Marcando a mi hembra

Al derramar mi esperma dentro de mi amante, además del evidente placer que conlleva, también siento superioridad, autoridad y propiedad. Es algo animal, algo instintivo, primitivo. La marco tal como lo hace el macho con su hembra, donde ella no tiene el más mínimo derecho, y si lo tuviera, solo se limitaría a sentir la fuerza de su macho cuando la embiste así como el tibio semen escurrir por alguno de sus orificios. El macho por su parte, sólo toma a su hembra como le plazca, inundando con gruesos chorros de su fecunda viscosidad la cavidad que desee. Mi hembra entonces, camina por las calles marcada por mi, por su macho dueño de su cuerpo, de sus orificios y de sus mejores orgasmos. 

Pero no da lo mismo donde le eyacule mi esperma, cada orificio tiene una connotación diferente que trataré de explicar a continuación.

De acuerdo a la frecuencia, donde más he derramado mi lefa claramente ha sido en su boca. Por su parte, cada vez es más experta en el arte del sexo oral, una exquisita vulgaridad ya es parte de su modo de mamarme el pico. Desesperada y hambrienta, se zambulle en mi entrepierna únicamente para relajarme y vaciar mis testículos. Se sumerge porque lo ama. Ama cada una de las características de mi pico como así de mi esperma. Disfruta cada centímetro de carne, desde q lo toca sobre mi pantalón hasta q por fin se relaja blandamente después de una corrida fantástica, q deja mis depósitos seminales vacíos. Durante el proceso ha captado cada uno de los detalles de mi miembro, desde la diferencia del olor del líquido preseminal y del semen como tal, así como conocer a la perfección el recorrido de mis hinchadas venas desde la base del pico hasta que el prepucio se extiende y exhibe de cada una de mis perlas en la corona de mi glande. También conoce el peso que deben tener mis testículos cuando le guardo la lefa para su deglución, los tímidos temblores de mis piernas que anuncian la inminente corrida, los sabores de mi esperma de acuerdo a lo q he consumido los últimos días. Muchos son los detalles, aunque aún faltan algunos que va a ir descubriendo a medida q siga mamándome el pico, q dicho sea de paso, realiza de forma magistral. En serio les digo que NUNCA ANTES HABÍA SENTIDO TANTO Placer, SUS CHUPADAS DE PICO SON ÚNICAS!!!! Sin embargo, volviendo a lo que estaba, correrme en su boca, vaciar mis testículos en su lengua, es sencillamente una de las experiencias más exquisitas que he sentido. El aroma original de su aliento original ya no sé cuál es. Siempre su boca tiene olor a mi lefa. No noto la diferencia, creo q su mucosa oral está impregnada en el olor de mi esperma, ya es parte de su aliento. No obstante, lo más importante y sometedor es la deglución. Que mi semen ingrese al tracto digestivo de su cuerpo quiere decir q literalmente se está nutriendo con mi lefa, y considerando la enorme cantidad de corridas abundantes q se ha tragado, de seguro q todo su organismo se ha nutrido de lo q hace no mucho se creó en mis testículos. Literalmente de mis bolas a su sangre y de seguro desde ahí surge el incontrolable deseo de seguir y seguir deglutiendo y saboreando de mi esperma. Confieso q amo alimentar a mi hembra, darle comer mi verga y de tragar mi semen; y tras cada trago, más sometida y dispuesta a mis deseos la tengo. 

Donde menos me he corrido ha sido su recto. A su vagina la dejaré para del final por ser el mejor plato. El anal, signo de sometimiento y dominio total, no sé si me ha entregado su ano o simplemente yo lo he tomado, pero lo cierto es q es una experiencia sublime. Su esfínter apretado le da gustoso la bienvenida a mi pico, quien entra sin mirar hacia atrás, dueño de ese espacio, de ese hoyo, de su culo. Una vez adentro, su esfínter anal se va acomodando a medida q mi verga entra y sale en múltiples oportunidades. Mi hembra en cuatro, empinando el ano para un mejor acceso para mi, su amo y señor, su verdadero dueño.

