Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (FINAL - II)

Esta es la segunda parte del final del relato, si no leyeron la primera mitad, les dejo el link acá:

http://www.poringa.net/posts/relatos/3855001/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-FINAL---I.html

Ahora sí, el final del final.

Nos leemos más abajo.

Disfruten de lo que queda del relato.

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Me estaba terminando de vestir cuando el teléfono volvió a sonar, anunciando la llegada de otro mensaje.

Turno el lunes a la noche. Preparate.

-¡Pero qué hija de puta que es! -Dije en voz alta, muy molesto.

Tenía que ser una joda eso. Si había algo que me molestaba últimamente de Érica era que me encajaba turnos cómo y cuándo se le cantaba el orto, y con muy poco tiempo de anticipación.
Frustrado, me limité a mandar un OK y lancé el teléfono a la cama, en un pobre intento de liberar algo de mi frustración. Me habría venido mejor tener un bate de beisbol, o una maza bien pesada, y algo para romper.
Resoplando como si de esa manera mi enojo pudiera ser expulsado, terminé de vestirme y salí de la habitación para dirigirme hacia donde se encontraba mi familia junto con Clara.
Llegué al salón principal y me di cuenta que en realidad no sabía dónde estaba exactamente mi hermana, así que terminé pidiéndole ayuda a uno de los empleados del lugar, que me dio las indicaciones necesarias para ubicar el sitio.
Cuando llegué a la doble puerta de madera, no pude evitar largar una corta carcajada. Se trataba del mismo lugar al que me había llevado Jessi unas horas antes.
Algo nervioso, pero seguro de que mi hermana y sus amigas se había encargado de eliminar cualquier rastro de evidencia que nos pudiera mandar al frente sobre lo que había pasado ahí adentro, di un par de golpes en la puerta con suavidad.
De inmediato se abrió la puerta y me encontré de frente con mi viejo, que ya estaba vestido con su traje gris oscuro, sencillo, pero completamente impecable.
A pesar de lo que había prometido en su momento, mi vieja no le había permitido abandonar la dieta, e incluso lo convenció de anotarse en un gimnasio con ella. Dos años después se podía ver el fruto de ese esfuerzo, con un estado físico que no recordaba haberle visto nunca.
Mi viejo sonreía de oreja a oreja, y en sus ojos había un brillo de emoción contenida.
-¿Qué estás esperando? ¡Dale, pasá! -Dijo, tomándome de la mano y prácticamente tironeando de mi brazo para que me metiera en la habitación.
Quedé pasmado al ver tanta belleza junta en un solo lugar. Definitivamente la plata que se había pagado por organizar la fiesta en ese lugar había valido la pena. Todas las mujeres estaban preciosas, con peinados sumamente elaborados y un maquillaje perfecto. También lucían pendientes y collares que no les había visto usar nunca.
-¿Y toda esa joyería? -Pregunté, sorprendido.
-Es parte del servicio. Junto con el maquillaje, la peluquería y demás, nos prestan esto para lucirnos aún más. -Respondió mi vieja, muy alegre. -Eso sí, -agregó, seria- si llegamos a perder algo de esto lo tenemos que pagar, ¡así que tenemos que cuidarlos con la vida!
Ella era la que estaba más cerca de la puerta, lo cual me permitió ver a la perfección los detalles de su vestido de color violeta oscuro, adornado con piedras y bordados florales. Al igual que mi viejo, su físico había cambiado para mejor, y se evidenciaba con el corte del vestido pegado al cuerpo, el cual posiblemente no se había animado a utilizar desde hace mucho tiempo.
Betty era la que más cerca estaba de las tres amigas. Llevaba puesto un vestido azul marino con algunos detalles bordados, que tenía un escote que hacía equilibrio justo en el límite entre lo elegante y lo sexual. Le quedaba de maravillas, aunque daba la impresión de que algo se le podía escapar en medio de un estornudo. Estaba colgada del brazo de Guille, a quien saludé amistosamente.
Jessi se encontraba justo detrás de ellos.
El hecho de que se tratara de una fiesta de gala no había sido impedimento para que Jessi se vistiera de una forma en que podría atraer las miradas del mundo entero. Era una diosa. Era un ángel. Era un demonio. Todo eso y más.
El vestido azul brillante que había elegido para la ocasión, también con detalles de piedras y bordados, le hacía una marca personal que era la envidia de cualquier mediocampista defensivo del mundo. Su escote era elegante, pero al no estar tan bien dotada como Betty, se podía dar el lujo de mostrar mucho más de su torso sin miedo a que sus pechos salieran a tomar aire.
Jessi me guiñó un ojo para darse la vuelta y mostrar su espalda, la cual estaba prácticamente descubierta en su totalidad, con la tela haciendo acto de presencia apenas unos centímetros por encima de su magnífico culo.
Apenas unas tiras finas sostenían el vestido, que recién se volvía un poco más suelto al llegar a sus muslos, lugar donde nacía el tajo que mostraba una de sus piernas, esculpidas por algún maestro renacentista.
En resumen, rajaba la tierra. Y yo tenía que luchar contra la tentación de llevármela a una habitación vacía, arrancarle el vestido con los dientes y pegarle una cogida que la hiciera dar unos gritos tan fuertes que nos escucharan todos los invitados.
Ella me miró a los ojos y, por cómo cambió su expresión al verme, supe que ambos teníamos la misma idea en mente, cosa que le provocó una sonrisa que desbordaba traversura.
Me acerqué a su lado y planté un suave beso en sus labios, conteniéndome a último momento para evitar meterle mi lengua hasta la garganta.
-Estás preciosa. -Le dije sonriendo. -¿Y Clara? -Pregunté a los demás, al notar que no se hallaba en la habitación.
-Dijo que iba a hacer su entrada triunfal cuando todos estuviéramos presentes. -Dijo Betty. -Faltabas vos nada más.
-¡Ahí llegué, Clara! -Dije en voz alta, por si todavía no se había enterado de mi arribo.
-¡Ya salgo! -Anunció su voz, desde el baño.
La puerta se abrió y todos nos quedamos pasmados. Si bien ya la había visto con el vestido puesto, ya toda arreglada, peinada y maquillada, era una historia completamente distinta.
Quien se hubiera encargado de arreglarla para el casamiento había hecho un trabajo excepcional. Su pelo era una obra de arte, al punto que aquí y allá se podía ver algunas flores, hechas con cristales y plata, prendidas a su pelo, que estaba peinado en largos bucles que caían como una cascada por su espalda.
Mis viejos fueron los primeros en acercarse para abrazarla a modo de felicitación, aunque tomando todas las precauciones necesarias para no arruinar ningún detalle.
Apenas tuvieron su oportunidad, tanto Jessi como Betty se abalanzaron sobre su amiga para rodearla y felicitarla de todas las formas posibles.
-¿Vos no vas a decir nada? -Preguntó finalmente Clara, que me miraba radiante de felicidad.
-Me da miedo hacer algo si te llego a abrazar. -Dije, igual de sonriente. -Te ves hermosa, hermanita. Sos un ángel.
-¡No me quieras hacer llorar, estúpido! -Exclamó, mientras se acercaba con ojos brillantes de lágrimas de emoción contenida, para finalmente abrazarme en medio de las risas de los demás.
-¡Después me preguntás por qué no digo nada! -Me reí, dejándome abrazar por ella y rodeándola con mis brazos.
-Bueno, a ver si vamos todos, que esto está por empezar. -Nos apuró mi vieja, mirando la hora en su lujoso reloj pulsera, que seguramente también había sido provisto por la organización.
Nos soltamos con mi hermana y todos nos dirigimos en procesión hacia el pasillo, para luego ir en dirección al lugar del exterior donde se haría la ceremonia de casamiento.

