Con Miguel jugaba, a Mica me la cojo...

 
 
Hace poco me ofrecí a escribirrelatos para quien lo quisiera. Así conocí a un joven, con quien charlamosalgunos aspectos del contenido, y salió esta linda historia, espero que lesguste. Los nombres son ficticios…
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Cuando éramos chicos,con Miguel pasábamos siempre las vacaciones en Valeria del Mar. Mi viejo eshermano del de él, y siempre fue un clásico veranear las dos familias juntas,donde ambos nos dedicábamos a nadar, mirar mujeres y hacernos brutas pajasuando nuestros padres estaban en la playa. Igual tengo que decir que a él no legustaban mucho las minas, miraba más a los machos, pero cuando nos encerrábamosen la habitación, y nos hacíamos pajas cruzadas, le encantaba manosearme laverga, incluso una vez logré que le diera un besito en la punta a mi pija, queya no daba más, la leche se quería disparar. Después nosotros nos mudamos aRosario, nuestro lugar de vacaciones pasó a ser Córdoba, mientras ellos seguíanyendo a Valeria.
El año pasado mi viejo dijo que volvíamos aValeria, ya que mi tío había hinchado mucho con que quería pasar las vacacionescon nosotros. A Miguel no noté cambiado, tiene una carita de nena que tederrite, y su voz se había puesto más finita. El tiene ya 22 años (yo 28), mide1,60, y una noche que fuimos a la playa me confesó que desde los 18 era trans,se hacía llamar Mica, y los padres no sabían nada. Se notaba que se había hechoun tratamiento hormonal, y cuando quise franelear un poco con él, recordandoviejos tiempos, primero me agarró la pija, me empezó a pajear, pero al rato sedetuvo, quedó como paralizada, y me dijo que ahora no quería, que una cosa eranlos juegos de niños y otro cosa era ahora, en que ella ya buscaba a los machoscon los que quería coger… estaba recontrabuena, una colita hermosa, en punta,me dejó verle las gomas que no eran muy grandes pero calentaban a full, se lasmanosée y se me puso la pija a full, pero ella no quería… Parábamos en unacabaña, dormíamos en la misma pieza, así que esa noche me la pasé insistiendotoda la noche en que se deje coger, que lo iba a pasar hermoso, que noimportaba que fuéramos primos, pero ella se seguía negando. Yo me metía en sucama, la manoseaba, la llevaba su mano a mi verga, y se fastidiaba, me decíaque no sea pesado… la cuestión es que esa noche me tuve que hacer la paja, nodaba más de la calentura. Cuando me desperté, ella salía del baño, estaba solocon una tanguita, las gomas me volvieron loco y vi que tenía casi todo el culoal aire ya que la tanga se le metía entre los cachetes. Cuando se fue para laplaya vi que en el baño había una tanga usada de Mica, y me hice otra paja,dejándose la llena de leche, como un testimonio de todo lo que me calentaba.Después fui al mar, le propuse nadar, nos alejamos bastante de la costa, y lepedí si me podía subir a su espalda, así sentía mi bulto y con eso loentusiasmaba para coger. Siempre me encontraba con negativas de su parte, y meponía loco. Fuimos a nadar mar abierto, y le seguía llevando su mano a mi pija,le decía si no se daba cuenta de todo lo que me calentaba, pero nunca quería.
Así fueron pasando los días, nos quedaba solo lanoche del sábado, ya que el domingo volvíamos a Buenos Aires, para luegonosotros seguir hasta Rosario. Esa noche salimos, fuimos a un chiringuito en laplaya, nos tomamos tres cervezas y la verdad que lo disfrutábamos bastante. Enun momento dado fuimos al baño, cuando se bajó el pantalón para mear, vi latanga que tenía puesta y me enloquecí, traté de meterle mano por todos lados,se negó pero no con el mismo convencimiento de otras veces, incluso cuando meacerqué para darle un pico se dejó besar y con su mano me rozó la pija… eso mehizo alentar esperanzas para esa noche, cuando llegáramos a la cabaña.
