Mi hermana y yo - parte 5

El domingo salimos al super, uno alejado de casa. En los pasillos nos comporatábamos como adolescentes cachondos, aunque éramos exactamente eso. Nos besábamos y tocábamos como si nos extrañásemos. Ella compró verduras, fideos y un lubricante. Esto último lo hizo con una sonrisa atrevida.
Volvimos a casa, cocinamos, almorzamos y llegó la hora del "postre".
- Ahora que sos mi novio tenemos que hacer las cosas como corresponde! - dijo mostrándome el aceite.
- Aha... Me parece bien. Y contame, mi amor, como sería hacer las cosas bien?
- Quiero que me la pongas en la concha, pero con mis condiciones.
- Lo que digas!
- Te acostás, te la lubrico y vamos a mi ritmo. Si no, acá no entrás. Me la rompés!
- Sí mi amor!
Nos besamos y desnudamos el uno al otro. Se recostó, levantó las piernas y me mostró la concha abierta. Me mandé a chupársela como un desesperado. Que delicia que era. Un minuto después me paré de golpe y me subí arriba de ella a besarla y frotar mi pija por su panza, cuando la acerqué para meterla, me frenó.
- Esperá apurado! Despacito!
- Ok. Perdón... Es muy difícil resistir la tentación!
Sabía que lo lógico y sensato era estimularla y dilatarla primero, pero mi parte luriosa pecadora quería romper la concha e inundar de semen el útero de Elena con urgencia.
- Es más difícil bancarse tu pija gruesa!
- Tenés razón! Vamos despacio.
- Eso sí, no me acabes adentro, que puede ser peligroso!
- Hago lo que vos digas!
- Quedate quieto, que te paso lu
- Ahora sí! Vení, cogeme!
Se la metí en posición de misionero. Arrancamos bien despacio. Cada vez que me retiraba un poco, le chupaba las tetas y el cuello. Al verla estimulada, levanté más sus piernas para entrar más profundo. El ruido que hizo al entrar hasta el fondo fue muy porno. Nos excitamos muchísimo los dos al ver como entraba toda.
 Al cabo de un minuto, cogíamos desesperados. La sacudía con cada embestida y le arrancaba un grititos que me excitaban aún más. Ella me mordía los labios. Después de un rato de darle duro así, la puse de costado e intenté una penetración más profunda y lenta de cucharita.
- Aaahh que bien cogés Gabito! Hace tiempo que esperaba esto!
- Me alegra ver que no soy el único pervertido! Yo ya me volví adicto a vos!
- Vos también me querías coger?
- Hace algún tiempo fantaseo con eso. Me pajeé pensando en vos. Sí. Y ahora ponete en cuatro que viene la mejor parte!
No acomodamos al borde de la cama y empecé a penetrarla duro y al fondo, tanto que mis bolas golpeaban su pubis.
Le daba con una mezcla de amor, lujuria y perversión. Sin piedad, pero buscando su placer. Aguantaba para no acabar adentro.
- Aaaahh me vas a hacer acabar con tu pijaaaa! Aaaahhh uuuuiihh! Es muyyy fueerteeee!
La puse boca arriba con las piernas abiertas rápidamente, la saqué y acabé todo en su panza y pubis.
- Aaahh como sabés que me encanta que me tires tu lecheee!
Cuando me quedaban las últimas gotas, se la pasé por fuera de la concha que había dejado toda bañada y, mojando la punta en mi propio semen, se la clavé toda.
- Aaayy nooo! Sos un hijo de puta! Por qué me hacés estooo?
- Porque está muy mal y se siente muy bien! Igual acabé toda afuera recién, mirá!
Saqué la pija y me la apreté para escurrir los restos de leche. Una gran gota asomó.
- Todavía tenés ahí!
- Dónde? - dije haciéndome el tonto y volviendo a clavarla entera.
- Aaaaahhh... Tenés razón! Se siente muuuy bien. Pero me estás metiendo la lecheee!
Me movi unas cuantas veces pero mi pija no bajaba. Ella levantó las caderas para que se meta más, lo que tomé como invitación para cogerla de nuevo. Ahora sin preocupaciones.
- Uuuff uf... Así está mucho mejor!
- Aaay seeee... Te siento mucho más! Esto está muy maaaal!
- Sí! Es muy malo!
Estuvimos en esta posición un buen rato. Ella arqueaba la cadera y yo empujaba fuerte. La penetré lo más profundo que pude y la besé. Sentía mi pija hincharse dentro de ella.
- Voy a acabar en cualquier momento y no pienso sacarlaaaa!
Leni me envolvió con las piernas y me dijo al oído:
- Sabés lo que vas a hacer? Es peligroso!
- Sí. Me encanta el peligro y quiero hacerte toda mía!
- Soy tuya! Llename!
Oirla decir eso me excitó mucho. Solté una buena dosis de leche en su interior.
- Acabooooo!
- Aaaaaaahh... Me estás inundando la concha!
La clavé hasta el fondo.
- Te la voy a dejar bien adentro!
- Seguí moviéndote! Un poco más! 
Bombeé unas cuantas veces más y ella acabó otra vez.
- Aaaahh aay ay aayyyyy!
Descansé mi cuerpo sobre ella, la besaba suavemente por toda la cara.
- El mejor sexo de mi vida!
- No puedo creer que me hayas acabado adentro... Y me encantó! Se sentía muy caliente! 
- Es porque solté mucha leche! Me excitás mucho!
- Me doy cuenta! De ahora en más voy a tener que cuidarme. Si no me vas a embarazar!
Se sentó al borde de la cama y abrió las piernas. Comenzó a chorrear leche en el piso.
- Mirá lo que me hiciste! Sos un peligro! Jaja
- Sí. Vamos a tener que hacer algo con eso!
- Por qué? No querés tener un bebé conmigo? Jajaja
Hasta que no se rió no me di cuenta si lo decía en serio o no. Se la seguí por no cambiar el humor.
- Me encantaría cogerte embarazada, pero que no sea mío!
- Ah buenooo! Te tomo la palabra ehhh!
Por toda respuesta, le sujeté con delicadeza la cara y la besé hasta que nos quedamos sin aliento, recostados en la cama.
Al día siguiente fuimos conseguir la pastilla "del día después" y nos dimos cuenta que si queríamos seguir con nuestro vicio debíamos tomar precauciones, así que Elena decidió empezar a tomar píldoras anticonceptivas. Le había gustado demasiado recibir mi semen como para renunciar a eso.
Mi hermana y yo - parte 5

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