Cita con una amiga.

Cita con una amiga.
Hola gente de esta linda comunidad, soy nuevo y quiero contarles una anécdota que me ocurrió hace un par de meses

Cristiana es una chica hermosa y joven, de 25 años, unas piernas hermosas y largas, una cintura no muy pronunciada, pero hace buen juego con sus pechos, medianos, tiene una estatura de 1.65 además de una piel con un moreno tan bello qué la hace encantadora.

Desde hace un par de años la conocí ya que ella tiene una papelería y soy un cliente frecuente, al principio teníamos un trato de comerciante-cliente, pero algunas veces le tiraba platica y poco a poco nos fuimos conociendo y relacionando, hace como tres meses, hablando por chat con ella, le sugerí salir, fue algo así:
(Y=Yo, C= Ella)

Y: Oye, has visto las noticias? Se está poniendo raro eso de la pandemia en China .

C: Sí, he leído un poco de eso, pero no creo que haya mucho que hacer al respecto si nos lleva el carajo, nos llevará

Y: Puede ser, pero bueno, hay que aprovechar, te gustaría salir a tomar un café? Digo... Ya sabes, el mundo se va al carajo, al menos me gustaría salir a platicar contigo antes del fin...

C: Claro que si, te parece bien el Lunes a las 7?

Y:Sería simplemente perfecto, oh bella dama, ha hecho feliz a este caballero que habla con usted.

C: Ya, no seas dramático jajajaja, nos vemos entonces el lunes?

Y: Claro, yo paso por ti, vale?

C: Oki, nos vemos entonces!

Cuando llegó el día, pase por ella a su papeleria, ella estaba arreglada y lista, usaba un vestido negro floreado en azul, de corte regular, sin mangas, con un pequeño escote que hacía justicia a su busto, calcetas negras que hacían ver aún más largas sus torneadas y bellas piernas, y sus labios, sus hermosos labios pintados de violeta coqueto, aunque ella tiene 25 años, su cuerpo se ve tan joven como el de una chica de 20, cosa que contrasta conmigo, que teniendo 23, me veo como un hombre de 29, ella se alegró de verme y me saludó de beso en la mejilla como de costumbre, sin embargo su beso fue bastante cercano a mis labios, le correspondí el saludo con un amistoso abrazo, tal y como terminaba el saludo siempre.

Después de que ella cerrará su puesto nos pusimos de acuerdo de a donde ir, decidimos que un pastelito sería genial, yo conocía una excelente pastelería que sin dudar, sugerí aunque estaba un poco lejos de donde nos encontrábamos, decidimos ir, platicar con ella era fabuloso, su sonrisa a cada palabra, su risa con mis comentarios bobos y su personalidad la hacen fantástica, y a mi simplemente me embobaba.
Cuando llegamos a la pastelera, nos llevamos la más grande decepción, la pastelería estaba cerrada por remodelación.

Y: Rayos, en serio perdona, no sabia que esto estaba cerrado... Nos dimos mucha vuelta para nada.

C: Tranquilo, no te preocupes, vamos a caminar, igual y encontramos otra pastelería u otra cosa cerca.

Y: Tienes razón, vamos a ver que encontramos por aquí.

Así caminamos por la calle hasta hallar una pastelería que se viese decente.
Hallamos una cafetería bonita así que entramos y tomamos asiento, estábamos casi solos, solamente una pareja a varias mesas de distancia, parecían novios o amantes, pues no pasaban más de cinco minutos sin comerse la boca a besos, yo no le daba importancia, pero Cristina los volteaba a ver de vez en cuando, cuando llego el mesero, pedimos capuchinos y postres, mientras conversabamos, salio al tema la pareja de la otra mesa.

C: Ellos no paran de besarse... Hasta diría que desde que llegamos se han besado mucho más.

Y: Supongo que no han de saber besarse.

C: ¿Por qué dices eso?

Y: Si alguno de los dos supiera besar de verdad, estarían en un hotel y no practicando en una cafetería.

C: Cómo dices eso? No porque sepas besar bien irás directamente al hotel.

Y: Te apuesto lo que quieras a que si sabes besar bien, tienes si o si, que acabar en el hotel, de lo contrario, no sirves para besar.

C: Yo he besado a algunos chicos y no porque sepan besar me han llevado a un hotel.

Y: Puede ser porque tal vez no sabían besar tan bien como tu crees que lo hacían.

Ella volvió a ver los besucones de la otra mesa, mientras los veía de reojo me miraba a mi, con una sonrisa coqueta fijó su mirada sobre mí y hablo sin romper su sonrisa.

C: Si estas tan seguro de lo que dices, te reto a demostrarme que tienes la razón.

Y: ¿Respeto a los besos? Tendría que hacer una encuesta, gráficas y demás para demostrar adecuadamente mi postura, o por lo menos investigar un rato.

C: Así no tontito, te reto a que me demuestres que a besos puedes llevar a una chica al hotel... A besos... demuéstrame a mi.

Y: Demostrarte lo a ti, ¿a besos? Besos míos, ¿de mí a ti?

C: Si, ¿o es acaso que no sabes besar?

