Mi madre y el vendedor del mercado

MI MADRE Y EL VENDEDOR DEL MERCADO
Hola este relato que les contaré, sucedió cuando hace 6 años atrás. Si bien fui participe intelectual sobre lo que vivió mi mamá, también puedo decir que disfrute en vivo, como ella después de un tiempo de estar separada, volvía a gozar del placer del sexo.
 Me haré llamar Miguel y por ese entonces yo vivía solo con mi mamá a quien llamaré Estela. Por esa época mencionada, ella se separó de mi papá debido a que éste le era muy infiel con cualquier mujer que se le cruzaba y aparte de eso, ella siempre ha sido una mujer que nunca le gustaba como se dice en mi país, aguantar huevadas a nadie. Si había mujer en el mundo más seria que mi madre, era imposible de constatar.
 Lo paradójico del carácter de mi mamá, era su condición física. Cuando se separó de mi padre, ella tenía 34 años. Si a esto le sumo su 1.68, piel blanca, cara simpática, ojos marrones claros y boca mediana, de pechos grandes, cintura no tan delgada, y unas piernas si bien no contorneadas, pero muy fuertes y sin olvidar sus caderas perfectas, en pocas palabras hacía gala de una mujer típica de esa edad.
 Como les iba contando, cuando mamá se divorció, no tardaron en aparecerle muchos pretendientes, entre policías, vecinos solteros de la cuadra, un ex compañero de la secundaria, e incluso hasta sus amigas, le buscaron también a un novio, pero como la describí párrafos más arriba, ella era muy reacia y no aceptó salir con el galán contratado, por lo que el pobre tipo se fue sin soga ni cabra.
 Y es que mi mamá era una mujer que así de fácil no lograban convencer, y para que tengan otra referencia, (antes de pasar a la historia morbosa) les cuento que un tiempo después de su separación (creo que algo de seis meses), a ella la invitaron a una boda y como era lógico ella fue conmigo. Pues bien, en esa fiesta, ocurrió que una amiga le presentó a un señor y tras los saludos, le hizo sentar en la misma mesa donde estábamos nosotros. No contenta con esto, la amiga de mi mamá, me tomó de la mano y me invitó que vaya donde estaban los otros menores, cuando le pregunté porque hacía eso, ella me contestó que mi mamá tenía una conversación de adultos y yo no podía escuchar lo que hablaban.
Yo en mi inocencia creyendo que era cierto, me alejé y de pronto, mi mamá observó esto, se levantó y me tomó de la mano y me regresó a la mesa nuevamente. Luego su amiga algo le dijo a solas y mi madre le respondió
_ ¿Tú me has traído para divertirme o para que me consigas un marido?
Por supuesto que desde ese día nunca más volvió esa amiga a visitar a mi mamá y supimos de ella.
 ¡¡¡ Vaya que mi madre se comportaba muy esquiva y reacia con cualquier hombre que se le cruzaba!!!
 Pero como dice el dicho, ningún crimen es perfecto y tarde o temprano, caemos en nuestras pasiones.
 ¿Y cómo fue que mamá cayó en su propia pasión?
 Todo comenzó cuando pasaron dos años desde que mi padre nos abandonó, por ese entonces yo estudiaba en el turno tarde y por consiguiente en la mañana, me quedaba en casa haciendo mis tareas, ayudando en casa y todas las cosas que hacen los hombres del hogar. Entonces mamá cuando iba al mercado, por lo general se demoraba entre 30 a 40 minutos haciendo sus compras (y eso que el mercado quedaba a 3 cuadras de la casa) lo que consideraba un tiempo muy rápido y cualquiera pensaría que le tenía fobia a estar fuera de su casa mucho tiempo.
 Pero de pronto observé que ella comenzaba a demorar más de lo debido, primero comenzó
llegando después de una hora, luego más de una hora y por último dos horas (entre mí decía acaso el mercado quedaba a 3 km de la casa para que tanto demoré). Una vez le pregunté porque ella demoraba tanto y me daba muchas excusas: Que su casero del pollo no había venido, que el de los abarrotes se había olvidado de traer productos, que había fila en la sección verduras, en fin, un montón de absurdos sin sentido.
 Pero como la curiosidad mató al gato, un día que nuevamente estaba en sus demoras, decidí ir a comprobar que tanto hacía por allí. Llegué y comencé a buscarla, hasta que llegué a la sección abarrotes (donde se vende, arroz, aceite, azúcar, fideos y todos los demás comestibles y productos de limpieza) y precisamente la encontré conversando con uno de los vendedores, y observé que estaban muy atentos, ya que incluso el tipo, había cerrado su puesto, a la mitad para no atender a sus clientes y ella estaba adentro sentada en una silla como dije hablando con él.
