El primer secreto con mi hermana. (6)

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  Me subí al micro después de casi 12 horas de espera en la terminal hasta que finalmente  apareció uno que tuviera lugar disponible. Eran las 3 de la mañana. Estaba tan estresado que me dormí las 6 horas de viaje de un tirón. Creo que soñe con Romina. Ella me acariciaba tiernamente la cabeza mientras yo, muerto de sed, bebía de entre sus piernas, un jugo espumoso, con gusto a sidra. Ella me decía algo así como "¿Te gusta? Lo hice para vos...?".Cuando me despertaron, estaba todo babeadoy no entendía nada,  ya todos los pasajeros habían bajado. 


  Era plena mañana de un día soleado y estaba en una de las ciudades más lindas de la costa. 
  Enseguida agarré la mochila, que era todo mi equipaje, y enfilé hacia el departamento de Ludmila, distante a unos 2 kilómetros de la estación. 


  Al llegar, nadie me contestó al portero. Era evidente que no estaban. Seguramente habían ido a la playa a aprovechar el día. 
 Por suerte, la playa arrancaba a 100 metros del departamento. Pero ¿cómo encontrarla?


  Recién ahí me puse a pensar en qué le iba a decir a Romina cuando la viera. "Hola hermanita. Dame un beso, ¿querés coger?"
  No podía haber sido tan boludo. De todas maneras, lo que me pasaba a mí, era más que una simple calentura. ¿Pero, si a ella no le pasaba nada...? 


  Eso era lo que tenía que averiguar. En seguida me inventé una historia por las dudas: vine con un amigo al que al final lo cagaron con el depósito y no tenía dónde quedarse y se fué, pero yo me acordé de uds y las busqué para ver qué chances había de...


  Caminaba por la playa. El día estaba realmente espectacular. Caluroso pero con una leve brisa. El agua estaba a temperatura soportable y la gente se abarrotaba en cada espacio de arena disponible. Niños, viejos, perros, todos estaban disfrutando, felices, de sus vacaciones. Y había cada mina... ¡Ufff! ¡Tremendo! Cada cuerpo, esculturalmente preparado durante el año, para lucir en ínfimas prendas de baño, durante el verano. Así y todo, yo, pensaba solo en Romina y casi (casi...) ni prestaba atención. 


  A lo lejos divisé a una rubia, de largos  pelos enrulados, en una malla fucsia que llamaba la atención y te obligaba a mirar sus imponentes curvas. Enseguida la reconocí, era Tatiana. A su lado estaba Ludmila: morocha, piel tostada, traje de baño azul eléctrico y un culo... unas caderas y unas piernas... impresionantes, de esas que enseguida me hicieron entender por qué mi tío, cuando yo era chico, a algunas minas, les decía 'yeguas'.


  Me acerqué y en seguida me reconocieron. Pasó ese primer instante entre patético y divertido, en dónde les conté mi historia. Las chicas se reían y me convidaron unos mates. Me dijeron que no había problema, que podía quedarme con ellas. No sé cuánto me creyeron en realidad. Yo miraba para todos lados tratando de encontrar a Romina. Ellas se miraban entre sí y se hacían gestos.


 ¿Sabían algo? ¿Romina les habrá contado? ¿Alguna nos habrá visto la otra noche? 


  Decidí preguntar directamente, total, no era asunto de ellas. "¿Y mi hermana, dónde está? ¿Se fue a nadar?"
  Ellas volvieron a mirarse y se ponían caras. Finalmente me contaron. Se había encontrado recién, ahí en la playa, de casualidad, con Pedro y habían ido a 'dar una vuelta...'


  Me quedé duro. Pedro... 


  Pedro había sido el primer novio de mi hermana. Un novio más bien platónico a esa edad. Nada había pasado (sexualmente hablando) entre ellos. Pero ahora la cosa era distinta. Mi hermana ya no era la nena inocente de aquel entonces. Seguramente querría saldar aquella antigua deuda con el que fue su primer amor...


  Estaba celoso. Sí. No puedo negarlo. Las expectativas se me derrumbaron. Dibujé la cara que tenía y trate de sacarles un poco de información a las chicas. Me enteré que mi hermana y Pedro habían rumbeado hacia el departamento y que Romina tenía llave de ahi. El corazón se me estrujó. Aguanté la charla, lo estrictamente necesario, para no delatar mis intenciones y cuando no pude más les pedí si me permitían dejar la mochila en el departamento y darme una ducha. Ellas se miraron otra vez, risueñas. Ludmila le pidió a Tatiana que me acompañara y le dió las llaves, ella nos iba a esperar ahí, reservando el lugar, a que volviéramos con algunos sanguches y algo fresco para almorzar.


  Mi idea era llegar antes de que pasara algo entre mi hermana y Pedro. Quería que mi hermana me viera a mí primero. Que supiera que estaba. Tratar de hablar lo que pasó entre nosotros (si es que ella era conciente de lo que había pasado). 
  Si aún así ella elegía estar con Pedro... ¿Que podía hacer? Por lo menos lo habría intentado. Trataría de seguir mi vida como antes. 


