Infiel a mi marido y lo gocé: mi odioso cuñado

No sé si les ha pasado que han tenido una persona que por diversos motivos han odiado o aborrecido hasta con el simple hecho de oír su nombre, bueno en mi caso personal me ha pasado esto con una persona cercana a mi marido, un familiar que con solo verlo me repugna y provoca los más desagradables pensamientos.
 
Esa persona no es nada más y nada menos que del hermano de mi marido, se llama Carlos, un inútil de primera, libidinoso, lujurioso, pervertido, poco hombre, de aspecto desagradable: gordo, sin mucha gracia, alto, barbudo, en fin, me quedaría todo el día señalando sus múltiples imperfecciones y no es porque sea prejuiciosa sino que su personalidad de hombre pervertido e irrespetuoso me ha provocado una desagradable experiencia.
 
Ese hombre desde que me conoció cuando era novia de mi marido no me respetaba, siempre buscaba cómo mirarme en posiciones atrevidas, cuando me sentaba, agachaba, me hacía sentir incómoda, para esa época yo le era fiel a mi marido y no había explorado mi lado sexual.
 
Yo siempre he sido de vestir cómoda, me gustan las minifaldas, shorts cortos, blusas con tirantes, en fin, ropa que me quedara cómoda, a ese hombre le gustaba verme cuando me ponía minifalda ya que podía apreciar mis muslos gruesos, no despegaba la vista de ellos, si me ponía shorts cortos se fijaba si parte de mis nalgas sobresalían de esa vestimenta, lo cual regularmente pasaba por mis grandes atributos, ni hablar de las blusas que mostraban parte de mis senos, los devoraba con la vista, como imaginando que se los iba a ofrecer.
 
Un día me espió cuando cogía con mi marido, me di cuenta cuando su imagen se veía a través de un espejo del cuarto, se estaba masturbando viendo cómo le mamaba la verga a mi marido, estuve a punto de parar pero temía que mi marido peleara con él y le pasara algo malo a mi esposo, así que me tuve que aguantar sus miradas lujuriosas viendo cómo mi marido me cogía en varias poses, no disfruté para nada ese día, tuve que fingir los gemidos para complacer a mi pareja, mientras, el miserable descargaba su semen por el piso de mi casa, gozando la follada que me daba mi esposo y viéndome totalmente desnuda.
 
Pasaron unos meses y pasó lo de mi primera infidelidad con mi suegro, casualmente fue en una de sus visitas que el miserable volvió a espiarme y me encontró culeando con su padre, la escena se repitió nuevamente: yo descubriendo a ese infeliz espiándome, el padre dándome placer como un animal en celo y él masturbándose con la escena, creo que esta vez lo disfrutaba más pues le vi una sonrisa, nada podía hacer sino seguir con la escena ya que no quería peleas familiares.
 
A dos días de ese suceso él volvió a la casa, veía tv con mi marido, yo estaba en el dormitorio y él aprovechó que mi marido fue al baño para ir donde yo estaba y se me abalanzó por detrás dándome un abrazo del cual no podía escaparme:
 
Yo: Suéltame, ¿qué te pasa?
El: Ohh que nalgas tan grandes tienes, mi hermano y mi papá se comen un platillo delicioso.
Yo: Respétame que soy la mujer de tu hermano…
El: ¿Respetar?, si tú no respetas a mi hermano, ya que le pones cuernos con nuestro padre ja ja…
Yo: Cuidado le vas a decir algo, no quiero problemas con mi esposo.
El: (me acariciaba las nalgas) Tranquila que él no sabrá nada siempre y cuando tú también me des a probar este rico culo que tienes.
Yo: ¡Estás loco!, ¡jamás, me das es asco, vete de mi cuarto!
El: Ok, entonces iré a mi hermano a decirle con quién te revuelcas…
Yo: (presa de los nervios) Noooo, detente, no lo hagas, no dañes mi relación, eres un miserable, te odio, ¿dime qué deseas para dejarme en paz?
El: (se sacó la verga del pantalón, era una verga gruesa y cabezona) Primero, que me la chupes como se la chupas a mi padre.
Yo: ¡Estás loco, mi marido está aquí cerca!
El: Con más razón tienes que mamarla duro para sacarme la leche rápido.
Yo: ¡Miserable, me caes mal!
 
Sin más remedio tuve que mamársela, se la chupaba con fuerza, él ponía cara de placer disfrutando la mamada de la mujer que tanto deseaba comerse, algo me pasó que empecé a disfrutar del sabor de su pene, a mí me encanta mamar y tener esa verga parada y dura era un manjar, se la mamé tan duro que no pudo aguantar las ganas y se vino dentro de mi boca, me dijo: ¡trágatela! Y yo accedí a sus deseos sucios, me dio a beber una gran cantidad de semen caliente y espeso, le dejé la verga limpia, él se subió el pantalón y se fue a donde su hermano, mientras yo quedé acostada, arrepentida de haber hecho esto en mi propia casa con ese cabrón que odiaba tanto.
 
Al rato fui a ver qué deseaban y mi marido me pidió que preparara unos emparedados, su hermano raudo y veloz se ofreció a ayudar, la cocina queda al frente de la sala, el miserable apenas se me acercó empezó a acariciarme las nalgas, yo traía una licra ajustada que hacía resaltar mis grandes nalgas, no le impedía hacerlo, pues temía que mi marido supiera las cosas que hacía, me metió su mano por dentro del licra y me empezó a acariciar mi vagina.
 