Me acerqué por la espalda y le dije: ¡MAMÁ! Ella se asustó y el otro tipo dio un salto para atrás, soltado la mano de ella, lo observé bien y era un señor aproximado de 40 años, moreno, más alto que mi mamá (1.72 o algo así) un físico bien trabajado (debe ser por los años de levantar y llevar sacos de productos) y sobre todo una mirada muy seria de esas que te petrifica al instante. Recuperada de la sorpresa, solo ella alcanzó a decir:
   _ Hijo ¿qué haces acá?
 _ Vine a ver porqué demorabas tanto, vinieron a visitarte del juzgado por el tema de la separación. (obvio era mentira).
 _  ¡Hay!, pero debiste esperarme en casa hijo. Qué pena que vengas hasta acá.
 _ ¿Y quién es este señor mamá, no me lo presentas?
 _ A perdón, Miguel él es Ignacio mi casero de abarrotes, Ignacio él es mi hijo Miguel.
 _ Un gusto conocerte Miguel.
 _ Buenos días, señor.
 _ Bueno ya me voy Ignacio, cualquier cosa desde ahora lo mando a mi hijo, ahora que ya             conoce tu puesto.
 _ Está bien cuando gusten. Nos vemos Estela, nos vemos Miguel.
 _ Chau.
 _ Chau.
Volvimos a casa y en todo el camino no le dirigí la palabra (le hice el juego del hijo celoso) y eso a ella un poco la avergonzó. Cuando llegamos, ella quiso aclararme la situación, pero me adelanté diciéndole
Lo siento mamá ya tengo que ir al colegio. ¿Vas a preparar almuerzo o compro menú?
Mamá cuando escuchó esto, se quedó más roja que un tomate. Y no era para tanto ya que ella había salido desde las 9.30 de la mañana y ya eran las 12 del mediodía. Inmediatamente me preparó una comida rápida y yo luego de almorzar a la carrera, me fui para el colegio.
Por supuesto que, en el colegio, no dejaba de pensar en la situación en que encontré a mamá y al vendedor, (en especial cuando este soltó su mano de ella). Me hacía mil y un preguntas, pero no obtenía respuesta. Entonces le conté el caso a la psicóloga del colegio, aprovechando la media hora de recreo que teníamos y ella dentro de las cosas que me explicó, estaba la famosa respuesta, “TAL VEZ SE ESTÁN CONOCIENDO”, aun así, no estaba tranquilo.
 Pasaron los días y mamá ahora cambió drásticamente su horario de visita al mercado, volviendo a demorar entre 30 a 40 minutos. Sin embargo, pasado otros días, ahora ella me enviaba a mí por cualquier cosa al mercado y de preferencia al puesto de don Ignacio. Para mí era un fastidio ir a ver a ese señor, pero debía obedecer a mi madre.
 Pero tarde o temprano las mentiras se descubren y en una ocasión que me quedé hasta madrugada en hacer trabajos de la escuela y de paso conversar con mis amigos, tuve deseos de tomar un poco de agua, así que me dirigí a la cocina (mi habitación estaba en el segundo piso), pero estando allí, vi que mamá se había levantado en su bata de dormir y estaba atendiendo una llamada telefónica, ¿quién podía llamar a esa hora?, así que me escondí y escuché decirle:
_ Estás seguro, pero tengo miedo que nos vean.
 _ No nos van a ver mujer, además el chibolo que me ayuda a limpiar mi puesto, lo boto temprano y tú ingresas.
 _ No, me da miedo.
 _ ¿Y cómo no te da miedo, cuando te la comes entera putita?
 _ No, vamos a cualquier lugar, pero no en tu puesto.
 _ Te repito mujer, tu ingresas, le digo al chibolo que se vaya y listo. Además, mañana el último en salir voy a ser yo, porque así se ha quedado en el sorteo de la semana, de quienes son los que cierran el mercado.
 _ ¿Y a qué hora iría?
 _ A las 5 y luego te quedas hasta las 7.
 _ ¿Y si mi hijo no me encuentra, me va a interrogar?
 _ Pues lo mandas a la mierda y punto, a las finales él no te puede quitar el derecho de que tú salgas con alguien y también que calmes tus necesidades. Ya lo hemos hablado.
 _ Bueno nos vemos en la tarde, cuídate, tengo sueño
Hasta la tarde mami.
