La cuarentena con mi sobrino (V)

Anteriormente: llegamos al día quinto, último día hábil, parece haber pasado mucho más, pero en tan solo 5 días, terminé masturbándome en el bidet del baño con la excusa de que no había papel en el otro baño mientras mi sobrino se bañaba.
Luego arrepentida, cuando me estoy duchando decido que llamaré a mi hermana para que mi sobrino se vuelva a su casa, en eso el con la misma excusa del papel pide permiso para orinar.
Nada me duro mi entereza porque termine pegada a la mampara desnuda, con mis pechos pegados mirando lo que se podía, una cabeza gorda y flácida de pija de mi sobrino mientras expele orina.
Cuando termina de hacerlo, me doy vuelta inmediatamente haciendo que lavo mi cabello. El me agradece por permitirle pasar.
Me enojo conmigo misma porque bastó con que mi entre mi sobrino como para olvidarme de todas las cosas que me había prometido no hacer.
Era viernes, mientras me seco en mi cuarto ensayo como voy a decirle a mi hermana que su hijo no podía quedarse en casa. Que ya era suficiente, que parecía que era mejor que lo cuide ella, que mi esposo va a volver y necesitamos privacidad etc.
Le mando un mensaje para llamarla, me dice que en ese momento no puede hablar, está en una clase con su otra hija.
Debería esperar.
Cenamos normalmente hablando muy poco con mi sobrino, solo lo cortez.
Me voy a dormir, jurando no tocarme, no tener pensamientos turbios. Miro un par de películas hasta que me quedo dormida.
Comienza el sexto día, sábado.
No tenemos responsabilidades, así que me levanto un poco más tarde, el desayuno ya está listo.
Desayunamos juntos con mi sobrino. Hablamos de la bella mañana soleada de un fin de marzo porteño. Aún queda algo de calor a pesar de que comienza el otoño.
Me habla de que la mamá le transfirió dinero para que aporte en la casa, de que iría a comprar alimento este sábado para stockear.
Yo no sabía como decirle que no era necesario, en mi mente tenía la idea de que iba a irse, no le iba a permitir que encima gaste dinero.
El insistía de tal manera que dije, que este sábado compraba yo y que el próximo lo haría él, sabiendo que no habría próximo.
Tenemos que ensayar unos barbijos o tapabocas con lo que hay, y así nos disponemos a salir de compras, yo pagaría pero él cargaría las bolsas.
Pasamos por el supermercado, luego vamos a la verdulería, y por último a la carnicería.
En el último local, veo a mi vecina Cleotilde, la vieja chusma del barrio, apenas me saluda, me mira de arriba a abajo, lo mismo hace con mi sobrino que está afuera esperándome.
No dice nada, yo tampoco quiero decir nada, pero la vieja seguro que ya está imaginando toda la novela.
Apenas pago, y me despido la señora Cleotilde tira un:
"saludos a tu marido"
Solo sonreí y me fui masticando bronca. Cuando me encuentro con mi sobrino nos distribuimos las bolsas para cargar. En el interior la señora Cleotilde está hablando con otras señoras mientras mira hacia afuera. Seguro ya está imaginando que mi sobrino es un chico cualquiera, un amante que tengo en mi casa mientras mi esposo no está.
Tengo ganas de ir a gritarle de todo, pero me contengo. Después de todo la que quedaría mal cuando todo el rumor salga es ella, porque se sabría que es mi sobrino y solo una mente retorcida podría pensar que pueda pasar algo con él.
Mi sobrino mientras en la calle va robando miradas de adolescentes con ropa que tienen menos tela que los barbijos.
Se ríen cuando pasamos al lado. Al pasar por la plaza, una grita luego de unos metros:
"saludos suegra"
Me da bronca, no solo por lo irrespetuosa, sino porque me trata de vieja. Mi sobrino se ríe y gira como recibiendo el piropo.
