Juegos de adultos 3

Te bajaste de la cama, manchada con la corrida de Luis. Te fuiste directa al baño. Yo me quedé sentado en el sillón, con mi segunda corrida sobre mi vientre. Luis, tumbado en la cama, con los ojos cerrados.
                -Tienes una mujer increíble, Jorge… -dijo sin abrir los ojos, con voz agotada. Escuché el grifo de la ducha, supuse que te ibas a lavar. Vine hacia el baño. Ahí estabas, preciosa, desnuda, sonriente, dejando el agua caliente caer por tu cuerpo. Me metí contigo, te percataste de mi presencia y me atrajiste hacia ti, dejando que el agua lavara también mi cuerpo. Nos besamos, me acababa de correr dos veces, tú desconocía cuantas, pero sentía una atracción hacia ti desconocida hasta ese momento. No lo podía explicar.
                -¿Y bien….? –tus manos rodeaban mi cuello, tus ojos buscaban los míos…-
                Te sonreí..-Genial, ¿no?
                -Estamos locos, ¿lo sabes? –Volviste a besarme, esta vez con más pasión.  Te agarré del culo, te atraje hacia mí. Mi polla empezaba a reaccionar nuevamente. Lo debiste notar, pues no tardaste en descender, besándome el vientre. Te pusiste en cuclillas, y tu mano empezó a pajear lentamente mi miembro, arriba, abajo. El agua resbalaba por mi vientre, me quisiste mirar pero el agua te lo impidió, aminoré el ritmo del chorro, dejando que siguiese cayendo agua sobre nosotros. Tu boca engulló mi polla, ya morcillona. Dios, que rico la chupas, cariño. Cerré los ojos, disfrutando de tu comida. No tardé en notar que alguien estaba fuera. Luis contemplaba el espectáculo, desde fuera de la ducha. Pero era suficientemente grande, cabíamos los tres. Le hice una seña para que entrase. Entró, y se situó detrás de ti. Su polla también reaccionaba, Luis se pajeaba mientras no perdía de vista como tu boca engullía mi polla, ya dura, una y otra vez. Abriste los ojos, y seguiste en cuclillas pero te pusiste de lado, tu polla abandonando mi polla pero sin soltarla. Con la otra mano, agarraste la de Luis y empezaste a pajearlo. Lo miraste, y engulliste su polla. Dios, que recuerdo, todavía se me pone dura al recordar ese momento. Tú, agachada, dejando que el agua recorriese ara tus tetas, ara tu espalda. Una polla en cada mano, y fuera de ti, mamándosela a tu amante un rato, luego volviendo a la mía. Estuvimos así un buen rato, hasta que te levantaste, sin soltarnos las pollas….
                -Vamos a la cama, chicos…
                Saliste de la ducha, y cogiste una toalla para secarte, camino a la cama. Te imitamos, y te seguimos, embobados tras de ti. Luis, que me iba cogiendo confianza, me lo repitió de nuevo:
                -Tu mujer es una diosa del sexo, Jorge….
                -Lo sé, le dije.