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La ceremonia había pasado y ya nos dirigíamos al salón para empezar la fiesta. El sol ya estaba bajando y el cielo se teñía de un intenso color rojizo.
Todo había salido de maravillas, el clima había colaborado con una temperatura agradable, y las únicas gotas que habían caído esa tarde fueron las lágrimas derramadas por los invitados mientras Clara y Tomás eran declarados marido y mujer.
Había disfrutado especialmente aquel breve saludo con Tomás. Contrario a lo que todo el mundo había esperado, lo había abrazado fuertemente y deseado lo mejor para ellos en el futuro.
Repasar en mi cabeza cómo había hecho que su esposa acabara de manera brutal apenas unas horas antes de su casamiento había funcionado muy bien para hacerme sonreír de manera natural mientras hablaba con él.
Iba caminando con Jessi hacia nuestra mesa, cuando mi teléfono volvió a avisarme que había recibido un mensaje, por lo que lo tomé y una vez más me encontré con un mensaje de Érica.

Venite hoy a medianoche. Turno URGENTE.

Eso ya era tomarme de pelotudo. Furioso, le respondí que habíamos quedado en que ese día lo tenía libre, por lo que era mejor que se buscara un reemplazo.
-¿Qué pasa? -Preguntó Jessi, que había notado el cambio de humor en mi cara.
Sin decir palabra, le mostré la pantalla del celular.
-¿Me estás cargando? -Exclamó, tan furiosa como yo, intentando controlar el volumen de su voz para no llamar la atención. -¿Ni siquiera te va a dejar libre el día que le pediste libre? ¿Por qué no se va a la mierda?
-Shhhhh… -Nos sentamos en la mesa y miré alrededor para asegurarme de que nadie nos estuviera prestando atención. -Ya viste lo que le respondí, ni en pedo que voy a ir para allá. -Dije en tono tranquilizador.
Apenas terminé de decir eso, el celular volvió a sonar.

O venís a atender este turno o mejor que te busques otro trabajo.

