Por Fin me Cogí a la Suegra de mi Hermano

Por Fin me Cogí a la Suegra de mi Hermano

Me llamo Christian, tengo 31 años y llevo un par de años conociendo a la suegra de mi hermano y por fin pude cogérmela, les contaré cómo comenzó todo.
Hace unos 2 años, mi hermano y su esposa organizaron, en un restaurante, una fiesta de cumpleaños para su hija mayor (tienen 2) era el festejo de su cumpleaños número 8 (Si no mal recuerdo) fue ahí cuando me presentaron a la señora Rebeca, desde el primer momento que la vi sentí un cosquilleo en todo mi cuerpo, principalmente en mi verga. Ella es una mujer de entre 45 y 48 años (por lo que puedo calcular), cabello rubio, piel clara y un carisma que hipnotiza, aunque su cuerpo no es el de una mujer de veintitantos años está bien conservado para su edad, no es delgada ni tampoco tiene sobre peso, lo normal diría yo, tiene un culo y unas tetas de tamaño mediano las cuales se adueñaron de mi vista a los pocos segundos de verla por primera vez ya que llevaba puesto un vestido gris un poco ajustado con un escote que dejaba ver la mitad de sus tetas, unos tacones abiertos que dejaban ver la hermosura de sus pies y la falda del vestido le llegaba a medio muslo, lo suficiente para que cualquiera notara sus piernas aún un tanto tonificadas así que, de vez en cuando, mientras la señora Rebeca se sentaba yo aprovechaba para ver esas hermosas piernas (cuidando que nadie, principalmente mi esposa, se diera cuenta de a dónde dirigía mi vista). Me pasé toda la fiesta siguiendo el culo de la señora con mis ojos, a penas habíamos cruzado unas cuantas palabras al conocernos y esa mujer me había dejado totalmente cautivado, se los juro, es una auténtica MILF.
El festejo terminó y yo lamentaba el no poder pasar más tiempo viendo esas nalgas y tetas paseándose de un lado a otro asegurándose que los invitados estuviésemos bien atendidos (si supiera la atención que deseaba que me diera). Mi hermano y mi cuñada nos invitaron a varias personas, a mi esposa y a mi a seguir con la fiesta en su casa a lo cual aceptamos ya que ahí podríamos beber un poco ya que, como la fiesta era infantil no había bebidas alcohólicas. Mientras iba manejando de camino a casa de mi hermano sólo iba pensando en cuanto quería cogerme a la señora Rebeca y cual fue mi sorpresa que al llegar a casa de mi hermano, ahí estaba ella.
– Ella no vive en la ciudad pero su esposo la trajo especialmente apara festejar el cumpleaños de su nieta mayor así que se quedará aquí unos días.
Me contó mi hermano.
¡Perfecto! -pensé-.
Nos llevaron a la sala, la señora Rebeca nos acercó una botella de Brandy, vasos y hielo.
-Están en su casa, iré a ponerme algo más cómodo, mientras tanto beban un poco.
Dijo la señora Rebeca.
Yo estaba más feliz que un niño en juguetería, no cabía en mí mismo de la felicidad o para ser más exactos, mi verga ya no cabía en mi pantalón, así que tapé mi erección y me dirigí al baño mientras se pasaba mi excitación y al llegar al baño me di cuenta que el cuarto de la señora Rebeca estaba a unos metros (la escuchaba hablar con alguien dentro de su cuarto, posiblemente por el móvil). 
«Se está cambiando en su cuarto ¿Y si voy a espiarla… tendré la oportunidad de verla desnuda o al menos, en ropa interior?» Pero no me atreví por miedo a ser descubierto así que regresé con los demás. A los pocos minutos ella regresó, vestía ropa holgada pero aún así se notaba que no traía brasier.
La noche se pasaba en platicas, bromas y risas, la señora Rebeca era la mayor de todos ahí, podría ser la madre de cualquiera ahí, pero aún así se acopló bastante bien al ambiente. Yo no ponía atención a nadie que no fuera ella, la forma en que tomaba una calada de su cigarrillo, tomaba un sorbo a su copa, cruzaba las piernas y de vez en cuando notaba que yo la miraba fijamente y me respondía con una sonrisa, para después dejar escapar el humo del cigarrillo entre sus labios rosados, me cautivó completamente. 
