Mi primer relato ❤️

Comenzaré por presentarme, mi nombre es Sabrina, tengo 24 años, mido 1.64, tez clara, cabello lacio a la espalda, tengo unas nalgas muy grandes. Mis tetas muy grandes, ni tantán duras ni tan blandas, con unos hermosos pezones. Soy muy bonita, lo que más les gusta a los hombres (por que me lo han comentado) son mis labios carnosos, además de las turcas que me encanta hacer.

Vivo sola en mi departamento, los vecinos son muy amables por lo que llevo una muy buena relación con ellos. Uno de ellos es un hombre de 30 años a quien conozco desde que yo tenía la edad de 18 años. Es un hombre muy guapo, con un cuerpo perfectamente trabajado en el gimnasio. Unos brazos musculosos, pechos y abdomen que parecieran estar tallados a mano. Unas piernas bárbaras, y que decir de sus nalgas; simplemente hermosas. Si a eso agregamos un rostro varonil lo hace mucho más interesante. El plus que a muchas chicas nos pudiera derretir es el hecho de que mi vecino esta completamente tatuado de los brazos, parte del pecho, espalda, pantorrillas. Tatuajes de muchos colores adornan su cuerpo lo que lo hacen toda una tentación. Un piercing en la nariz.Tanto la casa de él como la nuestra están en la parte baja del condominio, frente a la alberca. Lo único que separa nuestras casa es un desnivel en el jardín haciendo que la casa de mi vecino sea la última. 

Ocasionalmente se mete a nadar con amigos, amigas, y en algunos momentos solo. Cuando lo hace solo, posteriormente se acuesta en los camastros a tomar el sol en traje de baño, por lo que lo observo escondida tras las cortinas de mi habitación. Más de una vez me he llegado a masturbar mirándolo recostado en los camastros imaginándolo desnudo, mirando el enorme paquete en medio de sus piernas. He fantaseado mucho con él, imaginándome que me coge de una manera romantica. Algunas veces lo he visto llegar con algunas amigas y se encierran en su casa, por lo que me imagino las cosas que deben de estar haciendo. Mi imaginación es muy amplia en ese sentido, así que muchas veces termino en mi cama con las piernas abiertas dándome un rico masaje en mi clítoris imaginándome que soy yo la que en ese momento esta con él y no alguna de sus amigas. Hay una amiga de él en particular que llama mucho mi atención. Se llama Renata. Una chica como 2 años mayor que yo. Alta, morena, con un cuerpo espectacular. Supe por ella (ya que en una ocasión la invitó a comer con nosotros) que se conocieron en el gimnasio y que ocasionalmente salen. Sentí un ciertos grado de celos cuando me lo dijo.

Cuando llego a coincidir con mi vecino, ya sea en el jardín, estacionamiento, alberca, o cualquier otro lugar, nos saludamos afectuosamente con un beso y un abrazo. Como decía con anterioridad, convivimos mucho con todos los vecinos. Un par de veces al mes salimos a comer todos al jardín y ahí esta él, amable y atento como siempre con todos. Es una persona educada, culta, que ha viajado por diferentes partes del mundo haciendo artes marciales mixtas. En algunas ocasiones he visto no solo a las demás vecinas, sino hasta mi propia madre mirarlo con cierto deseo. Y como no podría ser eso, si es verdaderamente hermoso.

Una noche de viernes (el último día de clases antes de semana santa) salí con mi novio. Mi novio es el típico “Mi Rey” mamón que siente que nadie lo merece. Llevo 2 años de relación con él. Fue el primer hombre en mi vida sexual. Obviamente a mi novio no le agrada mi vecino, le cae mal. Por lo que cada vez que tiene oportunidad habla mal de él diciendo que es un “mamarracho” un “ridículo” y más cosas que lo único que denotan es la inseguridad que siente al mirarlo.

Esa noche de viernes serían como las 2 de la mad**gada cuando mi novio me fue a dejar después de ir a un bar. Estábamos en su auto afuera del condominio discutiendo en uno de su múltiples arranques de celos, cuando harta de no poder hacerlo entrar en razón me bajé de su coche para meterme a mi casa. Al hacerlo el portón eléctrico se abrió. Era mi vecino que también iba llegando. Al entrar en su auto me saludo agitando su mano, a lo que yo respondí de la misma manera. Mi novio se dio cuenta de eso y mirándome de manera despectiva arranco su coche rechinando las llantas mostrando su enojo.

Al entrar me tope con mi vecino que se iba bajando de su coche.

-Todo bien? Preguntó dándome un beso en la mejilla y un fuerte abrazo.
-Si, no te preocupes, todo bien gracias. Contesté.
-Parece ser que tu novio iba enojado. Comentó
-Si, así es de berrinchudo. 

Ambos nos soltamos a reír

-Por que se enojó? Preguntó
-Nada sin importancia. Contesté con la intención de no hablar del tema
-Ok, entiendo. Dijo respetando mi silencio.

Pude percibir que venía un tanto borracho, por su aliento y por su forma de caminar. Algo que llamó mi atención fue que al caminar rumbo a nuestra respectivas casas dejo que me adelantara un poco, de pronto voltee repentinamente para preguntarle algo y lo sorprendí posando su mirada en mis nalgas. Esa noche vestía un minivestido color negro que se entallaba perfectamente a mi cuerpo dejando ver mis atributos. Así como unas zapatillas altas que ahora que lo pienso me hacía ver como una verdadera puta. Darme cuenta de que mi vecino miraba mis nalgas hizo que la piel se me erizará de la emoción.

-Que guapa te vez. Me dijo.
-Ah! Que lindo muchas gracias. Contesté en tono infantil mientras le daba un abrazo y un beso en la mejilla.

El aroma cítrico de su loción combinado con su aliento alcohólico me embriagaron de deseo. Él me tomo entre sus brazos y me pego contra su cuerpo haciendo que el mío se erizara. Sentí el bulto entre sus piernas en mi vientre. Él me levantó separándome del piso y me dio un beso en el cuello que inmediatamente hizo que mi chochito comenzara a mojarse. Me puse muy nerviosa a pesar de venir con unos tragos encima también, cosa que él notó inmediatamente.