Miré la pantalla sin poder creer lo que acababa de leer. Era la primera vez que Érica usaba una amenaza de ese estilo. Parecía que se había acabado la farsa de Érica y se había decidido a sacarse la careta y mostrarse como realmente era a la hora de llevar su negocio.
Nuevamente le mostré al teléfono a Jessi, pero le hice un gesto para que no dijera nada al respecto. Ella me miró realmente furiosa, y su boca se movía a pesar de estar cerrada, como si estuviera rumiando todas las puteadas que le quería dedicar a mi jefa.
Y tenía motivos para putearla. En más de una ocasión me había visto obligado a cancelar alguna salida o algún plan que teníamos preparado por tener que atender algún turno sorpresa que Érica me asignaba con poco tiempo de antelación.
Eso había dado origen a más de un momento tenso entre nosotros. Pero Jessi se había bancado eso y más por mí. No era nada fácil para ella, por mucho que estuviera al tanto de mi trabajo, aceptar que me dejaba chupar la pija por alguna desconocida varias veces a la semana.
Yo no pretendía engañarme a mí mismo: si se hubieran invertido los roles, casi seguro que no habría soportado una relación así. Jessi era una en un millón, y se merecía algo mejor que lo que yo le había ofrecido todo este tiempo.
Respiré hondo varias veces durante un par de minutos, reflexionando. Me había dado cuenta de que me encontraba en una encrucijada. Si le daba el OK a Érica, básicamente me estaba regalando con moño y todo, y le daba a entender que a partir de ese momento podía llamarme a cualquier hora, sin importar nada de lo que estuviera haciendo, que yo iría corriendo a trabajar.
Cerré los ojos por unos instantes, y cuando volví a abrirlos, ya tenía tomada una decisión.
Un minuto después me giré hacia Jessi, que miraba hacia el frente sin mirar nada en realidad, sus ojos cargados de furia contenida.
-Che, tomá. -Dije, entregándole el celular.
-¿Qué pasa ahora? -Preguntó, tensa.
-Mirá lo que escribí. -Respondí, señalando la pantalla.
Jessi bajó la vista y se quedó boquiabierta al ver el mensaje que se encontraba en la parte de abajo, esperando a ser enviado.

Ok. Metete el turno en el culo. Andá a buscar a otro pelotudo que se banque este laburo. Renuncio.

Jessi se me quedó mirando como si le hubiera anunciado que pensaba hacerme una operación para achicarme la pija.
-¿Vos estás seguro de esto?
-Sí. -Respondí con seguridad. -Ya me cansé.
-Pero… ¿y la plata? ¿Cómo vas a hacer hasta que consigas otro laburo? -La cara de Jessi era un mar de dudas.
-¿Te olvidás que tengo un montón de guita ahorrada? -Dije, tranquilizándola. -En realidad era para algún viaje o algo por el estilo, pero ya no importa. Tengo lo suficiente para aguantar varios meses. Ahora decime vos qué querés hacer. -Agregué.
-¿A qué te referís? -La duda en su rostro mutó en desconcierto.
-¿Viste que el mensaje está ahí todavía sin enviar?
-Sí.
-Bueno, te dejo que se lo envíes vos. -Dije sonriente. -Vos sos la que tuvo que fumarse todo este quilombo por culpa de mi laburo, así que sos la que más se merece hacerlo. Te cedo el honor.
Incliné la cabeza y moví mi mano de forma ceremoniosa, haciendo de cuenta que se trataba de un rito muy importante.
La cara de Jessi era una montaña rusa de emociones, pero la que más se destacaba era una mezcla de felicidad y alivio. Era obvio que se estaba sacando un peso muy importante de encima.
Respiró profundamente, y, con una expresión de felicidad plena, finalmente envió el mensaje presionando con fuerza la pantalla, como si con eso el mensaje fuera a llegar más rápido o se pudiera asegurar que no habría ningún error en la conexión que evitara que le llegara mi renuncia a Érica.
-Esta semana, sin falta, voy a hablar con los de Recursos Humanos. -Anunció Jessi, mientras me devolvía el teléfono.
-¿Para qué? -Pregunté, sin entender.
-¿Para qué va a ser? -Retrucó, todavía sonriente. -¡Para que te den un puesto en la empresa!
-¿Pero vos te volviste loca? -La sorpresa y los nervios se habían apoderado de mí, lo que me complicaba controlar el volumen de mi voz. -¿Cómo vas a hacer que entre en la empresa si recién voy por la mitad de la carrera?
-Metiste veinte materias en dos años, pedazo de animal. -Comentó Jessi, fulminándome con la mirada. -¡Y encima con promedio de ocho!
-Bueno, pero tenía un montón de tiempo libre, y vos y Clara me dieron una mano enorme con… -Empecé, tratando de defenderme un poco, pero ella no me daba tiempo a nada.
-No me vengas con boludeces. -Dijo, cerrándome la boca al instante. -Por mucha ayuda que tenga una persona, casi nadie es capaz de hacer lo que hiciste vos.
-Sí, pero…
-Pero nada. -Sentenció Jessi. -Además, quejate todo lo que quieras, pero un buen contacto mata al mejor currículum. Tengo un par de conocidos ahí en recursos que me deben un par de favores, así que es sólo cuestión de tiempo para que encuentren un lugar para vos.
-Estás loca.
-Estoy de novia con un pibe que hasta hace cinco minutos vivía de que le chupen la pija, que es el hermano de una de mis mejores amigas, y que encima estuve organizando con ella misma para que su propio hermano se la garchara el mismo día de su casamiento. Y, dicho sea de paso, me re calentó verlos coger. -Dijo, bajando la voz para que las personas que se acercaban a la mesa no pudieran escucharla. -¿Recién ahora te das cuenta que estoy loca? -Remató, dejando escapar una carcajada que sí pudieron escuchar los que estaban a nuestro alrededor, provocando que algunas cabezas giraran en nuestra dirección.
-Tenés razón. Si te bancaste todo esto, estás bastante loca. -Acepté, sumándome a las carcajadas.
Una vez que las risas se apagaron, Jessi apoyó su cabeza en mi hombro, y así nos quedamos en silencio por unos minutos, mientras el resto de la gente se iba acomodando en las distintas mesas repartidas por el salón principal.
De repente Jessi levantó su cabeza y pegó su boca a mi oído.
-¿Te acordás lo que te dije cuando estábamos en el pasillo? -Preguntó en un susurro seductor.
-¿Eso de que la querías toda para vos?
-La quiero ya.
Un roce entre mis piernas me avisó que la mano de Jessi había bajado para reclamar su premio. Pero no era el momento indicado.
-Vas a tener que esperar un poco más. -Dije, intentando calmarla.
-¿No querés que me ponga debajo de la mesa así me las das toda ahora? -Insistió, mientras su mano empezaba a acariciarme, provocándome.
Mi verga estaba más que contenta con esas provocaciones, y se estaba endureciendo con mucha facilidad. Pero ya tendríamos la chance de sacarnos las ganas, por mucho que me fascinara la idea de tenerla a Jessi chupándomela por debajo de la mesa en medio de una fiesta de casamiento.
-Portate bien.
-Pero si a vos te gusta que me porte mal. -Protestó, haciendo pucherito, cosa que la hacía ver aún más sensual al aparentar una inocencia que no tenía.
-Ya nos vamos a portar mal, no te preocupes.
-Más te vale, necesito pija más que nunca. -Concluyó, con un tono que daba a entender que tenía que estar bien preparado para ese momento.