Por más que se lo impedía tratando de quitarle su mano, él la metía más en mi ser, no soporté semejante abuso y empecé a mojarme toda, sus dedos se metían profundo dentro de mi concha, empecé a gemir, me sentía como violada por ese asqueroso, él veía que a mí me excitaba eso y lo hacía con más fuerza, mi marido mientras, ni cuenta se daba viendo el partido a alto volumen.
 
El cabrón sacó su verga y me bajó la licra junto con mi panty y me enterró su verga de una sola estocada, yo casi grito al sentir semejante miembro grueso y caliente dentro de mi estrecha vagina, me tenía recostada contra una mesa y daba rienda suelta a sus deseos carnales, estaba tan excitado que no le importaba que su hermano estuviera tan cerca, ya que estaba a espaldas de él y podía hacer lo que quisiera.
 
Me follaba las nalgas una y otra vez, yo nada podía hacer, pues prefería que mancillara mi cuerpo a que destruyera mi matrimonio de años, su pene hacía estragos, entraba y salía sin ningún problema, sus manos masajeaban mis tetas grandes, me apretaba los pezones y eso me ponía muy arrecha,  no aguanté más y me vine fuerte, él al ver eso también se vino y ambos tuvimos un orgasmo mutuamente, su semen llenaba mi vagina abundantemente, la verdad era buen semental el cabrón, nos limpiamos con papel toalla y él me dio un beso de lengua que tuve que corresponderle como toda una perra recién follada.
 
Se fue a sentar con mi marido y yo a cambiar de ropa, me sentía sucia pero excitada, el miserable sabía cómo emputecerme, fue tanta la calentada que me dio por ponerme una minifalda corta sin panty y una blusa ajustada sin brasielle que mostraba mis grandes senos.
 
Me acerqué a sentarme con mi esposo y él no paraba de mirar mi atuendo, feliz de haberse comido lo que sus ojos veían, disimuladamente abría mis piernas mostrándole mi cosita rica que él había probado, sus ojos se le iban contemplando mi vagina, al pararme caminaba lento, meneando mi culo, el bobo de mi marido ni se percataba, más importante era el juego por la tv que yo, pero su hermano sí me miraba bastante.
 
A espaldas de mi marido me agaché y él tuvo una grandiosa vista de mis nalgas, las cuales había devorado, esa señal la captó muy bien, le dijo a mi marido que iba al baño y se fue detrás de mí, yo en mi cuarto me hacía la inocente de pie y el volvió a abrazarme y meterme su mano por todas partes, me dijo: “bájate esa minifalda perra, hazlo lentamente”, así le hice caso y me la fui bajando despacio frente a su cara, mostrando mis nalgas apetitosas para los hombres.
 
Se aproximó a mí y empezó a lamerme las nalgas y a lamerme el culo, yo estaba en cuatro siendo penetrada analmente por su lengua, se sentía muy rico, ese depravado sabía mamar muy rico,  sacó su verga y me la puso en la boca, yo se la volví a mamar con mucho placer, se la escupía, lamía y chupaba con mucho placer, la disfrutaba tanto como la de su padre, al parecer en esa familia los hombres a excepción de mi marido, son buenos amantes.
 
Me quitó la blusa y puso su pene entre mis tetas, masturbándose en ellas, yo ponía cara de viciosa, sacando mi lengua para que viera que lo disfrutaba, nos besábamos y luego me puso en 4 a borde de cama y me la fue metiendo por el culo, era el último agujero sin probar de mí, me dolía algo pero ya tenía experiencia tragándome vergas por detrás, me la hundió toda en mi culo y empezó a culearme salvajemente, yo gemía como una perra, que rico me culeaba, ya no nos importaba si mi marido nos viera o no, es más, me hubiera excitado que él me viera de lo arrecha que estaba en ese momento.
 
Me decía: “qué mujer más puta que tiene mi hermano”, yo le respondía: “ja ja, cabrón deja de hablar y síguela metiendo, húndela más duro”, su verga se metía con facilidad, como si me estuviera dando por la vagina, mis nalgas se mecían para su deleite visual, sentía sus huevos chocando fuerte contra mis nalgas, me sentía cogida por un toro, me nalgueaba como a una puta barata, como mi culo es más estrecho que mi vagina él no pudo aguantar más y se vino en mi culo, chorros de leche emanaban dentro de mi orificio anal, yo me sentí contenta pues siempre me gusta satisfacer a un hombre en la cama aunque no sea el que deseo.
 
Aún salía semen de su verga y se la chupé hasta dejársela limpia, no me importaba que haya estado metida en mi culo, como yo no me había venido lo agarré por el cabello, abrí mis piernas y puse su cara en mi concha, la cual empezó a lamérmela como gato que lame su leche, mamaba rico, me metía dos dedos mientras su lengua jugaba con mi clítoris, ese fue el detonante de mi orgasmo intenso y él probó mis jugos por primera vez.
Se levantó y se fue a donde su hermano, el encuentro sexual no fue tan largo pues sabíamos que mi marido estaba cerca y podría sospechar algo si nos excedíamos de tiempo, al rato me senté con mi esposo y terminamos de ver el juego, él se despidió de su hermano y se fue al baño a descargar lo que había consumido en cervezas y yo aproveché para despedirme de él con un beso de lengua mientras me agarraba mis nalgas, se fue y me senté frente al televisor, me puse a pensar que ya me había cogido a dos miembros de la familia de mi marido, medité y de ahora en adelante trataré de contenerme pues si no lo hago mi matrimonio se puede acabar por mis calenturas.

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