-Que tienes? Preguntó
-Nada, nada, no tengo nada. Contesté nerviosa.
-Ya me voy a meter, ya es tarde. Le dije. Mientras me acercaba a darle un beso de despedida.

Nuevamente me tomo entre sus brazos y ahora me dio un beso en mi hombro que nuevamente hizo que la piel se me erizara al mismo tiempo que bajaba sus manos a mis nalgas, las cuales acarició y apretó de manera muy rica. Mi primera reacción fue quejarme para aparentar darme mi lugar.

-Oye, que te pasa? Le dije con voz susurrante ya que nos encontrábamos afuera de mi casa y mis padres podrían escuchar lo que sucedía.
-No me pasa nada, solo hago algo que ambos deseamos. Me dijo con mucha seguridad.
-Estas loco, no se de que me hablas. Le dije tratando de empujarlo para que me soltara.
-Crees que no te he visto que me espías desde tu cuarto cuando estoy tomando el sol? Crees que no me doy cuenta que te masturbas cada vez que lo haces? 

Me quedé helada al escucharlo decir eso, me sentí descubierta, una sensación de vergüenza y culpa se apoderaron de mi. Tenía ganas de salir corriendo no por lo que me estaba haciendo, sino por saberme descubierta. Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no me di cuenta que ya había metido su mano bajo mi vestido y estaba frotando mi chochito con su dedos sobre el bikini que traía puesto mientras me tenía agarrada de la cintura con el otro brazo impidiéndome escapar.

-Que haces? Le dije
-Lo que tanto has deseado. Contestó susurrándome al oído.
-Si no me sueltas voy a gritar y va a salir mi papá. Amenacé 
-Y que? Va a salir, me va a querer golpear. Quien crees que lleve la peor parte? Me dijo en tono sarcástico.

Lo cierto era que la situación no me desagradaba, era algo que había estado deseando desde que estaba en la pubertad, pero debía fingir un poco para no dar la impresión de ser un puta. Sus dedos seguían dando un rico masaje a mi chochito sobre el bikini, lo que me provoco una humedad excesiva en mi vulva. A pesar de estar forcejeando mi vecino no lo hacía de manera brusca, lo hacía con sumo cuidado evitando lastimarme. Seguía fingiendo el querer zafarme. El comenzó a besar mi cuello, lo que definitivamente hizo que desistiera de mis fingidos esfuerzos por querer escapar. Mi panocha estaba escurriendo por el masaje que tenía minutos dándome. Hábilmente con sus dedos hizo a un lado el bikini y pasó su dedo medio por toda la hendidura de mi chochito lo que me hizo abrazarme fuertemente a él. Sin perder tiempo y dándose cuenta que estaba empapada, lentamente deslizo su dedo dentro de mi chocho que hizo que un grito ahogado saliera de mi garganta y me regresara a la realidad. Estábamos afuera de mi casa, mis padres podían escucharnos y no creo que reaccionaran de una buena forma.

-Aquí no por favor. Dije susurrándole al oído.

Sin problema alguno me cargó y me coloco en su hombro como si fuera un costal, con mi cara viendo hacia el suelo por la parte de su espalda, mientras él me sostenía de mis piernas. Como si fuera un cavernícola con su presa se dirigió a la parte baja del jardín donde hay una mesa de madera donde infinidad de veces hemos comido todos los vecinos. Cuidadosamente me bajo colocándome sentada en la mesa. Tenía un enorme deseo de besarlo, pero él me empujo para quedar acostada en la mesa. Abrió mis piernas y escuche como comenzó a desabrocharse el cinturón, casi de manera inmediata sentí como algo muy duro y grande golpeaba mi chochito sobre el bikini que aún traía puesto. Lo tallo por encima, dando ligeros golpes en mi vulva que me erizaban la piel.

-Estas muy mojada, verdad?
-Muy mojada. Contesté susurrando.

Hizo a un lado mi bikini e introdujo lentamente dos de sus dedos dentro de mi chocho que ya escurría mis jugos por lo caliente que me encontraba, quise gritar pero recordé que mis padres podrían escucharnos, y créanme que no sería nada agradable para ellos encontrar a su nena siendo dedeada por su vecino. Con sus dedos dentro de mi cavidad vaginal comenzó a moverlo de arriba hacia abajo dándome un delicioso masaje que provocó que abriera mi boca para jalar aire y lanzar un fuerte grito que el impidió tapándome la boca con su mano. Con la boca tapada y mi chochito invadido por sus dedos, solo me quedaba pujar de placer por la deliciosa venida que me estaba dando en sus dedos, mismos que deje empapados por mis jugos. Saco sus dedos escurriendo de esa deliciosa miel producto del placer y me los dio a chupar metiéndolos en mi boca. Con mi lengua limpie cada residuo de mis propios fluidos vaginales que me supieron de lo más delicioso. Se colocó frente a mi abriendo mis piernas mientras que con movimientos pélvicos de atrás hacia delante frotaba su verga en mi chocho que ya palpitaba de deseo por tenerlo dentro. Haciendo a un lado mi bikini, recargó la cabeza de su verga, la cual pude sentir que era gruesa y solo vi que escupió en dirección hacia nuestros genitales para que lubricara mejor. Empujo y sentí como mis paredes se abrían ante el paso de un grueso miembro sintiendo que me desgarraba. Jalé aire desesperada, mientras él susurraba.

-Aguanta chiquita, aguanta, apenas va una cuarta parte. Dijo.
-Ahhhhhhhh… es muy grande. Le dije entre pujidos.
-Si, lo se, pero si la aguantas toda. Dijo eso y empujo un poco más.

Cada centímetro que entraba era un dolor placentero. Por momentos se quedaba quieto para que me acostumbrara al grosor de su miembro que estaba muy duro. Se salía un poco y volvía a arremeter introduciendo algunos centímetros más de ese grueso instrumento que comenzaba a besar el tope de mi interior.