                Te tumbaste en la cama, boca arriba. Era increíble, creo que llevábamos una hora en la habitación, una hora de sexo con poco descanso. Y querías más. Me tumbé a tu lado, te besé mientras mi mano recorría tu cuerpo, de tu pecho hacia tu sexo. Empecé a tocarte, tu coñito seguía húmedo, pidiendo guerra. Luis se tumbó en el otro lado, su boca buscó tus tetas, empezó a comértelas. Tus manos volvieron a buscar nuestras pollas, mientras me besabas, mientras Luis te comía esos hermosos pezones que tienes.  Luis se incorporó, volvió a la mesita de noche para ponerse de nuevo protección, su polla dura de nuevo como un mástil, mientras tú y yo seguíamos besándonos, nuestras lenguas entrelazadas, mis dedos jugando con tu clítoris, tu mano pajeándome. Luis subió a la cama, y se colocó entre tus piernas. Su intención estaba clara. Mi mano abandonó tu sexo, y tú separaste las piernas, dejándole vía libre a tu nuevo amante. Te cogí la mano que tenías en mi polla, para entrelazar nuestros dedos. Dejé de besarte, para decirte un “te quiero” que salió de lo más profundo de mi ser. Era curioso, como estábamos haciendo un trío, algo nuevo, con otro hombre, y los momentos en que más excitación estaba sintiendo era cuando recibías ese pollón que tenía nuestro invitado. Cerraste los ojos, y yo no pude evitar mirar, como Luis enterraba su verga dentro de ti, lentamente. Noté tu mano, apretando con fuerza la mía. Levantaste las piernas, facilitándole la entrada, y tu amante empezó a bombear. Me soltaste la mano, y lo rodeaste, mientras jadeabas con cada una de sus embestidas…
                -Oh, jodeer, si, si, no pares…
                Me separé un poco de vosotros, bajándome de la cama. Mientras mi mano jugaba con mi polla tiesa, debo admitir que me encantaba verte, entregada. Dabas un jadeo cada vez que Luis te la enterraba entera. Volteaste la cabeza, y me miraste. Me miraste fijamente, y una vez más eso me puso cachondísimo. Me subí de nuevo a la cama, y acerqué mi polla a tu cara. La recibiste con ganas en tu boca. Cerraste los ojos y Luis y yo acompasamos el ritmo… mientras gemías con la boca llena con mi rabo.  Al rato Luis paró, abandonó su posición y me hizo una seña. Quería cambiar. Te invité a ponerte a cuatro patas, y tú obedeciste, entregada a tu placer, a darnos placer. No tardé en ponerme un condón y empezar a bombearte desde atrás, mientras Luis era ahora quién te follaba la boca. Podía ver como tu culito, siempre tan apetecible, seguía algo dilatado tras habérmelo follado hacía un rato. Luis, nuevamente, me pidió cambiar. No hizo falta que te movieses, nos cambiamos nosotros, recorriendo tu espalda a besos mientras intercambiábamos posiciones. Recibiste la polla de Luis desde atrás con un jadeo. Luis empezó a bombearte, estabas con los ojos cerrados. Te besé en los labios, y te lo pedí en la oreja:
                -Mírame, Carla….
                Abriste los ojos y me miraste, mi mano en tu nuca, tus ojos extasiados, sonriéndome mientras soltabas un gemido en cada embestida de tu amante:
                -Ah, ah, ah, ah, ah….
                Recuerdo como me excitó.
                -¿Te gusta mi vida, gozas con otra polla?
                -Oh, si, si… -seguías gimiendo..- es enorme….-no se si lo dijiste porque lo sentías, o porque sabías que me iba a excitar oírtelo decir…
                -Mmmmm…. Dios, me encantas… -te dije incorporándome, mientras con mi polla apuntaba a tu boca.
                La engulliste, y pronto otra vez nos acompasamos, mientras seguías gimiendo con la boca llena:
                -Mmmm, mmmm, mmmm…..
                -Joder, Carla, que culito tienes –Dijo Luis-…. ¿Me dejas que te lo folle?
                -Mmmmm, mmmmm….-Seguías gimiendo con mi polla en tu boca, pero dejaste de chupármela para girarte a decirle, para mi sorpresa:- prúebalo….
                Luis dejó de penetrarte, y volvió a la mesilla de noche a coger el bote que yo había usado con anterioridad. Mientras, sin soltarme la polla, te incorporaste arrodillándote frente a mí y me besaste…
                -¿No te importa…? –me susurraste al oído sin dejar de pajearme…
                -No, me gusta que estés así de entregada. Disfrútalo –te dije- ¿Quieres tu bala vibradora?
                -No…-me dijiste…-
                Luis ya estaba detrás de ti, y te empujé la cabeza suavemente hacia abajo, para dejarte en cuatro… -Que se prepare este culito tragón…-te dije, arrancándote una carcajada…
                Tu amante empezó a jugar con tu culito. Me bajé de la cama, y la rodeé para ver mejor. Cerraste los ojos, y Luis se puso de pie, apuntando su pollón hacia tu culito desde arriba. No sé si lo hizo adrede para que lo viera, pero me gustó. Sin dejar de pajearme, pude ver tu mano jugando con tu clítoris, y la polla de Luis abriéndose paso en tu estrecho culo.
