Experiencia Swinger

Relato copiado

Relato real sobre nuestra primera vez con una pareja. En aquel momento sólo buscábamos ver y ser vistos, estábamos empezando, pero el morbo y la pasión de la pareja que conocimos hizo que saltaran por los aires nuestras propias reglas
 Como siempre pasa en este mundo, siempre hay un día que el morbo y el sexo te supera tus propios límites. A nosotros eso nos pasó en Aguadulce (Almería). Estábamos en unas vacaciones y al hacer escala en Aguadulce de regreso a casa buscamos un local de intercambio. Encontramos uno que se llamaba “Deluxe”. Fuimos allí e hicimos lo de siempre. Dar un recorrido al local y sentarnos en la barra a consumir nuestras copas. La camarera del bar, que hacía las veces de Relaciones públicas, se animó a hablar con nosotros y preguntarnos nuestros gustos y cosas similares. No sé si sería el whisky con coca cola o las tetas de aquella camarera, pero yo me puse a cien. Laura, mi mujer, y yo nos dejamos querer por la camarera y hasta le preguntamos si accedería a liarse con nosotros pero ella, como buena profesional, dijo que hasta las 5 de la mañana que cerraban el local no podía hacer nada con los clientes. Para nosotros en aquel momento, las 5 de la mañana eran horas intempestivas, así que ni nos planteamos quedarnos. La camarera nos preguntó nuestros gustos y nos comentó que había una pareja que más o menos cuadraba con lo que buscábamos. Ver y ser vistos y alguna caricia. Lo que en el mundillo se llama intercambio “light”. Animados por tal suerte accedimos a que nos lo presentara. Se llamaban Rocío y Eduardo y la verdad, hasta la fecha, ha sido la mejor pareja swinger que nos hemos encontrado en nuestra vida.
       Rocío era una mujer entrada en carnes. Castaña, pelo largo y con curvas. Sin llegar a ser obesa se la veía que no tenía una figura de miss. Eduardo era alto, moreno, pelo corto y de esos que cuando lo ves por la calle bien puedes decir que es un “madurito”. No nos dió especial corte hablar con ellos, y desde el minuto uno hicieron que nos sintiéramos cómodos. Después de las preguntas justas para conocernos estrictamente lo necesario, Rocío apuró su copa y dijo: “ Bueno, Eduardo y yo nos vamos a follar al reservado de ahí al lado. Si queréis, ya sabéis donde estamos”. Laura y yo hablamos durante unos segundos si debíamos ir o no con ellos. Al final nos lanzamos y fuimos con ellos. Cuando llegamos, Eduardo estaba ya en calzoncillos y Roció con un body negro que ajustaba su cuerpo, haciéndola parecer más esbelta de lo que en realidad era. Rocío estaba entretenida lamiendo los pezones de Eduardo cuando levantó la vista para mirarnos y dijo con sonrisa maliciosa: “ Mira Eduardo, hoy tenemos compañía”. Nos pusimos a su lado y comenzamos a liarnos Laura y yo, confiados en que nuestro límite de “sólo caricias” no iba a ser rebasado. Aún estaba comenzando a desnudar a Laura cuando Rocío se acercó y me metió su lengua en la boca. Por momentos sentí mi boca llena de esa lengua que jugaba con la mía y que me impulsaba a devolverle la visita en su cavidad bucal. Nos comimos la boca y yo me dejé llevar por la situación. Al fin y al cabo, es sólo un beso, pensé. Mis manos se pegaron al cuerpo de Rocío. Empecé a manosear su cuerpo y me agarré a sus tetas, que estrujé con dedicación. Las manos de Rocío bajaron hasta mi polla. Rocio la cogió y empezó a masturbarme, sabiendo perfectamente lo que hacía. Yo miré a Laura, que estaba entretenida con Eduardo. Disimuladamente me acerqué a su boca para besarla y preguntarla al oído sin que se enterasen Roció y Eduardo si ella estaba bien, a lo que me respondió afirmativamente. Por el gesto de placer que tenía Laura se notaba que le gustaba lo que le estaba haciendo Eduardo, y yo me sentí reconfortado de verla disfrutar Casi sin darme cuenta, la boca de Rocío me comió la polla. Nadie salvo Laura me había comido de esa forma la polla, masturbándome mientras se la clavaba hasta la garganta. Mis manos se pusieron en su cabeza y de forma instintiva comencé a apretarla contra mí, con claro deseo de que no parase. Laura se incorporó y se colocó al lado de Rocío, y ambas empezaron a comerme la polla a la vez. Rocío y Laura comenzaron a susurrar entre ellas. Rocío le iba diciendo por lo bajo a Laura que le encantaba mi polla, que se la comería entera y yo me ponía a mil sólo de escucharlas.
    Después de repartirse mi polla, ambas se besaron y mi excitación estaba como nunca. Estaba claro que los límites se habían ido a la porra, pero no nos importaba. Disfrutábamos de ese momento y cada experiencia nueva nos gustaba cada vez más. Nunca había visto a Laura besarse con otra mujer y verla tan entregada y disfrutando tanto me ponía cachiondo perdido. Eduardo no se quedaba atrás. Cuando comprobó que Laura había acabado con Rocío se agachó y se colocó entre sus piernas. Mientras yo besaba, lamía y manoseaba el cuerpo de Rocío comprobaba cómo Eduardo le comía el coño a mi mujer. Laura gemía como pocas veces la había oído. Estaba más que claro que aquello le encantaba y yo, lejos de sentirme celoso, estaba encantado de verla disfrutar así. Eduardo calentaba a Laura nó sólo con su boca sino con sus palabras. La decía que mirase bien a Rocío y a su marido y que si se eexcitaba viéndome disfrutar de Rocío. Laura gemía y asentía con la cabeza, sin quitar sus ojos de la boca de Rocío devorando mi cuerpo.
Yo, por mi parte, me sentía extraño, pues los cánones de la educación dicen que si ves a otro comerle el coño a tu mujer y ésta disfruta cuanto menos deberías sentirte celoso, pero no era así como me sentía. AL contrario: Me excitaba aún más, y los gemidos de Laura sólo provocaban que agarrara el culo de Rocío con más fuerza y le comiera la boca como si no fuese a besar nunca más a una mujer. Ese ímpetu mío le encantó a Rocío, que no se quedaba atrás masturbándome y jugando con mi polla y mis huevos. 
     Al cabo de un rato tenía tal calor en la polla que necesitaba follar de forma urgente. Laura me cabalgó mientras mis manos se repartían entre las caderas de Laura y el culo de Rocío. Ésta, a su vez, se puso a follar con Eduardo, que se entretenía lamiendo las tetas de Laura mientras ella me follaba con fuerza restregándose por mi cintura. A juzgar por los gemidos descontrolados, creo que yo fui el primero en correrme. Laura no aguantó mucho más. Estaba claro que éramos novatos y tanta excitación y placer provocaron que no tardáramos en corrernos. Rocío y Eduardo tardaron un poco más, pero también terminaron por correrse los dos. 
      Una vez nos relajamos los 4 seguimos en la cama desnudos y hablando, como si fuésemos conocidos de toda la vida. Después de una entretenida charla nos saludamos y nos despedimos hasta otra ocasión. Ellos se quedaron por el local más tiempo, pero nosotros pensábamos que aquella experiencia iba a ser difícil de superar y que ya todo el pescado estaba vendido. 

1 comentario - Experiencia Swinger

CasadoMaduro
excelente relato! 👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