Escuchar esta conversación en vez de enojarme, me había excitado tanto que no aguanté las ganas y me la jalé, pensando en la forma como ese vendedor le hacía gozar como una zorra a mi madre. Por ello decidí un plan, aunque era arriesgado, pero me la jugaba el todo por el todo.
Al día siguiente, todo estaba normal, hasta que fue la hora de ir al colegio, comencé a calcular la hora del encuentro, entonces, empecé a fingir que estaba enfermo, hasta que a eso de las 4, me dejaron ir a mi casa. Obtenido mi propósito, llegué en 20 minutos al mercado y tal como lo dijeron, todos los puestos estaban cerrados en su total, menos el de Ignacio. Con total cinismo me acerqué a su puesto y lo saludé:
 _ Buenas tardes don Ignacio, cómo le va
  _ Hola ¿qué haces por acá?
 _ Vine a esperar a mi mami (vi su cara de terror)
 _ ¿Te ha dicho que vengas?
 _ Pues sí y ya sé que va a pasar a las 5 cuando venga ella.
  _ ¿qué sabes tú, ella te ha contado algo?
 _ Lo escuché todo y le dará una sorpresa al saber que está en el mismo puesto su hijo y su amante.
 Ignacio no sabía qué hacer en ese momento, ni celular tenía a la mano, para advertir a mi madre que no venga. Fue cuando respondí.
 _ Mire, no diré nada, pero con una condición.
 _ ¿Cuál?
 _ Siempre me he hecho un fetiche y ese es ¿Ver a mi mamá como se la cogen?
 _ A ya huevón comprendo, entonces ¿quieres ver como se la tiran a ella ?
  _ Si y si lo veo una vez, no les vuelvo a molestar.
_ Ok, pasa.
 El puesto de don Ignacio era amplio, aparte del stop de productos, había una pequeña puerta que comunicaba a otro puesto igual de amplio y allí había una cama, una silla, algunas revistas porno y condones. Luego diseñamos un plan.
 _ Mira Miguel haremos esto, tú te vas al baño y vienes después, yo dejaré la puerta abierta y tú ingresarás y te ubicas aquí en este espacio, luego yo dejaré esta puerta, para que puedas vernos tirar. Cuando terminemos, te haré una señal para que salgas rápido y vuelvas a tu casa, mientras que yo la retengo un rato más, para que se bañe en las duchas del mercado. Y tú ni una palabra y yo menos.
 _ Ok.
 Y como hora puntual, el ayudante de Ignacio le dijo que afuera había una señora esperándolo, él le dijo que dijera que espere y que luego se vaya, mientras salí a esconderme al baño del mercado.
 Al rato ingresé al puesto muy despacio y pude ver desde la puerta, que mi madre y él se estaban dando unos besos, tan extremos que parecían estar poseídos. Luego Ignacio le metía la lengua por el cuello, hasta bajar por sus preciosos senos, (se las lamía con todo y blusa) mientras mamá gemía como una desquiciada.
Tras estar un rato en esos besos y esas chupadas de teta, él le dijo
¿quieres chupármela?
Y ella al instante respondió que sí. Ignacio la bajó con sus manos la cabeza, hasta acercársela a su herramienta.
 En seguida mi madre le bajó el pantalón y le sacó la pingota, luego comenzó a darle unas mamadas tremendas que hacían estremecer de placer a Ignacio. Después de un rato, él desnudó a mi madre, y no le costó gran trabajo para luego comenzar a darle unas lamidas en su vagina (pude ver de reojo que estaba depilada).
 Mi madre se retorcía de placer y pude notar que tuvo su primer orgasmo, entonces le pidió a Ignacio que le metiera la pinga ya, que estaba ansiosa por tenerla dentro, esto alocó a Ignacio que inmediatamente, la acomodó en cuatro patas y le comenzó a comer el hoyo del culo, mientras mamá se llevaba dos dedos a la boca, para simular el dolor y sobre todo los gemidos tan fuertes que se oían tan extremos, que menos mal no había nadie en el mercado para escucharlos. Ignacio estaba chupe y chupe ese culo y de paso se hacía una paja, para después, colocarse alrededor de ella y empezar a sobar su cara más adentro de su raja.