-Ahhhh… que vergota tienes. Dije entre quejidos susurrantes.
-Si mi cielo, y es toda tuya. Contestó.
-De verdad es toda mía? Pregunté
-Si, en este momento es toda tuya. Dijo mientras empujaba a fondo ese gigante trozo de carne dentro de mi.
-Ahhhhhhhh… dame más, la quiero toda dentro de mi, dámela toda por favor.

Comenzó un mete y saca a buen ritmo que provoco que tuviera un orgasmo muy intenso. Él tapaba mi boca con su mano para que no nos descubrieran por mis gritos, mientras bombeaba fuertemente, yo lo tenía con mis piernas rodeándole la cintura. Estaba por desfallecer de placer. Mi fantasía se estaba cumpliendo de una manera por encima de mi imaginación. Durante la pubertad fantaseaba con una cena romántica y que hacíamos el amor de una forma romántica, diciéndonos palabras hermosas el uno al otro hasta quedar desfallecidos durmiendo abrazados hasta el amanecer. La realidad era que me estaba cogiendo como a una puta sobre una mesa con más lujuria que romanticismo, pero lejos de m*****arme me agradaba, y más aún me excitaba muchísimo el saber que mis padres estaban arriba durmiendo mientras su “nena” se encontraba abajo siendo cogida por un verdadero garañón que no la veía como una “nena” sino como una mujer que podía satisfacer sus más bajos instintos carnales.

Tomándome de la cintura me cargó aún con su verga dentro de mi y se dirigió a su casa. Frente a la puerta, me recargó en la pared y comenzó un fuerte bombeo dentro de mi que me arrancó otro orgasmo entre quejidos y gritos ahogados.

-Hay que meternos, por favor. Le supliqué.

Sacó sus llaves para abrir la puerta e introducirnos en ella. Una vez dentro me bajo lentamente desensartándome de su pito. Quedé asombrada al ver ese enorme pedazo de carne largo, grueso, lleno de venas, empapado de mis jugos blancos, el cual permanecía firme invitándome a continuar la batalla. Me acerqué a él para tomarlo con mi mano y comenzar a chaquetearlo mientras nos fundíamos en un beso que por años estuve deseando. Nuestros labios se buscaron deleitándonos con la miel de la lujuria. Su lengua se enroscaba con la mía, soltándola por momentos y succionar mis labios hábilmente. Se desabrocho el pantalón y lo bajó, inmediatamente me hinqué para saborear ese enorme pedazo de carne que segundos antes había estado dentro de mi, dejando el sabor de mis jugos en mi lengua llenándome de una calentura indescriptible. Trataba de meter ese tolete en mi boca pero era demasiado grande para mi boca. Tomaba la cabeza entre mis labios y la succionaba fuertemente lo que hacía que él lanzara un quejido.

-Ahhhhhhh, que rico. Decía. 
-Te gusta? Pregunté.
-Si, me encanta. Contestó entre quejidos.
-Tienes una verga muy rica. Dije mientras la seguía mamando.
-Se ve que te fascina mamar. Me dijo.
-Tu verga si, no me cansaría de mamarla. Contesté.

La chupaba jalando fuertemente como si quisiera dejarla morada por las fuertes succionadas que le daba. Bajaba a chuparle sus huevos. Los metía a mi boca y los jalaba, lo que hacía que suspirara de placer. Subió una de sus piernas al reposabrazos del sillón lo que aproveché para con mi lengua acariciar su perineo mientras con mi mano chaqueteaba esa dura verga que al contacto de mi lengua con esa sensible zona comenzó a palpitar y a ponerse más dura. Sentía como se inflamaba en mi mano mientras la jalaba con fuerza.

-Ahhhhh… mi amor, que delicia. Dijo entre susurros entrecortados.

Escucharlo llamarme “mi amor” fue algo que jamás olvidaré, sentí una emoción indescriptible. Mi amor platónico había dejado de serlo para convertirse en una realidad. Con la lujuria a tope me seguí de frente con mi lengua hasta acariciar su ano, lo que provocó que lanzará un ligero grito de placer. Con mi lengua comencé a hacer círculos en su culo sintiendo sus pliegues en mi lengua, lo que me excitó al máximo. Nunca había dado un beso negro a nadie. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para satisfacer a mi nuevo amante. Me sentí la más puta de las mujeres al estar hincada lamiéndole el culo a un hombre. Una nunca se imagina a que niveles puede llevarnos la excitación a la hora de estar teniendo sexo. Me encontraba en una situación que si alguien me la hubiera predicho tiempo atrás lo hubiera tirado de loco. Pero ahí estaba yo, lamiendo el ano de mi vecino quien gemía de placer a cada caricia de mi lengua en su esfínter mientras seguía masturbándolo. Con la punta de mi lengua hice un poco de presión en el centro de su ano insertándola lentamente dentro de su culo.

-Ahhhhhhh… Así chiquita, así. Me dijo entre quejidos.

El saber que lo estaba llevando al clímax me hacía seguir adelante. No hay nada más maravilloso que ver a tu amante gimiendo de placer, y más si ese placer tu se lo provocas. Me sentí en ese momento con un poder sobre todas las mujeres del planeta. Él se inclino un poco y con sus manos se abrió las nalgas, mientras yo pasé mi mano por debajo de sus piernas para seguirlo masturbando. Empuje mi lengua hasta donde pude que hizo que lanzara un quejido que me aviso que se podía venir. Su verga en mi mano comenzó a punzar y a ponerse más dura. Por mi parte jalaba su pito con todas mis fuerzas mientras mi lengua seguía dentro de él.

-Sigue mi amor, no pares por favor. Me suplicó.

Obedecí sin pensarlo, inmediatamente sentí como algo en su verga comenzó a correr y no era más que los chorros de leche que lanzó a un par de metros de distancia. Era mucha. Jamás había visto a un hombre venirse de esa manera, de hecho solo había visto a mi novio venirse, pero solo aventaba unas gotas. Estos eran chorros y chorros de leche que quería probar, pero por estar ocupada atendiendo su culo no pude. Tomo su verga con su mano y se la comenzó a jalar más fuerte, lo que hizo que lanzara más chorros de leche. Estaba sorprendida por la cantidad de semen que expulsaba por su verga. Acaricié de nueva cuenta sus pliegues con mi lengua lo que hacía que temblara. Me imaginé tan deliciosa sensación de venirte mientras alguien te lengüetea el culo. Mis pensamientos fueron interrumpidos por la verga de mi vecino que la puso frente a mi cara para mamarla. La tome entre mis labios y succioné fuertemente para que salieran los últimos residuos de leche que quedaran en la uretra. Con mi lengua limpié magníficamente esa hermosa verga que aún seguí bien parada hasta dejarla bien brillosa con mi saliva. 