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Unas horas habían pasado, ya era bien de noche, y el ambiente seguía muy movido. Habíamos pasado el tiempo charlando con mi familia, con la familia del novio y con amigos. También fuimos degustando varios platos de comida, todos excelentes, interrumpidos cada tanto por tandas de música que llamaban a bailar a los invitados.
Después de su entrada triunfal, y el tradicional baile de los recién casados, Clara y su flamante esposo ocupaban una mesa en el centro de la escena, dominando la vista. Era increíble cómo mi hermana podía garchar conmigo mientras usaba su vestido de novia y, apenas unas horas después, estar sentada al lado de aquel idiota con una sonrisa de felicidad plena.
O era la reina del engaño, o había algo en la mente de mi hermana que yo jamás llegaría a entender. Un motivo más que tenía que añadir a la lista de cosas por las que nunca se me habría ocurrido estar en pareja con ella.
Los mozos empezaron a recoger los platos de las mesas y de a poco se fueron apagando las luces del salón. Una vez más la música resonó con fuerza en el salón, como si nos ordenaran a los gritos que era hora de bailar.
Jessi me miró a los ojos, su mano bajó para rozar mi entrepierna, y no hizo falta nada más para comprender sus pervertidas intenciones.
Nos pusimos de pie y fuimos de los primeros en meternos en la pista de baile. Con cada paso nos íbamos moviendo en dirección hacia el pasillo que conducía a las habitaciones.
La desesperación, y especialmente la excitación, en ambos era tan palpable que me sorprendía de que nadie de los que estaba cerca nuestro la pudiera sentir mientras pasábamos tomados de la mano.
De repente, Jessi cambió de dirección hacia la puerta que daba al exterior.
-Me gusta esa forma de pensar. -Dije en su oído por encima de la música, captando las intenciones que tenía.
-Hay que tomar algo de aire. -Comentó, una vez que salimos al silencio de aquella zona, donde apenas nos alcanzaban los sonidos del salón.
-Tenía la impresión de que querías tomar algo más que aire. -Repliqué fingiendo confusión.
-Callate, tonto.
Todavía estábamos riendo cuando llegamos a una zona algo apartada, apenas iluminada. El lugar tenía unos bancos, rodeados de árboles, lo cual nos permitía algo de privacidad. O tanta privacidad como podía serlo un lugar al aire libre.
-Ahora sí. -Anunció Jessi, empujándome contra uno de los bancos para que me sentara. –¿Me vas a dar la lechita, amor?
-Obvio, hermosa. -Respondí, al tiempo que me soltaba el cinturón y desabrochaba el pantalón para permitir que mi verga, ya bien parada, saliera a tomar aire también. -Dale, servite directo del pico, putita, como te gusta.
Sacudí mi verga un poco delante de ella, que la miraba como un animal muerto de hambre a quien le muestran su comida favorita. Y Jessi obedientemente se levantó el vestido para no mancharlo y se dejó caer de rodillas, dispuesta a engullirse mi verga como sólo ella sabía.
Ni lerda ni perezosa, tomó mi verga con su mano derecha, y de inmediato abrió la boca para dar paso a su lengua. Comenzó a pasearse desde la base, lamiéndome hasta trepar de a poco al glande. Una vez ahí, le dio varios besos mientras me pajeaba, lentamente, pero con firmeza.
Cada vez que engullía la punta de mi verga dejaba caer toda la saliva que tenía acumulada en su boca, y pronto pude sentir cómo todo mi miembro se encontraba bien lubricado.
Pero Jessi recién estaba calentando motores. Dispuesta a no permitir que nadie le quitara el primer lugar del ranking, avanzó con su boca hacia mi cuerpo, dejando que mi verga fuera abriéndose paso por su garganta.
La experiencia que tenía con mi verga se hacía notar. No habían pasado ni diez segundos y ya estaba apoyando su nariz contra mi cuerpo.
Pasé mis manos por su cabeza, con mucho cuidado de no arruinar su peinado, y las coloqué en su nuca.
-¿Estás lista? -Pregunté, atento a su respuesta.
Jessi miró hacia arriba con sus grandes ojos negros, cargados de excitación, y se limitó a asentir con la cabeza, ya lista para lo que se venía a continuación.
Afirmé mi agarre y presioné su cabeza hasta que sus labios tocaron mi cuerpo. Sin romper ese contacto me puse de pie, y empecé a cogerme su cabeza como si se tratara de un agujero más, dispuesto pura y exclusivamente para recibir mi verga.
Mi cintura se movía hacia atrás y adelante en un recorrido corto, pero lo suficiente para que mi verga entrara y saliera unos centímetros de su garganta.
Cada vez que hacía eso con ella, experimentaba toda clase de sensaciones que no se podían comparar con ninguna otra cosa.
Unos segundos después liberaba la boca de Jessi para que pudiera recuperar el aire.
-¿Estás mojadita? -Pregunté, con la voz cargada de calentura. -¿Ya la querés adentro? ¿No, putita?
-No aguanto más. -Respondió, al tiempo que se ponía de pie mientras luchaba por normalizar su respiración.
Jessi se acercó al banco y se puso en cuatro. Se terminó de subir el vestido hasta dejar su diminuta tanga al descubierto, la cual corrí a un costado cuando me coloqué detrás de ella.
-¿Esto querés? -Apenas apoyé la punta de mi verga en su entrada, y pude sentir cómo temblaba su cuerpo levemente. -¿Querés mi verga bien adentro?
-Ay, sí… Por favor, amor… Dame tu pija… -Jessi ya estaba gimoteando de la desesperación y yo disfrutaba como nunca.
Pasé la punta de mi verga por fuera de su rajita, subiendo y bajando, sintiendo cómo estaba tan mojada que un hilo de su néctar bajaba por la cara interna de su muslo.
-No me hagas rogar, por favor... Metela, dale.
-Quiero escucharte rogar, preciosa. -Dije, acercándome a su oído para susurrarlo. -Quiero que me digas lo mucho que querés que te la meta.
-Por favor, Pedro, metémela bien adentro. No seas malo. Necesito tu pija. Necesito sentir cómo me llenás bien la concha con esa verga que tenés. Por favor, te lo ruego. -Sonaba tan desesperada que daba la impresión de que se pondría a llorar en cualquier momento. -Cogeme de una puta vez. Desde que te vi cogiéndote a Clara que estoy desesperada por tenerla entera adentro mío. Por fa… ¡AY SIIIIIIIIIIIIIII! ¡QUE LINDOOOOOOO!
Era entendible que hubiera gritado así, teniendo en cuenta que le enterré la pija de golpe hasta que mi cuerpo chocó con el suyo, pero no estaba interesado en que nos viera nadie.
-Bajá la voz, putita. -Ordené, estrellando mi mano contra una de sus nalgas. -O nos van a cortar el chorro, y no quiero parar hasta dártela toda.
-Yo bajo la voz, pero vos empezá a romperme la concha a pijazos. -Respondió Jessi, dominada por un deseo animal.
-¿Ah, sí? Ojo con lo que deseás.
Con una de mis manos en su hombro y la otra en su cintura, me retiré nuevamente hasta dejar sólo la punta de mi verga en su interior y arremetí con todas mis fuerzas hasta que nuestros cuerpos se volvieron a juntar.