Cuando volvimos, nos miramos a los ojos fijamentey nos fuimos acercando, finalmente nos besamos, como los dos estábamosborrachos el beso escaló rápidamente, jugábamos con nuestras lenguas mientrasyo acariciaba su pierna. Entonces ella se separó y me dijo un tierno te quiero,luego puso sus manos sobre mi entrepierna y desabrochó mi pantalón. En todomomento nos veíamos fijamente pero ella no paraba con su acción, metió su manopor debajo de mi pantalón y mi boxer y agarró mi verga. La sacó y comenzó amover su mano arriba y abajo lentamente, Mientras me hacía la paja veía comoobservaba atentamente mi pene, parecía que quería memorizarlo. Empezó aacelerar el movimiento mientras yo pase mi brazo por detrás de ella y comencé amanosearle el culo.
Me acosté boca arriba y tiré de él para que sesuba encima de mí y continuamos nuestro beso ahora acostados en la cama. Éltenía una pierna a cada lado mío y sentía su erección tocar la mía. De unmomento a otro Mica comenzó a bajar sus besos. Primero me besó el mentón, luegoel cuello, luego el pecho, luego el abdomen… Sus labios cálidos y húmedos mehacían una cosquilla hermosa allí donde se posaban. Bajaba muy lento y hacíaque me ponga muy ansioso a cada segundo que pasaba. Cuando llegó abajo esquivómi pene para darme besos a los costados de la base de la pija. Luego me chupabala piel que rodea el falo y los testículos. Sus chupones se sentían exquisitospero yo no aguantaba más y quería que me la mamase. Me lo estaba haciendo apropósito para que desespere y eso hacía surgir dentro de mí una tensión que yahabía decidido descargar en su culito cuando me lo cogiese. Finalmente tomó mipene con las manos y comenzó a mamarlo. Yo suspiré mezcla de alivio y placer.Qué bien que mamaba! Quedé sorprendido. La mamaba mejor que muchas mujeresmayores de treinta e incluso de cuarenta con las que había estado. Tenía losojos cerrados, pero en su rostro podía percibir lo bien que le hacía mamar.Como si estuviese satisfaciendo una necesidad básica para su cuerpo. Mi vergaera de 18x5 cm y le entraba casi toda; y además no la rozó ni una vez con losdientes. Era un experto mamador.
El placer de la mamada fue en aumento hasta quesupe que acabaría. Siempre había avisado a mis amantes que me iba a correr,pero Mica parecía tan segura de lo que hacía, que me daba la impresión de queestaba constantemente listo para recibir la descarga. Entonces opté por noavisarle. Mi pija se puso más dura de lo que estaba y sentí como escupíachorros de semen con mucha fuerza. Mica no interrumpió su mamada ni tampocohizo mueca alguna cuando comencé a eyacular. Siguió mamando como si nadapasase. Sentía que no dejaba de correrme y Mica se la iba tragando toda sininconveniente alguno. Tras correrme estaba seguro que si no había sido la mejormamada de mi vida, al menos estaba entre las tres mejores. En cuanto soltó miverga me miró fijo. Su cara angelical expresaba lujuria. Comenzó a subir por micuerpo dándome besos tal como había hecho cuando bajó. Cuando estuvo cerca demi boca se abalanzó sobre mis labios. Me excitaba mucho su manera dedesenvolverse, pues lo notaba bastante sumiso, pero por momentos actuaba porcuenta propia cuando ya no podía controlar sus instintos sexuales. Nos besamospor varios minutos hasta que tuvimos que parar para darnos un respiro.Aproveché la oportunidad para incorporarme y me puse detrás de ella. Mica seacostó boca abajo y tomo una almohada la cual abrazó con fuerza. Me puse ajugar con sus nalgas, eran muy redondas, como las de una chica. Eran tiernascomo todo su cuerpo, pero bien firmes. Le quité la tanga y me quedé observandosu ano. Por primera vez veía la cola desnuda de un chico en vivo y en directo.Unos centímetros debajo de su ano estaban sus testículos que eran bastantepequeños en comparación con los míos. Su pija estaba escondida bajo su cuerpo.Me acerqué lentamente y le fui dando besos en la cola. De un lado y del otro.Cada vez más cerca de su ano. Mica suspiraba más y más a medida que me acercabaa su ano. Pero me tomé mi tiempo en llegar, tal como él había hecho al mamarme.Finalmente llegué y le di un beso en el ano. Mica gimió suavemente al sentirmis labios húmedos. Le volví a besar. Luego le chupé el ano; extendí mi lenguay jugueteé con él; y finalmente empujé mi lengua para meterla dentro de sucola. No pude contenerme y al cabo de unos segundos ya le estaba chupando lacola con una lujuria desenfrenada.