Yo no quiero ser mala onda, pero me ofendió mucho que me traten de vieja, como si yo no estuviera a la altura de cualquier chica para estar con un joven, no tanto como mi sobrino pero algún joven de 25 tal vez.
Esas adolescentes maleducadas ni siquiera saben lo que una mujer madura pueda lograr en un hombre. Ellas solo se quedaban mirándolo caminar por la plaza, yo lo tuve masturbándose en mi baño.
Llegamos a casa, es hora de limpiar todo lo que compramos y acomodarlo.
Cada movimiento parece sugerente, nos cruzamos, nos rozamos, en algunas idas y vueltas mis pechos rozan su espalda. En otros me pide permiso acompañando mis caderas con sus manos para no tener contacto al pasar.
El ubica las cosas en los lugares altos, yo trato de acomodar lo que va más abajo.
Desde abajo puedo contemplar sus piernas erguidas como torres, su cola bien formada dando forma a su clásico short.
Por lo que a mi me toca supongo que al estar seleccionando productos en cuclillas queda expuesta la mejor forma de mi cola en un pantalón elastizado.
Por los movimientos de agacharme y levantarme, las tiritas de mi tanga quedan a la luz de los ojos de mi sobrino.
Sé que están ahí, incluso cuando estoy guardando cosas en la heladera, mi sobrino al pasar me pide permiso tocando mis caderas y uno de sus dedos toca un segundo esa tela de ropa interior.
Todo pasa con normalidad, almorzamos tarde, nos decimos que dormiríamos una buena siesta. Él en su sillón y yo en mi cama.
El día está muy pesado, hace mucho calor, mucho más de lo habitual para esta altura del año.
Abro las ventanas y es peor, así que decido encender un poco el aire acondicionado, le aviso a mi sobrino que haga lo mismo en el living para que no sufra el calor.
Me acuerdo del llamado a mi hermana, le pregunto si está disponible para hablar, en ese momento me responde que sí.
Cuando estoy por llamarla, me cae una videollamada de mi esposo.
No quiero decirle nada a mi esposo de mi decisión, quiero que piense que se fue solo o por consideración de mi hermana, no vaya a ser que meta la pata pensando que paso algo grave y se arme una pelea intrafamiliar.
Hablo con mi esposo de cómo va todo allá en Europa, le cuento como van las cosas acá. Hablamos de pagos, de tarjetas, de trámites por hacer.
En un momento pasamos a hablar de nosotros, le digo que lo extraño, él me responde lo mismo.
Me dice que quedó pendiente algo del otro día, cuando nos vimos interrumpidos por mi sobrino cuando me di un cachetazo en mi nalga y creyó que me había pasado algo por el ruido.
Mi esposo estaba caliente, quería jugar por videollamada.
Le digo que me espere, debía producirme, me maquillo bien, me pongo una ropa interior más sexy, una roja furiosa de encaje.
Pongo música ambiente, no muy fuerte ni muy obvia, ya sea porque mi sobrino estaba durmiendo siesta o porque no piense nada raro.
Mi esposo no se produce nada, solo se baja los pantalones y se saca la camisa y me muestra su pija. Nada de previa, me dice que está muy caliente.
Cuando era joven estaba bien físicamente, ahora los trabajos de oficina y el paso del tiempo le han quitado pelo, musculatura y color.
Tiene las medias puestas, esta peludo, con una pancita prominente y brazos flacos donde se puede ver la diferencia de donde da el sol y donde no.
Yo mientras pienso para mi que estoy igual, el cuantas chicas europeas tendría para mirar por la calle y yo ya no tengo el cuerpo de una veinteañera.
Bailo sensualmente delante de la cámara, me sacó lentamente el corpiño, me aprieto los pezones, eso le calienta más.
Me dice que sigo siendo una putita. Eso me calienta más a mi.
Finalmente me saco lentamente la tanga de encaje, y me pide que le muestre todo, me pongo tan cerca de la cámara para que se deleite.
Él se está masturbando, yo comienzo a hacer lo mismo.