Los meses pasaron y en ocasiones me enteraba, por mi hermano, de que la señora Rebeca estaba en la ciudad, no siempre tenía oportunidad de verla y beber con ella debido a mi trabajo, pero un día, hace apenas un par de meses me enteré con anticipación de que su esposo la traería de nuevo (él no es el padre biológico de mi cuñada, eso y que no puede abandonar su trabajo ni por un día completo me facilitaban las cosas) y como siempre que viene se queda en la casa de mi hermano busqué una excusa para estar con ellos y ver a la señora Rebeca, así podría averiguar de una vez por todas si podría llegar a algo con ella.
– ¡Oye! veámonos el fin de semana para beber algo.
Le propuse a mi hermano.
- No puedo, recuerda que este fin de semana viene mi suegra y mi esposa quiere que la pasemos con ella.
- No importa, mira, ustedes no alteren sus planes y en la noche ya que estén en tu casa me llamas y yo llego con una botella, no necesariamente tiene que ser en un bar e incluso invitamos a tu suegra, ya sabes que nos llevamos muy bien y así aprovecho para saludarla.
- Muy bien, me parece.
Así quedó el plan al cuál no tenía pensado incluir  a mi esposa por obvias razones. Cuando llegué ese día a casa de mi hermano, en el instante en que la señora Rebeca me vio fue a saludarme con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla a lo cuál yo respondí gustoso y aproveche para apretarla tan fuerte que podía sentir sus tetas aplastándose en mi pecho, esas tetas que tanto quería agarrar. La señora Rebeca llevaba un short negro corto que apenas podía tapar ese culo (el que tantas veces había imaginado mientras me pajeaba) y una playera blanca delgada y de tirantes sin nada debajo de ella que dejaba notar que sus pezones estaban parados y duros, seguramente ya estaba preparándose para dormirse.
– No me avisaron que vendrías -Me dijo la señora Rebeca-
– Que gusto verla de nuevo señora.
- Te he pedido que no me llames «Señora», dime Rebeca o Rebe.
- Muy bien Rebeca, ¿Nos acompañas con un trago?
- Por supuesto, sabes que aunque sea mayor que ustedes, aún puedo seguirles el ritmo.
Me respondió con una sonrisa y un guiño.


Sólo éramos los 4 pues mis sobrinas se había acostado antes de que yo llegara. Pasaron unas horas.
– Nosotros ya nos iremos a dormir, te puedes quedar en el sillón, en el closet bajo las escaleras hay cobijas y almohadas para que tomes las que necesites.
Me dijo mi hermano.
- ¿Cómo que a dormir? Quédense un rato más.
- Déjalos – dijo Rebeca – Quieren ir a coger jajajajajaja.
- ¡AY MAMÁ! ¿Cómo dices esas cosas?
Le reclamó mi cuñada.
Yo me reí pues era común que Rebeca hiciera ese tipo de comentarios a mi cuñada y mi hermano, así se llevaban ellos.
– Muy bien ya váyanse, pero la dejas bien cansada ¡Heee!.
Le dijo Rebeca a mi hermano, él y yo reímos a carcajadas al escuchar eso y una vez que se fueron.
– Les gusta comer enfrente de los hambrientos.
Dijo Rebeca.
- ¿Cómo así? ¿Me vas a decir que estás «hambrienta»?
- Ufff con el trabajo de mi viejo tengo suerte si me toca palo 1 o 2 veces al mes.
Me encantaba, no tenía pena de decir lo que pensaba, incluso frente a personas que acababa de conocer pero aún así era muy respetuosa y se hacía respetar.
– Debe ser frustrante,  -le respondí- llegar a esa edad y tener tan poca actividad sexual, yo pienso disfrutar al máximo mi sexualidad, incluso cuando tenga más edad que tú ahora.
- Lo es, aunque a veces me manoseo pero no quedo completamente satisfecha, a veces lo hago aquí, mientras escucho coger a mi hija con tu hermano.
- ¿Te excita escuchar como gime tu hija? jajajajajaa.
- No es eso, lo que me excita es que ellos puedan escucharme a mi.
Me respondió junto con una risa que mostraba lo atrevida que podía ser.
