Aventura en México III

Habitación

Se levantó, tiro de mi mano y la seguí, estaba claro que le gustaba que la mirara el culo y más ahora que no tenía nada debajo del pareo. Días después me confesaría, que un par de años atras era una chica gordita, que no se preocupaba por su imagen, pero cuando ingresó en la Uni decidió cambiar. Se apuntó a un gimnasio y bueno...le encantaba mostrar el resultado del duro esfuerzo que había realizado para tener ese imponente e hipnotizante culo.
Se dirigió al lugar donde estaba la habitación que tenía ella reserva. Abrió la puerta, entró ella primero y yo detrás, nada más cerrarla, la jalé del pelo y tiré de ella hacia mí. Le di la vuelta y sin soltar su pelo la besé en la boca deslizando mi mano entre sus piernas. Tengo que darme una ducha, me pica todo el cuerpo de la sal, le dije. Fui al baño, me bajé el bañador, me quité la camiseta y me metí en la ducha. No había terminado de abrir el grifo, cuando noté sus tetas en mi espalda y su mano agarrando mi polla que hasta notar el tacto de sus dedos estaba a medio gas pero bien mojada.

Aventura en México III

¿crees que a mi cuerpo no le afecta la sal? me preguntó
-quería comerte el coño con sabor a mar...así que...no te lo mojaré mucho. Reímos.
Nos enjabonamos mutuamente, nos aclaramos y al salir de la ducha, se agachó y comenzó a mamarme la pija con ansia, acariciando mis bolas y pajeandome al tiempo.

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Después de unos minutos, la levanté y la cargue en mis brazos y apoyando el culo en la encimera del lavabo se la clave hasta el fondo. Se agarró a mi cuello, me besó en la boca y apretaba sus tetas contra mi pecho -me encantaba sentir sus pezones duros en mi piel- la sujeté firme por las nalgas y comenzó a subir y bajar a lo largo de mi verga, mientras me susurraba al oído "dame fuerte cabronazo". Notando como su sexo se deslizaba arriba y abajo a lo largo del mío me dirigía a la cama y la tiré con fuerza en la cama, le di la vuelta y la puse a cuatro patas y la arrastre al lateral, para poder abrir bien sus nalgas y deslizar mi lengua entre ellas, lamiendo y escupiendo bien su ano, mientras ella se acariciaba el clítoris con su mano. El oír como gemía y jadeaba me volvía loco y aunque no podía ver su cara la imaginaba llena de lujuria.
Fóllame cabrón, reviéntame el coño -oí- separé bien sus piernas acomodándolas a la altura de mi verga y se la restregué por sus labios completamente mojados y crecidos antes de metérsela hasta los huevos de un solo golpe. Aulló como una perra y enseguida empezó a culearme. Aproveché sus movimientos para llevarme el pulgar a la boca, humedecerlo bien y metérselo en el ano. Aceleró el ritmo dándome a entender que le había encantado.

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La tiraba del pelo, la sujetaba fuerte de las caderas, le daba azotes en sus nalgas, azotes que sonaban bien y a los que respondía con un "cabronazo", "hijo de puta" sigue, sigue ¿no sabes clavarme la polla más fuerte? sus palabras me encendían, estaba fuera de mí y apena podía aguantar más, gritó me vengo perro, dame más, dame más, aceleré todo lo que pude hasta que gritó como una loca entonces la saqué de su coño, se giró con rapidez y descargué toda mi leche en su boca y en su cara. Me acerqué a ella y jadeantes nos fundimos en un profundo y rico beso.

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