Me tomo de la cintura y me levantó como si fuera una muñeca dándome la vuelta en el aire para su cabeza quedar entre mis piernas en un 69 parados.

-Te voy a devolver el favor chiquita hermosa.

Comenzó a lamerme mi panocha con una maestría que desconocía. Ágilmente lamía mi clítoris con su lengua haciendo círculos y movimientos de lado a lado. Succionaba levemente mi clítoris arrancándome quejidos de placer. WOW! Un verdadero maestro en el arte mamar panocha. Mi novio lo había hecho un par de veces, pero siempre vi su rostro de desagrado, solo paseaba de manera tonta y brusca su lengua por toda mi vagina haciéndome sentir que me estaba haciendo un favor. Por el contrario mi vecino atendía de manera detenida cada rincón de mi chochito Pasaba lentamente toda su lengua por toda mi rajada. Metía delicadamente su lengua dentro de mi cavidad vaginal y movía la cabeza de lado a lado haciéndome sacudirme de placer. Quería gritar pero mis padres estaban arriba y podían escucharme. Por lo que sostenida de sus piernas, su verga quedaba justo en mi boca, llevándomela inmediatamente para adentro y propinarle una deliciosa mamada. No podía dar crédito a lo que estaba sucediendo. Créanme que unas horas antes no pasó por mi cabeza que al finalizar mi día estaría de cabeza con mi vestido hasta la cintura mamándole la verga a mi hermosos vecino que durante años había sido mi fantasía sexual y causante de tantas dedeadas que me había dado, mientras él me mamaba mi panocha como nunca antes alguien lo hubiera hecho. Estaba en un éxtasis sexual, emocional. Me sentía la mujer más plena. Ese hermoso hombre me estaba haciendo sentir la mujer más hermosa del universo. No tenía pensamientos en ese momento más que para él, toda yo era enteramente de él. Mis pensamientos, mis ideas, mi cuerpo, mi deseo, mi voluntad en ese momento eran solo para él. No me importaba tener novio. El pobre pendejo celoso en ese momento ni siquiera pasó por mi cabeza. Ahora que lo pienso, el muy imbécil se ha de ver ido con el ego inflado por el rechinón de llantas pensando que me quedaba angustiada sin poder dormir pensando en su enojo y como le iba yo a hacer para reconciliarme con él. Siendo que su querida novia estaba en esos momentos siendo tratada como siempre había querido ser tratada por quien siempre había querido que la tratara así. Mi vecino abrió mis nalgas y comenzó a darme un delicioso beso negro de la misma manera en la que yo se lo había dado a él. Con su lengua hacia círculos en mi culito haciendo que mi cuerpo en su totalidad se erizara. Picaba delicadamente mi esfínter con la punta de su lengua haciéndome tener un orgasmo muy intenso. Delicadamente me bajo y me desnudó por completo llenando mi cuerpo de delicados besos. Me colocó en cuatro patas sobre un diván que tiene en la sala, se hincó para seguir mamando mi panochita así como estaba en esa posición. Abrió mis nalgas y metió su lengua dentro de mi culo, lo que me hizo reparar

-Ay papito, así, así, que rico. Le decía mientras movía mis caderas en circulo.

Se puso de pie y ensalivó su verga para restregarla por todos mis labios vaginales y de este modo lubricar mi chochito. Apuntó su verga en la entrada de mi pepa y fue introduciendo lentamente ese enorme pedazo de carne dentro de mi. Un escalofrío recorría mi cuerpo a cada centímetro que entraba. Sentía completamente invadida mi panocha, sentía las paredes de mi puchita estirarse por lo grueso de su pito.

-Ay chiquita hermosa. Te cupo toda. Dijo sorprendido
-Si? Pregunté
-Si.

Comenzó a moverse de afuera hacia adentro lentamente generándome una deliciosa sensación que no conocía. Su verga rosaba de manera intensa mis paredes vaginales creando una especie entre comezón y cosquilleo en mi pepita que no tardo en terminar en un orgasmo que empapó su verga de mis jugos y mis gritos ahogados en un cojín para no ser escuchada en el silencio de la mad**gada. 

Me tomó de las caderas y comenzó un fuerte bombeo que me estremeció desde su inicio. Bajé mi cabeza para levantar más mis caderas y nalgas, lo que él aprovechó para subir un pie al diván y tener mejor control de sus movimientos. Bombeaba tan fuerte que el choque de nuestros cuerpos se escuchaba junto a nuestros sexos lubricados por nuestros jugos, lo que hacía una erótica sinfonía que me puso más caliente de lo que estaba. Nunca imagine las intensas sensaciones que el sexo podía provocar. Mis prejuicios infantiles y morales impuestos por mi familia y la sociedad estaban siendo desbaratados en ese instante por mi vecino, quien en ese momento me estaba convirtiendo a una verdadera puta. Sentía como su verga entraba y salía de mi sin misericordia.

-Que rica estas chiquita, estas bien apretadita. Me dijo
-Te gusta mi panochita? Pregunté.
-Si me encanta, esta deliciosa, siento como me aprietas mi verga tan delicioso.
-Úsala, úsala para satisfacerte. Le dije sin prejuicios.

Me tomaba de las caderas como si fuera una muñeca con la que se estaba masturbando. Yo me encontraba en pleno éxtasis disfrutando la interminable e intensa sensación de ser cogida salvajemente por un verdadero macho. Ya no veía nada por estar con los ojos en blanco gritando sobre el cojín, mientras él embestía su monstruo dentro de mi cuevita. No se cuantos orgasmos tuve, pero fueron muy intensos uno del otro, algunos interminables, con pequeños lapsos de menor intensidad que se incrementaban a cada uno de los movimientos de mi cogedor. 