Juego con mis labios vaginales, juego con mi clítoris, me meto un dedo, luego dos y ensayo un tercero.
El me pide que le muestre el culito, el ano. Me pide que me meta un dedito.
Con mi esposo nunca pudimos tener sexo anal, me duele mucho apenas lo intenta, así que solo un dedo mío o uno de él como mucho.
Le ofrezco entonces la imagen de mis dedos metiéndose en mi vulva y uno de la otra mano tratando de estimular mi ano para ingresar.
"putita, cuando vuelva me tenés que entregar el culo" me dice mi esposo calentándome más y más.
Me estoy por venir cuando de repente se escucha un estruendo en la calle e inmediatamente un corte de luz.
Se escucha como todos los electrodomésticos se apagan. Y se escucha el silencio que provoca el apagado de los aires acondicionados de todo el barrio.
Inmediatamente siento el calor ambiente.
Mis dedos con parte de mi flujo los seco con unos pañuelos de la mesa de luz.
Otra vez quedamos truncos con mi esposo. El cielo está oscuro a pesar de que falta para anochecer. Debe estar avecinándose una tormenta.
Me pongo la ropa interior de encaje que use para el show de mi esposo, un vestido de algodón de entrecasa con vuelo y salgo de mi cuarto para ver cómo estaba todo.
Mi sobrino estaba durmiendo, ni se había enterado del corte de luz.
Estaba transpirado, se podía notar lo brilloso en su espalda.
Me sirvo algo fresco de la heladera y me voy al cuarto, esperando que vuelva la luz pronto.
Está por anochecer, pero ya está oscuro, el viento comienza a soplar más fuerte, se escucha el quejido de los árboles cuando las ramas empiezan a quebrarse y largar las hojas más débiles.
Algunas pequeñas ramas vuelan hasta el techo de la casa, eso me asusta un poco.
Las ventanas están abiertas para recibir algo de fresco, pero no refresca nada.
Cada tanto se puede percibir un refucilo a lo lejos. Sin duda vendría una tormenta.
Estaba pensando que hacer cuando siento un trueno terrible que hace vibrar toda la casa, me asusto y grito.
En eso abre la puerta de mi cuarto mi sobrino, vestido solo con su diminuto short transparentoso.
Me pregunta si estoy bien, trata de calmarme. Le digo que estoy asustada, no me gustan las tormentas. Él me dice que no me preocupe, sale corriendo a cerrar todas las ventanas, cuando la lluvia torrencial comienza a caer.
Escucho como intenta cerrar las del living, las del comedor, y viene a mi cuarto a cerrar la mía, ya mojado por la lluvia.
Me dice que todo está bien y me pregunta dónde están las velas. Luego de informarle donde están en poco tiempo viene con todas para ubicarlas en lugares estratégicos de la casa e iluminarla, dejando varias en mi cuarto.
Me cuenta que en el pueblo donde vive casi siempre se corta la luz, y no les importa mucho, las calles son poco iluminadas y que cuando tenía que estar en el campo no había nada de luz, no le teme a la oscuridad. Yo como chica de ciudad veo fantasmas por todos lados cuando falta la luz.
Se queda sentado en el borde de mi cama, mientras yo estoy acostada. En esa posición en la que estoy mis piernas se ven casi completas, por el vestido que uso cualquier movimiento le da vuelo y deja a la vista la ropa interior que uso.
Ya más tranquila comienzo a hablar de cualquier cosa, no quiero que se sienta a gusto acá pero tampoco quiero que se vaya.
En confianza me cuenta que la chica de la plaza lo contactó, mediante una aplicación que pueden encontrarse con aquellos que se cruzan y les gustan resulta que pudieron darse contacto.
Me puso seria eso, el mientras me decía que la chica vivía a un par de casas de donde estábamos, que quería que pase algo. Que avise cuando iría de nuevo a comprar, etc.