Para aumentar la humillación q ya significa tener a un hombre clavándole su pichula por el culo, extiendo un pie desnudo y sudoroso, lo sitúo cerca de su rostro y le ordeno q lo lama y lo bese. Casi espontáneamente me da las gracias por tenerla así, por dejarla en su lugar. Ni una puta barata estaría en esa posición. Al contrario, la veo agradecida y abierta, humillada y feliz. Observo sus estrías anales desapareciendo a medida q mi verga se desliza por su esfínter, su rostro en la superficie de la cama, empinando su trasero ofreciéndomelo sin límites, su mano derecha abrazando mi pierna mientras besa mi pie, agradeciéndome por someterla como siempre había anhelado, mientras siento mis bolas bambolear al ritmo de las penetraciones, noto q con su mano libre, mi insaciable hembra se masturba. Eyacularla así, llenarle su recto de lefa solo es el corolario de la humillación y posesión más sublime. 

Sin lugar a dudas la marca original y la mayor de todas es depositar los fluidos sexuales en la cavidad q fue creada para tales propósitos: su vagina. Siempre está en condiciones para ser usada por mi, perfectamente depilada y humedecida por sus secreciones que lo más profundo de su sexo emana al reconocer la presencia de su macho. Como si mis bolas llenas de esperma emitieran una señal invisible a su útero, el cual raudo y dispuesto fabrica moco para darle una feliz bienvenida al falo de su dueño. Así como el mamón de rigor se lleva a cabo con el protocolo q solo una hembra dominada y lista para ser usada sabe, la vagina de mi hembra se prepara para lo inminente: ser invadida por mi tronco de carne y sangre. Se pone en posición y la estocada no tarda. Mi pico ingresa sin oposición más que la tenue resistencia de las apretadas paredes de su sexo, que más q impedir el paso hacen una reverencia a su amo y señor permitiéndole su camino natural hasta el mismísimo cérvix. Mi glande reconoce el cuello de su útero y lo besa. Lo mismo hace su cérvix. Ambos se funden en un beso donde mi líquido preseminal y sus mocos del útero forman una sola mezcla de jugos. Mi pichula entra y sale comenzando a adobar sus paredes y recovecos íntimos con líquido preseminal. Quiere cambiar de posición para q el orgasmo se haga presente. Se saca momentáneamente mi pichula de sus entrañas, gira rápidamente y ubicándose de frente por primera vez esta arriba de su macho, no para ser superior sino para que ella misma se clave mi pichula en sus húmedos genitales externos. A medida q ingresa va sintiendo como si entrara por primera vez. Hace falta solo un par de movimientos pélvicos y los temblores anuncian la llegada del placer, anuncian que viene uno de esos orgasmos que hacen que pierda la cabeza y la dignidad. Olvidando todo, concentrada solo en el pico de su hombre, se elevas a las nubes en un orgasmo divino. Los jugos inundan el momento. En este punto tomo una decisión difícil. Nada más y nada menos se trata de elegir el lugar para eyacular los millones de espermios q antes la han nutrido o le han inundado el orto. Decidido, la pongo en 4 nuevamente, y tras fuertes embestidas a su vagina menos estrecha pero no menos exquisita, los músculos de mi piso pélvico se contraen para dejar salir con fuerza chorros y chorros de lefa tibia en el interior de tus entrañas. Creo q esta es la marca por excelencia q un macho puede darle a su hembra. Me encanta llenar su vagina de mi semen. Saber q le dejé inundado su sexo y adobado todo su cérvix. Siempre es tanta lefa que justo en este preciso momento, dudo q no quede algo de mi esperma entre sus recovecos. Le he metido tanto semen adentro q aun deben quedar restos ahí en ella, que orgullosa camina con mi esperma adentro.

1 comentario - Marcando a mi hembra

Putitaricayfacil +1
Imagino que debes ser todo un semental dandole chorros y chorros de leche a tu hembra.
macosuno +1
Siempre tengo las bolas gordas de lefa para ella... Me encanta llenarle la concha pq aprieta sus paredes y anda con mi semen por días en su interior
Putitaricayfacil
@macosuno y tienes mas leche para compartir ? 😏
macosuno
@Putitaricayfacil en realidad mi leche es de mi hembra, la q tendría q compartir es ella