Repetí el movimiento una y otra vez, dejando pasar unos segundos entre cada ataque, permitiendo que Jessi disfrutara de sentir su argolla llena como ella quería.
Pero en mi cabeza había una lucha entre mis ganas de provocarle tanto placer como me fuera posible y la necesidad imperiosa de acabar. Esa interrupción inoportuna cuando estaba con Clara me había dejado aún más con las ganas de dejar salir todo lo que tenía guardado.
Que fuera lo que dios quisiera. Empecé a bombear a toda velocidad, rogando que Jessi llegara primero al orgasmo, porque sólo pensaba frenar una vez que yo acabara.
Jessi lograba contener sus gritos, pero realmente se lo estaba haciendo difícil. Una de sus manos fue a parar a su boca, tratando de silenciar los fuertes gemidos que emitía, y que a mí tanto me gustaba escuchar.
Por suerte para mí, la apuesta me salió bien, porque unos segundos después podía sentir cómo su concha se inundaba, bañando mi verga con su calor hasta sentir que sus jugos brotaban por el mínimo espacio que había, mojando el piso cerca nuestro.
Cerré los ojos y me olvidé de todo excepto de la sensación de mi verga envuelta por el calor de Jessi y el sonoro ruido que hacía mi cuerpo al chocar con su culo cada vez que se la enterraba hasta el fondo. No quería frenar mi ataque por nada del mundo.
-Vos querías mi verga, ahora no pretendas que pare. -Dije, con los dientes apretados por el esfuerzo, al sentir que parecían temblarle las piernas a Jessi. -Te vas a aguantar hasta que acabe, ¿me escuchaste?
Le di una buena nalgada para hacerla reaccionar, cosa que surtió el efecto deseado, porque al instante volvió a ponerse bien de pie, sus piernas rectas y bien afirmadas en el piso, dejando su hermoso culo bien parado.
Aproveché la oportunidad y solté su cintura para llevar mi mano hacia arriba. Me metí el pulgar en la boca para mojarlo con toda la saliva que me quedaba y luego lo acerqué a su culo para juguetear con la entrada.
Jessi parecía demasiado distraída por el castigo que recibía su conchita. Sonriendo por la chance de agarrarla desprevenida, ejercí presión con el pulgar.
-Ay, sí… ¡Cómo me calienta cuando hacés eso! -Exclamó Jessi, luchando por no gritarlo a los cuatro vientos. -¡Metelo todo!
-Qué perra viciosa que sos… Me encanta que seas así. -Dije, mientras le hacía caso e introducía mi pulgar hasta que el resto de mi mano volvió a hacer contacto con su culo.
En esa posición mi dedo funcionaba casi como un gancho, el cual usaba como punto de apoyo para continuar impulsándome y castigar su argolla, que una vez más volvía a bañarme con su acabada.
-¡Estás a pleno! -Comenté, sin parar de mover mi cintura. -¡Se nota que te quedaste bien caliente cuando me viste a la tarde!
Esperé su respuesta, pero lo único que salía de la boca de Jessi eran jadeos y gemidos intercalados con pobres intentos de recuperar el aire.
La excitación trepaba cada vez más alto. Haber tenido sexo con Clara después de tanto tiempo, justo el mismo día de su boca, mientras tenía puesto su vestido de novia, había sido una experiencia única en la vida.
Esa maldita interrupción había cortado el clima, pero mi verga por fin tenía la oportunidad de desquitarse, y la pobre cuevita de Jessi era la que pagaba el precio.
Otra vez sus piernas temblaron, evidenciando un nuevo orgasmo. Pero yo seguía insistiendo en el castigo. Podía notar cómo ella perdía sus fuerzas y sus piernas no tenían la misma firmeza que minutos antes.
-Aguantá un poco más, Jessi. -Gruñí en medio del esfuerzo realizado.
-Por favor Pedro… Dámela toda… -Respondió Jessi entre jadeos cada vez más débiles.
Empecé a sentir ese delicioso cosquilleo, y apuré un poco más el paso para finalmente llegar a mi clímax. Pero, decidido a darle un último gusto a Jessi, presioné con más fuerza para enterrar mi pulgar lo más posible dentro de su culo y empecé a sacudirlo bien rápido.
-Ay dios… dios… ah… ah…
Apenas se podía entender lo que ella decía, pero no hacía falta ser un genio para entender que sin dudas le estaba gustando.
-Acabá, putita. -Ordené casi a los gritos, dominado por un deseo animal de ver cómo se deshidrataba a puro orgasmo. -¡Acabá, dale, así te llevás tu premio! -Una vez más estrellé mi mano contra su culo.
Bajé el ritmo de mis penetraciones, pero lo compensé con la intensidad de las mismas, empujando con las energías que me quedaban, hasta que el choque de nuestros cuerpos era más fuerte que el de dos trenes impactando de frente.
Jessi se tapó la boca con las dos manos, pero a pesar de eso pude escuchar con claridad el grito que dejó escapar cuando llegó al último de sus orgasmos.
Me retiré del todo y mi verga finalmente abandonó su lugar favorito, para luego arrodillarme y beber todo su néctar que todavía no había ido a parar al piso.
-¡Qué rica que está tu conchita! -Dije, relamiéndome mientras volvía a ponerme de pie. -Ahora vení, así te doy tu premio.
Jessi se había dejado caer en el banco que, hasta ese momento, había utilizado para apoyarse. Todavía daba grandes bocanadas, buscando el aire que había perdido, pero logró acomodarse y se sentó delante de mí, su boca abierta y su mirada expectante.
Puse mi verga a escasos centímetros de ella y me masturbé furiosamente, acelerando todo para llegar al bendito orgasmo que tanto se había hecho rogar durante ese día.
Coloqué mi mano en su nunca y Jessi, casi como un acto reflejo, acercó su boca para que mi glande entrara en ella.
Mi mente se puso en blanco por un instante y un fuerte espasmo recorrió mi cuerpo hasta que mi verga dejó salir mi semen, que brotó disparado a toda velocidad en dirección a la garganta de Jessi.
Tres veces más mi verga se sacudió dentro de su boca, y ni siquiera cuando dejé escapar un relajado suspiro ella se despegó de mí. Estaba decidida a tomarse hasta la última gota, y así lo demostró, dejando que su lengua jugara con mi glande.
Unos segundos después, Jessi liberaba mi verga y cerraba su boca, para luego tragar mi descarga.
-¡Aaaaaaaah! -Suspiró, como una persona que le da el primer sorbo a una refrescante bebida un día de intenso calor. -¡Te salió bien espesa hoy, Pedrito! -Comentó, mientras se relamía.
-¡Por fin! -Celebré, dejándome caer en el banco a su lado. -Sí que necesitaba eso.
Jessi se acercó, rodeó mi cintura con sus brazos, y apoyó su cabeza en mi hombro. Así nos quedamos por un rato, sentados en el banco apenas iluminado por las luces que llegaban del salón. La música todavía sonaba, pero era cuestión de tiempo para que eso parara y la gente volviera a sus asientos.
-Che, Jessi, mejor vamos volviendo.
-No, dejame descansar, que no doy más. -Replicó, con voz cansada.
-¿Te vas a perder la mesa dulce? -Pregunté, sabedor de su gran debilidad.
-¡Cierto! -Exclamó, poniéndose de pie de inmediato.
Sin perder más tiempo, nos arreglamos lo mejor que pudimos y emprendimos el camino de regreso al salón.