– Bueno me voy, así aprovechas para desahogar un poco esa frustración.
La verdad es que ya era muy tarde y debía llegar a casa.
– ¿Cómo que te vas? -me reprochó Rebeca- Tu hermano dijo que podías quedarte, además aún queda alcohol en la botella ¿No me vas a ayudar?.
Accedí a terminarnos la botella y cuando lo hicimos me despedí de nuevo.

- ¿Enserio te vas a ir? Estás tomado, no debes manejar así
– La verdad no quiero quedarme en el sillón, es muy pequeño para mi, mis pies quedarán flotando en el aire, además no quiero escuchar como aquellos 2 cogen, (si ponías atención podías escuchar sus gemidos) y no quedan cuartos disponibles, están todos ocupados.
- Bueno, quédate en mi cama.
- ¿Y qué? ¿Tú dormirás en el sillón? No podría hacerte eso, mejor me iré.
- Es una cama matrimonial, ahí cabemos perfecto los dos.
Mis ojos se abrieron completamente y se iluminaron, pensé que había perdido mi oportunidad, pero ahí estaba y no pensaba desperdiciarla pero tampoco quería notarme ansioso.
– ¿No tienes problemas con que duerma contigo?
Le pregunté a Rebeca.
- Entre tú y yo habrá toda la confianza que quieras.
Me respondió.
Acepté sin más y la ayudé a levantarse para dirigirnos al cuarto, con una mano sujetaba la suya por detrás de mi cuello para que pudiera apoyarse en mi y con la otra mano la tomaba de la cintura, su playera se había levantado un poco por la posición en la que estaba así que pude tocar su piel, era muy suave, quería seguir tocándola así que la apoyé fuerte contra mi y una de sus tetas se apoyó en mi pecho, con mi mano en su cintura le daba ligeros y «accidentales» masajes circulares.
– No me vayas a «tirar» por que si lo haces, nadie me va a querer «recoger».
No comprendí bien si estaba usando palabras en doble sentido o era otro comentario más de su humor característico por lo cuál sólo respondí:
- No te preocupes, te estoy agarrando muy bien.
La ayudé a recostarse sobre la coma y le dije:
- Sé que me comentaste que no había problema con que durmiera contigo pero la verdad es que suelo dormir desnudo ¿No te importa?.
Realmente sólo duermo en ropa interior pero en esta ocasión estaba dispuesto a arriesgarlo todo.
- No hay problema, de hecho, yo me quitaré el short, si no te molesta.
- Claro que no.
Yo estaba encantado, ella llevaba puesto unas bragas negras de encaje, de esos que llaman cacheteros, su culo se veía precioso, ese trasero aún estaba firme, quería propinarle una buena nalgada en ese momento, mi verga ya estaba bastante dura así que apagué la luz del cuarto y me metí bajo las cobijas para evitar que notara mi erección, sentía que mis huevos estaban a punto de explotar. Ella también se metió debajo de las cobijas, se recostó de lado dejando su culo a escasos 30cm de mi, me giré en dirección a ella para, poco a poco, acercar mi verga a su culo ¡MMMMM! como deseaba restregar con fuerza mi verga en esas nalgas ya estaba cerca y no quería perder la oportunidad por ser imprudente. cuando por fin sentí que tenía mi falo en la raja de su culo comencé a mover mis pies fingiendo rascarme las piernas para poder restregarle y al mismo tiempo empujaba más mi verga contra sus nalgas, mi calentura subía y los empujones que le daba se volvían más fuertes y con más frecuencia, comencé a sentir como el líquido pre seminal salía de la punta de mi falo, la escuché