-Ahhhhhhh… estoy por venirme. Advirtió.
-Vente papito, vente, quiero que me des toda tu leche. Le supliqué.
-Donde quieres que me venga? Me preguntó
-Donde tu quieras papito, vente donde tu quieras. 
-Tu dime? Insistió.
-Donde quieras, si quieres dentro de mi, no te preocupes, tomo pastillas anticonceptivas. Aseguré.
-O si quieres echármelos en la mi cuerpo o en mi boca. Donde tu lo desees. Dije. 
-Quiero venirme en tu boca. Me pidió.
-Si papito donde tu quieras. Dije.

Aceleró sus movimientos y comenzó a bufar anunciando que estaba a punto de estallar. Me separó rápidamente y me jalo para que me hincara, lo que hice de manera rápida mientras abría mi boca para recibir el tan deseado premio. Con su mano comenzó a jalársela mientras con mi lengua acariciaba el frenillo de su chile. No tardó mucho y comenzó nuevamente a temblar descargando largos chorros de espesa y caliente leche que llegaron hasta mi garganta, llenándola de ese salado y cremoso atole que nunca antes había probado. Algunos chorros cayeron en el resto de mi cara.

-Ahhhhhhh… Que delicia. Decía con los ojos en blanco y la cara levantada hacia el techo.

Terminó y puso su verga en mi boca, la cual nuevamente volví a mamar exprimiéndola en su totalidad y dejarla limpia, sin ninguna gota de semen en la uretra y ninguna gota en el exterior. Se sentó jadeando en el diván aún con la verga parada, mientras yo seguía hincada degustando los residuos de leche que habían caído en mi cara.

Estábamos exhaustos, empapados en sudor. Descansamos unos minutos y reaccioné un poco después de la situación. Me levanté y fui al baño a limpiarme. De regreso en la sala, él se dedicó a observar como me vestía de nueva cuenta. Me acerqué a él y con un largo beso nos agradecimos mutuamente tan deliciosa noche. Salí corriendo de su casa, con los tacones en la mano para no hacer ruidos. Ya eran casi las 6 de la mañana. Entre sigilosamente a mi casa y me dirigí a mi cuarto sin hacer un solo ruido. Mis padres estaban profundamente dormidos, que no se dieron cuenta de nada. Me acosté en la cama recordando lo sucedido y aún sientiendo un ligero palpitar en mi chochito. Acaricié mi clítoris y estaba tan sensible que sentí como una descarga eléctrica cuando lo rosé con mi dedo. Con mis recuerdos rondando en mi cabeza me quedé profundamente dormida.

Me desperté a las 12:30 del medio día y me dirigí a la cocina. Ahí estaba mi madre preparando algo de comer.

-Que haces má? Pregunté.
-Preparando unas botanas. Ándale, metete a bañar que vamos a salir a comer al jardín con los vecinos.

El comentario de mi mamá me alegró inmediatamente, ya que lo volvería a ver. Tenía en mi cabeza aún las horas anteriores que había pasado con mi vecino. Me metí a bañar, lavé perfectamente mi panochita, aún sentía mis jugos sobre mis labios vaginales. Deliberadamente me metí el dedo en el culo, donde horas antes había estado la lengua de mi vecino. Mi dedo se hundió dentro de mi colita sin ningún problema. Aún tenía dilatado mi culo. Eso me excitó demasiado. Salí del baño, y me fui a mi habitación para cambiarme. Me puse un traje de baño de bikini brasileño con cintas que se atan a las caderas, por si había que nadar. Me puse un mini short y unas sandalias. No me puse nada por arriba, dejando mi pequeñas tetas solo cubiertas por el brasier del traje baño. Salí un poco nerviosa por como reaccionaría al verlo. Al ir bajando las escaleras que dan a la alberca, ahí estaba él sentado en la mesa del jardín bebiendo y platicando con mi papá y otros vecinos. Se veía hermoso, con su traje de baño largo, una playera sin magas y unos lentes oscuros. Cuando me vio esbozó una sonrisa que me hizo sentir bien recibida. Como siempre saludé a todos de beso en la mejilla. Al último lo saludé a él dándole un beso muy cerca de la comisura de su boca. Sentirlo de nueva cuenta cerca de mi, oler su aroma combinado con bloqueador solar me excito tanto que mi pepita nuevamente comenzó a palpitar de deseo. Me senté con ellos y me incorporé a la platica. Estábamos sentados en la misma mesa donde horas antes él y yo habíamos estado cogiendo. No podía creerlo. Por mi cabeza pasaba la idea de que sucedería si todos se enteraran lo que estuvimos haciendo durante la mad**gada. Esa sensación de saber algo que los demás no, y estar ocultando ese algo me excitó en demasía. Todos platicábamos animadamente bebiendo cerveza, disfrutado del clima. Por momentos nuestras miradas se cruzaban y nos regalábamos mutuamente una sonrisa. El tema de la conversación se fue hacía los postres, pasteles, helados y demás. Mi vecino hablaba de unos pasteles deliciosos de una pastelería en particular. En el calor de la charla dijo que iría por un pastel para el postre. Se levantó de su asiento, con la negativa de los demás. Mi padre le dijo que solo si le permitía pagarlo, él se negó y dijo que regresaba en un momento. Mi madre en ese momento dijo.

-Que te acompañe Karime por lo menos.