                -Aaaauuuu…. –chillaste-
                Luis dejó de empujar, tenía ya la punta en tu interior…
                -¿Estás bién? –te preguntó-
                -Si, si, sigue…-dijiste agarrándote fuerte con la mano que no jugaba con tu coñito a las sábanas.
                Era glorioso, no me había dado cuenta y me estaba pajeándo como un loco, mientras Luis enterraba cada vez un poquito más esa enorme polla en tu culo. Fue cuestión de poco tiempo y la tuvo entera dentro. Tu mano aceleró el ritmo, y Luis empezó a bombear despacio…
                -Mmmmm, jodeeer, ah, ah, ah… -chillabas-
                Volví a rodear la cama, pude ver tu cara, con los ojos cerrados, mordiéndote el labio, me preocupó que te estuviera doliendo… me acerqué, te cogí la mano que apretaba la sábana, fuerte…
                -¿Te duele vida…? ¿Estás bién..?
                -Ufff, si, joder…-te incorporaste sobre los codos, tu mano abandonó tu clítoris…- Sigue tu, cariño…
                -¿Quieres que te folle yo el culo?...
                -No…-negaste con la cabeza mientras Luis seguía bombeándote…-quiero….ah, ah….quiero que me comas el coño… por favor…
                Te besé, entendí lo que querías. Le hice una seña a Luis para que aminorara el ritmo, me tumbé y me deslicé debajo de ti, besándote las tetas, besándote el vientre. Cerré los ojos, por la idea de encontrarme la polla de Luis demasiado cerca… mi boca llegó a tu coñito, chorreante, y empecé a comerte como un poseso, mi lengua deslizándose una y otra vez por tu clítoris, absorbiendo, chupando, lamiendo… No tardé en notar tu mano en mi polla, tu boca chupándomela. Ahí estábamos, haciendo un 69 como otras veces, con la diferencia de que ahora tu culo estaba siendo bombeado por una polla de un tamaño bastante considerable en comparación con la mía (que era la única que había probado tu culito hasta el momento).
                Gemidos tuyos con la boca llena, cada vez más acelerados. Te ibas a correr, lo notaba. Mis manos pasaron de tu espalda a tus nalgas. Te las agarré con fuerza, y te abrí, imaginándome la vista que tendría Luis. Te corriste, como una loca. Absorbí, todo lo que pude, me encantaba recibir tu orgasmo en mi boca.  Dejaste de chupármela, rendida… solo acertaste a decirle a Luis:
                -Para, para….
                -Buffff… joder..-exclamó él resignado, pero levantándose y desalojando su polla de tu culito. 
                Te giraste, quedándote tumbada a mi lado boca arriba, tu cabeza hacia mis pies…
                -Sigue…-miraste a Luis- pero por delante, me has dejado el culo destrozado…
                Estaba atónito, tus palabras me tenían muy sorprendido. Más que nada, porque no solías ser tan… sincera con tus comentarios en la cama. Volviste a mi polla, volviste a comérmela, mientras con las piernas abiertas esperabas a tu nuevo amante. Recuerdo tu coñito, mojado, palpitante… y recuerdo que pude ver, antes de que Luis volviese entre tus piernas, tu ano también mojado, dilatado. Me excitó mucho esa imagen, aún puedo cerrar los ojos y recordarla. Luis volvió a la mesita de noche a ponerse otro condón. Me gustó el detalle, demostró ser responsable, pues aunque te había estado follando el culo con condón, se lo cambió para volver a tu coñito. Cerré los ojos y me aparté a un lado, dejando que Luis volviese entre tus piernas. Esta vez te levantó el culito, poniéndote una almohada hábilmente debajo, y se sentó sobre sus talones para penetrarte.
                -Mmmmm, mmmmm, mmmm –volviste a gemir con la boca llena por mi polla. Luis bajó a tus tetas, empezó a comerlas mientras empezaba a bombearte. Cerré los ojos, disfrutando del momento. Tu boca seguía comiéndome, mientras gemías. Disfrutabas, lo notaba. Y me encantaba verte así.