La música sonaba cada vez más fuerte, pero lo que nos llamó la atención fue una pareja que se encontraba en la puerta. El hombre fumaba, y señaló en nuestra dirección al ver que nos acercábamos. La mujer estalló en una carcajada al seguir la mano del hombre, y ahí nos dimos cuenta que se trataban de Betty y Guille.
-¿La pasaron bien, chicos? -Preguntó Betty, una vez que cesaron las risas.
-¿Tan obvio fue?
No hacía falta que Jessi preguntara a qué se refería su amiga. Por mucho cuidado que hubiéramos intentado tener, estábamos los dos medio sudorosos y despeinados, y Jessi tenía algo corrido el maquillaje. No había que ser Sherlock Holmes para entender lo que habíamos estado haciendo en aquel rincón apartado.
-Cuando vimos que no estaban, justo los pesqué saliendo por esta puerta. -Dijo Guille, señalando la puerta que tenía detrás de él. -Y Betty me dijo que seguro se habían ido a garchar. No sé cómo lo sabía, pero aprovechamos que yo quería salir a fumar y esperamos a ver si volvían para confirmar las sospechas. Y acá los tenemos. -Concluyó, sonriendo ampliamente con suficiencia.
-Mejor que vayan a los baños a arreglarse, o todos los demás se van a dar cuenta de lo que pasó. Vayan, antes que termine la música. -Comentó Betty, con una sonrisa aún más grande que la de su novio.
Con Jessi nos miramos y nos reímos del aspecto que ambos teníamos. Era mejor hacerle caso a Betty, o tendríamos que soportar demasiadas miradas de los demás invitados.