En el acto me levante como impulsada por un resorte al estar completamente de acuerdo con mi madre. El solo sonrió y espero a que lo alcanzara. Nos subimos a su auto, y no podía negar mi nerviosismo. Íbamos saliendo del condominio cuando me preguntó:

-Como amaneciste? 
-Jajajajajaja… Adolorida. Contesté entre risas.
-Si? 
-Si, que tu no? Pregunté
-No, para nada la verdad. Respondió.
-No, yo si. Muy adolorida. Dije.
-Perdón, no era mi intención Jajajajaja… Dijo entre risas.
-No te preocupes, es un dolor rico, además me gustó el motivo por el cual estoy adolorida. Dije en tono pícaro. 
-En verdad te gustó? Preguntó
-Claro, no solo me gustó, me encantó. Lo volvería a repetir. Dije con un poco de más seguridad.
-De verdad? Preguntó sorprendido.
-Si, por supuesto. Dije 
-Que tu no? Inquirí
-Claro que si. Que es lo que te gustaría repetir? Preguntó en un tono pícaro.
-Me gustaría repetirlo todo, cuando digo todo, es todo, Jajajajajajaja… dije entre risas.
-Jajajajajajajaja… se rió junto conmigo y preguntó. 
-Pero algo en especial que hayas disfrutado mucho?
-Es que la verdad disfrute todo, pero si tengo que escoger. Me encantó mamártela. Jajajajajajajajajajaja…
-Jajajajajajajajajajajaja… en serio?
-Si, la verdad tienes una verga muy rica. Le dije sin ninguna pena. 

Estaba sorprendida de mi misma, no se por que extraña razón esas palabras salían de mi boca sin problema alguno, siendo que con mi novio jamás había hablado de esa manera. 

-Ya no sigas que mira como me estoy poniendo. Dijo entre risas.

Al mirar hacía su entre pierna pude ver como su verga ya estaba dura y hacía una especie de carpa en su traje de baño. Sin pensarlo estiré mi mano y acaricié ese hermoso instrumento de placer sobre el traje de baño. Sentí como al contacto con mi mano comenzó a ponerse más duro a pesar de estar el traje de baño de por medio. Lo tome entre mis manos y lo apreté.

-Que haces? Dijo en tono de broma
-No te gusta que haga eso? Contesté
-El problema no es si me gusta o no, sino que me vas a dejar muy caliente.
-No te preocupes, yo me encargo de que quedes enteramente satisfecho. Dije mientras desabrochaba la agujeta de su traje de baño.


Abrí el traje de baño y saltó ese enorme pito grueso, lleno de venas y con una gotita de esa rica miel que una noche antes me había dado a probar. Subí y bajé mi mano lentamente, apretándolo ligeramente. Él subió los vidrios de las ventanillas de su coche los cuales eran polarizados. Entendí perfectamente el mensaje o al menos así lo interpreté. Desabroché mi cinturón de seguridad, me quité las sandalias para ponerme hincada en mi asiento y bajar lentamente a darle una rica mamada. Metí ese duro tronco lentamente en mi boca y lo apreté con mis labios, acariciándolo de arriba hacia abajo disfrutando de ese delicioso sabor.

-Que rica verga tienes. Me encanta. Le dije.
-Es toda tuya chiquita, mámala cuando gustes. Me dijo.
-No prometas algo que no vayas a cumplir, por que me la voy a creer. Le dije
-No es algo que no vaya a cumplir, cuando gustes mamarla y tenerla dentro de ti, solo pídemelo. Aseguró. 

Seguí con mi labor dándole lengua por todo el tronco mientras el seguía manejando en dirección a una plaza comercial donde estaba la pastelería. Tomaba entre mis labios esa dura y grande cabeza y la chupaba succionando fuertemente, lo que hacía que suspirara de placer. Mientras manejaba, estiraba su mano para meterla bajo el brasier del traje de baño y tomar mi pequeña teta y apretarme el pezón con los dedos, lo que hacía que me calentara más. Metía su pito hasta mi garganta pero no me cabía toda, quedaba un poco menos de la mitad fuera. Detuvo el auto y me tomó de la cabeza subiéndola y bajándola a un ritmo que sentí que se engrosaba más dentro de mi boca. Jamás había hecho eso en mi vida, yo misma no me reconocía por que me comportaba como una verdadera puta, alguien a quien la sociedad llama “sin valores”. Créanme que no me importaba en ese momento los convencionalismos sociales, ni mis padres y su educación, ni el tener novio y “tener” que ser fiel a pesar de la insatisfacción que esto pudiera provocarme. Ahí estaba yo, en cuatro patas mamando la hermosa verga de mi vecino, disfrutando de algo que me estaba encantando hacer. 

Mi saliva empapaba esa hermosa verga que brillaba majestuosa cual espada desenfundada, lista para penetrar al enemigo. Mi vecino metió su mano en mi cintura y con los dedo desabrochó mi short. Comprendí su deseo, por lo que solté su verga para incorporarme y bajarme completamente el short. Al hacerlo, pude darme cuenta que estábamos en el estacionamiento subterráneo de la plaza comercial. No había muchos coches a nuestro alrededor, de hecho no había ninguno.

-Donde estamos? Pregunté
-Estamos en el último piso del estacionamiento. Contestó.

El saber que alguien pudiera llegar hizo que me calentara aún más, por lo que seguí mamando con desesperación como si mi vida dependiera de eso.

-Ahhhhhhhh… La mamas muy rico. Dijo entre suspiros.
-Tu me haces hacerlo rico, tienes una verga tan rica que lo único que puedo hacer es tratarla bien. Dije a modo de respuesta.

Nuevamente estiró su mano y la metió bajo el bikini para acariciar con su dedo toda mi rajita que ya estaba escurriendo un mar de jugos por lo caliente que me encontraba. Metió un dedo dentro de mi chochito haciéndome estremecer de deseo. Movió de adentro hacia fuera su dedo lo que me provocó un intenso orgasmo que hizo que la vista se me nublara. El hecho de estar en un lugar público con el peligro de ser descubiertos me excitaba mucho más.

-Estoy mu caliente. Le dije.
-Ven aquí.

Me tomo de la cintura y como si fuera una muñeca me levantó y me montó sobre de él. Hizo de lado el bikini y sentí como la cabeza hinchada de su verga se posó entre mis labios vaginales. Lentamente me fui sentando sintiendo nuevamente como ese duro invasor iba ocupando lugar dentro de mi. Estaba tan mojada que resbalaba limpiamente hasta sentir que me llegaba al estomago. Me tomó de las nalgas y comenzó a subir y a bajarme de una manera que podía sentir las venas hinchadas de su pito acariciar mis paredes vaginales, las cuales estaba empapadas por nuestros jugos, me excitaba saber que nuestros jugos se combinaban haciendo que ese rico olor a sexo llenara el ambiente dentro del coche. Mientras nos entregábamos el uno al otro, nos besábamos como si fuéramos viejos amantes. Tomándome de la cintura comenzó a moverme en circulo con toda su verga dentro de mi chocho lo que hizo que me viniera de una manera descomunal.