Ella sabe muy bien que mi punto débil es retarme y yo claro que le iba dar lo que ella quería.
Me levanté de estar frente a ella y pasé a sentarme a su lado, yo le sonreí, ella reaccionó algo nervioso, desviaba un poco su mirada de mía, pero al final volvían nuestros ojos a encontrarse, por unos momentos no dije nada, solo sonreí y la mire hasta que ella no tuvo más salida que mirarme a mi también, para detener sus nervios que infundidos por mi actitud, tome su mano, lentamente me acerque a su oído y hable despacio.

Y: Cristy... Llevamos un buen tiempo de conocernos... Me gustas de verdad, me encanta tu sonrisa, tu risa y tu voz, uff, es tan bella...juro que es la más perfecta que cualquier otra… Pero... Creo que tus labios me pueden volver loco... No me gustaría besarte por el riesgo de hacerme adicto a ti… aunque esos labios violetas me piden que los bese, pero debo resistir, y si me pides que te bese, no se si pueda negarme…

Apenas termine de hablar y ella rodeo mi cabeza con sus manos y me dio un beso, el cual correspondí con pasión (deseo aclarar que no soy un gran besador, pero hago un muy buen esfuerzo que siempre me ha funcionado) mantuve un poco largo el beso para rematar después, con varios besos más efímeros, un poco más apasionados y cada vez más desesperados, no se realmente si ella estaba tan ansiosa de esto, o era yo, pero no nos podíamos separar, hasta que el mesero llego y nos preguntó si deseábamos algo más, ante su presencia el encanto se quebró y nos separamos algo avergonzado.
Cortésmente le pedimos la cuenta, mientras volteamos a los lados para ubicarnos de vuelta en la realidad y no en los labios del otro, la pareja de antes ya se había marchado, después mantuvimos una conversación más relajada, casi como el momento de besos no hubiera pasado, seguimos comiendo pastel y capuchino hasta que hayamos saciedad y decidimos irnos.
Pagué la cuenta y ya eran las 8:45 P.M. Al salir de la cafetería ella caminó conmigo más apegada a mi que cuando llegamos, casi iba abrazando mi brazo, y cuando le pregunte a donde más quería ir, ella sonriendo me dijo:

C: Tu beso aún no me ha llevado a ningún lado...

Yo reí un poco y suavemente la bese de nuevo, su labio superior era suave y un poco grueso, besarlo y chuparlo suavemente con mis labios era verdaderamente un placer, es muy rico comerme a besos su boca, y así, entre beso y beso, nos detuvimos en mitad de la calle, el tiempo y el espacio eran solo palabras sin sentido para nuestros besos.

Y: ¿Y qué tal ahora? ¿Mis besos ya son suficiente evidencia de que tengo razón?

C: Puede ser… ¿Por qué no me sigues besando y a dónde nos lleva eso?

Caminamos sin pausas, pero tampoco llevábamos prisa, ya casi serian las 9 de la noche, pero la hora no importaba ya éramos adulto que vivían solo, lejos de nuestros padres, eso nos daba la oportunidad de disponer de nuestro tiempo sin tener que darle explicaciones a nadie, la noche estaba tranquila y a nuestra absoluta disposición.

Entre beso y beso me atrevía a confesar mi opinión de ella, la hermosura que estaba plasmada en ella, lo fabulosa que se veía, con su vestido, su labial, que ella era de verdad una mujer encantadora, aunque ella siempre se empeñara por negarlo.

Supongo que hablaba mucho yo, pues cuando menos me di cuenta, ella callaba mi boca con sus labios, besos suaves, cortos, y luego apasionados, de esos que calientan la sangre, la abrazaba la cintura y deteniamos nuestro andar para gozar de los labios del otro, hasta que la pasión fue suficiente y ya no eran simples besos, eran exquisitos beso franceses, nuestras lenguas recorrian los labios del otro, hasta que se tocaron y aumentaron la pasión.

Deseo aclarar que en los años que conozco a Cristina, siempre la consideré una chica, aunque un par de años mayor que yo, muy tranquila y hasta inocente, con unos toques de infantilismo adorable, hasta que descubrí que no era tan así debajo de sus lindos ojos.

En medio de la calle, entre beso y beso, descubrí lo atrevida que mi amiga podía llegar a ser, de manera sensual y lenta, se apego a mi, recorriendo mi espalda con sus manos, me miro a los ojos sin cesar los besos y chupo suavemente mi lengua, su mirada típica se ahora mostraba deseo, y sus labios chupando con suavidad mi lengua eran una invitación clara a lo que ella deseaba, fue inevitable sorprenderme, acababa de descubrir el deseo que ella tenía y que de ninguna manera había sospechado en tanto tiempo.

Respondí el beso de nuevo con pasión y di por terminada esta parada de besos en medio de la calle, reanudado mi andar, la llevaba tomada de la mano, y ella me sujetaba a mi, un poco con firmeza, un poco con amor, lo hacía como si evitará que me fuera a escapar de ella.

No tardamos en recorrer más allá de dos cuadras cuando hallamos un hotel decente, aunque ya me sentía caliente y quería hacerle el amor, sabía que si deseaba hacer sus besos recurrentes en mi vida, tendría que conquistarla como un caballero y además, darle una buena cogida como hombre, y un hotel decente me parecía que era una perfecta idea para matar dos pájaros de un tiro y como extra, demostrar que unos buenos besos pueden abrir no solo puertas.

Continuará.
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