                Al rato, Luis aceleró el ritmo…
                -Joder, Carla, eres una Diosa… voy a correrme, joder…
                Y volviste a sorprenderme, pues tu boca abandonó mi polla, y mirando a Luis, sin soltarme la polla, le dijiste…
                -Ohhh… si…. Dame tu leche cariño, no pares, dámela, me corro yo también….
                Luis bajó, vuestras lenguas se entrelazaron, me agarrabas la polla con fuerza, y os corristeis, creo recordar que Luis primero, a juzgar por sus gemidos, y luego tú, en un largo orgasmo. En ningún momento me soltaste la polla, pero vuestros cuerpos frenaron, exhaustos.
                -Uffff…-te escuché decir-
                Aunque yo seguía con la polla dura, quise darte un respiro. Luis se incorporó, salió de tu interior, pude ver la descarga monumental que llevaba en su condón antes de que se fuera hacia el baño…
                Tu mano reaccionó, empezó a moverse de nuevo en mi polla, arriba, abajo….
                -¿Y tú…? –me dijiste-
                Me moví, me acerqué a besarte…
                -Y yo estoy flipando, de verte gozar tanto….-te dije-
                -Buffff… -me sonreíste, con las mejillas sonrojadas, preciosa como siempre después de tus orgasmo- pues yo no puedo más….
                -¿Así me vas a dejar?, estoy a punto yo también..-pregunté mientras escuchaba en el baño el ruido de la ducha de nuevo-
                Supongo que lo hiciste con mucho esfuerzo, pero me dijiste...-No, ni hablar... dime lo que quieres…
                No lo dudé:
                -Gírate, ponte a cuatro patas…
                -Bufff… -dijiste mientras obedecías- déjame el culito pero, porfa…
                Bajaste la cabeza, pude ver de nuevo tu precioso coñito, húmedo, abierto por el pollón de su reciente intruso. Y tu ano, aún no recuperado, seguía sonrojado y algo dilatado. Mi polla se dirigió a tu coñito, y te la clavé del tirón, sin dificultad. Estabas dilatadísima, mi polla era bastante menos gruesa que la de Luis. Empecé a moverme… tú estabas super sensible, lo notaba porque en cada embestida gemías nuevamente…. Lo recuerdo perfectamente, te agarré las nalgas y te las abrí, tu ano pedía guerra, aunque me lo habías pedido, lo notaba aún abierto, con cada una de mis embestidas se entreabría, lo busqué con mi pulgar, y lo introduje en tu culo sin dificultat…
                -Mmmm, ah, ah… -gemías-
                -Bufff… quiero tu culo cariño,… no lo puedo evitar…
                Y como música para mis oídos, te escuché decir:
                -Fóllamelo cari, lléname el culito de leche, dame tu leche, amor….
                Madre mía, aún ahora lo recuerdo y me pongo a mil. Me pusiste cachondísimo. Me salí de tu coñito, me quité el condón y empujé mi polla contra tu culito. Vaya que si entró. Sin dificultad.
                -Ah, ah, mmm…. Ufff…. Si, dame tu leche papi, fóllame el culo…
                No tuve que dar muchas embestidas para notar cómo me venía el orgasmo.
                -Oh, si, tómala toda….-te dije, mientras descargaba todo mi néctar en tus intestinos. Y para ser mi tercer, creo, orgasmo de la noche… descargué en abundancia.
                Me quedé pegado a ti, a tu espalda. Te besé en la nuca, y no lo pude evitar, soy muy voyeur. Me salí de ti, con la polla limpia prácticamente, mientras veía tu culito dilatado como nunca. Te tumbaste, rendida. Yo hice lo propio, a tu lado. Nos besamos.
                -Joder –te dije- ha sido alucinante…
                -Y que lo digas –me sonreíste- estamos locos pero ha sido una pasada…
                Entrecerré los ojos, me caía de sueño. Al rato te escuché decir:
                -Tengo que ir al baño… -y me besaste dulcemente en la mejilla antes de incorporarte de la cama.
                Escuché tus pasos hacia el baño. Allí seguía Luis, pensé. ¿Seríais capaces de seguir?

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