-Ahhhhhhh… que rico me estoy viniendo. Dije entre gemidos.
-Vente, vente rico en mi verga chiquita, mójame con tus jugos. Me susurró al oído.

Sus palabras más que m*****arme, me excitaban muchísimo. Estaba acostumbrada a las palabras de amor que en ocasiones mi novio me decía, pero jamás pensé que ese lenguaje fuera de los más cachondo. Me trataba como a una cualquiera y no me m*****aba en lo más mínimo, por el contrario, me agradaba.

Siguió moviéndome a su antojo de abajo hacía arriba, incrementando la velocidad de las embestidas, intercalándolas con los ya mencionados movimientos en circulo, mientras, subiendo el brasier del traje de baño mamaba mis tetitas que se ponían duras de lo delicioso que las chupaba. Desabrochó las tiras del bikini y me lo quito por completo aún con su verga dentro de mi. Ensalivó uno de sus dedos y abriendo mis nalgas comenzó a darme un rico masaje en mi culito con su dedo. Yo me encontraba en completo éxtasis subiendo y bajando de ese hermoso monstruo que más que perder fuerza, parecía que se alimentaba de los jugos de mi pepita para tomar más fuerza y hacerse más grande. 

-Ay, así papito, cógeme más, así, así, así, no pares por favor. Le decía 
-Quieres más verga? Me preguntaba.
-Si mi amor, quiero toda tu verga, la quiero dentro de mi siempre. Dije.
-Siempre? Preguntó.
-Si, siempre, la quiero siempre dentro de mi. Quiero ser tuya siempre. Soy tuya completamente. Le dije si dudar de mis palabras.

En ese momento el sumió su dedo dentro de mi ano, haciéndome gritar de placer. Por un lado tenía toda su verga entrando y saliendo de mi mojada concha, mientras que por otro lado su dedo entraba y salía de mi colita haciéndome experimentar un orgasmo mucho más intenso que los anteriores.

-Ay papito lindo, no sabes lo mucho que me haces gozar. Me vuelves loca de placer. Grite.

Sentía que mi cuerpo estaba a su máxima capacidad, sentía toda una especie de escalofrío recorriendo mi cuerpo, mi corazón palpitaba a mil por hora, mi respiración agitada, hacían que jalara aire por la boca. Metió otro dedo en mi culo, mientras me tomaba de la nuca y se acercaba para besar mis labios. Mi lengua busco inmediatamente la suya, esa acción hizo que me viniera en otro rico orgasmo de nueva cuenta, que hizo que mordiera sus labios de tanto placer. El sabor de sus besos era delicioso, su excitación hacía que el vaho de su aliento fuera diferente, más a****l, más rico.

-Como me hubiera gustado haberlo hecho contigo la primera vez. Le dije.
-Te hubiera gustado? Me preguntó.
-Si, siempre lo fantasee de niña. Le dije.
-Que rico, no crees.
-Si. Me gustaría entregarte mi otra virginidad. Le dije sin pensarlo y dejándome llevar por lo caliente que estaba en ese momento.
-Cual?
-La de mi culo. Quiero que tu seas el primero y el único en tenerlo. Dije jadeando.

Sacó su verga de mi panocha y la apuntó a mi esfínter. Sentí como mojo con su cabeza llena de mis jugos los pliegues de mi ano, que deseoso de ser penetrado palpitaba de deseo.

-Vete sentando poco a poco. Me dijo.
-Ok.

Lentamente fui sentándome en ese duro pitote que por momentos me generaba cierto ardor en mi colita. Me habré tragado como la mitad de ese chorizo entre pujidos, cuando me pidió que me quedará quieta sin moverme. Así lo hice, no me moví. Sentía como su verga palpitaba dentro de mi culito. Poco a poco comencé a moverme de arriba hacia abajo, sintiendo el más grande placer hasta ese momento experimentado. Mis ojos estaban completamente en blanco disfrutando de ese enorme pito dentro de mi intestino, mientras él me jaló de los cabellos y comenzó a lamer mi cuello.

-Te gusta por el culo perrita? Me dijo
-Si, me encanta, dame más. Le dije entre pujidos y quejidos.
-Eres una perra putona?
-Si papito, soy una putona, cógete a esta perra putona.

Acelero los movimientos mientras seguía jalando mis cabellos y diciéndome obscenidades. Tanto mis padres como mis vecinos imaginaban que en ese momento estábamos comprando un pastel en la plaza como si fuéramos familia. Lo que mis padres no imaginaban es que su tierna y dulce hijita estaba en esos precisos momento siendo cogida por el culo como una puta mientras ella pedía más y más. Él comenzó a darme de nalgadas al mismo tiempo en que seguía embistiendo mi culo con ese a****lón que tiene como verga.

-Estas bien apretadita de tu culo. Siento como si masticaras mi verga muy rico. Me dijo.
-Cuando quieras este culito también esta a tu disposición. Le dije.
-De verdad? Preguntó.
-Si, ya te dije que quiero ser toda tuya. Cógeme cuando quieras, has conmigo lo que quieras. Le dije entre gritos de placer.

No tardó mucho en que sentí como su verga se ponía más dura anunciando que estaba por venirse.

-Me voy a venir. Dijo.
-Vente mi amor, vente dentro de mi colita, regálale toda tu lechita a tu puta.