Me dijo que le mando fotos subidas de tono. Me muestra en su celular que la chica le mando fotos en ropa interior sin ningún pudor. Me dio mucha más bronca.
"vos, le mandaste algo?" le pregunto a mi sobrino.
Se pone colorado, me dice que no, pero insisto, sigue colorado y me confiesa que si le envió fotos.
"en ropa interior solamente?" le pregunto
Me dice que también le envió desnudo.
Su celular aun con batería y datos seguía sonando con notificaciones de esa chica.
Yo quería ver que le decía, trate de jugarla de tía amistosa solo para saber más de esa puta.
Le dice cosas subidas de tono, que le va a chupar toda la pija, que lo quiere ordeñar, que quiere que se la meta por todos lados. Una desubicada.
Mientras lee esos mensajes, veo que el bulto de mi sobrino está enorme. No sé cómo puede ese pequeño short contener todo eso.
"tenés ropa interior" le digo a mi sobrino, pregunta estúpida que no sé porque se la hago.
Me mira a los ojos sorprendido por la pregunta, ahora yo estaba toda colorada de vergüenza.
"no tía, perdón, solo uso este short para dormir porque en realidad duermo sin ropa, pero como estas vos me pongo esto aunque sea para que no me veas si te levantas o algo" me responde culpable.
En ese momento estaba el en la punta de la cama sentado, yo a su lado arrodillada en la cama, con mis rodillas rozando su pierna, en esa distancia que se siente el calor del otro, y la respiración suena más fuerte.
"igual, no te preocupes, no va a ser la primera vez que vea una..." no sé qué estoy diciendo, me detuve ahí, sabiendo que por decir algo condescendiente lo había arruinado. Estaba quedando igual de trola que esa vecina pendeja.
Él se ríe, y me contesta:
"no puedo decir lo mismo, yo nunca vi a ninguna chica desnuda"
Me estoy mordiendo los labios al escuchar eso, cuando llega una foto de la vecina puta, y desnuda.
Él se tienta nervioso por la situación, mientras le escribe que es muy linda y que le gustaría ver su cuerpo en vivo. Me está permitiendo leer todo.
Ella responde inmediatamente que cuando quiera el, ella vendría a donde está mi sobrino, o sea a mi casa. Esta loca si piensa que voy a dejar que esa pendeja entre a mi casa para cogerse a mi sobrino.
"te gustaría ver a una mujer desnuda" lanzo sin pensar a mi sobrino
Se pone serio, me mira a los ojos no pudiendo creer lo que digo. Su bulto está por explotar, mientras los mensajes siguen cayendo, la chica está preguntando la dirección exacta y si puede venir.
Le arrebato el celular de sus manos, y lo apago, mientras me voy hacia atrás, dejándolo en mi mesa de luz.
Me salgo de la cama, camino delante de mi sobrino como una gata.
Mientras paso por delante de él, dejo caer mi vestido al suelo.
Estoy vestida solo con la ropa interior de encaje que use para la videollamada de mi esposo.
El color naranja del fuego de las velas realza el rojo furioso del encaje.
La tanga se mete dentro de mi cola haciéndola más apetecible.
Dándole la espalda me desabrocho el corpiño, y me giro sensualmente.
De frente me cubro las tetas con mi brazo, lo miro a los ojos, el me mira de arriba a abajo sin moverse de ese rincón de la cama donde está sentado.
Pasa lo inevitable, si pija enorme se sale de la prisión de ese pequeño short sobresaliendo por la parte de abajo del mismo y haciendo presión hacia arriba.
A la luz de las velas puedo ver como esa cabeza enorme está humectada por su líquido preseminal. Mi sobrino está caliente y todavía no vio nada.
Le muestro las tetas acercándome un poco, las contempla como un bobo. Mira una a una, ya no me mira a la cara, ya no soy su tía, soy una mujer que lo calienta mucho más que la instagrammer modelo de 26 años, y mucho más que la vecina puta que conoció hace unas horas.