Luego separó bien sus piernas y yo metí mi manodebajo de su cuerpo y tiré su polla hacia atrás. Quería que se le viesemientras lo follaba. Su polla, que sería de unos 12x3cm, quedó trabada con elcolchón apuntado en dirección opuesta. Le puse lubricante en la cola y en mipija. Agarré una nalga con cada mano, la separé un poquito para exponer bien elano y comencé a penetrarlo lentamente. Mica suspiraba profundamente a medidaque entraba mi verga. Era bastante silencioso en la cama, pero podía ver en surostro que el placer que sentía lo estaba embriagando. Cuando terminó de entrary empujé con fuerza entonces sí dejó escapar un gemido. Un gemido para nada masculino.Retiré un poco la polla y la volví a meter hasta el fondo, y Mica volvió agemir. Así me entretuve un par de minutos mientras miraba su rostro en elespejo. Estaba como estático con la boca semiabierta y sus ojos estabanentrecerrados con la mirada perdida. No veía sus pupilas, solo veía el blancode sus ojos. Mica ya estaba viendo las estrellas. Solté sus nalgas, me recostésobre él, lo envolví con mis brazos y puse mi rostro al lado del suyo. Sinllegar a aplastarlo, dejé caer todo mi peso para que se sienta totalmentesometido e indefenso sin posibilidad de moverse. Su cuerpo era tan pequeñocomparado con el mío. Lo continué cogiendo en esa posición. Mi pija estaba todotiempo completamente dentro suyo, pero yo me movía empujando con fuerza y Micano dejaba de suspirar y cada tanto gemía. Su rostro estaba aún más desfiguradopor el placer. Tenía casi media lengua afuera de la boca y pude ver una gota desaliva chorrear por la comisura de sus labios. Sus ojos seguían igual deperdidos.
Lo cierto es que al verlo en tal estado de tranceme dio bastante ternura. Sin reducir en lo más mínimo la intensidad de lapenetración, acerqué mi boca a su oído y comencé a chupárselo. Comenzó a gemirsuavemente mientras le chupaba el lóbulo y jugueteaba con mi lengua dentro desu oreja. Sus gemidos fueron en aumento hasta que se hicieron muy ruidosos.Algo había cambiado. Vi como sus manos se cerraban apretando la almohada contodas sus fuerzas, gemía sin consuelo y su cola comenzó a resistirse a lapenetración, se cerraba y me apretaba mucho la polla. No me cabía duda de quese estaba corriendo. Esos gemidos delataban un placer agónico. Por la forma degemir, o más bien gritar, no parecía la misma persona que hacía unos segundos.De a poco sus gemidos se apaciguaron y su ano se relajó. Tendió su cara sobrela almohada y se quedó suspirando y jadeando. Por mi parte, yo estaba al bordede la eyaculación. Esa presión de su cola sobre mi pene era el estímulo que mefaltaba. Lo abracé con fuerza, empujé bien hasta el fondo y me corrí comonunca. Una vez terminé me arrodillé y se la saqué. Su pija había perdido laerección y ahora era súper pequeña. Sin embargo había un gran charco de semen.No podría creer que tanto semen saliese de esos testículos tan pequeños. Mientrasle observaba mi semen empezó a salir de su ano y a inundar la cama. Aquellanoche batí mi record con cinco cogidas. Mica acabó en tres de las cinco. En unaocasión, al borde del orgasmo, su estado de confusión mental, debido al placer,era tal que se le escapó un “te amo”. Por supuesto que ambos sabíamos que noera cierto, pero me excitó aún más escucharle decir eso, pues lo que si eraverdad es que en una sola noche se había enamorado de mis garchadas.

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