 Mi madre bramaba de placer y le decía que no se detuviera, que estaba lista para recibir ese pedazo de carne, Ignacio comenzó a hacer presión y luego vi como esa pinga se iba metiendo en el culo de mi pobre madre, que no dejaba de gritar peor que si estuviera pariendo. Luego comenzó con el vaivén de idas y vueltas, mientras se escuchaba el contacto de las nalgas de ella con su piel de él. En su delirio ella le decía que era su gran puta y que podía tirársela cuantas veces quisiera, mientras Ignacio le decía si la quería hasta el fondo y ella respondió no solo que sí, sino que también le rogó que sea muy bravo con su culo y concha, además le decía que ya le hacía falta una gran ración de pene pues desde su divorcio, no había vuelto a ser cachada y ya estaba muy arrecha por ese tiempo de abstinencia. Entonces él le metía y le sacaba la pinga de su lindo culito, entonces cambiaron de posición y ahora mi madre quería cabalgar…
 Vi cómo fue desapareciendo lentamente esa gran pinga en su ano de mamá hasta que la tuvo toda dentro, entonces comenzó a sentarse a un ritmo frenético y pude notar otro gran orgasmo de ella mientras seguía y seguía montada en esa gran pinga hasta que Ignacio le dijo que estaba por correrse y mi madre le dijo que terminara dentro, que le encantaría sentir todo ese semen en su ano y que la preñara por allí. Tras unos segundos más de penetración, ambos empezaron a convulsionar y tras sus gritos guturantes y arrechos, ambos se quedaron exhaustos.
 Pero la calentura de mamá era aún muy grande y después de unos minutos comenzó a mamar de nuevo la pinga de Ignacio hasta que la puso nuevamente muy dura, y ahora él se volteó y comenzó a comerle la vagina, provocando que ella tenga también otro orgasmo. Luego le dijo que estaba lista para ser penetrada vaginalmente y ella dijo que sí y empezó de nuevo todo.
 En seguida él se echó encima de ella, le puso un poco de saliva en la entrada de la vagina y le comenzó a meter poco a poco su pene, ella gritaba de dolor y placer a la vez, y le decía que le no dejará de metérsela, que no se detuviera, que hiciera lo que su esposo nunca se atrevió a hacerle, que la hiciera sentir como una puta campeona que recordaba la primera vez que se la tiró en ese hotel y que, desde entonces, ella extrañaba ser cogida de esa forma tan hedonista.
 Yo veía como le escurrían las lágrimas a mi madre, pero también le vi una cara de satisfacción y placer, hasta que él le metió toda la gran pinga hasta el fondo, entonces comenzó el mete y saca, al principio fue lento y mi madre se retraía de dolor, pero después aumentó el ritmo, ella le decía que no parara, que eso la mataba, que era maravilloso tener una gran pinga metida en su conchita, deseosa de carne dura, hasta que mi madre tuvo otro orgasmo, entonces cambiaron de postura de nuevo…
 Ignacio se colocó a un costado y mi madre también ofreciéndole una pierna, para que la levantase, ahora la escena era full excitante, arrecha, estaban cogiendo frente a mí, yo veía como desaparecía esa pinga babosa de jugos y saliva y, de paso miraba su hermoso cuerpo desnudo de mi progenitora que solo tenía los ojos semi cerrados, disfrutando de ser penetrada de costadito, a esto se suma, los sonidos que producían el choque de ambos sexos bien lubricados, les confieso que tuve un gran orgasmo en el pantalón.
 Ellos seguían cachando como animales en celo hasta que el grito ¡¡ME CORRO, ME CORRO!! y luego dieron un bramido juntos. Luego él comenzó a besarla como un poseído, ella a devolverle el beso y se quedaron acostados un momento de forma entrelazada.
 Después de un momento, él se levantó y llevó a mi madre totalmente desnuda, hasta el baño del mercado y tras darle jabón y shampoo, le dijo que se bañara, ella le pidió bañarse con él, pero le dijo que iba a ir por la toalla. En eso él se me acercó y me dijo:
 _ Sal rápido
 Y yo le seguí, hasta la puerta del mercado y tras ver que no había nadie, me hizo salir sin problemas, antes de irme, me dijo
_ Y que tal, satisfecho como me la cacho (follo) a tu madre.
 _ Si
 _ Bueno cuando quieras vienes y nos ves de nuevo
 _ Ok, nos vemos
Salí del mercado y me fui a mi casa rápidamente, a también jalármela, mamá llego media hora después y le pregunté donde había ido, ella me comentó que salió un momento con una amiga y que enseguida, me prepararía la cena. No quise decir nada más y me fui a mi cuarto y ella también.
 A partir de ese día no volví a cuestionar a mi madre porque tanto demoraba en ir al mercado. Más adelante les contaré como ayude a Ignacio a que mi mamá se quede una noche entera con él y por supuesto también pude verlos en acción. Eso será en el segundo relato. 

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