roncar ¡ESTABA COMPELTAMENTE DORMIDA!, seguramente el alcohol había hecho efecto, de sólo pensar en lo siguiente que haría hizo que me mordiera el labio inferior y restregué mi verga en su culo con tanta fuerza que pude recorrerla a la orilla de la cama al mismo tiempo que dejaba salir un ruido de placer, alcancé a poner una almohada sobre mi rostro para ahogar el gemido y evitar despertarla, cuando quité la almohada pude escucharla roncar de nuevo «¡Qué bien! no se despertó», eso me dio más confianza para poder manosearla a mi antojo, metí una mano por debajo de su blusa y le agarré las tetas con fuerza, con mis dedos apretaba y estiba sus pezones, no podía más y la acomodé boca arriba, con cuidado de no despertarla, levanté su blusa para poder ver sus tetas, esos pechos que desde hace mucho quería ver y pude hacerlo gracias a la poca luz que se colaba por las ventanas, eran magnificas, comencé a chuparlas, mientras chupaba una apretaba la otra, ella seguía roncando y mi verga estaba más dura que nunca, estaba tan dura que me dolía (debo decirles que esas son las mejores tetas que he probado) dirigí mi manoseo a su panocha, por arriba de sus bragas negras, pero sus piernas estorbaban para meter mi mano completa entre ellas y poder agarrarla a mi antojo así que con cuidado le abrí las piernas, ufff esa panocha depilada era lo mejor de la vida, yo no dejaba de chuparle las tetas y lo hacía cada vez más frenéticamente, estuve varios minutos lamiendo sus pezones, agarrando y metiéndole dedos a esa vagina depilada, tenía que bajarle sus bragas, quería verla con mis propios ojos y probarla con mi lengua, con cuidado de no moverla demasiado le quite su ropa interior, la tomé con mis manos y la llevé a mi rostro para poder olerla, era un aroma delicioso, bajé la vista y ahí estaba esa deliciosa y rosadita panocha con la que sólo había podido imaginar para después pajearme hasta varias veces al día, estuve contemplándola por un instante, era suave, hermosa y con labios perfectos, los separé con mis dedos para verla mejor y ahí me di cuenta que ¡Estaba húmeda! lo cual me hizo entender que se había despertado, me quedé helado por un instante levanté la mirada y me encontré con la de ella, mirándome fijamente y sonriéndome, entendí que le estaba gustando lo que hacía, bajé de nuevo mi vista y NO PUDE MÁS comencé a chupar su deliciosa panocha, al principio era lento y suave, después fui subiendo el ritmo de mi lengua, ella gemía, movía sus caderas, me tomaba con fuerza del cabello y me jalaba con fuerza hacía su vagina, eso me excito bastante así que moví más a prisa mi lengua y ella gemía más fuerte.

– Sigue, así, sigue ¡SIGUEEE!
Me ordenaba.
«No te preocupes, no pienso despegarme de aquí hasta conseguir mi premio» -pensaba- mientras seguía estimulando su clítoris con mi lengua, ella se estaba mojando más y aproveché sus líquidos vaginales para lubricar mis dedos y dirigirlos hacía su ano, poco a poco, con movimientos circulares comencé a masajear la entrada de su recto, metía mis dedos en su panocha para lubricarlos más y después los metía en su ano sin dejar de atacar su clítoris, ella dejó escapar otro gemido, yo de nuevo aumenté la velocidad de mi lengua y mis dedos, ahora eran 2 los que tenía dentro de Rebeca, me excitaba tanto escucharla.
– ¡SIGUEEE!… ¡QUE RICO!… ¡MMMM!
