metía en su ajustado bóxer. El no menciono ni una sola palabra, yo salí del cuarto para así dejarlo un tiempo a solas y que pasara su enojo. Tal vez había ido muy lejos, una madre no debería realizar ese tipo de actos sexuales con su hijo pero... el deseo que había despertado en mi era tan intenso que prácticamente era imposible de sobrellevar. Las dimensiones enormes de su verga hacían temblar a mi vagina. Tenía años que no me topaba con una verga así de descomunal o mejor dicho jamás me había topado con una así, y mi vagina me gritaba que lo deseaba, pero eso era imposible era mi hijo y ahora parecía que me odiaba por lo que paso. El día siguiente se fue a la universidad. Llevó su teléfono celular para grabar todo lo que se decía en clase y así no tener que apuntar nada. Yo le di un beso grande cuando se fue y le dije.
--Te amo. -El no dijo nada y salió de la casa.
Yo estaba muy preocupada por haber podido arruinar la bonita relación que tenía con mi hijo. Haber hecho eso fue un error terrible y tal vez la fractura en nuestra conexión emocional era irreparable. Por la tarde llego con unos amigos de la facultad. Jugadores de futbol que aprovechaban cualquier momento a solas conmigo como cruzarnos en un pasillo mientras iban al baño para tratar de seducirme. Muchos eran muy atractivos pero no me llamaban la atención los chicos tan jóvenes. El más atrevido de todos era Jorge un chico con mucho dinero. Arrogante y patán como ninguno, trataba en cualquier oportunidad que tenía de convencerme para llevarme a la cama. Se acercó a la cocina mientras los demás veían el partido para platicar conmigo. Yo para tratar de no ser grosera le seguí la corriente.
--Hola Juliana como estas, no es pregunta, estas deliciosa.
--Hola Jorge, gracias... supongo.
--Oye, cuando me vas a decir que sí.
--¿Si a qué?
--Pues a salir a algún lado para conocernos más, al cine tal vez o a cenar.
--No creo que se dé nunca Jorgito.
--No me trates como un niño, podría darte una gran sorpresa.
--Lo dudo mucho cariño, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer.
--Bien, como quieras.
Me puse a cambiar las sabanas de las habitaciones de la segunda planta así ya no tendría más encuentros fortuitos con Jorge o cualquiera de los amigos de mi hijo. Más tarde se fueron y mi hijo estaba algo adormecido. Miguel un amigo desde la infancia de mi hijo que estuvo en esa reunión me dijo que había tomado un poco, a pesar de que él le había aconsejado que no lo hiciera. Yo le agradecí por haberme contado la verdad y se fue cerrando la puerta detrás de él. Mi hijo había quedado completamente inconsciente por la combinación de pastillas para el dolor y alcohol que yacía desmayado inmóvil y roncando como un león en el sillón. Yo fui a la segunda planta por su ropa para dormir y comencé a desvestirlo con mucho cuidado de no lastimarlo. Quite su playera muy despacio y con cautela para no lastimar sus brazos, el no daba ni la más mínima reacción de despertar así que yo seguí con lo mío. Después abrí el botón de sus janes y baje el zipper. El olor a hombre que emanaba de entre su ingle me perturbo de nuevo. Tome rápido sus pantalones y los fui bajando despacio para no despertarlo. La excitación en mi creció y me encontraba de nuevo frente a aquel monumento a los penes enormes. Quite su ropa interior solo hasta sus rodillas y lo vi de nuevo. Majestuoso, grueso e imponente. La bestia salvaje dormía en una almohada de piernas. Así que para enfrentarme a aquel monstruo decidí despertarlo. Lo tome en mi mano la cual no podía rodearlo por completo debido al grosor. Comencé a frotarlo de arriba a abajo. Aquella bestial polla dio sus primeros signos de vida ensanchándose aún más. Yo me saboreaba como si fuera el manjar más delicioso de este mundo. Con cada fricción de mi mano en su delicada piel, hacía que creciera aún más. Pronto tomo las mismas dimensiones que la situación ocurrida en la regadera. El calor en mi cuerpo era insoportable, tenía curiosidad así que fui a buscar una regla para medirlo y quede con la boca hecha agua, tenía una polla de 27 centímetros de largo y 16 centímetros de grosor, era simplemente la más grande que había visto jamás. Me quite toda la ropa y seguí masturbándolo. El no despertaba estaba completamente en k.o. Yo pensé en que esta era mi oportunidad y me acerque a él. Frote con mi mano su marcado abdomen e incline de nuevo mi cabeza.
--Hijo… hijo… estas despierto. -Lo llame temerosa y excitada. --Lo siento hijo no aguanto.
Esta vez mi lengua hizo contacto por primera vez con su gran glande y la sensación fue sobrecogedora. Mi mente daba vueltas abrumada por todos os sentidos el olor, el sabor, el placer. Me convertí en una prostituta y comencé a mamárselo como tal. Mi lengua recorría cada centímetro de aquel gran pedazo de carne. El sabor a orina y sudor estaba por todos lados. Él se limitaba solo a gemir un poco pero permanecía dormido.
--Mmmmnn, Mmmnn, mmnn Uhmmmm…
Yo aproveche y seguí disfrutando de aquel dulce manjar. Mi lengua se volvió una exploradora en aquel terreno desconocido para mí. Pronto hizo suyo cada parte de aquel gran territorio llenándolo de saliva y haciéndolo gozar. Decidí llevarlo al siguiente nivel y de golpe lo metí hasta mi garganta, bueno lo que puede. No me cupo todo por el tamaño y tuve que arquearme en mi primer intento. La saliva que se acumuló en mi boca era demasiada debido a eso y la escupí toda encima de su polla. Lo masturbe de nuevo y recuperada comencé a entregarle mi garganta esta vez llegue mucho más lejos. Seguí dándole placer no resistió mucho un gemido de placer se escuchó muy despacio y una avalancha de semen salió de su polla.
--Hooooh, hooo, hooo, hooo, hooo, hooo, Mmmmnn, Mmnnn, Mmnmnnn, Mmnnnn, Mnnn, Ohhhhhhh…
Los grumos eran evidentes. Tanto, que podía sentirlos. Su leche era tan espesa y abundante que me sobrepaso. Me ahogo un poco y mucha se escapó de mi boca por la comisura de mis labios y tosiéndola, cayendo sobre su estómago. Bebí la que tenía en mi boca saboreándola y no dejando ni una gota fuera. Quite la que restaba en mi comisura de los labios con mis dedos y lo chupe como el dulce más delicioso. El sabor era exquisito. Mi hijo estaba bañado en su propio semen y yo no lo podía dejar así. Mi lengua casi poseída comenzó a recorrer su cuerpo limpiando aquel dulce elixir sin dejar rastro de él. Mi excitación creció aún más y mi vagina estaba completamente mojada. Me subí con cuidado al sillón y dije.
--Dios perdón, perdón… perdóname hijo, pero esta noche tienes que ser mío.
Puse su gran polla justo en la entrada de mi vagina y descendí a un placentero dolor mi cuerpo se arqueo.
--Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay ¡Diosssssssssssss! haaaaaaaaaaaaaaaaay ¡Diossssssssssss! Ricoooooo…
Comencé a montarlo como a un potro salvaje, no pasaron ni 5 segundos y mi hijo despertó.
Continuara…

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