Doy unos pasos hasta estar a un metro de mi sobrino, giro dándole la cola, me inclino y comienzo a bajar de los lados la tanga roja que cubre mi desnudez.
Me tomo todos los segundos posibles, esos segundos donde la tanga quiere hacer presión para quedarse pero la fuerza de mis manos la empujan hacia abajo.
Mi culo está a centímetros de la cara de mi sobrino, sus ojos están viendo con la cálida luz de las velas mi desnudez.
Dejo caer hasta mis tobillos la tanga, me giro nuevamente para verlo de frente, y con un pie levanto la tanga acercándosela como una ofrenda, la voy levantando rozando sus pantorrillas, sus rodillas, sus muslos, y llego a la cabeza de su pija enorme que explota.
Ahí deposito mi tanga roja.
Me voy a la cama y me acuesto desnuda y le digo:
"sobrino, descárgate, mastúrbate, hace lo que siempre haces"
Él se baja de un tirón el short y lo deja en el suelo y puedo ver por primera vez la monstruosidad que tenía entre las piernas.
Eran unos 23 centímetros y unos 6 de ancho en todo su esplendor, una pija hermosa, joven, bien simétrica, nada de cosas raras, de esas dignas de admirar.
Comenzó a masturbarse frotándose en mi tanga roja, además me miraba, miraba mis tetas, mis piernas, mi conchita caliente, húmeda y brillosa.
Estaba parado al lado de mi cama, le pido que se acerque, que se masturbe más de cerca, que quiero mirar.
Me obedece, y viene tan cerca que me asusta el tamaño de lo que tiene entre sus manos.
Me quedo embobada mirando su angelical rostro, sus brazos fuertes, su pecho y sus abdominales contrayéndose en la frenética lucha de la masturbación.
Sus piernas también están haciendo fuerza para llegar al clímax.
Miro como sus bolas me hipnotizan, dos pelotas enormes, como buen semental, llenos de leche sacudiéndose de adelante hacia atrás con cada estocada que se da mi sobrino envuelta de mi tanga.
Mirando eso veo que sus bolas se contraen y cuando quiero ver su pija veo como explota de leche.
Salta a mis tetas, a mi panza, a mi cuello, y a mi cara.
Tanta cantidad de leche tenía mi sobrino que le dio casi para cubrirme en todas partes.
Él estaba agitado tratando de reponerse, se limpió la pija con mi tanga y me la dejo tímidamente en la cama.
"Podés retirarte sobrino, ya viste a una mujer desnuda" le dije.
En silencio, sin saber si había hecho algo malo o bueno se fue mi sobrino, lo vi retirarse desnudo, tomó su short del suelo y se fue cerrando la puerta de mi cuarto.
Yo estaba extasiada, tenía toda la leche de mi sobrino en mi panza, en mis tetas, en mi cuello, algo en la barbilla, y en mi pelo.
Mis dedos comenzaron a juntar esa leche y me la metí a la boca, estaba tibia aun, me encendió al máximo, me volví loca y tuve que masturbarme como nunca.
Me metí 3 dedos con furia y me retorcí de todas las formas posibles, me metí dos dedos en el culo, trataba de buscar si quedo algo de leche en algún lado para seguir comiendo.
Así estuve largos minutos hasta que acabe sola, gemí como puta, no me importo que mi sobrino escuche como gemía, lo había provocado el.
En ese momento vuelve la luz, se encienden los aires acondicionados, e inmediatamente junto con la luz y el aire frío me consume la culpa, me tapo y busco apagar ese aire que me recordaba que estaba desnuda y llena de fluidos propios y de mi sobrino de sangre.
Suena mi teléfono, es mi hermana, preguntándome para qué quería hablar con ella con tanta urgencia.
"nada hermana, nada, solo quería decirte que tu hijo puede quedarse todo el tiempo que quiera en esta casa"
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1 comentario - La cuarentena con mi sobrino (V)

Mau_40
excelente relato man