Sentí una sensación tibia dentro de mi. Era su leche siendo depositada en el interior de mi colita. En ese momento nuevamente me sentí la más puta de todas las mujeres. Nunca pensé que algún día alguien penetraría mi ano y descargaría su semen dentro de mi. Y sobre todo que yo no solo lo permitiera, sino que hasta lo pidiera. Él se quedo temblando de placer mientras nos abrazábamos. Empujaba a un su pito dentro de mi como deseando que ni una sola gota de leche quedara dentro de él. Nos abrazamos y besamos deliciosamente. Un poco más repuestos, sacó su verga de mi y con unas toallas húmedas que traía en la guantera limpie mi culito del que escurría semen. Por su parte, él limpio su verga y se puso de nueva cuenta su traje de baño. Hice lo mismo y ambos salimos aún temblando con dirección a la pastelería. El aire refrescó nuestros cuerpos sudados por tan deliciosa sesión de sexo en el auto. Ambos íbamos felices y riendo por toda la plaza por lo que acabábamos de hacer. Me sentía diferente, una emoción embargaba mi pecho. Sentía que algo de mi había cambiado para siempre. Me sentía poderosa, con la capacidad de hacer lo que fuera en la vida. Eso es lo que me había dado mi vecino en menos de 24 horas. Confianza en mi misma, algo que mi pareja jamás ha hecho. Compramos el pastel y nos dirigimos de nueva cuenta a casa. En el camino de regreso platicamos de otras cosas. Venía completamente satisfecha, plena como mujer. En ese instante, todo era perfecto en mi vida. No necesitaba nada en lo absoluto, me sentía completa. 

La realidad me golpeó de nueva cuenta al llegar a casa y ver a mi novio sentado con todos con su cara de enojo por verme llegar con mi vecino. Mi vecino se acercó a saludarlo amablemente, el estiro su mano para saludarlo como si le estuviera haciendo un favor. Pude notar que todos se dieron cuenta de ello. Mi vecino comenzó a hablar acerca de no habíamos encontrado el pastel en la sucursal de la plaza, por lo que tuvimos que ir a otra a buscarla, con lo que justificaba nuestro retraso. Por mi parte me fui al baño y limpie de nueva cuenta mi culo que aún seguía escurriendo semen. Cuando salí, mi novio estaba afuera del baño esperándome. En cuanto me vio salir me jaló del brazo y me dijo.

-Que chingados estabas haciendo con ese pendejo. A donde fueron? Preguntó enojado.
-Fuimos a comprar un pastel, que no viste? Contesté.
-Si, un pastel. De seguro ese cabrón quiere algo contigo. Dijo.
-Cálmate, es mi vecino y sabes que todos aquí nos llevamos muy bien. Dije en tono m*****o.
-Si, seguramente.
-Bueno cabrón que quieres escuchar? Quieres que te diga que ahorita que nos fuimos le fui mamando la verga durante el camino y que en el estacionamiento de la plaza me cogió como una puta por el culo y que por eso vine ahorita al baño, a limpiarme el semen que aún me escurre por el culo? Eso quieres que te diga?

Se quedo con una cara de pendejo ya que nunca antes le había hablado así. Pero mi vecino me había hecho despertar. Había en mi una nueva mujer, una mujer dispuesta a no dejar que alguien tratara de coartar mi satisfacción. Me pidió perdón e hizo el drama que siempre hace después de sus arranques pendejos de celos. Lo que no sabía el idiota, es que ahora le había dicho lo que verdaderamente había hecho, y el muy imbécil creyó que bromeaba. Jamás imagino que su linda noviecita venía de ser cogida como una puta, y con el culo lleno de semen de otro hombre. En ese preciso momento se incrustó la idea en mi cabeza de mandarlo a la chingada. A pesar de haberme convertido en amante de mi vecino, él se ha preocupado por mi satisfacción sexual. Había acordado durante las vacaciones de semana santa de ir a la playa con mi novio y su familia. Pero, fingí enfermarme y argumentar que el doctor me prohibió salir de la ciudad. Las dos semanas de vacaciones escolares en las que no estuvo mi novio, la pasé de maravilla con mi vecino. Al grado de que tuve mi primera experiencia lésbica con su amiga Renata y otra amiga de él también del gimnasio (esa se las platico después). Lo cierto es, que mi vecino me ha enseñado en estas semanas que han transcurrido, todo lo que a sexo se refiere. He disfrutado con mi cuerpo como tienen una idea. Y por ende, estoy esperando tener una oportunidad de terminar mi relación de noviazgo. No quiero estar con un pobre pendejo que sigue pensando solamente en él, y en que las mujeres solo somos objetos de adorno dignos de enaltecer su ego. Casi todas las noches me escapo por el balcón de mi cuarto y voy a coger con mi vecino. Otras veces decimos que vamos al cine y nos vamos a un motel donde si puedo gritar a mis anchas el placer que me provoca. Me da unas cogidas maravillosas. Lo que más disfruto es de que me la meta por el culo, no tienen idea de lo mucho que lo disfruto. No se cuanto vaya a durar esto, pero mientras dure, lo disfrutaré al máximo.

9 comentarios - Mi primer relato ❤️

Holocaustonegro
Nunca entenderé a quienes no les gusta chupar panocha, yo tengo un chingo de ganas de hacerlo
DnIncubus
Yo creo que es algo cliché de los relatos, es igual que "la tiene más grande y larga que mi marido" así mismo es "mi novio o marido no me la chupa"
DnIncubus +1
Que relato, intenso, algo largo pero bueno, debiste haber dejado a tu novio hace rato, personas así es mejor dejarlas, total como dices con tu vecino puedes iniciar algo no, hay continuación?
bale06 +1
Que linda vecindad, yo quiero!
Platense96 +1
muy bueno y te lo digo siendo alguien que no suele leer relatos. medio gallega la redacción nomas jajaja
hotgsa +1
EL vestido negro que tenias uff 🔥😈
danidatolo10 +1
"Cuidadosamente me bajo colocándome sentada en la mesa. Tenía un enorme deseo de besarlo, pero él me empujo para quedar acostada en la mesa. Abrió mis piernas y escuche como comenzó a desabrocharse el cinturón"
Fuego...
saabrinaa96
🔥🔥🔥
juuli88 +1
es ley, si te dejan pasar amablemente es para mirarte el culo jaja
y la parte de decir que no, y terminar diciendo "aca no" jajaja poco nos dura la lucidez cuando estamos calientes 😉
albegas
Me encanto el relato, me encantaria que publicaras mas.