Los gemidos de Rebeca era música para mis oídos y sus fluidos vaginales eran un manjar para mí, la venas de mi verga palpitaban rápidamente, aceleré el ritmo de mi lengua y de mis dedos lo más que pude, ella se estremecía de placer y no paraba de gemir, me tomaba del cabello con más fuerza, con ambas manos y me jalaba hacía su pelvis como si tuviera miedo de que me fuera a despegar de su vagina, para ese momento ya no sólo me jalaba con sus manos, colocó sus pies detrás de mi cuello para empujarme con más fuerza hacía ella, me jaló con tanta fuerza que mi nariz quedó pegada a su piel lo cual me impedía respirar, aún así no me quité, ella tenía el control y me encantaba, yo seguía lamiendo su panocha, sus gemidos se hacían más frecuentes, más rápidos, se escuchaba bastante agitada, dejó de hacer ruido por un par de segundos y ¡POR FIN! pude sentir como se chorreaba en mi boca, era una completa explosión de fluidos vaginales golpeando mi rostro e inundando el interior de mi boca, ese líquido sólo se cortaba un segundo para después dejar salir más y más, ella no gemía, no podía, su espalda estaba totalmente encorvada hacía arriba, sus manos me soltaron para sujetar con fuerza la almohada sobre la que estaba recostada y dejó escapar un gemido, en un principio ahogado hasta poder gritar de placer, volteé a mirarla, sus ojos estaban en blanco, su boca totalmente abierta, no dejaba de presionarme con sus piernas para impedir que me retirara de su panocha, yo ya no podía respirar y sólo hasta que su orgasmo terminó fue que me liberó de la hermosa prisión de sus piernas. ¡FUE MAGNIFICO! no sé qué palabras usar para describirles el placer que sentí en ese momento pero la simple excitación que me provocó todo aquello fue mucho mejor que cualquier orgasmo que hubiese tenido antes. Después de tragarme los fluidos que Rebeca había arrojado dentro de mi boca por fin pude respirar, inhalé profundo y con fuerza, esperé unos segundos para que mi respiración se tranquilizara un poco, mientras la observaba tumbada en la cama casi desnuda. Bajé a lamer de nuevo su panocha, ella se estremeció de nuevo y gimió un poco, me tomó de mis brazos y jalaba hacía arriba, yo me resistí, quería seguir con mi rostro entre sus piernas, era el mejor lugar en el que había estado (incluso mejor que la de mi esposa) y no quería irme. ella lo notó y me jaló de nuevo, ahora con más fuerza, accedí a subir con ella mientras recorría el camino con mi lengua, su vientre, su ombligo, sus tetas de nuevo y cuando llegué a su cuello restregué mi verga contra su vagina, dejé caer mi peso sobre ella para que no hubiera espacio entre nuestros sexos y ella se mordió los labios para ahogar un gemido.
– Lamento haberte despertado.
Le dije.
- De hecho, nunca estuve dormida ¿Te engañé verdad? ¿Enserio creíste que con tan poco alcoholo caería dormida? Incluso el fingir que no podía caminar bien, te lo creíste jajajajaja.
- ¿Entonces fingiste todo el tiempo?
- Llevo mucho tiempo pensando en ti Christian, cuando despierto, cuando voy al trabajo, cuando voy de compras, cuando me toco, incluso cuando mi esposo me está cogiendo yo pienso en ti. Hoy te tenía aquí y no tenía pensado dejarte ir esta vez así que fingí, te traje a mi cama para facilitar las cosas y gracias a eso me corrí en tu cara jajaja.
Ella también me deseaba, me engañó por completo, planeó la situación e hice justamente lo que ella quería, caí en su juego y darme cuenta de eso ¡ME PUSO COMO UN TORO!. Comencé a besarla apasionadamente y con lujuria, metía mi lengua en su boca, ya no aguantaba más, tenía que penetrarla ¡YA! pero Rebeca se me adelantó, tomó mi verga con su mano, abrió las piernas como una puta y la colocó justo en la entrada de su panocha, yo empujé un poco, lo suficiente para que la cabeza rojiza de mi verga entrara en su vagina y comencé a moverme hacía adelante y atrás, ella comenzaba a gemir sin apartar su boca de la mía, gemía mientras tenía mi lengua dentro de su boca y la punta de mi falo dentro de su panocha, aceleré el ritmo y sentí sus manos apretándome las nalgas, me encajó las uñas y me jalaba con fuerza hacía ella, sabía lo que quería, pero ahora era yo quien tomaba el control y no permitía que algo más allá de mi glande entrara en su vagina, me separé de ella y me puse de rodillas sin dejar que la cabeza saliera de su panocha, la miré y le dediqué una sonrisa burlona.

- ¿No quieres metérmela?
- Claro que si, lo deseo y lo haré… si me ruegas por ello.
Eso siempre me ha gustado ya sea que yo tenga el control o que me controlen pero lo que más me gusta es pelear por quien el control. Coloqué una almohada y la puse debajo de las caderas de Rebeca (inténtenlo, eso mejora el placer que ofrece el misionero) agarré sus piernas, por detrás de sus rodillas para abrirlas aún más y de nuevo comencé a meter y sacar mi verga de esa húmeda vagina, ella se quitó la playera, se apretaba las tetas y mordía los labios mientras me miraba, me agaché sobre ella, con una mano le apreté una de sus tetas y con la otra una de sus nalgas con fuerza, la besé y de nuevo nuestras lenguas se encontraron.