  Tatiana me hablaba y me contaba cosas que yo apenas le escuchaba. Para no ser descortés le sonreía y la miraba a los ojos pero era en Romina en quien pensaba realmente.


 Al subir al departamento la situación fue indisimulable. Se escuchaban las voces de Romina y Pedro encerrados en la habitación.  Se reían. La estaban pasando bien.
  Tati, me hace una seña de 'silencio' con el dedo en la boca y me lleva a la otra habitación, que quedaba al lado de donde, en ese momento, se escuchaba que mi hermana y Pedro se estaban besando.
   Me pone cara de divertida por la situación, como si fuera un juego. Yo me siento en el borde de la cama, me quiero matar. Llegué tarde. 


  Ella se sienta al lado mío y me dice como en secreto, sonriendo: - si preferís nos vamos despacito y volvemos después...
  Yo no tenía reacción, solo la mire. No sé que habrá interpretado ella por eso. Pero también me miró fijo y se puso sería. 
  Enseguida, del otro lado de la pared se empezaron a escuchar los gemidos de la feliz pareja. Yo no podía evitar pensar en mi hermana agarrándole el bulto al otro, cuando quisiera ser yo quien estuviera ahí con ella. Cuando se empezaron a escuchar los jadeos de Romina no pude contener la erección. Me imaginaba a mí metiéndosela a fondo...


  Tati me miraba el bulto, marcado y creciente. No me había dado cuenta que me agarraba con ambas manos del brazo. Cuando la pija terminó de crecer, ella me dijo: - Era cierto lo que decía Romi...


  Yo la miré sin entender nada. ¿Romi? ¿Que dijo Romi?


  En ese momento sentí la mano de Tati acariciándome por encima del pantalón, siguiendo el contorno de mi poronga. "Es gordita, tal cual nos contó..."
  
 - Pará. ¿Quien les contó? ¿A quien les contó, qué cosa?- pregunté.
- Romi nos contó. Que tenés la pija gorda y re linda. - Al decirlo, me desabrochaba el cierre del pantalón. 
- ¿Romi les dijo eso de mi pija? ¿Y ella como sabe?
- Porque te la habrá visto, que se yo.
- Jamás se la mostré de adulto.- le dije, confundido. 
 Tati volvió a hacerme el gesto de silencio y me dijo al oido : 
 - No digas nada, pero tu hermanita te espía cuando te bañas...


  Al escuchar eso la pija me pegó un tirón. Ella la saco del todo y empezó a acariciarla de arriba a abajo. ¿Mi hermana me espía cuando me baño...? Pensaba casi sin prestar atención a lo que hacía Tati. De pronto me la imaginaba a Romina mirándome desnudo. A escondidas. Excitandose conmigo. Quizá, tocándose pensando en mí. 


  La boca de Tatiana me comía la pija con fervor. Veía sus rulos subir y bajar mientras ella me la engullía. La hija de puta me había bajado el pantalón sin que me diera cuenta y, mientras lamía mí poronga, me acariciaba los huevos. 


  Al otro lado de la habitación, los gritos de mi hermana se escucharon más fuertes. Se la estaban cogiendo sin piedad. 


  Con mucha habilidad, Tati me había colocado un preservativo y se había trepado encima mío. Me besaba diciéndome: "qué rica pija que tenés...". Después, acomodándosela en la entrada de su vagina, me dice:
 - a ver si es verdad que cojés tan rico como nos contaron que lo hacés con tu novia...


  No lo podía creer... 
  Me estaba diciendo que Romina, mi hermana...
  La misma que del otro lado de la pared gritaba por la manera en que se la metían...
 Me había espiado, en casa, cuando estuve con alguna chica... 
 Era demasiado...


  Tatiana me cabalgaba moviendo la cintura con violentos meneos. Yo la agarré de las caderas, primero y de la cola, después. La ayudaba a sentir la poronga bien metida a fondo. Ella me dejó manejarla, se tiró sobre mí y me quedaron las tetas en la cara. Las chupaba, imaginándome que si la escena hubiera sido en casa, del otro lado de la puerta estaría Romina, escondida, caliente y tocándose. Viéndome cojer a otra mujer...


  Tati me gemía al oído. Seguía diciéndome "qué linda pija, qué linda, que rica se siente...". Yo la seguía embistiendo, imaginándomela a mi hermana... que, a escasos metros de mí, estaba viviendo una situación parecida con su chico.


  Entonces Tati me dijo, con la voz exasperada del orgasmo inminente: "¡Ay, Mumi, qué lindo cojés...! Y ahí no aguanté más... Porque 'Mumi' es el apodo con el que me llama mi hermana. Solo ella me llama así. Y al escucharlo en mis oídos, imaginándomelo de su boca... No pude controlarme. La agarré fuerte del culo y le hundí la pija hasta donde fuí capaz. Ella gritó sin control, cómo gritaba también mí hermana en la habitación de al lado...










Gracia por leer. Esta historia la voy subiendo en fragmentos cortos, pero de mayor continuidad. Abajo el link a la continuación.

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El capitulo anterior:
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