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El cielo ya empezaba a aclararse cuando se empezó a dar por terminada la fiesta. Todos los invitados se habían retirado y sólo quedábamos aquellos que se quedarían a dormir en las habitaciones asignadas por la gente del lugar.
Tomás y Clara se habían retirado ya a su habitación para consumar la noche de bodas en una habitación preparada especialmente para ellos y los demás nos fuimos a descansar después de una noche realmente agitada.
-Pobre Tomás. -Comentó Jessi, mientras se sacaba el vestido con mucho cuidado.
-¿Por? -Pregunté, al tiempo que me sacaba el traje y dejaba todo tirado en el respaldo de una silla.
-¿Cómo que “por”? ¿No te das cuenta que ahora va a coger con tu hermana?
-¿Y?
-¡Y ahora lo quiero ver tratando de complacerla a Clara después de que vos le metiste semejante pedazo a su mujer! -Dijo, estallando en una carcajada.
No me quedó más remedio que sumarme a las risas. Ahí tenés, pelotudo. Andá a hacer que mi hermana se olvide de mi pija, si es que podés. Pensé con malicia.
-Tenés razón. -Admití. -Casi que me daría pena si no me cayera tan mal.
-Clara la eligió, así que eso es lo que tenés que aguantar. -Comentó Jessi, sabiendo que nada de lo que pudiera decir serviría para hacerme cambiar de opinión.
Nos acostamos en la cama y apagamos las luces, ya listos para descansar, cuando Jessi volvió a hablar mientras se pegaba más a mi cuerpo.
-Igual, no te preocupes.
-¿Que no me preocupe por qué?
-Ya va a buscarte de nuevo cuando vuelvan de la luna de miel.
-¿Vos decís? -Pregunté, luego de unos segundos de silencio. -¿Y vos no tenés problema? ¿Vas a ponerte celosa si me cojo a mi hermana delante tuyo?
-Para nada. Vos sabés bien lo mucho que me calienta ver esta pija - colocó su mano en mi entrepierna y comenzó a acariciarla – entrando en la conchita de tu hermana. Además, la próxima vez me sumo. Olvidate que me vaya a quedar viéndolos otra vez sin ser parte de la diversión.
-Sí, ya te vi a la tarde. -Dije, mientras sonreía al recordar su mirada de excitación al vernos a mí y a Clara. -Faltaba poco para que te lanzaras encima nuestro.
-Betty estaba en lo mismo. -Apretó mi verga cuando notó el saltito que pegó al escuchar mencionar a su otra amiga. -Me parece que la próxima vez que venga de visita vamos a hacer una reunión nosotras tres solas para recordar viejos tiempos.
-¿Ustedes tres nada más?
-Bueno, quizás vengas con nosotras para ayudarnos a recordar un par de lindos momentos. -Jessi empezó a moverse por debajo de las sábanas. -Al fin y al cabo, las mejores amigas no tienen problema en compartir. -Concluyó antes de sacar mi verga y comenzar a chuparla.
Mientras ponía mis manos atrás de la cabeza para estar más cómodo, había algo que no podía negar: mi hermana no era la única que adoraba mi pija.