– He deseado cogerte desde el instante que te vi y haré que disfrutes esto tanto como pienso hacerlo yo.
Noté que quería responderme algo pero no la dejé, me abalancé sobre su cuello como un león a su presa y lo mordí suavemente en repetidas ocasiones, Rebeca de nuevo se estremeció y metía sus dedos en mi cabello, bajó sus manos hasta mi espalda y comenzó a rasguñarme, ambos gemíamos de placer, detuve las mordidas y lamí su cuello subiendo hasta el lóbulo de su oreja derecha, estuve ahí un momento propinándole mordidas y lamidas, de ahí bajé con mi lengua hasta su clavícula derecha y seguí con los pequeños mordiscos a la vez que metí mi mano izquierda por detrás de su cuello para tomarla del cabello y jalarlo y con mi mano derecha nalgueaba su trasero sin dejar de estimular su vagina con mi verga, de nuevo me araño desde la espalda hasta mis nalgas mientras Rebeca no dejaba de emitir gemidos, cuando llegó hasta mis nalgas, las apretó con fuerza y me propinó una nalgada con ambas manos y las apretó de nuevo, eso me prendió aún más, me puse de rodillas y le metí mi glande más de prisa, ella puso sus pies en mis nalgas intentando que mi verga entrara más en ella, yo lo impedía, estuvimos forcejeando así un par de veces hasta que me dijo:
– Métemela toda, estoy lista, vamos quiero sentirte completo dentro de mi, me volveré tu puta si es necesario pero déjame sentir esa verga entera dentro de mi ¡YAAAAA…. AAAH!
Justo cuando Rebeca estaba terminando de hablar clavé mi estaca dentro de ella, cada vez más rápido y con más fuerza, ella tuvo que colocar sus manos en la cabecera de la cama para impedir que la siguiera recorriendo, tomé con fuerza su quijada con mi mano derecha y la besé, quería sentir de nuevo como sus gemidos pasaban de su boca directamente a la mía mientras me la cogía duro, sus ojos de nuevo estaban en blanco, con mi otra mano la nalgueaba más y más fuerte.
– Te voy a llenar con mi leche.
- No acabes ahí -me dijo- mejor en mi culo, ahí me gusta más.
¡UFFFF! no sé como pude aguantar el no correrme al escuchar eso así que saqué mi verga de su panocha, la jalé a la orilla de la cama y la puse en 4 con las piernas bien abiertas, yo quedé parado, sujeté mi miembro y lo metí un poco en ese delicioso y apretado culo, ella gritó un poco por lo cuál me detuve mientras se acostumbraba al grosor de mi falo.
– ¡Sigue, cógeme, haz que me corra!.
Insistía Rebeca.
- Mastúrbate mientras te lo meto zorra.
Ella me hizo caso y puso sus dedos en su vagina yo la tomé por el cabello y lo jalé hacía mi, Rebeca gemía con más rapidez, le clave mi estaca por completo en su recto, puse mi ritmo al máximo, sentir sus nalgas golpeando mis muslos y mis huevos chocando con su panocha hicieron que me perdiera en el placer y no aguanté más, exploté dentro de ella, al sentir mi leche en su ano Rebeca aumentó la velocidad de sus dedos y pude sentir otro de sus orgasmos, sus fluidos vaginales mojaron sus piernas tanto como las mías, estallamos en placer, aunque ahora era más lento no dejaba de atravesar su culo con mi verga hasta que mis piernas no podían más, saqué mi falo y me tumbé en la cama al lado de Rebeca. 
– Yo aún no lo he probado.
Me dijo con una sonrisa atrevida.
Tomó mi verga con su mano derecha y se la llevó a su boca para limpiar los restos de leche que aún brotaban de mi miembro, pero que placer, mi glande aún estaba sensible debido al orgasmo previo así que al sentir su lengua en la punta de mi pene hizo que me retorciera un poco. Rebeca deslizaba sus labios por mi prepucio de arriba a abajo mientras con su lengua jugueteaba al rededor de mi glande y con sus manos me hacía una paja con pequeños movimientos circulares provenientes desde sus muñecas al mismo ritmo que subía y bajaba su boca por el largo de mi verga ¡VAYA QUE SI SABE MAMAR UNA VERGA ESA MUJER!, hasta ese momento había olvidado cuantos años es mayor que yo ¡Y SE NOTABA LA EXPERIENCIA QUE OBTUVO EN ESE TIEMPO! la mamada que me hacía era increíble, la mejor de mi vida. Quise regresarle el favor así que le pedí que nos colocáramos en 69, de nuevo quería probar el elixir que salía de su panocha, me tenía que poner a su ritmo así que comencé un poco rápido abrí sus labios para que mi boca abarcara toda su deliciosa y depilada panocha y así poder alternar mi lengua con su clítoris y el interior de su vagina, con fuerza apreté sus nalgas y de vez en cuando la nalgueaba, como me excitaba hacer eso por que cuando lo hacía ella gemía más fuerte y dejaba escapar el aire de su boca mientras tenía mi verga dentro de ella, flexioné mis piernas para apoyarme mejor y ahora sería yo quien controlaría el ritmo tanto de cómo le chupaba la panocha y de como mi verga entraba en su boca, movía mi cadera de arriba a abajo tratando de que cada vez mi falo llegara más profundo en su garganta, podía escuchar como Rebeca daba arcadas cada vez que subía mis caderas, decidí subir el ritmo de mi legua lo más que podía, le apreté más las nalgas y las subía y bajaba, dándole a entender que quería que hiciera sentones de su vagina en mi boca y así lo hizo ella seguía emitiendo gemidos ahogados por tener mi verga en su boca le propiné una fuerte nalgada a ese culo que estaba en mi rostro y metí uno de mis dedos en su ano, la estaba, estimulando por todas partes, Rebeca apretaba sus tetas yo empujé toda mi verga dentro de su garganta, comenzó a gemir a gritos sin cesar, me apretaba el miembro con sus labios hasta que pude sentir de nuevo esa explosión de fluidos vaginales en mi boca, las venas de mi verga comenzaron a palpitar rápidamente  sentía como estaba apunto de correrme, apreté su culo con todas mis fuerzas y liberé mi leche en su garganta, ambos gemíamos de placer y así nos quedamos los dos un momento, con el sexo del otro en nuestras labios, sin movernos, tratando de normalizar la respiración y tragando los líquidos que estaban en nuestras bocas. Rebeca se levanto y se recostó junto a mi, ambos seguíamos agitados, muy agitados, nos miramos y ella comenzó a reír, se giró para que nuestros rostros se encontraran, me agarró la verga, la apretó con fuerza, me besó, metió su lengua en mi boca y cuando se separó me dijo:
– Fue mejor de lo que imaginaba.- También para mi.
Me besó de nuevo y se puso sobre mí, yo agarré ese culo con ambas manos y ella aún sin soltar mi falo, lo colocó entre los labios de su panocha y lentamente comenzó a mover las caderas.
– Quiero que esto se repita, cada vez que venga a la ciudad si es posible.
- Por mi encantado, no puedo esperar a que pase de nuevo.
Se recostó de nuevo en la cama, dándome la espalda y fingió un ronquido, ambos comenzamos a reír, la abrace, agarré una de sus tetas y restregué mi verga en su culo con mucha fuerza, así nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente desayunamos junto con mi hermano y mi cuñada.
– ¿Pasaste mala noche en el sillón?
Me preguntó mi hermano y yo con una sonrisa en el rostro respondí:
- La mejor de mi vida.
Rebeca, que estaba sentada junto a mi me golpeó en la pierna por debajo de la mesa y cuidando que nadie se percatara, puso su mano sobre mi pantalón y me apretó la verga, se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina que para mi suerte estaba a espaldas de los otros 2 así no verían lo que pasaría, esa mañana Rebeca llevaba puesto un vestido azul, delgado, ligero y cómodo, levantó la falta del vestido para que yo pudiera ver su rosada y depilada panocha perfecta, cuando se bajó la falta me mandó un beso y se dio la vuelta.
Saben, estoy ansioso por la siguiente visita de Rebeca a la ciudad por que esta vez pienso llevar un dildo que uso con mi esposa, seguro que a Rebeca le encantará.

6 comentarios - Por Fin me Cogí a la Suegra de mi Hermano

20-ole +1
Que buen relato, me gusto mucho.