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Y bueno, llegamos al final de esta historia. La verdad que no pensé que fuera a tener tan buena recepción, pero por suerte sí fue así, y terminé escribiendo un relato de dieciocho capítulos, algo que no tenía pensando al empezar a escribirlo.

Desde ya muchas gracias a los que le pusieron onda en los comentarios, en el chat simplemente para felicitarme por la historia, y a los que se tomaron esos segundos para dejarme puntos en el post.

Por ahora me voy a tomar un descanso, pero en algún momento me verán de nuevo subiendo algo, eso es seguro.

Como pequeño bonus, les dejo imágenes de las que sirvieron de inspiración para las tres amigas (sólo entiendan que me inspiré en ellas, no necesariamente se ven así en mi imaginación, y ustedes pueden fantasear con ellas como mejor les parezcan):

Noelle Easton - Betty:

Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (FINAL - II)


anal


novia

Emily Willis - Jessi:


squirt

incesto

hermana

Y finalmente Dolly Little - Clara:

Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (FINAL - II)


anal


novia

26 comentarios - Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (FINAL - II)

20-ole +4
MAESTRO, ESPERE PACIENTEMENTE ESTE MOMENTO, MUY BUENA LA HISTORIA, PERO IGUAL QUEDE CON GANAS DE LEER MÁS.

CREO QUE QUIZÁS PUEDES SEGUÍR LA HISTORIA MÁS ADELANTE SI QUIERES YA QUE VEO ALGUNAS PUERT ABIERTAS AÚN PARA SEGUÍR POR EL MISMO HILO, SI LO HACES GENIAL, IGUAL ESTA MUY BUENA LA HISTORIA.

PD: CREO QUE NO SOY EL ÚNICO QUE QUIERE SEGUÍR LEYENDO ESTA HISTORIA.
jorvac164 +1
dejaste la puerta abierta para la continuación de la saga.Gracias por esos memorables capítulos.Van 10 como siempre.Saludos desde Puerto Madryn,disfrutá y cuidense!!!!!!!
PAJAESVIDA +1
Felicitaciones! excelente, me mate a pajas! 😂😋🍆💦💦 compendia tus relatos y publicalo como un libro digital, vas a tener mucha aceptación! exitos!
carlo1112
Excelente final de temporada. 🙂 Me encantó la historia, siempre esperando a leer un nuevo capítulo, y como dijeron mas arriba, las puertas quedaron abiertas para una segunda parte, y concuerdo en que tenés que hacer una compilación y lanzarlo como libro digital. Todos los que llegamos hasta acá vamos a esperar nuevos relatos tuyos. +10 en todos tus post te fui dejando. Saludos!
Nemocabezon
De lo mejor de la pagina!!!👏👏👏👏 quedo una puerta abierta para de un reencuentro, cuando vuelvas de tu descanso.....
ferij +1
Excelente! De lo mejor de poringa!
licantropo22
Excelente saga. Gracias totales! 👏👏
Rawiri +1
Un final excelente al igual que el resto de la saga, ha sido increíble de lo mejor que he visto en Poringa!
raa1980
No me gusto el final, me parecio rebuscado y me dio la impresion que intentaste terminarlo a las apuradas pero bueno se termino lo que se daba.
Tikiteko
Es un poco así, el no tenía intención de alargarlo, pero lo bueno es que no fue tan abrupto
yosoychavy
Sin palabras, ojala vuelvas a escribir, me declaro fan tuyo
capitan_can
Me gustó mucho el final, muy bien escrito. Deberías hacer un spin-off con Jessi y Pedro.
sintecity
Muchas gracias. valió la pena la espera. Sinceramente da para una peli. el guión ya está listo!!!
sebatatu1984
mis felicitaciones, la verdad que me encanto, de principio a fin, espro que alla mas por que las puertas estan abiertas, mis 10 puntitos como siempre te pondria 100 pero no me deja
Gran_OSO
Excelente. Un lujo toda la saga. Muchas gracias por compartir tu trabajo.
Jonirc7
Pásame la primer parte que quiero leerla man!
hadesoeste
Literalmente en la segunda línea del post está el link a la primera parte
Crossfox2012
Felicitaciones amigo por los relatos no me perdi de leer ninguno muy buenos y desde ya te digo que espero alguno mas
nicoc44
Excelente maestro, felicitaciones! Jessi fue el personaje que más me gustó y siempre me la imaginé como Amber Stevens

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/e/ec/Amber_Stevens_2010.jpg/800px-Amber_Stevens_2010.jpg
harrixxx96
Mereces el premio Nobel de literatura capo.pedí la cuenta de las pajas que me hice con tus relatos
garcheskikpo
Muy buena saga, atrapante por demás.
Estaba seguro haber leído varias veces que Jessi era rubia, pero bue, lo importante fue la historia.
cha_cha_
+10 genioo! Te sigo desde el capítulo 1 y espero por mas!!!
JukUik +1
De verdad que podría leer este relato una y otra vez! Ya esta es la 2da y la verdad no deja de parecerme genial! Con todos los giros que presenta la historia realmente es una maravilla para el lector! Sería fabuloso si algún día sacaras unos capitulillos extras para enterarnos de los sucesos que ocurren despues del capítulo final! Un Saludo bro! Vuelve a publicar algo pronto😉👍
Marc7663713
La neta que chingón atu historia y si la leí 2 veces y eso que no soy muy fan de la lectura, exelente saludos